Family
por Shu_loves_Yuki
Beteado por: angel_dark
Vio al niño hacer un puchero antes de salir corriendo a encerrarse en su habitación, oyendo luego como la puerta se azotaba bruscamente. Dios tuviera piedad de él y le diera más paciencia para soportar al niñato unas horas más…
En el exacto lapso de 51 horas con algunos minutos sus padres llegarían a la casa y todo volvería a ser tranquilo y normal como antes, sin tener que aguantar la TV con el volumen al máximo mientras el crío veía y re-veía los mismo videos de Nittle Grasper mientras ovacionaba a un cantante peliverde llamado Sakuma Ryuichi … juraba que si volvía a oír una vez más la plática de “Por qué Sakuma-sama es el Dios por encima de los mortales” que le daba Shuichi lo sacaría a patadas de la casa, ¡Si ni Tatsuha se ponía así!
Miró el televisor encendido, que mostraba únicamente una guerra entre hormigas después de acabada la cinta, se dirigió a él y lo apagó de forma rápida. Quizás no debió ser tan duro con él… ¡Pero al diablo! Bastante tenía con soportar las locuras de Tatsuha cómo para sumarle más.
¡Incluso había pintado su cabello! ¿Hasta qué punto idolatraba a ese cantante suyo que tenía que hacer, comer y usar todo lo que éste hacía? ¡Y los padres del bendito mocoso creían que él estaba bien! ¿A su edad? ¿Pintarse el cabello?, revolvió su propia cabellera rubia en desesperación, ¡Definitivamente todos en esa casa estaban locos!.. todos menos él, claro está.
Sacó un cigarrillo del bolsillo de su camisa blanca, encendiéndolo parsimoniosamente e inhalando enseguida aquel vicio del que tanto gustaba… sintió una puerta abrirse con un chirrido leve, sonriendo mientras se sentaba a sus anchas en el sillón, y perdiendo la mirada, dorada y penetrante, en el pasillo que llevaba a las habitaciones notando a un cabizbajo niño de cabellos rosados frotando uno de sus ojitos mientras arrastraba los pies cubiertos por unas calcetitas blancas.
-Eiri warui…- murmuró el niño, acercándose a él, quedando de pie entre el sillón y la mesita de centro, mientras que con su manito izquierda apretaba fuerte la oreja de un conejito rosa con un listón amarillo.
-Ya, ya…- dijo, apenas mirándole, tirando el humo del cigarrillo hacia el techo, lejos de la nariz del más pequeño.
-Warui…- volvió a repetir. Eiri siempre se enfadaba cuando se quedaban solos en casa y él ponía sus videos. Al rubio sólo parecía gustarle que anduviera todo el día con la playera blanca y larga del pijama deambulando por la casa, además de tenerlo acostadito y siendo callado con besos en la cama.
-Ya, Shu, ya…- apagó por fin el bendito vicio en el cenicero sobre la mesa, tomándolo por la cintura y atrayéndole a él. Shuichi buscó los ojos dorados, clavando en ellos una mirada violeta dolida- Me molesta que mires a otro que no soy yo…
Las mejillas del niño se sonrojaron, escondiéndose automáticamente en el cuello de Eiri, pasando ambos brazos por él, apretándoles el uno al otro. Casi inmediatamente, unos labios tersos y anhelantes se encontraron con la suave piel que exponía frente al rubio.
-Gomen ne, Eiri… Gomen ne… nunca más…- repetía constantemente, mientras era llenado de besos y las caricias eran repartidas en grandes cantidades en su espalda.
-Ya vale, está bien, Shu-chan…- le tomo la barbilla, viendo la inocente y pura mirada violeta brillando hacia él, no hacia Sakuma Ryuichi ni ningún otro. Shuichi era suyo.
-Ai shiteru, onii-chan- sonrió el más chico.
Porque después de todo su pequeño hermano apenas tenía once años y lo idolatraba más que a nadie… y tenía una buena idea para pasar las siguientes 48 horas con su pequeño.
-¿Jugar a caballito blanco?
-Sí, Shu-chan, seguro que te gusta…
Owari