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Juntos otra vez por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

¿Qué tal? Esta es la tercera entrega del Casamentero del Santuario. Perona-chan aún tiene muchas ideas sobre como atormen... ayudar a los caballeros a no aburrirse. Que lo disfruten!!!

Saint Seiya no es mío

Notas del capitulo:

¿Qué les parece este? Tengo planeadas algunas sorpresas para los capítulos siguientes.

“Haber, venga todos, ¿Quién quiere ir a la playa?” preguntó Hagard, haciendo que los niños levantaran las manos. Los más pequeños estaban riendo, los más grandes… eran adultos responsables que le ayudaban a cuidarlos. Teneo incluso tenía un pequeño grupo al  que entrenaba para que defendieran a sus hermanos más pequeños y Selinsa, incluso si no deseaba seguir con su propio entrenamiento, hacía lo mismo con las niñas. Dante y Damián seguían sus movimientos muy atentos, con la firme intención de ser caballeros algún día.

“Yo también” dijeron al unísono los gemelos levantando las manos, felices. Estaban sentados sobre un muro, sonriendo.

“Bien, todos afuera, vamos a la playa” llevó a todos los niños al lugar, donde empezaron a correr inmediatamente. El toro suspiró al ver a sus pequeños. Como pasaba el tiempo, ya habían cumplido quince años. Todos los muchachos habían puesto de su parte para criarlos, de manera que a pesar de no tener una madre no lo echaban en falta. El taurino suspiró, llevaba años esperando… todo en vano.

“Son unos angelitos” se acercó su aprendiz de cabellos celestes. “Ya están bien grandes”

“Sí, lo están”

“Sabe, a pesar de que no se lo dicen, secretamente quieren una mamá” le reveló la chica, sobresaltándolo. “Y usted también quiere tener a alguien a su lado ¿verdad, señor Hasgard?”

“Yo… Dante y Damián ya tienen una madre, que no lo vean… bueno, es cosa suya, apuesto a que uno de estos días…”

“Lleva diciendo eso quince años” dijo Salo sentándose al lado de su amiga. “Ya debería haberse hecho a la idea de que ese egocéntrico por no decir algo peor no va a venir. Tiene que superarlo y conseguirse a alguien que sí lo valore.”

“Yo…”

“La chica esa de la tienda de flores es bonita y le gusta, ¿por qué no sale con ella?” le aconsejó Selinsa, recordando a las personas del pueblo que estaban interesadas en su maestro. “Y si no quiere una mujer el joven ese de la sastrería también aceptaría una cita si se lo pidiera, señor”

“Ehhh…”

“También están el chico de la pastelería y el de la botica, el de…”

“¿Es que lo único a lo que se dedican ustedes es a buscarme citas?” finalmente se levantó el Tauro, mirándolos con seriedad. “Mejor aprendan de Teneo, que siguió con su entrenamiento a pesar de que la guerra santa ya terminó y no…”

“De hecho, fue idea mía” interrumpió el aludido. “Usted merece ser feliz, maestro, y temo que sin alguien a quien darle amor no lo es”

“No quiero tener citas, que no entienden… además tengo mucho trabajo con Dante y Damián, que todavía son unos críos…”

“Unos críos muy grandes” comentó el mayor de sus discípulos. “A propósito, hablando de citas, le conseguí una hoy a las ocho con el chico de la pastelería. Y no puede decir que no porque todo ya está arreglado: hay reservaciones en un restaurante nuevo, tiempo para un paseo, Selinsa se encargará de los pequeños…”

“No puedo, ya les dije. Los gemelos…”

“No es la primera vez que los cuidamos” dijo Salo, cruzándose de brazos. “La primera vez sí sentí un poco de miedo al pensar que podrían haber heredado el carácter de su madre, pero no. Son muy fáciles de tratar y ayudan bastante”

“Sé que saben cómo cuidarlos, pero…”

“¡Entonces no hay excusa!” aplaudió la peliceleste. “Hoy a las ocho en ese restaurante, no olvide arreglarse”

“Pero…”

“¿No irá a dejar plantado a ese chico, verdad?”

“Yo no…”

“Entonces bien”

“¿Qué pasa si Aspros decide pasarse por aquí mientras no estoy?” terminó el toro, haciendo que su alumno mayor frunciera el ceño. No quería hacerle esto a su maestro, más necesitaba escucharlo, a lo mejor así espabilaba.

“Ese egocéntrico no va a venir”

“Sí lo hará, es solo que… ha estado muy ocupado estos quince años”

“Pues ha tenido mucho tiempo para visitar a Ahimsa” comentó él para sorpresa de todos. Suspiró teatralmente y procedió a soltar la sopa. “¿Recuerdan que he tenido que ir un montón de veces en estos años al santuario? Para terminar mi entrenamiento y esas cosas. Pues bien, una vez no me mandaron aquí directamente, tuve dar un paseo hasta la India…”

“¿Estuviste donde el Budda y el demonio?” se sorprendió Aldebarán. “¿Y quién diablos es ese tal Ahimsa?”

“El primo de Dante y Damián, ¿no recuerdas que estaban esperando?” el toro asintió. “Me encontré a ese… a Aspros ahí, con ropa de otras tierras. Al parecer se pasea por todo el mundo sin responsabilidades, tan campante como si nunca hubiera tenido hijos, y mimando a Ahimsa como si fuera el único niño en su vida”

“Él… ¿mima a Ahimsa?”

“Como nunca hizo con ellos” terminó Teneo, sabiendo que acababa de ganar la discusión. “Él ha decidido que darse un paseo por el mundo y consentir a su sobrino es más importante que sus gemelos, usted no debería esperarlo más”

“Hum…” se lo pensó Aldebarán. “¿Dijiste hoy a las ocho?”

“¡Sí!” gritaron los tres, habían ganado. De repente alguien los alcanzó, tenía la apariencia de un guardia del santuario.

“Aldebarán de Tauro, has sido convocado por el Patriarca ante el despertar de una nueva amenaza” comunicó el hombre. “Se le solicita que regrese al santuario antes de que finalice la semana.”

“¿Nueva amenaza? ¿Qué es esta vez?” preguntó un poco confundido. Hades siempre había sido su enemigo, pero ¿no tenían una alianza con él? No creía que el dios del inframundo hubiera roto su tratado de paz tan pronto.

“No lo sé, lo único que le puedo decir es que tiene a Hades y Athena muy inquietos”

“Bueno, chicos, creo que no habrá tiempo para…” las miradas de los tres indicaron que no se iba a zafar de esa cita. “contarles lo que sucedió en la cena antes de que partamos” ellos asintieron. “Preparen a Dante y Damián, esta vez los llevaremos con nosotros. Quiero que vean el lugar donde nacieron”

“Menuda sorpresa se van a dar…”

-En otra parte-

“Siente tu conexión con el mundo, respira hondo y deja tu cosmos fluir…” indicaba Asmita mientras meditaba con su hijo. Ahimsa adoraba hacer estos ejercicios, aunque no tanto como utilizar los conocimientos de ocultamiento que le había dado su madre para asustar a las personas y hacerles creer que estaban siendo atacados por fantasmas. Y vaya que sí le salían bien las bromas. “Ahimsa, me estás oyendo”

“Intento expandir mi mente” contestó el quinceañero, moviendo la mano para apartar su largo y lacio cabello de la cara, poniendo los mechones azules detrás de sus orejas. “Pero me interrumpiste antes de que lo lograra”

“No estarás pensando en escaparte al pueblo a atormentar a los pobladores, ¿verdad?” el ciego alzó una ceja. El chico se puso nervioso, no podía ocultarle nada a él. “De tal palo tal astilla, podría jurar que cada día te pareces más a tu madre.”

“¿Es verdad que él asustaba a los pobladores de una isla controlando un volcán?”

“¿Qué quién asustaba a quién?” preguntó Deuteros, saliendo de la casa al oír las voces de su amante y de su hijo afuera. “No los aterraba a posta, niño, sólo me dedicaba a mis asuntos dentro de mi volcán. Ellos son los que eligieron crear la fábula del demonio alrededor de mí”

“Bueno, no es que tú no quisieras” se alzó Asmita, sonriéndole con ironía. “Antes de irte del santuario dijiste que te convertirías en un demonio”

“Pero no uno así” refunfuñó el gemelo menor, cruzando los brazos. “Además llegaron fastidios por los cuentos que esos tontos contaban…”

“Te los ganaste, es lo único que te puedo decir” el rubio caminó hasta la casa simple que la familia ocupaba desde que habían ido a la India. Era un lugar acogedor donde pudieron criar en paz a su pequeño sin que los paletos del santuario los molestaran… aunque de vez en cuando sí mostraban sus caras por ahí. No eran muy amistosos, pero después de una advertencia o dos se iban en paz. “¿Qué quieren cenar hoy?”

“¡Algo que no sea comida india!” gritaron ambos, haciendo que el ciego rodara los ojos. Ese par nunca aprendía, si querían eso entonces al menos el peliazul mayor debería aprender a cocinar, más no. Jamás comerían algo de él que no estuviera a la lava. Les sirvió a cada uno su ración y se sentaron a comer.

“Está rico” comentó el adolescente. “Pero quiero probar otras cosas”

“Pídele a tu madre”

“Ya déjame en paz, no cocinaré nada si no hay lava incluida” señaló los panes en la mesa. “Sólo mira lo bien que me ha quedado el pan a la lava”

“Sí, riquísimos… aunque se te han quemado más de la mitad” comentó el hindú, conteniendo un poco la risa por el puchero que puso su pareja. ¿Cómo la gente pudo haber creído que este era un demonio? No tenía ni idea. De repente miró a su hijo y sintió una extraña nostalgia. “Vaya, el tiempo vuela”

“Sí, nada más mira a Ahimsa” el demonio le revolvió el cabello a su pequeño. “Siento que nada más ayer eras una cosita chiquita que lloraba a cada rato por nosotros”

“¡Basta, ya no soy un bebé!” dijo este algo ofendido, tratando de quitarse la mano de la cabeza.

“Si, nuestro bebé ha crecido” se unió Asmita, abrazándolo por un costado. “¿Recuerdas cuando no podía decir no su propio nombre? Siempre decía Hima en lugar de Ahimsa y aplaudía mientras lo hacía. Le aplaudíamos por compasión”

“¡Ya déjenme!”

“Y caminaba dando tropezones por el jardín” completó su padre antes de que pudiera pararlo. “Teníamos que correr para alcanzarlo antes de que se diera de bruces contra el piso”

“Era adorable…” de repente escucharon un sonido que alertó a los dos adultos. “Ahimsa, quédate aquí” ambos salieron para encontrarse con un guardia del santuario, que se acercaba envuelto en un manto. “¿Qué desea?”

“Asmita de Virgo, Deuteros de Géminis” empezó el hombre. “Han sido convocados por el patriarca en la sala de Athena. Esperamos su arribo con prontitud. No falten” miró directamente al peliazul. “a esta reunión dorada”

“¿Por qué nos llaman de nuevo?” preguntó Asmita seriamente. No le gustaba la idea de volver a ese lugar, nunca se había sentido precisamente bienvenido y su pareja tampoco. De hecho habían tenido que prácticamente huir de ahí para mantener a salvo y poder criar a su pequeño. Y podía notar que la persona a su lado pensaba lo mismo.

“No he sido informado… señor” añadió lo último a regañadientes, confirmándoles que la opinión sobre ellos en el santuario no había cambiado. Estarían confinados durante su estancia a la casa de Virgo si querían evitar confrontaciones. “Sólo he venido a darles el mensaje.”

“¿Y si no asistimos?” la voz ronca del demonio asustó un poco al mensajero.

“Entonces enviarán a otro a traerlos… a otro dorado” les sonrió malignamente antes de partir, como esperando que se negaran y verlos ser arrastrados hasta el santuario de una manera vergonzosa.

“¿Qué crees?” preguntó el gemelo menor, mirándolo seriamente y en voz baja, a sabiendas de que Ahimsa trataba de escuchar. “Hay alguna posibilidad…”

“Me temo que no, entre nuestros compañeros hay un buen número que pueden cumplir esa amenaza, tu hermano incluido” suspiró el rubio. “Tendremos que asistir y mantener un perfil bajo”

“Suerte que somos especialistas en eso” bromeó el demonio y ambos caminaron hacia la casa. Ahimsa, que no había podido escuchar nada, se les acercó para saber qué estaba pasando.

“¿Qué sucede? ¿El tío Aspros vendrá de visita de nuevo?” preguntó.

“Por desgracia no es tan sencillo” respondió Asmita, caminando hacia él. “Ve y prepara tus cosas, haremos un pequeño viaje” la mirada curiosa de su hijo lo sorprendió. Era obvio que quería saber a dónde. “Vamos al lugar de tu nacimiento, a Grecia”

“¿Grecia? Suena bien, he escuchado que tiene unas ruinas increíbles…”

“Sí” Deuteros dudó sobre si llevarlo sería la mejor idea, más no podían dejarlo solo. “Sólo recuerda todo lo que te hemos enseñado y mantente alerta cuando estés ahí. No seremos precisamente bienvenidos”

“¿Por qué?”

“Ya lo verás”

-En otra parte-

“Detesto el frío, ¿Cómo puede alguien vivir aquí?” se quejaba Regulus mientras avanzaba entre los cúmulos de nieve. Desde que su padre había aceptado tener algo con ese idiota de agua salada él había tenido que cruzar medio continente por no hablar de montes de hielo a temperaturas bajo cero para verlo. Ilias todavía lo visitaba, pero sus visitas traían huéspedes no deseados a la casa de Leo que ni él ni Yato soportaban. Finalmente llegó a Blue Grad y a la casa…

“¿Regulus?” preguntó un niño castaño de catorce años recién cumplidos que jugaba en la parte de adelante del palacio, sin siquiera ocultar su desagrado.

“García” respondió el mayor, también molesto por su presencia. “¿Dónde están?”

“Adentro, pero no quieren verte” respondió nada amable.

“Sabes, soy tu hermano mayor, tienes que respetarme” dijo el adulto, cerniéndose sobre el más joven. El otro cruzó los brazos, sin ninguna gana de llevarse bien con su medio hermano. Los hermanos nunca se habían llevado bien; la diferencia de edad, la distancia entre ellos y la hostilidad del león menor hacia su padrastro lo hacían difícil.

“Como si fuera a…”

“Regulus, García, paren de discutir de una vez” Ilias finalmente salió del lugar para detener a sus hijos. En verdad, al menos podrían hacer un esfuerzo por llevarse mejor, pero lo máximo que había obtenido en esos catorce años era una guerra fría durante la cena de navidad. Bueno, al menos ya no era una pelea de comida. “Hijo, hace tiempo que no te veía. ¿A qué viniste?”

“A avisarte de que hay un nuevo peligro, así que les conviene prepararse. Están llamando de nuevo a los dorados” respondió el joven, un poco menos antipático con su padre. “No tienes que venir, estás retirado, pero…”

 “¡Claro que tengo que ir! ¡Es mi deber ayudarte!”

“No necesito…”

“Oh, vamos, está bien que te ayude”

“¿Dónde dormirían? No creo que en el pueblo…”

“No digas tonterías, Regulus, si nos apretamos un poco todos entraremos en la casa de Leo…” Ilias siguió haciendo planes, ignorando las miradas asustadas de sus hijos. En algo estaban de acuerdo, ¡no querían vivir juntos!

Notas finales:

Adorable, ¿verdad? Lo de la rivalidad entre hermanos es genial, casi se consideran enemigos, kukuku... ¿Quién quieren que salga en el siguiente? Review!!! 


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