Yo soy Ren
Hacia apenas un par de semanas que Ren había sido dado de alta, Aoba estaba feliz de tenerlo de nuevo en casa, aunque a veces era complicado pero gracioso tener a los dos Ren juntos. El Ren humano seguía teniendo las costumbres de cuando estaba en el pequeño cuerpo del Allmate, así que aunque Ren tuviese su propia habitación, a veces terminaban durmiendo los tres en la cama de Aoba. A Ren también le gustaba mucho descansar en las piernas de las personas, algo que el Pequeño Ren hacia siempre, pero el grande sólo se recostaba en las de Aoba o la abuela, y secretamente extrañaba que le mimaran acariciandole la cabeza, cosa que todos seguían haciendo con el pequeño Ren y no con él.
Beni era el único que no había cambiado con él, siempre que llegaba volaba hasta su cabeza y hablaban normal, pero Koujaku sólo jugaba un poco con el pequeño Ren y era algo serio con el Ren humano. Hoy era una de esas noches que llevaba a Beni en su cabeza mientras cenaban y Koujaku alababa la comida de la abuela. Pronto terminaron y subieron a la habitación de Aoba, hablaron un rato y el del kimono salió al balcón, el pequeño Ren le siguió y Ren pudo ver como sacaba el cigarro y el encendedor y luego tomaba a Ren para acunarlo entre sus brazos y sobre la baranda. No podía describir correctamente la mezcla de sentimientos que había en su interior, sólo no quería ser el espectador.
—Iré por algo de beber, llévale esto por favor—Aoba se levantó y le coloco el cenicero en las manos.
—Sí, Aoba.
El celeste salió despreocupado y Ren se levantó, admirando la escena desde otro ángulo. Llegó hasta el lado de Koujaku, coloco el cenicero en la baranda y le miró de reojo por un momento.
—Gracias Ren.
—¿Ahora te parezco extraño?
—¿Por qué dices eso?
—Yo soy Ren, pero no me has tratado nunca como antes, pero a Ren sí, aunque no sea Ren.
Koujaku sonrió ante el racionamiento de Ren, le parecía el de un niño pequeño. Pero sí, tenía razón, no sabía como comportarse con su nueva forma humana, le ponía un poco nervioso y al final ni se acercaba porque no sabía si incomodaba al otro.
—Lo siento Ren, es cierto, es sólo que esto me desconcierta un poco.
—Yo sigo siendo Ren.
Koujaku pasó su brazo sobre los hombros de Ren, atrayéndolo hasta quedar pegados y luego acaricio su cabeza como solía hacer antes, haciendo sonreír a Ren. Por seguridad bajo al pequeño Ren al piso y este salió corriendo al cuarto, su personalidad era muy jugetona ahora. El Ren humano aprovecho para meterse entre él y la baranda y acurrucares contra su pecho. Al igual que con el Allmate le abrazo suavemente dejando sus codos reposados en la baranda pero sin ponerles peso para no aplastar al de ojos dorados.
—Sí, tu sigues siendo Ren.