CAPITULO 1
Yo siempre he sido una persona bastante normal, no he tenido grandes calificaciones pero no soy un tonto, nunca he sobresalido en nada, y estoy seguro que las personas me recordaran como “el chico amable que me prestó un lápiz” o algo por el estilo, solo tuve dos novias, pero mis relaciones nunca llegaron a un mes.
A mí me gusta mi vida “normal” o más bien, promedio, y no me gustaría cambiarla por algo más, porque ser promedio no es malo, alguien tiene que serlo.
Hoy por fin he terminado con un gran trabajo que pesara mucho para mí calificación semestral, así que yo y mis amigos, también promedio, me han invitado a festejar a un bar cerca del distrito rojo, algo que nunca he hecho pero que todo chico promedio debe hacer.
-Hey Furi-volteo mientras entramos al lugar, la música es muy fuerte, y apenas puedo escuchar lo que dice el chico a mi lado, le indico que espere, y vamos a la barra, donde la música es más baja, al llegar mis amigos me rodean con el brazo y me sientan en un banquillo-escuchamos que nunca te has emborrachado lo suficiente-continua el mismo chico.
-Claro que sí, siempre lo suficiente-respondo, en realidad yo nunca bebo, no estoy acostumbrado y cuando lo hago el alcohol que tomo es mínimo, pero parece que nadie lo entiendo.
-Kawahara ¿Furi se quedara en tu casa hoy no?-sabia que era una mala señal.
-Así es Fukuda-ambos me miran sonriendo y un amigo de Fukuda pidió una cerveza occidental, el chico no me cae muy bien, porque parece que tiene segundas intenciones y me mira un poco raro, pero lo dejo pasar porque según Fukuda es un buen chico, tomo la cerveza mirando a los tres chicos que me acompañan y tomo un largo trago dejando la botella a la mitad, los demás toman sus botellas y me siguen.
El resto de la noche los chicos no dejan de pasarme tragos, y después de una hora y media ya no pudo levantarme de mi banco, mis amigos bailan con dos chicas en la pista, el amigo de Fukuda, cuyo nombre ya he olvidado, lleva un rato desaparecido, el liquido que bebo me quema la garganta y al terminarlo pienso en la posibilidad de desmayarme, pero antes de si quiera cerrar los ojos un nuevo trago es colocado frente a mí, un vaso largo con un liquido morado y brillante, y frutillas en el fondo se posa frente a mí.
-Esto te hará sentir mejor-veo a mi lado al amigo de Fukuda, le sonrió y tomo el vaso con ambas manos, hecho la cabeza hacia atrás y el liquido calma el ardor en mi garganta, me regresa un poco de conciencia y recuerdo que no he ido al baño desde que llegue.
-Ya regreso-me bajo del banco y me sorprendo de lo bien que me siento, al llegar al baño hago lo que tengo que hacer, pero antes de salir noto que mi vista esta borrosa, y apenas pudo reconocer mi reflejo. La puerta se abre y al voltear no se lo que veo.
-¿Estás bien?-me acerco con cuidado y me arrojo a sus brazos, nuestros labios se juntan y un segundo después el tipo me mete la lengua hasta la garganta, lo cual disfruto sin saber por qué. Después de largos minutos pegados el uno al otro nos separamos, no pudo ni decir una palabra y tampoco pudo verlo-Si que eres directo-me lanzo de nuevo a sus brazos sin saber la razón, sus labios llegan a mi garganta y comenzamos a retroceder.
Las sensaciones llenan mi cuerpo y nublan mi mente, sus manos recorren mi espalda mientras me besa el cuello, algo dentro de mi me queda y pudo sentir como mi miembro despierta, todo paso rápido, pero antes de notarlo mi cabeza ya está sobre uno de los lavabos, y el agua fría moja mi cara con fuerza, el calor se calma y un segundo después todo para, una voz profunda dice unas palabras que no logro entender y sintió como su miembro se restriega en mi trasero, intento decir algo, pero nada sale, el tipo me jala, me saca del baño y cruzamos la pista de baile, mi visión aun no funciona.
Llegamos a la puerta y recuerdo a mis amigos, pero sintió que no pudo separarme de este tipos, caminos un poco más y siento que me falta aire.
Al abrir los ojos siento a mi cuerpo gritar, la luz quema mis ojos y algo dentro de mi cabeza taladra con fuerza, me muevo un poco y las suaves sabanas me cobijan con calor, abro los ojos de nuevo, con lentitud, y veo las sabanas blancas, y las paredes rojas, me incorporo de inmediato y lo último que recuerdo es mi reflejo en el baño del antro de la noche anterior.
Me levanto y caigo un instante después, siento un anormal dolor en mi cadera y apenas siento mis piernas, me sujeto de la cama y me levanto de nuevo, me sostengo de la pared y me dirijo a una puerta, al pasar por la habitación me veo en un espejo, la ropa no es la misma y un pánico me invade.
Me quito el Yukata azul y veo mi cuerpo lleno de marcas, un grito se atora en mi garganta y no sé cómo reaccionar, recojo el Yukata y me cubro con él, intento correr a la puerta y mi cuerpo me demuestra que es demasiado para mi cayendo, me levanto con cuidado y al abrir la puerta veo un pasillo lleno de puertas y un elevador, la respuesta llega a mí al ver los números en ellas, al igual que la gran presencia del color rojo, estaba en un motel.
Cierro con fuerza y me dirijo a la otra puerta, al entrar veo un enorme baño, y entro al agua fría sin pensarlo, lavo todo mi cuerpo sintiéndome pésimo por no recordar lo de la noche anterior. Al salir encuentro mi ropa doblada perfectamente y sobre ella una tarjeta de presentación con un nombre, un teléfono y escrito con bolígrafo “Llámame”, que me parece más un orden que una petición, la rompo en pedazos y me coloco la ropa, mi teléfono y mi cartera están en mi sudadera, que tiene doce mensajes de mis amigos, le llamo a Kawahara al encontrar su mensaje primero.
-¡Furihata Kouki ¿Dónde mierda estas?!-su voz me parte la cabeza, y me tardo en responder.
-No lo sé, cálmate-me sonrojo al escuchar mi voz tan ronca estando en primavera.
-¿Qué le pasa a tu voz?
-Nada…- no quiero explicarle nada, porque no sé nada, recuerdo el mensaje de llámame y pienso en mi madre-¿Por qué querías que te llamara?
-¿Aparte de que estabas desaparecido? Tu madre me llamo y me dijo que la esposa de tu hermano tendrá un bebe, así que irá a cuidarla ahora que están en la última semana-respiro con tranquilidad, mi hermano vive en Kyoto.
-Gracias por decírmelo
-Furi, en serio, ¿Dónde estás? Fukuda casi muere ayer-debato en decirlo o no, y al final termino cediendo.
-En un motel-ambos callamos y pienso en su respuesta, pero termino sintiéndome tan mal que pienso en colgar.
-Okay, me contaras después, por ahora solo ve a casa-respondo con un pequeño si, y la llamada finaliza.
Al terminar de vestirme veo las marcas en mis brazos y me coloco la sudadera, pienso en el collar de chupetones que tengo bajo la ropa y me sonrojo, al dirigirme a la puerta veo en una mesa un botella de agua y un caja de pastillas, camino hacia ellas y veo una nota con indicaciones “Toma dos pastillas, ayudara con el dolor”, mire la caja con cuidado, pensando la posibilidad de que fuera droga, pero conocía la medicina, y reconocía las pastillas.
Seguí las indicaciones y lleve conmigo la botella, salí del lugar con rapidez y me dirigí a casa, intentando pensar en nada.
Durante el siguiente mes intente olvidar todo, aunque no tenía mucho que olvidar puesto que no recordaba casi nada, les dije a mis amigos que lo olvidaran y que no hablaran de eso sin importar que, las cosas iban bien para mí, pero había algunas cosas que habían cambiado, como el hecho de que mi madre casi se fue a vivir con mi hermano debido a que mi cuñada, Kumi san, estaba un poco débil, o mi apetito, además de que parecía que había enfermado un poco, se me hizo difícil ver, pero sabía que solo había una respuesta con mis síntomas, por más imposible que sonora, estaba embarazado. Me había hecho una prueba y había salido positivo, por lo que había comprado otras tres de diferentes marcas y diferentes farmacias, dando todas lo mismo. Positivo.