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Contando siglos por KiriOasis

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Notas del capitulo:

Bienvenidas esta nuevo proyecto denominado "Contando Siglos".


Quiero decir que esta idea se me ocurrió hace mucho y tengo muchas cosas perfectamente planteadas, también debo decir que aunque parezca el principio algo lento, es porque así se tienen que dar las cosas. Además, las dudas que se les aparezca van a ser contestadas con el tiempo.


¡Gracias! :3

"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando."


-Rabindranath Tagore


Capítulo 1|


¿Nunca han tenido la sensación que de algo falta? ¿Qué sientes que has olvidado algo importante en tu vida, pero aun si lo intentas no puede recordar? Yo siento eso todos los días. Desde que tengo memoria siento que algo no está ahí...


Los ojos verdes del muchacho estaban enfocados en una ventana. El cielo azul estaba escaso de nubes porque era época de verano. Lo único que calmaba la fatiga de esos días era el viento frío que en ocasiones provocaba ruidos al chocar con las ventanas.


Ese día él estaba cansado, su empleo en las tardes lo tenía más ocupado de lo que había pensado desde un principio, ya que en las noches debía dedicarse a terminar deberes y estudiar. Su promedio estaba muy bien al igual que su vida. No podía quejarse de nada, buenos amigos y una vida estable y pacifica es lo que muchos quieren...sin embargo...


¿Por qué falta algo?


Cada vez que pensaba mucho en sus sentimientos de vacío se sentía culpable. No era que no quisiera a sus padres o a sus amigos, solo era un sentimiento que lo mantenía distraído en ocasiones muy específicas. Una de esas épocas solía ser el mes de diciembre, ese mes en el cual su ánimo decaía y pensaba en las cosas más de lo usual.


La clase de ese día terminó y él se levantó para arreglar su maleta. Vio el salón lleno de personas que le parecieron por segundos tan desconocidas como el espacio. Intentó alejar esos pensamientos de su cabeza en ese instante, así que salió del lugar para poder seguir por su camino.


Nagoya era el lugar más avanzado y céntrico en la actualidad. Los grandes edificios se extendían a inmensas alturas en rascacielos impresionante. Las personas caminaban bien vestidas a sus diferentes ocupaciones laborales y los estudiantes salían en grupos de amigos que buscaban distraerse y pasar un buen rato.


Él solía vivir en Shibuya con sus padres, pero un día ellos decidieron mudarse a aquel lugar tan vivo y colmado de gente. Algo en ese lugar lo hizo sentir nostálgico el día en el cual llegó. Había visto el hermoso cielo al anochecer y terminó por tomarle un extraño cariño basado en una melancolía oculta.


Caminó una vez que el semáforo dio la luz para seguir. Las personas pasaron a los lados como todos los días. En momentos como ese pensaba en cuantas personas habían en ese mundo, y sus ojos se posaban en el firmamento azul. Era increíble creer que nunca se iba a poder conocer ni siquiera el uno por ciento de todas las personas en el mundo. Era también algo extraño pensar en que tal vez una persona en ese montón puede ser la persona que esperas para divertirte, un amigo, pero nunca se podía saber.


Extrañamente el cielo y la tierra era lo único que conectaba a todos. Quizá por eso le gustaba tanto el color azul, porque le era extrañamente familiar.


—Es tan azul como...—sus palabras se silenciaron, no podía hacer una comparación de algo que ni siquiera pensaba.


Notó que se había quedado en medio del camino y varias personas lo miraban por interrumpir el paso. Él bajó la cabeza y siguió su recorrido. El ruido de los autos era algo molesto y ni siquiera quería mencionar el hecho de que el humo lo molestaba.


Al poco tiempo llegó a los edificios en los cuales se encontraba su departamento. Subió por las escaleras hasta llegar al quinto piso. En él había un pasillo lleno de puertas diferentes, fue hasta la mitad y abrió la puerta con sus llaves.


No se molestó en saludar, porque no había nadie en casa. Su padre se encontraba viajando por cuestiones del trabajo y su madre de seguro estaba encontrando un nuevo hobby que duraría tan solo dos semanas a lo mucho. Eso era lo que probablemente detestaba más de todo eso, incluso había terminado varias veces en problemas por esos nuevos gustos.


Fue directamente a su habitación y dejó su maleta a un lado. Luego salió nuevamente para ir a la nevera, de ella sacó una lata de gaseosa. Bebió casi la mitad del contenido antes de sentir su celular vibrar. Yuu lo sacó y observó la entrada de un mensaje de texto.


"¿Tan pronto te fuiste? Parecías distraído hoy. Shinoa"


El muchacho hizo una mueca, no se había acordado de hablar con la muchacha de cabellos morados ese día. De hecho, ni siquiera había notado cuando ya estaba parado frente a la entrada de su casa. Tomó su celular para responder al mensaje.


"Lo siento, no te esperé, ¿irás el fin de semana a la fiesta? Yuu"


Yuu cerró la nevera y fue hasta su habitación. Apenas y lo hizo dejó encima de su escritorio la lata antes de buscar entre sus cosas los cuadernos que tenía. Los dejó sobre su escritorio y decidió abrir la ventana que estaba a un lado del mismo, esta ventana daba a la calle y si bien no había nada interesante que ver nunca—salvo en las noches estrelladas—, el viento era lo único bueno del verano.


Nuevamente un mensaje llegó y se sentó en la silla de su escritorio mientras leía.


"No lo sé, voy a confirmarlo de mi hermano mayor hoy. Shinoa"


La situación de Shinoa era complicada en algunos aspectos. Si bien le daban su espacio para hacer lo que ella quisiera, su familia también era en exceso manipuladora. La mayor parte de las prioridades se encontraban con su hermano mayor más que cualquier otro, y en una familia en la cual se dirigían por norma jerárquica era obvio que si ella era la última hija no iba a tener tanta influencia.


Finalmente decidió dejar el celular a un lado. No quería hacer deberes así que en realidad no sabía qué hacer. Miró a sus cuadernos y cogió uno en específico, en hoja una estaba dibujada una espada de color negro. También en otra estaba una vestimenta parecía a un uniforme de color negro y verde. Eso lo había dibujado después de pensar en ambos cuando estaba en clases.


—No está tan mal—dijo mirando el diseño de la espada—. Tendría algo así...


Yuu había desarrollado un especial gusto por esa arma cuando cumplió los trece años. Cuando veía una no dejaba de observarla detenidamente, sin embargo, ninguna llegó a ser lo que él estaba esperando. Ninguna era de su agrado total. Decidió con el tiempo que tal vez era un poco exigente y por ello no llegaba a gustarle totalmente ninguna.


Luego sus ojos estaban en ese uniforme. Pensó en que era muy formal, pero no era parecido a ningún uniforme que hubiera visto antes.


Sus padres le habían dicho que dejara los absurdos dibujos y que se enfocara más en los estudios. Por ese motivo lo tenía muy escondido, donde no lo pudieran encontrar. No creía que era una pérdida de tiempo, porque no se la pasaba horas haciéndolo. Cuando pensaba en ciertas cosas esas imágenes llegaban a su cabeza en cuestión de segundos.


De repente la puerta de la casa sonó y el levantó la mirada apresurado.


—Yuuichirou ¿estás en casa?


Yuu tomó el cuaderno y con rapidez abrió el primer cajón de su escritorio para después cerrarlo. Se levantó, apagó su celular y abrió la puerta de su habitación. En el pasillo encontró a su madre con el gesto serio que siempre llevaba, y su mundo se volvió pesado.


Él no llevaba una buena relación con sus padres, al contrario, en ocasiones creía que su madre lo odiaba y su padre le era indiferente a más no poder. Entre ambas no podía decidir cuál era peor, pero quería pensar que por lo menos su padre no se metía en su vida personal tanto como su madre.


—Hola...mamá...—dijo inseguro de sus palabras.


— ¿Qué estabas haciendo? —preguntó aun sin quitar esos ojos que lo inquietaban.


—Estaba por hacer tarea—respondió—. Acabo de llegar.


Su madre se acercó a uno de los muebles de la casa y se su bolso sacó una caja de cigarrillos junto a un encendedor. No pasó mucho antes de que comenzara a fumar.


—Al menos ya no te quedas como vago en las calles, como siempre lo haces—le dijo ella. Yuu no respondió a eso, se quedó en su sitio esperando que su madre dijera algo más. Recibió entonces una mirada fría y ella irritada volvió a hablar:


— ¡Vete a tu habitación! ¿No tienes cosas que hacer?


—Sí...lo siento—se disculpó.


Al llegar a su habitación miró a su cajón. Tenía que guardar su cuaderno antes de que su madre lo viera, y también debía esconder esa nota regular que había obtenido en lenguaje si no quería dejar de comer dos días. Así que primero tomó el cuaderno y después la hoja, la miró unos segundos antes de guardar su examen en el cuaderno y esconder todo debajo de su escritorio. Por suerte existía ese espacio pequeño en los muebles, ese espacio en el cual nadie revisaba nada al menos que se hubiera caído dinero.


Suspiró, quería descansar un poco, pero dadas las circunstancias no tuvo otra opción más que abrir los cuadernos revisar que debía hacer para el siguiente día. No era un mal estudiante, de hecho, con todas las horas que pasaba estudiando en su habitación sus notas eran más que buenas, sin embargo, en ocasiones alguna nota podía bajar. Eso era algo normal, bueno, normal para todo el mundo menos para sus padres.


Con el tiempo vio la tarde caer lentamente. Se había acabado la gaseosa y se alegró de haberla tomando antes de que su madre llegara. Tenía mucha hambre por no haber almorzado, pero no podía pedir nada y eso lo sabía bien. Si quería que la comida estuviese hecha debía levantarse y prepararla bien.


Cuando salió no vio a nadie en la sala de estar, de seguro su madre había salido mientras él realizaba sus deberes. Suspiró tranquilo y se dirigió a la cocina. Prendió su celular para ver algún mensaje perdido que no pudo contestar en ese momento. En seguida apareció una notificación para mostrar el mensaje de Shinoa.


"¿Adivina quién consiguió permiso después de todo? Shinoa"


"Vaya, comenzaré a hacer mis plagarías para que no suceda un apocalipsis en este momento. Yuu"


Dejó el celular a un lado y buscó lo que tuviera presente en la despensa. Lo primero que observó fue varios fideos instantáneos. Tomó uno de ellos y puso a calentar agua en la tetera. Vio el fregadero con algunos platos, de seguro era del desayuno y no los había visto. Se alegró de que su madre no había notado ese pequeño detalle y se apresuró a lavar los pocos trastes que quedaban.


Cuando terminó volvió a leer otro mensaje.


"Ja-ja, eso es muy gracioso, ¿y qué tal está cenicienta por allá? ¿Va a poder ir a la fiesta sin un toque de queda de media noche? Shinoa."


Yuu hizo una mueca.


"Mi mamá irá el viernes con sus amigas a un casino y mi padre sigue en su viaje. Así que ese día voy a poder ir si finjo acostarme temprano a dormir."


"Entonces suerte, hablamos mañana de como haremos el plan para salir de noche."


Finalmente dejó el aparato a un lado. El agua ya estaba hirviendo, así que la colocó en los fideos instantáneos y se marchó a su habitación. No quería que llegara su madre nuevamente y lo viera comiendo. Se encimó en el escritorio mientras miraba por la ventana. El cielo estaba cada vez más oscuro mientras la noche caía. Ese único momento en el cual el viento fresco golpeaba su cara y podía apreciar el hermoso cambio de colores en el horizonte de edificios.


He vivido mucho tiempo de esta manera, así que no es nada nuevo. Ocultó en mi habitación y con unos padres que me cuidan por obligación. En realidad pocas veces me he quejado, no es tan malo si hago lo que me dicen... aun así, no es un hogar. No es una familia...


Dio un primer bocado a los fideos instantáneos. Estaban deliciosos o tal vez era el hambre que tenía al no haber almorzado. Tuvo un bajón de ánimo poco después, no quería seguir estudiando, estaba cansado y hace mucho que había dejado de prestar atención al contenido de los textos.


Todo el tiempo me siento encerrado, pero nunca digo nada. No pudo creer en ocasiones cuantos años han pasado de lo mismo, y en ocasiones de cosas peores. Lo único que me mantiene es saber que falta poco para irme de aquí...


Una vez que terminó todo el contenido tuvo que salir a botar el recipiente en la basura. Apagó todas las luces que estaban prendidas sin ningún motivo, salvo una, la lámpara de la sala de estar.


El resto de la noche la pasó en su habitación. Su madre nunca llegó y no quiso esperarla. Cerró la ventana y las cortinas. Tomo una ducha refrescante y seco a medias sus cabellos. Fue hasta su cama y se acostó, hundiéndose en las cobijas. Era aún temprano para irse a dormir, pero no le importó. Cerró sus ojos y al cabo de unos minutos ya estaba dormido.


A la mañana siguiente fue despertado por la alarma de su reloj. Con pereza se levantó y apagó la alarma y su molesto ruido.


Guardó las cosas en su maleta y se colocó el uniforme de su colegio antes de salir. Su desayuno solo fue un vaso de leche—ya que no había nada más—, y después de cepillar sus dientes pudo marcharse. No necesitaba saber que era mejor no despedirse de su madre. Su habitación estaba con la puerta cerrada y eso solo podía significar que llegó muy tarde y estaba cansada.


La última vez que él había interrumpido su sueño con resaca su espalda quedo marcada varios días con la huella de una mano. Esa había sido la primera y última vez que se atrevió a abrir la puerta si estaba cerrada. Si estaba abierta, por el contrario, debía acercarse y decir que se estaba marchando.


Al llegar al colegio no se detuvo para llegar al salón de clases. Vio en un puesto a una chica sentada y por un momento creyó verla con otra ropa.


—Buenos días, Yuu—saludó Shinoa con una sonrisa.


—Buenos días, Shinoa—dijo como respuesta.


Su amistad con Shinoa había comenzado hace apenas solo un mes. No la había visto nunca, pero un día ella había llegado como una estudiante nueva al salón de clases y casi de inmediato ella se acercó a él amablemente. No había mucho que decir, solo en ese mes había conocido lo suficiente del uno y del otro para saber cuál era la verdadera situación de cada uno.


— ¿Quieres escuchar el grandioso plan que pensé para ti esta mañana?


— ¿Esta mañana? —preguntó. Ella asintió con la cabeza sin borrar su sonrisa ni un momento.


— Lo resolví mirando mi desayuno.


— Oh....vaya, es asombroso saber que mi estado de saludo depende de las decisiones tomadas frente a un plato de cereal.


—Era de chocolate—contestó Shinoa.


Yuu suspiró, esperando que ese plan no terminara con ambos castigados de por vida. La chica era capaz de ser tan impredecible a momentos que le asustaba preguntar algunas cosas.


La muchacha sonrió ante la atenta mirada de Yuu.


—Finge que dormirás temprano, como ya acordamos. No te preocupes por como llegarás a casa, un amigo de mi hermana mayor nos va a ayudar un con aventón de regreso. Vamos a poner una alarma antes de las dos de la mañana para que no se no se nos vaya el tiempo.


Yuu lo analizó, lo que más le había estado preocupando era el hecho de que aquella fiesta estaba al otro lado de la cuidad. Shinoa era la que le insistió toda una semana de que fuera, porque según ella necesitaba ser más social. Al final terminó por acceder con la única condición de que ella asegurará de que iba a ir y que lo ayudara a regresar a su casa.


Y ella era tan dedicada para las cosas que quería, que definitivamente lograría su cometido.


— ¿Estás segura de que él nos ayudarás?


—Claro—contestó—. Lo conozco desde que soy una niña, es un amigo cercano de Mahiru. Y ella me prometió que él nos ayudaría.


—Está bien—aceptó Yuu.


—Mándame un mensaje de texto cuando llegues a casa y uno cuando te vayas a "dormir" para asegurarme de ir en ese momento, y recuerda mandarme uno nuevamente una vez que tu madre se haya marchado de la casa. Así sabré que tengo que estar afuera o si me escondo un momento.


—Por suerte tengo algo de dinero del trabajo. Todo me lo gasto en mensajes de texto.


—Podrías gastarlo en Internet.


—Ellos se darán cuenta si unos extraños vienen a colocar cables en toda la casa. Es mejor pagar para tener algo en mi celular...


La chica asintió con la cabeza para darle la razón. Yuu debía trabajar en las tardes, pero la tarde anterior había tenido el día libre. Hasta los viernes en la tarde debía encontrarse en su trabajo de medio tiempo, atendiendo en una cafetería cercana al colegio. Supuso que su amigo pasó toda la tarde encerrado en su habitación.


Una vez que el profesor entró se dedicaron a prestar atención a la clase. Yuu en general intentaba no desatender a las clases, eso podía traerle un problema muy serio. Por eso siempre anotaba todo lo que podía anotar en su cuaderno. En ocasiones era hasta más sencillo revisar sus anotaciones que atender a las clases.


Por eso había insistido tanto en que Yuu saliera, aunque fuera a escondidas. Porque él estaba acostumbrado a vivir de manera solitaria, sin ningún amigo, y cuando se conocieron ella entendió que era de esa manera.


No podía hacer mucho por aquel chico, así que solo podía intentar sacarlo de esa burbuja de alguna manera. Ella quería ver a su amigo feliz. Y solo por eso iba a intentar ayudar a Yuu de su propia barrera.

Notas finales:

Gracias por leer uwu 


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