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Mi amor...mi todo por Milkin_Black

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Notas del fanfic:

Hola hola...

Bien, me da gusto saludarlos.

Como quizá algunos saben, esta es mi pareja favorita y ya tenía ganas de escribir algo sobre ellos.

Así que basicamente, es eso.

Los personajes no me perteneces, son propiedad de M. Kurumada.

Notas del capitulo:

Hola, primero que nada quiero saludarlos.

Este un pequeño fic triste sobre una pareja que realmente me parece adorable. Realmente estoy disfrutando mucho escribir sobre ellos, y bueno, solo me resta agradecer su lectura, y esperar que lo...¿disfruten?...mmm, no creo que eso sea adecuado dado el contexto, pero bueno, ojalá sea de su agrado ^u^

 

La espesa noche cubría  por completo aquella vieja ciudad de Londres. Entre las calles vacías solo se podía oír el constante golpeteo de las gotas de lluvia, y algunos leves sonidos de los gatos jugando entre la basura.

De la nada,  por una solitaria calle, apareció una delgado joven cubierto por una capa negra, que apenas si le era suficiente para no terminar completamente empapado bajo ese incremente clima. Presuroso atravesó largas y silenciosas calles donde la oscuridad se permitía dibujar  extrañas y grotescas sombras con ayuda de los faroles y algunas tímidas luces de alguna casa.

De pronto, al sonido de su agitado andar, se sumo el eco de otras pisadas acechándolo a cada vez menor distancia. Al percatarse acelero el pasó, convirtiendo su rápido andar en prácticamente un trote a través de las húmedas callejuelas empedradas.

-¡Ahhh!...-gritó sorprendido cuando de la nada algo lo jaló con fuerza hacia un oscuro callejón.

-Te atrapé –musitó sensualmente un hermoso y alto hombre rubio, de tez pálida como la luna, y unos intensos ojos azules, al tiempo que rozaba con sus labios la suave mejilla de su presa.

-Eso es trampa…-susurró coquetamente la “víctima” descubriéndose la cabeza, dejando caer por sus hombros esa espesa y bella cabellera celeste que el otro tanto amaba -…sabes que nunca podré ganarte –dijo acariciando los sensuales labios rojos del rubio entre los cuales se asomaban ligeramente un par de afilados colmillos –Pero aun así te amo Shaka…-Y sin más cruzó la corta distancia que lo separaba del otro, sumergiéndose en un apasionado beso  capaz de hacerlos olvidar por completo donde se encontraban.

Shaka cortó durante un momento el contacto, permitiéndole al bello peliceleste llenar de aire sus pulmones. Mientras el otro respiraba agitadamente, aprovechó para delinear con los dedos el perfecto rostro que tanto adoraba –Es tarde…me preocupe –explicó dejando un camino de besos a lo largo del aquel delgado cuello donde un par de circulitos rojos daban muestra de su unión…era suyo, tanto como él mismo le pertenecía también –Te amo Afrodita, te he extrañado tanto…

Afrodita sonrió con dulzura, pues le encantaba como aquel poderoso ser podía tornarse en alguien tan dulce y tierno cuando estaban juntos…-Tontito, solo fui a trabajar…- sin perder más tiempo, enredó los brazos alrededor de su cuello retomando aquella apasionada muestra de amor entre besos y caricias en medio de ese sombrío callejón.

Sin separarse un segundo, se las ingeniaron para volver a su hogar, no sin algunos tropiezos y leves risillas de enamorados.

Apenas se hallaron en casa, comenzaron a caer las húmedas prendas una tras otra, develando un sinuoso camino hacia la habitación. Con gentileza Shaka depositó a su amante sobre la cama, logrando que en el acto la brillante cabellera celeste quedara esparcida sobre las finas sabanas blancas –Eres tan hermoso…-musitó colocándose entre sus piernas al tiempo que lo besaba con ansias, y recorría con sus manos las blancas y largas extremidades de Afrodita.

Afrodita respondió al beso con igual intensidad, aprovechando la posición para enredar las piernas en la cadera de su amante, iniciando una deliciosa fricción que terminó por despertar cada célula en sus cuerpos que ahora vibraban de excitación y deseo.

Tras dar un ligero mordisco en los voluptuosos labios del humano, Shaka comenzó  un tortuoso descenso, a través del cuello, luego el pecho, besando, lamiendo…amando.

-Ahhhh…-gimió el peliceleste arqueando la espalda cuando su pareja mordió ligeramente su pezón.

-Me encanta tu voz- dijo con voz grave Shaka, tomando entre sus dientes en otro pezón, a lo que su amante reaccionó agitándose de placer mientras enredaba los dedos en la dorada y húmeda cabellera.

-Ahhh…Shaka…ahhh- gimió presa de la más intensa pasión que solo era capaz de sentir junto a ese hombre que lo torturaba pasando la lengua sobre su hinchada hombría.

Escucharlo gemir era las cosas que más adoraba en el mundo, por lo que continúo lamiendo y besando cada parte de aquella imponente virilidad. Sin necesidad de cruzar palabras, Shaka llevó hacia la boca de su amante un par de dedos que éste humedeció gustoso. Creyéndolo pertinente, y apurado por el dolor de su propia hombría, el rubio comenzó a preparar la pequeña entrada que solo le pertenecía a él, y serviría para sellar como otras veces su amor.

Afrodita solo gimió más ante la deliciosa intrusión, agitando sus caderas en una sensual danza que terminó de enloquecer a su novio, a su amante, a su todo.

-No…puedo más…Shaka…ahhh

La tácita petición bastó para que el rubio luego de darle un suave beso en los labios cambiara los dedos por su propio miembro que fue introduciendo lentamente en el cuerpo del peliceleste, quien cerró los ojos y apretó las sabanas, víctima de un placer sin igual. De inmediato comenzaron las fuertes embestidas, el hermoso vampiro salía totalmente para en un solo movimiento volver a ingresar, rápida, salvajemente, hasta tocar en el fondo ese punto de placer que hacía a Afrodita aferrarse a su espalda, dejando leves marcas con las uñas.

Sintiendo que el clímax estaba cerca, Shaka lo levantó haciendo que quedara sentado sobre su cadera, lo que logró embestidas más profundas. Con las manos acaricio sus caderas, sus voluptuosos glúteos, al tiempo que le ayudaba a ajustar el ritmo frenético de las estocadas.

-Ahhhh…ahhh…Shaka…-musitó y gimió ladeando la cabeza, para ofrecer como en otras veces su cuerpo a aquel ser sobrenatural que tanto amaba.

Los ojos azules del rubio se tiñeron de carmín, mientras con cuidado y dulzura clavó los colmillos en la deliciosa piel nívea. Afrodita enredó los dedos en la finas hebras rubias, sintiéndose al límite del placer, mientras su sangre fluía tímidamente por las pequeñas aberturas en su cuello.

-Ahhhh…Afrodita…no puedo más…- dijo esta vez el vampiro lamiendo los rastros de sangre en el cuello de su amante al tiempo que aceleraba el ritmo de aquella frenética muestra de amor que culminó con ambos gritando al unísono en esa oscura y lluviosa noche.

Si bien el sexo era un acto grandioso e importante para los dos, significaba solo el preámbulo de largas noches de amor, en las que abrazados se observaban detenidamente entre la penumbra, y hablaban de cosas triviales que se volvían mágicas y especiales cuando las compartían con el otro.

Así pues,  Shaka concentró su atención en juguetear suavemente con los rizos celestes de inconfundible olor a rosas, mientras su pareja abrazado a él, se entretenía dibujando pequeños círculos sobre su piel.

-¿Has pensado lo que te dije?- preguntó al fin el rubio, con un tono de voz serio que enfatizó la importancia del asunto que durante los últimos años le quitaba el sueño.

Afrodita sabía de antemano que la pregunta siempre volvía, pero incluso ahora luego de varios años de conocerse, amarse y vivir juntos, aun no era capaz de ofrecer la respuesta que el otro tanto añoraba.

-Te amo…-dijo reacomodándose sobre el tranquilo pecho inmortal.

-Lo sé…-contestó Shaka acariciando nuevamente sus cabellos.

-¿No es suficiente si te doy mi vida entera?- cuestionó el peliceleste acariciando su rostro cariñosamente.

-Sabes que no es eso…Es solo…no quiero perderte…-confesó el vampiro con total honestidad. Llevaba años haciendo la misma pregunta, porque desde que lo vio por primeras vez hace tantos años cuando Afrodita era solo un adolescente, supo de inmediato que en él se resumía todo, el propósito de su vida, de su inmortalidad, pues le gustaba pensar que el destino lo había guiado al camino de la oscuridad solo para poder conocerlo y amarlo, y por eso, aun cuando su petición era egoísta lo que más deseaba era saber que nada, ni la muerte misma podría apartarlo de su lado –Lo siento, se que prometí no presionarte pero…

-Shhh…no tienes que decirlo…además creo que soy yo quien está mal, después de todo, ¿quién le dice que no a la inmortalidad?- interrumpió el menor dibujando una suave sonrisa, que se diluyó por completo al encontrarse con los preocupados cielos de su pareja –Yo…tal vez solo necesito tiempo…-dijo repentinamente acorralado por sus sentimientos. Amaba a Shaka con todo su ser y no imaginaba una vida sin él, sin embargo, en su corazón había lazos que aun lo ataban a su mortalidad. Cosas como su familia, pues tenía aun dos hermanos muy pequeños a los que deseaba ver crecer, además de muchos queridos amigos, personas por las que si bien no podría sentir algo semejante a lo que lo unía a aquel hermoso vampiro, formaban parte de su vida, de sí mismo, y aun no se sentía preparado para decirles “Adiós”.

Shaka lo besó en la frente, sintiéndose culpable por arruinar el romántico momento con vanas preocupaciones que solo lograban mortificar a Afrodita, aunque éste se empeñara en tratar de ocultarlo.

-Discúlpame por ser tan obstinado…prometo esperar cuanto sea necesario –dijo arropándolo entre sus brazos, donde quería mantenerlo seguro y a salvo todo el tiempo que fuese posible.

Pero el nuevo día llegó y con él la típica rutina. Durante días, meses, todo siguió igual, una perfecta repetición de trabajo, encuentros apasionados en las callejuelas y noches eternas que pasaban abrazados.

Sin embargo un día Afrodita salió un poco antes de trabajar, y volvió a casa con una enorme sonrisa, dispuesto a sorprender a Shaka. En su rostro, su andar, y ese armonioso tarareo, era visible la felicidad que lo embargaba, contrastando con el triste y oscuro cielo que como siempre anunciaba una segura noche lluviosa.

Al dar vuelta por una de las solitarias calles, un par de pisadas se unieron a las suyas.

Al instante su corazón comenzó a latir agitado, sabiendo que esto era algo totalmente diferente…esta vez no se trataba de un juego. Sintiendo como aquellos pasos parecían acercarse, inició una frenética carrera a través de ese oscuro  y solitario laberinto de casas. Corrió tanto, tan rápido como pudo, atravesando cuadras enteras en busca de gente, pero todo estaba completamente vacío. Corrió tanto que sus pulmones parecían arder, y cada nuevo movimiento de sus piernas era prácticamente una tortura, entonces al doblar en un callejón fue sorprendido por un fuerte golpe en la cabeza. Luego todo se puso negro.

 

En casa, Shaka miró nuevamente su reloj, notando que aun faltaba más de una hora para ir a recoger a Afrodita. Todo parecía normal, un día cualquiera, sin embargo desde temprano lo abrumaba una terrible presión en el pecho, que lo hacía sentir ansioso y preocupado.

“Todo estará bien, sabes que debo ir al trabajo, pero volveré pronto”…resonaron las palabras de Afrodita quien en repetidas ocasiones le había hecho ver que se preocupaba demasiado.

Aturdido por el cumulo de extrañas emociones que alteraban su espíritu, decidió bajar a la recamara a leer, pero cuando estaba por abandonar la sala, el sonido vago de un disparo lo hizo estremecer, mientras un dolor crudo y profundo se adueñaba de su pecho.

De inmediato salió, aturdido, shockeado, presa de una debilidad antaño olvidada, mientras sus lagrimas evidenciaban un presentimiento que con todas sus fuerzas se negaba a aceptar…-Afrodita…- musitó con la garganta cerrada, corriendo torpemente entre las calles que tantas ocasiones habían sido testigos mudos de sus encuentros.

Sin pretenderlo o poder controlarlo, llegaron a su mente vividos recuerdos de su gran amor, bello, brillante y sonriente, siendo tan feliz…-¡No!...-gritó Shaka deseando que todo fuera un estúpido juego de su mente, que todo estuviera bien, que por alguna de las calles apareciera Afrodita sorprendiéndolo a él,  regañándolo por no esperarlo en casa, pero al dar vuelta en uno de los callejones se encontró con una escena horrible…una suerte de pesadilla que rompió de golpe su corazón.

Y es que en el suelo mojado yacía el cuerpo de un hermoso joven peliceleste, inmóvil,  exánime en medio de un gran charco carmesí.

Quiso gritar, pero el dolor había cerrado tan fuerte su garganta, que no pudo más que emitir pequeños gemidos al tiempo que se hincó a su lado…-Afrodita…-susurró acunando el frío cuerpo entre sus brazos. Y lloró, lloró desesperadamente como no lo había hecho en casi mil años sintiendo como su mundo se rompía en pedazos…-¡Afrodita!...-lo llamó consciente de que no despertaría, engañándose con la esperanza de que aquello no era real, que el destino no podía haberlo puesto en su camino para después arrebatárselo de esa manera.

De rodillas, con el cuerpo exánime  entre sus brazos, rogó a los dioses en los que nunca había creído, que le permitieran volverlo a ver, que le permitieran volver a encontrarlo, cielo, infierno, en otra vida o como fuera, pero que no permitieran que se cortara el hilo que los unía.

No hubo respuesta, y solo la lluvia compartiendo su dolor pareció volverse más densa, prácticamente una cortina de lagrimas del cielo, entre la cual un desolado vampiro recorría las calles con el cadáver de su único y gran amor entre sus brazos.

Sin otro lugar a donde ir, volvió a casa  y lo recostó sobre la cama, cobijándolo con un par de sabanas que aun guardaban su dulce aroma,  como si se hallara dormido. Con inmenso cariño peino su flequillo despejando la blanca frente que besó con ternura, un contacto que terminó por quebrarlo nuevamente en un mar de llanto desesperado, mientras hecho pedazos se negaba a aceptar que lo había perdido, que todo había terminado…que no lo vería más. Y más que nunca quiso morir, ahí mismo, justo en ese momento, a su lado, pues ya nada tenía sentido, no sin él.

Sin embargo, entre el dolor algo llamó su atención, y es que las blancas sabanas se habían tornado rojas  por la sangre. Entonces bruscamente lo golpeo la realidad con toda su crueldad, pues peor que saberlo muerto era pensar que había sufrido en las sucias manos de alguna escoria de la ciudad. El pensamiento lo horrorizo, y canalizando su dolor en ira abandonó su hogar en busca de una sola cosa.

Como una ráfaga de muerte recorrió las calles, convirtiéndolas en un mar de sangre con los cuerpos mutilados de cuanto infeliz se cruzo por su camino. Con sus ojos rojos y el rostro desfigurado en una mueca atroz hizo una matanza sin igual, una suerte de venganza sádica sin piedad, tiñendo a las calles de un intenso carmín y el asqueroso olor a muerte.

 

Sin embargo en cierto punto también la ira cedió, dando pasó a un hondo vacío dentro del cual todo carecía de sentido. Abatido y cansado volvió a casa con las ropas bañadas de sangre que le repugnaba. Pero ya no interesaba, ya nada podía afectarle. Ahora solo una cosa importaba…unirse a él.

A sabiendas de que pronto amanecería, cubrió cariñosamente el cuerpo de Afrodita y tomándolo en brazos lo llevó hasta aquel lugar donde hace tiempo se habían conocido. Era un sitio hermoso, un extenso jardín de rosas en las afueras de la ciudad.

De nuevo los dolorosos recuerdos volvieron a su mente, pero ya no tenía lágrimas para derramar, estaba completamente seco, no tenía nada más que dar.

Luego de un largo caminar, finalmente se sentó en el centro del jardín…-¿Lo recuerdas?...La primera que te vi fue precisamente aquí, corriendo entre las rosas como un ángel –musitó peinando el flequillo del cuerpo que descansaba en su regazo –Desde ese instante supe que eras tú, que no podría amar a nadie más…-dijo con una sonrisa amarga deseando que pronto el sol apareciera dando fin a todo.

Inmerso en sus recuerdos, lo sorprendió el amanecer, apareciendo tímidamente por el oriente...-Solo un poco más…solo espera un poco y estaremos juntos…-dijo justo antes de recibir el primer rayo de sol que recorrió su piel como un ardiente latigazo, convirtiéndola de inmediato en no más que pequeñas cenizas.

No gritó, solo apretó los dientes  mientras abrazaba más a Afrodita …”Un poco más”…pensó deseando , creyendo como nunca en que la muerte no sería el fin…sino quizá un nuevo comienzo.

Mientras el sol continuaba su lento ascenso hacia el cielo, Shaka ya no sentía dolor, solo un inmenso vacío mientras hueso y carne se iban convirtiendo en polvo.

-Afrodita…- musitó aferrándose al cuerpo inerte entre sus brazos con las pocas fuerzas que aún le quedaban, mientras un último par de lagrimas surcaban su rostro…-“Te amo…te amo…te amo…”-pensó besando por última vez sus fríos labios.

Súbitamente sintió un gran dolor en el pecho, que le hizo arquearse y apretar los dientes. En medio de aquella agonía,  brilló entre su visión borrosa una luz casi etérea que le hizo levantar la mirada un momento y fijarla hacia donde salía el sol…un instante que bastó para iluminar su mirada y hacer aparecer de nuevo esa bella sonrisa, mientras susurró un nombre al viento. Luego vino la nada, y su inmortalidad, su ser, su vida, termino como un montón de cenizas dispersas por el viento en aquel inmenso jardín.

 

Al día siguiente encontraron el cuerpo de Afrodita entre las rosas. Pese a todo, y la horrible herida en su pecho, lucía tranquilo y feliz. En su bolsillo hallaron dos anillos con una S y una A entre lazadas, y una pequeña inscripción…”Juntos por siempre”.

Notas finales:

Y ese fue.

Agradezco enormemente su lectura.

Hora me siento una terrible persona, pero al menos se que ahora estarán juntos.

En fin, espero haya sido de su agrado.

Les envío un fuerte abrazo.

Bye Bye


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