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Quédate a mi lado Rottenshipping por LizzieVidal

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Notas del fanfic:

Ni Yu-Gi-Oh! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen a Kamishiro Tsutomu♥, yo solo los ocupo para mis locas historias. :$  

Notas del capitulo:

Ni Yu-Gi-Oh! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen a Kamishiro Tsutomu♥, yo solo los ocupo para mis locas historias. :$  

Pues mi musa se inspiró en un Rotten hoy *-* espero les guste yo lo amé *-* como estoy amando cada uno de mis shippings alternos :$$ bueno, sin más espero que les guste. :3

 

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“No sé cuándo me enamoré de ti, pero ahí estaba el amor más imposible del mundo”.

 

—¡Dejen en paz a Yuya! -Grité molesto llegando junto al oji-carmesí poniéndome frente a él evitando que los bravucones que siempre lo molestaran siguieran haciéndole daño.

Una vez más estaban molestando al que ha sido mi mejor amigo casi desde que nacimos, mi madre y la suya tuvieron la dicha de conocerse en la universidad y volverse muy buenas amigas, por simple curiosidad del destino nos tuvieron por las mismas fechas así que él y yo crecimos juntos, a veces somos muy similares, pero en otra somos totalmente diferentes, eh aquí una de esas ocasiones…

Yuya es una persona muy alegre, es simpático sin pretender serlo, tiene una mirada encantadora y una sonrisa que enamora, la bondad de su alma puede verse reflejada en sus ojos.

Es tan lindo que no puedes evitar quererlo, es por eso que yo también lo quiero y siempre busco protegerlo de todos.

—Yuri… -Mencionó impresionado.

—De nuevo tú, Yuri -Mencionó Ryoga el chico que siempre disfrutaba molestarlo, fastidiado.

—Sí, de nuevo yo imbécil -Mencioné molesto.

—Idiota, eso solo lo hace más débil. Deja que la nenita pelee sus propias batallas -Mencionó mirándome mal.

—Tsk… Ni creas que llegaré a dejarlo -Mencioné molesto.

—Yuya… tu noviecito llegó a salvarte, ¿por qué no le demuestras que tú puedes salir de esto solo?, ¿ha? ¿O acaso eres realmente una nenita? -Mencionó en burla, en ese momento me jodieron sus palabras, esas serían las últimas que pronunciaría.

—Idiota -Mencioné poniendo la peor cara que puedo poner cuando están fastidiando a la persona que amo, me acerqué a él y le metí un puñetazo en la cara rompiéndole el labio -Te dije que dejaras en paz a Yuya -Mencioné tronándome los dedos de la mano con la que lo había golpeado, el chico había caído de sentón al suelo -Si vuelves a mencionar una sola palabra para dañar a Yuya… -Comencé a decir mirándolo fríamente -Te las verás conmigo.

—Lo siento Yuri, ya no volveré a hacerlo -Mencionó saliendo despavorido.

—Gracias Yuri… De nuevo -Mencionó Yuya apenado.

—Tranquilo, no es nada -Mencioné cambiando mi semblante para sonreírle.

—Debes estar aburrido de lidiar con los que me molestan casi todos los días -Mencionó afligido.

—Para nada, ya me acostumbré -Mencioné mirándolo con una leve sonrisa -Vayamos a mi casa, tu madre estaba buscándote -Mencioné encaminándome al lugar indicado, Yuya comenzó a caminar tras de mí.

Mientras caminábamos hacía mi casaba pensado el motivo por el que los chicos lo molestaban, miré a Yuya que iba caminando a mi lado, él me sonrió tan cálidamente que me hizo sentir como mi corazón daba un vuelco, eso era lo que pasaba, los chicos lo molestaban precisamente por eso, porque él era hermoso, porque se sentían atraídos por él y no sabían la forma correcta de desquitar esas emociones, lo que lograba que solo trataran de hacerle daño para sentirse mejor ellos mismos.

Estaba fastidiado, si alguno se daba cuenta de eso realmente sería una amenaza para mí y no podía haber alguien más, solo yo podía estar junto a Yuya, aunque… tal vez yo no podría estar para siempre con él.

Llegamos a mi casa después de unos cinco minutos de camino, mi madre y la suya estaban en la cocina esperándonos, al vernos llegar nos saludaron amorosamente y después nos dejaron marchar, yo sin pensar me dirigí al jardín trasero tenía que regar a mis pequeñas bebés.

Me dirigí a mi vivero personal, este estaba lleno de diversas plantas, pero mis plantas especiales, mis bebés, eran mis muy queridas plantas carnívoras, eran una belleza, no podía simplemente dejar de amarlas.

—Por lo visto sigues amándolas -Mencionó Yuya llegando al vivero con una gran sonrisa.

—Claro que no, no dejaría de amarlas, son la segunda cosa más hermosa de este mundo -Mencioné sonriéndole.

—¿Qué es lo primero? -Cuestionó intrigado.

—Ese es mi secreto -Mencioné sonriéndole, no podía simplemente decirlo porque para mí la primera cosa más hermosa en este mundo era él.

—Que malo eres -Mencionó haciendo un puchero.

—¿Tan malo soy? Tal vez debería dejar de ayudarte cuando te molestan para que veas que malo soy… -Mencioné restándole importancia a mis palabras mientras seguía arreglando detalles de mis bellas plantas.

—No… -Mencionó débilmente -No podría hacerlo solo -Mencionó afligido.

—Yuya… tenemos 18 años, deberías considerar que no estaré toda la vida a tu lado -Mencioné algo deprimido, pero sin que él pudiera darse cuenta de eso.

—¿De qué estás hablando? -Cuestionó extrañado.

—La universidad, tonto, ¿qué más? -Cuestioné irónicamente.

—¿Ya elegiste una? No puede ser… eElegiste una a las afueras de Maiami -Mencionó sorprendido.

—Si… -Mencioné débilmente, realmente no quería irme, por mí me quedaría toda la vida a su lado, pero él no me necesitaba, no más de lo que yo a él, era mejor poner un poco de distancia entre nosotros.

—Yuri… Pensé que seguirías aquí -Mencionó afligido.

—Vamos… No es como que fuera el fin del mundo -Mencioné tratando de sonreír.

—Para mí lo es… -Mencionó bajando su mirada tomando su brazo izquierdo con su mano derecha.

—¿Por qué dices eso? -Cuestioné intrigado, sus palabras habían hecho que mi corazón comenzara a latir fuertemente.

—¡Por qué has estado conmigo toda mi vida! ¡No pretendas marcharte así de fácil! -Mencionó en un reproche molesto, unas cuantas lágrimas comenzaron a bajar de sus bellos ojos carmesí, yo me sorprendí al verlo.

—Yuya… -Mencioné impresionado.

—¡Cállate! -Mencionó molesto mientras se iba corriendo del lugar, no entendía que había pasado, pero verlo llorar de esa manera pesaba en mi corazón, más tarde hablaría con él, solo quería que las cosas se calmaran.

Después de unas cuantas horas, un poco después de ponerse el sol me dirigí a su casa para verlo, debía hablar con él, debía hacerlo antes de tomar una mala decisión.

Al llegar a esta su madre salió a recibirme indicándome que Yuya había salido con unos amigos, me lo pensé por un momento, tenía que haber ido con Sora, Gongenzaka y Sawatari, solté un hondo suspiro.

Al no lograr nada caminé hasta el parque, estaba fastidiado, fastidiado de no poder decirle a Yuya lo que sentía, de no poder hacer que él estuviera definitivamente conmigo y mucho más de querer poner distancia con él para tratar de olvidar algo que eh sentido toda mi vida y que no sería posible.

Me senté en un columpio, disfrutando de la fría brisa que corría, las estrellas eran mi única compañía esa noche, sin duda ya no podía hacer más, sentí como mi corazón se torturaba dentro de mi pecho, no quería irme, pero debía hacerlo, ya no había más, era la peor y más triste noche de viernes, pero todo acabaría pronto ya que me iría el domingo por la mañana a Tokio para hacer los trámites para la nueva escuela el lunes a primera hora.

Estuve no sé, unas dos horas tal vez en el parque y después me dirigí a mi casa, entré pesadamente y subí las escaleras para dirigirme a mi habitación, quería llegara hacer las maletas y preparar todo lo necesario para el domingo.

Mientras organizaba todo, mi madre se asomó por el marco de la puerta mirándome con una leve sonrisa.

—Yuri… ¿pudiste hablar con Yuya? -Cuestionó sonriendo débilmente, yo solo negué con la cabeza continuando en lo mío -Hijo… ¿Realmente estás haciendo lo correcto? -Cuestionó afligida.

—Sí, lo estoy haciendo -Mencioné dejando lo que hacía para mirarla, mi madre entró a mi habitación y se sentó en la cama haciendo que yo hiciera lo mismo.

—¿Qué pasará con Yuya? -Cuestionó sonriéndome afligida.

—¿Qué pasará de qué? -Cuestioné tratando de sonar normal, no quería hablar de él, no en ese momento.

—Hijo, soy tu madre, ¿no me dirás que es lo que pasa? -Cuestionó amorosamente.

—No entiendo de que hablas -Mencioné haciéndome el desentendido, ya veía venir a donde llegaría la conversación.

—Si quieres a Yuya ¿por qué te marchas? -Cuestionó finalmente, sentí como un gran peso volvió a colocarse en mi corazón.

—¿Desde cuándo lo sabes? -Cuestioné con mis orbes temblando levemente.

—Desde siempre, supongo que una madre no puede evitar darse cuenta cuando su hijo ama a alguien -Mencionó sonriéndome de una forma más sincera.

—Madre… -Mencioné apenado, ella solo me sonrió.

—Yuya también te quiere -Mencionó haciendo que mi corazón punzara.

—No de la forma en la que yo lo quiero -Mencioné triste.

—¿Acaso ya le preguntaste? -Al escuchar su pregunta negué con la cabeza.

—No es necesario, puedo darme cuenta -Mencioné sintiendo como las punzadas en mi corazón aumentaban.

—Yo no mencionaría eso si no estuviera seguro completamente de esas palabras -Mencionó cruzándose de brazos -Al menos despídete de él podrías arrepentirte de no hacerlo -Mencionó acercándose a mí para darme un beso en la frente, yo no dije nada, solo bajé mi rostro apenado.

Miré a mi madre marcharse de mi habitación, una vez solo me puse a pensar en las cosas, tal vez sería bueno hablar con él y confesarme, pero tampoco quería perderlo, sentí que eso no iba a soportarlo.

Con todo el dolor de mi corazón tomé mi celular y marqué su número, le pediría verlo, esa podría ser la última vez que lo vería.

El celular sonó y sonó mandándome la llamada a buzón, marqué de nuevo unas cuatro veces y pasó exactamente lo mismo, asumí que no quería hablarme, era mejor no molestarlo.

Terminé de arreglar mis cosas y me di una buena ducha, al terminar me fui directamente a mi cama, solo quería ir a dormir, ya era mucho por un día.

El sábado no pude contactar por ningún medio a Yuya, me lastimaba ya que era el último día que estaría en Maiami y saber que ni siquiera había podido despedirme de él dolía, pero nada podía hacer.

Ya era domingo por la mañana, ya no había vuelta de página, tenía que irme, con todo el dolor de mi alma me despedí de mi madre y le entregué una carta, le pedí que se la entregara a Yuya en cuanto lo viera, ella asintió sin preguntar más.

En la carta que había escrito le confesaba a Yuya todo lo que sentía por él, todo lo que estuvo dentro de mi pecho durante toda mi vida, había guardado tantos sentimientos dentro de mí que había tenido que escribir al menos cuatro cuartillas, solo para explicar una pequeña parte de todo lo que él me hacía sentir.

Me dirigí a la estación de Maiami, aún era temprano, pero no quería irme a las carreras, mi tren salía hacia Tokio a las once de la mañana y aún eran las nueve.

Al llegar a la estación me senté en la sala de espera, tomé mi celular para revisar la hora, 9:15am, solo habían pasado quince minutos, solté un suspiro afligido.

Busqué entre mis contactos, él número de Yuya encabezaba la lista de favoritos, pensé en volver a marcarle, solo para decirle que se cuidara o algo, solo quería escuchar una vez más su voz, solo quería que él me respondiera, más no lo hice, no marqué, no quería presenciar el final.

El tiempo en la estación pasó lento, demasiado lento realmente, estaba fastidiado, pero al fin faltaban diez minutos para poderme largar de una buena vez de Ciudad Maiami, de la ciudad que había amado desde pequeño, la que me había visto crecer, donde se encontraba la persona que yo más amaba en este mundo.

Cuando por fin anunciaron que podíamos abordar sentí como mi corazón se estremeció dentro de mi pecho, me sentí pequeño, me sentí indefenso, no podía hacerlo, pero no podía dar marcha atrás, caminé hasta la fila de abordaje sacando mis boletos de mi maleta, ese era el adiós, un adiós que ni siquiera podía haber sido pronunciado, ya todo estaba perdido, al menos para mis sentimientos por Yuya.

—¡YURIIIIIIII! -Escuché un gritó de una voz que yo tan bien conocía, de la única voz que me hacía sentí todo o nada con una sola palabra.

—¿Yuya? -Cuestioné torpemente dándome la vuelta, al hacerlo pude verlo venía corriendo hasta donde estaba y traía unos papeles en la mano, finas lágrimas caían de sus ojos, al poner suma atención a los papeles de su mano pude darme cuenta que era mi carta, no podía creer que la hubiera leído tan pronto.

—¡Yuri! -Mencionó llegando a mi lado y me abrazó con euforia, yo me sorprendí, no entendía que pasaba.

—Yuya, ¿qué haces aquí? -Cuestioné tratando de separarlo un poco de mí, mi tren estaba por partir, debía abordar.

—No te dejaré ir, no puedes irte, no puedes dejarme -Mencionó abrazándome con muchísima más fuerza.

—Yuya, mi tren está por salir -Mencioné son mi voz entrecortada, dentro de mí, sentía como se estaban desbordando todas las emociones que había mantenido guardadas.

—No voy a dejarte ir después de saber que tú también me amas -Mencionó entre sollozos.

—Yuya, no hagas esto más difícil… -Mencioné frustrado, tal vez solo decía eso para evitar que me fuera, no quería que las cosas fueran así.

—¡¿Por qué demonios insistes en irte cuando más te estoy queriendo?!, ¡¿cuándo más sé que tú sientes lo mismo que yo?! Lo mismo que he sentido todos estos años, que tú también siempre has estado enamorado de mí como siempre lo eh estado yo de ti -Mencionó mirándome con molestia soltándome, mientras mencionaba todo seguía llorando, eso hacía que su rostro hubiera adquirido un tono carmesí muy curioso, sentí que ya no podía más, si él realmente estaba enamorado de mí... ¿por qué diablos me iba?

—¿Tú también sientes lo mismo? -Cuestioné aún incrédulo de sus palabras, sentí como una lágrima bajó de mi ojo derecho, no podía creer lo que había escuchado, debía estar soñando o en un estado lucido.

—¡Si te lo estoy diciendo es porque es así! -Mencionó cerrando fuertemente sus puños, que comenzaban a enrojecerse por la fuerza aplicada.

—Yo… Yuya -Mencioné acercándome a él para plantarle un beso en sus labios, tantas emociones pasaban por mi cuando pude sentir sus labios en los míos, estos eran una caricia necesaria, sentía que vivía al poder besar por primera vez sus labios él correspondió el beso, sus labios me besaban con ansiedad, como si la vida se nos fuera ir en ello, pasé mis brazos tras su cadera y el pasó los suyos detrás de mi espalda haciendo que nuestros cuerpos se juntaran mucho más, parecía que nos iban a desgastar los labios de tanto besarnos, pero eso solo era el resultando de tantos años callando un amor que era totalmente correspondido.

—No te vayas Yuri… Quédate a mi lado… Te necesito conmigo, yo te amo -Mencionó débilmente al separar nuestros labios para recuperar un poco de oxígeno.

—No me iré a ninguna parte, yo también te amo Yuya… -Mencioné sonriendo mientras secaba las lágrimas que habían caído de mis ojos sin que yo me diera cuenta, por fin podía decir esas palabras que habían estado guardadas para él exclusivamente desde hacía mucho tiempo, yo también podía escuchar esas palabras que tanto había soñado escuchar de su boca.

—Gracias por quedarte -Mencionó sonriéndome cálidamente mientras volvía a besar mis labios con ímpetu.

—¿Joven abordara el tren? -Una voz un poco grave me sacó de mi mundo con Yuya, era el hombre que recibía los boletos para poder acceder al tren.

—No, ya no iré a ninguna parte, pero muchas gracias -Mencioné sonriendo tomando la mano de Yuya, este apretó levemente mi mano sonriéndome cálidamente, el señor asintió indicando que era hora de partir.

—¿Qué pasará con la universidad? -Cuestionó Yuya recordando el porqué de mi partida.

—Descuida, aquí aplicaremos juntos a la misma universidad, no puedo dejarte solo a merced de los bravucones que andan tras de ti -Mencioné divertido provocando que Yuya me diera un leve golpe en el hombro.

—Oye… Te agradezco todo eso -Mencionó abrazándome fuertemente.

—No tienes nada que agradecer -Mencioné feliz -Solo debes aceptar ser mi novio y con eso me recompensarás mucho -Mencioné sonriéndole.

—¡Acepto, seré tu novio! -Mencionó emocionado recargando su rostro en mi hombro.

—Yuya, eres tan lindo -Mencioné besando su mejilla tiernamente, este solo se sonrojó ante mis palabras -Por cierto… ¿Cómo recibiste tan rápido la carta? -Cuestioné intrigado.

—Tú madre la llevó a mi casa, dijo que era importante que la leyera y bueno… no se equivocó -Mencionó sonriéndome.

—Al perecer le debo una a mi madre -Mencioné soltando un suspiro.

—Le debemos una -Corrigió mi ahora novio con su dulce sonrisa tatuada en sus labios -Vayamos a casa amor, es hora de volver -Mencionó apretando mi mano de nueva cuenta para comenzar a caminar y que fuera tras él, yo asentí comenzando a caminar con él mientras seguíamos tomados de la mano.

 

Tantos años había callado un amor correspondido por miedo a perder a Yuya, sin imaginar que él sentía lo mismo que yo, pero ahora estábamos juntos y todo seguiría siendo lo mismo, claro a excepción del hecho de que ahora éramos novios y que todos se enterarían para que de una vez por todas dejaran de meterse con él, pero de igual manera si hubiera uno que otra que intentara pasarse de listo siempre estaría yo para protegerlo.

 

----Fin----

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Notas finales:

Y esto es todo por el fic de hoy *-* ¡Vaya! Estoy exprimiendo mucho a mi musa con los shippings alternativos, ya llevo cinco *-* soy feliz jaja, bueno yo me despido, espero que les haya gustado y bueno, nos leemos pronto en otra loca historia, hasta luego n.n  


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