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Una noche de café por acuariuscorpio

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Masami kuruada.

He aquí mi primer intento de lemon, espero no dejarlos ciegos (?

 Sus manos recorrían el teclado con gran frenesí, mientras finas gotas de sudor empañaban su frente haciendo que su flequillo se pegara peligrosamente a su rostro, y es que para una persona como él, apasionante de la lectura, escribir una historia en la cual implicara su propia redacción era un gran honor, uno por el cual le estaba quitando el sueño noche tras noche.

Milo no había objetado en lo más mínimo cuando su novio comenzó a escribir y, es que a pesar de ser un hombre bastante posesivo, se había mostrado comprensivo debido a que sabía de la gran pasión de su francés hacia la escritura y lectura, no obstante comenzaba a desesperarse porque Camus comenzaba a evadirlo en las noches con tal de pasar unas cuantas horas escribiendo.

Esa noche no era la excepción, pues como siempre, el pelirrojo se encontraba  escribiendo, mientras que la lluvia golpeaba los cristales sin ningún tapujo o miedo a despertar al chico durmiendo solo en esa inmensa cama. Lamentablemente la tempestad no cedió al tierno sueño del joven quién terminó despertándose.

—Mierda…—susurró después de despertarse y verse solitario en esa fría cama. Odiaba sentirse solo, odiaba sentir el frío, odiaba la lluvia y sobretodo odiaba estar sin Camus. Se levantó sin mayor delicadeza de la cama y se acercó a la ventana, la cuál estaba siendo atacada por la lluvia.—Estúpida lluvia que me hace sentir solo, no…estúpido Camus por no estar a mi lado.

“Su mirada recorrió el extenso bosque en aquella oscura noche, sin ninguna pizca de miedo. Aparentemente todo estaba calmado, sumido en un intenso silencio, interrumpido quizás por el cantar de los grillos. De repente un grito retumbó en aquel espeso bosque, el joven, a pesar de que su razón le dictaba alejarse de ahí, hizo todo lo contrario; corrió a toda velocidad hacia el origen del quejido. Su sorpresa fue mayor a ver la procedencia del grito, un joven de tez blanca y pelirrojo siendo atacado por otro chico mayor que él, su corazón caro no dudó en defender al bello pelirrojo. Sacó su espada y en un rápido ataque la fundió con el cuerpo del contrario…”

—Qué cansador es esto—murmuró al aire. Había escrito más de veinte cuartillas en un día y su vista estaba por demás agotada, se permitió recostarse en ese cómodo sillón mientras se limpiaba las gotas de sudor que amenazaban con entrar a sus ojos. Tenía que completar pronto las treinta cuartillas a la voz de ya, pues la próxima semana vendría un representante de la editorial a ver su avance con su libro. El estrés y el sueño poco a poco lo estaban invadiendo, por lo que decidió prepararse un café cargado para refrenar la somnolencia.

 

Caminó descalzo por la cocina para poder prepararse un café, cuando empezó a llover más fuerte.

—¿Cómo es que está lloviendo y está haciendo tanta calor?—se preguntó a sí mismo, mientras miraba hacia el agua hirviendo buscando quizás una respuesta a su interrogante.

“…el cuerpo cayó inerte en la fecunda tierra de aquel bosque, dejando libre a aquel pelirrojo desconocido.

—¿Estás bien?—preguntó el valiente caballero en señal de una afirmación.

—Sí—respondió tímidamente, mientras bajaba la mirada ante su “salvador”—gracias…”

Dio un sorbo a su taza de café antes de continuar escribiendo, no sin antes limpiarse unas gotas de sudor que surgieron de su frente y recorrieron sus sonrojadas mejillas.

—¡Qué encantador!...así o más excitante…Camus—susurró su nombre a la altura del oído del susodicho, causando un escalofrío genuino y haciendo que sus mejillas se tiñeran de un rojo carmín, igualando a su cabello.

—Qué tonterías dices, Milo—pronunció antes de alejarse peligrosamente del sillón donde estaba sentado.

—La verdad, más que la verdad…¿Sabes?, últimamente no me atiendes, Camus.

No se hizo esperar una reacción de sorpresa por parte del pelirrojo ante tales palabras.

—No pongas esa cara…—prosiguió— ya no duermes conmigo, te desvelas noche tras noche escribiendo ese libro al cual le tienes aprecio, pero me estoy cansando.

—¿Cansando?

—Sí. Siento que me estás cambiando por el amor a eso personajes…ya…

—Yo no…—quiso replicar, pero Milo lo miró con una mira que no supo descifrar.

—Déjame hablar—habló en un tono serio, uno que hizo al galo callar y esperar a que el rubio prosiguiera—Me siento solo, me siento enojado de que…

—¿Enojado de qué?—interrumpió el galo en tono de reproche, quizás enojado.—¿¡Enojado de qué!?

—¡De que me cambies por una puta taza de café!

Una estupefacción por parte del Camus no se hizo esperar, y es que en su lógica de humano, no entendía que tenía que ver una taza de café en aquella discusión la cual no supo cuando empezó.

—¿Una taza de café?...¿De qué rayos me estás hablando?

—Eres un estúpido, Camus—murmuró Milo mientras lo miraba de soslayo con los brazos cruzados—¿No te das cuenta de que me siento celoso?, Celoso de que una taza de café te haga ponerte sudoroso y mantenerte despierto durante toda la noche…mientras a mí me mantienes rezagado. Me siento desplazado.

Su mirada ya no se veía molesta, sino triste y en ese entonces Camus se dio cuenta de lo mucho que lo había lastimado. Sonrió y lentamente se acercó a su pareja.

—Lo siento…—susurró a su oído en un tono sensual y lastimero—disculpa por desplazarte.

—No será fácil perdonarte…te has portado muy mal.

—Me atendré a las consecuencias.

A pesar se lo sentido que se sentía Milo por la discusión anterior, no podía negar que se encontraba en demasía excitado por tener a Camus abrazado de él. Por lo que en un ataque de pasión arrinconó al pelirrojo en uno de los estantes de libros y empezó a besarlo con una euforia desenfrenada, sumiéndolo en un beso cargado de pasión el cual el galo con trabajo podía seguirle el ritmo.

—ahh...—gimió Camus al sentir los labios tibios de Milo atacar su cuello. Inconsciente se mordió el labio inferior y pasó sus brazos por el cuello de su amante—Aquí no…

Milo al escuchar el gemido de su amante, prosiguió a besar con más fuerza aquel cuello que deseaba marcar como suyo, sin embargo al escucharlo hablar, dejó su tarea para sonreír y mirarlo a los ojos.

—¿Tienes miedo de que manchemos tus preciados libros?

—Tonto…y sí.

Sonrió de nuevo y entre jaloneos y besos llegaron a la alcoba en donde sin ningún preámbulo, el griego lanzó a Camus a la cama.

—Esta noche serás castigado, Camus.—dijo antes de subir también a la cama. Atacó de nuevo su cuello, mientras bajaba una de sus manos al falo del francés, lo acarició, mientras su lengua descendía a uno de los pezones de Camus.

—Mi…milo…eso no es justo—se quejó el pelirrojo haciendo que Milo parara en su labor—yo también quiero tocarte.

El griego sonrió complacido ante la “petición” del pelirrojo, por lo que se sentó y bajó los pantalones, Camus al sentirse “liberado”, se acercó a Milo y poco a poco sacó el miembro del griego, lo lamió unas cuantas veces antes de metérselo a la boca y en lentos movimientos lo sacaba y metía, mientras Milo gemía sin parar.

—Es suficiente.—habló de nuevo Milo, para encimársele a Camus de nuevo. Entabló una serie de besos en el abdomen del francés, mientras uno de sus dedos se inmiscuía en el interior del francés.

—Aunch…—profirió Camus al sentirse invadido por uno de los dígitos de Milo.

—No me digas que te duele, eso te pasa por dejar pasar tanto tiempo sin tener sexo.

—Eres un…ahh—gimió de nuevo antes de ser invadido por otro dígito. Su entrada aprisionaba ambos dedos que se movían en su interior en manera de unas tijeras, por fin el tercer dígito entró y estuvo preparado. Milo por su parte masturbaba su pene para por fin unirse con el galo, cuando estuvo listo lo metió de una sola estocada a la estrecha entrada de Camus.

—¡Idiota me dolió!—exclamó Camus al sentirse invadido.

—Dijiste que te atendrías a las consecuencias…

—tonto…

Sonrió una vez más mientras empezaba a dar lentas estocadas contra la cadera del francés. Camus, por su parte se aferraba a las sábanas de la cama, mientras sentía como su entrada apretaba el pene de Milo. Con el pasar de los segundos las estocadas se volvieron más fuerte haciendo que hasta la cama de moviera al ritmo que imponía el griego.

Lamentablemente, los espasmos no se hicieron esperar por lo que el griego se vio obligado a masturbar a su amante para que así terminaran juntos, ¿El resultado?... la semilla del griego dentro del francés, mientras que el semen de Camus quedó entre ambos vientres.

—Eso estuvo fantástico—habló Milo cuando por fin se hubo separado de Camus.

—Sí, cómo digas.

—Admite que te gustó y que te hice sudar más que esa taza de café.

—Al menos el café me quita la somnolencia. Tengo que irme a escribir de nuevo.—dijo antes de levantarse, sin embargo, no tenía planeado con que Milo lo atrapara.

—¿Quieres que te la quite? Lo puedo hacer. Pero quédate esta noche conmigo.—susurró, mientras lo besaba.

Camus, no pudo darle una negativa a su amado, al final de cuentas tenía tiempo para seguir escribiendo, lo que no se imaginaba es que de ahí en adelante un griego le andaría rondando para dejarlo más que sudado a la mitad de la noche.

Notas finales:

Gracias por leer *-*/


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