Los dos nos conocimos en un verano, no fui capaz de soportar la idea de escuchar esa voz lejos de mí, sobre todo, desde que entró a mi universidad, Eijun estaba estudiando lo mismo que yo, y nos reconocimos instantáneamente, sobre todo cuando gritó
-¡Ahhhh! ¡Tu!-
Una gota cayó de mi cabeza por lo sorprendentemente tonto que podía llegar a ser ese castaño alborotador, me quedaba atónito siempre que me lo encontraba en mi camino, y curiosamente, empezamos a encontrarnos seguido, a hablar más, hasta nos hicimos amigos, sin darnos cuenta de que lo éramos.
-Sanada-san ¿Cómo te fue con la tarea de ayer?-
-Muy bien, ¿y a ti con esa exposición?-
-También me fue bien, gracias por explicármela-
-No hay de que, sabes que cuentas conmigo para lo que necesites-
Esa familiaridad al hablar nos estaba uniendo, ahora sabía que solía mandarle mensajes a sus compañeros de la preparatoria de vez en cuando, que Haruichi estaba saliendo con Raichi, que Miyuki estaba en una relación con Chris, muchas otras cosas más.
En nuestra escuela, de conocidos, estábamos únicamente los dos, no había nadie más que nos acompañara en la conversación, para muchos era extraño ver a un mayor y un menor ser amigos y hablarse tanto, sin pasar esa línea de la amistad.
Aparte de él, tenía otros amigos, Miky y Ken, él tenía un solo amigo, Ryûsei, un hombre bastante atractivo, diría yo, de cabello corto, y negro, piel blanca, ojos verdes y delgado, delgado, marcado por ejercicio, se nota desde lejos, y… pasaba más tiempo que yo con Sawamura.
Me divertía mucho a su lado, a veces salíamos los 5 juntos a comer, hasta que… encontré a ese a un paso de besar a Eijun, curiosamente me molesté y lo mandé lejos, ni Sawamura lo entendía, es que simplemente reaccioné antes de pensar lo que estaba haciendo, aquella sensación en mi pecho era como una pequeña espina clavada dentro de mí, la cual me estaba molestando, no soportaría que lo tocara de nuevo de esa manera, y lo jalé a la salida de su salón, donde estaba con ese tipo intentando detenernos, menos mal que como jugadores, tenemos mayor velocidad y resistencia, porque no pudo alcanzarnos.
-¿Se puede saber qué te pasa? ¿Eso no es común en ti?-
-¿Él te gusta?-
-No… siempre es así conmigo, es una muestra de afecto, de vez en cuando me besa y dice que en su país es así con los amigos-
-¿En los labios?-
-No digas tonterías, siempre es en la mejilla-
-Hoy no lo parecía-
-Sanada… san…-
-Mira Eijun, eres muy inocente, cualquiera te llegará con una mentira como esa y tú le creerás, ese tipo estaba tratando de besarte en los labios-
-Si así fuera, sería mi problema-
-Idiota…-
-¡Tú lo eres más!-
La discusión no me estaba llevando a decir la verdad, dejé los insultos y me acerqué a él, sellé esa boca que deseaba en ese momento, sus ojos se abrieron por completo, trataba de alejarme, más no lo permití, para mí, él era mío, lo amaba.
Así el me aceptó y fuimos felices, salimos a muchas partes juntos, se rindió ante el amor que trataba de darle, a pesar de que al principio no soportaba que le dijera que lo amaba porque se sonrojaba…
La vida a veces es muy cruel, la vida, no siempre es como uno la desea, odio admitirlo.
-¿Ya entraste Miyuki?-
-No…-
-¿Chris?...-
-Perdona Kuramochi, pero tampoco podría entrar, no me atrevo-
-¿Raichi?-
-Lo siento… Haruichi… no me… imagino… entrando…-
Las lágrimas recorrían los ojos de muchos, todos esperaban que algo les dijera que no era cierto.
Eijun me correspondía, nuestra primera noche juntos fue increíble, ver su piel delicada cubierta por las sábanas de mi cama, con esas cortinas delgadas cubriendo nuestra cama, en ese acto de amir, donde lo poseía por completo, todo eso era perfecto, recordé más cosas, como su calor, las veces en las que me dijo que me amaba.
Los años pasan y algunos piensan que es tan doloroso recordar el pasado, ver lo que sus ojos miran, no importa que, ya han pasado 8 años desde aquel accidente.
-Eijun, vamos de paseo estas vacaciones de verano, quiero llevarte a la playa-
-Sí, vamos juntos-
El auto estaba bien, todo era normal, las luces estaban bien y escucho como algo se rompe dentro del carro, el sonido que nos llega, es el de los frenos, las luces de un camión enfrente, y el volante girando para no dejarse llevar por el otro vehículo, los dos nos estrellamos contra una pared firme, nos dimos un fuerte golpe y abrí los ojos para vernos a los dos, llenos de sangre, caminos que nos recorrían por todas partes.
Abre sus ojos y me mira, sonríe para mí, y escucho como susurra que lo tome de la mano, esa mano cálida y que en ella lleva un anillo en oro liso, símbolo de nuestro matrimonio, para después escuchar las ambulancias llegar, y cerrar los ojos, sin soltar su mano, jamás lo soltaría.
-Miyuki… creo que deberíamos apoyar a sus madres en esa decisión-
-Lo sé, es sólo que… es difícil, estaban tan contentos, esa vez… ellos se amaban tanto, Kuramochi…-
-Lo sé, será duro para mí también-
Escuché como alguien dijo que él no despertaría, eso no podía ser posible y me dormí tratando de encontrarlo, en mi búsqueda, lo encontré mirando el mar del que veníamos, estaba sentado en la arena, tomándose las piernas, me senté a su lado para poder abrazarlo y cubrirlo del frio, mientras la espuma del mar nos alcanzaba los pies.
-Shumpei, ¿Qué haces aquí?-
-Olvidas que te dije que siempre estaría a tu lado-
-Perdón…-
-No importa, mejor déjame abrazarte-
Las luces del pasillo se encienden para ver las dos camas que están juntas, donde un par de manos se sujetan con fuerza, nadie pudo separarlas, pese a los muchos intentos que se hicieron de alejarlos, llegaron a pensar que estaban despiertos y jugando una broma de muy mal gusto.
-Chris…-
-Será difícil Miyuki, toma mi mano-
-Tanto se amaban, que decidieron entrar en coma juntos-
-Si… tanto se amaban, que viven en un sueño de amor, juntos por la eternidad-
El sonido de dos cajas que anuncia la muerte de dos personas, irrumpe en el hospital, mientras los dos, descansan juntos por la eternidad, y sus amigos, evitan llorar, porque saben, que allá, a donde han ido, están juntos y nadie, nunca nadie, los separará.