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El susurro del viento sobre el mar por Nicoletta21

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Notas del fanfic:

Este es mi primer fanfic, así que espero que lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo escribiéndolo y por supuesto estoy abierta a opiniones y críticas (siempre constructivas).

Debo añadir que esta pareja me encanta, me dio pena que no tuvieran mayor protagonismo en la serie, así que se me ocurrió realizar este pequeño fanfic. La historia transcurre en un universo paralelo a la historia original de Sailor moon, siendo protagonistas los personajes de Haruka y Michiru, las cuales pertenecen a la obra de Sailor moon, cuya autora es la gran Naoko Takeuchi.

-¿Michiru?

La muchacha de cabellos aguamarina se encontraba mirando por la ventana, parecía tener la mirada perdida, pero en realidad se encontraba observando muy atentamente la cancha de la escuela, donde los club de diversas disciplinas comenzaban a entrenarse en aquellos momentos. El club de fútbol se encontraba reunido para discutir la nueva estrategia de campo de cara al próximo torneo, mientras que en el club de béisbol los muchachos desfilaban por turnos para batear la bola que les lanzaba su capitán, incluso desde el edificio principal se podía escuchar el eco que producían los jugadores al golpear la pelota. Y luego estaba el club de atletismo, donde los corredores se ponían en posición antes de que el entrenador diera la señal. Después de que el entrenador tocase el silbato, los corredores salieron disparados como si se tratasen de balas, al principio había poca diferencia entre ellos, todos iban casi al mismo ritmo, no fue hasta más tarde cuando uno de ellos apresuró el paso, logrando escapar de aquel pelotón, para pisar así victorioso la meta. Los halagos se hicieron casi al mismo instante en que el muchacho pisó la línea de meta, hubieron palabras de ánimo y aliento para los demás por parte de su instructor, entonces los chicos dejaron paso a sus compañeras, las cuales se preparaban para comenzar a correr.

-¡Michiru!

La aludida volteó el rostro para mirar a su compañera, después de que ésta le hubiera tocado el hombro para llamar su atención, obligándola a despertar así de su pequeña ensoñación.

-Perdona, ¿qué decías? -Sonrió a modo de disculpa por no haber estado prestando atención a su amiga, pero cuando la chica de cabellos ondulados se perdía en sus pensamientos, se olvidaba de todo lo que la rodeaba.

-Cielos, otra vez estabas en las nubes. -Se quejó la contraria en voz alta.

Se podría decir que Erika era la única amiga que tenía en el instituto, las demás chicas se sentían demasiado intimidadas por Michiru o simplemente la detestaban por su popularidad con los chicos, pero aquel no era el caso de Erika, desde el principio ella no había sentido ningún temor de la más alta, más bien había sido la única en tratarla como una chica más.

-Esto no es propio de ti ¿Te sucede algo? -Preguntó la muchacha de cabellos castaños, dejando entrever la preocupación en su tono de voz.

-No es nada. -Respondió con una suave sonrisa dibujada sobre sus labios, intentando así apaciguar las sospechas de su amiga, que ciertamente no iban mal encaminadas.- Estaba pensando en el recital, tan sólo queda una semana.

-¡No me puedo creer que Michiru Kaiou, la violinista japonesa más joven que existe, esté preocupada por un simple recital! -Exclamó, haciendo enfásis en el nombre de la susodicha, claramente todo aquello formaba parte de una pequeña broma privada entre ellas, la cual pretendía hacer reír a la chica de ojos azulados, lo cual consiguió con éxito.- ¿De verdad que es sólo eso?

-Claro, ¿qué otra cosa podría ser? -Dijo con un tono despreocupado, aún sonriente, restándole importancia a aquel tema.

-No lo sé, últimamente estás ausente la mayor parte del tiempo, como si estuvieras metida en tus pensamientos y además, tienes un brillo extraño en los ojos.

-¿Un brillo?

-Sí, como el brillo que tienen las chicas cuando están enamoradas, ya sabes.

Tras aquel comentario Michiru simplemente se echó a reír por su ocurrencia, desde luego Erika era única, tenía que reconocerlo, debía haberlo pensado mucho para haber llegado a aquella conclusión.

-Me parece que has leído demasiadas novelas románticas.

-Voy a dejar correr que hayas insinuado que soy una fanática de las novelas románticas porque te has reído, pero que conste que no he leído demasiadas.

-Eres una fanática. -Enfatizó, como si aquello fuera la mayor obviedad del mundo.

-Lo que usted diga, señorita prodigio. -Se encogió de hombros, restándole importancia y simuló un bostezo, como si aquella conversación le resultase tediosa, por lo que tomó su bolso, dispuesta a salir del aula de música.- No ensayes demasiado ¡Nos vemos mañana!

-Sí, ve con cuidado. ¡Hasta mañana! -Se despidió la joven violinista de su amiga con una dulce sonrisa en sus labios hasta que la más baja se marchó.

Desde luego aquella muchacha se hacía querer, siempre conseguía sacarle una sonrisa sincera, incluso cuando menos deseos tenía de hacerlo. Con ella no servía de nada las sonrisas fingidas, porque al final ella misma se encargaba de hacerla sonreír de verdad, incluso de hacerla reír y sospechaba que lo hacía consecuentemente. Erika parecía entender más de la propia Michiru de lo que aparentaba, era capaz de ver más allá de lo que los demás podían ver a simple vista. A veces le daba miedo lo bien que parecía conocerla, por eso le apenaba tener que ocultarle la verdad a su amiga, pero no podía evitarlo, al menos por ahora. Quizás algún día podría compartir con ella su secreto.

De nuevo la joven de ojos índigos volvió a dirigir la vista al campo del instituto, donde las chicas del club de atletismo ya habían acabado la carrera y se encontraban descansando en los banquillos. Entre todas ellas, destacaba una figura esbelta y alta que se encontraba rodeada de admiradoras, la muchacha de cortos cabellos rubios, Haruka Tenou, era imposible no reparar en ella. Ella poseía una belleza sobrehumana, era inteligente y carismática, siempre llevaba un sequito detrás suya, siendo especialmente popular entre las feminas. Además, Haruka era la estrella del equipo de atletismo y también la chica que había robado el corazón de Michiru Kaiou.

Sin decir una palabra, la bella dama tomó su violín y se lo colocó sobre el hombro, inclinando ligeramente el rostro para apoyarlo con delicadeza sobre su querido instrumento y así con arco en mano, tocó una hermosa melodía que estaba impregnada de los sentimientos que guardaba en su corazón. Por alguna razón, en los últimos meses todas las piezas que interpretaba Michiru Kaiou estaban bañadas de una dulce melancolía, pero nadie se había percatado de aquel hecho, la más cercana había sido Erika.

Cada tarde se quedaba a ensayar para el recital, o al menos aquella era la excusa que había usado con su profesor de música y su mejor amiga, cuando en realidad lo que hacía era expresar sus sentimientos, liberándolos a través de la música, esperando que la joven que la hacía suspirar recibiera aquella confesión en forma de notas musicales y entonces, se percatara de su existencia. Sabía que aquella idea era absurda, aquel mensaje no le llegaría nunca a Haruka, pero aún así, tocaba apasionadamente, viviendo en su interior cada una de las notas que procedían de su stradivarius, deseando de corazón que alcanzase a la muchacha de cabellos dorados.

Notas finales:

¡Espero que os haya gustado!


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