Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ailess por FershuWestfall

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

AU nacido luego de escuchar Masquerade Mirage seguida de Bloody Shadows

Era una tarde tranquila en la vida de Eisants, el joven paseaba con calma por las calles llenas del bullicio de la gente, el tema del momento era el gran baile de máscaras que el príncipe Sino estaba organizando. Todos los nobles de la ciudad de Florencia estaban invitados a dicha gala, por tanto, Eisants asistiría en representación de su familia, aunque aquello lo tenía sin cuidado, si tuviera que decirlo, o más bien si pudiera hacerlo, declinaría la oferta para pasar la noche con aquel rubio que era el dueño de sus ojos. Eisants Ai Mikaze se había desviado del camino, o eso era lo que la madre superiora de la escuela dominicana de su hermana decía, ya que no encontraban natural que le gustaran los hombres, siendo él uno, sin embargo, al joven noble no le importaban las opiniones de los demás, le bastaba con saber que sus sentimientos eran fuertes, reales y correspondidos. Si, aquel rubio de baja estatura, aunque mayor, le correspondía por completo. Se trataba de Syo Kurusu, un lord de la Toscana, a quien conoció de pura casualidad dos años atrás, en una de las celebraciones del príncipe Sino.


Mientras Eisants caminaba a paso lento, pensó en ir a visitar a su viejo amigo; Lazzy, un muchacho de cabello y ojos castaños como el chocolate con leche, quien además poseía una personalidad dulce y juguetona. Eisants a veces comparaba a Lazzy con un dulce de mantequilla, podría ser agradable al principio, pero se tornaba molesto con el tiempo, si era que no estabas acostumbrado al sabor, o en este caso, a la personalidad.


Por las calles, vio correr a mensajeros del príncipe, faltaban diez días para la gala y aún estaban entregando invitaciones a familias nobles, ricas e importantes, muchas otras personas serian invitadas también, aunque claro, muchas otras solo podrían soñar con aquella oportunidad, pero era lo que tenía nacer en familias pobres, familias en que los hombres solo tenían la opción de entrar a la armada si querían alimentar a sus mujeres, hermanas e hijos. Aquella era una de las cosas que a Eisansts le molestaba, la poca oportunidad para aquellos desgraciados que nacían en tan malas condiciones, no obstante, no había nada que pudiera hacer por ellos, él no tenía voz en el gobierno, ni siquiera la tenía en su casa desde que se descubrió su secreto.


Antes de que Eisants pudiera tocar la puerta de la pequeña mansión florentina de su amigo, este último abrió la puerta con una gran sonrisa.


—¡Eisants! Cuanto tiempo amigo mío. —Lo saludo con su energética y cálida sonrisa habitual, a Eisants le agradaba la sensación reconfortante que daba ese hombre con tan solo un saludo.


—No han pasado más de cinco días, Lazzy. —Replico el otro con una sonrisa de lado, Lazzy podía ser todo un exagerado con ese tipo de cosas, mas, a Eisants no le molestaba en lo más mínimo, algunas veces incluso le parecía divertido.  


—Querido Eisants, en esta vida nunca sabes cuándo es tu último día. —Lazzy había pronunciado esas palabras de mal ahuero mientras pasaba un brazo por los hombros de su amigo para atraerlo en un abrazo de lado. —Así que es mejor vivir siempre como si fuera el último día.


—Vaya filosofía de vida la tuya amigo mío. —Replico el primero con una mirada de molestia, aunque, en cierto modo concordaba con su amigo castaño, con las enfermedades que abundaban esos días, los asesinatos y la guerra, uno nunca sabía cuándo sería su final definitivo. —Cambiando a temas más alegres, ¿Ya has pensando en el baile de máscaras del príncipe? —Cuestiono al avanzar por las calles con Lazzy, el castaño había dejado el contacto físico por detrás para fijar sus ojos en las bellas damiselas que paseaban cerca de ellos.


—No lo suficiente, no estoy seguro de asistir este año. —Comento volviendo la mirada hacia el frente, a Eisants le pareció demasiado extraño que Lazzy soltara esas palabras tan tranquilamente, por supuesto, no sonaba nada alegre al decirlas, pero tampoco le pareció que usara un tono de tristeza.


—¿A qué se debe eso? —Lo más curioso de esa declaración del Lazzy, era el hecho que ese hombre era un fiestero de primera, por esa razón era demasiado inusual que dijera aquellas cosas tan fuera de lugar para la persona que era.


—¡Iré a Venecia! —Exclamo el de los ojos pardos con una gran sonrisa en la boca, aquello era más propio de él, lucir extasiado por su próximo viaje.


—¿¡Venecia!?


—¡La bella ciudad del agua, donde las mujeres se mueven a la par de las corrientes! —En definitiva, ese era el Lazzy que conocía. —Deberías venir Eisants, cambiar la rutina te hará bien. —Eisants sabía que Lazzy no lo decía por sus gustos, sino porque en verdad siempre hacía lo mismo cada día, discutía con su padre, ignoraba a su madre y hermana, caminaba por las calles, entrenaba con los guardias novatos, y volvía a casa para descansar.


—Me lo pides en mal momento, Lazzy, sabes que no puedo faltar a la gala del príncipe.—Explico Eisants en un suspiro, era cierto que tenía que asistir de manera obligatoria, pues era un buen amigo del príncipe, además de uno de los guardias elegidos para esa noche.


—Hables de él como si no fuera nuestro amigo. —Comento Lazzy mirando a su amigo por el rabillo del ojo. —Vaya amigo que es por cierto, ponerte de guardia cuando es la única noche en que puedes ver a tu pareja. —Eisants concordaba con eso, me sentía frustrado de cierto modo de no poder disfrutar de aquella gala con su pareja, sin embargo, era su deber acatar las órdenes del príncipe.


—Es lo que hay, Lazzy. Te deseo suerte en tu viaje.


—No hables como si me estuviera yendo ahora mismo.


Los jóvenes pasaron la tarde juntos, hablando de lo que habían estado haciendo las últimas semanas, en caso de Lazzy, comentándole a su amigo sobre las conquistas que había hecho en su última visita a la Toscana, y las que haría en su siguiente viaje, cualquier otro hombre envidiaría la vida de Lazzy, pero Eisants estaba bastante feliz con la propia, aunque ya no era la figura respetada que era entre los Mikaze, seguía siendo una figura de autoridad en el pueblo, era amigo del príncipe heredero, y tenía amor en su vida, no podía pedir nada más que eso. Ya entrada la noche, se despidió de Lazzy, a quien no vería en algún tiempo, pues costaban varios días el solo llegar a la ciudad del agua, más los días de regreso y aquellos que se mantuviera en aquel lugar, el hombre bien podría tardarse semanas, no, meses en volver. Eisants extrañaría a su amigo tanto como podía imaginar, de eso estaba seguro, pues el castaño era de los pocos con quien no tenía que actuar como el noble que era por sangre, sino que podía ser la persona que era por nacimiento.


Por el camino de regreso, las calles que lucían tan vivas y alegres durante la mañana, ahora eran senderos vacíos que recorría con una mano en la empuñadura de su espada, el joven no era miedoso por naturaleza, si tenía que decirlo, él no era nada, no dejaba que emociones tan primitivas como aquellas lo dominaran, ni una sola de ellas, sin embargo, esa noche había algo extraño en el aire, como si los mismos vientos quisieran darle un mensaje de que algo andaba mal. El muchacho se negó a apresurar el paso, no actuaría como un cobarde solo por la oscuridad que predominaba en las calles, sería el hombre que era, el hombre que todo el mundo quería y pensaba que era.


Eisants camino por los senderos solamente adornados por carretas, heno, y algunas estructuras de madera en silencio, aun con la mano en la empuñadura, pero con el rostro levantado con orgullo, él era un caballero del rey después de todo, no se dejaría intimidar por simples ruidos que bien podían ser simples gatos y perros callejeros en busca de alimento.


Pero, a tan solo unas calles angostas de su casa, escucho pasos que lo hicieron girarse al mismo tiempo que desenvainaba la espada. No se molestó en hacer preguntas tontas como: ¿Quién está ahí?, ¿Quién eres? O decir: “Sal a donde pueda verte”, Eisants pensaba que era un instinto tonto que tenían los humanos, por ello lo reprimía tanto como le era posible, aunque en esa situación, le costó un poco más de autocontrol. El joven reviso cada esquina que estaba en su rango de vista, luego fijo los ojos en las calles para finalizar viendo parte de los tejados, pero no había rastro alguno de nadie.


—Quizás… No. —Cualquier idea que le habría contado al viento fue despejada cuando el ruido volvió a sonar a su espalda, Eisants se dio la vuelta, pero fue la misma historia, en esa calle solo estaba él.


Decidió olvidarse por completo de aquella tontería, pues estaba seguro de que se trataba de un gato, o quizás algo más pequeño como un ratón que corría entre las sombras mientras buscaba refugio del templado frio que hacía aquella noche.


.~


—¡Te ves muy guapo! —Exclamo su hermana menor al verlo con su traje de gala de guardia. Eisants a veces pensaba que el príncipe era un despilfarrador… No, no a veces, lo pensaba todo el tiempo, aun así, aceptaba que en algunas ocasiones el desquiciado aquel tenia buen gusto.


—Gracias, Adela. —Le sonrió a la menor con una sonrisa sincera. Su pequeña hermana era de las pocas personas que no lo juzgaban, que seguía viéndolo como aquella figura noble y recta que alguna vez fue. —¿Iras al baile con Camus? —Cuestiono mientras se ataba un moño en la garganta, aquello le parecía una exageración, pero era parte del uniforme. Su hermana, con la simple mención de aquel noble enrojeció de las mejillas.


—No… No me lo pidió. —Murmuro entre un ligero balbuceo, ella tenía una especie de relación distante con aquel hombre, si Eisants tuviera que explicarlo, diría que ambos eran unos idiotas por ocultarle al otro lo que en verdad sentían, pues conocía al noble de toda la vida, y era una persona obstinada, fría y que se ocultaba tras una mirada seria, mientras que su hermana era ingenua, inocente y como un libro cerrado en cuanto a sus verdaderos sentimientos.


—A estas alturas no creo que sea necesario que te pida nada, ¿Irías de todos modos con él no es así? Además, creo que él está seguro de que dirás que sí, siempre lo haces. —Le explico con una sonrisa burlona, ganándose un puchero de Adela. —No pongas esa cara o te saldrán arrugas.


—¡Mo Eisants! No seas así. —Se quejó la menor mientras su hermano caminaba hacia la salida de la recamara, Eisants miro a su hermana por encima del hombro con una expresión dulce.


—Así es como soy querida hermana, te veré en la noche. —Prometió suavizando aun más la mirada, pasar tiempo con Adela era de las pocas cosas que en verdad le gustaban en la vida.


—¿Cómo estas tan seguro? —Pregunto algo recelosa, ella también conocía al conde, y no era de hacer cosas de último momento, por eso era que estaba bastante segura de que no iría al baile de máscaras, aun cuando la familia Mikaze había sido invitada, ir sola no era más que hacer el ridículo, y a esas alturas ya no había nadie que le pidiera asistir a su lado.


—Porque os conozco a ambos. —Dijo con sencillez antes de salir.


Ese día, las calles estaban más vivas que nunca, era tanta la efusividad mostrada por las personas de la zona, que casi le sacan una sonrisa al joven. De derecha a izquierda, de atrás a hacia delante, solo había personas sonrientes, luciendo sus ropas más hermosas, todas listas para la fiesta del príncipe. Eisants decidió entonces tomar la ruta larga al castillo, pues aún tenía bastante tiempo para llegar a las puertas de hierro negro que protegían la morada real, todo porque quería seguir viendo ese panorama de felicidad, sin mencionar que por esa ruta evitaría la zona pobre de la ciudad, donde las personas definitivamente no lucirían tan alegres o bien vestidas.


El que no quisiera ver eso ese día, se debía únicamente a que no quería tener nada más en que pensar, nada más que su deber como guardia, aunque estaba seguro de que sus ojos estarían siguiendo a Syo Kurusu por todo el salón, ya que esa vez no podría estar con él, al menos podría verlo divertirse por ahí. Los pensamientos de Eisants comenzaron a pasearse por sus memorias con el rubio, se distrajo tanto con eso que no se dio cuenta que caminaba con una sonrisa grabada en el rostro, tampoco supo decir en qué momento llego a las puertas del castillo o cuando entro al gran salón para acatar sus órdenes. De lo único que estuvo seguro en al llegar, era que debía dejar la mente en blanco por completo.


Por órdenes del príncipe, Eisants estaba posicionado cerca de uno de los grandes ventanales del castillo, desde aquella posición era capaz de vigilar tanto el interior como exterior, por lo tanto, para él era una buena posición esa noche, ya que detectaría cualquier actividad sospechosa que pasara ya fuera dentro o fuera del recinto. Una vez que todos los guardias estuvieron en sus posiciones, los invitados fueron llamados a acceder a la gran gala de medía tarde que duraría horas. Eisants puso atención a los rostros que veía pasar, sobre todo a aquellos que le parecían desconocidos o sospechosos, era de esperar que asistieran personas de otras ciudad, incluso sabía que se habían presentado nobles de otros países, lo que sí debía aceptarlo en voz alta, diría que lo ponía un poco inquieto. Sin embargo, su trabajo consistía en mantener los ojos abiertos, no en pensar o hablar sus inquietudes. Se mantuvo impasible hasta que sus ojos captaron un destello dorado que nunca sería capaz de confundir.


Syo Kurusu de la Toscana solo estaba asistiendo a esa gala por una invitación personal del príncipe Sino, ya que el menor tenía otras cosas que hacer que le parecían severamente más importantes que perder su tiempo en un ridículo baile de máscaras, además, aun estando ahí, no sería capaz de compartir la noche con el joven a quien le había entregado su corazón dos veranos atrás. Syo era consciente de que Eisants estaba presente esa noche, tanto como sabía que en esa ocasión el noble era un guardia del palacio y no un invitado, por lo que el asistir a ese baile donde no iba a divertirse le parecía un despilfarro inútil de su tiempo. Sus ojos, por debajo de la máscara rosada que vestía, vagaron de un lado a otro, quizás no podría cruzar palabra con él, pero al menos podía mantener un ojo sobre Eisants, sin mencionar que podría ver si lucia tan guapo como antes o aun más. Cuando sus ojos azules se encontraron con los turquesas de Eisants, Syo dibujo una tenue sonrisa en su propio rostro, en definitiva, aquel hombre lucia especialmente atractivo en su traje de guardia, aunque a Syo le gustaba como lucia en cualquier cosa e incluso sin nada puesto. El rubio se moría por las ganas de acercarse a él que tenía, pero aunque lo hiciera, estaba seguro de que Eisants se mantendría en silencio y a la expectativa de que algo se saliera de su lugar, pues sabía perfectamente que el muchacho era demasiado devoto a su trabajo.


—¡Lord Kurusu! —Syo conocía esa voz tan energética demasiado bien, pues se trataba de un viejo amigo suyo, el cual, uno que debería estar en Gran Bretaña y no ahí en ese ridículo baile.


—¡Ittoki! —Lo saludo con una sonrisa, tenía demasiado tiempo de no verlo, quizás trece meses, pero el pelirrojo lucia igual que antes de partir en aquella aventura.


—Ha pasado demasiado tiempo Syo, ¿Dime que tanto me he perdido? —Otoya pregunto aquello con una gran sonrisa, lo que era completamente normal en él, Syo era consciente de que a su espalda estaba la mirada de Eisants, por la sensación que tenía, luego tendría que explicarle algunas cosas, que su pareja fuera un celoso posesivo era un incordio, pero debía ser sincero, aquello era algo que le gustaba.


—Tomara algo de tiempo viejo amigo.


—Tiempo es lo que me sobra en esta gala.


Eisants observo como Syo se alejaba con aquel pelirrojo, supuso que querían hablar de forma más tranquila, así que quito los ojos de encima, además, si no se equivocaba, aquel era Otoya Ittoki, un lord viajero que se dedicaba a escribir historias sobre sus viajes, el cual tendría que estar en Gran Bretaña y no ahí, pero no era algo de su incumbencia, menos esa noche.


Al paso del tiempo, dejo de ser consciente de la circulación de las horas, lo único que estaba en su mente era el hecho de que la fiesta no podía durar más, y pronto tocaría asegurarse que las personas se marcharan de manera tranquila hacia sus hogares, sin embargo, sus ojos lograron divisar a aquel rubio que le encantaba y no le gusto para nada lo que vio.


El príncipe Sino era un hombre encantador que adoraba inmiscuirse en las relaciones de sus cercanos, así que no era una sorpresa para nadie que esa noche se hubiera acercado al pequeño Syo Kurusu, el cual no lo conocía del todo bien, sin embargo, Otoya sí que conocía la fama del príncipe, y trato de mantenerse junto a Syo mientras el príncipe estuviera con ellos, pero cualquier apoyo que pudiera darle al pequeño rubio se vio interrumpido cuando su compañero de viaje: Tokiya, llego para llevárselo, pues se les hacía tarde para su viaje a Croacia.


—Ah, Lord Kurusu, si es tan amable de acompañarme a un lugar más tranquilo. —Le pidió el príncipe amablemente al indicarle con un gesto que lo siquiera. Syo en otra situación se habría negado, diciendo que lo mejor sería irse, mas, esa noche no tenía nada que hacer, y si era sincero consigo mismo, tenía cosas que discutir con el príncipe.


—Voy detrás de usted. —Dicto para indicarle al príncipe que podían emprender el camino a un lugar retirado para poder hablar sin tener que alzar la voz debido al ruido de la música, o sin temor de que alguien los escuchara hablar.


Eisants apretó los labios al ver como Syo se alejaba del salón principal con el príncipe, no era que desconfiara de alguno… No, sí que lo desconfiaba del príncipe, aunque sabía que Syo era capaz de cuidar de sí mismo. Aunque, no importaba lo receloso que se sintiera en ese momento, seguiría con sus órdenes, y justo en ese momento vio un manchón blanco moverse por el jardín, Eisants salió de su puesto con un suspiro, no sin antes intercambiar una mirada con otro guardia para que lo relevara. El muchacho salió al jardín con la mano en apretando la empuñadura, en ese momento estaba del todo seguro que vio a alguien moverse por ahí, lo que en un principio no sería sospechoso, de no ser por la tonalidad del cabello que vio, pues no había visto a ni una sola persona con el cabello blanco en la vida.


Eisants camino con la guardia en alto, dispuesto a desenvainar la espada al más mínimo ruido que escuchara, algo que no hizo cuando escucho unas ramas romperse a su izquierda, lo que sí hizo, fue mirar por el rabillo del ojo en aquella dirección, solo para encontrarse con un hombre algo corpulento, de cabello blanco que parecía brillar con la luz de la luna, y ojos de distintos colores que lo hacían llamativo a la vista.


—Te tardaste mucho. —Gruño con una sonrisa torcida mientras se recargaba en una estatua que estaba por ahí, Eisants se giró para encararlo y estaba seguro que lucía una expresión confusa. —La otra noche no fuiste capaz de encontrarme.


—Así que eras tú quien me seguía. —Dedujo el joven apartando la vista durante unos segundos, no obstante, volvió a fijar sus ojos sobre el albino, quería mantenerlo vigilado, ya que no darse el lujo de pensar que no era un peligro para el castillo.


—No exactamente, no estoy siguiéndote a ti. —Replico desenganchando los brazos y poniendo una expresión neutral. —Hagamos un pacto.


—No hago tratos con desconocidos que son sospechosos. Te aconsejo que te vayas en silencio antes de que desenvaine la espada. —Corto Eisants apretando su mano sobre el mango de oro y acero de la espada


—Puedes llamarme Ranmaru, y no soy sospechoso de nada. —Quizás era su imaginación, pero aquella sonrisa sarcástica parecía estar burlándose de sus principios, algo que lo hizo fruncir el ceño. —Como decía, yo te mostrare una verdad absoluta si tú haces algo por mí después. —Explico el albino acercándose a Eisants, pero detuvo el paso al ver la espada desenvainada frente a él.


—No me interesa lo que tengas que “mostrarme”, por tanto, no haré nada por o para ti. —Escupió Eisants apuntando la punta de su hoja hacía el cuello del hombre. 


El albino se rio de una manera que habría resultado escandalosa de no ser que su voz parecía haber sido silenciada por los fuertes vientos que empezaron a soplar en ese instante, aquellos vientos lo obligaron a entrecerrar los ojos un poco, y cuando se dio cuenta, unas manos aprisionaban su cuello. Eisants no estaba seguro de cómo habían llegado a eso, pues estaba más que seguro de que no había cerrado los ojos por más de dos segundos, y ninguna persona sería capaz de moverse tanto tan rápido.


—Ahora cooperaras conmigo quieras o no. —Dicto el llamado Ranmaru al soltar el cuello de Eisants. No le dio tiempo al peli-calipso de blandir la espada cuando el otro lo tomo del cuello de la capa de gala para llevarlo consigo. —Te mostrare la verdad sobre esa persona.


Ranmaru comenzó a caminar con Eisants siguiéndole el paso por obligación, y el segundo era capaz de decir a donde se dirigía el primero, pues conocía el palacio tan bien como la palma de su mano. Durante el trayecto, el guardia pensaba en cómo darle la vuelta a la situación, no podía dejar que el extraño albino se acercara a la cripta oculta debajo del castillo, sin embargo, cuando el albino lo hizo dar una vuelta hacia la izquierda, se dio cuenta del error que cometió en su deducción, el albino no iba a la cripta oculta, sino al despecho del príncipe.


—¿Qué es lo que tramas? —Pregunto alzando la voz para que le prestara atención. Eisants estaba harto de esa situación tan tonta, él era un guardia del castillo, no un títere que podían mover de un lado a otro.


—Que veas la verdad. —Gruño al jalarlo hacia el frente, Eisants casi tropieza por la fuerza del impulso, pero fue capaz de estabilizarse antes de caer y sus ojos vieron algo horrible.


Al otro lado del cristal, estaban los dos rubios que conocía bastante bien compartiendo un contacto físico bastante indebido. Eisants apretó los labios y las manos al ver como Syo besaba de regreso a Sino, de una forma que nunca había compartido con él.


Ranamru miraba sin preocupación alguna aquella escena, para él no era nada nuevo que los sentimientos humanos cambiaran con tanta facilidad, quizás tenía una mente cínica, pero luego de vivir tanto tiempo, era más sencillo ver lo peor de las personas que los detalles buenos, además, no se había equivocado con esos tres. Sin embargo, ni siquiera él podría haber predicho lo que paso a continuación. Tanto el albino como el peli-calipso quedaron anonadados al ver como el príncipe clavaba un puñal en el pecho del menor.


Ranmaru tuvo que sostener a Eisants por los hombros para que este no hiciera nada estúpido.


.~


Ranmaru termino arrastrando a Eisants hacía lo profundo del bosque, soportando los ruidos que hacia al intentar no llorar, el albino termino cubriéndole la boca mientras lo llevaba, si seguía escuchando aquellos ruidos terminaría matándolo.


—¡Déjame! —Grito Eisants al quitarse la mano de Ranmaru de los labios. —¡Debo ir ahí y…!


—¿¡Y qué!? —Lo corto el albino empujándolo contra un tronco de madera seca. —¿Mataras al príncipe?, ¿Te convertirás en un traidor a la corona? —Eisants sintió que el albino se burlaba de él, sin embargo, Ranmaru no estaba usando ningún tono de voz, más bien parecía estar esperando una respuesta sería. Eisants pensó bien sus siguientes palabras, no quería dar una respuesta falsa o hacer una promesa que no cumpliría, pero, ¿Traicionaría a su reino por un corazón roto?, de lo que estaba seguro, era que no volvería a resguardar al príncipe, ni siquiera podría volver a ver su rostro luego de eso.


—Quiero olvidar todo, quiero que este dolor acabe, y solo hay una forma de que eso pase… —Ranmaru escuchó atentamente cada palabra de Eisants, el que el muchacho usara ese tono de voz tan frio y a la vez tan apasionado hizo que algo se encendiera en él, como si se tratase de una especie de señal o algo por el estilo. —Voy a matarlo.


—En ese caso, te prestare mi poder. —Dicto el albino dejando de hacer presión con su cuerpo sobre  el de Eisants, el segundo se volvió para mirarlo a los ojos. —Y te proporcionare uno inigualable.


—Tus ojos… —Eisants dio un paso hacia atrás cuando vio que los ojos desiguales del albino se tornaban, ambos, de un color tan rojo como la propia sangre. Le habría gustado retroceder un poco más, pero el tronco del árbol se lo impidió. Ranmaru se acercó a paso lento a Eisants, ladeando el rostro un poco antes de posar sus labios sobre una de las mejillas del primero. —¿Qué… Qué es lo que intentas?


—Acepto que esto no es necesario, pero quiero hacerlo desde hace unos días. —Explico con sonidos que parecían provenir de su garganta y no de su voz, Eisants no entendió lo que quiso decir en un principio, pero abrió los ojos con sorpresa al tiempo que Ranmaru unía sus labios con los de él. Eisants llevo sus manos al pecho de Ranmaru en un intento de apartarlo, pero el albino era más fuerte, tomo las manos del menor y las alzo sobre la cabeza de este. —¿No decías que querías olvidar el dolor? —Le recordó a modo de pregunta mientras se formaba una pequeña sonrisa en su rostro. Eisants solo se atrevió a soltar un débil “si”. —Esta es la mejor forma.


Entonces Eisants acepto el beso siguiente beso de Ranmaru, siguiendo los movimientos lentos y sensuales de los labios del segundo, no se sentía especialmente bien haciendo eso, pero tan pronto como las manos de Ranmaru bajaron a su pecho a desabrochar los bonotes, Eisants comenzó a olvidar cosas, solo era consciente de lo que estaba sucediendo en ese mismo momento. El de los ojos celestes, paso sus manos al cuello y cabello del albino, acercándolo a un más a él, aquel contacto hizo al segundo poner una sonrisa en su labios antes de bajarlos al cuello de Eisants, Ranmaru dejaba besos y lengüetazos en el suave cuello de Eisants a la par que acariciaba su pecho desnudo, y aprovecho el momento en que Eisants arqueo el cuerpo para hacer lo que en verdad iba a hacer.


—¡Ah! —Eisants sintió un ardor terrible en el cuello que lo obligo a soltar aquel grito, lo que, de alguna manera éxito al albino, quien hizo más presión en el cuello del otro. Poco a poco, aquel dolor que se asemejaba a una quemadura, pasaba a ser una sensación extraña, no era placer con exactitud, más bien, era una sensación de euforia, como si todos sus pensamientos se fueran, lo mismo con lo que sentía de manera física.


—Tu sangre es deliciosa. —Fue lo último que escucho antes de perder la consciencia.


Las siguientes dos noches, Ranmaru se las paso vigilando a Eisants, no solo había sobrevivido al cambio sin ninguna repercusión en su personalidad –o eso parecía–, sino que físicamente seguía siendo el mismo, excepto por los ojos rojos, los que pasado un tiempo, volverían a lucir de aquel tono turquesa que era natural en él. Aquellas dos noches, Eisants estuvo acostumbrándose a esas nuevas habilidades que había adquirido, no solo era más rápido que cualquier cosa que conociera, sino que su visión y sentido de audición eran sorprendentemente agudos.


Esa tarde, Ranmaru lo reto a una carrera, no solo bordearían el bosque entero, sino que también escalarían el castillo de Sino, siendo la meta, la torre más alta, la cual debía medir unos cien metros de altura. Tomando en cuenta la velocidad de ambos, no debería tomarles mucho tiempo, por ello decidieron empezar durante los últimos segundos del alba, ya que sería mejor que nadie los viera subir por las paredes del castillo.


En cuanto el sol se ocultó por completo, ambos comenzaron a correr como si no hubiera otra razón para vivir, y quizás para Eisants era así, a pesar de haber llegado a encontrar un “amigo” en Ranmaru, no podía quitarse de la mente aquella escena desgarradora. Al bordear los límites del bosque, Eisants sentía como el viento trataba de oponerse a él, pero no era más que una suave brisa en su piel, lo mejor de todo, no era el suave roce del viento helado en su rostro, sino que no se sentía agotado, ni siquiera respirada para empezar…


Ranmaro era consciente de que Eisants lo alcanzaba por momentos, pero él seguía siendo quien dirigía esa carrera a su gusto, aquella idea tan ridícula solo era una pantalla, en realidad no quería que Eisants se arriesgara a atacar el castillo tan pronto, pues solo tenía dos días de haber cambiado, sin embargo, si se distraía un instante, el menor tomaría la delantera y sería complicado volver a estar al frente.


Mientras corría, cerca de llegar a los muros de arenisca del castillo, Eisants revivió aquel momento, quiso empujar esa imagen lejos de su mente, pero no fue capaz, y aquello solo logro enfurecerlo, lo que en cierto modo lo ayudo, ya que su velocidad incremento considerablemente, de esa forma fue capaz de sacarle una ventaja de ocho segundos a Ranmaru, lo que puede sonar como una ventaja insulsa, pero en una carrera solo dos segundos son suficientes para ganar. Eisants fue capaz de llegar a la torre manteniendo esa ventaja de ocho segundos.


—Estoy listo, Ranmaru. —Le dijo Eisants al albino que estaba llegando a su lado. Ranmaru cerró los ojos por un instante, en ese momento no tenía ganas de enfrentarse a nadie, pero lo había prometido, y él era un hombre de palabra.


—Ve por el príncipe, yo creare una distracción para ti. —Ordeno antes de bajar de dicho torre con un salto que habría matado a una persona normal.


—Presumido. —Murmuro Eisants antes de imitar su acto, con la diferencia de que él solo bajo hasta otra torre más pequeña, mientras que Ranmaru había ido directo al patio.


Ranmaru no era particularmente un aficionado a las peleas, en especial porque odiaba que lo llamaran ‹‹monstruo››, no era que no lo fuera, solo que no le gustaba que se lo recordaran. Mientras les daba la paliza de su vida a los guardias, los cuales aparecían uno de tras de otro como si fueran interminables, aquella palabra descriptiva era lo púnico que escuchaba, eso, y unas cuantas plegarias inútiles a dios, como si eso fuera a salvarlos de él.


Aquello era demasiado aburrido, no era más que lo mismo una y otra vez, un hombre plantándole cara con una espada, blandiéndola con miedo e inseguridad, y lo único que él tenía que hacer era moverse más rápido que la percepción humana –algo que hacía sin pensar–, y romperle el cuello. El albino odiaba eso de derramar sangre innecesariamente, por eso estaba dando muerte limpia a cada hombre que se le ponía enfrente, y llegado el momento, pareció que esas personas comprendieron que no tenían ninguna oportunidad y dejaron de venir, eso, o los había matado a todos a esas alturas.  Entonces el albino pensó que lo mejor sería ir a ver a Eisants, estaba seguro de que el tampoco habría tenido ningún problema, sin embargo, no estaba seguro de que con él la sangre no estuviera cubriendo piso y pared. Mientras avanzaba por los pasillos del castillo, sin miedo a perderse, ya que su nariz estaba siguiendo el aroma del peli-calipso, se dio cuenta de que su mal presentimiento era acertado, a medida que la esencia del otro se hacía más fuerte, los rastros de sangre y el olor a muerte también eran más fáciles de oler. Llego un momento en que el mismo Ranmaru se sintió algo intimidado por lo que veía al pasar, aunque no era que fuera a aceptarlo. Entonces se decidió a esperar fuera de la habitación donde el aroma de Eisants lo llevo a parar, pensaba que en ese momento todo había acabado, pero tan pronto como se detuvo a un lado de la puerta, unos gritos desgarradores rompieron el silencio del que había estado disfrutando. Ranmaru no tenía ni idea de lo que Eisants le estaba haciendo al príncipe, y tampoco quería saber, si el humano estaba gritando de esa manera, entonces lo mejor para él era no molestar a Eisants en ningún momento, no era que no pudiera con él, pero, por lo que veía, Eisants era demasiado sanguinario.


—Si así estas tú, no quiero saber cómo quedo él otro. —Le dijo al peli-calipso cuando este salió de la habitación. Eisants estaba bañado en sangre, aquel rojo carmesí lo cubrió por completo, incluso parecía que su cabello era de una tonalidad marrón, debido a que la sangre se estaba secando por completo.


—No quedo nada de él para ver. —Definitivamente, hacerlo enojar seria el peor error de su segunda vida. —Bien, no hay nada más que hacer aquí. Vámonos.


—¿A dónde se supone que vayamos? —Ranmaru estaba escéptico, y tenía sus razones para estarlo, para empezar, ¿Quién se creía? Fue Ranmaru quien lo creo, quien le dio esa capacidad, por tanto, era el albino quien estaba a cargo.


—Venecia.


—Ah, la ciudad del agua… ¿Qué hay ahí? —A Ranmaru le gustaba la idea de Venecia, pues aquella ciudad estaba llena de hombres y mujeres que no conocían la vergüenza para nada, aquella era su tipo de ciudad. No obstante, tenía en cuanta que Eisants no era ese tipo de persona, no importaba, que tanto una persona pudiera cambiar durante el proceso de inicio en su segunda vida, ese tipo de cosas no cambiaban.


—Un buen amigo. —Respondió sencillo al empezar a alejarse de la habitación, Ranmaru hecho un vistazo a lo que solía ser el despacho del príncipe, y deseo no haberlo hecho. El albino se puso a la altura de Eisants en un instante, aprovechando que el otro caminaba como todavía fuera humano.


—No es bueno involucrar a tus amigos. —Le dijo mirándolo por el rabillo del ojo, si Eisants mostraba alguna expresión quería saberlo.


—No voy a involucrarlo en nada, solo quiero despedirme de él. —Replico el otro mostrándose ligeramente molesto, entonces, Ranmaru dejo de preocuparse, al parecer aun podía sentir cosas.


.~


Lazzy estaba disfrutando del tiempo de su vida, cada día, no, cada seis horas, una mujer se ofrecía a acompañarlo, y a otras cosas, y aunque el castaño disfrutaba de la compañía de una buena mujer corpulenta, aquellos actos carnales ya no lo llenaban del todo, sentía que algo hacía falta, y si no fuera porque era de todo, menos un romántico, podría haber pensado que aquello que le faltaba era amor, menuda tontería, como si el amor existiera de verdad.


No, hubo un momento en que Lazzy pensó que el amor existía, pero todo eso acabo cuando aquel peli-celeste se fue a Gran Bretaña a contraer matrimonio con una joven de noble familia, fue en ese momento, que la idea del amor murió completamente para Lazzy, luego de eso, el castaño se convirtió en la vergüenza de la familia Kotobuki, pues salía de juerga todos los días, se acostaba con mujeres sin ninguna preocupación, aunque de alguna manera tenía la suficiente suerte para no dejarlas preñadas, algo que para su madre era todo un alivio.


Habían pasado varios días desde que llego a la bella ciudad de Venecia, y Lazzy sentía que ya había visto todo, lo que, en realidad era todo lo contario, pues se había quedado “encerrado” en un solo distrito de la ciudad, en un principio no importaba en lo más mínimo, ya que había ido a pasarla bien con varias damas en una cama, pero ahora se sentía como si no hubiera aprovechado su viaje en lo más mínimo, aun cuando le quedaban varios días de estancia, tenía la sensación que querer volver ese mismo día.


Lazzy se encontraba en esos momentos recorriendo la ciudad en una góndola, bueno, más bien le había pasado a un hombre para que lo llevara, así que el castaño simplemente estaba sentado en la barcaza de madera descuidada, mirando hacia el cielo, pues esa noche se celebraba un festival de máscaras en la ciudad, y en cualquier momento empezarían a sonar los fuegos artificiales, y aquella belleza explosiva en el aire era algo que no podía perderse.


—Señor, me preguntaba, ¿Cuánto tiempo más querrá que lo pasee? —Escucho decir al hombre con un tono de vergüenza, Lazzy pensó que le había pagado lo suficiente como para que no se quejara de nada, pero al parecer se equivocó.


—¿Quieres ir al centro de la fiesta? —Cambio el tema con una pregunta, aquello era una enseñanza que los nobles tenían desde pequeños, pues se esperaba que ellos guiaran las conversaciones con personas de un rango inferior, no era que Lazzy creyera en esas cosas como lo hacía sus conocidos, mas, aquello ya era una mala costumbre que tenía.


—Mi esposa y mi hija deben estar esperándome. —Contesto el hombre evadiendo un poco la pregunta de Lazzy, entonces el castaño suspiro, no quería separar a un padre de su hija, ya había vivido eso, y no quería que nadie más sobrellevara esas terribles sensaciones.


—Déjame en el siguiente puerto que encuentres. —Termino Lazzy la conversación, no lo vio, pero estaba seguro que el hombre le sonrió con agradecimiento, y eso era suficiente.


Después de que el hombre lo dejara, Lazzy comenzó a vagar por las calles vacías y mal alumbradas de la ciudad, pues no conocía esa parte, aunque dudaba de correr algún peligro, ya que podría no parecerlo, pero era un experto en combate físico. Otra razón para no estar temeroso de nada, era que en esa ocasión, no iba bajo el efecto estupecedor de alguna bebida alcohólica.


Sin embargo, aunque no estaba temeroso de nada, tenía la mala sensación de que alguien lo estaba siguiendo, y eso siempre era una molestia completa. Fuera quien fuera, no era precisamente tonto al seguirlo, aunque tampoco era que fuera algo inteligente para hacer. Con un suspiro, Lazzy comenzó a caminar por calles más abiertas, quería obligar a su perseguidor a salir a la luz para confrontarlo, sin embargo, no fue capaz de conseguirlo. Harto de esa situación, simplemente decidió entrar a un burdel, si era un hombre quien lo seguía, entraría al cabo de unos instantes después de él y podría “hablar” con él, si se trababa de una mujer, pues esta no entraría, y seguramente terminaría perdiendo el interés después de media hora de espera.


—¿Eh? ¿Qué pasa aquí? —Murmuro aquellas preguntas al entrar y ver que no había nadie para recibirlo, aun cuando era un festival, las prostitutas de la ciudad deberían estar en sus burdeles, y no en las calles, después de todo, era el tipo de ocasión donde los hombres “solteros” aprovechaban para escapar de la visión de sus familias e ir a ese tipo de lugar.


—Al fin te detienes. —Lazzy se sorprendió al escuchar esa voz, una que reconocería en cualquier lugar, aunque, había algo diferente en ella, de algún modo sonaba distinto.


—¿Eisants, que haces aquí? —Cuestiono a su amigo al darse la vuelta, entonces, los ojos castaños de Lazzy volaron de su amigo, hacía el albino que lo acompañaba. Lazzy nunca había visto a un hombre como ese, uno que irradiaba un aura peligrosa, pero que a la vez era atrayente, además, sus ojos eran curiosos, uno era blanco como la pálida luna, mientras que el otro tenía la coloración de la flor Malva. —¿Y quién es tu amigo?


Eisants paso de la pregunta de su amigo, no tenía tiempo para introducciones sin sentido, después de todo, aquella sería la última vez que se vería. Eisants se acercó a su amigo, no sin antes escuchar una advertencia de Ranmaru, quien le sugería que no se acercar a él, pues podría perder el control. Luego de que el menor le replicara que estaría bien, Ranmaru salió del burdel a esperar bajo la luz de la luna, también aprovecharía para ver los mentados fuegos artificiales de cuales la gente no dejaba de hablar, como si fuera lo más espectacular del mundo.


Ranmaru no estaba seguro de cuánto tiempo paso, el paso del tiempo era demasiado lento a su parecer, así que no le prestaba atención, pero en ese momento le parecía que era demasiado para una simple despedida, por lo que se decidió a entrar otra vez, solo para encontrarse con Eisants bebiendo la sangre del castaño.


—Te lo advertí. —Dijo con molestia al separar al peli-calipso del cuerpo inerte del otro. Eisants en un principio pareció querer atacar a Ranmaru por quitarle su “cena”, hasta que su consciencia volvió y se dio cuenta de lo que hizo, entonces, sin palabra alguna, se alejó corriendo tan rápido como su velocidad se lo permitía. Ranmaru estuvo por seguirlo, hasta que sus oídos captaron cierto ruido que lo detuvo.


.~


Eisants había perdido la cuenta de cuantas noches había estado corriendo sin parar, no necesitaba hacer ninguna otra cosa que no fuera alejarse tanto como pudiera de su pecado. Aun cuando no tenía la menor idea de donde se encontraba, de cuanta distancia había creado entre él y el mundo que conocía, su cuerpo parecía no querer detenerse, por lo que siguió corriendo más noches, deteniéndose solamente cuando era imposible evitar el sol.


Por el camino, sus ropas habían comenzado a estropearse, así que entre más rota estaba una prenda, más tenía la sensación de que tenía que deshacerse de ella, ya que de esa forma no le servirían para nada, primero se fue la gabardina que había tomado del príncipe, luego el chaleco de la guardia que había conservado, y al último su camisa de holanes blanca. El muchacho solo había conservado los pantalones negros de la guardia y las botas, pues era lo único que necesitaba, ya no le hacía falta ninguna otra cosa, pues podía hacer todo con sus propias manos e inteligencia.


Eisants termino llegando a lo que reconoció como un pueblo pequeño, no había muchas personas ahí, podía deducirlo por el reducido número de casas que parecían habitadas, como era de noche, no le importo pasar cruzando el camino principal, ya que no había nadie por las calles, simplemente cruzo caminando con tranquilidad, parecía un buen lugar para asentarse, claro que, no ahí mismo con las personas del pueblo, no quería arriesgarse a devorarlas como le paso con Lazzy, no soportaría llevarse otra alma inocente con él. Una vez que volvió a entrar al bosque, siguió caminando hasta encontrarse con lo que parecía ser una cueva, el peli-calipso entro, aprovechando la visión nocturna que le daban esos ojos sobrehumanos, entonces vio restos de huesos, aquello lo habría espantado en otra vida, o quizás solo sorprendido un poco, pues siempre fue una persona difícil de asustar, sin embargo, en ese momento no era nada que lo incomodara.


—Vaya, tengo un invitado. —Escucho una voz gruesa que curiosamente tenía un tono juguetón. Eisants se giró para encontrarse con un muchacho más alto que él, de cabello anaranjado como el sol en el atardecer, y ojos azules como el cielo en el alba.


—Me iré.


—Oh no, tranquilo, no muerdo a los de nuestro tipo. —Replico mostrando los afilados colmillos que poseía, entonces Eisants recordó una enseñanza de Ranmaru, algo sobre no morder a otro vampiro a no ser que le juraras lealtad absoluta. —¿Cuál es tu nombre?


—… Ai… Ailess. —Respondió luego de unos instantes de vida, ya no quería ser Eisants, aquel nombre solo le recordaría sus desgracias, en cambio, solo ser “Ai” que significaba “Amor” era algo estúpido, él ya no creía en el amor, y no quería que su nombre fuera una ironía en vida. El otro levanto una ceja ante la duda en el tono de voz de Ailess, pero no dijo nada al respecto.


—Warren. —Se presentó adentrándose un poco más en la cueva. —¿Sabes, Ailess? Puedes quedarte aquí si quieres, no es el mejor lugar del mundo, pero al menos no tienes que preocuparte por el alimento.


—¿Qué quieres decir?


—El pueblo, sacrifican a una dama cada tres años. —Explico restándole la importancia, para él era fácil hablar de eso, pues tenía años con esa “tradición”.


...


—Un momento, eso suena demasiado conveniente. —Una voz escéptica interrumpió al hombre que narraba la historia.


—¿Tú crees? —Pregunto el hombre poniendo una expresión pensativa. —Para mí suena más como un golpe de suerte.


—¿Se supone que crea eso? Para empezar, los vampiros no existen. —Replico el otro alejándose un poco de la mesa para recargarse en el respaldo de la silla.


—Oh querido Kaoru, nunca digas eso de las criaturas fantásticas, nunca sabes cuándo van a sorprenderte. —Argumento el otro con una sonrisa torcida. —En cualquier caso, si no quieres creerme es tu decisión, pero yo te aconsejo que no entres en el bosque esta noche, puede que te encuentres con Ailess. —Lo aprendió antes de levantarse de su silla.


—¡Lazzy! Te dije que te apuraras. —Grito un albino entrando en la taberna, Lazzy, al verlo, puso una sonrisa alegre. —No me sonrías así bastardo, rápido, vámonos.


Kaoru simplemente lo vio marchar, antes de dejar unas cuantas monedas de oro sobre la mesa para irse, si no se apuraba, la noche se haría más oscura y pasear por los bosques a esa hora era una idea casi suicida, no porque creyera en esa estúpida historia de Ailess, sino que había otras criaturas en los bosques que fácilmente podrían matarlo.


Al salir de la taberna, Kaoru tomo su carreta de mercancía para acarrearla con él por el camino, días atrás su caballo había muerto de una enfermedad parecida a la fiebre, así que le tocaba llevar las cosas el mismo hasta que llegara a una ciudad donde pudiera comerciar para conseguir dinero para otro caballo, si es que conseguía lo suficiente. Por el camino, adentrándose al bosque, empezó a sentir un extraño frio que le recorría la espalda, luego ruidos como pasos empezaron a sonar, acompañados por la sensación de que alguien lo observaba, en un principio pensó que aquel cuenta cuentos lo estaba siguiendo para jugarle una broma o algo por el estilo, entonces recordó cierto detalle sobre la historia que escucho hace unas horas. El nombre del amigo de Ailess era Lazzy, el mismo nombre que el cuenta cuentos. Aquello, ¿Aquello era una coincidencia?, ¿Sería que el cuenta cuentos solo quería asustarlo? Tenía que ser eso, era imposible que existieran criaturas como esas, era inhumano.


Kaoru siguió caminando, pero la preocupación seguía ahí, era consciente de que alguien lo estaba siguiendo.


—¡Ya basta, Lazzy! —Grito el nombre del castaño que había conocido esa tarde, quizás no podía decir que eran amigos o cercanos o algo por el estilo, pero si sabía su nombre, si sabía que era él, entonces no le importaba ser informal para detenerlo. Sin embargo, tan pronto como grito ese nombre, un borrón de un color azul celeste se presentó ante sus ojos, y lo siguiente que vio fueron unos ojos turquesas que lo miraban con furia.


—¡¿Cómo sabes ese nombre?! —Pregunto en un gruñido que consiguió asustar al rubio. —¡Respóndeme!


—¡E-el cuenta cuentos! —Respondió en un balbuceo por el miedo que sentía en ese momento.


—¿Quién eres?, ¿Por qué luces como él? —Fue lo siguiente que pregunto ese hombre, el cual al verlo bien, se dio cuenta que solo vestía una gabardina.


—¿Co-como quién? —Alcanzo a decir Kaoru.


 ...


—¿Escuchaste eso? —Pregunto el albino a su acompañante. El otro, giro el rostro a su izquierda, si no se equivocaba, esa voz que alcanzo a oír en la lejanía era la del rubio que conoció ese día en la taberna del pueblo.


—Le dije que no se acercara al bosque. —Replico Lazzy en un suspiro.


—Dijiste que lucía como ese tal Syo ¿No? Quizás eso lo salve. —Comento Ranmaru encogiéndose de hombros, Lazzy habría estado de acuerdo con eso, de no ser que antes de que lo pensara escucho un grito lleno de terror. —O no. 

Notas finales:

Vaya, ha pasado bastante tiempo desde que publico algo por aquí, bueno, no se que puedo decir sobre esto, es bastante diferente a lo que he compartido aquí con anterioridad, así que no se si les guste, tampoco se centra en la relación de nadie como en los otros, pero, tenía ganas de hacer algo bastante distinto. En cualquier caso, espero que les guste. 


*Spam time*


Tengo un twitter bastante nuevo, donde aviso cada vez que publico algo, ya sea por aquí o wattpad, si alguien gusta seguirme, el usuario es este: @FershuWestfall & tengo un icon de Masato <3 


*Fin del spam*


Muchas gracias por leer. 


 


Pd. ¿Cómo uso el cuadrito de personajes en la edición del fic? Es que me sale vacio y no puedo escribir en el ;-; 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).