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Y asi será por SYRY

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Notas del capitulo:

Estoy sin i-net, asique me retrasaré aun más en actualizar T.T este es un regalito a todas las bellas que me apoyan ¡¡besos!!

Disclaimer:' Los personajes de yugi-OH! No me pertenecen. Al igual que tampoco la letra de la canción. Estos pertenecen a sus creadores y respectivos socios. Este fic es un fic por y para fans, no saco nada a cambio más que sus amables comentarios.

‘Campaña' no permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo. Si conoces una historia robada, denúnciala, no te quedes callado/a. Campaña promovida por Katrinna Le Fay a la cual se adhiere Syry.

Dedicado:' a todas y todos aquellos que esperan mis fics. Siento no tener la capacidad para continuarlos, de veras que lo lamento, pero es algo que no logro evitar. Especialmente dedicado a:

-Águila Fanel, por su constante apoyo

-Paulyta, por ayudarme con mi fic *^^* --el mérito de la 1º parte pasada es suyo u.u yo no tengo ese nivel XD-- (ojalá te guste como quedó y que no haya muchas faltas >.<)

-Yura, porque en todos mis fics de yugi-OH! Me ha dejado un RR y hasta 2, muchas gracias -creo que era yura XD)

-Y a Luna Shinigami, Kaede Sakuragi, Lexus y Yakumo, pues gracias a ellas me metí en el mundo yaoi del universo de yugi-OH!Y ya, dejo de enrollarme y os dejo con este pequeño, pero lindo fic - o eso espero-de la maravillosa pareja Seth-Seto /Jono-Joey *^^*

En cursiva----escenas del pasado

"entre" pensamientos

Normal---presente

Negrita, cursiva y subrayada---letra de canción

Y ASÍ SERÁ

SONFIC BASADO EN LA SERIE YUGI-OH!

Por Syry

ONE-SHOT

 

-Pronto todo acabará... y no quiero-dijo un joven de rubios cabellos y oscura tez, por los fuertes rayos de sol de Egipto, a la par que se abrazaba al cuerpo moreno que se hallaba a su lado.

-Te juro, que nada ni nadie nos separará, tardé demasiado en darme cuenta que te amaba, como para perderte por una guerra.-le contestó el castaño, besando dulcemente los rubios cabellos de su pareja

Seth sabía que no era lo correcto, eso fue lo que lo hizo dudar tanto tiempo, pero aún cuando escogiese de nuevo su destino, lo elegiría de nuevo a él. Sus manos acariciando su cuerpo como un artesano; tocando su corazón, su alma…ahora, tomada la decisión, no se arrepentía de haber conocido el amor en aquel chico, él había hecho lo que nadie creyó hacer… sentir…

Algo tan sencillo como sentir…

-Si se enterasen... te matarían... – acarició la mejilla del sacerdote con preocupación.

-¿Por qué? ¿Por amar? Entonces no hay mejor muerte que esa.

-Yo no quiero que mueras por mi culpa

-Sabes que no sería por tu culpa – le dio un fugaz beso en la frente, no quería que el rubio se sintiese culpable de lo que los unía, de eso no.

-Seth, te metiste con un esclavo, peor, con un hombre, y más encima, como sumo sacerdote, debías conservar tu castidad

-Jono... -le besó lentamente en los labios-no existe otro lugar, otra manera, otra persona, que me atraiga más que perderme en tus ojos

-Si le decimos al faraón... quizás...

-No... sabes que el también te echó el ojo, mejor quedémonos aquí, amándonos, hasta que llegue el odiado amanecer, porque será el único capaz de arrancarme de tus brazos.-dijo, siguiendo a sus palabras un largo beso, lleno de amor... que se transformó en necesidad y deseo.

Jono… aquel esclavo que cambió los grilletes por las ataduras de la pasión, por primera vez sentía que era más que una cosa, que era importante para alguien. Aullaba como un perro salvaje… no le importaba el mañana, era esa noche en que era uno con aquel que se había transformado en una divinidad personal.

Que esa noche, que Egipto y el faraón se fueran al mismísimo infierno…

Sólo existían Seth y él… y nadie más…

Un joven castaño despertó más temprano de lo habitual, bastante sudado y con la respiración agitada. Acababa de tener un sueño... una pesadilla, donde el y su enemigo, el perro, eran amantes... en el antiguo Egipto.

Se levantó y dirigió a la ducha. Se desvistió con parsimonia, metiendo ordenadamente su lindo pijama de seda en el cesto de la ropa sucia. Luego abrió el grifo de agua fría al máximo, y apenas una vuelta el grifo del agua caliente. Se metió bajo el chorro de agua y memoró el sueño.

Quizás, el perro le había pedido a yami, el ‘faraón’ que le hiciese tener una alucinación del ‘pasado’ para atormentarle, pues no veía explicación lógica. No creía ni en el destino, ni en vidas pasadas, creía en sí mismo y en el presente. Seguro que todo era una mala jugada que su cansada y estresada mente le había jugado.

Salió de la ducha, cerrando antes ambos grifos, y rodeó su cintura con una suave y blanca toalla de algodón. Se situó frente al espejo, y se afeitó, aunque mucha falta no le hiciera. Se echó su loción favorita, se perfumó con un perfume francés, peinó sus domables cabellos, los cuales ni necesitaban gel, lavó sus dientes, se echó desodorante y salió rumbo a su habitación.

Anduvo hasta su guardarropa, donde sacó un traje de color azul marino, una camisa de un azul tan pálido que parecía blanco, y una corbata de seda de un azul eléctrico. Dejó todo encima de la cama y se encaminó hacía su cómoda, donde guardaba la ropa interior, escogiendo un bóxer de color blanco, rompiendo la monotonía de las gamas de color azul.

Secó su perfecto cuerpo con cuidado y delicadeza y se vistió. Luego fue hasta el espejo y, satisfecho, observó su aspecto, acordándose de que se le olvidaban los calcetines y los zapatos. Volvió a la cómoda y sacó unos calcetines de media negros, y al lado estaba su zapatero, del que sacó unos impecables zapatos de vestir negros, sin cordones ni brillo.

Cogió con una mano el maletín de su laptop, se echó la mochila al hombro, y sostuvo con la mano libre su gabardina blanca. Salió por fin de su dormitorio, una hora antes de lo que solía hacerlo y bajó hasta la cocina. Se sirvió un café y lo apuró de un trago, luego, en vez de llamar a su chofer, cogió su BMW negro y condujo hasta Kaiba Corp.

Al llegar al aparcamiento de su imperio, bajó con elegancia digna de él de su coche y se encaminó hasta su ascensor privado. Introdujo la clave de acceso y llegó en apenas un par de minutos a la planta donde solo se hallaba su oficina, a la cual entró seguidamente. Se sentó en su amplio sillón de cuero negro y dejó su maletín y su laptop en el escritorio. Luego de esto suspiró.

Kaiba corp no era solo su empresa, su imperio, su cárcel... era mucho, mucho más. Era el lugar donde, protegido de todo, se veía realmente a seto y no a kaiba. Por supuesto, sólo lo hacía en la intimidad y seguridad de su oficina.

Lejos de todo lo que los demás piensan, seto pasa demasiado tiempo en su oficina no precisamente trabajando, sino pensando. Una cosa que en la comodidad de su hogar le es imposible hacer, puesto que si se encerrase, preocuparía a su hermanito todavía más.

Y eso jamás lo permitiría.

Se maldijo a si mismo y al maldito Yami, seguido del perro, pues el sueño no se marchaba de su mente. Hoy era domingo, por lo que no tenía clases, por lo tanto había decidido pasar la mañana en su oficina. No había nadie más en todo el edificio de Kaiba Corp. Y eso lo dotaba como el lugar idóneo para pasar el rato en la más absoluta soledad, como él necesitaba.

¿Por qué ese sueño le había turbado tanto? ¿por qué QUERÍA que fuese real? ¿por qué mientras duró deseó ver más, como si añoraba lo que en el sueño pasaba? ¿por qué no era el primer sueño?

El primer sueño sucedió cosa de un mes. Ese ni los demás se iban aún de su memoria. Todos se sucedían uno tras otro en la misma línea temporal: Hace cinco mil años, en Egipto. Se sucedían uno tras otro, desde que Seth y Jono se conocieron, como se peleaban, como el faraón se declaró al esclavo, como Seth se encelaba y reclamaba a Jono como esclavo para si, como empiezan su relación meramente sexual y como, poco a poco, se enamoran. Hasta esa mañana.

Esa mañana había soñado con la noche ‘final’ y le había dejado con un extraño sabor de boca. Como si la historia debiera continuar, como si él la tuviera que continuar. Se inclinó sobre si mismo, apoyando los codos en las rodillas y la cabeza en las manos. Esto no podía suceder, no podía volver a sentir. Simplemente no debía.

Cuando Seto conoció al perro, la reacción de su cuerpo fue instantánea: fue como si lo conociese de muchísimo tiempo atrás y, a la vez, como si no lo conociese de nada. Lo observó desde entonces. Aunque el primer choque fue también instantáneo. Discutieron sin parar desde entonces.

Pero, pese a los motes, los insultos y las peleas, se conocían uno al otro más de lo que ninguno sería capaz de reconocer en voz alta. Sabían de sus patéticas vidas, de sus problemas, de sus ‘caretas’. Pero eso no era lo que en este momento atormentaba a Seto. Lo que le preocupaba es que se volvía a sentir confuso con respecto a sus sentimientos hacia el perro.

Hace unos meses se sentía como ahora. No paraba apenas en casa, no dejaba de trabajar y así, intentaba evitar el pensar en esos extraños sentimientos.

Sentía, por imposible que parezca, sentía. Y no odio o asco, sino deseo... y celos. Celaba al cachorro como a nadie más. Odiaba que le sonriera a sus amigos, que los abrazara, que bromeara para ellos. Y lo deseaba. Deseaba besarle en cada parte de su cuerpo, deseaba ¡venerar! Ese templo de placer, y poseerlo hasta desfallecer.

Y eso sin duda no fue lo peor. Lo peor fue cuando se dio cuenta que queria más que su cuerpo, quería convertirse en su todo, en el ser al que mimar, al que consolar.... queria que el cachorro diese todo por él. Y para rematar se sentía capaz de hacer de todo por su cachorro. Sentía amor por ese maldito cachorro, con la misma intensidad que amaba a su hermano, aunque de distinta manera.

Cuando decidió que sólo era una tonteria, guardó en lo más recóndito de su corazón, esos sentimientos, fue cuando comenzaron esos extraños sueños, que el decidió que eran pesadillas, que le seguían allá donde fuera. El que le seguía con más intensidad, era el de cuando Seth conoció a Jono.

Egipto estaba vestido de fiesta. El Faraón Atemu celebraba ya quince años. Millones de personas se reunian en los alrededores de palacio con presentes para el faraón. Muchos de ellos portaban alhajas, esclavos y frutas exóticas. Otros más ricos llevaban de las tres cosas.

Destacaba entre la multitud un hombre encapuchado que llevaba una gran jaula de hierro cubierta por la mitad superior con una manta color arena. Casi todos supusieron que sería algún animal salvaje o alguna rareza, pues solo se veía la plancha de hierro grueso que servía como base.

La fiesta dio comienzo y los invitados entraron uno por uno al inmenso palacio. Cuando dio la media noche, las personas que portaban presentes se colocaron en una fila frente al faraón, quien veía los regalos sin interés alguno y pronunciaba escuetos ‘gracias’ por cada regalo. Cuando llegó el turno del hombre de la jaula todo quedó sumido en silencio.

El hombre se acercó cabizbajo, aunque con paso seguro, al trono donde estaba sentado el hermoso faraón. Al lado se hallaba el sumosacerdote del alto Egipto: Seth. Cuando llegó a los pies del trono, se arrodilló frente a su señor y habló.

-Mi señor, os traigo como presente a un joven muy especial: posee los cabellos del color del sol, los ojos de un bello color dorado y la piel de un tono tostado esplendoroso y ciertamente claro comparado a los demás. Es un joven esclavo aún puro, su virtud no ha sido aún mancillada-al terminar de decir esto quitó la tela que cubría la jaula y todos abrieron grandemente los ojos.

Dentro de esta se hallaba un joven como el hombre había descrito, aunque había omitido decir que su belleza era celestial. Le rodeaba como un aura inocente y sensual, su boca, grande de carnosos labios rosados, su pequeña y graciosa nariz, sus largas y castañas pestañas, la esbeltez de su cuerpo.

Y también omitió que lo llevaba con grilletes en manos y muñecas, un simple taparrabos y un pañuelo en la boca. Su expresión era enfadada y su mirada desafiante. Agarraba los barrotes sacudiéndolos de manera frenética.

-¡Quítele la mordaza!- ordenó luego de pasar saliva el faraón. El hombre encapuchado obedeció sin rechistar. Cuando el joven rubio se vió sin la molestosa prenda en su boca, comenzó a despotricar entre gritos.

-¡Maldito hijo del peor insecto!, ¡suéltame! No pienso servir a nadie, ni aunque este sea el faraón, un soberano que no respeta la vida de sus súbditos, que son quienes le consiguen el alimento-dijo, asombrando a todos y poniendo en marcha a dos guardias que lo querian asesinar por calumniar a su señor.

-¡Deteneos!-dijo el joven faraón con voz firme parando a los guardias. Se puso en pie y se acercó a la jaula.-Según vos-comenzó ha hablar con respeto- No respeto la vida de mis súbditos, y no hago nada por ganarme lo que como... tenéis agallas muchacho, ¿cómo os llamais?

-Mi nombre es Jono, hijo del bastardo que está a mi lado-dijo escupiendo las palabras.

-Jono... debéis ser domesticado primero, Seth... ¿te encargaras?-le preguntó Atemu a su primo, el sumosacerdote, quien se situó al lado de su señor

-Preferiría no tener que encargarme de un perro, pero si insistíis en que lo haga yo, realizaré mi tarea lo mejor que sé-le contestó

-¡No eres nadie para llamarme perro, maldito!-protestó el esclavo

-Soy el sumosacerdote, soy el primo del faraón, soy muy superior a ti, y durante un tiempo tu amo, tengo todo el derecho, perro-presumió, aclaró y justificó el castaño, remarcando la ultima palabra.

-¡No eres más que un vil humano, un ególatra y excéntrico, no eres superior a mi, como un demonio!-dijo el rubio aporreando los barrotes

-Maldito perro del desierto, te juró que me las pagarás-amenazó Seth

-Inténtalo-retó el rubio

Y desde allí, comenzó una rivalidad muy polémica y conocida en todo el alto Egipto. Una rivalidad que trajo el amor... corazones rotos... y una cruenta guerra.

Cuando Seto conoció a Joey también se pelearon casi inmediatamente. No sabía si creer o no en esos sueños, lo único que sabía es que si no aclaraba pronto las cosas se iba a volver loco, completamente loco.

Se levantó, no sin cierto desgano, del sillón y recogió sus cosas, consciente de que no iba a conseguir nada allí. Cuando llegó al aparcamiento, abrió el maletero y aventó el saco, la corbata, el maletín y la gabardina sin cuidado alguno y cerró el maletero de un portazo. Se arremangó la camisa hasta los codos y se subió al coche. Arrancó y fue a ver a la única persona que se lo podría aclarar sin decirle nada a nadie.

Llegó a los quince minutos después. Aparcó con maestría y bajó del coche, cerrándolo a distancia desde la puerta del museo de domino. Entró pese a que estaba con el cartel de cerrado colgado, y buscó a la mujer que le daría las respuestas: Ishizu Eshtar

La encontró sentada frente al gran mural que representaba la batalla final de monstruos entre Atemu y Seth.

-Te esperaba... aunque he de reconocer que creía que tardarias más- Comenzó la mujer de piel morena.

-No te importa eso; sabes porqué estoy aquí así que suelta la explicación- respondió Seto a la defensiva.

-Joey Wheeler tardó menos que tú. De hecho, me visita todos los días desde que comenzó a soñar. Debería estar al llegar- dijo como ‘¡distraida!’

-Buenos días Ishi... ¿¿¡¡qué hace el ricachón engreído aquí??!!-dijo el rubio, sorprendiendo a los presentes por el portazo que metió.

-Buenos días Joey, Kaiba vino ha hacerme una consulta... al igual que tú-dijo Ishizu con una enigmática sonrisa. Joey se sonrojó fuertemente y Seto interiormente quiso que la tierra se lo tragara.

 

Mi amor te espero tantos años

lo supe cuando te vi

Mi amor te soñó en tantos sueños

y estas aquí

 

 

-"Interesante, al parecer no era tan ‘imposible’ de juntar en esta época como pensaba el faraón"-pensó Ishizu sonriéndose-por favor Joey, siéntate, os lo aclararé todo a ambos a la vez

-No pienso compartir el mismo aire que el perro-dijo Seto a la defensiva

-¡Hey! Quien no esta deacuerdo soy yo... ¡¡y no me llames perro, maldito ricachón!!

-¡SENTAOS!- gritó ‘dulcemente’ la mujer egipcia.

Joey no rechistó, Seto se volvió a sentar aunque la miró fatal y no volvió la vista hacia el rubio. Ishizu se puso en pie y se situó dándoles las espaldas y mirando al muro. Luego de un tiempo que a ambos chicos les pareció demasiado, comenzó ha hablar.

-Vuestras dudas me sorprenden, pues los sueños han revelado gran parte del pasado. Aunque aún os falta ver la batalla final desde el principio... decidme claramente... ¿qué dudáis?- les preguntó volviéndose a mirarlos.

Ambos callaron. Ninguno pensaba en exponer sus dudas ante el otro. Ishizu frunció el ceño y se acercó a Seto.

-Kaiba, jamás has venido ante mi por placer, no calles, sabes que de todos modos sé los porqués

-Si lo sabes, ¿para que preguntas?-preguntó con recelo

-Pregúntame

-Quiero saber porqué demonios sueño eso, no creo que en el pasado yo fuese Seth, y si lo fuese, jamás me liaria con un perro callejero-rumió Kaiba con enfado

-Los sueños, son reflejos del alma. Muestran aquello que deseamos o tememos. Ahora pues, respondeme... ¿deseas o temes?-le preguntó con evidente, doble intención.

-Jamás he tenido miedo y creeme que no sería capaz de desear al cachorro "al menos no ‘en voz alta’"-contestó

-De momento he terminado contigo-dijo la morena volviéndose al rubio- ¿Cuál es tu duda de hoy Joey?

-Hoy soñé con la última noche de Seth y Jono-dijo sin despegar la vista del suelo- Sentí el amor que los unía, sé de la guerra, pero... ¿cómo fue que Seth murió, si tenía el mismo poder que Atemu?

-Por amor...-ambos, Joey e Ishizu levantaron la mirada y vieron que Seto miraba con los ojos abiertos a un fantasma frente a él... A Seth... era el antiguo sumosacerdote quien había respondido. El espectro siguió hablándoles.-La guerra fue por demás cruenta, los cadáveres caían uno a uno, los esclavos eran escudos vivos para sus amos... yo había encerrado a Jono en mis aposentos, rezando para que se quedara allí... pero mi inquieto cachorro no pudo soportarlo y se escapó...

>>Vagó durante horas entre cadáveres, luchando con el Dragón negro de ojos rojos que le regalé, venciendo a todo oponente que se pusiera en su camino... cuando llegó a mi, Atemu estaba lanzando su último ataque... yo sabía que no iba a morir, que mis dragones morirían por mi, pero mi sol no lo sabía y se lanzó hacia mi.... cuando vi esto, perdí el control sobre mis dragones y sobre el escudo que formaban, y cubrí a Jono con mi cuerpo... mi vida llegaba a su fin...-Seth levantó los brazos y los cuatro vieron la despedida de Seth y Jono

Jono estaba apresado entre los musculosos brazos del sumosacerdote. Lloraba a lágrima viva.

Seth se levantó con un poco de dificultad y se sentó en el pasto de sangre que le rodeaba. Jono observaba atento cada movimiento. El castaño comenzó a toser, escupiendo sangre. El rubio se preocupó y le abrazó.

Jono comenzó a llorar más fuerte aún, comvulsionándose.

Seth le puso un dedo bajo la barbilla y le levantó la cabeza. Sonrió, sorprendiendo a quienes veían la escena, entre ellos el faraón. Le besó corta y dulcemente en los labios y juntó sus frentes, cerrando los ojos.

-No llores Jono, no lo hagas mi sol... sonríe, siempre sonríe... sonrie para mi...-terminó diciendo en un murmullo.

-¿Cómo quieres que sonria si no estas aquí, conmigo, abrazándome y peleándonos?... ¿Cómo?

-Es de heroes sonreir cuando el corazón sangra, mi amor... te dije que la mejor de las muertes sería en tus brazos-respondió flojeando el abrazo y con voz cansada

-Por favor Seth, no me dejes... no me condenes a una vida sin ti,¡no!-dijo volviendo a llorar

-Búscame... no podria dejarte porque sería condenar mi alma en las tinieblas, búscame-repitió- Búscame en el futuro, pues entonces estaremos juntos...

-Seth...

-Búscame... te amo mi sol, gracias por... cof, cof... mostrarme lo más hermoso de la vida... nos veremos muy pronto... vive y sonríe... te amo...-dijo lo último en un susurro, con su último aliento.

-Yo también te amo Seth-dijo el rubio enjugándose las lágrimas y sonriendo, aunque sus ojos estaban vacios...- Es una promesa, no lo olvides... el futuro nos espera...

Volvieron a la sala del museo. Junto al fantasma de Seth estaba el de Jono, sonriéndole con amor...

 

 

Mi amor te pensó tantas veces

y ya te reconocí

Mi amor te inventó desde siempre

llegaste aquí

 

 

Seto miraba la escena ante sus ojos... Seth y Jono se abrazaron y besaron con gran pasión... y un inmenso amor. Luego miró al cachorro y vio que lloraba con una sonrisa en el rostro. Ishizu había desaparecido.

Cuando los espectros se separaron, volvieron la vista hacia ellos y fue Jono quién rompió con el maldito silencio.

-No cometáis los mismo errores que nosotros, no dejéis que el falso odio y el miedo reine sobre vosotros-habló mirando sobre todo a Joey

-No dejeis que el miedo a ‘sentir’ influya en vuestro corazón-le dijo Seth a su reencarnación

Seto y Joey cruzaron una mirada que desviaron enseguida. Seto miró a la pareja. Y habló con voz fuerte y enfadada.

-No pienso permitir que vengais aquí a decirme que debo hacer, ¡me largo!-exclamó dando media vuelta y dirigiéndose a la salida. Joey bajó la vista dolorido. Él sí amaba a Kaiba y hacía tiempo que lo había asumido... y que se había resignado a no ser correspondido.

Con los sueños, vino una pequeña ilusión y una efímera esperanza que Seto estaba rompiendo en miles de cachitos en ese momento. Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas. Habló con voz trémula y llena de miedo

-¿No puedes o no quieres amarme?- ¡lo había dicho! ¡por fin!

Seto se volvió con la sorpresa reflejada en su rostro. Se puso a pensar... pero todo era tan sumamente irreal que por instante se creyó dentro de uno de sus tantos sueños. Pero algo le decía que no, que era real... ¡al parecer el cachorro también sentia lo mismo!

"Lo mismo... ¿y yo qué siento? ¿Acaso siento algo?... Dios ¿A quién pretendo engañar?"

 

Y así será

juntos por fin

y asi será

para los dos

y así será

un gran amor

y así será...

 

 

 

Se giró despacio y se acercó al rubio. Se puso frente a él y le levantó la cara delicadamente, con sus manos apoyadas en las húmedas y pálidas mejillas del más bajo. Sintió que todos los bichos que volaban se habían congregado en su estómago, pero él era un Kaiba y nunca flaqueaba.

-¿Qué quieres sacar de mí?-preguntó con duda reflejada en la voz

-¿Tú que crees? ¡por favor Kaiba! Sabes que no quiero tu dinero ni tu posición ¡te quiero a ti!-dijo de manera impulsiva, haciendo sonreir a los ignorados fantasmas y sorprendiendo al castaño.

-¿Por qué debería creerte?-siguió presionando Kaiba, no iba a arriesgarse sin estar mil por mil seguro de que el cachorro le amaba.

-¡Porque te amo! Joder, te amo más que cualquier cosa, ¿eso es lo que querías oir?

-"Sí... y espero oirlo por toda la eternidad"- acercó sus labios a la sensible oreja del rubio y luego de besarla, cantó suavemente una canción en Egipcio... que sorprendentemente ambos entendieron....

>>[...]He juntado tantos te amo... en mi caja de secretos... he guardado tantas risas....y tantos besos... En tus ojos ví los míos... existias para mi...no habrá otro no habra nadie... estás aquí

Y así será... juntos por fin...

y asi será... para los dos...

y así será... un gran amor...

y así será...

 

-Me alegro de que hayáis aclarado mutuamente lo que sentiis-dijo el espectro de Seth, abrazando a su cachorro

-Gracias por haber permitido que nos juntásemos de nuevo, hablo por los dos diciendo que nos hacéis de lo más felices-adujo el rubio, apoyando dulcemente su cabeza en el pecho del Sacerdote

-Adiós... y seguid amandoos asi hasta el final... –pronunció Seth, antes de que ambos espectros desapareciesen definitivamente

-Yo quiero imitar mi sueño-ronroneó Seto en el cuello de SU cachorro, besando y enrojeciendo con mordidas la blanca piel

-¿Cuál de ellos?-Respondió con sarcasmo Joey, tragándose los gemidos

-No seas malo... que tal... ¿cuándo lo hicimos por primera vez?

-Pervertido...- susurró el rubio...- ¿En tu casota o en mi casita? –preguntó ‘inocentemente’

Ambos soltaron una gran carcajada, aunque la de Seto fue corta y grave, y también algo contenida, era una risa... al fin. Se besaron y partieron del museo, dispuestos a sellar el pasado con un brillante futuro.

 

Y así será

será un gran amor hasta el final

que nadie nunca podrá separar

un gran amor

y el corazón tanto esperó

y así será

 

 

(¨¨¨¨¨¨¨:.:..: FIN :..:.:¨¨¨¨¨¨¨¨)

 

Notas finales: Gracias por Leer

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