Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi pequeño por Mayumi

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!

Aquí estoy con este ItaSasu que es súper sencillo. No es gran cosa, pero me apetecía escribir algo así.

Si ponéis “eso” que hay en cursiva todo seguido, os saldrá un intento de poema que escribí un día en el tren (moraleja: no viajéis en tren).

Este fic se lo dedico a Ali-chan, ya que sus comentarios son los que me han convencido de que esto valía algo.

Espero que os guste.

Kissus!!

Basado en Naruto

Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto

 

***************

 

Mi pequeño

 

***************

 

Engullo la comida que tan amorosamente ha preparado mi madre a una velocidad que se podría considerar desconsiderada, en un intento de acabar lo más rápido posible con el contenido del plato y marcharme del comedor cuanto antes. Pero es que este intento patético de cenas en familia cuando coincidimos todos en casa solo me hace darme cuenta de que, en el interior de estas lujosas paredes, jamás ha existido una familia.

Tú me miras con esos ojitos oscuros y vivaces y, como siempre, intentas imitarme. Papá te contempla de reojo con un gesto de desaprobación.

-Sasuke, haz el favor de comer y no devorar. Cualquiera diría que pasas hambre- te regaña, con una voz para nada adecuada con un niño que acaba de cumplir de seis años.

Tus ojitos se vuelven por un instante tristes. Solo consigues reproches y gestos distantes de papá, a pesar de lo mucho que te esfuerzas por complacerle. Me levanto con brusquedad y dejo mi plato en el fregadero. Se me ha pasado la poca hambre que tenía.

-Itachi…- la voz de mamá es suplicante. Detesto pasar tiempo junto a mi padre, sus palabras siempre me irritan y ella lo sabe.

-Lo siento mamá, estoy muy cansado- me excuso, y sin decir nada más me encamino a mi cuarto.

Escucho un suspiro resignado por parte de mi madre, y como mi padre chasquea la lengua. No me importa lo que piensen. Pero tu vista clavada en mi espalda me hace dudar un instante.

-Buenas noches- murmuro desde la puerta del comedor, aunque sin voltearme. Puedo sentir como sonríes tras de mi. Sabes que esas palabras eran para ti.

Me encierro en mi habitación y, con las luces apagadas, empiezo a desvestirme.

 

“Ámame en silencio,
cuando caiga la noche
desvelando oscuros secretos”

 

El protector de mi frente queda cuidadosamente doblado sobre mi escritorio, junto con las vendas que envuelven mis tobillos. La ropa sobre el respaldo de la silla, las sandalias a sus pies. Sigo el mismo proceso de siempre, con los ojos cerrados, intentando imaginar lo más claramente posible esa sonrisa que me has dedicado cuando me iba. Una sonrisa dulce e infantil, una sonrisa que llega hasta mi corazón, calentándolo suavemente en esta noche de miseria.

Vestido solo con los bóxers, me meto en la cama y me cubro con las sábanas. Su tacto es agradable, son suaves y huelen bien… aunque no pueden compararse contigo. Ojalá pudieras envolverme con tus cálidos bracitos como lo hacen estos fríos pedazos de tela.

Los ruidos de la casa me permiten saber lo que pasa en cada momento. Mamá fregando los platos, papá enviándote fríamente a la cama, tus pasitos correteando por el pasillo para ir a lavarte los dientes, mamá recogiendo la ropa que está ya seca, papá preparando sus cosas para la misión de mañana… de nuevo tus pasos de niño revoltoso absorben toda mi atención, en especial cuando se detienen ante mi puerta. Contengo la respiración. Con mucho cuidado, intentando no hacer ruido, descorres la puerta.

-Buenas noches nii-san- susurras muy flojito, con esa sonrisa llena de admiración y cariño que solo me muestras a mi.

Debes pensar que estoy dormido, porque antes de que pueda darte una respuesta has desaparecido. Me incorporo sobre el futón y estiro mis brazos hacia la puerta, como si con ese estúpido gesto pudiera retenerte. Pero ya te has metido en tu cama. Pronto, mamá y papá también se acuestan, la casa entera se va durmiendo, y solo queda el persistente tic-tac del reloj de cuerda del comedor.

 

“Ámame en silencio,
dedícame una sonrisa
que borre mi sufrimiento”

 

Suspiro. Otra noche que no puedo dormir. Otra noche que pasaré en vela pensando en ti. Porque si duermo, mis sueños me torturarán con imágenes que nunca se harán realidad, y la mañana será demasiado dolorosa. Porque en mis sueños, puedo acariciar tu pálido cuerpecito de niño y hacer míos tus delicados labios. Y al despertar, solo me queda el arrepentimiento y la desesperación de aquello que nunca será.

Me incorporo y enciendo la pequeña luz de la mesita de noche para contemplar mi rostro en el espejo. Está demacrado, marchito, con marcadas ojeras y surcos profundos, huellas de mis noches de tormento. Un nuevo suspiro, esta vez de resignación, se escapa de mis labios. Si solo pudieses comprender todo lo que me quema en el pecho… pero aún eres demasiado pequeño. Mis labios dibujan de manera inconsciente una sonrisa. Precisamente por eso te quiero tanto, porque eres mi pequeño. Un diminuto rayo de alegría en medio de esta farsa de vida, con tus sonrisas y pequeñas muestras infantiles de cariño, tan impropias de un Uchiha, que te valen las continuas reprimendas de papá.

Me levanto y me dirijo sigiloso a tu habitación, descorriendo la puerta y acercándome hasta ti, sin despertarte. Me siento a tu lado y contemplo tu carita, la paz que parece llenar tus sueños.

 

“Ámame en silencio,
séllame con tus labios
acallando mi lamento”

 

Una de mis manos se dirige temblorosa a tu mejilla, resiguiéndola cuidadosamente. Tan suave y sedosa como siempre imagino en mis momentos de locura. Te revuelves un poco y entreabres tus ojitos soñolientos, intentando enfocarme con ellos.

-Nii-san...- te restriegas los ojos con los puñitos. Parece que ibas a añadir algo más, pero te lo impide un gracioso bostezo.

Un gesto tan simple hace que se me acelere el corazón. Debo de estar completamente enfermo. Te sientas y me contemplas aún adormecido. No parece que te extrañe mi presencia en tu cuarto.

-¿Pasa algo?- pregunta tu vocecita en un susurro.

-Solo quería darte las buenas noches.

Los profundos pozos negros que son tus ojos se iluminan, al parecer impresionado y feliz porque me tome esta molestia contigo. Porque siempre te trato como a un estorbo y te aparto de mí, intentando no darte ninguna muestra de cariño. Si supieras lo que en realidad siento…

Gateas por la cama y me abrazas, logrando estremecer cada célula de mi cuerpo. Recuestas tu cabeza en mi pecho y, girando la carita hacia arriba para poder contemplarme, me sonríes con una inocencia tentadora. Mi cabeza me dice que no, pero mi mano se mueve sola. Se posa en tu barbilla y alza todavía más tu cabeza. Y mis labios descienden en busca de los tuyos, acariciándolos suavemente.

 

“Ámame en silencio,
regálame tu inocencia,
haz que cese mi tormento”

 

No pareces sorprendido ni molesto, no haces ningún intento de apartarte de mí. Simplemente permites dócilmente que mi boca se acabe de depositar sobre la tuya. Muy lentamente, mis labios recorren la curvatura  de los tuyos, mientras un hormigueo se propaga desde mi estómago al resto del cuerpo. Mis labios se apoderan de los tuyos, aprisionándolos y entreabriéndolos. Memorizo cada milímetro de esa boquita que me arrastra hasta el delirio, demorándome tortuosamente en cada uno de sus recovecos. Quisiera explorar también su interior, pero muy a mi pesar me separo de ti. Porque aún eres un niño, demasiado pequeño e ingenuo como para saber lo que está bien y lo que está mal.

De nuevo sonríes, sin comprender lo que ha pasado, sin saber que dos hermanos no deben compartir esa clase de besos. Solo entiendes que tu nii-san, en el cual confías ciegamente, ha tenido una atención contigo. Te revuelvo el cabello antes de ponerme en pie.

-Buenas noches. Duerme o mañana estarás demasiado cansado para entrenar.

-Haiiiii- tu vocecita infantil suena con más felicidad de la que le he escuchado nunca.

Te tumbas y te escondes entre las sábanas. Yo regreso a mi cuarto, tan sigiloso como he llegado. Me apoyo en la puerta que acabo de correr y llevo una de mis manos a mis labios. El espejo me devuelve una mirada con más brillo de lo habitual, y una mueca que casi podría ser una sonrisa. Algo que solo puedes conseguir tú de entre todas las personas que existen en mi mundo.

 

“Ámame en silencio,
aunque este amor prohibido
me condene al fuego eterno”

 

Me introduzco nuevamente en la cama, y cierro los ojos, recordando el dulce momento que acabo de vivir contigo. Si cierro los ojos todavía puedo sentir el beso que me has permitido darte, la corriente eléctrica que ha recorrido mi cuerpo, la felicidad que me has hecho sentir en ese instante fugaz. No puedo evitar que mi mente vague y fantasee contigo. Eres el único protagonista de mis más oscuras fantasías, el objeto de mis perversos deseos, la droga que alimenta mi desenfreno. Es tu imagen la única que me acompaña en mis momentos de solitario placer, tus ojitos oscuros los que me miran con deseo, tu voz la que susurra entrecortada mi nombre, tu cuerpo el único que ansío poseer.

Eres el dueño absoluto de mis sentimientos, el único que tiene cabida en mi corazón… Eres el hilo que mantiene mi cordura en este mundo desgraciado… Eres mi alegría en los momentos de desesperación… Eres mi pequeño, mi media vida, mi dulce ángel, mi luz en la oscuridad… Eres mi razón para existir.

 

“Ámame, ámame en silencio…
aunque mi mundo esté muerto”

 

No puedo evitar pensar que soy despreciable. Tú me respetas, me admiras, me demuestras tu amor con tus gestos inocentes y tus mimos de niño revoltoso, y yo te rehuyo y caigo en el juego de insensibilidad de los Uchiha, tratándote con falsa frialdad y aún más falsa indiferencia, haciendo que el brillo de tus ojos se vaya apagando paulatinamente, permitiendo que nuestro mundo miserable, inmerso en su burdo juego de poder y ambiciones, vaya matando día tras día tu desbordante alegría y tu ingenuidad de un modo aún más cruel que como lo haría yo, convirtiéndote en una herramienta vacía y carente de sentimientos.

Algún día… algún día me alzaré y destruiré este mundo que está destruyendo tu felicidad por hacer de ti un ninja perfecto. Pero hasta entonces, mi pequeño, mi media vida, mi dulce ángel, mi luz en la oscuridad… hasta entonces… acompáñame en mis sueños.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).