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Soy Kagami, y no soy un delincuente por Gato-de-Cheshire

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Notas del fanfic:

Bueno, tengo esta pequeña idea. No sé cuan largo será. Pero si se me ocurre hacerlo extenso, intentaré que no sobrepase  los 5 capítulos, haciéndolos más larguitos.

Tengo una pequeña advertencia :c Kagami es un poco occ, pero la verdad es por un buen motivo.

Será un Aokaga y… bueno. Eso D: perdón por faltas de ortografía y redacción.

Disclaimer: Kuroko no basket no es de mi autoría. 

Capítulo 1: No debería estar aquí

Mierda santa. Esto va mal, mal, muy mal.

Hay tres cosas que me gustaría decir.

1° No debería estar aquí: No entiendo cómo, en primer lugar, acabé en este lugar. Supongo que debería culpar a todo este maldito sistema de – no vamos a escuchar nada de lo que digas, eres un delincuente –. Creo que lo que realmente me cabrea es que nadie se haya tomado la molestia de defenderme. No mi madre, no mi padre, no mi hermano. Fue como si se sintieran aliviados de tenerme lejos.

2°No he hecho absolutamente nada: Supongo que no debería reiterarlo. Pero no soy ningún delincuente. Creo, sinceramente, de que si me hubiesen dado la oportunidad de explicarme no estaría ahora mismo en esta situación. Pero todo sucedió muy rápido. Estaba en aquel lugar. Luego los policías me preguntaban cosas que no logro recordar. Y luego me habían subido a este maldito autobús. ¿Qué clase de secuencia es esa?

3° Explota.

Me llamo Kagami Taiga, y en estos momentos me encuentro en un puñetero autobús, camino a la correccional más estricta de probablemente todo el maldito mundo.

Me hundo en el incómodo asiento y miro fijamente la ventana. Hace unos cuantos minutos el sol me cegaba hasta tal punto que prefería mirar hacia el frente. Ahora, sin embargo, incontables gotas se deslizan por el cristal. Odio la lluvia. Lo cierto es que no soy fan de nada que sea líquido. Todos tenemos nuestros gustos. En fin; que ahora llueva no me molesta especialmente, supongo que es un buen agregado para un día podrido como este. Soy de las personas que piensan que si algo está jodido, lo mejor es que esté bien jodido. Ya saben, no hay que dejar las cosas a medias.

No puedo evitar sentirme incómodo y fuera de lugar. Vamos a ver. Deslizo lentamente mi vista de la ventana. Intento parecer lo más casual posible. No quiero que ninguno de los demás pasajeros se dé cuenta de que los estoy mirando, de modo que no me detengo a mirar ninguno en especial…

¿Pero qué demonios?

Sí. Claro que había visto alguno que otro delincuente juvenil en la calle o en televisión, pero las personas en este autobús se ven realmente intimidantes, todos emitiendo ese aura de “no me mires porque te mato”. A pesar de que fui muy cuidadoso de no posar mi vista en ninguno de ellos en especial, me fue imposible no notar algo especialmente curioso. Somos exactamente 6 personas en el autobús. En cuanto a los 5 sujetos, podría resumirlos a primera vista, no sería difícil. Azul, Verde, Violeta, Rojo, Amarillo. Este lugar parece un maldito arcoíris. Sabía que los delincuentes solían decolorarse el cabello y esas cosas, pero esto está a otro nivel.

Y esto me hace pensar nuevamente en… ¿Qué hago yo aquí?

Quién sabe qué demonios hicieron estos sujetos para ser enviados a la correccional más estricta de todo el universo, pero lo cierto es que posiblemente no sobreviva entre esta clase de personas. Simplemente no pertenezco a este lugar.

Pero bueno. No hay que desfallecer. No siempre se puede ir por un camino de rosas y cenizas, así, feliz de la vida. Siempre están estos momentos que te hacen pensar “Oh, Jesús por qué me odias, yo qué he hecho”. Sí. Le sucede a todos. Ahora sólo necesito aguantar unos cuantos meses y podré salir de este lugar. El camino al cielo pasa por el mismo infierno… dicen. Aunque no me molestaría que fuese al revés.

En fin, estaba pensando en un plan para sobrevivir y no morir en el intento. Algo así como decir “Maté a toda mi familia, descuarticé a mis compañeros de salón, me comí al perro del vecino, violé a la mujer de mi padre, me picó una araña y ahora soy un zombie” Cosas como esas… Así me tendrían tanto miedo, repulsión,  o lo que sea, que no se meterían conmigo en todos estos meses. Aunque…tal vez debería pensar en algo más siniestro… si estos tipos hicieron algo de esto, estoy jodido.

El autobús se detuvo ante la fachada de un edificio que daba la idea de cárcel tipo Alcatraz, pero en versión miniatura y sin isla. Los dos guardias que habían estado vigilando el viaje dentro del bus nos dieron la orden de bajar – abajo inadaptados –. Esperé hasta que todos estuvieron fuera para hacer mi propio camino fuera del vehículo, para así ser un poco más invisible.

Una vez abajo se nos ordenó hacer la típica fila. Me pregunté cuando aparecería el sujeto con traje militar y voz estruendosa. Bueno, nunca apareció. En su lugar, una mujer rubia y muy alta se paró ante nosotros y comenzó a soltar un discurso, sobre moral, personas aptas  para convivencia social, o algo por el estilo. La verdad es que no pude colocar mayor atención a las palabras de la mujer. A mi lado un sujeto bajo y de cabello rojo como el mío, jugaba con un par de tijeras – ¿por qué demonios nadie se las confiscó? Comenzaba a colocarme nervioso. Además el tipo era, a mi parecer, el más siniestro de todos, si los otros tenían un aura oscura, éste la tenía negrísima, un agujero negro, señores.

Mi alegría fue infinita cuando nos indicaron que ingresáramos al edificio. Alivio. No más tijeras… por ahora. Mientras íbamos entrando nos volvimos a revolver y esta vez me convertí en un enano. A mi derecha, un gigante de tal vez 80 metros, cabello violeta, expresión perezosa y una bolsa de dulces en las manos. Tuve la intención de pedirle un poco, estaba comenzando a sentir hambre, pero al mirar mejor, con más detención, más lógicamente, concluí que mejor no.

A mi lado izquierdo, otro gigante, un gigante más pequeño podríamos decir. Cabello verde, rostro de intelectual. Y no es que sea de esas personas que porque ven un par de gafas en un rostro, deducen que se trata de una persona inteligente. No. Este tipo se veía perspicaz. Bajé disimuladamente mi vista a sus manos. Entre ellas tenía un… ¿Qué? ¿Qué era eso? ¿Un mapache?... – En serio, ¿Dónde consiguen esas cosas? ¿Llegué tarde  a la entrega de cosasquenopuedesentrarenuninternado? –. Bien, bien. Este no se ve tan malo. Eso pensaba hasta que vi esas vendas en sus manos. Madre Santa, ¿qué hizo este tipo con esas manos?

-Oye imbécil, fíjate por dónde vas – un empujón hizo que retirara mi vista del árbol intelectual… Uh. Era el moreno de pelo azul. Se ve enojado. En realidad se ha visto enojado todo el viaje. No podría decir si ahora está realmente molesto o no…

-Eh… Yo… Lo siento, no fue mi intención – Me a apresuro a disculparme, no quiero entablar malas relaciones, menos con el, al parecer, tipo más temperamental del grupo.

-No te ves arrepentido – me dijo el negro arrastrando las palabras. ¿Qué quiere decir? Nadie me ha enseñado a colocar esa clase de caras. Pero como no quiero que se enoje… más. Intento volver a disculparme.

-Pues mira mejor, maldito imbécil. Lo.siento.mucho – Ugh, no salió como esperaba. Pude observar como la vena en la sien del moreno palpitaba sangre, antes de que comenzara a gritarme… ¿ladrarme?

-¡¿A quién llamas imbécil?!... ¡Bastardo de mierda! – En ese momento se abalanzó sobre mí, probablemente para darme un puñetazo (No, si te iba a dar un besito, imbécil), pero fue detenido por el par de guardias que nos habían estado echando el ojo desde que habíamos comenzado nuestra pequeña conversación amistosa.

-¡Bien, alto! – ordenó la mujer rubia. Yup, creo que había dicho que se llamaba Alexa… Alexan... Eh… dejémoslo en Alex. – Ustedes dos, habitación 15. Alégrense, serán compañeros de cuarto – Uh, era una sádica.

Mientras los guardias seguían intentando detener a mi amigable compañero de cuarto, yo me adelanté a la habitación. Tal vez hubiese un gran armario que me llevara lejos de este lugar.

Cuando hice mis pasos dentro de la habitación, mi decepción fue aplastante. No había ningún puñetero armario, ni siquiera uno chiquito. Aunque, bueno, supongo que no podía tener tanta suerte. Era una habitación simplona, con dos camas distribuidas a cada extremo, a los pies de ambas una especie de escritorio, y nada más. Abrí los cajones del mueble. Supongo que aquí quieren que coloque todas mis cosas. Algo me dice que no tendremos precisamente muchas pertenencias en este lugar.

Luego de un rato. entra por la puerta el guardia que tuvo la amabilidad de salvar mi vida, junto al peliazul de mal carácter. Les dirigí una mirada afable. Tal vez tuvimos un mal comienzo, pero hay que hacer un esfuerzo por mantener la paz. El negro me devolvió una mirada feroz, cargada de odio. ¿Tú mamá no te enseñó que el odio a primera vista es malo, amigo? Intenté ignorarlo fijando mi vista en una cucaracha que se asomaba entre las patas de la cama. ¿Hola?

Estaba recibiendo mil años de muertes horribles, cortesía de la mirada de mi compañero, cuando el guardia me entregó rudamente una bolsa de plástico; incluso si me la hubiese lanzado en la cara, habría parecido un gesto más amable, que empujar la bolsa en mis manos. Creo que tengo derecho a decidir si quiero recibir algo o no. Examiné el dichoso objeto, al parecer todo lo que necesitaríamos estaba metido aquí. Procedí a abrirla. Lo primero que me llamó la atención fueron las mudas de ropa, sólo veía dos poleras grises, y dos overoles azules… tienen que estar jodiendo. Miré al guardia estupefacto. Al parecer el comprendió la causa de mi espasmo.

-¿Acaso nadie te dijo que harán servicio comunitario toda la temporada, niño? – el hombre me dirigió una sonrisa casi sádica. Mi expresión debió ser de real horror porque cuando me miró al rostro se largó a reír. Pero esto. Esto no es gracioso, maldita sea. Al parecer, no era suficiente que me mandaran a una correccional a pesar de que no he hecho nada malo en toda mi vida, alguien pensó que sería divertido obligarme también a hacer trabajo forzosamente comunitario.

-Qué demonios… - oí murmurar al negro peliazul. Al parecer a él tampoco le habían comentado nada –. No pueden obligarnos a esta mierda – terminó exclamando. El guardia sólo se volvió a reír e inició su camino a la puerta.

-Terminen de vestirse, a las 4 pasarán a buscarlos para iniciar la jornada – dijo mientras salía de la habitación. Uhg, al parecer si pueden obligarnos. Vi de reojo como mi compañero lanzaba la bolsa furiosamente contra el suelo. Trabajo comunitario, compañero con un humor del demonio. Bueno, podría estar peor, debería agradecer no tener que compartir habitación con el sádico de las tijeras.

Exactamente a las 4 un guardia abrió la puerta de la habitación y nos hizo salir. Parece que en estos lugares no existe la costumbre de golpear antes de entrar.

En el pasillo se encontraba la mujer rubia… Alex y los otros 4 sujetos del autobús. Nos indicó que le prestáramos atención – porque sólo lo explicaré una vez – de modo que nos colocamos todos frente a ella para escuchar su nuevo discursillo.

-¿Podrías darme espacio, por favor? – oí una voz detrás de mí. Me llevé un gran susto, no me había dado cuenta de que había alguien a mi espalda. Me volví y mis ojos se encontraron con los claros de un enano peliceleste. Hice una mueca de confusión. Nunca lo había visto, pero estaba vistiendo el overol azul, por lo que debería ser un internado también, tal vez uno antiguo.

-Lo siento, no te vi, apareciste de la nada – intenté disculparme con el enano.

-He estado aquí todo el tiempo – me dijo, su voz era autómata e inexpresiva al igual que su rostro.

-¿Todo el tiempo? Es la primera vez que te veo – cuando terminé de hablar oí una risa a mi lado.

-Es la habilidad especial de Kurokocchi – me dijo el un rubio alto que también venía en el autobus con nosotros –. Estoy seguro que tampoco te diste cuenta que venía en el bus.

-¿Venías con nosotros? – le pregunté notablemente sorprendido al bajito. Era imposible, había contado 6 personas en el autobús, incluyéndome.

-Como dije, he estado aquí todo el tiempo. Me llamo Kuroko – me dijo impasible mientras extendía su mano a modo de saludo. Yo seguía estupefacto, pero respondí al gesto de igual manera.

-Kagami – dije mientras estrechaba su mano en saludo.

-¡Y yo soy Kise! – dijo la rubia a mi lado. El sujeto era algo así como… excesivamente enérgico.

-A nadie le importa tu nombre, rubia escandalosa – dijo una voz al lado de Kise, conduje mi vista por delante del rubio para ver de quién se trataba. Era mi agradable compañero de cuarto. No me había dado cuenta, su voz sonaba distinta cuando no estaba gritando, era una voz gruesa y profunda… masculina. Sería agradable si siempre hablara así.

-Aominecchi, no tienes ningún derecho a llamarme escandaloso a mí. Todos vimos el numerito que formaste en la mañana – le replicó el rubio, ignorando el cabreado gesto del moreno.

-Efectivamente, Daiki. Tu comportamiento ha sido vergonzoso – agregó el pelirrojo sádico de las tijeras, uniéndose a la conversación.

-No te entrometas, Akashi… - dijo el moreno mientras su voz comenzaba a adquirir un tono más agresivo… oyéndolo, de esta manera tampoco sonaba  mal…

-Aka-chin está haciendo enojar a Mine-chin, entonces terminarán peleándose entre ellos – dijo el gigante violeta con un tono perezoso e infantil, arrastrando las palabras –. Aunque yo podría fácilmente aplastarlos ahora… - esta vez su tono cambió drásticamente, llegando a sonar increíblemente sombrío. Un escalofrío recorrió por mi espalda.

Pero aparte de la notable peligrosidad del grupo, había algo aún más horrible y preocupante respecto a esta situación. Algo que me molestaba enormemente. ¡Todos estos sujetos se conocen! Soy el único imbécil aquí que no conoce a nadie. Comencé a sentirme aún más fuera de lugar. Se acaba de sumar una nueva desventaja a mi situación, si estos tipos son amigos y yo por alguna razón inexplicable llego a molestar a alguno, probablemente vuelva a todo un grupo de delincuentes contra mí. Ahhh…Al parecer ningún dios me ama.

-Bueno, bueno – dijo Alex, llamando la atención de todos – a callar las niñas. Miren, chicas, esto es muy simple. Desde ahora y durante todo el tiempo que permanezcan en esta correccional, realizaran trabajos comunitarios todos los días. Deben pagar de alguna manera el daño que han estado haciendo a la sociedad hasta ahora, pequeños delincuentes. Ahora se les asignarán distintas áreas, hoy  deberán trabajar con su compañero de cuarto, aunque otros días tendrán que trabajar en conjunto o cómo a mí se me dé la gana, ¿entendido? – todos asentimos sumisamente. Qué puedo decir, la mujer es bastante persuasiva… - Bien, entonces…

La mujer nos asignó a todos nuestras respectivas tareas, nombrándonos por el número de nuestra habitación. A la habitación 15, la mía, se le encargó limpiar basura de un río escuálido situado cerca de la correccional. Estoy totalmente seguro que no tuvieron tiempo de pensar en algo más original e inventaron las tareas para salir del paso y mantenernos ocupados en nuestro primer día.

En fin, aquí me encuentro, levantando basura bajo un puente, al lado de un río con aguas turbias y hediondas. Me sorprende la cantidad de condones que he recogido, ¿de verdad creen que este es un buen lugar para hacer eso? Así es como comienzo a dudar del sentido común del mundo entero.

-¡…Pelirrojo! ¡Oye! – escuché que el moreno me había estado llamando. Probablemente hace un buen tiempo, pero yo no le había escuchado por estar pensando en condones y esas cosas. El punto es que Aomine parecía irritado, por lo que me apresuré a responderle.

-Uh… Disculpa, no estaba escuchando ¿qué pasa?

-¿Eres jodidamente sordo? Lo que sea, ya no importa – pero ahora yo tenía curiosidad.

-Ahora te estoy escuchando, dime – intenté persuadirlo.

-Ya no tengo ganas de hablar – respondió cortante para seguir recolectando basura. No pude evitar fruncir el ceño ante su respuesta. Pero lo cierto es que no me daría por vencido. La curiosidad nunca ha matado a nadie… humano. Me saqué los guantes y como era un día realmente caluroso, me quité la parte superior del overol azul y amarré las mangas alrededor de mi cintura, quedando con la camiseta gris. Luego me senté, observando como mi “afable” compañero hacía sus deberes.

-¿Qué crees que haces? – me preguntó Aomine cuando volvió su vista y me vió.

-Estoy planeando descansar en este lugar, en este preciso momento hasta que termine nuestro turno, a menos de que cierta persona se digne a decirme lo que me quería decir – le dije seriamente; tal vez soy un poco obstinado… En realidad yo no lo creo.

-No jodas conmigo pelirrojo… - dijo Aomine, su voz profunda estaba comenzando a rasgarse, como pasa cuando está enojado, volviendo su tono más grave y salvaje. Tal vez, sólo tal vez, desde ahora en adelante me encuentre haciéndolo enfadar con frecuencia. No es que me guste como suena su voz cuando se enfada… Sólo curiosidad.

Casi no reacciono cuando el moreno se lanza sobre mí, pero para mi suerte, tengo buenos reflejos y pude esquivar su tacleada rodando sobre mi costado, provocando que el moreno pasara de largo; el punto malo es que casi caigo al río, pero alcancé a frenarme para evitar darme un chapuzón.

Mi alivio no pudo durar lo que hubiera deseado, porque en cuanto el moreno se incorporó, volvió a arremeter contra mí. Esta vez no tuve tiempo de reaccionar, e intentando evitar el puñetazo que iba directo a mi rostro, di un maldito paso hacia atrás, que resbaló por el borde, haciéndome perder equilibrio y terminar cayendo de espaldas al río. Mientras iba cayendo intenté instintivamente aferrarme a algo, y mis manos se cerraron sobre el overol de mi compañero. Por un momento pensé que estaba salvado, eso, hasta que me di cuenta que ambos estábamos cayendo juntos al río. Dios, si estás ahí… jódete.

Hay muchas razones por las que odio el agua, todas muy razonables, ciertamente. Pero hay una que no es exactamente idealista… no sé nadar. Sip, nunca he aprendido a nadar, desde pequeño  odio el agua, así que nunca me meto a piscinas, nada de playa, nada de esas cosas, así que… ¿por qué debería aprender a nadar? Pero oh, Kagami, nunca pensaste que te ayudaría a salvar tu vida cuando te zambulleras en un río de aguas irónicamente profundas, mientras estás haciendo trabajo comunitario, con imbécil un poco más alto que tu empujándote más hacia el fondo… ¿nunca lo imaginaste? No.

Sentí como el peso del cuerpo de Aomine se alejaba, probablemente el sujeto ya había comenzado su ascensión a la superficie. Abrí los ojos, pero lo único que lograba ver eran manchas verduzcas y marrones en medio de una masa evanescente; haces de luz se filtraban trabajosamente. Casi podía distinguir el sol cuando miraba hacia arriba, en busca de superficie. Pero se alejaba cada vez más, y todo se volvía cada vez más oscuro. Yo intentaba mover mis brazos para empujar mi cuerpo a la superficie, pero era inútil, parecía que mientras más me movía, más me hundía. Mis oídos comenzaron a palpitar y mi cabeza se sentía como si estuviera siendo comprimida por un peso, mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente; no sabía cuánto tiempo había estado en el agua, probablemente algunos minutos, pero en ese preciso momento todo era atemporal, y mis ojos se cerraron completamente. Caí en la inconsciencia.

See you next time… maybe (?

Notas finales:

Bueno, eso es el primer capítulo. Como es algo experimental y lo publiqué para tantear terreno. Me gustaría saber sus opiniones para ver si continuarlo, si volverlo un two shoot, o si mejor lo convierto en un MuraKaga (¿) (encuentro entretenida esta pareja xD) aosaosjaojsoajosjoa o mejor aún, lo borró de la faz de la tierra y comienzo con otra cosa.

En fin, si leyeron hasta acá, se los agradezco mucho <3 


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