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El príncipe que se convirtió en zorro por Insane15

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Notas del fanfic:

Okay, pos es una idea que llevo tanteando desde hace MUSHO, y es un poco .. rara :v

Aunque cuando Naruto sea humano... dsjhfqvkqddgj 7v7r

Muchos hombres afirman que su poder les fue otorgado por los dioses. Otros que ellos mismos son dioses bajados del cielo, imponiendo su voluntad a través de un cuerpo humano o incluso animal. Otros simplemente siguen un extenso linaje de primogénitos sin excepción, alegando que su sangre es especial. Sangre azul, como le suelen llamar algunos.

Pero... ¿Nunca se han preguntado que es lo que pasa con los hermanos de un rey? ¿No han tratado de llevar el foco al segundo hijo? ¿O al quinto?... ¿Que es... lo que la vida les depara para ellos?... Eso varia bastante.

Algunos reyes destierran a sus hermanos lejos. Otros los asesinan con o sin piedad, pues creen que son mal augurio para su reinado; algo de mas. Aunque hay otros, muy pocos en verdad, que aman a sus hermanos lo suficiente como hacerlos consejeros y procurar que ellos mantengan siempre su copa llena de vino.

A decir verdad, es muy incierto el rumbo que conllevará la vida de los hermanos del rey. Pues estas puede ser tanto favorables como auto-destructivas. Quizás por eso nadie se ha tomado la molestia de llevar el foco hacia ellos.

Pero este no es el caso.

Esta es la historia de un hermano del rey, uno muy desafortunado.

Eran dos los hijos que el rey había engendrado. Dos hermanos, muy unidos y a la vez muy separados.

El mayor: Muy avaricioso, obsesionado y ansioso por portar la corona, hasta el punto de cometer cualquier atrocidad, pues nada ni nadie lo alejaría de su egoísta sueño. Y el menor: Enamorado y apasionado. Desinteresado del mundo aristócrata y obsesionado con la libertad del aire libre.

Poco tiempo faltaba para que el codiciado sueño del mayor se hiciera realidad. Y poco faltaba para que el menor conociera su destino, pues a un año de la coronación del futuro rey, una princesa muy prodigiosa, con un dote bastante inconmensurable, la joya perfecta para los picaros codiciosos del reino, había llegado a visitarlos en una bella tarde de otoño.

Era sabido que al mayor esto le suponía una beneficiosa cacería, pues esa mujer significaba mas poder y mas gobierno. Una corona de un porte mucho mas pesado y rico para su hueca cabeza.

Sin embargo, con el correr de los meses, no fue el mayor quien logro cautivar su amor, si no su hermano, el menor, quien había conquistado limpiamente el corazón de dicha dama con poemas y dotes de visionario descocado.

Fortuna abundante la del príncipe menor, cuando por fin había conseguido la dicha del amor y con el, después de varios meses, la mano de la joven.

Era tanta la controversia por su matrimonio y los beneficios del poder que este contraía, que el padre rey había decidido organizar un banquete para ellos una noche antes de la boda y tres semanas antes de la coronación. Su hijo había aceptado encantado, mientras que el mayor se retorcía en el veneno de sus envidiosos pensamientos.

Fue entonces que el príncipe mayor elaboro un plan esa misma mañana, horas antes de que comenzara la velada.

Esa misma noche, antes de que los prometidos se honraran mutuamente con un presente muy especial, el príncipe mayor había hablado con la hermosa princesa a solas durante el baile, mientras su hermano bailaba con sus primas menores, distraído de su entorno. El le advirtió sobre el poco respeto que su hermano tenia por las damas. Le contó historias que no eran para nada ciertas, historias aberrantes, repletas de odio y maltratado, incluso homicidios.

La princesa por supuesto desmintió todo esto, alegando que su prometido era incapaz de dañar a una sola mosca. Y ese pensamiento hubiera persistido hasta el final, de no ser por que el mayor, astuto, le dijo que esperara a ver su regalo, antes de sacar conclusiones apresuradas. Ella acepto el reto y las horas siguieron pasando.

Eran las doce, cuando la hora de los presentes había abarcado la velada.

Boquiabiertos estaban todos, cuando la princesa le había obsequiado al príncipe menor una joya de sumo valor; un collar inigualable, único en su tipo, hecho de oro macizo y con forma de corazón que hacia tic y hacia toc. Un símbolo inigualable del tiempo que pasarían juntos hasta el fin de sus días.

El príncipe menor no dudo ni un segundo en usarlo. El tic y el toc hacían juego su tun, ton.

'Un reloj de corazón a corazón' Se burlaba el rey con respeto.

Muchos estaban contentos, otros envidiosos, pero solo uno rabioso. El mayor no podía esperar a que su hermano entregara su regalo.

Una vez hechos los cumplidos, el menor había tomado a su prometida de las manos con notable delicadeza, enseñándole como los bufones traían divertidos su obsequio: Un manto real.

La princesa estaba feliz y aliviada al ver que sus creencias sobre su futuro esposo no eran erradas.

Feliz, la doncella no espero mucho a ponerse el manto. Estaba muy agradecida y hasta se podría jurar que se sentía la mujer mas hermosa del mundo.

Sin embargo, esa felicidad no duro mucho. Pues el manto comenzó a raspar y a pinchar su piel.

Los presentes, el rey y sobretodo el menor de los príncipes hermanos, miraban preocupados a la princesa que comenzaba a quejarse.

Algunos de sus soldados se acercaron a ella y al ver que no tenia nada, optaron por retirarle un momento aquel obsequio que con tanto cariño su amado le había proporcionado.

Grande fue la sorpresa de los presentes, la estupefacción del rey, la desilusión de la princesa, el desconcierto del príncipe menor y el regocijo del mayor al ver que, por dentro, el manto real estaba cubierto de espinas y sabia de vallas venenosas.

La blanquecina piel de la hermosa princesa ahora era roja, áspera y repleta de ampollas.

Su mirada de odio solo tuvo un blanco.

El menor de los príncipes no sabia que hacer. Esta completamente desconcertado sobre lo sucedido. Negaba por completo haber sido consciente de aquellas espinas en el manto. Por supuesto, nadie le creía. Pues el hermano mayor se había encargado de esparcir el falso rumor por todo el salón del palacio.

La princesa estaba muy enojada. Todos esperaban una rabieta o el desecho del compromiso. Pero en lo absoluto nadie esperaba lo que en realidad paso. Pues nadie sabia, ni siquiera su mismo prometido, que la naturaleza de aquella bella princesa, de apariencia frágil e inocente, no era humana. Era bruja.

Una bruja descendiente de un linaje impetuoso, del cual había escapado para así poder vivir una vida diferente. Una llena de amor y paz. Mas sin embrago, lo único que encontró entre los humanos, fue engaño y traición.

Irónico, pues solo uno era culpable. Pero ella estaba tan cegada por la tristeza, que no fue capaz de percibirlo.

El príncipe menor, al igual que muchos, huyo asustado. Ella no era su prometida. No era la doncella de la que se había profundamente enamorado.

La princesa lo siguió hasta el bosque oscuro, donde habitaban bestias y monstruos de todos los calibres.

El príncipe corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, pero, tan solo era un humano enfrentando a algo mucho mas grande.

Al final cayo sobre un pequeño arroyo.

La princesa llego hasta el, caminando de los mas tranquila y pacifica. Pero bien era sabido que sus emociones estaban en el sentido contrario a sus acciones.

'Amada mía' Le dijo el príncipe. 'Cree en mi, cuando te confieso que jamas te lastimaría. Pues no poseo ni las agallas ni los motivos para hacerlo.'

Pero sus palabras fueron en vano. Pues a pesar de sus sinceras palabras y sus lagrimas, la princesa aun estaba cegada.

Ella, sin decir nada, levanto su mano y señalo el collar que con tanto cariño le había hecho. Porque claro esta, no era un collar cualquiera.

'Este reloj, macizo y sin propósito, ya no cantara nuestro tiempo juntos. A partir de ahora, cada segundo marcado en su minutero solo te recordara tus errores y contara tu tiempo en soledad por siglos y siglos.' Proclamo, mientras sus dedos armoniosos modificaban las manecillas y los engranajes.

El príncipe suplicó perdón ante su no cometido error. Pero la princesa se negó a escuchar.

'Tic, de avaricia, tac, de bribón, toc, de vergüenza.'

Poco a poco y sigilosamente, el menor de los príncipes fue cambiando su piel por pelaje, sus manos por patas y sus uñas por garras. La lujosa y delicada ropa impregnada en elegancia se fue destrozando poco a poco. Su boca se alargo y su nariz se oscureció. Sus ojos abandonaron su bello azul por uno rojo y solitario, mientras sus orejas se alargaban por sobre su cabeza. Bajo su espalda, una, dos, tres, nueve colas se hicieron ver.

'Ahora te daré la forma de tu verdadera naturaleza.' Concluyo la princesa.

'No seras capaz de enamorar ni acercarte a una mujer nunca mas. Solo el hombre estará a tu alcance. Y solo aquel con el que compartas un amor verdadero y mutuo, tras el beso de los cuentos, tu seras liberado. Hasta entonces vivirás, ya sea hasta el fin del mundo o hasta el fin de tu merecida prisión.'

El príncipe, asustado, vio como su antigua prometida, el amor de su vida, desaparecía entre los arboles, para después bajar la vista y ver su reflejo en el arroyo donde aun reposaba su cuerpo.

Había dejado de ser humano para convertirse en una bestia maestra de los engaños y la traición. Se había convertido en un zorro de nueve colas.

 

Notas finales:

Vale, espero que esta... 'intro' les haya gustao TuTr


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