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The Last Thorn por NeferetteRoju

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Notas del fanfic:

Mi segundo fic de esta pareja que me encanta. Minos x Albafica
Disfrútenlo ;) y dejen su review.

Luego de finalizar la guerra santa del siglo XVIII el Santuario de Athena y sus nobles caballeros, quienes salieron victoriosos de la batalla, habían sido recompensados con algo que desde hace mucho no tenían, paz, tranquilidad, libertad, por fin podrían alejarse de las preocupaciones, podrían dedicar parte sus vidas a los intereses personales, aun cuando seguirían siendo leales al deber de caballeros su misericordiosa diosa les concedió la oportunidad de vivir. Sus cuerpos fueron resucitados como premio a su valentía y su honor, todos, absolutamente todos los caídos fueron devueltos a la vida incluyendo obviamente a los más merecedores, los guerreros con rango de oro y entre ellos uno de los más fuertes, el guerrero de Piscis, Albafica...

 

El templo estaba frío, en cada rincón se respira la soledad, las paredes incitan a la melancolía y a la nostalgia, todo a su alrededor le traería dolorosos recuerdos, recuerdos que venían a su mente cada que llegaba un nuevo amanecer, podría ser su destino así de irónico, la nueva vida que le fue ofrecida por su diosa sólo le brindaría más dolor...

 

Ese era el sentimiento de Albafica, de qué le servía la vida si no podría convivir con los demás humanos, ya no habría una guerra en la cual luchar, nadie recordó la inutilidad de aquel acto tratándose de Albafica, sin embargo, no podría hacer nada más que esperar hasta el día de su muerte en completa soledad. Así se lamentaba Albafica cada día y así seguiría siendo a menos de que algo o alguien le saquen de su aislamiento, pero, podría ser eso posible...

 

***

 

Tras haber perdido la guerra santa, los espectros fueron sellados en los cinco picos, todos menos los tres jueces del inframundo quienes deben permanecer en este realizando sus respectivas labores, se supone que no pueden hacer algún acto contra los seres humanos y tampoco pueden ir a la tierra sin embargo, el letargo del señor Hades había comenzado por lo que las actividades en el inframundo ya no eran tan exigentes ni desgastadoras, incluso ahora las máximas figuras de autoridad eran los propios jueces encargados de cada prisión pues automáticamente obtenían el consentimiento de su Dios Hades para liderar su departamento y hacer lo que les plazca cumpliendo siempre y cuando las condiciones establecidas en este caso por la Diosa Athena.

 

En la primera prisión del Inframundo se encontraba Lune quien revisaba algunos papeles ya que él era el ayudante del juez de aquella prisión, en ese momento la gran puerta se abrió entrando por aquella nada menos que el juez, Minos de Griffon de una manera muy animada, se le veía contento y motivado, se sentó en la gran silla, subió los pies al escritorio y se puso a ver los papeles que traía consigo con una mueca maliciosa.

 

–Pasa algo mi señor Minos, preguntó curioso Lune.

 

–No es nada, sólo que he encontrado una oportunidad para ganar mucho dinero y por ende cumplir varios de mis caprichos.

 

– ¿Dinero? Pero no es eso necesario sólo en el mundo terrestre.

 

–Sí pero ahora que la guerra terminó no tenemos nada en qué entretenernos, ya sabes que me muero del aburrimiento aquí, encerrado en esta prisión solo juzgando ratas insignificantes, así que tomaré unas vacaciones.

 

–Pero es que está permitido ir al mundo terrestre en estos tiempos señor Minos.

 

–Pues no del todo, pero en efecto mi querido Lune, por ahora soy una máxima autoridad y puedo darme mis lujos, así que no os preocupéis por lo que haga, ¿entendido?

 

–Sí señor, pero de que se trata su aventura esta vez.

 

–Ha, bien... en realidad es una herencia a la que yo como Minos puedo acceder a reclamar. En mi país, Noruega, uno de los Jarls más importantes está muy enfermo y pronto morirá, por lo que tiene que nombrar a su sucesor además de repartir su herencia, sin embargo, este hombre no tuvo descendencia. Al parecer mis raíces terrestres tuvieron parentesco con este individuo, pero aun así quise tomarme la libertad de ir a negociar con él y sabes lo qué sucederá.

 

–Qué mi señor.

 

–Toda la herencia será mía ya que me proclamará como su única familia.

 

–Cómo lo logró mi señor.

 

–Soy el primer juez del Inframundo. Le prometí mandarlo a los elíseos.

 

–Muy digno de usted, pero quién tomará el cargo de Jarl.

 

– Le concederé el cargo a alguien más, a mí no me interesa tener un título, yo solo quiero las riquezas.

 

–En hora buena señor Minos, está a punto de lograr su objetivo.

 

–Mmm... lo estaría, pero aún hay un inconveniente, es algo molesto, pero nada que no pueda conseguir.

 

–Qué es.

 

–Ahhh, suspiró. –Para la legalidad de la transferencia, el viejo puso como requisito que el heredero debería estar casado.

 

–ja, parece un problema fácil.

 

– Pues, aunque no lo creas, será fácil conseguir cualquier cosa para fingir que estoy casado, ya verás... Lune seguía riendo en sus adentro. Minos se levantó y se acercó a Lune. –O a menos que quieras hacerme el honor, dijo acariciándole el rostro.

 

–Ja, señor Minos usted no estará aquí y yo seré quien le supla, cómo podría acompañarlo.

 

–mmm es cierto, bueno, entonces te lo encargo todo, la prisión es toda tuya.

 

***

 

En el templo de Piscis, Albafica se encontraba atendiendo su jardín de rosas demoniacas acción que se había vuelto tan rutinaria pues el guerrero no tenía más que hacer, pues más que contento por volver a la vida se sentía como un animal encerrado, lo único que podía hacer era permanecer en su templo, si acaso a veces bajaba a entrenar y también iba a Rodorio para comprar cosas, pero nada más, a pesar de que se había dado cuenta de que los demás caballeros se habían vuelto más cercanos incluso salían juntos a beber y ciertamente le habían invitado varias veces pero Albafica se negaba a causa de la sangre envenenada, por lo tanto sólo yacía sentado en una de sus ventanas, recargado, observando la bella vista de todo el santuario y parte de la aldea desde el doceavo templo.

 

–Ahhhh, suspiraba mientras se paraba para recargar sus manos en la barda "Es agradable que todo esté en paz, creo que mientras nada me perturbe podré soportar mi soledad" decía con resignación al momento que descansaba su mentón en su mano mientras bostezaba.

 

–Debe ser difícil tener este tipo de vida, ahhh en verdad lo siento por ti, dijo una voz arrogante. Albafica se incorporó de inmediato ya que fue algo muy inesperado, nadie había cruzado el templo entonces de quién era esa voz que provenía de la salida. Fue entonces que Minos se adentró en el templo para que el guerrero le apreciase bien.

 

– ¡Qué!, Albafica estaba impactado por lo que veían sus ojos, era ese espectro a quién asesinó durante la guerra santa "pero qué diablos hace aquí", pensó. –Por qué estás aquí, cómo lograste llegar hasta el doceavo templo, decía cortante. – ¡Qué no deberías estar en el infierno!

 

–Tranquilízate caballerito, yo solo he venido a visitarte; primero que nada, los jueces del inframundo, aunque muramos, allá abajo es como si nada hubiera pasado y segundo la guerra ha terminado, no somos tan obstinados como para atacarlos suciamente, yo no he venido por nada relacionado con el santuario.

 

–Entonces cuál es tu propósito aquí. Exigió. El juez observaba el interior del templo por lo que no le miraba directamente. –Verás... Necesito tu ayuda, soltó dirigiendo su vista hacia el guerrero con una mueca de puchero. Albafica se extrañó bastante "Qué se trae este".

 

–Acaso has venido a burlarte de mí, dijo al darle la espalda a Minos. –Qué clase de basura es esa de necesitar mi ayuda, acaso eres idiota, pedir ayuda a tu enemigo, a qué intentas jugar.

 

– ¿Disculpa? Crees que perdería mi valioso tiempo en venir hasta este santuario solo para bromear contigo, pprrff, obvio no, estoy hablando enserio. Albafica le lanzó una mirada intimidante.

 

–Y qué se supone que necesitas.

 

–Pues verás, he venido a la tierra por una gran herencia la cual será transferida a mí a cambio de un pequeño favor, pero además debo cumplir ciertos requisitos para poder recibirla.

 

–Y eso qué tiene que ver conmigo.

 

–Sí, sobre eso, debo llevar un testigo y resulta que al único humano que conozco es a vos.

 

– ¿Qué? Ja, qué tontería dices, o sea que quieres que sea tu testigo para obtener una herencia que ni te corresponde, por favor.

 

–Jajá, no me importa qué pienses de ello solo quiero tu maldita firma en ese papel, así que... en ese momento Minos hizo algo que jamás creyó hacer. –Te lo pido de la manera más cordial, acompáñame y sé mi testigo, dijo estando arrodillado ofreciendo una especie de reverencia. Albafica lo vio con molestia, "que creía que hacía este tonto".

 

–Y qué no puedes conseguir a alguien más.

 

–Esto es más serio de lo que piensas, necesito a alguien confiable y que no parezca una rata insignificante ante la nobleza. Albafica se intrigó un poco con la excusa del juez.

 

–Aun no entiendo mi relación con ello.

 

–Está demás saber que eres altamente leal y que tu inigualable belleza te da un toque de realeza, además no tienes nada en qué ocuparte, en pocas palabras eres perfecto para que me ayudes, qué dices ¿eh?

 

– ¡Aaaa! Ahora resulta que siempre he sido un inútil. Pues gracias, pero no necesito tu compasión.

 

– ¿Compasión? Ja jajá, enserio, a mí me importa un comino tu vida, lo único que quiero es que vayas conmigo para cumplir con un requisito, solo que pensé que no tendrías inconveniente porque ahora no te dedicas a nada eso es todo.

 

Albafica frunció el ceño pues lo que le acaban de decir le hacía hervir la sangre, odiaba que se burlaran de su situación.

 

–Tanto miedo le tienes al mundo Albafica, que pena, alguien como tú no merece privarse de tantas cosas maravillosas.

 

–Creí que no te importaba mi vida.

 

– En realidad no, sólo es cortesía.

 

–Engreído, murmuró.

 

–Vamos Albafica, sólo tienes que dejar de hacerte la víctima.

 

Ahora sí le había hecho enfadar, cómo demonios podría estar en el papel de víctima acaso creía que su vida era un simple juego o qué.

 

– ¿Víctima? Crees que finjo el no poder acercarme a la gente, crees que gano algo con eso, yo tengo un deber ¿sabes?

 

–Sí, el cual se convirtió en la excusa de siempre; si quisieras encontrarías la manera de arreglártelas pero eres tan débil que siempre te escudas con esa tontería de tu sangre.

 

– ¡Yo no me escudo en nada!

 

– ¿A sí? Demuéstralo.

 

–Claro que lo haré.

 

–Entonces ¿me acompañarás?

 

–De acuerdo.

 

Fue entonces como Albafica aceptó ir con Minos a su país natal, por lo pronto el guerrero empacaba un par de cambios de ropa y algunas cosas personales en un pequeño maletín mientras el espectro le daba más detalles sobre el asunto.

 

– ¿Eso es todo lo que llevarás?

 

–No tengo nada más así que no me molestes.

 

El juez solo sonrió maliciosamente.

 

///

 

Luego de una hora estuvieron listos para salir del santuario, sin embargo, Albafica no le había pedido autorización al patriarca para dejarlo salir porque el motivo era personal y por ende no se la concederían, pero existía otro problema: cómo diablos cruzarían los templos sin que nadie se entrometiera en su camino y sobre todo por ir acompañado de un juez del inframundo. –Qué deberíamos hacer, se decía Albafica, pero Minos solo torció los ojos y para no perder la calma tomó al guerrero en sus brazos, lo alzó como a una princesa y sacando sus alas de Griffon se elevó hasta lograr pasar por encima de todos los templos. El pisciano tenía una cara de horror, pero no sabía si era por el ser cargado por el espectro o por miedo a estar a una gran altura. Pronto aterrizó en la aldea, y el guerrero le gritó.

 

– ¡Cómo se te ocurre hacer eso! ¡Estás loco!

 

– Qué más podíamos hacer ¿eh? Además, yo no sabía que le temías a las alturas.

 

–No les temo, lo digo por lo cerca que estabas de mí, pudiste...

 

–Ya vas de nuevo.

 

–Mejor apresurémonos. Dijo resignado.

 

El juez contrató un carruaje para recorrer desde Atenas hasta Dinamarca donde tomarían un barco y pronto llegar a Noruega, seguirán en el carro hasta llegar a la capital Oslo, su viaje duraría 8 días aproximadamente, ocho días completos en que Albafica tendría a lado a quien fuese su peor enemigo, Minos.

 

///

 

Partieron lo más pronto posible, pero al guerrero se le veía un tanto estresado, no se imaginaba pasar ocho días encerrados en una carroza en compañía de alguien, y si pasaba un accidente, no querría ser el causante, qué debería hacer para mantener la situación bajo control.

 

///

 

De esa manera transcurrieron los primeros 6 días, entre los que solo paraban en las ciudades para desayunar, comer y cenar, tomar baños y por supuesto dormir, aunque un par de días seguían de noche ya que había dos choferes que se turnaban. El séptimo día Minos pidió al chofer detenerse en Berlín, la gran capital de Alemania donde había muchas tiendas de muchas cosas entre ellas de ropa elegante.

 

–Qué es lo que haremos aquí, preguntó Albafica.

 

–Oh no te alteres, sólo haremos algunas compras para favorecer ese lindo rostro, dijo con una sonrisa socarrona.

 

–Por favor, te pido que no me hables así, dijo serio.

 

–Está bien, solo quería ser simpático.

 

Comenzaron su paseo por las tiendas de la ciudad, en verdad había muchas cosas, había restaurantes, reposterías, joyerías, sastrerías, librerías, boutiques etc. Era impresionante para Albafica pues nunca había viajado a una verdadera ciudad.

 

–Wow es enorme... y muy bonito.

 

–je, pero no tanto como tú, murmuró.

 

– ¿Hm?

 

–Oh nada, qué te parece si entramos a esa tienda, mira, hay ropa muy fina no crees, dijo cuando jalaba del brazo a su acompañante.

 

Entraron a una lujosa boutique de ropa para caballero, había preciosos sacos importados desde París, también zapatos muy elegantes y camisas exuberantes.

 

–Por favor Albafica, elige el que más te guste. Decía sonriéndole.

 

– ¿Qué? Oye, de verdad no importa, estoy bien.

 

–Ah deja tu humildad para otra ocasión, necesito que tomes algunos trajes, es parte del plan ¿ok?

 

Albafica estaba un poco apenado por la amabilidad del juez, pero al ver su arrogancia no le quedó más que ceder. Un rato después solo se la había pasado observando, pero no se decidía a probarse uno. El juez comenzaba a desesperarse.

 

–Señorita podría mostrarme los modelos más elegantes y modernos de la tienda, pidió.

 

–Claro señor.

 

Minos llamó a Albafica el cual regresó hasta el mostrador principal. Poco después la señorita y otras mujeres salieron con varios trajes en sus manos colocando algunos sobre el mostrador mientras los otros los sostenían ellas.

 

–Puede probarse todos si usted lo desea.

 

–Gra... gracias, pero no es nece...

 

– ¡Me gusta este! Exclamó Minos tapándole la boca al pisciano y empujándolo hacia la puerta del vestidor. –Vamos pruébate todos estos. Cogía otros y se los daba.

 

Albafica se sentía raro, estas cosas no iban con él. Comenzó a quitarse sus ropas para probarse el primer traje.

 

Cuando ya se lo abrochaba Minos abrió la puerta sin su permiso y lo observó.

 

–Cómo va Albafica.

 

–Supongo que bien.

 

–mmm, cámbiate es demasiado ornamental.

 

Albafica cambió, Minos volvió a abrir la puerta.

 

–Ese color no te va, pruébate este.

 

Volvió a cambiarse.

 

–mmm, está muy opacado, cámbiate.

 

Albafica se probó como diez trajes los cuales habían sido directamente rechazados por el juez en vez del portador pero bueno, al guerrero ya se le acababa la paciencia.

 

–Mira estos Albafica, estos sí son elegantes y de muy buen gusto, no es necesario que te pruebes todos ya que son la misma talla y de la misma marca.

 

Fica sólo tomó uno con enfado y cuando se disponía a desvestirse observó que el intruso seguía ahí adentro, viéndolo a través del espejo, carraspeó y dijo.

 

–Me permites.

 

– ¿Hm? Oh si claro, lo siento. Dijo al salir del vestíbulo.

 

Unos instantes después la puerta del vestíbulo se abrió y por ella salió el guerrero con un hermoso traje de color azul ultramarino en seda con adornos dorados, le quedaba muy bien y le daba un toque aristocrático, a Minos le brillaban los ojos de ver tanta belleza, era increíble lo hermoso que podía llegar a hacer. El juez le pidió una vez más cambiarse, pero ahora para que se dejara este último traje. Al final se quedó con un traje más sencillo, un pantalón miel, unas botas cafés oscuro y una camisa y saco negro.

 

–Gracias por su compra, dijo la mujer que les atendió.

 

Se subieron a la carroza para continuar pues ya solo estaban a un par de días para llegar a Noruega.

 

–Por qué compraste tanta ropa, no era necesario.

 

–Claro que lo es, aunque para ti no sea importante debes considerar que no solo porque seas un caballero del Santuario quiere decir que puedas presentarte tan descuidadamente.

 

Fica hizo una mueca de molestia, pero en eso Minos abrió una cajita que metió consigo, sacó algo rosado y se volteó hacia Albafica acercándole eso a la boca.

 

–Prueba esto, son muy deliciosos, di ah.

 

Albafica intentó alejarlo, pero el juez logró meterle el bombón a la boca.

 

–Vamos no seas tímido, solo es un bombón, apuesto que nunca lo habías probado.

 

Albafica terminó comiéndolo forzosamente, pero en ese instante su cara se ablandó, al parecer el sabor le había gustado mucho.

 

–Es cierto son deliciosos, cómo dices que se llaman.

 

–Son bombones, ¿quieres otro?

 

Fica asintió, sin embargo, Minos al tenerlo en su mano lo mordió primero y miró de manera provocativa al guerrero para después acercarle el bombón y dárselo a comer, Minos también se había acercado a su rostro y viéndolo le dijo.

 

– ¿Te han gustado? A mí también me encantan.

 

En seguida sacó otro, pero se dio cuenta de que era el último. –Creó se terminaron deberíamos compartirlo no crees. Dijo al colocárselo en los labios para luego acercar los de él y morderlo al igual que su acompañante. El bombón se abrió a la mitad debido a las bocas de ambos y casi llegaban a rozar una con otra, las mejillas de Albafica se tornaron rojas, jamás alguien se le había acercado tanto y aun nervioso veía los ojos amatistas del juez y estos a la vez lo penetraban y lo hacían estremecer, "cómo debería continuar esto, cómo salgo de esta" pensaba el pisciano cuando Minos se acercó aún más, prácticamente sus labios estaban juntos, sus respiraciones ya se mezclaban, sin duda era una situación muy tentadora la cual logró seducir al pisciano pues ya había decidido ceder y al momento que cerraba lentamente sus ojos para concluir la incitación del juez; tock tock... abrieron la puerta.

 

–Señor ¿debería poner su encargo junto a las otras cajas?

 

–Claro, hágalo ya por favor. Minos casi enfurece por las impertinencias del paje quien rompió todo el encanto que había logrado hasta ahora. "Estúpido inepto como se le ocurre interrumpir ahora mismo" pensaba molesto mientras reacomodaba su postura para darle espacio al guerrero, pero se le hizo muy extraño que no empezara a renegar de lo sucedido así que volteo y se encontró con un Albafica en otra dimensión, estaba completamente atónito.

 

–Sucede algo... preguntó curioso el juez.

 

Fica sólo juntó las rodillas y encogió sus brazos dejando sus manitas escondidas entre sus piernas, su fleco cubría su cara que estaba agachada y avergonzada.

 

– ¿Tan avergonzado estás? Ja, rio mientras volvía a acercarse para tomar de manera desinhibida su mentón y plantarle el beso que no habían logrado un rato antes. Los dos se perdieron por un instante, pero Albafica reaccionó poco después quitándose al Griffon con un puñetazo.

 

–Auch por qué demonios lo hiciste, maldición.

 

–Por qué me besaste.

 

–hem, y por qué no.

 

–No me trates como a una chica, acaso eres tonto.

 

–Qué tiene que ver que no seas chica.

 

Albafica se puso nervioso. –Pues que eso está mal entre hombres.

 

–Ja y qué sabes de este placer si ni siquiera te acercas a la gente.

 

Albafica volvió a bajar su cabeza y sus puños cerrados duramente contenían su ira al escuchar tal burla, pero no quería comenzar una batalla ahora, pues de todas maneras había prometido mostrarle a Minos que podía manejar su situación así que prefirió aguantarse y durante el resto del viaje no le dirigiría la palabra al juez.


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