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Escrúpulo por lady_shizu

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Notas del fanfic:

 

Advertencias(?:

*OoC hasta en la época(?), porque no soy Kōji Ōji, así que es inevitable. :v

*Perspectiva de Sōsuke.

*Drama, mucho drama. :’v

*Amor implícito, unilateral y egoísta (en cierta medida). :v

*Mención de personajes Gender Fem, porque Gō (única mujer joven que aparece :v) ya tiene un uso específico y escasean las mujeres en Free!; pero conservarán sus nombres originales (ellos tienen nombre de mujer, después de todo xD).

»Algo más: Haruka, Makoto, Rei y Nagisa serán hermanas x’D

*Inspirado en la película «Orgullo y Prejuicio», basada a su vez en la obra con el mismo nombre, de Jane Austen.

*Si no te gusta la temática del FanFic o la pareja, NO continúes leyendo, que bien aclaré en el Summary de qué va la historia. Aceptaré cualquier crítica siempre y cuando sea constructiva.

 

 

 

«Esta historia participa en la Convocatoria ‘SouRin Movie’ y está basada en la película “Orgullo y Prejuicio”, cuyos derechos de autor pertenecen a “Joe Wright” y a la productora “Working Title Films”

 

 

 

«TODO (excepto los personajes y lo antes mencionado) lo que a continuación vas a leer es inventado por mí. Si te ha gustado o has mostrado interés por algo en particular aquí escrito y quisieras utilizarlo, por favor pídeme el respectivo permiso para hacerlo.»

¡Di NO al plagio!

Mis FanFics están protegidos por Safe Creative.

 

 

 

Aclaración: cualquier similitud con otra historia o la vida real es pura coincidencia.

Importante: los personajes de esta historia no me pertenecen, son de Kōji Ōji, yo sólo los utilizo para escribir, sin ánimo de lucro de por medio. No obstante, el contenido de este fic es completamente de mi autoría.

 

 

Notas del capitulo:

Hello~

Tengo la mala costumbre de escribir a contra reloj. Por alguna razón, las ideas se esfuman de mi cabeza y sólo el peso de la obligación (fecha límite) me las exprime… Aunque en éste caso, ni siquiera eso funcionó(?) De verdad, acabo de terminar esto, cuando se supone que debí entregarlo hace muuuuucho tiempo.

En fin, dejando de lado mi irresponsabilidad latente, éste fic fue escrito basándose en la película «Orgullo y Prejuicio», pero yaoizada :v

Por lo tanto, en él utilizaré el «universo» en el que ésta se desarrolla y algunas escenas (modificadas, obviamente). Asimismo, haré uso de los lugares nombrados en ella; Netherfield, por ejemplo.

Cómo sea~ ¡Espero les guste! (Y si no, pues… bue, qué se le va a hacer. ¡Já! :v)

Aclaraciones del fic en las NF.

Disfruten de la lectura ^^

 

Escrúpulos

By

LadyShizu

 

Es una verdad mundialmente reconocida

que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna,

necesita una esposa.

Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos

u opiniones de un hombre de tales condiciones […]

 

Orgullo y Prejuicio

Jane Austen

 

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Capítulo Único

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Por el camino flanqueado por álamos, Sōsuke divisó en la lejanía el brillo de los incontables ventanales de la mansión de Netherfield Park, actual hogar de Matsuoka Rin, a quien consideraba su mejor amigo.

Había transcurrido alrededor de un mes desde la última vez que lo vio en Londres, antes de que éste decidiera acomodarse en Netherfield, llevándose consigo a su única hermana. Matsuoka Toraichi había fallecido hacía más de dos años, y era el deber de Rin el cuidar y procurar un buen partido para su hermana.

—Llegamos, mi señor.

Tras escuchar las palabras del cochero, Sōsuke levantó la mirada hacia la entrada de la mansión y bajó del landó. El lugar era, sin ninguna duda, imponente. Pero nada comparado con la presencia que lo recibió.

Alto, elegante y sonriente; Rin caminó hacia él y le palmeó un hombro antes de abrazarlo. Sōsuke sintió la tibieza de sus brazos envolverlo con la firmeza de la confianza y la suavidad de una amistad de años.

—Sōsuke, amigo mío, bienvenido.

—En mi carta especifiqué que llegaría al atardecer; pensé que te daría una sorpresa al adelantarme. Nunca esperé ser yo el sorprendido.

Rin se separó, sonriendo de esa forma única que dejaba a la vista ambas filas de blancos dientes.

—Lo que me sorprendió fue saber que vendrías —dijo, invitándolo a pasar—. Creí que los lugares rústicos no eran de tu agrado.

—Y no te equivocas —aclaró—. Sin embargo, mi mejor amigo ha decidido aventurarse en este tipo de zona.

La respuesta de Rin fue una negativa con la cabeza.

Los empleados habían comenzado a llevar sus pertenencias hacia una de las habitaciones.

—¿La señorita Gō? —preguntó.

Al ingresar al salón, una melodía ejecutada maravillosamente alcanzó sus oídos. Sentada al piano se encontraba Gō, deslizando hábilmente sus dedos sobre las teclas.

—¡Señor Sōsuke! —Animada, la joven se acercó a ellos, dejando inconclusa su ejecución, y se inclinó tal y como el formalismo demandaba. Sōsuke le sonrió, correspondiendo el gesto—. A mi hermano y a mí nos hace muy feliz que pudiera venir a visitarnos.

—A mí me complace saber que están bien.

—Hertfordshire es un hermoso lugar —comentó Gō, contenta—. Y hemos conocido a personas muy agradables.

—Así es —confirmó Rin, igual de emocionado—. Sōsuke, amigo mío, has llegado en el momento más oportuno —dijo sonriendo por su expresión ligeramente desconcertada.

Desde que eran niños, Rin había mostrado una capacidad envidiable para hacerse de amigos adonde fuera que iba. Sōsuke, por el contrario, tendía a sobre analizar a las personas, juzgándolas inadecuadas la mayoría del tiempo; esto debido a su carencia de sociabilidad con los extraños. Por ello, muchas veces era tachado de orgulloso y soberbio. En ese momento, cuando las grandes puertas del salón les fueron abiertas y la música se detuvo al mismo tiempo que el baile del gentío dentro, y todas las miradas, cientos de ojos escrutadores, cayeron sobre ellos, supo que allí no sería la excepción.

Un baile en Meryton, donde familias de todas las clases inferiores se codeaban. Sōsuke intentó mirar a Rin de reojo para reprocharle una vez más el haberlo arrastrado a ese evento, pero cuando lo intentaba, alguien más llegaba a presentarse ante él.

La única que parecía disfrutar con inocencia de aquello era Gō, pues la sonrisa que Rin le dedicaba a él rayaba entre la alegría y la burla implícita; no obstante, eso carecía de importancia, pues la completa atención de Rin era suya, hasta que apareció ella. Una joven de bellas facciones y preciosos irises esmeraldas.

El anfitrión del evento presentó a la familia de ella como los Nanase. Y la sonrisa a Rin apenas le cabía en el rostro.

Makoto Nanase era el nombre de aquella señorita que había conquistado más que sólo la atención de su mejor amigo. Y sus tres hermanas parecían tan encantadas con Sōsuke como lo estarían por el clima; sólo lo miraron una vez, mostrándose luego incómodas por su particular forma de ser, reservada y estoica.

Los Nanase se despidieron pronto, perdiéndose entre el cúmulo de gente. Rin no tardó en seguir los pasos de Makoto. Bailó con ella la primera vez.

—¿No baila usted, señor Yamazaki? —le preguntó Haruka; ambos observaban a Rin bailar muy animado con su hermana mayor.

—No si puedo evitarlo.

Ella lo miró fijo unos segundos, antes de sonreír con ligereza. Se inclinó frente a él, que le correspondió de inmediato, y se encaminó hacia una joven de belleza cuestionable.

Esa noche, Rin bailó una vez más con la señorita Makoto; Sōsuke bailó con Gō una vez, y el resto de la noche no pudo dejar de notar la sonrisa ensoñadora y el brillo de autentica felicidad que flotaba en los irises de su amigo.

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—La señorita Makoto es realmente un ángel, ¿no piensas igual, Sōsuke?

—Si por ángel te refieres a su belleza, la palabra le hace justicia. Si por el contrario, haces referencia a todas sus cualidades, tanto físicas como de carácter, no me atrevería a dar semejante calificación, puesto que el mismo me es desconocido.

Rin pareció meditar sobre lo que acababa de decir, mientras él continuaba con la escritura de una carta dirigida a su madre. Un poco alejada de ellos, Gō practicaba al piano, como todas las mañanas.

—Ella posee la sonrisa más hermosa que haya visto jamás. —Rin dijo, y Sōsuke desvió la mirada hacia él sólo por un segundo.

—Hermosa, sí —confirmó—. Pero sonríe demasiado.

Durante los siguientes minutos, Rin no paró de señalar las muchas cualidades de la señorita Makoto, desde lo aterciopelada que era su voz al oído, hasta su maravillosa forma de bailar.

—Rin-…

—Ella me ha cautivado —dijo de pronto, ajeno a que lo había interrumpido. Miraba un lugar inespecífico de la habitación.

Sōsuke no volteó para mirarlo, pero sus movimientos se habían detenido por completo. Dejó la pluma en el tintero antes de que su temblorosa mano provocara algún desafortunado accidente en su aún inconclusa misiva.

El suspiro de Rin fue aplacado por la melodía del piano.

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A través de uno de los ventanales, Sōsuke observaba la torrencial lluvia. Gō se encontraba sentada, con las manos enlazadas sobre el regazo y el gesto compungido.

Ambos miraron hacia la entrada cuando Rin por fin regresó.

—Hermano, ¿cómo está ella? —preguntó Gō, genuinamente preocupada. Rin les explicó que el doctor le diagnosticó un fuerte resfriado y que debían hacer todo lo posible por cuidarla. Esto último lo dijo sin poder evitar sonreír por lo que eso implicaba.

Cuando Sōsuke lo creyó conveniente, giró una vez más hacia el ventanal. Las gotas de lluvia golpeaban el vidrio con fuerza, y recordó a la señorita Makoto ingresando completamente empapada a la mansión.

Gō y ella eran grandes amigas, según tenía entendido, por lo que la había invitado a cenar. Increíblemente, cuando llegó lo hizo a caballo, con el cielo cayendo sobre Hertfordshire.

«Y ahora deberá permanecer aquí.» Pensó, arrugando el entrecejo levemente al escuchar la risa de Rin llegar hasta él.

Al día siguiente, Haruka se presentó en Netherfield. Y en vista de la salud de su hermana, se le ofreció permanecer en la mansión mientras ésta se recuperaba.

Los días transcurrieron, y las atenciones de Rin para con Makoto y su hermana se volvían cada vez más notorias. Su nerviosismo era evidente para Sōsuke, al igual que lo fue su decepción y tristeza cuando recibieron la visita de la madre y las hermanas restantes, lo que sólo podía significar que las señoritas Makoto y Haruka por fin se marcharían.

Sōsuke había permanecido la mayor parte del tiempo en silencio. La señora Nanase, por el contrario, no perdió oportunidad de mencionar lo ostentosa y notablemente cara de la decoración del lugar.

—¡Ofrezca un baile! —Escuchó luego que proponía una de las jóvenes, la señorita Nagisa, secundada por su madre. Casi de inmediato, Haruka, con ayuda de su hermana Rei, las reprendió hábilmente. Rin, sin embargo, sonrió y aceptó la idea, prometiendo la pronta realización de un baile en Netherfield.

Para Sōsuke fue clara la intensión de ambas partes por el reencuentro entre su amigo y la joven. El interés de Rin por la señorita parecía ser genuino; ella, por otra parte, a pesar de la amabilidad de su trato hacia Rin, aún se mostraba distante. Sōsuke temía que su amigo se enamorara de ella con tal intensidad que su rechazo pudiera lastimarlo severamente.

Pero también anhelaba que eso ocurriera. Que Makoto no lo quisiera con igual fuerza. Que no correspondiera a sus sentimientos.

Cuando despidieron a la familia Nanase y Rin tomó la mano de Makoto para ayudarla a subir al carruaje, un amargo sentir lo motivó a él a hacer lo mismo con Haruka, quien no ocultó su sorpresa por ese trato.

Tan pronto fue consciente de sus acciones y sentimientos, Sōsuke se encaminó hacia la mansión, sin decir palabra alguna.

Nadie, más que Haruka, prestó especial atención a lo sucedido. Rin continuó sonriendo para Makoto y su familia. Y Sōsuke percibió que el desagradable sabor de los celos se afianzaba a su paladar.

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La noche del baile de Netherfield llegó. Rin y Gō recibían a los invitados, mientras Sōsuke los observaba arribar desde el balcón. Pronto la familia Nanase se encontró ingresando a la mansión.

El violinista inició, y todos se agruparon en el centro del gran salón para comenzar la danza.

Como había previsto, Rin no tardó en invitar a bailar a Makoto. La forma en que la miraba, incluso cuando ella bailaba con otro caballero, evidenciaba el cariño especial que le profesaba.

Cuando, por fin, Sōsuke se había decidido a bailar con alguien más que con Gō, distinguió a Rin nuevamente en la pista con la señorita Makoto. Haruka Nanase era por mucho la joven más apropiada para la tarea, durante sus esporádicos encuentros, ella se había ganado su respeto y admiración, por lo que no dudó en hacerle la invitación una vez que Gō aceptó bailar con otro caballero.

Desde tan cerca, notó algo en la mirada y en las formas de Rin para con Makoto que provocó que cada fibra de su cuerpo se estremeciera. Sintió miedo de perder a su mejor amigo, a su confidente…

Temió perder para siempre a Rin.

Al transcurrir la velada, la situación empeoraba. Las hermanas menores de Makoto y Haruka hacían un espectáculo de sí mismas; la señora Nanase, sin vergüenza alguna, peroraba sobre el indudable matrimonio de Rin y su hija mayor, y las ventajas que traería a su familia; el señor Nanase actuaba con desinterés ante el ridículo que representaban.

El horizonte se tiñó de carmín, y miles de dudas se agolparon en el corazón y mente de Sōsuke, pero también una inequívoca resolución: la señorita Makoto no parecía poseer los mismos sentimientos que su amigo.

Al día siguiente, Rin debía viajar a Londres; no tendría mejor oportunidad para salvar a su amigo del gran error que pensaba cometer. Junto a Gō, lo siguieron a la ciudad.

—Rin… —Allí, se encargó de hacerle saber los peligros de su elección, se los enumeró y explicó uno por uno. Pero Rin, aunque se mostraba vacilante, tampoco parecía abandonar por completo la idea de pedir la mano de Makoto. Hasta que Sōsuke expuso su observación de los sentimientos no correspondidos de la señorita en cuestión—. Los motivos que me impulsan a decirte todo esto son nuestros años de amistad.

Rin se dejó caer con pesadez sobre un sillón.

—Lo sé —respondió—. Lo mejor será no regresar…, ¿verdad?

—Sería lo más conveniente para ti en estos momentos.

Una sonrisa amarga tironeó en los labios de Rin, mientras miraba hacia la nada. Sōsuke lo observó, con una dolorosa sensación apretándole el pecho. Pero era lo mejor; Rin se merecía a alguien que lo amara de verdad.

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Los días transcurrieron tornándose meses. Ante los demás, Rin aparentaba ser el mismo de siempre, pero Sōsuke sabía que no era así. El podía ver a través de aquella máscara que construía para el resto.

Rin parecía una cáscara vacía.

Y él no quería dejarlo solo, pero ese día debió regresar a Pemberley. Grande fue su sorpresa al encontrar allí a Haruka Nanase, quien le explicó que se encontraba viajando con sus tíos y se disculpó por la interrupción a su hogar.

—Si me disculpan —se excusó, inclinándose frente a Haruka—, debo atender un asunto importante.

Ingresó a la mansión, dejando a su primo, Seijūrō Mikoshiba, quien lo había acompañado en su largo viaje, junto a la señorita Nanase.

El particular brillo, que rayaba en odio, en los irises de Haruka no le fue indiferente a su regreso. Y cuando Seijūrō se retiró hacia el interior de la mansión para saludar a su tía, Sōsuke sonrió ligeramente por lo oportuno de la situación; podría averiguar el motivo de tan drástico cambio de la señorita para con él. Habían transcurrido pocas semanas desde la última vez que la había visto, mientras arreglaba un pendiente con su tía y ella visitaba a su amiga, cuyo esposo tenía como benefactora a la mujer en cuestión. Durante ese tiempo, ambos habían concordado en muchas ocasiones; incluso, Sōsuke comenzó a gustar de su compañía.

Grande fue su sorpresa cuando, sin vacilaciones, Haruka lo interrogó hábilmente, dejando en evidencia su molestia. Sōsuke debía admitir que nunca antes alguien le había hablado de esa forma, mucho menos una mujer; con eso, Haruka Nanase acababa de conquistar su respeto por completo. Pero también le abrió un hueco en el pecho.

Sus palabras, cada una de aquellas revelaciones sobre los verdaderos sentimientos de Makoto hacia Rin, se deslizaban dentro de su pecho, lentamente, tan frías como las hojas de cientos de dagas.

Sōsuke observó con asombro la férrea determinación en la joven. Ella lo miraba con el odio más puro del que alguna vez él fuera objeto, con el rostro completamente rojo.

Seijūrō llegó y se sorprendió de verlos a ambos tan agitados. Haruka se despidió rápidamente, intentando ser lo más educada posible en su estado de exaltación. Sōsuke no dio explicaciones sobre lo sucedido.

Mientras observaba a la señorita alejarse, intentaba convencerse a sí mismo de que todo el daño causado había sido a raíz del deseo de bienestar de Rin. Pero las duras palabras de Haruka Nanase retumbaban en ecos continuos dentro de su cabeza, obligándolo a cuestionarse sobre sus actos y la verdadera razón de ellos.

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Con facilidad, supo dónde se encontraba hospedada la señorita Nanase. Ese mismo día, posponiendo su viaje de regreso a Londres, Sōsuke fue a verla por última vez mientras durara su estadía en Derbyshire, con la finalidad de entregarle una misiva, cuyo contenido explicaba sus razones para actuar de la forma en que lo había hecho.

Simplemente, no podría marcharse sin hacer del conocimiento de la señorita esos motivos.

Le entregó la carta, diciendo apenas algunas palabras, que no obtuvieron respuesta, y se marchó. Durante su viaje hacia Londres, se dedicó a reflexionar una y otra vez en aquella plática. Recordar con nitidez las escenas que lo convencieron de que Makoto Nanase no sentía con la misma intensidad que Rin. Enumerarse a sí mismo todo lo negativo que implicaría para Rin el unir su vida con Makoto.

Y todos ellos eran reemplazados por la taciturna actitud que Rin había adoptado desde que él lo había convencido de alejarse de la única mujer que había conquistado verdaderamente su corazón.

Makoto Nanase era la única que podría hacer feliz a su querido amigo.

Con esa resolución, lo buscó una vez que llegó a Londres.

Rin lucía esplendido, como siempre, pero la luminosa sonrisa que con anterioridad siempre lo recibía, ahora era opacada por la melancolía.

Sólo Makoto Nanase podía hacerlo feliz, darle la vida que Rin siempre había soñado. Sōsuke se repitió eso una y otra vez, mientras ambos tomaban asiento, porque ya no podía engañarse más con respecto a sus verdaderos sentimientos hacia Rin. Porque si le confesaba que durante su estadía en Pemberley, se había encontrado con Haruka, los sentimientos de Rin no vacilarían una vez más. Y lo perdería para siempre.

Sōsuke había ido a buscarlo para que eso sucediera, para que Makoto devolviera la dicha a la vida de su mejor amigo. Pero nunca sopesó la posibilidad de que su propio egoísmo se hiciera presente.

Lo miró; Rin observaba un punto inexacto de la habitación, ausente. Suspiró, intentando infundirse el valor suficiente para admitir la verdad.

—¡Rin, yo…! —Se encontró en la peor de las encrucijadas cuando Rin volteó y sus grandes ojos, dos rubíes, se posaron en él. La fuerza de su convicción y el valor para romper con todos los esquemas se diluyeron como agua entre sus dedos—. Necesito que sepas algo.

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—Entonces, sólo iré y lo diré —dijo Rin, nervioso, pero indudablemente feliz—. Entrar y decirlo. Sólo eso. —Tomó una firme decisión. Inhaló una gran cantidad de aire, expulsándola luego en un sonoro suspiro.

Sōsuke lo miró y asintió a su resolución, indicándole que era lo mejor. Rin se aferró a su sombrero, y le dedicó una sonrisa de agradecimiento antes de encaminarse hacia el hogar de la familia Nanase. Sōsuke lo observó alejarse. Volverse cada vez más pequeño mediante la distancia entre ellos crecía.

Su espalda ancha, su elegante caminar, la firme convicción de su corazón, la luz de un indudable amor brillando con intensidad en sus irises.

Sería lo correcto decirse a sí mismo que estaba feliz por él. Su mejor amigo desde la infancia se comprometería con la mujer de la que tan profundamente se había enamorado. Las puertas de la felicidad le eran abiertas sin miramientos ni más dificultades.

Pero no era así.

La sonrisa y los ánimos, ambos fingidos, que le dirigía a Rin eran sólo parte de la máscara que ocultaba su verdadero rostro de todos. Desde siempre. Incluso durante un tiempo, lo había hecho consigo mismo. Intentó ser normal en aquella sociedad que no comprendería, que nunca aceptaría la intensidad de sus sentimientos para con su mejor amigo.

Otro hombre.

Una indecencia.

Un amor inmoral. Y prohibido. Castigado a morir en las sombras de su inconsciente maldito por semejantes pensamientos y deseos.

Al pie de las escalinatas de la hacienda de la familia Nanase, Rin volteó hacia él sonriéndole con suma alegría. Sōsuke correspondió.

Aferrándose a una amistad de años, guardó silencio por ambos. Y sonrió.

«Es lo correcto… —pensó—. Realmente, así debe de ser.»

 

 

Fin

Notas finales:

Escrúpulo: duda, temor o recelo sobre si una cosa es o no cierta, moral, justa, etc.

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¿Saben?, cuando elegí esta película para el OS ya tenía planeado el final (o sea, éste final). La verdad, quería modificarlo para que fueran felices (se supone que para eso se creó la convocatoria, para derramar amor SouRin por todas partes xD), pero la situación, época, racionalidad(?) y demás no me lo permitieron. No se prestaba para ello.

Y porque soy un ser que disfruta del sufrimiento de los personajes en los fics(?).

En fin…

¡Gracias por leer y comentar!

See you someday(?)!

LadyShizu


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