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Siempre, eterna por tsuna di hibari

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Notas del fanfic:

Jejeje hola ^^.

Ésta es mi primera historia romántica de chicas n.n. Espero que les guste n.n'

Sin más preámbulos, a leer se ha dicho n.n.

Notas del capitulo:

Como dije anteriormente, es mi primera vez escribir una historia como ésta, así que, espero que les guste n.n'.

“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio.”

Octavio Paz (1914-1998) Poeta y ensayista mexicano.

 

—Mamá, ¿estás bien?

Dulce rió suavemente, pues nerviosa estaba. Sus manos le sudaban, los nervios le carcomían y su única hija le preguntaba si estaba bien. ¡Claro que estaba bien! Sólo eran unos nervios, sólo eso.

—Sí, estoy bien. Claro que lo estoy…—sonrió dulcemente como su nombre lo dice.

—Sólo estás nerviosa—completó Zyanya, su hija, y su madre rió—. Bueno, mira el lado bueno: tu querido, chulo y hermoso esposo estará frente a ti, se casarán y después de eso, estarán en la luna de miel. ¡Oh! Dulce fragancia, luna de miel que disfrutarás en grande—conforme hablaba su voz se endulzaba para pronunciar aquellas palabras pegajosas y empalagosas—. Sí. ¡Vaya que lo disfrutarás! Sobretodo, aquello.—y su mirada se volvió perversa.

Dulce se sonrojó salvajemente que se notaba aún con el rostro maquillado.

—Cállate, grosera.—le dio un ligero golpe en el hombro haciendo a Zyanya carcajearla.

Y, aunque se mostraba avergonzada de lo que dijo su estimada hija, se percató de que sus nervios se habían calmado, cosa que no lo había logrado ni inhalando y exhalando varias veces, así que le sonrió gratamente.

Su cabello ondulado del color rubio cobre estaba peinado como una coronilla de trenzas—peinado que su hermosa hija le hizo para esta ocasión especial—, su piel apiñonada adornada con un vestido crema que le llega hasta las rodillas con adornos de la tela e hilo de flores (del mismo color) enredaderas, sus pies lucían con unas zapatillas que combinan dando un refinado gusto al vestido y su rostro lucramente embellecido por el maquillaje y por su belleza natural. Sus ojos de color verde mar y sus chapitas naturales lucían esbeltas por este día especial. ¡Claro que es hermosa! Pues, la novia siempre ha de estar hermosa, pensó Zyanya con un cariñoso y entusiasmo contagiado por su madre.

 

 

Laura no podía creerlo. Es decir, ya había sido notificada junto con su hermana Denise, pero seguía sin creérselo. Su hermoso padre se iba a casar con una mujer que ella apenas si la conocía. Y no es que fuera malo que su padre quiera tener una pareja y casarse, ni mucho menos estaba en contra de la mujer tan dulce que lo poco o mucho que la conoce— y ¡vaya que la conoce! La conoce muy poco—le pareció una buena persona. Quiero decir, todo está bien. Empero… ella tiene una hija… quizás la hija sea una niña, ¿o no? Es decir, no quiero tener que lidiar con una adolescente como yo. Para nada quiero compartir lo mío.

Ahora, tenía que conocer a la hija de su madrastra. Porque, de ser hija adolescente, tendría que establecer reglas. Ese mismo día la conocerá y bajo su criterio, tendrá que ver cómo establecer reglas: por las buenas o por las malas.

Se miró al espejo una vez más, tenía que estar lista ya, pues ya no había tiempo. Su cabello negro azabache caía con gracia de manera ondulada hasta poco bajo de sus pechos, sus ojos perfectamente delineados haciéndola notar más sus ojos violetas y su vestido de color verde agua delineaba su figura contrastando su piel nívea. Sería gracioso si no la llamaban Blanca Nieves, pues así la apodaban. Sí, estaba lista y guapa para la ocasión.

Abrió la puerta del baño y se dirigió a su padre… y ahí estaban las dos mujeres que entrarían a su vida. No es de extrañarse que todos estuvieran nerviosos; sin embargo, sólo había una en especial que no mostraba signos de estar nerviosa. Y no, no era ella, porque hasta ella estaba nerviosa… era aquella mujer esbelta y poco alta que ella misma.

Su piel apiñonada constataba con un vestido de color negro—¡vaya color para esta ocasión!—, su cintura delgada un poco prominente, su cabello corto de un color almendra estaba rizado con tenazas y adornado con perlas y rosas de color blanco, su mirada penetrante delineado y unos ojos de color café como… ¿miel aperlado? Esta mujer no mostraba ningún signo de estar nerviosa o ansiosa, siquiera por conocerlos.

—Querida, ¿estás bien?

Laura se percató de que la miró embelesada como también se percató de la sonrisa burlesca que en fracción de segundo apareció en los labios de esta mujer.

—No, Dulce, estoy bien.—sonrió para la dulce mujer que ahora sería su madrastra.

—Me imagino que estás nerviosa, ¿cierto?

—Un poco.—admitió.

—Bueno, no te he presentado a mi querida hija: Zyanya.

Y por fin comprendió quién era aquella mujer, su hija. Laura estaba estupefacta.

—Creí que era una niña.

Y todos rieron.

—No te preocupes—Zyanya se dirigió a Laura—. Mi madre suele expresarse así de mí.—Sonrió.

Laura se sonrojó levemente. No, eso no podía ser… Ahora, ¿qué voy a hacer?

 

 

La ceremonia se presentó tan rápida y tan sencilla, ya que la mamá de Zyanya no le gustaba lo extravagante. Dulce y Diego estaban felices, ambos esperaban casarse desde meses cuando se dieron cuenta que la relación estaba bien y sus hijas estaban de acuerdo. Después de la ceremonia, hubo una pequeña fiesta… mejor dicho, una reunión que ambos lo disfrutaron. Al día siguiente, Dulce y diego se fueron a su luna de miel que duraría mes y medio dejándolas solas en la casa.

Laura no podía dar crédito, no sabía que su padre se iba a su luna de miel y se enteró esta misma mañana que se despertó y encontró a Zyanya en la cocina preparando desayuno para las dos.

—¿Qué pasa?

—¡No puedo creerlo! Ellos se fueron y no me lo dijeron.—Hizo un puchero y se sentó en la silla del comedor.

—Oh, ¿no sabías? Perdón, pensé que sí, pero me imagino que estás muy chiquita para entenderlo.—sonrió burlona.

Laura no daba crédito a lo que oía: Zyanya era una perversa.

—¡Eres una pervertida!—gritó exaltada.

—Oye, tranquila. Sólo estoy tratando de aminorarlo, ¿quieres? Tampoco es para tanto.—dijo un poco molesta Zyanya.

—Eso no lo aminora.

—¿En serio? No me había dado cuenta—dijo sarcástica—. En todo caso, dime: ¿eres alérgica a algo? ¿Comes carne o vegetales? ¿Qué comida no te gustan?

Ese cambio de tema la desconcertó, ¿de qué hablaba esta mujer?

—Me han dicho que no sabes cocinar.—suspiró al tiempo que le explicaba a ésta sobre su cuestionamiento.

—Oh, entonces, am… no tengo alergia  y… am… no sé.—dijo nerviosa

—Bien, eso es suficiente para mí. Por cierto, aquí está el desayuno y espero llevarnos bien.—sonrió dulce.

Cierto, ahora no me puedo retractar. Tengo que establecer reglas aquí y ahora. Ahora es cuando debo de hacerlo.

—Mm… sobre eso, tengo que decirte algo.

—Dime.

—No te inmiscuyas en mi vida.—dijo tan severa como podía.

Los ojos de Zyanya se mostraron desconcertados.

—Entiendo que no quieres que me meta en asuntos personales; sin embargo, por lo menos hay que llevarnos bien, ¿no? Es decir, no creo que necesitemos ser tan hermanas pe-

—Entiendo lo que dices, no soy tonta. Sin embargo, entre menos tengo que involucrarme con una persona como tú, mejor para mí.

—Esp- ¿qué?

—Lo que oíste. No quiero involucrarme con una persona como tú.

—¿Por qué?—inquirió desconcertada.

—Porque eres de clase baja—¡Rayos! Ésa no.

—Qué madura.—dijo sarcástica Zyanya.

Su forma burlesca con la que se dirigía hacia ella era algo que no podía soportar. Laura se enojó tanto que estalló.

—Sí, hablo en serio. No quiero meterme con alguien como tú.

Notas finales:

Eh... bueno, eso es todo por hoy /.

Dudas, comentarios, críticas, tomatazos las acepto n.n' /.

Gracias n.n.


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