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La revuelta por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Este fanfic está basado en una pelicula que vi, bastante diferente pero es la misma idea. Espero que les guste.

Cuando Tajima anunció que su nuevo trabajo era en el extranjero, en un país atrasado y gobernado por la monarquía, a Madara no le gustó e Izuna se puso a gritar como el crío que era, pero no les quedó otra opción. Ambos eran muy pequeños y no deseaban abandonar Japón. Se mudaron tan pronto como las maletas estuvieron listas. Y lo primero que hicieron tras dejar las cosas en el hotel fue ir con el jefe de su padre a conocer a la familia real de ese país en desgracia al que la empresa iba a traer agua.

“Mucho gusto, majestad” saludó Tajima al rey Butsuma. Madara estaba detrás de uno de sus hermanos mayores, observando al soberano con cierto temor, hasta que notó un niño aproximadamente de su edad asomándose por la puerta. Su corte de tazón era muy estúpido, pero sus ojos verdes le daban un toque extraño con su piel tostada. El pequeño pelinegro se alejó de su familia para verlo.

“Hola, soy Madara” lo saludó.

“Mucho gusto, mi nombre es Hashirama” sonrió el otro. “¿Quieres jugar? Hay un río en la parte de atrás del palacio donde podemos lanzar rocas.”

“¿No se molestará el rey?”

“¡Para nada! Yo puedo hacer lo que quiera” se golpeó el pecho con mucha honra y el otro sonrió. Lo más probable era que su nuevo amigo fuera un sirviente y que se metieran en problemas por hacer eso, más estaba realmente aburrido de la charla… “¡Vamos! Luego puedo enseñarte unos movimientos de artes marciales…”

“Ya voy” mientras ellos iban al río a jugar, la señora Uchiha se percató de la ausencia de su hijo. Empezó a buscarlo calladamente por toda la habitación hasta notar que no estaba, haciéndola recurrir a su marido.

“Madara no está”

“¿Cómo que no está?” preguntó Tajima, buscándolo a su alrededor. Butsuma notó su incomodidad, pero no hizo nada… hasta que una niña pelirroja entró muy enfadada, con las manos en las caderas.

“¿Ha visto a Hashirama-sama, majestad?” inquirió ella.

“No, ¿se puede saber por qué, Mito-hime?” al notar que sus invitados lo estaban mirando, procedió a explicarles. “Esta es la princesa Mito, prometida de mi hijo mayor, el príncipe heredero Hashirama… que al parecer otra vez se las arregló para escapar de sus lecciones.” Aplaudió y unos hombres aparecieron. “Busquen a su alteza”

“¿Podrían también buscar a mi hijo, por favor?”

“Ah, su hijo, si. A él también”

Unas pocas horas más tarde, cuando el soberano empezaba a perder la paciencia y los padres a desesperarse, los guardias aparecieron con los niños, que se habían quedado dormidos después de jugar tanto en el río. Ambos fueron despertados con un buen regaño, pero eso no les importó. Habían pasado tan buen día.

“¿Mañana en el río?” susurró Hashirama a su nuevo amigo. Nunca había tenido uno de verdad y realmente le gustaba. Quería volver a hacerlo.

“Claro” sonrió Madara. Siguieron viéndose muchas veces y creciendo juntos, aprendiendo el idioma del otro y saltando entre las piedras, siempre saludándose intercambiando rocas en el río, para envidia de Mito.

“¡No deberías hacer eso!” estalló ella un día, ya vestida para la cena de una manera muy pomposa. Al moreno le parecía que estaba hablando con una torta helada parlante y se sentía muy tentado a decírselo, más sabía que eso sólo le causaría problemas. La niña, acomodando cuidadosamente su corona en su cabeza, siguió con su perorata. “Deberías pasar más tiempo aprendiendo tus obligaciones y con tu linda prometida…”

“Claro, claro” él le restó importancia.

“¡Escúchame!”

“Lo haría si no usaras ese tono tan agudo”

“Oye, estoy tratando de hacer las cosas más fáciles para ti, pero tú sólo te empeñas en salir con ese harapiento…”

“No es harapiento, creo que tiene más dinero que muchas personas en este país”

“Bueno… cierto” ella decidió elegir mejor sus palabras. “Aún así no pertenecen a la misma clase y si tuvieran alguna relación debería ser sólo de negocios.”

“Pasaría menos tiempo con él y más contigo si supieras jugar”

“¿Yo? ¡Claro que no!” negó la pelirroja. “¡No es una conducta propia de una señorita!”

“Vaya carácter” dijo Hashirama tras escuchar el portazo que dio al salir de la habitación hecha una furia. La verdad era que no entendía para qué necesitaba una prometida, ¡tenía ocho años, por Dios! Y todo eso de ser rey no iba con él, que sólo deseaba ser libre. Era cierto que quería ayudar a la gente, más la monarquía rara vez lo hacía, tan regulada y utilizada por sus asesores. Además siempre habían intrigas políticas. ¡Lo culparían de todo!

“Aniya, ¿puedo pasar?”

“Ah, sí” Tobirama, el segundo hijo del rey, entró, arrastrando sus ropajes. “¿Qué te trae por aquí, hermanito?”

“He escuchado tu pelea con Mito-hime y creo que tiene razón, deberías tomarte más en serio todo o te arriesgas a llegar al trono sin…”

“Tobi-chan, lo último que quiero es heredar ese trono”

“Naciste primero, eres el heredero”

“No quiero convertirme en rey, sólo quiero ser un ecologista”

“Eres incorregible” Tobirama se volteó, ofendido. Sabía dentro de sí que hubiera sido un buen rey… si hubiera nacido primero. Pero las tradiciones eran tradiciones y se tenían que respetar, sobre todo bajo el yugo de su padre. “No podrás escapar”

“Lo sé… y lo siento, sé que esto es lo que tú quieres”

“Ser un Lord tampoco está mal”

“Vamos, Tobi, tú ambicionas más en la vida” sabía que su hermanito había estado leyendo acerca de política y todo lo necesario para ser líder, a pesar de que lo máximo que podía aspirar era a ser Lord regente si el heredero de Hashirama era menor de edad cuando muriera y hasta que este alcanzara la mayoría. Aparte había… “Además no es seguro que exista un trono después del reinado de papá”

“No digas eso” era cierto que su padre no era el más popular en su país, de hecho el descontento había crecido mucho tras los últimos tratos con empresas extranjeras. Era cierto que estaban pensadas para progreso del país, más no podían pagarlas. Cuando las empresas terminaran no se irían fácilmente, pedirían su parte. Y entonces el país sería suyo.

“Ha tenido muchos problemas últimamente”

“Cierto, pero eso no quiere decir que nos vayan a derrocar”

“Tobi” su mirada se tornó seria, como debía ser la de un líder. “Si me derrocaran, quiero que prometas que te salvarás… y a Kawa y a Ita”

“Aniya…”

“Promételo, ustedes son primero para mí”

“Yo… lo prometo… ¡aunque luego volveré a por ti! ¡No creas que te vas a librar de mí así!”

“Lo sé” sonrió el mayor. “Ahora vamos a comer, que nos deben estar esperando”

“Sí, vamos” bajaron para reunirse con su familia y los invitados, todos altos mandos militares. ¿es que su padre no podía rodearse de otros? Era cierto que el poder militar era importante, más debería rodearse de hábiles políticos en lugar de esos. Sin embargo ambos niños se quedaron en silencio y miraron su comida, como esperando el desastre.

-Cinco años después-

Tajima y su familia tuvieron que quedarse en el país muchos años más para supervisar otras obras de la empresa, enviando a los niños a un internado en su tierra natal para que continuaran estudiando. En las vacaciones volvían y Madara y Hashirama renovaban su amistad, compartiendo historias y dulces. Se conocían tanto… que el príncipe se maravilló de que al regreso de su amigo tras ambos cumplir los trece años notara cosas nuevas de él.

“Tienes una bonita piel, es tan blanca” comentó el moreno, tomando la mano de su amigo y acariciando su pálido brazo.

“Eres un estúpido, ¡suéltame ya!”

“No, ¿Cómo es que eres tan blanco? Nunca he visto a alguien tan pálido en mi vida”

“Bondades de la genética, ahora déjame” el pelinegro alejó su brazo, más las cosas no terminaron ahí. Lo siguiente en ser atacado fue su cabello, que era muy suave y sedoso. Hashirama se quedó admirándolo como nunca había hecho con el de su prometida. “¿Qué te pasa?”

“Te has puesto muy bonito”

“¡Siempre he sido así! ¡Es sólo tu mente engañándote!”

“¡Es verdad!” trató de defenderse el príncipe. “Has crecido, tu cabello también, tu piel se ha puesto aún más blanca y a pesar de tu cara enojada eres muy hermoso” un puñetazo cayó el su ojo. “Auch, ¿ahora qué hice?”

“Eres un…” Madara se marchó dando fuertes pisotones.

“Vamos, Mada…”

“¡No me sigas!”

“No quise ofenderte…”

“Pues lo hiciste”

“¿Cómo?”

“Es que… es que…” el pelinegro se plantó, se volteó y lo miró a los ojos, ofuscado. El otro se detuvo en seco. “¡NO SOY UNA CHICA PARA QUE ME ESTÉS DICIENDO ESAS COSAS!”

“¿Eh?” tras la huida de su mejor amigo, Hashirama se quedó en el jardín, preguntando qué había hecho ahora. Es que de verdad, el Uchiha se veía tan lindo… le daban ganas de tomarlo de mano y pasear por los jardines más hermosos de palacio. Caminó pensativo a su habitación, topándose en medio del camino con el despacho de su padre con la puerta cerrada, sonidos raros saliendo de él. Frunció el ceño, preguntándose quién sería la amante de turno.

“¿Aniya?” Tobirama, al otro lado del pasadizo, avanzó hacia él. Su hermanito tenía a su padre en alta estima y no quería arruinar esa imagen, por lo que corrió a su encuentro y trató de distraerlo. “¿Qué pasa?”

“Nada, papá está ocupado”

“Creí que estaba libre”

“Surgió algo de último minuto” mintió e mayor. “Vamos, no lo molestemos”

“Hum…” al día siguiente se volvió a encontrar con Madara, que estaba un poco molesto por lo del día anterior. Llegó a olvidar su enojo, jugando como siempre y conversando como viejos amigos, leyendo los libros del otro… hasta que llegó el momento de despedirse y Hashirama lo agarró del brazo, posando sus labios sobre los de él de manera inocente.

“¡¿Qué demonios?!”

“Es que no me pude resistir”

“¡Vete al carajo! ¡Si quieres besar a alguien tienes una prometida para hacerlo!” y se fue tal y como lo hizo el día anterior. Hashirama suspiró, tal vez deberían limitarse a hacer las travesuras que generalmente hacían.

-Tres años más tarde-

Las intenciones del príncipe para con su amigo eran cada vez menos puras. De una caricia infantil de niño había pasado a querer tocar cada vez más del joven pelinegro, con el que seguía reuniéndose a conversar y jugar al poker. Los dos habían crecido, al igual que sus cabelleras. Hashirama empezó a notar más cosas, como lo bien que sonaba la risa de Madara, lo mucho que quería pasar sus manos entre sus cabellos y acariciar esas caderas. La tensión se hizo casi insoportable cuando ambos tuvieron 16 años.

“Te has puesto increíble” comentó el príncipe.

“¿Eso crees?” preguntó él ausentemente, mirando su mano. “Eres el único, la verdad. En Japón nadie me pela, es más, me odian”

“¿Cómo podrían odiarte?” inquirió robando una carta y añadiendo un par de monedas al montón que apostaría. Tenía cierto nivel de confianza en esa mano, aunque nunca había derrotado a Madara en una apuesta en los ocho años que se conocían. “Ja, mira”

“Tengo escalera real” el Uchiha puso sus cartas delante del perdedor y recogió sus ganancias. No era la gran cosa, pero al menos le divertía. “Me he hecho cierta reputación como peleador allá, soy muy bueno”

“¿De verdad? Pero si nunca me has vencido”

“¡Lo haré! ¡Tarde o temprano te enseñaré quién es el superior!”

“Hasta entonces practiquemos, tú con las peleas y yo con las apuestas. Mientras tanto…” Hashirama sacó algo de su bolsillo. “Tu cumpleaños fue hace un tiempo, pero quería darte algo” sacó un collar con una pequeña esmeralda, simple y hermoso. “Es para ti”

“¿De verdad puedo tenerlo?” contestó Madara, admirándolo. Desconocido para él, ese era uno de los grandes tesoros del rey, que su amigo había sustraído sin que nadie se diera cuenta. “No puedo andar por las calles con algo como esto”

“Entonces escóndelo, pero piensa en mí cuando le lleves”

“No seas marica” Madara se lo puso alrededor del cuello, escondiéndolo dentro de la ropa. Ese fue el primero de muchos regalos que el príncipe le daba en secreto y que guardaba en una caja en el armario. No sólo eran joyas, sino flores y el pelinegro se sentía muy cohibido al aceptarlas, hasta nervioso.

“¿No te gusta?” Hashirama se preocupó un día.

“Sí, pero…” se puso rojo. “Estas son la clase de cosas que le entregas a alguien que amas, no a un amigo. ¿Está bien que me las des?”

“¿Hum? Pensé que estaba siendo claro” el príncipe se acercó, tomándolo de las manos y haciéndolo saltar de sorpresa. “Te estoy cortejando” y lo besó como había hecho cuando todavía eran unos niños y no sabía exactamente lo que sentía por el otro. Cuando el beso terminó el Uchiha estaba más asustado que antes. “Madara…”

“Esto no debió pasar, no está bien” dijo antes de echar a correr, dejando a Hashirama triste y confundido. Tras eso el pelinegro se fue a la universidad y no se volvieron a ver hasta…

Notas finales:

¿Les gustó? Review!!!!


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