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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Buenas, gente! Han sido años luz sin actualizar. 

Paso rapidito, estoy actualizando desde el celular y es un verdadero dolor de cabeza. 

Espero que disfruten el capítulo, y que nuevas dudas les atormenten hasta otra nueva actualización. 

Intentaré, de todo corazón, no tardarme tanto la próxima vez. 

Que tengan una linda semana! 


Capítulo 53  

 

 

   —¡Tranquilo…!

   —¡Sal de aquí! —Scorpion se dirigió hacia la puerta y el hombre de La Resistencia que la estaba resguardando intentó detenerlo y ambos forcejearon. Si él abría esa puerta ahora, todos estaríamos perdidos. Debíamos trazar un plan primero antes de salir y atacar—. ¡Voy a matarlo! —gritó. La inseguridad y dolor que había visto en su rostro hace tan sólo segundos atrás se habían transformado en odio, odio puro reflejado en sus ojos azules que parecían expulsar fuego. Esa mirada me puso los pelos de punta—. ¡Hijo de puta! ¡Voy a ahorcarlo con sus propias tripas!

   —Calma, Scorpion… —Morgan caminó hacia la puerta e intentó acercarse a él.

   —¡No voy a calmarme! —Scorpion apuntó su arma hacia el médico, obligándole a retroceder y en respuesta a eso, todos los hombres de La Resistencia le apuntaron a él—. Voy a calmarme cuando vea un charco de sangre bajo su cuerpo —Con horror, vi cómo los cazadores de Scorpion apuntaron hacia los de La Resistencia también. Los demás, los que nada teníamos que ver en ese conflicto, intercambiamos miradas nerviosas y cargadas de pánico. ¡Teníamos a todo el escuadrón de Cobra armado y esperándonos afuera! ¡Ellos no podían comenzar una pelea ahora!

Los cazadores de Cuervo levantaron sus armas también, pero su líder les hizo un gesto para que no actuaran.

“Trata a tus soldados como hijos y ellos te seguirán hasta el valle más oscuro” Escuché alguna vez en alguna parte; una película o un videojuego, no recuerdo, pero esa frase acudió a mi cabeza y tomó sentido. Los hombres de Cuervo obedecieron y no sólo bajaron sus armas, las dejaron en el suelo. En medio del caos que estaba a punto de desatarse, ellos no iban a tomar partido, no si su líder no lo autorizaba.

Entonces, se formó un silencio terrible en donde nadie más movió un solo dedo. Yo también me quedé quieto, al borde de tirar de mis propios cabellos ante la desesperación de estar a punto de presenciar cómo acabábamos con nosotros mismos sin que el enemigo gastara bala alguna. No dije una palabra y tampoco respiré, hasta que Cuervo se movió y avanzó lentamente hacia la puerta, pasando sin miedo aparente entre todas esas armas que momentáneamente se movían una a una para apuntarle a él también.

   —Scorpion…. —se acercó cuidadosamente, mostrando las palmas de sus manos y los brazos ligeramente abiertos, gesto clásico de alguien que quiere demostrar que es inofensivo. Scorpion era una bomba a punto de estallar y Cuervo era el único que parecía poder desactivarla antes de que se acabara el tiempo—. Está bien.

   —No te me acerques —Scorpion apartó la mira de su arma de la cabeza de Morgan y la apuntó directamente a Cuervo, quién no dejó de avanzar. Scorpion empuñó el arma con ambas manos y por un momento cerré y apreté los ojos, creyendo que iba a dispararle.


No lo hizo.

Cuando volví a abrirlos, el cañón del revólver topaba directamente contra la frente de Cuervo. Él se había acercado demasiado y Scorpion no había bajado el arma, es más, la seguía manteniendo firme y al parecer no pensaba moverla de ahí. Si él apretaba el gatillo ahora, entonces… 

   —Si sales ahora, sólo harás que nos disparen a todos… —comenzó Cuervo, mirándole directamente a los ojos. Scorpion le lanzó una mirada cargada de furia como respuesta, pero él ni se inmutó ante ella. Ese hombre realmente debía tener nervios de acero para seguir ahí en pie mientras un psicópata violento le apuntaba directamente entre los ojos—. Y, ahora… ahora no tenemos más a Anniston para tapar los agujeros —puso las manos sobre los hombros de Scorpion al mismo tiempo que los suyos se sacudían de arriba abajo. No sollozó, y el movimiento fue mínimo y apenas visible, pero lo suficientemente notorio como para que Scorpion se percatara de ello y cambiara su actitud; su mirada se suavizó por un momento, como si algo le hubiese aturdido. Entonces bajó el arma, la guardó en la funda que tenía atada a su cinturón, quitó, con cuidado, las manos de Cuervo y se apartó de él, volviendo junto a sus hombres.

   —Tienes razón —dijo—. Pero cuando lo tenga en frente voy a matarlo.

   —Y si estoy ahí te ayudaré a quitarle las tripas para que lo cuelgues del sitio más alto que encuentres —contestó Cuervo—. Para eso vinimos aquí, de todas formas.

Varios suspiros de alivio se oyeron en el ambiente y yo me dejé caer sentado al suelo, pudiendo respirar tranquilo, por fin.

   —Mierda… —Terence cayó sentado a mi lado—. Creí que acabaríamos en medio de una guerra de balas.

   —Y yo…

Uno de nuestros radios emitió un ruido de estática dos o tres veces. La señal era débil, pero logré distinguir una voz.

   —¿Hola? ¿Alg…e…co…ia?

Teo tomó su radio.

   —¿Hola? ¿Quién habla? No puedo oírte bien.

   —¿Alguien…me copia? —repitió la voz, ahora más claro—. Aquí Mike. Nos estamos acercando al punto de encuentro.

   —¡No, no! —Teo apenas susurró y todos nos vimos obligados a cubrirnos la cabeza. Una nueva ráfaga de disparos se oyó más cerca, los hombres de Cobra debían estar afuera de la tienda. Terence y yo nos miramos nerviosos.

   —¿¡Qué fue eso!? —preguntó Mike.

   —Creo que no fue una buena idea encerrarnos aquí —se quejó Jack, que estaba cerca de nosotros. Asentí con la cabeza y esbocé una sonrisa nerviosa, aunque no había una sola razón para sonreír en ese momento. Estaba alterado, mis manos temblaban y mis rodillas lucharon por no moverse cuando me quise levantar del suelo nuevamente. Estaba paralizado por el pánico. 

   —Estamos rodeados —le advirtió Teo a su compañero por el radio y la voz le tembló un poco—. Hay un hombre muerto aquí. Nos acorralaron en una tienda, ellos son muchos y se nos acaban las opciones —hubo un par de segundos de estática cuando terminó de hablar, los hombres que estaban cerca del edificio debían estar discutiendo sobre qué hacer y que no. Nosotros no podíamos hacer demasiado, nuestra única opción era salir por la puerta principal y enfrentarnos a los hombres de Cobra, podíamos hacerlo, pero ya no sería sólo Anniston. Muchos más caerían.

   —Escúchame, Teo —Mike volvió a hablar—. Cuando oigan el estruendo, salgan con todo lo que tienen.

   —¿Qué piensas hacer?

   —Vamos a derribar la puerta. Cambio y fuera.

   —¿¡Qué!? ¿¡Estás loco, Mike!? ¡Mike! ¡No te atrevas a…! —El estruendo llegó; los vidrios explotaron y las murallas y el suelo temblaron. Cuervo lanzó un grito que hizo que todos nos movilizáramos, incluso Teo, quién pasó del asombro a la determinación en menos de un segundo. Cogí mi rifle y corrí hacia la entrada de la tienda. Era lo único que podíamos hacer.

Cuando salí, me refugié junto a Terence, Eden y Jack tras uno de los pocos pilares que no cayeron cuando los de La Resistencia tiraron la entrada con un enorme camión del que bajaron los refuerzos; otra quincena de hombres que traían armas, botiquines y esperanzas.  El tiroteo no esperó y el intercambio de balas comenzó apenas el vehículo destrozó la puerta. Salí de mi escondite y busqué a los francotiradores, ellos debían seguir en el segundo piso. Tenía la ilusión de que mi mira se encontrara directamente con el encapuchado rostro de Cobra, pero no logré localizarlo, él era como un fantasma. A cambio de eso, no dudé en dispararle a dos hombres que se encontraban arriba, apuntando hacia mis compañeros. En ese momento descubrí que ya no titubeaba, ya no había tiempo para sentarme a pensar si lo que estaba haciendo era bueno o malo, si esto me hacía mejor o peor persona que los cazadores. Esto era supervivencia, nada más.

   —¿Cómo van, chicos? —Scorpion llegó jadeando y se refugió unos segundos junto a nosotros. Uno de los hombres al que le había disparado hace apenas un momento le había estado apuntando a él y supuse que entre nuestras filas había blancos prioritarios. Los cazadores de Cobra debían tener órdenes de acabar con Scorpion, Cuervo, Ethan, Morgan y Teo, todos ellos debían presentar una gran amenaza para Cobra y, además, eran nuestros líderes. Y todos sabemos qué ocurre cuando acabas con un líder. Todo se desarticula. 

Pero Cobra no contaba con que había otros hombres fuertes y potenciales líderes de nuestro lado; teníamos a Jesse, teníamos a Eden, a Aiden, a Regen, teníamos a Terence, o, mejor dicho, a Cross; el lobo, el experimentado, el que en el pasado mataba sin vacilar, el que con cada disparo parecía despertar. 

   —He estado en mejores situaciones —se rió Eden.

   —Sí, sí. Todos hemos estado mejor —Scorpion cargó su arma y se asomó por el pilar—. Pero eso fue antes. Ahora, preocúpense de hacerlos cantar —le dio una vuelta a la cámara de su revólver, salió de la cubierta y continuó disparando.

Terence se asomó por el pilar.

   —Voy a salir —avisó.

   —¿Estás loco? —gruñí y lo cogí del brazo para evitar que hiciese una locura—. Son demasiados y tienen cubiertas todas las esquinas. Tenemos que limpiar antes de salir.

   —Si limpiamos, Cobra se escapa —Terence me miró a los ojos para hablar, la poca luz que había en el lugar les daba una tonalidad grisácea. Dios, cuánto me gustaban sus ojos—. Si acabamos con él antes de eso, el resto de cazadores no tendrá opción más que rendirse.

   —Terence tiene razón —comentó Jack, y salió de su cubierta para disparar dos veces. Apenas derribó a uno—. Y no es sólo el número, ellos están más entrenados. Tienen mejor puntería que nosotros. Yo necesito dos balas para tirar a un hombre, ellos apenas una. Es cosa de lógica, si mantenemos el combate vamos a perder.

   —Iré contigo, Terence —dijo Eden. Jack se le quedó viendo horrorizado—. ¿Qué? ¿No estabas diciendo que era necesario?

   —S-Sí, pero no tienes que ser tú.

   —Oh, no dejaré que seas tú el que vaya —se acercó a él y le dio un beso en la frente—. Nos vemos luego. Vamos Terence, busquemos a Cobra.


Solté el brazo de Terence.

   —Ve… —susurré. Él sonrió.

   —Te veo luego —Y desapareció de mi vista en menos tiempo del que me habría gustado. Me senté, apoyé la espalda contra el pilar y suspiré. A mi alrededor sólo oía el ruido de las balas impactando con todo; impactando contra vidrios, contra carne y músculos, contra el camión, rompiendo el aire y perdiéndose sin golpear nada sólido. Por uno o dos segundos, nada de eso me importó.

Jack se apoyó a mi lado.

   —Van a estar bien —me dijo y golpeó descuidadamente mi brazo—. Y tú también, no te desconcentres. Levántate.

Obedecí. Tenía que mentalizarme, centrarme en lo que estaba haciendo. Momentáneamente, me olvidé de Terence y apunté nuevamente hacia el segundo piso, derribando al último francotirador que quedaba a la vista.

Entonces se me ocurrió una idea.

   —Ayúdame a llegar arriba, Jack.

   —Te cubro.

Tomé mi radio.

   —Aquí Reed. Voy hacia el segundo piso para obtener un mejor panorama.

   —Te acompaño —respondió otra voz.

Respiré hondo, les ordené a mis piernas que dejaran de temblar y me escabullí hacia el siguiente pilar. Tenía que ser rápido, una vez que llegara a las escaleras todo el mundo podría verme… y dispararme. Llevaba un chaleco antibalas, pero bien sabía que eso no sería suficiente contra los hombres de Cobra y mucho menos me hacía inmortal o algo parecido. Sólo esperaba que Jack supiera cuidarme las espaldas.

El ruido de lo que pareció una explosión estuvo a punto de paralizarme. Miré hacia el camión, con cierta desesperación comprimiéndome el pecho. Estaba intacto, el estremecimiento había sido tan sólo otro montón de vidrios estallando, pero el miedo seguiría ahí mientras ese enorme vehículo continuara dentro del lugar.

   —¡Saquen ese camión de aquí! —gritó Teo por el radio, gracias a Dios—. ¡Si ellos le disparan al depósito, todo este lugar va a explotar!

   —A la orden.

En medio del tiroteo, el ruido del camión retrocediendo atrajo toda la atención y los disparos. Era el momento, corrí hacia las escaleras y las subí lo más rápido que pude. Alguien me siguió, pero no volteé hasta que llegué al segundo piso y lo vi completamente despejado. Giré sobre mis talones y apunté mi arma directamente hacia un mentón desconocido.

   —¡V-Vaya! Calma, calma… —Bell, la francotiradora de La Resistencia, levantó las manos en son de paz. Solté el arma como si ésta me quemara, alarmado de mí mismo. Estuve a punto de dispararle a la persona equivocada—. Te dije que subiría contigo, ¿recuerdas? 

Me concentré en calmar los latidos de mi corazón, que estuvo a punto de salir disparado por mi garganta, mientras asentía con la cabeza.

   —Lo siento. Creí que…

   —E-Está bien —balbuceó. Estaba nerviosa. Y cómo no, si por error había estado a punto de matarla—. Tienes buenos reflejos, de todas formas —La chica examinó el segundo piso con sus grandes ojos marrones y cuando se aseguró de que no había nadie ahí salvo nosotros, pasó de mí y apoyó su rifle en la barandilla—. Bien. ¿Cuál es… ya sabes, el plan?

Sacudí la cabeza. Tenía que centrarme.

   —Creo que Cobra estableció blancos prioritarios a los que sus hombres están intentando cazar —comenté, caminando hacia ella y ubicándome a su lado para comenzar a disparar, aunque eso sería tan sólo por unos minutos. Tenía pensado darle la vuelta al segundo piso y disparar desde la otra esquina, para tener el mayor espacio cubierto posible—. Teo, Morgan, Ethan, Cuervo y Scorpion. Supongo que buscan acabar con nuestros líderes.

   —Déjame a los últimos dos —La chica no me miró para decirme eso, pero intentó esconder una sonrisa nerviosa a la cual no le encontré motivo hasta que continuó hablando—. ¿Te diste cuenta de cómo se miraban en el camión? ¡Dios, saltaban chispas!

Dejé de disparar.

   —Oh, no. Tienes que estar bromeando. ¿Eres una de esas?

Se rió.

   —Vamos. ¿No son adorables? —dijo, con sarcasmo. Enfoqué la cabeza de un cazador de Cobra en la mira de mi rifle y disparé.  El hombre cayó al suelo y yo seguí buscando, robóticamente, otro objetivo—. Ya, tú y ese sexy pelirrojo también hacen una linda pareja —Fallé un tiro.

   —¿Q-Qué? ¿C-Cómo? —La miré, casi asustado. ¿Cómo se había dado cuenta tan rápido?

   —¡Mira al frente! —me gritó, medio riéndose. Volví la vista al campo de batalla, sintiendo cómo mis mejillas ardían al verme descubierto por una completa desconocida—. Ah, mira. Ahí va tu galán —informó, todavía riéndose. Busqué, lejos del enfrentamiento, Terence y Eden se escabullían de pilar en pilar. Su lenguaje corporal me indicaba que habían encontrado lo que buscaban; los ojos fijos en un objetivo, las manos cerca de sus armas, listas para disparar en cualquier momento, los hombros y piernas tensas, preparándose para saltar o correr. Seguí sus miradas. No veía a Cobra, pero seguramente ellos sí.

   —Deben haber encontrado a Cobra —dije.

   —Eso es genial —La chica disparó—. Apenas llegué a La Resistencia hace tres años, por lo que no conocí a Steve, pero todo el mundo habla de él y lo que hizo por nuestra comunidad antes. Espero de todo corazón que ese bastardo de Cobra pague por todo lo que ha hecho.

   —Y yo… —suspiré, siguiendo con dificultad a los chicos con la vista, preparado para disparar a cualquiera que quisiera dispararles a ellos. Me moví, buscando un mejor ángulo. No podía ver el panorama completo, no sabía dónde estaba Cobra, si ellos estaban cerca o no. Deslicé el rifle por la baranda hasta tener una buena visión, hasta que le encontré. Cobra estaba a cubierto a tres o cuatro metro de distancia de los chicos. Me mordí el labio inferior e inconscientemente contuve la respiración. Debía apuntar a su cabeza, podía acabar con el trabajo desde aquí. Tenía que encontrar el momento exacto, pero ese desgraciado se ocultaba bien. Era cosa de un solo tiro, si fallaba, él iba a escapar.

O podía simplemente esperar y confiar en que Terence y Eden lo lograrían. Dirigí mi vista hacia ellos, estaban cerca.

Puse mis ojos otra vez sobre Cobra, más de la mitad de su cuerpo estaba fuera de la cubierta. Era el momento, no podía esperar. Enfoqué su cabeza encapuchada en el centro y, justo cuando estaba a punto de presionar el gatillo, levantó la vista y disparó. Sí, se dio cuenta, me vio, estoy seguro. Sus ojos oscuros se clavaron directamente en mí a través de la mira de mi rifle y no fui capaz de reaccionar, mi cuerpo se congeló por algunos segundos, dándole el tiempo suficiente para levantar su revólver y dispararme. Me agaché para evitar el tiro al mismo tiempo que presionaba el gatillo, obviamente no le di. No en la cabeza. 

Por uno o dos segundos más me quedé ahí en el suelo, cubriéndome los oídos. Con horror, noté un mechón de cabello mío tirado a mi lado. La bala me había rozado, literalmente, la cabeza. Él había acertado, incluso con un arma tan básica y desde esa distancia.


Santo Dios…

Tomé el radio rápidamente y apunté de nuevo.

   —¡Terence! ¡Eden! ¡Cuidado! —grité. Demasiado tarde, Cobra se había dado cuenta de sus presencias también. Cuando volví a mirarlos, ambos estaban en el suelo. Mi corazón dio un vuelco—. ¡Terence! ¡Responde! —Por la mira del rifle, vi al pelirrojo arrastrándose y tomando a Eden, que estaba herido. La bala había entrado en su hombro.

Suspiré. Quizás el aviso que les di sí sirvió. Al menos no estaban muertos.


   —¡A cualquiera que me esté escuchando! —le hablé otra vez al radio, y con tan sólo una mano libre, intenté dispararle a Cobra para que no se les acercara. No iba a poder con él, pero al menos lo mantendría lejos de los chicos—. ¡Eden y Terence han sido atacados por Cobra! —grité—. ¡Repito! ¡Los chicos han sido atacados! ¡Eden está herido! Cerca de la entrada, a la izquierda. ¡Tienen que sacarlos de…! —me detuve. Una figura veloz saltó por encima de todo y aterrizó delante de los chicos, interponiéndose entre ellos y Cobra—. Ahí… —terminé y aclaré mi garganta que se había secado, mientras sonreía inevitablemente. Ethan había llegado y estaba furioso. Agarró una banca, la levantó como si tomara una pluma y la lanzó sobre Cobra justo cuando éste iba a dispararle, evitando así la primera bala. Le siguió otra y otra, y los cazadores de Cobra voltearon todas sus armas hacia Ethan, lo que nos dio chance de derribarlos a ellos. Cogí el rifle con ambas manos y comencé a disparar otra vez, siguiendo de cerca lo que estaba pasando. Para cuando Ethan estaba sobre Cobra, ya había recibido cuatro o cinco disparos, que al parecer no le afectaron demasiado. Siete hombres se lanzaron sobre él y Cobra aprovechó el momento para escapar, pero justo a tiempo, Regen, que también había corrido ante mi alerta, se lanzó sobre él y lo inmovilizó. Ambos intercambiaron golpes y palabras que, por razones obvias no fui capaz de oír, hasta que Cobra se las arregló para dispararle. Fue a quemarropa, lo vi con mis propios ojos. Un disparo seco y preciso a la altura de su pecho. Regen no se movió y le dio otro golpe, entonces Cobra apuntó a la cabeza.

El chico enmascarado dio un rápido salto hacia atrás para evitar el disparo, dejando libre a Cobra, quien logró escapar. Le seguí con la mira y apunté a sus piernas. Le disparé, le di, pero no fue suficiente. Le vi perderse entre una lluvia de balas y golpes.

Segundos más tarde, el resto de sus cazadores también se las arregló para huir en todas direcciones. Entonces sólo quedamos nosotros.

Bajé corriendo la escalera y me dirigí hacia donde estaban Terence y Eden.

   —¡Eden! —Jack llegó antes que yo, se arrodilló frente al pelinegro y puso sus manos sobre la herida que todavía sangraba—. ¡Aiden! ¡Morgan! ¿¡Dónde están!?

Terence se levantó cuando me vio y corrió a mi encuentro. Nos abrazamos.

   —Estás bien —suspiré, ahogándome contra su pecho de pura emoción—. Dios mío, cuando vi que Cobra iba a dispararles pensé que…

   —Estamos bien, es lo importante —Terence besó mi cabello para intentar tranquilizarme—. Y Eden también lo estará. Ya lo revisé, la herida no es demasiado profunda, la bala será fácil de extraer —tomó mi rostro entre sus manos—. Estás temblando, Reed.

Por alguna razón, sentí lágrimas picando al interior de mis ojos.

   —Pude haberle disparado —gemí—. P-Pero él…él me vio, no sé co… —me estremecí y Terence se dio cuenta, porque volteó directamente hacia donde yo había mirado. A unos metros de nosotros, los siete cazadores que habían intentado retener a Ethan se hallaban muertos en el piso, con las cabezas reventadas, las extremidades dislocadas e incluso a uno de ellos le habían arrancado una pierna.

   —M-Mierda… —balbuceó Terence, la voz apenas le salió. Me soltó—. Ethan. Amigo, ¿estás bien? —quiso caminar hacia Ethan, él estaba a un lado de los cuerpos y algo en su lenguaje corporal me hizo agarrar a Terence del brazo y evitar que se le acercara. Ethan volteó y nos miró. Di un paso hacia atrás y arrastré a Terence conmigo. Sus ojos, las pequeñas venas marcadas alrededor de ellos. Esto no era normal.

Jack también se dio cuenta. Se las arregló para tomar a Eden en sus brazos y alejarse de Ethan.

   —A-Aiden… —balbuceó—. ¿Dónde demonios está Aiden? —oí que lo llamaban por el radio también, pero quizás era demasiado tarde. Ethan estaba a punto de saltar, sobre nosotros o sobre los cuerpos que estaban tirados. Noté sus puños apretados, sus ojos, justo como los de un muerto, fijos, primero sobre nosotros, luego sobre ellos, su boca entreabierta. Todo indicaba que se había salido de control.

   —Debemos salir de aquí —Terence me hizo reaccionar y ambos retrocedimos un poco más—. ¡Corre! ¡Va a atacarnos! —me tiró más fuerte. Ethan dio un paso hacia nosotros, pero algo le detuvo.

   —¡Tranquilo! —Regen corrió hacia él y le sujetó, rodeándole el cuerpo con los brazos, intentando contenerlo—. Tranquilo, hombre. No querrás comerte a tus amigos —Ethan intentó zafarse y soltó un gruñido que me erizó la piel de la nuca. No era humano—. ¡Vamos, reacciona! —Ambos forcejearon. Ethan volteó hacia Regen e intentó morderlo. Vi las manos del enmascarado sosteniendo su mandíbula para evitarlo. Regen era fuerte, increíblemente fuerte. Pero no iba a resistirlo. Ambos retrocedieron y Ethan le acorraló contra una pared.

   —¡Basta, Ethan! —grité inútilmente.

   —Va a matarlo —Terence me soltó y corrió hacia ellos. Le atrapé justo a tiempo.

   —¡No! ¡Va a matarte a ti también!

Regen se las arregló para darle un puñetazo a Ethan, pero éste volvió a la carga y le mordió en el hombro. El grito desgarrador que salió de la máscara de gas me causó escalofríos. Solté a Terence y ambos corrimos hacia ellos.

   —¡N-No se acerquen! —gritó Regen—. No… ¡Ah, joder! —Contra toda lógica y con la carne expuesta en su hombro izquierdo, Regen logró tomar el rostro de Ethan con sus manos para intentar alejarlo de él. Ambos lucharon y cayeron al piso, Ethan cayó sobre él. El cuello de Regen estaba expuesto, y lo único que lo separaba del descontrolado Ethan eran sus manos que temblaban por el esfuerzo—. Voy a… —jadeó—. Voy a matarte, maldito hijo de puta —Sus brazos cedieron y lo soltó, pero sus manos dirigieron la boca de Ethan justo donde antes había mordido, forzando de, alguna forma, el contacto. ¿Por qué?

   —¡Suéltalo, Ethan! —Aiden llegó corriendo, se abalanzó sobre los hombros de su novio y clavó una jeringa en el centro de su espalda, cerca de la columna vertebral. No me costó mucho adivinar. Le había inyectado calmantes o algo parecido, porque no pasó demasiado tiempo antes de que Ethan se desmayara sobre Regen. 

Terence y yo nos apresuramos en ayudar  a quitarle de encima a Ethan al pobre enmascarado.

   —¡Mierda! ¡Regen! —El horror reflejado en los ojos de Aiden se tradujo en sus manos temblando sobre la herida abierta en el hombro del chico—. ¡Joder! Terence. ¡Ve por un botiquín ahora mismo! —Su hombro estaba destrozado, literalmente. Ethan había arrancado de él carne y músculo, dejando expuestos tejidos que ni siquiera sabía que existían—. ¡Demonios, Ethan! ¡Mira lo que hiciste! —le gritó con desesperación, a pesar de que él estaba inconsciente—. Vas a estar bien, Regen. Lo prometo. Yo…

Regen estiró la mano izquierda para alcanzar el rostro de Aiden.

   —Estaré bien, Aiden. No te preocupes —le dijo. Aiden pareció desconcertarse. Miró la mano que acarició su rostro y luego, dirigió la vista hacia la chaqueta de Regen, que estaba toda ensangrentada. La apartó un poco para mirar su pecho y entonces notó la herida de la bala que Cobra había disparado.

Sus ojos esmeraldas se abrieron, sorprendidos, al mismo tiempo que él ahogaba un grito. Por mi parte, sólo me estremecí, como lo hace alguien que acaba de confirmar algo que llevaba sospechando por algún tiempo.

   —¿T-Tú eres…? —balbuceó Aiden.

   —Shhh…. —No tenía idea de cómo lucía sin su máscara, pero si debía imaginar un rostro para Regen, en ese momento le imaginé sonriendo—. Es un secreto. No le digas a nadie. 

Notas finales:

Sí, eso que están pensando. Sí. (Claro, si están pensando lo que yo creo que están pensando xD) 

NA: Tod@s llevamos una Bell dentro. Una fujoshi en medio de un apocalipsis zombie, ¿por qué no? 

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Conoces alguna fórmula mágica para que el día tenga 30 horas? (SI ES ASÍ, LA NECESITO) Todo es aceptado! Pueden dejarlo en un lindo -o no tan lindo- review. 

Nos leemos, ojalá, pronto. 

Abrazos. 


PD: Disculpen si encuentrar horrores ortográficos por ahí. Escribir en el celular nunca se me hará facil.  


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