Lo que agradezco, deseo, espero y quiero.
“Para mi futuro marido…
Sé lo que estás pensando. Lo veo en tu reacción, pero por favor, permíteme seguir… No sé bien cómo explicarte todo esto, pero he encontrado una fórmula. Es muy simple. De hecho, la creado yo mismo mientras pensaba qué escribir. La llamo: lo que agradezco, lo que deseo, lo que espero y lo que quiero. Apuesto a que no entiendes de qué hablo, pero ahora mismo te lo haré saber.
Lo que agradezco.
Siempre he pensado que la parte más bonita de compartir con alguien más es agradecerles. No muchos lo hacen. Yo quiero hacerlo.
Primero, agradezco que existas y que estés sano.
Segundo, agradezco haberte conocido. Y creo que esta es la parte más importante porque, ¿qué sería de mí si no te hubiera conocido? No sería lo mismo, y todo a mi alrededor carecería de sentido. Así que agradezco a la vida, o quizás al destino, el haberte conocido.
Tercero, agradezco que seas tú el que me acompaña en mi camino todos los días, el que haya aceptado mi corazón y el que me ame por encima de todas las cosas. Gracias por compartir tu vida conmigo.
Cuarto, agradezco todos estos años de amor y amistad. ¿Cuántos son? Perdí la cuenta, perdóname por eso… Supongo que han sido muchos. Gracias por reír, conversar y llorar conmigo. Y espero que sigas formando parte de mi pequeño mundo de personas en los que puedo contar.
Lo que deseo.
Deseo primeramente estar siempre a tu lado.
Deseo que sigas siendo tan fuerte e independiente cuando los problemas vengan a ti.
Deseo que lleguen a tu puerta sólo alegrías, y si llegasen penas… compártelas conmigo, siempre estaré dispuesto a cargarlas y hacerlas desaparecer para ti.
Deseo que cumplas todos tus objetivos. Anhelos. Sueños. Metas. Porque nada es imposible, y creo firmemente en que puedes cumplir cada uno de ellos, hasta el más grande.
Deseo que nunca dejes de sonreír, sobre todo cuando es a mí. Porque no hay nada que haga más feliz mi día que verte sonreír cuando estoy cansado.
Deseo que te entregues a mí, en cuerpo y alma. Y deseo, por sobre todo, despertar cada mañana a tu lado. ¿Es mucho pedir?
Lo que espero.
Tengo grandes expectativas, y espero que las cumplas todas, ¿puedes hacer eso por mí?
Espero que sigamos creando muchos recuerdos juntos.
Espero abrazarte fuertemente todos los días que te resten.
Espero que cada vez que te sientas mal o algo suceda, me lo digas. Quiero saberlo, siempre voy a querer saberlo. Siempre voy a estar cuidando de ti. Siempre estaré al pendiente. Y espero que tú lo sepas, y que compartas todo conmigo. De eso se trata.
No espero que cocines siempre, o que ordenes como loco, o que hagas miles de cosas para que yo esté contento. A mí sólo me basta con saber que me quieres, que eres feliz conmigo, así como yo soy feliz a tu lado.
No espero tener grandes lujos, aunque sea lo básico, no importa con tal de estar a tu lado. De saber que estarás esperándome con una sonrisa de esas que sólo tú puedes regalarme.
Y por último lo que quiero…
Quiero muchas cosas, pero sólo hay una que se me viene a la cabeza en este momento…
Quiero que seas mío. En todos los sentidos posibles. Quiero que seas mi marido, ¿me concederías esa única petición?
De tu futuro marido,
SeungHyun.”
Desde que leyó la primera línea sabía que se venía algo grande, pero ahora ni siquiera era capaz de dejar de mirar la nota entre sus manos. Le había extrañado recibir aquella carta sin remitente ni nada, solamente el enunciado que lo dejaba más que exaltado. ¿Cómo se iba a imaginar que fuera de Seung Hyun si cuando la carta llegó, el mayor estaba sentado a su lado en el sofá? Se giró hacia él.
-¿Quién era?
-Un loco.
Aseguró doblando la nota mientras una sonrisa pequeña se le escapaba de los labios.
-¿Qué quería?
Preguntó poniéndose de pie, con la misma sonrisa idiota y con las manos metidas en los bolsillos, como si nada. Tan campante como siempre.
-Casarse conmigo.
-¿Y tú qué respondes?
Ladeó el rostro mirándole fijamente. Ji Yong sonrió y luego levantó sus hombros.
-Pues, si no hay anillo…
Seung Hyun sonrió.
-Ya sabía yo que tú eres bien despistado a veces.
-¿Cómo?
-¿No viste el sobre?
El menor bajó su mirada y abrió el sobre. Digamos que después de leer la carta se olvidó de todo lo demás. Y claro que tenía un anillo. Sonrió sacándolo.
-Pues… entonces no me queda más que decir que sí.
El mayor sonrió grandemente. ¿Cuán feliz puede llegar a ser alguien? A veces, pequeños detalles hacen la felicidad. Ji Yong era su felicidad. Esa respuesta lo reconfirmaba.
-Te amo.