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Historia de un Divorcio por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Danny Phantom pertenecen a Butch Hartman.

 

La historia original “Historia de un divorcio” tampoco me pertenece, tan solo la adapté para este fic.

(El texto dentro de los símbolos “ɾ” y ”ɿ” es la historia original… con ciertos cambios)

 

 

Historia de un Divorcio

 

 

 

No es que fuera una leyenda en el deporte, era el más asediado, sí, pero de mi época de secundaria hasta la universidad… yo era la gran estrella deportiva, yo soy Dash Baxter. Tuve una vida interesante, más aún cuando inicié una relación con Danny Fenton: el chico que era mi bolsa de boxeo favorita. Por obra del destino, me enamoré de él y terminamos casados, tuvimos un hijo que se parecía a mí pero tenía la actitud de Danny.

Todo iba bien, éramos felices, pero el tiempo nos hace cambiar.

Ya no era lo mismo, caímos en la rutina luego que Danny dejó de desaparecer cada que había ataques de fantasmas por un acuerdo entre Phantom y los mismos fantasmas que siempre atacaban, luego se hizo cargo de la empresa de un amigo de su familia cuando murió. Nunca me dijo quién era ese amigo ni tampoco cosas referentes a la empresa en la que trabajaba… empezamos a ser extraños viviendo juntos, con un hijo en común.

Ya no lo soportaba así que tomé una decisión.

ɾ Cuando llegue a mi casa esa noche, mientras mi esposo me servía la cena, le agarre su mano y le dije, “tengo algo que decirte”. Él se sentó y comió callado. Lo observe y vi el dolor en sus ojos azules, de pronto no sabía cómo abrir mi boca, pero tenía que decirle lo que estaba pensando. "Quiero el divorcio".

Él no parecía estar disgustado por mis palabras y me pregunto suavemente “¿por qué?”... No supe qué responder.

Esa noche no hablamos, sólo escuche lo mucho que lloraba. Sabía que quería saber que estaba pasando con nuestro matrimonio, pero no pude contestarle. Sucedió que él había perdido mi corazón, ahora le pertenecía a una mujer llamada Paulina. Yo ya no amaba a mi esposo, solamente le tenía lastima.

Con un gran sentido de culpabilidad, escribí un acuerdo de divorcio y en este acuerdo él se quedaba con la casa, el carro y el 30% de nuestro negocio. Él miró el acuerdo y lo rompió a pedazos.

Él pasó 10 años de su vida conmigo y éramos como extraños. Yo le tenía lastima, por todo su tiempo perdido y su energía pero ya no podía cambiar, yo amaba a Paulina. De pronto empezó a gritar y a llorar para desahogarse. La idea del divorcio ahora era más clara para mí.

Al día siguiente llegue a casa y lo encontré escribiendo en la mesa. No cene y me fui a dormir, estaba muy cansado de haber pasado el día con Paulina. Cuando desperté, todavía estaba mi esposo escribiendo en la mesa. No me importó, me vire y seguí durmiendo.

Por la mañana mi esposo me presento sus condiciones para el divorcio. No quería nada de mí, pero necesitaba un mes de aviso antes del divorcio. En sus condiciones me pedía que por un mes tuviéramos que vivir como hasta ahora, vivir normal. Su razón era simple, nuestro hijo tenía todo ese mes exámenes y no quería molestarlo con nuestro matrimonio quebrantado. Yo estuve de acuerdo, él tenía otra petición. Que me acordara cuando yo la cargué a nuestro cuarto el día que nos casamos. Me pidió que por ese mes, todos los días lo cargara del cuarto hasta la puerta de salida de la casa.

Pensé que se había vuelto loco, pero para llevar la fiesta en paz, y para que firmara el divorcio después del mes, acepte.

Le conté a Paulina lo que mi esposo me había pedido. Ella se reía en voz alta, y decía que era absurda la petición, que no importaba que truco usara, tendría que darle la cara al divorcio.

Mi esposo y yo no teníamos contacto físico desde que exprese mis intenciones de divorcio, así que cuando la cargué el primer día hasta la puerta de salida, los dos nos sentimos mal, incómodos. Nuestro hijo caminaba detrás aplaudiendo y diciendo: "Papá está cargando a mi papi en sus brazos". Sus palabras me causaron mucho dolor. Caminé los 10 metros con mi esposo en mis brazos, él cerró los ojos y me dijo en voz baja: "No le digas a nuestro hijo del divorcio". Afirme con la cabeza un poco disgustado, lo baje cuando llegue a la puerta, y se fue a esperar el transporte para ir al trabajo.

El segundo día; los dos estábamos más relajados, él se apoyó en mi pecho. Pude sentir su fragancia, me di cuenta que hacía tiempo que no lo miraba detenidamente. Ya no era tan joven, tenía algunas arrugas, algunas canas y un par de cicatrices. Era notable el daño de nuestro matrimonio. Por un momento pensé y me pregunte. ¿Qué fue lo que le hice?...

El cuarto día; lo cargué, sentí que la intimidad estaba regresando entre ambos. Este era el hombre que me dio 10 años de su vida. En el quinto y sexto día, seguía creciendo nuestra intimidad. No le dije nada al respecto a Paulina, pero cada día era más fácil cargar a mi esposo. Pensé que me estaba acostumbrando a cargarlo porque era menos notable cargar el peso de su cuerpo conforme pasaban los días.

Una mañana él estaba viendo que ponerse, se había probado muchos conjuntos pero no servían. Se quejó diciendo: “¡Mi ropa se ha puesto grande!” Y fue ahí que me di cuenta que estaba muy delgado, y esa era la razón por la cual yo no sentía su peso al cargarlo.
De pronto sentí que le había enterrado mucho dolor y amargura. Sin darme cuenta le toque su cabello, lo sentí muy delgado y escaso, estaba por cuestionarle pero en ese momento nuestro hijo entro a la recamará y dijo: "Papá llego el momento de que cargues a papi hasta la puerta".

Para mi hijo ver a su padre día tras día cargar a su papi hasta la puerta, se había convertido en una parte esencial de su vida. Mi esposo lo abrazó, yo vire mi cara, sentí temor que cambiara mi forma de pensar sobre el divorcio.

Cargar a mi esposo en mis brazos hasta la puerta, se sentía igual que el primer día de nuestra boda. Él acariciaba mi cuello suavemente y natural, yo lo abrazaba fuerte, igual que nuestra noche de bodas. Lo abrace y no me moví, pero lo sentí tan livianito y delgado que me dio tristeza.

El último día igual lo abracé y no quería moverme, quería que el momento durara mucho más.

Maneje para la oficina, un impulso dentro de mí me hizo cambiar de dirección. Al llegar a mi nuevo destino salí del auto, subí las escaleras y al tocar la puerta Paulina me abrió.

La vi a los ojos y sin vacilar le dije: "Lo siento, no quiero ni voy a divorciarme de mi esposo".

Paulina me miro con asombro, quería explicaciones. Yo, amaba a mi esposo y él a mí. Era que entramos en rutina y estaba aburrido, no valore los detalles de nuestra vida, hasta que empecé a cargarlo de nuevo, me di cuenta que debo y quiero cargarlo por el resto de nuestras vidas.

Paulina lloró, me dio una bofetada y cerró la puerta. Baje las escaleras, subí al auto y llegue a la florería. Compre el arreglo más hermoso para mi esposo. La joven en la florería me entrego una tarjeta, donde de puño y letra escribí: "Te cargare todas las mañanas hasta que la muerte nos separe".

Llegue a mi casa con flores en la mano y una sonrisa, corrí y subí para encontrarme con mi esposo, pero él… ¡estaba muerto!

Le habían detectado cáncer y yo estaba tan ocupado con Paulina que no me di cuenta. Mi esposo sabía que se estaba muriendo, y por ese motivo pidió un mes de aviso antes del divorcio, para que nuestro hijo no le quedara un mal recuerdo de la vida matrimonial de sus padres.

Para que no tuviera una reacción negativa.

Por lo menos, le quedaría saber que su padre era un hombre que amaba a su esposo. ɿ

En el funeral tenía sentimientos encontrados, furia por mi descuido, tristeza por su pérdida y remordimiento por no haberle dicho lo mucho que le amaba. Nuestro hijo estaba triste, extrañaría a su papi tanto, tanto, pero en su rostro no había reproches, él piensa que sus padres se amaron intensamente y que nunca habría cambiado.

Al funeral asistieron algunas personas que no reconocí, personas importantes en el mundo de los negocios y no fue sino hasta que una mujer llamada Valerie me contó del trabajo de mi esposo, era CEO de DALV co., el imperio que Vlad Masters le había heredado. Valerie dijo que Danny no quería que su matrimonio cambiara por el puesto que ocupaba, porque sabía que si me enteraba, me sentiría inseguro, dudaría de mi capacidad de proveer para él y mi hijo, que no quería que yo lo viera diferente al chico que prometí cuidar cuando mis golpes cesaron hacia él y en su lugar le llegaban caricias. Valerie dijo que ella se haría cargo de la empresa hasta que mi hijo estuviera listo para recibir su herencia.

La culpa volvió a mí, no por lo que Valerie dijo sino por dame cuenta una vez más de lo maravilloso que Danny era, de lo maravilloso que siempre fue y que por mi estupidez no logré ver luego de 10 años juntos.

Tan solo espero que donde quiera que esté, me perdone por ser el mismo idiota de cuando íbamos en secundaria y, que se dé cuenta de lo mucho que siempre le amaré.

.

.

.

.

En un lugar lejano en la Zona Fantasma seguían las celebraciones de la coronación del Nuevo Rey, Phantom, el fantasma que había derrotado a Paria Dark y que casi destruye la dimensión fantasmal, al fin aceptó el trono.

Dentro del castillo, en una de las cámaras especiales, Phantom miraba el funeral que se llevaba a cabo en la Tierra. Junto a él, un fantasma con forma cambiante, de infante-adulto-anciano, y encapuchado de púrpura, miraba con su expresión indescifrable lo que el Rey miraba a la vez que observaba su expresión.

--¿Estás seguro de tu decisión? –dijo el fantasma encapuchado.

--¿Por qué preguntas? ¿No deberías saberlo ya, Clockwork? Después de todo, tú lo sabes y lo vez todo. –contestó el Rey.

--Me asombra que después de tantas luchas, negaciones y argumentos, sea ahora que no dices que el destino no está escrito en piedra, Daniel. –dijo Clockwork.

El Rey desvió su mirada del funeral para concentrarse en Clockwork, suspiró, jamás podría leer sus expresiones.

--Estoy seguro. Nadie sabía de mi ‘condición’, mi hijo no heredó nada de mis poderes y el revelarles mi secreto no fue necesario. Así están a salvo. –dijo el Rey con seguridad.

--Por una parte me alegra que aceptaras el trono de la Zona Fantasma, por otro, me causa inquietud que decidieras ‘morir’ en el mundo humano dejando a tu familia. –dijo Clockwok.

--De por sí ‘vivir’ es difícil, no quería poner sobre sus hombros lo que le sigue a la muerte, no hasta que llegue su hora. Y aún en ese momento, preferiría que descansaran a que se convirtieran en fantasmas. –decía el Rey.

---Fue muy noble lo que hiciste con Dash, la imagen que le dejaste a tu hijo de él, de ustedes. –comentó Clockwork.

--Mi hijo iba a perderme de todos modos, mi mitad humana no podía contener el ectoplasma de mi mitad fantasma, lo menos que podía hacer era que no tuviera la sensación de perder a sus dos padres. –dijo el Rey.

--…Daniel, sabes que puedes ir a visitarlos cada que así lo sientas necesario. –confortaba Clockwork.

--Lo sé, Clockwork. Gracias por estar aquí. –dijo el Rey en un susurro -¿Me dirás, me dirás si algún día me necesitan, verdad?

--Sabes que sí, Daniel.

Con una última mirada hacia el funeral, el Rey se decidió a volver a sus deberes reales, no sin antes susurrar “También te amo, Dash.”

 

 

 

Fin.

Notas finales:

Gracias por leer.


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