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Pegasus Galaxie por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.

Los personajes de Stargate: Atlantis pertenecen a Brad Wright y Robert C. Cooper.

Espero que les guste este nuevo y loco proyecto.

Notas del capitulo:

Advertencia: Spoiler de la cuarta temporada de Stargate: Atlantis.

 


 


Pegasus Galaxie


(Capítulo Único)


 


 


 


Ser el Amo de la Muerte no es algo que hubiera elegido para mí. Esto de la ‘inmortalidad’ no es algo que le deseara a alguien, aun no entiendo cómo es que Voldemort la anhelaba tanto… tan solo trae soledad.


Vi a mis amigos y ‘familia’ cercana hacer una familia y eventualmente morir; vi a mi ahijado crecer, casarse, envejecer y también le dije adiós.


Me alejé del Mundo Mágico, los recuerdos de la guerra es algo que me asalta a cada momento, el miedo a lo desconocido de los magos, a mi falta de cambios físicos por el paso del tiempo para ser más precisos, están buscando la manera de enviarme a Azcaban o a la Sección de Misterios para que experimenten en mí.


Ya me cansé.


Salí del Mundo Mágico y hasta me cambié de continente para evitar volver a verlos.


De alguna manera, terminé envuelto en un proyecto fantástico, un proyecto con tantos secretos que si no fuera por mis doctorados en medicina, bioquímica, botánica y genética jamás me habría enterado… el proyecto Stargate. Requerían un nuevo médico, fui seleccionado… fui asignado a Atlantis.


Una ciudad futurista en otra galaxia, en la Glaxia Pegaso, no sé qué me asombraba más, que en verdad existiera vida en otros planetas o que los ‘muggles’ fueran capaces de viajes a través de la galaxia. Creo que los magos no deberían subestimarlos.


Mi trabajo fue interesante, reemplacé a la Doctora Keller, hubo tantas expediciones en las que algunas veces yo también visité otros mundos. Fue toda una experiencia, fue casi como un sueño, que no duró mucho. Cuando el paso del tiempo no se notaba en mí, cuando mi edad empezó a ser cuestionada y las preguntas incómodas iniciaron, decidí ‘morir’. Moriría en una misión, luego regresaría a Atlantis; esa ciudad tiene vida propia y nos llevamos bien; luego de mi ‘muerte’ Atlantis esperaría unos años y me llamaría… pero el llamado fue más rápido de lo que pensé.


Los enemigos habían rastreado la ciudad, se dio la orden de evacuarla, Atlantis se estaba quedando sola. Regresé con la intención de ayudar, de aprender lo necesario para protegerla y me llevé una gran sorpresa. En la ciudad, alguien se las había ingeniado para dejar una Inteligencia Artificial, cierta IA respondía al nombre de Doctor Rodney McKay.


Para la gracia de Atlantis, Rodney y yo nos hicimos amigos, restauramos la ciudad lo mejor que pudimos, con el paso del tiempo iniciamos a apagar ciertos sistemas, con paso de los años aprendimos uno del otro de una manera tan íntima que parecíamos más que familiares, nos entendíamos y pese a la reticencia de Rodney para admitir sentimientos, logré que lo reconociera… que reconociera nuestra amistad.


Con más años, el clima empeoró, sin agua, con las tormentas y con la poca energía de Atlantis, Rodney me convenció de ‘Hibernar’, me dijo que cuando el amigo que ha estado esperando llegue me despertaría a mí también y que podría volver con él a su época, conocerlo realmente al verdadero Doctor McKey y a sus amigos y pescar problemas tal como ese amigo suyo.


Rodney dijo que para atraer problemas seguramente seríamos el mejor equipo.


Con ese último chiste, dormí.


La vez que desperté, el amigo de Rodney estaba ahí, mirándome, y yo también lo miraba, era un soldado con el pelo negro y rebelde casi igual que el mío, sus facciones eran masculinas y sus ojos eran color pardo, se veía confiado, un poco arrogante y sarcástico, aunque inteligente y astuto.


Rodney nos apresuró a cruzar el Stargate y ‘regresar’. John Sheppard asintió y ambos nos fuimos antes que el sol explotara… no lo niego, dejar a Rodney, el Rodney IA fue duro, aunque fue él mismo quien me alentó para conocer su ‘verdadero yo’.


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Al otro lado del Stargate, una Atlatis rebosante de vida, protectora con aquellos que la habitan y le mantienen funcionando, estaban todas esas personas de las que Rodney una vez me habló. Las reconocí a todas y cada una de ellas, y ahí estaba Rodney en persona, más joven, más desconcertado y más desconfiado. Reprimí las ganas que tenía de abrazarlo y comprobar que era de carne y hueso… pero las armas apuntándonos me detuvieron.


John dijo unas palabras y nos llevaron a un cuarto para interrogarnos. Una vez que confirmaron la identidad de John, Sam Carter, Rodney y Evan Lorne llegaron conmigo, John pedía que no perdieran tiempo, que la oportunidad de rescatar a Teyla estaba por escapárseles de las manos. Queriendo ayudar les aseguré que no me movería del lugar mientras regresaban. No estaban tan convencidos así que me ofrecí a acompañarlos, no tendrían que darme un arma, no me separaría de John y no les estorbaría.


Era una trampa, caímos en una de las trampas de autodestrucción del ‘laboratorio’ y el edificio cayó sobre nosotros.


Quedé atrapado con John y Ronon, quien más mal la llevó de los tres fue John, sus piernas estaban aplastados por una viga de metal que sostenía pedazos de concreto más grandes, además de tener una herida en su abdomen hecha por una varilla. Ronon tenía raspones y dos cortes en la cabeza y yo… estaba bajo una placa de concreto. Aunque no podía morir, literalmente.


Intenté darle instrucciones a Ronon para que tratara la herida de John pero me ignoró, entonces recordé que no confiaba en mí. Mientras él se aseguraba de ayudar a John yo decidí concentrarme en sanar mis extremidades rotas, si tenía tiempo suficiente, podría Aparecernos antes que todo se derrumbe.


Ya ‘sanado’ salí de los escombros, ignoré las miradas atónitas de los otros dos, los tomé de los hombros y nos Aparecí en la superficie. Volví a ignorarlos y busqué a Rodney, lo encontré junto con Evan, hice otras dos ‘Apariciones’ y los cuatro integrantes de la expedición Atlantis estaban lo más bien que podrían estar con sus heridas y posibles fracturas. Justo en ese momento, varios ‘dardos’ se acercaban, entre decidir si acabar con ellos o Aparecer a los soldados en la Stargate, me decidí por la segunda opción. Fue mucho uso de Magia a poco tiempo de haber ‘despertado’, colapsé al estar frente a la Stargate.


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Desperté sintiéndome extremadamente cansado, estaba en la sala médica… nop, no estaba en la sala médica, estaba en uno de los cuartos de contención. Mientras esperaba, sentí esa conexión con Atlantis volver a formarse, la saludé como se saluda a una amiga a la que no se le ha visto en mucho tiempo y le conté lo que sucedió en ‘el futuro’, estaba decidida a evitar que eso futuro sucediera y yo le prometí ayudar.


Entró Sam y el interrogatorio no se hizo esperar. Mi nombre, la manera en que llegué a ser parte del a expedición y el cómo es que sobreviví tanto tiempo sin conexión humana y con los escasos recursos en la Atlantis del Futuro fue lo que más tenía intrigado a la General.


En parte.


Cuando el turno de la ‘explicación’ de lo sucedido en el derrumbe, ahí nos llevamos más tiempo, le pedía que no preguntara y ella seguía insistiendo, le dije que lo tomara como una habilidad desarrollada en el tiempo ‘encerrado’ en las cápsulas criogénicas y ella siguió temiendo por la seguridad de los habitantes de la ciudad.


Técnicamente revelar la magia a los habitantes de Atlantis no contaba en las Leyes del Mundo Mágico, digo, estamos a millones luz de la Tierra, no creo que los Aurores sean capaces de Aparecer hasta este lugar, y, ciertamente, no hay magos en la expedición. La ciencia y la Magia no se mezclan. Yo no cuento, siempre yo he de ser una excepción.


Estando a punto de estallar, la General y yo, alguien más entró a la habitación.


Rodney se veía curioso y precavido, jamás usaría la palabra ‘asustado’ para describirlo en honor a IA en conocí en el futuro.


Su sola presencia me calmaba. Los recuerdos del Rodney IA que conocí inundaban mi mente. Rodney dijo que John lo había enviado, dijo que seguramente a él sí podría hablarle de mí puesto que ‘ya nos habíamos conocido’. Hablé con él, no le dije la verdad pues él estaba obligado a informar a sus superiores, pero sí le dije lo suficiente como para ganarme su confianza.


Más tarde me enteraría que esa interacción en la Sala parecía la plática que tienen los familiares cuando tienen tiempo sin verse, también me enteré que en broma, la tripulación, se refería a mí como el ‘hijo’ de MacKay. Era gracioso, no por la supuesta broma, sino porque en efecto, el Doctor MacKay fue la figura que elegí como ejemplo a seguir, a quien le tomaba en cuenta sus consejos y a quien llegué a querer pese a haber conocido tan solo ‘una memoria de él’.


Tras varias horas, luego que el Doctor Mackay se ofreciera a vigilarme, y acordar tener a un soldado a cada momento mientras los demás habitantes me ‘aceptan’ como alguien que no es una amenaza, me asignaron un cuarto cerca del de Rodney. Casi me convertí en su sombra, a parte yo también tenía mi propia sombra pero bien armada, y el que las puertas se abrieran o cerraran para mí sin siquiera tocarlas no ayudó mucho que digamos. A muchos les parecía absurdo que la ciudad reaccionara a mí, Rodney hizo algunos experimentos para encontrar el Gen Antiguo en mi ADN, aunque todo se puso en pausa cuando se dio luz verde para el recate de Teyla.


Me volvieron a ordenar quedarme cerca de Rodney, no puse objeción, ignoré las razones por las que no debería acompañarlos según John, Sam decidió que debería ir en la expedición de todas maneras. Fue algo loco, hacía tanto tiempo que no hacía este tipo de cosas, hacía tanto tiempo que el peligro no estaba a la vuelta de la esquina literalmente… encontramos a Teyla, y mientras John, Ronon y Evan se encargaban de otras cosas, Rodney y yo nos quedamos con Teyla y su bebé que ya quería nacer. Entre el pánico de Rodney le recordé mis especialidades médicas para distraerlo mientras ayudaba a Teyla.


De un momento a otro, entre el recién nacido, la cuenta regresiva para la  autodestrucción de la nave, la huida de Michael, y la desesperación por la demora del Dédalus, ya estábamos viajando de regreso a Atlantis de una manera poco ortodoxa.


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No puedo decir que después de la misión no ‘hice’ una nueva aliada, no, no fue Teyla, fue la Doctora Keller. Ella fue con Sam a decirle que también compartiría responsabilidad por mi estancia como su ayudante en la enfermería, tal parece que el trabajo que hice al ayudar a Teyla le impresionó.


Para mi sorpresa, lo que un día MacKay IA me dijo, fue verdad, el Coronel John Sheppard es un residente frecuente en la enfermería. Para sorpresa general, John no podía escapar de mi supervisión, lo obligaba a pasar el tiempo que debería pasar en la enfermería descansando, lo obligaba a tomar sus medicamentos, incluso un día lo noqueé con tal de no dejarlo salir de su propia cama. El que Atlantis me ayudara a restringir sus movimientos era un punto extra.


Entre las peleas, las discusiones, el reto de que John se escapara sin que me diera cuenta… nos hicimos amigos.


El soldado/guardia/sombra que siempre me seguía dejó de ser indispensable. Había desconfianza pero no amenaza. Teniendo de mi parte a Rodney, Jeniffer y John los demás ya no se sentían en peligro.


En uno de mis entrenamientos matutinos, llegué a cruzar caminos con Ronon… digamos que nos respetamos como ‘hermanos guerreros’. Con Teyla no hubo mucha cercanía, ella se dedicaba a su hijo y aún no decidía si seguir en el equipo de John o darse de baja permanente. Su indecisión causaba problemas, aumentaba dudas y todo un regimiento estaba a la expectativa; según su decisión se deberían hacer cambios.


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Y como consecuencia al cambiar el ‘rumbo del tiempo’, algo sucedió, Rodney enfermó: un parásito se implantó en su cerebro, se expandía, alteraba las funciones de su cuerpo y mente.


Día a día sus conocimientos iban menguando.


Se desesperaba, el sentirse fuera de control en su propio ser era algo que lo estaba acabando.


Dejó de reconocerme, dejó de reconocer a sus colegas, se alteraba por ruidos súbitos, sus movimientos motrices estaban fallando.


Iba a morir.


Jeniffer se las arregló para seguir a su lado, para no perder la confianza que Rodney le tenía; la otra persona con la que Rodney seguía sintiéndose seguro era John.


En los ataques repentinos que lo asaltaban, era a John a quien recurría, John lo calmaba, lo distraía, lo llevaba a pasear por los muelles de la ciudad y compartían una cerveza en el silencio que rodeaba a Atlantis. John era la roca a la que Rodney se aferraba.


Rodney se estaba despidiendo previendo su final… habían mandado traer a su hermana para explicarle las cosas, para darle la oportunidad de despedirse y, para que le entregaran el cuerpo.


Fue difícil.


Jamás creí que perdería a Rodney al poco tiempo de conocerle en persona.


Mis tontas emociones humanas jugaron conmigo, sentía tristeza que no me recordara, sentía celos del tiempo que pasaba con John en esos paseos a la luz de las lunas, me sentía culpable por los celos porque no había razón para ellos… me molestaba conmigo mismo por prestarle atención a esos celos, Rodney iba a morir y yo aquí con estúpidos celos.


Varias veces le pedí perdón, cuando era mi turno de velar su sueño, le pedía perdón por mis tontas emociones, por ser egoísta cuando era él quien estaba sufriendo.


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Y una vez más, tal como Rodney IA me contaba, la solución a los problemas más locos que acechaban el equipo de John llegó inesperadamente. Fue en viaje a un lugar con ‘ruinas sagradas’ en un planeta regido por Espectros, iríamos para un último un picnic de despedida en honor a Rodney con sus platillos y bebidas favoritos. Cuando Rodney volvió en sí, su confusión se convirtió primero en reproches, en una despedida silenciosa y luego en una cirugía con herramientas del Saltador.


Se salvó.


Rodney se salvó… el parásito salió de su cabeza con el primer orificio que Jeniffer realizó para la cirugía.


Volvimos a Atlantis con Rodney inconsciente pero vivo, y las cosas regresaron a su relativa calma.


Salvo un pequeño detalle. Yo evitaba a Rodney, evitaba a John y pasaba más tiempo en la enfermería cubriendo los turnos en los que Jeniffer no estuviera presente.


¿Quién diría a mis doscientos mil quinientos diecisiete años pudiera seguir haciendo cosas tan infantiles como huir y evitar mis problemas en lugar de enfrentarlos?


No puedo decir que me sentí excluido puesto que yo mismo fui quien se apartó.


No puedo decir que me sentí ignorado porque fui yo quien los evitaba.


No puedo decir que me sentí solo porque yo… ya estaba acostumbrado a la soledad.


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Pedí vacaciones, como no era oficialmente un miembro de la expedición no tenía que esperar una aprobación, así que, prometiéndole a Atlantis que volvería, fui a la Tierra. Evité la seguridad de la base militar, me Aparecí fuera de la Montaña Chayane, fui a Inglaterra… fui a evitar que mi ‘yo’ de este tiempo terminara siendo Amo de la Muerte y terminara recorriendo la vida de todos sin cambio alguno. Él, se merecía una vida.


Fue difícil entrar al Mundo Mágico sin que me reconocieran, encontrar los Horocrox que estaban fuera de Hogwarts, hacer que me permitieran entrar a la bóveda Lestrange y sacar la Copa, evitar a Kreacher en Grimmaul Place para tomar el Guardapelo, ‘desencadenar’ una emboscada en escondite de los Mortífagos para matar a Nagini y que pareciera ‘daño colateral’. Aunque más difícil fue entrar a Hogwarts y evitar ser descubierto.


Sin el Diario de Tom Riddle y con el Anillo en manos de Dumbledore, destruido, me quedaba buscar la Diadema en la Sala de Menesteres… y a mi joven yo.


Evité a los alumnos, no quería encontrarme con caras conocidas que me recordaran mi pasado, tomé la Diadema y bajé a la Cámara Secreta para destruí los objetos que cargaba con veneno del Basilisco que aun quedara.


Tan solo quedaba mi joven yo y el mismo Voldemort.


Parece que al fin haría uso de uno de los poderes de Amo de la Muerte. Invocar las Almas a mí.


En un claro del Bosque Prohibido, me concentré en el fragmento de alma perteneciente a Voldemort, me concentré en el alma de mi joven yo y en un instante ambos estaban frente a mí.


Paralicé a Voldemort y luego de haber cambiado mi apariencia, hablé con mi joven yo, le hablé de manera impersonal, le dije que había algo ‘dentro’ de él que seguramente impediría la muerte de Voldemort, le propuse un trato: yo me deshacía de los ‘fragmentos’ del alma de Riddle y él jamás me volvería a ver.


Fue extraño ver mi propia cara alerta, sospechosa, en guardia de mí mismo… atento a mis movimientos, mostrando una fachada de valentía donde el temblor de las piernas delataba el temor real.


Le pedí que inventara una historia diferente a lo que en verdad sucedería, le pedí que no le contara ni a sus amigos ni a Dumbledore, para hacerle enfadar le dije que hasta podría tomar el crédito que El-Niño-que-Vivió merecía.


Haciendo uso una vez más de mi ‘estatus’ me concentré en mi yo joven y busqué el ‘fragmento’ del alma de Tom en él, fue difícil pero lo conseguí. Al extraer el último fragmento, me volví hacia el mismo Voldemort y le destruí sin más que un suspiro cansado.


Como medida extra, evoqué las almas de los Mortífagos que recordaba, también los destruí.


¿Cruel? No lo creo, vivir tantos años me enseñó lo que ‘segundas oportunidades’ provoca a las personas equivocadas.


Es por ello que no pestañé, ni ante la mirada incrédula de mi yo joven, ni por mis propios recuerdos.


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Con mi ‘trabajo’ terminado, decidí regresar a la base del Comando Estelar en la Montaña Chayane. Era hora de regresar a Atlantis.


Sin embargo, en el camino de ‘regreso’ me enteré que John estaba de ‘visita’ en la tierra, había venido al funeral de su padre. Me debatí entre ir a su encuentro o ir directo a Atlantis, después de todo, con el tiempo que he estado evitándolo y con el poco tiempo que tuvimos de ‘ser amigos’ no creo haberme ganado el derecho de estar a su lado en un momento así. Me Aparecía cerca del lugar donde estaban reunidas aquellas personas que conocieron al papá de John, lo vi de lejos, estaba mostrando sus respetos a su padre.


Sentí una presencia cerca, era Ronon, sin palabras, me guio hacia la casa, me hizo esperar con él a que John saliera. Ronon dijo que era mejor tenerme cerca que a tantos desconocidos a los que ni conocía.


John se sorprendió de verme, supuse que no espera encontrarme con Ronon al lado de la mesa de bocadillos e intimidando a las personas que no estaban acostumbradas a ‘extraños’ como lo éramos Ronon y yo.


Antes de hablar cualquier cosa, una hermosa mujer se acercó, John dijo que era su exesposa y un ambiente de incomodidad se cernió entre los cuatro, dándoles privacidad la antigua pareja, Ronon y yo nos alejamos un poco, robé pastelitos de su plato y pretendíamos no estorbar a John y a su ex.


Y sí, claro que hubo ‘complicaciones’ en la ‘visita a casa’. Un Replicador creado en la tierra estaba fuera de control, síp, también lo solucionamos, con todo y las sorpresas que ese Relicador traía consigo.


Rodney IA no mintió cuando dijo que John y yo nos llevaríamos bien por el simple hecho de atraer problemas como si fuera lo más natural del mundo, en cualquier mundo en el que estemos.


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El viaje de regreso a Atlantis fue algo extraño, digo, dos semanas en una nave que atravesaba dos Galaxias dejaba poco qué hacer.


Ronon y yo practicábamos, John se nos unió luego que Ronon se las arreglara para no dejarme ‘marchar’ cada que John entraba al mismo lugar donde yo estaba. Platicamos, bromeamos, reímos y nos volvimos cercanos.


No noté cuando Ronon era quien faltaba, estar con John era tan normal que parecía nos conocíamos desde hace años.


Y un día antes de estar al alcance de Atlantis, sucedió… John me besó.


Ambos éramos igual de ‘expertos’ al momento de expresar sentimientos así que tan solo dejamos que nuestros labios actuaran, dejamos que nuestras manos se aferraran al otro, dejamos que nuestros cuerpos fueran quienes se arreglaran.


Fueron las veinticuatro horas más sublimes de mi larga vida.


No podía quitar la sonrisa boba de mi rostro cada que pensaba en lo ocurrido en esa pequeña ‘habitación’ asignada a John.


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No fue sino hasta que Atlantis me recibió que caí en cuenta de lo sucedido, del encuentro con mi joven yo y el trato para no arruinar su vida, recordé el encuentro con John en el funeral de su padre, su ex, el ‘asunto’ con los replicadores, el tiempo en la nave, y esas veinticuatro horas.


También recordé que solía evitarlo, recordé mi molestia por mis absurdos sentimientos mientras Rodney estaba en peligro, recordé que hacía tiempo no cruzaba palabra con Rodney ni con Jeniffer, recordé que había decidido no aferrarme a nadie porque tarde o temprano se irían y me dejarían solo otra vez… después de todo, el Amo de la Muerte no puede morir.


Atlantis me reconfortó, nos prometimos no separarnos, le dije que me borrara de los sensores de la ciudad, le dije que la ayudaría sin tener que interactuar con los demás, mejor poner distancia desde ahora que más tarde y me haya encariñado con ellos.


Ella aceptó.


Me convertí en el fantasma de la ciudad, estuve en las áreas de la ciudad donde aún no tenían permitido explorar, hice reparaciones que ayudarían a Atlantis, restauré el cuarto de creación de drones y otro donde estaban los ZPM de reserva.


Y un día, alguien me encontró.


Atlantis no me avisó de su presencia, ante mi duda, esa persona me dijo que ‘habló’ con Atlantis y le pidió que le dejara hablar conmigo, le pidió ser su cómplice… y al tenerlo cerca, supuse que ella aceptó.


Era Rodney.


Luego que la confusión y el ligero reproche a la ciudad pasaran, sentí nostalgia, hacía tanto tiempo que no escuchaba su humor agrio y sarcásticos comentarios, hacía tiempo que no veía cariño escondido en sus ojos azules… un Rodney más expresivo que un simple holograma de una Inteligencia Artificial.


Sus palabras me sacaron de mi aturdimiento, me pidió que le hablara de aquello que me impide volver con él y ‘acosarle’ sin parar mientras trabajaba, volver con Jeniffer en la enfermería y seguir aprendiendo sobre la medicina, volver con Ronon y patearnos el trasero, volver con Teyla y atosigarla en sus meditaciones… volver con John.


Dijo que me extrañan, dijo que de alguna manera me han tomado cariño y que, no quieren verme solo, no quieren que la soledad se instale en mí como lo hizo durante cientos de años antes que John me trajera ‘de regreso’.


Me conmovieron sus palabras, lo que trasmitían y que sea él mismo quien las dice pretendiendo que no son suyas.


Le dije que no podía, le dije lo que no lo merecía… le dije que a pesar de aceptar, tarde o temprano me iba a quedar solo. Pareció entender, luego dijo que aun así, no debía aislarme de quienes desean estar acompañarme.


En un descuido, ya estaba frente a mí, y, me abrazó.


Un abrazo de Rodney fue lo que tanto anhelé en el futuro, aun a sabiendas que el holograma de IA no podría brindármelo. Me permití disfrutarlo. Me permití devolvérselo. Me sentí tan seguro en los brazos de quien decidí mirar como un padre.


Lloré un poco, le conté mis miedos y también le confesé lo que me hizo alejarme de ellos. Esos estúpidos celos cuando su vida estaba en peligro, esos pensamientos tan fuera de lugar que me hicieron sentir alguien terrible.


Pensé que se enfadaría, estaba por deshacer el abrazo pero Rodney lo hizo más fuerte.


Escuché sus palabras de consuelo, sus chistes fríos y sus teorías alocadas… sin duda él nunca cambiaría.


Me dijo que era parte de la vida, no importan los años que yo ya haya vivido, sigo siendo humano, dijo que las emociones no se pueden controlar, las puedes ignorar un tiempo y pretender que no existen pero no es así. Tarde o temprano esas emociones regresan fuertes, intensas y son difíciles de catalogar, de diferenciar lo que les provoca.


Dijo que le temor de perderle fue lo que tenía mis emociones ‘dormidas’ hechas un caos. Que no me hacía mala persona, tan solo me recordaban que yo era humano sin importar el título que llevo.


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Me llevó de vuelta a la que era mi habitación, me contó de los cambios que ha habido y ambos estuvimos de acuerdo en que el flujo del tiempo cambió por completo, me pidió que descansara, que regresara a mis turnos en la enfermería y que conviviera con mis nuevos amigos.


Me dijo que no temiera sentir afecto hacia ellos, que no temiera que un día pudieran dejarme, que mejor hiciéramos recuerdos que me mostraran las cualidades de ellos, que me recordaran los buenos momentos, las aventuras y también algunos malos… al fin y al cabo, no pueden existir memorias buenas sin memorias malas.


Me dijo que no temiera amar.


Tuve ganas de hacerle un comentario sobre su charla emocional si él siempre proclamaba que no entendía nada más que la ciencia. Pero me contuve, este momento, es realmente lo que deseé en ese futuro. Tener a Rodney como mi padre.


Me dejó en mi habitación y él volvió a la suya, dijo que vendría por mí para el desayuno, mi cuarto estaba igual que cuando la dejé… no han hecho cambios, siguieron esperando por mí.


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Escuché que tocaban a mi puerta, con curiosidad fui a abrir, pensé que a Rodney se le había olvidado algo.


No era Rodney.


Ahí, parado casualmente en el marco de la puerta, estaba John.


Me dedicó una de esas sonrisas que roban el aliento y entró sin ser invitado, sin que le diera el permiso de entrar… se acercó a mí y me dijo que era bueno tenerme de vuelta. Creí que este encuentro sería algo así como… un reencuentro lleno de… bueno, aunque sea un beso… creí que querría repetir lo que sucedió en el Dedalus.


Me dio un beso en la frente y que dijo que durmiera, al siguiente día había una misión donde quería que lo acompañara. Ese simple acto provocó tanto en mí que pensé no era real.


Me abrazó y se acostó conmigo en la cama, dijo que quería asegurarse que durmiera por lo que se quedaría conmigo. Sus brazos y piernas enredadas en las mías, evitando que me moviera, con mi cabeza cerca de su pecho podía escuchar su corazón, si pudiera interpretar los latidos, podría decir que él estaba demasiado feliz de verme.


Tal parece, mi vida inmortal es más interesante de lo que pensé.


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Fin.

Notas finales:

Gracias por leer.


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