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I'll Waiting For You [VIXX] por Kris Kuro Angel

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Notas del capitulo:

Hola, hermosuras. Volví con sufrimiento~


La he pasado mal, mi salud no es muy buena en estos momentos, no he comido bien y empiezo clases mañana. La desgracia me persigue o estoy pagando crímenes de vidas pasadas. I don't know. Vi el MV de Jonghyun y lloré a mares, estoy muy sensible así que detengan el mundo que me quiero bajar(?


Si el capítulo no llena expectativas es porque apenas podía escribir, quise ser optimista en algunas partes porque sé que de todo lo malo puedes sacar algo bueno. Me encanta escribir, es mi medio para desahogarme y ser yo misma sin limitaciones de la realidad, sin esto me volvería loca por eso agradezco a cada una de las personas que me lee y me motivan a seguir escribiendo. Perdonen si mi animo no es el mejor pero, como ya dije, no estoy pasando por mi mejor momento.


Ahora si al fic...

El ambiente había subido en temperatura, pudo ver los vidrios empañados del auto de Taekwoon mientras el susodicho devoraba con agresividad su cuello.


 


—W–Wonnie, dejaras m-marcas...


              


No es que eso le molestara pero sabía que tendría a Xiumin encima de él preguntando por el más mínimo detalle, no quería lidiar con ese dolor de cabeza.


 


Leo pareció no escucharlo porque continuó, prácticamente, comiéndose el cuello del moreno. Sus manos se colaron traviesamente por debajo de su camisa y se deleitaron con cada tramo de piel que pudieron tocar.


 


N suspiraba y cerró sus ojos deleitándose con las caricias de su amante, aun así estaba preocupado. Leo se veía tenso de camino a su departamento, como si algo muy grande y perverso turbara su mente, mucho más que la situación de Hongbin, y ahora estaba sobre él, marcándolo. Ni siquiera habían bajado del auto, estaban en el estacionamiento con el riesgo de que alguien los consiguiera en esa posición tan comprometedora.


 


Más, sin embargo, no pudo quejarse. Leo rompió su burbuja antes de que otro suspiro abandonara su boca. Abandonó rápidamente el vehículo y abrió la puerta donde N estaba para que también bajara, el moreno obedientemente lo hizo. Leo tomó la mano Hakyeon, la sostuvo con firmeza, y ambos cruzaron el estacionamiento y la recepción hasta llegar al ascensor.


 


Algunas personas a lo largo del camino los miraron, algunos con sorpresa, otros visiblemente molestos, a otros les dio igual. Hakyeon se sintió alto cohibido, debía estar sonrojado y desarreglado, y para esas personas podía ser muy obvio lo que le pasaba. Dentro del ascensor estaba una señora de mediana edad, su espalda levemente encorvada y enormes lentes de fondo de botella. Se formó un ambiente incómodo y más cuando Leo le abrazó posesivamente, susurraba palabras amorosas y acariciaba su espalda lentamente.


 


La mujer hacía gestos desaprobatorios con su rostro y movía sus hombros Como si le molestaran, no era muy buena disimulando su desagrado. El ascensor se detuvo y la mujer bajó refunfuñando cosas que no alcanzó a entender pero intuía que no eran palabras agradables.


 


—Woonnie...


 


—Shhh... —Taekwoon besó su mejilla y luego ascendió hasta su oreja—. No digas nada.


 


Hakyeon se estremeció con el tono profundo y sensual que Leo empleó, el calor volvió a instalarse en su rostro.


 


Llegaron al piso donde estaba el departamento de Leo, el menor casi lo arrastró hasta allá. N sentía que el vapor recorría su cuerpo entero y necesitaba desesperadamente deshacerse de su ropa. En la seguridad del departamento, Taekwoon lo besó con abandono.


 


El menor lo tomó en sus brazos y fue quitando su ropa mientras entre tropezones entraban a la habitación. Las caricias se hicieron más demandantes, más atrevidas, y los besos más salvajes. cayeron estrepitosamente a la cama, las almohadas cayeron al suelo y las sabanas se corrieron a un lado. Hakyeon, de repente, se volvió tímido.


 


—¿Qué sucede? —preguntó Leo con una sonrisa—. No es la primera vez que te amo de esta manera.


 


Su boca fue repartiendo besos por el torso desnudo del moreno, mordiendo la piel en el proceso con el objetivo de dejar marcas.


 


—¡Ah! —N gritó—. N–No lo sé... e–estoy más consciente ahora...


 


—¿Más conscientes? Mmm... ¿o será otra forma de seducirme?


 


—N-No... —Leo lo envolvió en un abrazo, cubrió su cuerpo completamente como si así pudiera protegerlo del mundo—. Leo, ¿qué tienes? Te noto raro.


 


—Ya no quiero esconderme, Yeon–ah. No quiero que me importe lo que la gente diga, el tener que cuidar cada movimiento que hacemos. Quiero tomar tu mano libremente, abrazarte, besarte. Quiero amarte libremente, sin limitaciones ni miedos. Yeon–ah...


 


Leo elevó su rostro, ambas miradas se conectaron y N percibió algo diferente en los ojos de su amante. Tristeza, adoración, miedo, amor, y algo más que no podía darle nombre.


 


—¿Qué?


 


—Eres mi más grande amor, fuiste mi primer amor y quiero que seas el único. Quiero cada mañana despertar a tu lado, escuchar tu voz, sentir tu cuerpo contra el mío y escucharte decirme que me amas. Te amo con toda mi alma, con todo mi corazón. Tú siempre serás el único para mí, recuerda eso.


 


—Leo... ¿cómo puedes amarme a ese grado? Aun cuando... cuando te rompí el corazón... —su pecho se comprimió al recordar esa etapa en su vida cuando sus sentimientos eran confusos.


 


—No puedo entenderlo del todo pero es así. Solo puedo amarte a ti, solo puedo desearte a ti. He intentado olvidarte pero me es imposible. Cada vez que cierro mis ojos e intento mirar mi futuro, te veo a ti a mi lado.


 


—Me siento sucio. Mis sentimientos no son tan puros como los tuyos, yo huí a los brazos de alguien más y tuve una relación de muchos años...


 


—No creo que tus sentimientos sean impuros. El amor es diferente en cada persona, yo tampoco fui un santo en tu ausencia. Yeon-ah, dejemos el pasado atrás y concentrémonos en nosotros. Te amo —besó sus labios—. Nada importa si tu me amas a mí.


 


—Y te amo inmensamente, Jung Taekwoon.


 


Taekwoon dilató a Hakyeon, lo preparó correctamente y se deslizó en su interior. Hakyeon gimió alto el hombre de Taekwoon. Todo se sentía perfecto, único, delicioso. El moreno arañó la blanca espalda del menor, lo besó demandante y estrujó su trasero para profundizar aún más su delicioso miembro dentro de él. Leo gimió y sus músculos se tensaron al sentir un dedo invasor en su entrada.


 


—¿Q-Qué cree-es que haces, amor?


 


—¿Yo? —preguntó el mayor con fingida inocencia—. Nada.


 


Profundizó más sus embestidas, escuchó los fuertes gemidos de su amante junto al choque demandante de sus cuerpos. Hakyeon se aferraba a su cuerpo como si fuese a desaparecer, ancló sus fuertes piernas a la cadera de Taekwoon. Emitió amortiguadas palabras de amor y deseo, todo lo que su corazón sentía por Leo. La inmensidad de su amor.


 


Taekwoon se sintió en la dicha suprema al tener a Hakyeon para él, en ese maravilloso momento. Debía disfrutarlo al máximo, fingir que su corazón no estaba turbado y hacer feliz a Hakyeon.


 


Él no debía saber que iría a ver al monstruo que intentó destruirlos.


 


 


 


******


 


 


 


Iban de vuelta al hospital, estaban más descansados y relajados. Pasaron por ropa para Hyuk, sábanas y cosas para Hongbin.


 


Leo vio por el rabillo del ojo a Hakyeon, lucia tenso. Sus manos estaban unidas y se presionaban entre si de forma dolorosa, casi ansiosa. Instintivamente acarició una de sus manos, entrelazó sus dedos con los de Hakyeon.


 


—¿Te sucede algo?


 


—Estoy preocupado por Binnie —contestó el moreno correspondiendo las caricias de su pareja—. Leo... ¿podrías hablar con él? Yo... siento que... que tu podrías aconsejarlo mejor que yo... —Leo presionó con fuerza el volante y la mano de N al recordar aquel evento tan amargo para él—. N-No tienes que hacerlo si no quieres.


 


El auto se detuvo ante un semáforo en rojo. Leo se quitó el cinturón de seguridad y se inclinó sobre el asiento de Hakyeon, lo besó pasional, duro, su lengua exploró la cavidad bucal de su moreno. Cortó el beso con suavidad y contempló su rostro sereno, sus ojos aun cerrados, su boca entreabierta y sonrosada.


 


—Hablaré con él —dijo pasando sus pulgares con delicadeza sobre las mejillas de Hakyeon.


 


Hakyeon juntó sus frentes y llevó sus manos al rostro de Leo como si por primera vez lo tocara.


 


—Leo, no te separes de mi —dijo casi suplicante—. Te amo, mi león. Te amo tanto. No me abandones.


 


—Nunca lo haré. Me quedaré a tu lado para siempre, aún si no puedes verme.


 


—Quiero verte siempre, babo.


 


Leo sonrió y lo besó, un beso corto porque las bocinas de los autos tras ellos le indicaba que el semáforo había cambiado a verde.


 


Condujeron hasta el hospital sin contratiempos, a excepción de los ojos rojizos del mayor. Al entrar al hospital se encontraron con una escena que hizo que sus corazones dolieran, Hyuk lloraba desconsolado entre los brazos de Jimin y Sungjae.


 


Gongchan, Taehyung, Jungkook y Jin también estaban allí.


 


—¿Qué sucedió? —preguntó Hakyeon haciendo que todos voltearan a verlos, algunas expresiones fueron de asombro—. ¿Qué?


 


En un parpadeo Jimin cayó desmayado.


 


—Kookie, creo que veo gente muerta —comentó Taehyung a su novio que solo asentía absorto.


 


—¿De verdad eres Hakyeon? ¿Realmente tú? —Jin preguntó aun incrédulo de lo que veía.


 


—Ah... ¡Ohh! Si, debo explicarles muchas cosas —dijo antes de verse apresado por un abrazo doble de parte del Taekook—. Ay, mis hijos, yo también los extrañé.


 


—A ver, explícate porque siento que voy a entrar en un colapso nervioso —dijo Gongchan moviendo su pierna rápidamente.


 


—Pues, verás...


 


—¡Hyung! —exclamó Hyuk medio gritando, medio reclamando.


 


—Dime, bebé.


 


—Hongbin–hyung no quiere verme, no deja que entre a su habitación —volvió a llorar el menor.


 


—Iré a verlo —informó Leo.


 


—Yo te llevo, ya lo pasaron a una habitación —dijo Minhyuk acompañándolo.


 


Leo escuchaba tras él como Hakyeon les explicaba lo que había pasado, en ese momento todo se le hacía tan lejano e irreal que a veces pensaba en que todo era un sueño.


 


Llegó frente a la puerta de la habitación de Hongbin, Minhyuk se quedó afuera porque pensaba en que sería conveniente darle su espacio a esos dos. Leo entró y vio a su dongsaeng recostado, con la mirada perdida en el blanco techo.


 


—Hey, frijol.


 


El aludido parpadeó confundido volteándolo a ver —Hyung.


 


—Hiciste llorar a Hyuk, ¿sabes? Está haciendo berrinches allá afuera —le informó sentándose en una silla adyacente a la cama.


 


—No puedo verlo. Pensé que después de lo que Hakyeon–hyung dijo, yo podría enfrentarlo... pero no pude —dijo resignado y triste.


 


—Me pasó exactamente lo mismo, yo no deseaba ver a nadie y me alejé de todo, ¿recuerdas? —Hongbin negó un poco sin saber a qué se refería Taekwoon—. La noche que atropellaron a Hakyeon, minutos antes un tipo me acorraló en un callejón. Me manoseó, me dijo cosas desagradables, me golpeó y estuvo a punto de quitarme el pantalón cuando Hakyeon llegó y me lo quitó de encima... No digo que sea igual a lo que tu viviste, no es tan...fuerte pero para mí fue algo humillante. Solo pensé en correr, esconderme, que nadie supiera nunca de mí.


 


—Eso fue hace... hace tanto tiempo, hyung. Nunca... dijiste nada...


 


—No quise que nadie lo supiera, aun no lo quiero. Solo Hakyeon, Minhyuk y Hyuk lo saben... y ahora tú. Preferiría ahorrarles esto a los demás —sintió un escalofrío en su espalda cuando miró la hora en su reloj—. Mi situación empeoró cuando nos dieron la noticia de la muerte de Yeon–ah, mis padres me llevaron al psicólogo porque ya no comía ni dormía, ya no podía soportar mi propio cuerpo.


 


—Debiste sufrir mucho... tú solo...


 


—Lo hice pero aún estoy aquí —depositó una pequeña caricia en el cabello castaño de su menor—. Hongbin-ah, va a ser un camino largo, difícil, pero no imposible. Con mucha ayuda profesional y mucho cariño de nuestra parte saldrás de esto.


 


—Gracias, hyung... por confiarme eso y por animarme un poco.


 


—Sabes que, pese a mi aptitud, siempre voy a estar para ustedes.


 


 


 


 


 


Ravi estaba de brazos cruzados mirando a Hani y Ken concentrados seleccionando la tela que la chica usaría en su vestido de novia. Dejó escapar un gruñido al escucharlos reír.


 


Hani susurró unas palabras al oído de Ken para luego ponerse de pie.


 


—Bien, empezaré con mi trabajo. Kenny, te mantendré al tanto de mis avances.


 


—Sé que lo harás bien —besó su mejilla y la vio salir de su oficina. Ken se acercó a su pareja que seguía viendo a la puerta con los brazos cruzados—. ¿Y esa cara, larva?


 


Ravi tomó a Ken por la cintura, sus fuertes brazos se aferraron a él con desesperación.


 


—Sé que es tu amiga, sé que lo haces por nuestros hijos, pero no puedo evitar sentir celos cuando estás cerca de ella —dijo. Su mejilla estaba pegada al abdomen de Jaehwan.


 


—Sabes que te amo solo a ti, larva. Esto lo hago por nuestra felicidad, ¿crees que si hubiese otra manera no lo habría hecho?


 


—Lo entiendo, créeme que si —se separó poco a poco de Ken pero sostuvo sus manos—. Llama a los niños, quiero escucharlos o voy a volverme loco de tanto pensar en tu boda.


 


Ken tomó asiento sobre las piernas de Ravi y lo abrazó, muy fuerte casi arrancándole el aliento.


 


—Te amo, Kim Wonsik. Quiero que recuerdes eso ahora, más tarde, cuando me case y el resto de tu vida —luego lo besó, lento, pasional, amoroso. Transmitió tantos sentimientos en esa simple y significativa acción.


 


Sacó su teléfono del bolsillo y marcó. Esperó a que el repiqueteo de la bocina cesara y la voz de la señora Park apareciera, luego de una breve platica pudo escuchar la voz de sus niños.


        


—¡Ken–appa!


 


—Mis niños, ¿cómo están? —preguntó y activó el altavoz para que Ravi escuchara—. ¿Se están portando bien?


 


—¡Sí! Ken–appa, ya no nos escondemos —dijo Jinwoo


 


—La señora Park dijo que están haciendo los papeleos de adopción, ¿eso quiere decir que ya podremos ir con usted? —preguntó Myungjun


 


—Falta muy poco para que estemos juntos —esta vez fue Ravi quien contestó.


 


—¡Ravi–appa! ¿Cuándo? ¿Mañana? ¡Dinos! ¡Dinos!


 


Los niños soltaban preguntas entre desesperados y emocionados, sus agudas vocecitas entusiastas hacían que sus corazones revolotearan.


 


En su pequeño mundo donde Jaehwan sentado sobre las piernas de Wonsik y su cabeza recostada sobre la de su menor, y este con su brazo alrededor de la cintura de su mayor contemplaba la pantalla del celular mientras escuchaba las voces de sus hijos e imaginaba el momento en que los tendría en sus brazos para siempre, todo era perfecto.


 


Cualquier sacrificio valía la pena por ese futuro que ambos visualizaban.


 


 


 


******


 


 


 


Condujo lo más calmado posible, quizás para alargar lo inevitable o porque temía chocar por culpa de los nervios. Chequeó una última vez la dirección en su celular y respiró profundamente. En su cabeza se reproducían las ultimas imágenes de sus amigos y de su amado, Hakyeon lucia claramente afectado por algo desconocido. Pensó que era a causa de la tristeza de Hyuk, aunque este estaba más calmado cuando lo vio, o posiblemente porque tuvo que rememorar todo para contárselo a sus otros amigos.


 


Hakyeon le había pedido quedarse a su lado, casi le había suplicado y estuvo a punto de hacerlo pero recordó que debía cerrar ese ciclo o podía ocurrir algo peor.


 


Sus ojos se posaron a un costado del camino, una camioneta gris estaba estacionada y recostado de ella esta Cha Dongmin. El hombre fumaba un cigarrillo y llevaba puesto unas gafas de sol, lucia casi igual a como lo recordaba.


 


Se detuvo frente a él, apretó el volante. El lugar estaba desolado, a su derecha había enormes galpones que parecían desiertos.


 


—Lo sabe... —recordó el rostro de Hakyeon, sus ojos suplicantes, el temblor en su voz—. Yeon–ah, lo sabes pero no puedes hacer nada... no puedes enfrentar a tu padre.


 


Leo bajó del auto y se acercó, a una distancia prudente con pasos pesados, al hombre que para él era un monstruo.


 


—Jung Taekwoon, pensé que no vendrías y huirías como un cobarde —habló con prepotencia aquel hombre.


 


—Siento decepcionarlo, señor Cha. Me volví un idiota valiente. Imagínese que rechacé a Hakyeon por venir a verlo.


 


Dongmin tiró en cigarrillo a la acera y lo pisó con su zapato de marca, hizo una mueca de desagrado.


 


—Sígueme —dijo sin más poniéndose en marcha en dirección a uno de los galpones.


 


Taekwoon tomó una respiración y lo siguió, el lugar era tétrico y aún más tétrico resultó el interior del galpón. Todo gris con solo dos sillas de madera en su interior. Parecía, dentro de lo que cabía, normal hasta que dos pares de enormes manos lo tomaron por detrás y propinaron golpes a su indefenso cuerpo.


 


Luego de la golpiza, lo arrastraron hasta una de las sillas y lo obligaron a sentarse en ella. Vio a aquel monstruo pasearse delante de él, de su chaleco sacó un revólver, sudó frío.


 


—Debí deshacerme de ti cuando pude —comenzó a destrabar los seguros de su arma ya cargada, estaba lista para usarse— pero eras un niño y pensé que te rendirías. Te has convertido en una molestia para mí, una muy grande.


 


—¿Por qué... no acepta lo que Hakyeon es? ¿Por qué hizo... hizo esa atrocidad con él?


 


—¿Atrocidad yo? ¡El único que cometió una atrocidad fuiste tú! Mi hijo era normal. Tenía una novia hermosa y un futuro brillante, y tú llegaste a confundirlo, a alborotar su cabeza con esas ideas sucias. A contaminarlo.


 


—Hakyeon me ama y yo a él, ¿qué hay de malo en eso? —sintió un fuerte golpe en su pómulo derecho seguido de un fuerte ardor, Dongmin lo había golpeado con el reverso de su revólver y creado un corte en su mejilla. Leo volteó a verlo, los ojos de ese hombre estaban inyectados de sangre e ira y su respiración era pesada casi errática—. ¿Tiene miedo?


 


—¿Miedo? ¿De ti? No me hagas reír. Eres solo una asquerosa sanguijuela frente a mí —dijo despectivo—. Esto puede arreglarse, Taekwoon. Deja a mi hijo, aléjate de él tanto como sea posible. No sé, lárgate a otro país. Hakyeon tiene una familia a a que debe cuidar, Eunyoung no puede estar sola en momentos como este y tú solo interfieres.


 


—Hakyeon terminó su relación con Eunyoung, él me eligió a mí. Nada de lo que diga o haga hará que Hakyeon y yo nos separemos —retó Taekwoon aun sabiendo que había un arma en las manos de Dongmin que podía separarlo de Hakyeon.


 


—Hay una razón muy fuerte, mucho más fuerte que yo o que esta arma que no permitirá que tú y Hakyeon estén juntos... y esa razón está creciendo en el vientre de Eunyoung en este momento —el hombre sonrió triunfante al ver el rostro confundido de Taekwoon—. Hakyeon será padre.


 


Leo dejó escapar una carcajada.


 


—De verdad que está loco como para inventarse algo así —dijo en medio de la risa que luego fue reemplazado por un alarido de dolor, el hombre le había disparado en la pierna.


 


Fue a diez centímetros de la rodilla, no atravesó el hueso pero sí estuvo cerca de hacerlo.


 


—Mis palabras son ciertas, no tendría por qué jugar con algo tan delicado.


 


—Y yo no puedo creer... en nada de lo que usted dice, está demente y fue capaz de... de arruinarle la vida a su hijo por causa de su jodida homofobia —espetó con rabia—. ¿Tanto le cuesta entender... que Hakyeon ama a un hombre? Él me pertenece... y yo a él... sus mentiras no nos separaran otra vez...


 


—Eres despreciable... tan repulsivo, Jung Taekwoon. Estas tan dispuesto a dejar a un niño sin padre por un capricho de tu carne, ¿no te bastó la lección del callejón que tu cuerpo aun desea corromperse aún más?


 


—Fue usted —Leo abrió sus ojos, desorbitados, confundidos, incrédulos—. Fue por su causa... viejo demente...


 


Sus ojos pasaron de ver a Dongmin a ver el cañón del revolver a pocos centímetros de su rostro, posado entre sus ojos.


 


—Ya no importa quien fue, lo que importa es que acabaré contigo aquí y ahora. Nunca más volverás a atormentar a mi hijo —el hombre declaró su sentencia colocando su dedo en el gatillo—. Di tus últimas palabras.


 


—Que Dios te perdone...


 


—¡Padre! —el tiempo se detuvo, sus acciones, sus respiraciones. Estaban sorprendidos por esa voz que interrumpió, esa voz que no debía estar allí—. ¡¿Qué crees que haces?! ¡Baja esa arma!


 


—Cha... Hakyeon... —vio a su moreno empapado en sudor con la respiración agitada.


 


Hakyeon se interpuso entre su padre y Taekwoon. Los hombres de su padre intentaron apartarlo pero este le indicó que no lo tocaran y los echó de allí.


 


—Hakyeon, vete tú también —le ordenó.


 


—No, padre. No voy a permitir que le sigas haciendo daño a Leo —retó.


 


—Este hombre —señaló a Leo aun sentado sin poder mover un músculo con la pierna sangrando por la bala— te ha arruinado la vida, debo acabar con él antes de que te condene.


 


—¡No! El único que me ha arruinado la vida eres tú —acusó el menor de los Cha—. Me golpeaste, me borraste la memoria, me alejaste de las personas que amo y quieres matar a Leo, al hombre que amo...


 


—¡Tú no puedes amar a esa cosa!


 


—¡Pero lo amo! —exclamó—. Lo amo con cada célula de mi cuerpo, con cada gota de mi sangre y cada uno de mis latidos, y si lo matas, me matarás a mí —sostuvo la muñeca de su padre con la que sujetaba el arma y apuntaba a Taekwoon, la direccionó a su pecho—. Si matas a Taekwoonnie, me matarás a mí porque nuestra conexión va más allá de lo físico, más allá de simples promesas.


 


—Estás hablando tonterías —forcejeó pero Hakyeon era más fuerte y mantuvo el revolver en su pecho.


 


—Estoy muy seguro de mis palabras, fue nuestra conexión lo que me indicó que algo estaba mal y la que me trajo aquí. Padre, ¿no puedes entender eso? Tú también lo tuviste con mamá, ¿no dijiste una vez que no podrías vivir sin ella? Me pasa lo mismo con Leo, por eso... no importa a quien apuntes tu arma, terminaras matándome a mí —declaró.


 


—Hakyeon... esto no vale la pena... Tú puedes arreglarte...


 


 


—No lo haré, por eso... mátame... Mátame, Cha Dongmin, y terminarás con todo esto. Estoy defectuoso, me hiciste defectuoso y no pudiste arreglarme. Es hora de que te redimas acabando conmigo.


 


—¡No! —el hombre pudo soltarse de su fuerte agarre, del excesivo peso de su revolver que ahora residía en las manos de su hijo. Taekwoon, a pesar de su pierna herida, pudo aferrarse a la cintura de Hakyeon—. ¡Suéltalo, escoria!


 


—¡No, Cha Hakyeon! Tu no puedes tomar tu vida. ¡No puedes hacer eso! Dices que morirás sin mi ¿Y yo qué? ¿No has pensado que también moriría sin ti? ¿No has pensado en el calvario que me harás pasar? No voy a permitir que te vayas de mi lado, ¿me oíste? —su rostro estaba empapado en lágrimas, gritaba con desesperación como si Hakyeon no pudiera escucharlo mientras se aferraba a él.


 


—Todo esto es tu causa —dijo el hombre evocando un viejo recuerdo, algo tan lejano que aún seguía persiguiéndolo—. Todos los que son como tú solo traen desgracias...


 


—Eso me incluye a mí... yo también soy como él —elevó el arma cargada—. Al final, yo nunca debía haber nacido... solo fui una gran decepción para ti...


 


—¡No, Hakyeon! ¡Basta! —gritaba Leo.


 


Hakyeon colocó el revolver contra su sien, estaba asustado, aterrado, pero también estaba cansado. Ya no podía seguir avanzando así.


 


—Pero también me decepcionaste a mí...


 


Todo pasó en cámara lenta, un fuerte golpe reventó y Cha Dongmin cayó al piso. Su cuerpo se retorcía como un gusano en el suelo y sus manos sostenían su pecho comprimido. Vio el rostro de su hijo sorprendido, igual el de Leo.


 


El dolor aumentaba con cada segundo.


 


En ese momento recordó a su hermano mayor, tan parecido a Hakyeon en todos los aspectos. Era su héroe. Su hermano que era el orgullo de su familia pasó a ser su decepción, recibió rechazo de todos incluidos sus padres. Se había enamorado de otro hombre. En ese momento, con doce años, no lograba entenderlo del todo hasta que vio la actitud de todo los que lo rodeaban y supo que era malo. Que su hermano había cometido un crimen atroz pero, aun así, lo quería.


 


Una tarde como cualquier otra, terminó su día de clases y contempló la escena que lo marcaría de por vida. Un grupo de quizás cinco personas golpeaba a su hermano, alejado de ellos estaba el hombre de quien su hermano se enamoró viendo todo mientras fumaba un cigarrillo. No supo cuánto duró solo que el momento se le hizo eterno, su hermano acabó reventado por tantos golpes mientras él suplicaba que ya no siguieran, pero nadie escuchaba. Uno de sus golpeadores tomó un bate y propinó tres golpes en la cabeza de su hermano y se marchó.


 


Solo quedó él con el pantalón mojado, un charco de vomito a un lado y el cuerpo sin vida de su hermano. Su masa encefálica estaba dispersa en pequeños pedazos por toda la calle. Entendió el precio de aquel crimen que su hermano cometió y no quería eso para Hakyeon.


 


Ahora veía todo desde otra perspectiva, ahora entendía aquel cuento que su hermano le relató antes de dormir el día antes de que todo el mundo se enterara de su orientación sexual.


 


«Había una vez un príncipe enamorado que luchaba con ímpetu por su amor, aunque este era prohibido ante el mundo entero pero él no se rindió. Había un monstruo en esta historia, un monstruo que hacía que todos odiaran al príncipe. Ese monstruo se encargó de destruirlo todo...»


 


Vio el rostro de su hijo, lloraba con desesperación, gritaba cosas inentendibles y le pareció tan extraño. Él era el monstruo, él había acabado con su vida y aun así lloraba por él.


 


Hakyeon era un ángel y no pudo ver eso. Su ángel que lloraba por el monstruo que se retorcía en el suelo como la vil alimaña que era producto de un infarto. 

Notas finales:

¿Alguien esperaba algo así? Dije que el viejo iba a sufrir y esta es solo una parte de lo que le viene, el infarto no lo ha matado aún.


Yeonnie estuvo a punto de tomar su vida para acabar con todo eso, mi pobre bebé </3


¿Binnie podrá volver a enfrentar a Hyuk?


¿El Raken pronto tendrá a sus hijos?


¡Y los otros bebés de Omma volvieron!


Nota: Disculpen cualquier horror ortográfico.


Comenten y denme amor para seguir escribiendo. Nos leemos pronto~


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