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The World Behind My Wall por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

 

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Los personajes de Katekyio Hitman Reborn! pertenecen a Akira Amano.

 

Advertencias:

                   Universo Alterno

                   TsunaxHarry

                   Capítulo único

 

 

The World Behind My Wall

(Capítulo Único)

 

 

 

Disfrutando de una tranquila tarde de verano, casi en las afueras de la ciudad, dos personas coincidían al mudarse a la misma área departamental; sus ‘departamentos’ quedaban separados por una delgada callecilla que daba a un callejón sin salida; una escalera de incendios y un roto anuncio fosforescente de una café escondido en ese callejón era la vista que tenían desde sus ventanas.

Estas dos personas no estaban al tanto de la otra. No sabían que justo frente a ellos alguien más iniciaba ‘una nueva vida’; al menos buscaba una ‘segunda oportunidad’ el chico de pelo negro y ojos verdes que tenía como adorno en su ventana el anuncio roto, y, el chico castaño de ojos caramelo con la escalera de incendio al lado de su ventana buscaba ‘un descanso’.

Ahí estaban, cada uno arreglando su departamento en el tercer piso de cada edificio: un pequeño espacio donde la recámara, la sala, la cocina y el baño estaban ‘harmoniosamente revueltos’ en ese estilo no-es-lo-mejor-pero-me-sirve-por-el-momento.

Pasó el día y no se conocieron, muy ocupados con los preparativos de su ‘espacio propio’ en el caso del moreno y de su ‘espacio privado’ en el caso del castaño. Era entendible, una mudanza por muy pequeña e insignificante que parezca sí que es estresante y sobre todo extenuante.

Paso el segundo día y no se conocieron, el castaño se pasó el día haciendo llamadas y pegado a una laptop que se veía fuera de lugar en… el lugar… donde estaba, parecía ‘un granito en el arroz’ pero más un arroz en medio de granitos; así de grande era el contraste.

El tercer día tampoco de conocieron, el moreno estuvo dormido, pareciera que no había dormido en una semana si podía seguir ‘durmiendo’ pese al ruido de la maquinaria requerida para reparar el Café escondido en el callejón.

Pasaron los días y no se conocieron, por una cosa o por otra… o, quizá, ellos no querían conocer a nadie.

Fue un semana antes del mes, dos días después de la reinauguración del Café del callejón, cuando coincidieron. Estaba anocheciendo al momento que ambos cruzaron miradas en la barra del café, esmeralda y caramelo, intrigados, acostumbrados a los retos de miradas ninguno cedía. Fue el dueño del café quien interrumpió su contienda visual, estaban a punto de cerrar.

Salieron del café, el moreno con un té en sus manos mientras el castaño se aferraba a su espresso como si fuera un salvavidas. A penas reconociendo al otro cuando sus destinos se separaban en la calle, una pequeña vuelta hacia atrás, notaron como entraban a los edificios departamentales, esmeralda y caramelo, ambos entraron y decidieron olvidar a la persona cuyos ojos intrigaban.

 

 

No esperaban, de verdad que no, asomarse por la ventana de sus departamentos que daba al callejón del Café para darle un último vistazo antes de cerrar las cortinas e intentar ignorar el la luz del letrero fosforescente que volvía a funcionar, y ver a la otra persona justo al frente. El moreno con su té y el castaño con su espresso. Separados por dos metros, a la misma altura, viéndose solos y sin la intención del dormir, iniciaron esta historia con un…

Hello/Ciao, je m’appelle Harry/Tsuna”.

De pronto se sintieron nerviosos, el castaño porque hacía tiempo no decía así su nombre, así de familiar y sin pretender omnipotencia más que su naturaleza amable, y, el moreno porque su nombre, simple y sin el reconocimiento de parte de su interlocutor le resultaba refrescante.

Esa noche, a través de la ventana, charlaron y charlaron, rieron y se confundían cuando su francés se mezclaba con inglés, italiano y japonés en ocasiones. Hablaron hasta el amanecer y se enteraron de muchas cosas interesantes, no de la otra persona sino de sí mismos… como si no se conocieran personalmente, no al nivel que trataban de conocer a la otra persona.

Aprendieron que el moreno de ojos verdes, Harry, le gustaba cocinar platillos elaborados para distraerse, le gustaba caminar durante el alba por el parque y por las calles vacías de noche ya que en otras horas y con tanta gente se sentía ansioso y paranoico; odiaba usar anteojos por lo que se quitó los suyos y consiguió de contacto, amaba una buena taza de té a cualquier hora del día porque le relajaba y le despejaba la mente, no soportaba los roedores, respondía mal a las órdenes y odiaba que decidieran por él.

En el caso del castaño de ojos caramelo, Tsuna, aprendieron que pese a no hacerlo desde hace años, sabía cómo hornear un pastel, le gustaba disfrutar del día y dormir largas horas, le aterraban los caninos y era bueno con el resto de los animales que no intentaran comerlo primero; que no tenía solo un color favorito apoyando siempre los arcoíris, no le gustaba sentirse solo pero necesitaba privacidad; hacía años que no bebía té pues adoptó la bebida favorita de su tutor, y que cuando está solo y cómodo suele ser un poco despistado al momento de caminar: tropieza con todo, la mesa, el sillón, la cama, la tina de baño y hasta con sus propios pies.

El día llegó y Harry se despidió para ir a dormir mientras que el castaño recibía una llamada ‘importante’ por el rostro que puso. Sin embargo no se despegaron de su ventana hasta que acordaron verse al otro día, para cocinar y comer juntos en el departamento del moreno.

 

 

Pasaron los días y esta vez, Tsuna y Harry se veían todos los días al alba y al ocaso, durante el día Tsuna hacía sus cosas y durante la noche Harry hacía las suyas. Nunca preguntaron sobre lo que el otro hacía, tan solo se contentaban con la presencia y amistad mutua. Además, no preguntaban porque entonces así tendrían que responder de igual manera y, no querían decir mentiras… no cuando nunca habían sido tan honestos consigo mismos en tan largo tiempo.

Con más días, más charlas y más interacción de todo tipo… no pudieron evitarlo: la ilusión de una pareja en el ámbito sentimental tocó sus corazones. Cayeron en el encanto del otro. Se hacían ilusiones de lo que podría llegar a ser, se hacían ilusiones de citas y de llegar a pasar más tiempo de una calidad distinta, esa calidad que se obtiene al estar al lado de alguien a quien más que proteger se desea ir caminando a su lado, tomando su mano y admirando el cariño que reflejan sus ojos al cruzarse.

Ambos actuaban como adolescentes, como el primer amor, pese a la ‘experiencia’ que podrían tener en su vida. Hay diferentes tipos de ‘amor’ y el que sienten en ese momento es uno de los pocos que pueden llegar a encontrarse… un amor donde se sienten complementados. Un amor donde hay comprensión y donde… donde se han enamorado de tan solo una parte de ellos; esa parte que han querido que el otro vea.

Actúan como adolescentes, se sonrojan cuando sus manos se rozan, sonríen cuando ven a la otra persona, suspiran cuando piensan en el otro y a su manera escriben el nombre de quien inunda sus sueños… de quien cambió las pesadillas por sueños placenteros. Sin embargo, hay una parte importante, la parte que han ocultado, lo que temen demostrar… quizá sea demasiado, quizá sea peligroso… quizá ‘eso’ no lo entiendan. Es esto lo que les impide dar el siguiente paso, el admitir que ‘le gusta’ y que no podrían ser más felices si el otro aceptara una cita para dar paso a una relación.

 

 

Sí, cada uno tenía algo que esconder. Cada uno tenía un secreto que pensaban—estaban seguros la otra persona no podría entender. Sí, todo el mundo tiene secretos, pero, no como estas dos personas, una sola palabra de sus secretos a la persona equivocada y en un parpadeo estarían rodeados que quienes se aseguraran nunca se repita el ‘secreto’… que nunca se repita el error.

Así pasaron los días, cada uno imaginando lo que podría llegar a ser una relación más allá de la amistad sin atreverse a expresarlo.

Vivían en su mundo imaginario. Vivían compartiendo un anhelo. Sin darse cuenta, terminaron viviendo juntos sin tomar en cuenta los riesgos… sí, el departamento de cada uno seguía ahí, pero, para pasar un poco más de tiempo juntos, ambos rentaron un departamento al otro lado de la calle. Se escuchaba extraño, era curioso, era divertido vivir una vida sencilla y libre de ataduras… o eso era lo que creían.

Un día, el pasado llegó a buscarlos.

Un día, las responsabilidades les alcanzaron.

Estaban en el departamento que compartían al otro lado de la calle. Un ruido sordo llamó su atención, provenía del departamento de Harry. El moreno acudió al ‘llamado’ y el castaño lo siguió pensando que su compañero podría necesitar ayuda. Harry no esperó a ‘advertir’ a Tsuna que todo estaba bien.

No fue extraño ver a una chica en el que era al departamento de Harry… lo extraño, fue, que otras tres personas aparecieran ‘de la nada’; al menos eso era lo que Tsuna no había ‘visto’ con frecuencia.

Sin embargo, la sorpresa de ser descubiertos y de ver algo que no se debía de ver no obtuvo la respuesta que se esperaba, el silencio que provocaba el aturdimiento fue roto por el silbido de un disparo… ese sonido tan familiar para Tsuna le indicó aún más problemas: su Tutor estaba de visita. Dirigiendo su mirada hacia la ventana daba vista a su propio departamento, sí, ahí estaba él, observando todo mientras sostenía una taza de espresso… lo que indicaba que hacía tiempo que lo esperaba.

Harry, dirigiendo su vista hacia el lugar donde provenía el lugar del disparo, notó a un hombre que su sola presencia gritaba ‘peligro’… de un momento a otro, las tres personas y la chica que ‘aparecieron’ rodearon a Harry y el hombre con un arma en la mano y un espresso en la otra ya estaba tras el castaño. Ante esta situación, tanto el chico de ojos caramelo y el de ojos esmeralda tuvieron un pensamiento similar:

“¡Oh, Primo/Merlín!”

Así, guiados por Instintos y por una Súper Intuición, Harry empezó a presentar a sus amigos a Tsuna, el castaño también ignoró la atmósfera pesada, bajó el arma de su Tutor saludando a los amigos de Harry y luego él presentó a su 'Tutor‘… ambos chicos actuaron con tal normalidad que les dio tiempo para explicar de cierta manera el ‘Mundo’ al que pertenecen. Se usaron ciertas palabras, sin embargo, entre ellas no estaban Magia, Mafia, Guerra, Conflictos y otras; sí se repitieron en cambio Ley, Permisos, Sanciones, Paz, y otras que dieran a entender que no son una amenaza para el ‘Mundo’ de la otra persona.

Lo lograron.

Luego de tres horas y media, dos ‘explosiones’ temperamentales de parte de Harry hacia sus amigos y una orden de parte de Tsuna hacia su Tutor. Sin señales de figuras encapotadas de cuerpo vendado y un extraño sombrero de copa; sin señales de ‘apariciones’ y ‘oficiales’ que se aseguraran de no dejar rastro de lo ocurrido, el castaño y el moreno siguieron con su esfuerzo de seguir con ‘normalidad’ la presentación de sus amigos y Tutor… al menos logar que bajen la guardia.

 

 

Fue un tanto difícil, ignorar las preguntas en el rostro de quienes les miraban, evitar hacer comentarios que aumentaran la pesada aura del Tutor, desacreditar las sospechas de ‘correr peligro’ y, al fin, permitir que cada uno exteriorice las dudas restantes. No obstante, entre el esfuerzo por hacer que el peligro descienda… el de ojos esmeralda y el de ojos caramelo sabían que esa  sería su última plática… probablemente la última vez que se vean también.

Casi al final, cuando Tsuna miró un poco de arrepentimiento en los ojos esmeralda de Harry, comprendió que esa era su despedida. Harry vio comprensión en los ojos caramelo que tanto le gustaban, y, supo también que el castaño estaba despidiéndose de igual manera.

Cómo odiaban sus vidas.

Cómo odiaban que por primera vez, luego que hubieran aceptado ‘su destino’, el anhelo por una vida normal surgiera de ese lugar donde lo habían enterrado… ahí en lo profundo de sus corazones.

 

En silencio, como sólo ellos sabían, Tsuna y Harry se despidieron.

 

Dijeron adiós a los paseos tranquilos, a las comidas deliciosas preparadas por ambos, a los ratos tranquilos donde cada uno revisaba su correspondencia uno al lado del otro sentados en el sillón de la pequeña sala y devolver una respuesta por el mismo medio (e-mails en el caso del castaño y cartas en el caso del moreno); estaban diciendo adiós a la única persona que parecía entender… que les enseñó a conocerse mejor… que les demostró que aún se puede amar.

Las otras personas que escuchaban, dejaron poco a poco la sospecha para concentrarse en el castaño y el moreno, algo había cambiado en ellos, en sus expresiones y en su voz, cada palabra que abandonaba sus bocas transmitía una ligera nota de melancolía… como si estuvieran resignándose a algo, como si se extrañaran pese a estar frente a frente. Sin embargo, antes que pudieran identificar lo que presenciaban, la charla terminó.

Un apretón de manos de quienes intercambiaron palabras, un par de miradas cristalinas, una cortina de indiferencia al apartar sus ojos de la otra persona… y, una ‘orden’ del castaño para irse él y su Tutor… una vuelta del moreno hacia el resto y una sugerencia de volver al lugar de donde vinieron a buscarle.

El castaño salió por la puerta y el moreno ‘desapareció’ tras un estruendoso sonido.

El Tutor salió tras su alumno, algo andaba definitivamente mal, tantos años a su lado y aun podía leerlo cual libro abierto… menos cuando usaba maldita máscara de indiferencia que él mismo le obligó a construir para sobrevivir en ‘su mundo’. No que eso lo detuviera de todas maneras. No cuando el bien del castaño estaba involucrado.

 

Los cuatro chicos que observaban el espacio donde su amigo había desaparecido apenas notaron al castaño y su tutor abandonar la habitación, cada uno de ellos, a su manera, conocían al moreno de ojos verdes… y, nunca lo habían visto tan feliz. Al menos, hasta que terminó de hablar con el castaño, luego, luego de eso… otra vez esa cara de indiferencia, de resignación, otra vez esa cara que usaba para ocultar su dolor apareció. Y es estaba tan mal en tantos aspectos que maldijeron el no haber prestado mayor atención cuando llegaron, estaban seguros, su presencia fue lo que causó el cambio regresivo de su amigo. Tras varios sonidos, los cuatro chicos desaparecieron para ir tras su amigo.

 

Esos departamentos quedaron solos nuevamente.

Las ventanas abiertas, como cuando dos jóvenes las dejaban con tal de poder hablar con su vecino de enfrente… donde charlaban sobre el callejón del Café, cada uno en su ventana, donde un moreno reía cuando el castaño salía y se recargaba en la escalera de incendios que estaba carca, donde un castaño sonreía cuando el letrero fluorescente funcionaba e iluminaba los ojos del moreno de una manera casi hipnótica.

El eco de sus risas.

El brillo de sus miradas.

La calidez de sus voces.

El sentimiento de esperanza cada que se veían, al saber que no estaban solos, al saber que alguien más les conocía por ser ellos mismos. No por ser el Salvador del Mundo Mágico. No por ser el joven Mafioso Neo Vongola Primo. No por ser líderes que se encargan de cambiar el mundo en el que se vieron envueltos para hacerlo mejor… para las generaciones venideras.

 

Y ese departamento, el que compartían al otro lado de la calle, también quedó abandonado… con recuerdos en sus paredes, con ecos de sueños y anhelos, con la esencia de lo que fue amor.  

 

Esta no fue una historia con un final feliz, fue el encuentro de dos personas que pertenecían Mundos diferentes… donde cada uno tenía un destino que cumplir… alejados de otro.

Aúna hora, en el Mundo Mágico un moreno de ojos verdes pensaba en los que pasó al lado de un joven castaño y de ojos caramelo. Mientras tanto, en un lugar de Italia regido por la Mafia, el Décimo Vongola evocaba un par de ojos verdes pertenecientes a un moreno que conoció una vez.

Ambos soltaron un suspiro, preguntándose una vez más, si algún día se volverían a ver.

Un día en el que hayan completado su destino.

Un día en que puedan volver a conocerse.

Un día que se permitan amar.

Un día…

Un día en que tal vez puedan volver a los departamentos que estaban en el ter piso con ventanas una frete a la otra sobre ese callejón que ocultaba un Café.  

 

                               

   Fin.     

Notas finales:

Gracias por leer.


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