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Dame tu nombre, Reborn por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

¡Es mi fanfic número 69! Me pondré loca en cuanto lo asiente. Es bien Cusco, pero este es un regalo de mí, para mí, sin embargo me gusta compartir. 
¡Disfrútenlo!

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Después de sostener esa conversación con Lal y Bianchi, Colonnello caminaba sin rumbo en medio de la calle, si se daba prisa llegaría al departamento de Reborn antes de que éste regresara de su más reciente trabajo, pero no tenía ánimo de encararlo, precisamente a raíz de la conversación.

En ocasiones se sentía idiota por olvidar lo detalles por los cuales conoció a Reborn, algunas cosas debían ser importantes y por ende bien guardadas en el banco de su memoria, sin embargo hablar con aquellas dos arpías le recordó lo delicado de cierto punto:

No sabes absolutamente nada de él, a pesar de que vivas bajo su mismo techo –soltó Bianchi.

–Eso no es cierto-kora –frunció el ceño –. ¿Es esta la importante plática que tenías planeada para esta tarde, Lal-kora? –la miró de perfil.

–Nos preocupa que salgas lastimado.

–Se los agradecería sino se metieran en mis asuntos –se cruzó de brazos, reclinándose en el respaldo de la silla –. Mi relación con Reborn no les incumbe.

–¿Te diriges a él de esa manera? –inquirió Lal.

–Si sabes que ése es el nombre que eligió después de adquirir la maldición, ¿o no? –esta vez fue turno de la reina veneno –. El nombre Renacido es porque quiso iniciar de cero.

–Reborn es Reborn-kora.

De esa manera tuvo bien a dejarlas con más de una bravata en el aire. Sabía que el plan que tenían ambas en conjunto era sembrar discordia al punto de separarlos para después ellas mismas recoger las sobras. Por un lado Lal le tenía sin cuidado. Él se lo dijo, no sentía nada por ella salvo un cariño fraternal. Con la que guardaba precaución era hacia la hermana de Gokudera, por más tajante que Reborn fue, ella no desistía en el empeño de tratar de hacerse de él a como fuera lugar.

Antes de hablar con ambas, aun justo ahora, estaba convencido de una cosa: si está con él es porque así lo ambicionan ambos. Y esa seguridad le permitió olvidarse de todo lo demás; si Reborn tenía otro nombre carecía de grado. Aunque también le movieron algo cierto, además de su nexo como Arco Iris no profundizaron en sus correspondientes vidas anteriores, lo que derivaba en una laguna de ignorancia.

 Sigue sintiéndose ridículo por haber cedido a la provocación de dos viles. Sí, jugaron bien, había que admitirlo. Esa duda, como quinceañera obsesionada, se le clavó en la cabeza y todos sus pensamientos intentaban encontrarle un sentido a la decisión de Reborn, quizá era por ignominia que tomó otro bautismo, pero quería saberlo.

Suspiró y guardó la mano derecha en el bolsillo mientras con la izquierda cargaba el saco sobre su espalda, donde acostumbra a guardar lo indispensable para estar siempre listo a cualquier convocatoria. La mejor forma de acabar con esta inquietud era enfrentarlo directamente.

Estaba por introducir la llave al cerrojo cuando la puerta se abrió. Reborn, con una toalla en la cabeza y el tórax descubierto había salido a recibirle.

–Hey –saludó el rubio –. Llegaste antes.

–¿No esperabas verme? –se hizo a un lado para dejarlo pasar.

–Claro… escucha, acabo de hablar con Bianchi y Lal-kora.

Eso frenó en seco a Reborn que iba directo al mini bar.

–¿Y? ¿Te dijeron algo de utilidad o también intentaron alejarte de mi?

–Rayos –exclamó asombrado –. Sí, me acorralaron hace una hora.

–Tardaron mucho –sirvió bourbon y le pasó uno al rubio. 

–¿A qué te refieres-kora?

–Conmigo se presentaron la noche después en que te seduje.

–O sea hace medio año.

–Exacto.

–Espera, ¿me sedujiste-kora? –se recargó en la barra, con aire divertido.

–Un eufemismo para decir que te follé tan duro que las despertó y sintieron celos –sonrió –. Este interrogatorio no arrojará nada sino me dices lo que realmente quieres saber.

–No sé tu nombre.

–Obviamente sí, cuando estoy dentro de ti sueles repetirlo en un decibel que me encanta.

–… kora.

–Sé a lo que te refieres –colocó ambas manos sobre la madera, dejando a Colonnello en medio –. Tu y yo no somos de aquellos que necesiten saber todo uno del otro.

–¿Qué tal si un enemigo viene y la supervivencia depende que sepa cuándo mudaste tu primer diente-kora?

–No seas absurdo –se inclinó hasta poder tener cerca la oreja –. Me tienes aquí, eso es algo que jamás se podrá jactar de decir muchas otras…

–¿Qué tantas? Porque bien podría cederles mi lugar si es que estás tan ansioso para continuar tu vida libertina.

–Eres mi quinto amante[1], el sexto. El último o el definitivo, eso lo dejo a tu criterio. ¿Activé tus celos? –preguntó divertido mientras intercaló las piernas, presionando con su muslo cierta parte erógena que hizo respingar al rubio.

–Más o menos-kora. Alguien allá fuera te conoce mejor que yo.

–Lo dudo –replicó fantoche –. Tú eres el único que ha resistido más de una semana a mi ritmo.

–Me consideraré privilegiado por tan –coló la mano dentro de los pants del moreno –enorme placer –se mordió los labios y levantó las piernas hasta rodearle la cintura.

Reborn lo cargó hasta la cama, no escindieron el beso hasta que necesitaron respirar con profundidad. Colonnello se colocó ahorcajadas sobre la pelvis de Reborn, moviendo cadenciosamente sus caderas mientras se despojaba de la chamarra verde y la camisa arrojándolas al suelo.

La mordida en el cuello sacudió todos los sentidos girándolos hasta encontrar el epicentro en la mirada diabólica de su domador que sonreía enaltecido por tocarle el miembro erguido hasta descender a la base.

–Éste lugar siempre está ansioso por sentirme –bufó y se inclinó al tener el trasero de Colonnello en la boca, éste respingó pero siguió con el juego, usó ambas manos para separar las nalgas y mostrarse como un platillo lascivo que inmediatamente surtió efectos en la entrepierna de Reborn.

–Amo cuando haces eso –con su mano derecha tomó su enhiesto miembro y lo introdujo en el rubio que trató en vano sosegar el latido frenético en su pecho.

Siempre sería de esta manera, Reborn sometiéndole, no hay cosa mejor en el mundo. Sentir el hambre primitiva desbordándose al respirar, el balanceo, la pelvis del moreno contra él. Ansiedad. Deseo. Satisfacción.

Los gemidos varoniles de Colonnello punzaban en el corazón de Reborn, le hinchaban el ego, sobre todo el momento en que el rubio le miraba de soslayo y con mucho reclamo.

–¿No es suficiente? –se inclinó hasta dejar que su virilidad llegara al tope.

–N-No… -se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza al vibrar su cuerpo entero por haber sido presionada su próstata.

 

 

Lo maravilloso entre ellos es que reunían toda cualidad de un amorío casual, amor de una noche: anhelo insoportable por cruzar las pieles con tatuajes etéreos, pero todos los días por el resto de sus vidas. Reborn se encargaba de tomarlo, prefiriéndolo en cualquier momento en cualquier lugar, por eso decidió quebrar el lazo involuntario con Bianchi.

Colonnello se entregaba y por ello esperaba lo mismo a cambio. De esa manera, el desastre que formaban juntos, daría mucho de qué hablar.

 

 

–Sé perfectamente lo efímera que es la vida en la Mafia-kora.

–Concéntrate en mí solamente.

–Lo hago-kora –frunció el ceño –. Y por eso sabes que puedes apoyarte en mi hombro-kora.

–Sinceramente prefiero apoyar la verga en tu culo.

–¡Estoy hablándote en serio!

–Igual yo. Eso debería esclarecerte lo inútil que resulta enfocarse en dilemas del pasado y que tienes tajantemente prohibido hablar de la tasa de mortalidad cuando estés conmigo. Tú no tienes permitido morir mientras estés bajo mi tutela.

–Estamos en igualdad de condiciones, señor ego-kora.

–¿Qué más quieres que te diga, que suspiro tu nombre cuando no estás?

–Quizá serviría para presumirlo en la próxima reunión, ¿Lo haces-kora?

–Claro, especialmente cuando me masturbo. Sólo respóndeme, ¿Cambiaría algo si supieras cómo me llamaba?

–Se lo presumiría a la víbora-kora.

–Hablo en serio. Es imposible que una nimiedad como esa altere el resultado.

–Pero es la manera en que naciste al mundo.

–Y decidí renacer contigo a mi lado –le besó –. La atracción entre ambos es irremediable, no sólo porque puedas sostener una lucha contra mía, sino porque eres tú quien precisamente me enfrenta. Entiendes mi necesidad y tú la colmas. Este es el yo que conoces. Es todo cuanto necesitas saber.

–Esto tiene cara de ser otro de tus brillantes lavados de cerebro.

–No es necesario, tu sabes que es verdad.

–De acuerdo, signore. Non smettero di pronunciare il tuo nome, per continuare a dare vita a tuoi desideri.[2]

–No me tientes, sabes que cuando me hablas así no puedo resistir las ganas de quebrarte.

–Rómpeme-kora – rodeó el cuello del moreno –. Hazlo una y otra vez hasta que ni yo recuerde mi propio nombre –sonrió exultante. 


[1] Reborn mismo reconoció que Bianchi fue su cuarta amante.

[2] Jamás dejaré de pronunciar tu nombre, para continuar dándole vida a tus deseos.


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