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Only Words por Kuroyami Mirai

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Notas del fanfic:

Hola!!! Cómo está la gente más bonita?! Espero que muy bien y dispuestos a disfrutar de esta romántica historia n///n… Me he esforzado bastante, tuve que reescribirla un promedio de cuatro veces y media para que quedara bien y aun así siento que no me convence. Pero bueno, yo soy demasiado detallista, no me hagan caso. Solo espero que la disfruten.

Notas del capitulo:

Debo decir que esta locura es un pequeño Two-Shot que le quiero dedicar a mi maestra, ya que me enteré que con algunas de sus obras recibe comentarios hirientes y malintencionados. Odio esto, y debo decir que, lamentablemente, esta novela no nació de un lindo sentimiento. La escribí con afanes vengativos y estoy algo avergonzada por eso, pero estaba demasiado molesta.

Por eso quiero decir: Sensei, disfruta de este fic que lo hice para animarte, y para aquellos que se la pasan molestándola, por favor, váyanse a la mierda por el camino más amplio (les señala el camino)

Ahora por favor, pasen a leer…

 

“Decir: te amo. Solo eso había bastado para que el corazón latiera de pura esperanza y se llenara del más perdurable vacío. Últimas palabras. Solo la muerte fue el testigo, levantándose de su letargo eterno únicamente para admirarle…”

Naruto se golpeó la cabeza con los puños después de escribir la última línea. Automáticamente la borró y la volvió a escribir, aun así, no se sentía para nada convencido de su propio esfuerzo. ¿Qué podía hacer? Estaba retrasado para entregar el trabajo. Su editora lo había estado acosando incontables veces solo para que terminara de una maldita vez. Pero no podía, la inspiración sencillamente lo odiaba.

Era un reconocido escritor. A sus diecisiete años, ya tenía publicado tres libros y estaba en proceso de sacar el cuarto, último tomo de una saga de novelas románticas. Debido a esto, supuestamente su vida era una maravilla, siendo reconocido a tan corta edad… Si claro. Él no era famoso, ni reconocido o amado por un enorme público. Quién lo era en verdad, era Uzumaki Naruko.

Que estúpido, solo a él se le podía ocurrir la bizarra idea de inventarse un nick cuando su carrera comenzó. ¿Por qué lo hizo? Sencillo. No podía permitir que sus compañeros de la preparatoria se enteraran de su afición. Si ya lo molestaban bastante siendo solo invisible, no quería imaginar cómo sería el acoso si descubrían que, siendo un chico, escribía románticas novelas para el público femenino.

Sacudió la cabeza, alejando las estúpidas divagaciones. Más importante que eso, su novela. Debía terminarla antes de que terminara el mes o lo degollarían en la editorial. En las noticias y demás redes sociales ya habían anunciado el lanzamiento del libro, por lo que no le quedaba tiempo ni para respirar.

Miró el reloj de pared. Tres de la mañana. Perfecto, todo estaba calculado. Podía intentarlo durante una media hora más y dormir un par de horas antes de levantarse para la escuela. Tronó sus dedos con el semblante decidido, acomodó los enormes lentes de montura negra sobre el puente de su pequeña nariz y se inclinó sobre la silla, sacudiendo los dedos por el teclado varias veces, tecleó sobre los mismos textos que ya estaban escritos para reeditarlos.

Tres y media de la mañana. Naruto había vuelto a mirar el reloj, después osciló su mirada hacia la pantalla de la computadora para leer su adelanto. “…levantándose de su letargo eterno solamente para admirarle…”. ¡Joder! No había podido adelantar nada, estaba estancado en la misma jodida línea.

¿Y ahora que hacía? ¿Suicidarse? Tal vez era una decisión algo descabellada, pero teniendo en cuenta la situación dónde estaba parado, no parecía tan absurdo. Si no moría por sus propias manos, Tsunade lo haría la próxima semana cuando le preguntase por el proyecto y se viera obligado a confesar que no estaba terminado.

Con los labios fruncidos y un par de lágrimas de frustración, sucumbió en el escritorio. Sus párpados, más pesados que de costumbre, se cerraron lentamente. Después de estar escribiendo durante ocho horas seguidas y solo conseguir siete páginas, su autoestima calló en picada hasta el suelo. Solo estaba convencido de una idea clara, y era que… no llegaría para su primera clase.

 

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Tenía los lentes torcidos, el cabello enmarañado y la expresión más cansada que un anciano. Caminaba arrastrando los pies por los pasillos, con las manos llenas de papeles que nada tenían que ver con sus clases de la mañana. En dichas notas, Naruto tenía plantadas las ideas para su incompleta escritura. Jamás pensó que lanzar un Best Seller conllevaría consigo tan inmensa responsabilidad. Con lo perezoso que era, estaba seguro que jamás habría probado suerte en la editorial con su primer borrador.

¿A quién estaba engañando?

Escribir era su pasión, nada lo motivaba más que sentarse frente al monitor y plantar las más locas y mágicas ideas. El problema no estaba con su inspiración, la muy maldita no tenía la culpa. La raíz de todo estaba en el yugo que había nacido sobre él. Estaba completamente seguro que sin esa aplastante presión sobre sus hombros, habría terminado la saga hacía mucho tiempo.

_ ¿¡Por qué me abandonaste, joder!?- exclamó a los cuatro vientos, siendo de repente el centro de atención en el abarrotado pasillo. No le importó, necesitaba exteriorizar su frustrado enojo para con su inspiración. No la iba a justificar más, si no se hubiese marchado todo sería muy diferente.

Entró al salón refunfuñando cosas incoherentes, dejando el descontrol de hojas sobre la mesa, se sentó en su sitio sin querer que nadie lo molestara. Ojeó algunas notas, enlazando mentalmente las ideas para componer el bendito tomo. Todo estaba fragmentado. Desde las picoteadas escenas del comienzo, hasta un desarrollo para nada ordenado. Y ni hablar del final, el cual no existía, ya que hasta el momento no tenía ni la menor idea de cómo terminar aquel infierno.

Leyó una vez más su diseño de personajes. El protagonista, héroe algo antagónico que hacía sufrir a la heroína hasta que admite lo que siente por ella. Todo un bastardo que ni siquiera tenía idea de cómo nació dentro de su imaginación. Tal vez era en un afán de romper con la rutina de los héroes clichés de capa azul y brillante corcel blanco.

_ ¿Qué haré contigo, Sasuke?- se preguntó a sí mismo. Analizando la psiquis del personaje, solo conseguía que le doliese la cabeza. El chico era todo un enigma complicado, casi imposible de resolver. Sacudió la cabeza, era el turno de la heroína. Naruko.

Rodó los ojos. Era tan obvio que la misma Tsunade reviraba los ojos cuando leía sus borradores. Pero, ¿cuál era el problema con ser gay? Le gustaban los chicos, ¿y qué? Bueno, sí había algo. Si escribía la novela cien por ciento inspirado en el romance entre dos chicos, no habría sido el éxito que fue. Se alzó de hombros, restándole importancia. De todas formas todo el mundo creía que era una chica quién lo escribió.

Naruto soltó una pequeña sonrisa cuando saltó de la heroína hacia otro personaje, para analizarlo y desarrollarlo como se merecía. No era el héroe, era alguien secundario en la historia, sin embargo era su favorito.

_Itachi…- la sonrisa se amplió un poquito más cuando dijo su nombre. Dejó de lado sus previas tareas para apreciar mejor del dibujo que había hecho en la parte superior de la ficha del personaje, en un afán por visualizarlo cuando escribiera. Tan sereno, oscuro. La mirada ónix que no decía nada y a la vez decía tantas cosas. Era todo un misterio, el verdadero enigma de la historia al tener un ideal impredecible y… admirable.

Había sido tan extraño, puesto que aquella historia, su primer borrador, había nacido después de tener un cristalino sueño. Había vuelto llorando del colegio, gracias a los acosos de sus compañeros, se deprimió tanto que terminó gimoteando durante horas contra su almohada hasta que quedó dormido. Esa noche, un ángel de alas negras apareció en su inconsciencia, le habló, lo consoló, le dijo que siempre lo cuidaría.

Después de aquel sueño, Naruto había visto a Itachi todas las noches cada vez que cerraba los ojos y durante largos minutos platicaban de cosas triviales. Decidió escribir sobre esto y entonces llevó el manuscrito a la editorial. Fue así como todo comenzó.

En un principio, su ángel de alas negras era el héroe de la historia, pero el mismo Itachi le pidió en uno de sus sueños que prefería no destacar. Ser alguien que lo cuidaba desde la oscuridad, le resultaba mucho más placentero. Se convirtió en un personaje secundario dentro de las novelas, pero inevitablemente siguió siendo el favorito de Naruto.

_ ¡Hola Naruto!- el rubio dejó su tarea de lado, ocultando rápidamente los papeles bajo la mesa para que no lo descubrieran. Estaba sorprendido, nadie lo buscaba nunca durante las clases, por eso se encontraba tan confiado revisando sus manuscritos.

Alzó la mirada lentamente, entendiendo de manera inmediata por qué había sido solicitado de repente. Era, nada más y nada menos, que la representante del salón. Haruno Sakura. La muy presumida siempre lo tenía acorralado, usándolo como blanco de su retorcido acoso. Tan sencilla era su mente autosuficiente – insuficiente – que Naruto la ignoraba magistralmente desde hace años, sobrellevando el bullying con tanta facilidad que la pelirosa siempre terminaba cabreada por no poder cumplir con su objetivo de molestarlo.

Desde esa vez que lo hicieron llorar, se prometió que nunca más se vería débil delante de nadie y aprendió a ignorar los problemas.- ¿Qué quieres?- preguntó escueto, su voz cortante y llena de hastío hacia la falsa sonrisa de la chica.

_No participaste en el Festival Deportivo de la semana pasada- acusó con un puchero infantil bastante sobreactuado, cruzando los brazos en su pecho cual rabieta de una cría- estabas inscrito en la competencia de natación. Dejaste a la clase en vergüenza con tu inasistencia.

Naruto se encogió de hombros de manera casual- No sé nadar.- Por fuera parecía ser el chico más aburrido del planeta, pero por dentro, estaba muriendo de rabia. Sakura sabía que le tenía pánico al agua, más si venía en grandes cantidades como lo era la enorme piscina de la institución. A propósito, lo había anotado en la única carrera donde, de seguro, terminaría haciendo el mayor ridículo existente.

_No digas eso, estoy segura de que te habrías divertido.

Naruto frunció el ceño, aseverando la mirada ante semejante grado de hipocresía. ¿La había desarrollado con los años o simplemente nació así? Debía ser la segunda.- No lo creo.

_Yo sí- aseguró la pelirosa con una sonrisa. Haciendo un ademán con su mano, instó a que el desastre se desatara. Tras chasquear los dedos, su mímica falsa se amplió y lo último que supo Naruto fue que estaba todo mojado con un líquido muy frío.

Levantó los brazos para sacudirse, escurriendo un poco de la helada malteada que Yamanaka Ino le había vertido en la cabeza. Chasqueó la lengua cuando la vio chocar palmas con su amiga, sonrientes ante su desgracia. El cabello se le pegó en la frente por el azúcar, la camisa se tiñó de rosa y su piel se estaba empezando a sentir pegajosa.

_ ¿Eso es todo?- dijo con indiferencia, componiendo la mirada más extasiada del mundo.

Sakura frunció las cejas al verlo tan tranquilo, pero no alegó nada. Aprovechando su mutismo, Naruto se puso de pie tras esconder sus notas en la bolsa y salió del salón, pasándole de largo al profesor que recién había entrado a esa hora.

_Naruto-kun…- Ebisu quedó con la frase a medias, sabiéndose ignorado al ver que el rubio lo pasó hasta la salida sin siquiera mirarlo. Negó reprobatoriamente, seguro de que ese chico tan antisocial no cambiaría nunca- para la clase de hoy…

 

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Una vez que terminó de lavar su ropa para evitar la mancha, colgó cada prenda en la puerta de uno de las piezas. Suspiró de manera perezosa, sin ánimos de siquiera lavarse el pegajoso cabello. Se metió en uno de los cubículos y, en calzones, se sentó sobre el váter con las rodillas pegadas al pecho, tecleando en su celular con una rapidez digna de un profesional. No podía perder tiempo, al menos allí encerrado podría plasmar alguna de las ideas incompletas que le venían a la mente.

“Bajo el cúmulo de nubes envueltas en la bóveda celeste, las alas negras se blandían imponentes y rezagadas. Dos ascuas, sucumbidas ante la belleza de su amado, iluminaban el firmamento en un frenesí de emociones negras. Tan oscuras sus pupilas como la más profunda noche; parecía sonreír, aunque sus lágrimas lo contradecían. Tan hermoso caballero de alas brunas debía ser solo una obra sin dueño completamente inexistente…, sin embargo el humano lo sabía. Esa apesadumbrada belleza… era real”

_ ¿¡Ha?!- Naruto dio un brinco tan alto que terminó estampándose contra la pared a sus espaldas. La puerta del cubículo se había abierto de pronto, mostrando la impávida mirada de un chico de cabellos negros, largos y dispersos sobre los hombros. Su ropa era elegante, pantalones de tela negra, camisa blanca ajustada a su – muy bien desarrollado – cuerpo, y zapatos italianos perfectamente lustrados.

Naruto lo escaneó varias veces sin retirar su posición – encogido sobre el váter –. Esos ojos ónices, tan oscuros como un par de pozos sin fondo que parecían querer tragarlo en la infinidad de su mirada. Su boca, hecha un rictus de indiferencia, le revolvió las neuronas con fuerza, seguro de que lo había visto en alguna otra parte. Pero… ¿dónde?

_Sal de ahí- ordenó el muchacho, haciéndose a un lado para darle espacio en el pasillo. Con la mano extendida hacia la salida, parecía un elegante monarca sacado de época.

Algo cohibido, Naruto estiró las piernas hasta el suelo, sin dejar de mirar la impertérrita mirada, irguió su pequeño tamaño y salió del cubículo. ¿Hipnotizado? Tal vez. La belleza masculina estaba personificada frente a él, encerrada en la coraza de piel pálida que lo miraba detenidamente.

Con los brazos cruzados en el pecho, el pelinegro observó de soslayo las húmedas prendas que aún estaban colgadas en la puerta. Lentamente, volvió a clavar la bruna mirada en la posición inicial: el tembloroso cuerpo del rubio. Con una ceja enarcada, escaneó desde las desnudas piernas hasta los sonrojados carrillos. Parecía estar asustado con su cercanía, pero eso no tenía sentido. ¿Lo estaba haciendo a propósito? Lo dudaba. Un chico tan pequeño e inocente como Naruto no sería capaz de fingir de esa forma.

_Esto…- Naruto sobó su brazo derecho tímidamente, desviando los cerúleos ojos hacia el suelo para dejar de sentirse tan… acalorado.- Mi ropa…

El moreno no dijo nada, solo se limitó a soltar el más largo de los suspiros, agotado por los problemas que ni siquiera habían comenzado todavía. Alzó un brazo para sobarse la parte trasera de la cabeza. El movimiento efectuado, provocó que la traslúcida tela se le ajustara más a la piel, remarcando cada bendito músculo como si hubiese sido a posta.- ¿Qué deseas?- preguntó cansinamente, cerrando los ojos como si estuviese concentrado en algo profundo.

Naruto babeó unos minutos. Sintió unas extrañas palpitaciones en los párpados, entonces se dio cuenta que no había pestañeado en un largo tiempo. Después de limpiarse la saliva con el antebrazo…, algo despierto ahora, pudo interiorizar la escueta pregunta- ¿Desear?

_Estoy hablando de la razón por la que me llamaste- respondió el chico algo desesperado.

_Pero…- Naruto se debatió internamente durante unos segundos. Le era familiar, el joven le era demasiado familiar, pero no recordaba haberlo llamado. Además de que si lo hubiese conocido de antaño, estaba completamente seguro de que no lo olvidaría. No todos los días veías a semejante semental de fracciones finas y delicadas como la más bella estatua del ángel de un monasterio- yo no te he llamado.

El pelinegro negó con la cabeza, sintiéndose decepcionado en demasía- No me recuerdas- no fue una pregunta. Acercándose al blondo con lentos pasos, lo acorraló hasta dejarlo pegado a la pared. Lentamente, desabotonó su inmaculada camisa, elevando así el sonrojo de Naruto hasta que parecía una farola. La tela se deslizó por sus – bien marcados, fuertes, mordibles – brazos, quedando ahora con su torso desnudo- Tal vez esto te refresque la memoria.

Naruto abrió tanto los ojos que casi salen de sus cuencas. Tras una exhalación que rallaba en ser gemido, el azabache se arqueó un poco hacia adelante y, de manera inmediata, de su ancha espalda saltaron hacia afuera un par de alas negras, blandiéndose imponentes, poderosas, obligándolo a cerrar los ojos por la estruendosa brisa que habían provocado.

Parpadeó varias veces, enfocando las pupilas ante algo que – definitivamente – no podía ser real. Quedó maravillado por las majestuosas extremidades, ahora dobladas y caídas. Las plumas brunas, tan brillantes como un costoso azabache, lo incitaron a querer tocarlas, pero no se atrevió y más con la impávida mirada frente a él, la cual estaba analizando clínicamente cada una de sus reacciones.

_ ¿Y bien?- inquirió el moreno de largos cabellos, dispersos sobre sus hombros y espalda alta. Su ceja muy alzada, daba a entender que era una persona con limitada paciencia.

Al rubio le costaba respirar, pasmado, más que maravillado. Aquel chico parecía salido de una pintura renacentista. Ángel de alas negras, justo como el hijo de la luz que terminó bañado de oscuridad. Lucifer. Pero, por más que deseó en su fuero interno ser la persona que él estaba buscando, no podía mentir.- Lo siento, yo no…

El joven suspiró una vez más, agotado de no poder llegar a ninguna parte, decidió darse a sí mismo un poco de ayuda- “Ni la inmensidad del cielo se comparaba con su mirada. El mar y la tierra se hundían en la envidia, reprochando al ángel de alas negras por amarle y perecer…”- recitó relajado, con los ojos cerrados, era una oda a la pasiva tranquilidad.

Naruto se mordió el labio tras escuchar tan bellas palabras. Simples palabras que salían de los pálidos labios, envueltos en el manto de tan orgullosa y varonil voz. Lo circundaba, lo hacía flotar…, lo enamoraba.- Espera…- fue una exclamación más para sí mismo que para su interlocutor. Rememorando el verso, Naruto pudo percatarse de un nimio detalle. ¡Era de su autoría!

_ ¿Ya recuerdas?- preguntó, sintiéndose ansioso de repente.

_Tú…- Naruto tomó una pausa, analizó cada detalle, cada palabra. Observó al muchacho detenidamente, y entonces pudo darse cuenta de algo relativamente importante- no existes.

_ ¡Claro que existo!- reprochó el chico con el enojo manchando su rostro circunspecto.

_Pero… eres…- Naruto no sabía cómo decirlo, claramente estaba muy confundido.

_Tu inspiración- confesó al final, un poco más calmado- soy quién te hace escribir, pensamiento, imaginación, ideas… palabras, soy tu musa- se lazó de hombros, algo casual y relajado- o solo puedes llamarme Itachi.

_ ¿I-Itachi?- ¿confundido? Sobra decirlo. Más que eso, Naruto estaba en shock- no puede ser, Itachi es…

_Alguien creado por ti- continuó hablando, interrumpiendo la entrecortada oración- En realidad solo he tomado esta forma porque fue tu último pensamiento. Me llamaste pidiendo ayuda, pero tomó algo de tiempo materializarme.

_ ¿Ayudarme?

_En la noche lloraste por mí- lo último lo dijo con una sonrisa ladeada bastante socarrona, provocando que los carrillos de Naruto se quemaran por el calor- me decías que volviera entre lágrimas y… me conmoviste.

_ ¿Yo?- Naruto se alarmó ante semejante acusación. Rememoró en sus adentros, volviendo a la noche anterior. Después de escribir y reescribir varias veces la misma línea, se frustró tanto que terminó rogándole a su inspiración que volviese. Pero hablaba metafóricamente, no esperaba que en verdad se apareciera una versión híper sexy de Pepe Grillo.

_Te ayudaré- sentenció Itachi, su actitud ahora parecía más familiar que la de antes. Tal vez estaba tan serio porque Naruto lo trataba como un extraño, pero ahora, se sentía tranquilo y hasta algo feliz.- Te diré lo que hace falta para poder escribir un perfecto romance- se acercó a Naruto un poco más, descansando una mano en cada hombro, presionó para mostrarle su determinación- para crear un buen romance debes…- hizo una tortuosa pausa, el rubio esperando ansioso mientras los segundos se prolongaban. Itachi separó despacio los labios antes de confesar- …enamorarte.

_ ¿Qué?- el blondo parpadeó confundido, su mímica – intento de sonrisa comprensiva – temblando ante tremenda revelación. No había escuchado nada tan tonto y cursi ni siquiera en sus propias novelas.

_Pues eso- Itachi se encogió de hombros. Giró sobre su eje, tomando la blanca camisa que había dejado en el suelo, se despidió con un movimiento de su mano, mirando al rubio por encima de su hombro esculpido. El largo cabello se movió por la parte alta de su espalda a causa del movimiento efectuado, haciendo que Naruto babeara una vez más- llámame cuando hayas encontrado a alguien especial- y con esas últimas palabras, se desvaneció en el aire.

El áureo cayó sentado en el suelo, con los brazos caídos a los lados de su cuerpo, como si le pesaran toneladas, era el caos emocional personificado. ¿Qué había sido todo eso? ¿Una ilusión? De seguro se estaba volviendo loco por la falta de sueño. Su cerebro sencillamente no podía asimilar que acababa de tener una plática con su inspiración, la que además, había tomado la forma de su personaje predilecto. ¿Una broma? ¿Cámara oculta? Eso era mucho más probable que el hecho de que todo lo que había pasado fuera cierto.

_Necesito dormir…

 

Continuará…

Notas finales:

Ok chicos, hasta aquí llegó el primer capítulo. Subiré el segundo la próxima semana, necesito desarrollar bien el final o de lo contrario quedaré insatisfecha conmigo misma. Ojalá lo hayan disfrutado, especialmente mi maestra n_n… Nos leemos por ahí, tal vez en otro de mis fics  ::>///<::


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