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Quiero protegerte por Doejiku

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Notas del fanfic:

Antes de leer quiero aclarar unas pequeñas cosas acerca de Changmin, porque así podran entender más a la ligera algunas partes del fanfic, y por supuesto, el trastorno que sufre él. 

 

Autismo.- Trastorno psicológico que se caracteriza por la intensa concentración de una persona en su propio mundo interior y la progresiva pérdida de contacto con la realidad exterior. 

 

Lenguaje nulo o limitado.

Apego inusual a los objetos.

El contacto visual es evitado.

Dificultad para relacionarse con otras personas.

Hiperactividad o muy sumiso. 

Ataques de llanto o pataletas.

Insensibilidad al dolor.

Dificultad para comprender los sentimientos de otras personas o de ellos mismos.

Evita o rechaza el contacto físico, entre otras cosas más.

 

http://www.cdc.gov/ncbddd/spanish/autism/signs.html    

Nadie podía creer lo hermosa que se veía la novia y lo bastante afortunado que había sido el chico quién ahora sujetaba su mano con orgullo, siendo tan poco agraciado el pobre. Es decir, era inédito estar allí, ¿Cómo rayos había logrado llamar la atención de tal musa? ¿Acaso la familia necesitaba con tanta casarla? La fémina parecía ser alguien de otro mundo, como si con cada sonrisa que sus rosadas comisuras formaran un ángel se suicidaba por culpa de la envidia... Y eso hasta el pequeño muchacho de cabellos azabaches no lo podía asimilar, mirando más que enamorado a esa bella dama bajar los escalones de la iglesia junto con el desagradable aquel. 

 

— ¡Mamá, supongo que tú no me vas a casar con una chica fea! ¿Verdad? 

— ¡Cállate, Yunho!

 

La madre del menor esbozo una fingida sonrisa apenas los novios cruzaron casualmente la mirada en ellos, no escuchando para fortuna de la familia Jung las atrevidas palabras de su hasta ahora único hijo que obligadamente cerro la boca al tener las manos de su padre cubriéndola, limitándose a sólo inclinar la cabeza con mala gana. Quizás tendría doce años, pero estaba seguro que si hubiera tenido la edad de la chica él sería quién estuviera casándose con ella y no ese estúpido.

 

— ¿Por qué no mejor te vas a jugar con los demás niños a las afueras de la iglesia? Tu madre y yo debemos felicitar a la pareja de recién casados. Expreso el padre con voz gruesa, dando ligeros golpecitos en la espalda del niño.

— Pero...

— YunHo, no desobedezcas. Hablo su madre igualmente.

 

El nombrado, encogiéndose de hombros en señal de derrota, camino entre medio de la multitud y salió de la iglesia sin muchas ganas de querer hacerlo. No estaba así de desganado porque no tenía amigos, al contrario, al ser el hijo de una de las cinco familias más adineradas de toda Corea obviamente tenía un circulo grande de amistad, siendo precisamente allí donde el problema radicaba. Era evidente que ciertos infantes se acercaban a él por cosa de sus padres, habiendo momentos en donde el muchacho los sorprendía susurrarles al oído y empujarlos con "discresia" a él. 

Si tenías amistad con el hijo o hija de alguien reconocido e increíblemente afortunado, tu popularidad crecía.

 

— ¡Hola, Yun! 

 

La voz casi chillona del mejor amigo de este se hizo escuchar cerca de su oreja, causando que este diese un alarmante brinco y se girase medio molesto para mirarlo de frente, achicando aún más sus pequeños ojos. Allí estaba Junsu, el único amigo sincero que se traía hasta ahora, o talvez para siempre. Su cabello estaba perfectamente peinado hacía a un lado, vistiendo un elegante traje negro acorde al momento, casi semejante al propio si es que lo observaba mejor, a comparación que su corbata era de una tonalidad rojiza oscura y la que el traía sujeta al cuello era gris. Bueno, sin desviar el tema, el punto era que aquel ruidoso pero tierno niño de once años era su compañero desde que sus familias se conocieron, aproximadamente hace tres años atrás, no dudando de su amistad en ningún instante. Popularidad le sobraba. Siendo también parte de esas cinco familias más reconocidas en el país, la familia Kim. Una madre viuda y dos niños varones. 

 

— ¿Viste al novio? Preguntó el más pequeño de los dos, lanzando de pronto una cómica carcajada tras haber contemplado el rostro de su amigo poco a poco desfigurarse ¡Era horrible!

 Y la novia tan bonita... 

— Yo también la encontré muy bonita. Se llama Shim SooJin.

— ¿La conoces? Inquirió sorprendido.

— ¡Claro! Asevero varias veces con la cabezaMi madre me llevo al palacio de la familia Shim porque nos habían invitado a cenar. ¿Y sabes qué? Tienen a cuatro hijas, ¡Cuatro! Espera... Eish, ¿O había un niño también? No me acuerdo bien, es que no se presentó a la mesa porque según sus padres la pobre tenía gripe. Abulto su labio inferior, tallando su sien mientras trataba de hacer memoria y recordar aquella vezCreo que era una niña.

 

 Soy un niño. 

 

Ambos menores al no esperar escuchar esa voz frívola inesperada de trasfondo, se dieron la media vuelta en busca del susodicho, encontrándose a un niño de pie, mirándolos sin expresión alguna en el rostro. Cabello corto, ojos almendrados, orejas de dumbo y demasiado delgado para sorpresa de ellos, pues hasta la manga de su traje parecía sobrepasar sus débiles muñecas. Sostenía un libro, no de esos que los niños de su edad estaban comúnmente leían, sino una novela del escritor Herman Melville, el famoso Moby-Dick.

 

— ¡Era un niño, Yunho hyung! —Exclamo el de suaves rasgos, saliendo de su impresión y acercándose al muchacho, sintiéndose agradecido de que su estatura no sobrepasaba la suya-. Somos del mismo porte. ¡Por fin alguien no me sobrepasa, genial! 

 

Sin esperárselo nadie, el de contextura fina empujo al amigo de Yunho luego de que este invadiera su espacio personal con tanta precipites. Eso lo había enojado, e incluso apretó sus puños. El niñito no le había simpatizado en lo absoluto, pero al parecer a su compañero sí, visto que este en vez de sentirse mal por aquel empujón, parpadeo durante unos segundos y volvió a sonreír al olvidar rápido lo acontecido.  

 

— ¿Cuántos años tienes, niño? Yo tengo once y él tiene doce. Nacimos el mismo año, pero...

— Junsu, hablas demasiado, ¿No crees? -El pelinegro lo interrumpió. Ahora era su turno de hablar y mirar a ese flacuchoHola, me llamo YunHo, ¿Cómo te llamas tú?

 

No hubo respuesta por parte del menor, es más, este parecía no tomarle atención y aferrarse a su libro. Miraba el cielo, el piso, balbuceaba cosas que los otros eran incapaces de entender; hacía de todo menos centrar la vista en quienes tenía en frente. Parecía perdido. Y eso mismo comenzó a enojar a Yunho, ¿Acaso lo estaba ignorando? ¿Dónde estaban sus modales? A la edad que tendría, sea cual sea, sus padres se los tuvo que haber enseñado.

Y justo cuando creyó que el raro iba a abrir la boca, alguien tomar de su brazo hizo que girase el rostro. Jin Hae, hija de una familia común, le sonreía de par en par, borrando pronto aquella misma al percatarse que había un tercero en la escena.  

 

— Mi papá me prohibió hablar con este chico... ¿Sus padres no hicieron lo mismo? Dijo examinando al aludido de pies a cabeza con expresión asqueada. Ya luego miro de vuelta al otro, poso su mano en el brazo impropio e ignoro triunfalmente a los dos restantesYunHo, ¿Qué tal? Me entere que tendrás un hermanito o hermanita.

 

Aún con el comentario hiriente de la engreída fémina, el niño de apariencia medio extraña frunció el entrecejo, susurro nuevamente algo incoherente y abrió el libro para leerlo a ciegas, sin importarle si alguien se hallaba en frente, situación que en un futuro traería una consecuencia. El ruido de las campanas sonar no asusto al resto, ni a los otros niños quienes jugaban alrededor, sólo a él, por lo que sus piernas menudas no mantuvieron bien el equilibrio, tropezaron y en cuestión de segundos se hallo tirado en el frio suelo cuan saco de papas, pasando a llevar a quien menos debía, Yunho.

La caída no fue aparatosa, pero si el último se llevó un pésimo golpe en la cabeza con la esquina del dichoso libro, causando que este se quejase y al mismo tiempo con ojos en llamas mirase al niño sin nombre todavía que lento comenzaba a pararse, sin mostrar algún síntoma de dolor.

 

— ¿¡Acaso eres estúpido o te haces!?

— ¡Se cayó, solo se cayó! Junsu se acercó preocupado para ayudar a su amigo a quedar en pie.

— ¡Hizo que me cayera! ¿O no viste? ¡Y ni disculpas me pide! 

 

Si no fuera porque su amigo lo retenía abrazando su cuerpo por detras, estarian ahora en el suelo, él arriba suyo, golpeandolo hasta verlo llorar pidiendo disculpas por lo hecho, o desde que tuvo la desdicha de verle.

 

 ¡Iré a acusarlo, no te preocupes! 

 

No hacía falta.

Después de que la niña de largos cabellos se ofreciese a buscar a los padres del mismo, unos apurados y agobiados señores se dirigieron a ellos. Una mujer en bruscos movimientos tomo al causante de tal alboroto, sacudiéndolo de lado a lado, mientras que el hombre agachaba la cabeza disculpándose por lo acontecido.  

 

— ¡Discúlpate con el hijo de los Jung ahora mismo!

— ¡Hazlo, Changmin! Agregó el hombre también sacudiendo el cuerpo de su hijo de lado a otro. 

 

Aún con el griterío presente, este tranquilo se agacho para sujetar su objeto preciado, e incluso tuvo la osadía de limpiarlo y delinear una débil sonrisa en sus comisuras. 

 

— No tiene ningún rasguño...

 

Hablo finalmente para sorpresa de los tres niños. Aun así, la alegría no le duro mucho, su padre desesperado por no querer pasar una gran vergüenza frente a los espectadores, tomo lo que tanto tenía idiotizado al muchacho para lanzar el libro a la fuente ubicada a unos metros. Si fue intencional o no, por la expresión del hombre parecía que sí lo había hecho con maldad.

El enojo se esfumo magicamente, siéndo inevitable no mirar con pena al adverso, en especial cuando zafo despavorido del agarre de sus padres para ir directo a su precioso libro y tomar este sin importar que estuviera goteando o humedeciera su traje el cual parecía verse caro. 

YunHo no entendía. ¿Por qué Changmin no mostraba indicios de pena o rabia por lo cometido? O sea, ni siquiera los recrimino con la mirada, sólo abandono el lugar a paso lento, alejándose de la multitud perpleja y haciendo caso omiso a los insultos de elos. 

 

"¿Que le sucedía...?"

"¿Por qué actuaba de esa manera?"

"¿Por qué les prohibían juntarse con él?"

 

 

— Encontré bien desubicado al niñato ese. Mañana mismo iremos todos al palacio de los Shim para que ese malcriado te pida disculpas como Dios manda. ¿Qué se cree? —Refunfuñaba el molesto hombre mientras limpiaba su bigote con un pañuelo y volvía luego a tomar de su sopa. 

— Papá, no hace falta, de verdad... 

— ¿Cómo que no hace falta? ¡Te falto el respeto! ¡A un Jung nunca se le falta el respeto de esa manera! Tú a tu edad no entenderás nada pero para mí es un gran daño. ¿Qué tendrá el muy bestia? 

 

Yunho dejo a un lado su plato, dando a entender a la sirvienta más cercana que podía retirarlo de allí. No tenía hambre, su apetito se había ido desde lo sucedido. 

Ahora que sabía su nombre, ¿Le habrán hecho algo a Changmin al abandonar la iglesia? El sólo imaginarlo le hacía sentir muy culpable. Junsu tenía razón, sólo se había tropezado y quien exagero las cosas había sido el mismo llevado por el enojo. 

Él era quién debía pedir disculpas.

 

— Autismo. 

 

Tanto el padre de Yunho como el mismo inclinaron la cabeza de inmediato, contemplando con el ceño fruncido a la mujer del palacio quién sin mirarlos todavía, daba un último sorbo a su sopa de jengibre y enfocaba sus claros ojos en los dos.

 

— ¿Autismo...? El más pequeño miro a sus padres con mucha confusión.

 Es la oveja negra de la familia. Y sí hoy decidieron que estuviera presente en la boda de su hermana tuvo muchísima suerte. Se supone que era la esperanza de la familia porque solo concebían mujeres, pero según chismes, desde bebé comenzaba a comportarse extraño y aislarse de la sociedad a tal punto de llegar a ser lo que es, un niño malnacido. Expreso la mujer con voz fría.

— Pero... ¿Qué es el autismo? 

 

No podía entender nada, su cabeza daba vueltas y lo único que deseaba era comprender un poco el comportamiento de ese pobre niño. No obstante, sus padres parecían ignorar su inquietud. 

 

— ¡Alguien me explique!

— La enfermedad del diablo. Si una familia no bendice a sus hijos a tiempo u obra mal, su honor cae de rodillas dándole un hijo maldito. Fin de la plática, vete a tu habitación, tú padre y yo debemos hablar.

 

Sin querer estresar más a su madre, pues aparte de poseer un terrible malhumor, también estaba embarazada. Se despidió inclinando la cabeza como era obligatorio hacer y subió a los pocos segundos los escalones que lo conducirían a su propio cuarto. 

 Habían hecho muy mal en dejarlo con tal curiosidad, ¿Ahora qué haría?

 

"Changmin..." 

 

 

Dolía, dolía todavía más que la semana pasada donde tuvo que sobrellevar los azotes de su padre alcoholizado. Su espalda sangraba, y pese a que sollozaba suave del dolor si intentaba moverse sólo un centímetro, aún tenía las fuerzas suficientes para abrazarse a su libro, frotando repetidas oportunidades su mejilla en la tapa aún humedecida. 

No se lo habían arrebatado. Tuvo suerte, porque con su anterior libro sí lo habían hecho. 

 

— Es mejor dormir con un caníbal sobrio que con un cristiano borracho, es mejor dormir con un caníbal sobrio que con un cristiano borracho... 

 

Repetía sin cansancio mientras buscaba la manera de acomodarse entre la paja revuelta de los caballos. No le importaba estar allí, estaba acostumbrado a que el establo fuese su segunda cama, por lo que no demoro mucho en ubicarse y mirar la nada, sintiéndose atraído por el brillo de la luna alumbrar la parte derecha de su rostro. 

Le encantaba las cosas brillantes, eran sus objetos favoritos, aunque sufría de insomnio de todos modos, ¿Por qué debía dormir si le costaba? La luna lo miraba, él miraba a la luna, no tenía por qué hacerlo.

Quizás la luna lo protegería. 

 

Notas finales:

¿Les gusto? ¡Espero que sí! <3


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