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UNA SOMBRILLA Y UN CAFÉ. por Huitzil

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Notas del fanfic:

 


 


Le gustaba la lluvia en Trípoli, era violenta, repentina como sus sentimientos.


Margaret Mazzantini

Notas del capitulo:

 


 


 


Hola de nuevo a todos, escribo este nuevo fanfic con la alusión de que sea de su agrado y esperando que les guste aunque no haya sepso 7u7

Bajo una lluvia torrencial dentro de una cafetería se encontraba un sujeto vestido elegante en un traje de tres piezas; sus zapatos negros hacían juego a su persona por completo y aquella corbata roja era la que resaltaba de todo su atuendo. Su piel era blanca salpicada con un par de pecas. Cabello  rojo pulcramente peinado. Uñas recortadas. Con el ceño fruncido y la boca torcida ligeramente del lado derecho, apretando los puños controlando su creciente ira. A su lado había como era de esperarse una sombrilla descompuesta. Nada anormal, salvo que…

 Este hombre era el único que desentonaba en esta pequeña y humilde cafetería. Por lo general no había personas trajeadas aquí, lo más elegante que se podía ver y ya se consideraba un lujo era alguien usando una corbata o un saco y era por eso que la mayoría lo observaban con desagrado o como si fuera portador de algún virus maligno, se alejaban de él siendo que solo era un sujeto cerca de una ventana; sin embargo el hombre pelirrojo no se inmutaba o se encogía ante aquellas miradas o susurros incomodos, lo único que tenía que hacer era ignorarles y concentrarse en ver las gotas de lluvia caer con gracia al cristal esperando a que su bíper sonara para informarle que el carro que se había descompuesto ya estaba arreglado o que otro había llegado a sustituirle.

Tomar un taxi no estaba en sus planes. Él no era de tomar esos portadores de infecciones y residuos desconocidos como su hermano menor Sherlock, No. solo de pensarlo le producían náuseas y, aunque tampoco era de esos que entraban a lugares tan… banales y sucios como lo era este donde su camarera era una madre soltera que tenía que prostituirse por las noches para mantener a sus tres hijos y a su madre convaleciente y, eso solo lo sabía por ser la primera persona que vio al entrar. No tenía que escatimar en los demás si la primera impresión fue lo peor.

No.

Pero su estúpida sombrilla eligió el peor día de lluvia para dejar de funcionar pero él no podía culpar del todo a su sombrilla favorita porque la culpa había sido totalmente suya por no observar aquel leve borde en una de las orillas delatando su imperfección, Si. Era culpable de estar en esta cafetería de quinta por no escuchar aquel sonido extraño del motor en el carro por estar distraído pensando en que el Detective Inspector tendría una cita romántica hoy en quien sabe que restaurante fino de la ciudad, valla ingenuo parecía que su matrimonio fallido no le terminaba de enseñar  la lección.

Respiro hondo y apretó la mandíbula al percatarse del desagradable aroma que se respiraba en este lugar. Verdaderamente jamás entendería el gusto por las personas por reunirse en estos lugares si eran tan sucios y apestosos, justo como el pañal de un bebe.             Que desagradable.

La puerta se abrió con un desgraciado que lo había pillado la lluvia desprevenida y en su intento por resguardarse había tomado un periódico para inútilmente cubrirse del agua. “Pobre idiota” fue el único pensamiento que Mycroft pudo dedicarle a aquel individuo hasta que el hombre hablo:

- ¡Hola Susan! – saludo cordialmente el hombre como si nada, dejando al pelirrojo con la garganta seca y tentado a salir por la puerta.

- Hola Gregy ¿trabajando horas extra?- pregunto la encargada del lugar con una sonrisa ensanchada de oreja a oreja y Mycroft disimulo estar tranquilo ya que al parecer el otro no lo había notado y ahora se quedaba para conocer la respuesta de la pregunta de la Gorda y Tuerta “Susan” porque aunque jamás lo admitiría en voz alta, él era como su hermano, un ser curioso pero solo con las cosas que le importaban y Greg era algo importante.

- Siempre.- dijo con entusiasmo quitándose la gabardina empapada y dejándola cerca del perchero que se encontraba al lado del pelirrojo. - ¡Hey! – Exclamo fuertemente cerca del oído del pelirrojo – Yo a ti te conozco Mycroft ¿cierto? – Mycroft lo único que deseaba era no estar ahí. Buen día para terminar de esta manera pasando por semejante vergüenza. El acercamiento a su espacio personal hubiera sido motivo de una fuerte reprimiendo como solía hacerle a su hermano pero esta vez y solo por esta vez podía dejarlo pasar. – ¿si me recuerdas? – pregunto inocentemente.

Mycroft le dedico una sonrisa cordial y amable o por lo menos ensayada por que no recordaba realmente como ser una persona cordial y amable.

-Detective Inspector Lestrade, acertado como siempre en sus deducciones ¿Cómo olvidarlo?.- “si lo sueño cada noche de la manera mas impúdica posible”- eso ultimo lo pensó y se alegro de no habérselo expresado, se había escuchado así mismo hablando sonando casi igual a un robot, frio, calmado y sin sentimientos no es como si no fuera así pero, por eso ensayaba en su baño todas las noches para parecer más humano y era por su buena actuación por la que podía entablar relaciones publicas rápidamente a pesar de ser un Holmes pero extrañamente de un tiempo a la fecha empezaba a ponerse nervioso cosa que comenzaba a sucederle más a menudo cuando estaba cerca de este hombre. Aun así Mycroft Holmes se felicitó así mismo por lograr soltar las palabras educadas.

“Muy bien Mycroft. Eres grande Mycroft. Gracias Mycroft”

-¿y….? – pregunto acercándose a su oreja provocándole un placer indebido por toda su persona

- y… ¿Qué? – pregunto bruscamente el pelirrojo tratando de no demostrar lo que ese acercamiento y ese contacto innecesario de la mano de Lestrade en su hombro le provocaba realmente. Movió su hombro como si ese toque le quemara.

-¿Qué sucedió? Digo ¿Por qué estás en este lugar? No es como si no fuera libre de hacerlo pero… bueno tu me entiendes ¿alguna bomba? ¿Un secreto internacional? ¿un atentado contra la nación?- parecía que Lestrade estaba entusiasmado con cada pregunta y Mycroft no pudo más que soltar una sincera carcajada. ¿así o más tierno podía ser el DI?

Lestrade pareció desconcertado, quizá el gobierno Británico había perdido la cabeza y se estaba volviendo…

-¿loco?-

El cano se sonrojo por completo al darse cuenta que el hermano mayor de Sherlock le acababa de leer la mente. Malditos Holmes.

-Disculpa no era mi…

- no, no… yo me disculpo por reírme de esta manera. No está para menos su deducción solo que me pareció cómico que usted pensara que estoy aquí por asuntos laborales cuando solamente fue una sombrilla descompuesta lo que hizo que me viniera a alojar a este lugar.-

- Bueno… suele pasar ¿no?- respondió el detective más tranquilo encogiéndose de hombros para restarle importancia después de ver el desastre de sombrilla que era la que había a lado del Holmes mayor.

- Si quieres puedo invitarte un café en lo que para la lluvia no son como los que tú tomas pero los de Susan son los mejores. Te recuerdan a que debe saber el café del hogar.-

Mycroft ante todo pronóstico no pudo negarse a esa oferta y rápidamente fue conducido por Lestrade a una mesa alejada de las personas, tapada por unas cuantas macetas en un intento de darle vida a este sórdido lugar menos mal había una ventana cerca.

La mesera se acercó hacia ellos con una sonrisa – ¿lo mismo de siempre guapo? – pregunto descaradamente con una sonrisa pintada en su rostro juvenil y atractivo sacándole una sonrisa a Greg y provocando que Mycroft quisiera aventarle los recipientes de la sal y pimienta que habían en la mesa justo en la cara a ver si así entendía el mensaje. Se conformó con poner las manos sobre el intento de mesa y entrelazarlas élegamente esperando pacientemente a que se fuera.

-Con leche extra y un pastel. No. Dos pasteles de chocolate-

-Yo solo quiero un café clásico, sin azúcar y sin leche por favor.-  La mesera se sorprendió mucho al verlo hablar pero anoto las órdenes y se fue. – dos pasteles de chocolate son muchas calorías para usted Detective.-

-Nosotros.-

-¿Qué?

Mycroft sintió como toda la sangre le bajaba a los pies de solo pensar que la cita romántica de Lestrade se vería aquí con él. Que incómodo.

-¿Tan malo es?- pregunto de repente Lestrade viéndolo fijamente consternado y preocupado.

-¿Qué? Eso… n-no para nada s-so-solo que… - dios estaba tartamudeando muy impropio de un caballero “tranquilo Mycroft” “calmate” “contrólate” respiro hondo – ¿será mejor que me retire no le parece?

-¿cosas importantes del Gobierno surgieron en los escasos cinco minutos que nos tomaron la orden?- pregunto con ironía Lestrade acomodándose en la mesa.

- no… solo que yo hare mal tercio aquí cuando llegue tu novia.-

-¿mi novia?

- Bueno tú cita romántica.-

- Ajá… Mi cita romántica.

- sí. Tú cita… Detective ¿estará  repitiendo todo lo que digo? Por qué entonces esta platica se tornara muy larga y aburrida.- aclaro Mycroft sintiéndose tremendamente ofendido por la ignorancia mal disimulada del inspector.

- ¡Ah! Cierto mi cita romántica, de hecho acaba de llegar.- Mycroft quiso voltear a ver a la “cita” pero por mas que intento no pudo hacerlo. Apretó sus manos y se quedó viendo fijamente la mesa pensando en las mil y un maneras de salir corriendo sin parecer grosero con Greg. Era un cobarde y lo sabia de antemano pero no importaba. De la nada apretó los ojos al sentir como Greg se acercaba con su novia de un solo… ¿pie? Extrañado abrió los ojos de nuevo.

- Creo que ya se conocían.-

Lestrade sonrió burlonamente enseñando esa larga fila de dientes que tenía mientras tomaba con su mano derecha lo que parecía ser su sombrilla descompuesta cerrada. Greg se parecía mucho al gato de Chessire. Y no solo era tierno era lindo y simpático. Rayos más cualidades en un hombre que de por si era perfecto.

Mycroft sonrió más tranquilo lo vio tomar asiento nuevamente – ese giro dramático no lo veía venir…-

-¿Qué? ¿Tu mejor sombrilla con el mejor niñero de tu hermano no podían tener una cita? Me subestimas Mycroft Holmes, me subestimas...-

El pelirrojo empezó a reír el chiste era en si tonto pero muy gracioso – creí que tendrías una cita, toda tu vestimenta lo dice…

-¡ah! Qué alivio…- soltó un suspiro el cano – por un momento me preocupe  al pensar que me estabas espiando o algo así, no es como si fuera o me sintiera importante pero, bueno tú me entiendes.-

Mycroft si lo espiaba.

-No. No entiendo que trata de decir inspector.- se hizo el desentendido mientras les traían sus pedidos dos tazas de café humeantes y dos rebanadas de pastel – porque se esta restando importancia.-

Gregory se quedo viéndolo fijamente sin saber que contestar – no es que me reste importancia – dijo al fin – pero estar sentado frente a un hombre tan importante, con tantos contactos, con tantas influencias y siendo el gobierno británico en sus tiempos libres siendo yo solamente un Detective Inspector remplazable… bueno, uno conoce su lugar en el mundo-

-Nadie podría remplazarlo- murmuro por lo bajo el pelirrojo

-¿Qué? – el inspector no lo habia escuchado por el ruido del lugar. Ahora Mycroft sabia una de las razones por las cuales a las personas les gustaba venir a esta clase de lugares sórdidos y asquerosos.

- y entonces… ¿Qué fue de su cita?- Lestrade tomo de su café saboreando el sabor del momento y a Mycroft le dio por imitarle sintiendo como lo cliente de le bebida inundaba todo su paladar con un delicioso sabor casero.

- Muy linda la chica, simpática y graciosa pero… me recordaba tanto a mi ex esposa y era tan joven. No era para que pasara su vida con un viejo como yo. Me gustaría comenzar nuevamente con alguien como yo. De mi edad. Tres años divorciado te hace darte cuenta que…

- nadie quiere morir solo.-

- me leíste la mente de nuevo Mycroft, aun me pregunto ¿cómo le haces? Parece magia

- la magia no existe –

- si y ahí es cuando desaparece –

Mycroft volvió a beber de su café y vio que Lestrade le ofrecía la segunda rebanada de pastel que había pedido. Trago saliva no es como si no quisiera pero debía tener en cuenta la dieta.

-no inspector, pero estoy a dieta… yo…

- es dietético.-

- aun así yo…

- está bien,  ya entendí que no te caigo bien y solo estas aquí para esperar que la lluvia pase, no tienes que ser tan educado conmigo y llámame Greg, que me hables de usted cada cuatro o tres palabras me enerva me haces sentir más viejo de lo que en verdad soy. No te preocupes la lluvia ya casi pasa-

“pero no quiero que pase”

- se equivoca. Que diga… te equivocas Gregory ¿puedo llamarte Gregory?- Lestrade asintió con la cabeza mirando su pastel y llevándose un pedazo a la boca. – no es que me caigas mas solo  es que…

- oye… Mycroft enserio que ya entendí- pero la mirada de Lestrade sin sonreír solo le decía al mayor de los Holmes que le había malinterpretado cosa muy distinta a entender.

Sin darse cuenta cuando Lestrade iba a meterse otro pedazo de pastel a la boca, Mycroft interrumpió el viaje para quitarle el cubierto de la mano y tomarlo con su boca directamente de los labios del cano. Mastico lentamente mientras Greg sorprendido se había quedado boqueando como pez fuera del agua. El pelirrojo trago limpiamente y sonrió complacido volviendo a su lugar.

- Creo que siempre si me comeré el pastel.-

-valla…- soltó el cano dejando salir el aire que al parecer había contenido por tanto tiempo - mi novia va a estar muy celosa por eso ¿Qué le diéremos a los niños?-

Lestrade tomo la sombrilla rota entre sus brazos acunándola, sonriendo ampliamente complacido por aquel contacto y con un leve rubor en sus mejillas.

-¿puedo pedir otro café? El mío se terminó.- Mycroft avergonzado desvió la mirada hacia alguna parte de la cafetería pero nadie quería parecer prestarles atención.

Sintió como unas manos ásperas le tomaban del rostro y suavemente lo guiaban a alguna dirección, se topó con la mirada brillosa del inspector y sintió aquellos labios esponjosos una vez. Eran deliciosos y sabían a café tan y como a él le gustaba y por alguna razón cerro los ojos y sintió como si estuviera cayendo de una gran altura.

- pero esta vez con leche.- dijo Mycroft cuando el beso había terminado relamiéndose los labios y viendo con picardía al detective que regresaba a su lugar con una sonrisa.

Después de un rato más su bíper sonaba insistente pero Mycroft simplemente opto por ignorarlo. De todas maneras mañana el día seguiría igual de podrido que hoy en la política, hoy quería aprovecharlo al máximo con la persona con la sonrisa más hermosa que había visto en toda su vida y, aunque ya llevaban horas y horas platicando al punto de que la cafetería se quedó sola siendo ellos los únicos que disfrutaban del tercer vaso de café humeante. Y aquel ser desentonado que entro por casualidad a ese pintoresco lugar no podía explicar como un café y una sombrilla rota había logrado juntar a dos personas completamente contrarias. 

Notas finales:

Algo tranquilon entre ellos me hacía falta en mi colección, nada fuerte, ni grave. Solo un final feliz para todos. Espero de todo corazón que les haya gustado tanto como a mí me gusto escribirlo besos a todos y bonito día! 

Culpo a la sociedad por mis faltas horrograficas


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