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~ El Contrato ~ por Mirnest2

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Notas del fanfic:

No pensé que iba a alcanzar a escribir algo pero, quise participar nuevamente este año en el aniversario del 2Min :) Este fic vendría a ser el primiro de La Herencia, así que espero les guste ^_^

-CAPÍTULO I: Conflicto en Verona

 

En la hermosa Verona, dos familias de igual nobleza, arrastradas por antiguos odios, se entregan a nuevas turbulencias, en la que sangre patricia mancha las patricias manos. De la raza fatal de estos dos enemigos vino al mundo, con hado funesto, una pareja amante, cuya infeliz, lastimosa ruina llevará también a la tumba las disensiones de sus parientes…’

Romeo & Julieta – Prólogo

 

No estaba seguro de que aquella sería una buena idea. Una fiesta, a mitad de semana y con un examen en un par de días más, no sonaba como algo a lo que él estuviese habituado a hacer normalmente. Y, ¡Dios lo libre si su padre se enteraba! Pero ya estaba ahí, KiBum le había insistido lo suficiente como para hastiarlo y terminar convenciéndolo, no de muy buenas ganas, de por qué tenía que ir a la fiesta semestral en la casa de la fraternidad más popular del campus, ¿Siquiera existían fraternidades en Corea? Ahora podía comprobar que sí. Qué mala suerte.

Debía estar en su cuarto, leyendo el resumen de Derecho político y no en medio de la acera, mirando a un montón de gente conversando en el jardín y otros tanto vomitando en los arbustos.

‘No te atrevas a fallarme, si no vas, te juro Lee TaeMin, que no seré más tu amigo’ le había dicho KiBum esa misma tarde cuando lo encontró en su escondite en la biblioteca y le amenazó con su amistad de años, si es que no iba a esa fiesta. La triste verdad era que, KiBum era su único amigo en toda la vida y no quería perderlo.

 

-          Respira… - se dijo a sí mismo, dando un paso hacia la casa cuando un tipo en una patineta chocó contra él y le gritó ‘Discúlpame’ cuando pasó a su lado, casi botándolo al suelo – Genial, sí, genial…

 

Caminó por la entrada empedrada, la música sonaba fuerte al igual que gritos, risas y alboroto. Luces destellantes salían por las ventanas y el alcohol, más el olor a otras sustancias, seguía confirmándole que no era buena idea estar ahí y que era mejor que regresase a los departamentos de estudiantes-no-populares.

 

-          Disculpa – le susurró a un grupo de personas que conversaban justo, por donde se suponía debía entrar – Eh, ¿Hola? Quisiera pasar…

 

Pero nada.

 

-          ¡Hey, ¿Chicos?! – se atrevió a decir alzando la voz y tocando a un musculoso hombre a torso desnudo, quien se volteó y le miró hacia abajo con desdén – Quisiera entrar, ¿Podrían, quitarse de en medio? No es buena idea que conversen justo donde está la salida, en caso de emergen…

 

-          ¿Qué quieres? No molestes y ándate de aquí, ¿Acaso no ves que este lugar, no es para gente como tú?

 

-          CofCofPerdedorCofCof – tosió otro haciendo reír al resto.

 

-          Fui invitado a esta fiesta – dijo TaeMin en su defensa.

 

-          ¿Ah sí? ¿Y quién te invitó? ¿Tú abuelita?

 

El mismo musculoso a quien le había hablado, tomó el borde de su suéter y lo empujó hacia atrás, dándole a entender que ni siquiera su apariencia, se ajustaba a las ‘normas’ de esta fiesta. Sabía que no debía de haber ido, no encajaba para nada con el perfil de gente que eran aceptadas en las fraternidades o en esas fiestas populares. Esto no tenía nada qué ver con la amenaza de KiBum, esto, era sobre cómo había gente que era tan estúpida como para discriminar a los demás solo por vestir o actuar diferente al resto.

 

-          ¿Por qué sigues aquí? ¡Piérdete imbécil! – le gritó el tipo, ésta vez y, por más que quisiese insistir, TaeMin sabía que tan solo con mirar a su alrededor, él no encajaba ahí - ¡ÁNDATE!

 

Aquel grito le hizo saltar, trayéndolo de regreso a su humillación pública, en donde todo el grupo lo miraba con desagrado y risas poco disimuladas, sin nombrar a otro tanto de gente que le miraban de reojo. Alboroto comenzó a sentirse dentro de la casa, voces que gritaban mientras las personas entraban con entusiasmo a ver lo que fuera que sucediese dentro.

Que lo expulsasen de una fiesta a la que ni siquiera tenía ganas de ir, no fue lo que más le molestó a TaeMin sino tener que estar ahí, sin KiBum y verse humillado cuando fácilmente, pudo haberse ahorrado aquello si no hubiera flaqueado ante las insistencias de su amigo, fue lo que le colmó la paciencia.

‘¿De verdad pensabas que ibas a poder ser parte de nosotros?’ odiaba pensar en eso ahora. Odiaba cómo siempre y cada vez que alguien le restregaba en la cara su forma de ser, actuar o vestir, traían a colación cosas que habían pasado hace demasiado tiempo atrás.

Ya era hora de volver al dormitorio. A su realidad.

Se dirigió a la acera, con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, cuando su teléfono celular vibró. Lo sacó y notó que tenía un mensaje.

 

 

De: KiBumKimBum

Para: LeeTaMinLee

>> ¡¿Dónde estás?! ¡Llevo esperándote por siglos! ¡Te estás perdiendo el baile de los seniors! ¡EN ROPA INTERIOR! OMFG! :$ ¡Apúrate! <<

 

De: LeeTaeMinLee

Para: KiBumKimBum

>> Surgió algo de último momento, no podré ir :( Lo siento! <<

 

De: KiBumKimBum

Para: LeeTaMinLee

>> ¡NO TE ATREVAS TAEMIN! ¡Dijiste que vendrías! ¡Nuestra amistad está en juego, ¿Recuerdas?! >.< Juro que iré a buscarte de las orejas, ¡TIENES-QUE-ESTAR-ACÁ! <<

 

El castaño quiso escribir una respuesta, pero sabía que eso no cambiaría el hecho de que KiBum seguiría insistiendo mientras él, solo quería irse de ahí. Guardó el teléfono y emprendió camino, lejos de ahí.

Su celular siguió vibrando y él simplemente vio los mensajes que se acumulaban más las llamadas perdidas. Al cabo de unos minutos, al llegar al edificio C en donde tenía su dormitorio, se dirigió en el silencio de la noche de día miércoles rumbo a su habitación. ¿Qué estaba pensando con ir a una fiesta en medio de días de clase? ¡Patético! Lee TaeMin queriendo jugar a ser un universitario ‘rebelde’ cuando en el fondo, sabía que él estaba muy por lo lejos de ser de esa manera.

Al entrar en su cuarto, fue hasta el clóset en donde tenía un espejo de cuerpo completo pegado en la parte interior de una de las puertas y se miró. La imagen que el espejo le devolvía, era con lo que había estado luchando toda su vida; alto, delgado, cuerpo sin ninguna forma que pudiese llamarse atractiva, excepto a los ojos de las chicas que siempre le decían lo lindo que era. Siendo esas chicas sus primas o amigas de su madre, todas viejas cincuentonas.

Si pensaba en qué tan masculino era, KiBum tampoco estaba tan cercano a aquello. Su amigo no era un prospecto de macho alfa y él tampoco, pero había algo que KiBum tenía y él no: actitud.

‘¿Y quién te invitó? ¿Tú abuelita?’ la voz de aquel tipo coincidía exactamente con lo que veía y no le culpaba. Él nunca había sido de los chicos que gustaban llamar la atención sino al contrario, le agradaba pasar desapercibido y que nadie notase que él estaba ahí. Entre más invisible, mejor. TaeMin observó su ropa: zapatillas deportivas, pantalón de tela, camisa de diseñador y un suéter de cuello en V. Necesitaba un corte de cabello pero, aparte de eso… Luego pensó en la forma en que su amigo se vestía; pantalones apretados, de cuero, rasgados, poleras y camisas de varios colores, chaquetas a la moda y un corte de cabello que resaltaba los rasgos de su cara y sus ojos.

Quizás, si cambiaba la forma en que se vestía.

 

-          No TaeMin, tú estás bien así, no tienes que cambiar la forma en la que eres solo para encajar… - se dijo tratando de darse ánimos – Recuerda; solo tienes que estar aquí cuatro años más y no los volverás a ver...

 

Una triste sonrisa se dibujó en su cara cuando concluyó que definitivamente debía dejar que KiBum tratase de manejar su vida de formas en la que no se sentía cómodo. Él no era un chico popular. No le gustaban las fiestas, sino que ir a la biblioteca o la cafetería de la facultad a leer un buen libro. Prefería estar en su cuarto que gastar dinero en alcohol o drogas. No tenía cientos de amigos como KiBum, sino los justos y necesarios y con eso, tenía más que suficiente.

Alejó aquellos pensamientos de su mente y se dispuso a ir a la cama, mañana tenía clases a primera hora y debía dormir. Mañana iba a ser otro día, uno mejor.

 

-          Solo cuatro años más, solo cuatro… - se repitió cuando se metió bajo las sábanas de la cama y se acurrucó, esperando a que el sueño fuera a por él – Buenas noches TaeMin…

 

 

Había tenido éxito en la mañana al salir a clases. Como siempre, se levantó con mucho tiempo de sobra que le permitió darse una ducha calmadamente, vestirse, limpiar su cuarto e ir hacia los comedores en donde, para variar, fue uno de los pocos alumnos que desayunaba antes de ir a clases. Cuando hubo terminado, alcanzó a ir a la biblioteca a devolver un libro, a los baños a lavarse los dientes y luego al salón en donde siempre, usaba uno de los puestos de adelante. Siendo, otra vez, el primero en estar ahí.

Las cuatro horas de clases repartidas en dos asignaturas diferente pasaron rápido, eso siempre solía ocurrir cuando estaba con ánimos de aprender, lo que era muy habitual. Lo bueno de que KiBum fuese un año mayor que él y estudiase otra carrera, era que no tenía que verlo sino hasta cuando se juntaban a almorzar y para eso todavía restaba una hora. Así pues, el ‘me debes una explicación por dejarme plantado’ por parte de su amigo, todavía estaba a sesenta minutos de suceder.

TaeMin tomó su mochila cuando el profesor se despidió, guardado su cuaderno y libros dentro de ésta; ir a los jardines a comenzar a repasar la materia impartida en esa clase, parecía ser una buena idea mientras esperaba a que KiBum saliese de sus clases. Solo que, sentir una mano en su hombro, no era algo que estaba esperando.

El castaño se volteó y frente a él lo vio. Sí, sabía quién era porque estaba en su misma clase. Sí, eran compañeros de carrera y en más de una ocasión, TaeMin pensó que le miraba. Sí, sabía cómo se llamaba. Y no, hasta ese momento, nunca había tenido algún tipo de acercamiento que no fuese un saludo escueto cuando se encontraban en los pasillos o en alguna parte de la universidad y siempre era, esta otra persona, quien le saludaba.

-          Hola TaeMin – le saludó con una radiante sonrisa que en más de una ocasión le vio regalar a alguien más.

 

-          Ho-ho-hola…

 

-          Soy JongIn, Kim JongIn… somos compañeros de clase

 

-          Sí, sí, lo sé… - ‘Esto es muy incómodo, cálmate TaeMin, cálmate. Solo estás hablando con un compañero de clases, con una persona que no es KiBum y que definitivamente es muy guapo, ¿Por qué hay personas mirándonos?’ pensó el castaño cuando notó la mirada de algunas chicas sobre ellos. Sin pensarlo mucho, se acomodó sus cosas dispuesto a irse – L-lo, lo siento, debo irme…

 

‘¿Qué haces, idiota? ¡No seas mal educado!’ TaeMin odiaba cuando la voz de su inconsciencia le hablaba cada vez que se estaba equivocando pero, tenía que irse, ¿Cierto? Tenía que leer y, y, y a la mierda, no tenía nada por hacer hasta una hora más.

 

-          ¡Hey, espera! ¡Oye, TaeMin! – le gritó JongIn siguiéndole los pasos - ¡TaeMin, espera!

 

-          ¡Sht! – le reclamó volteándose de pronto, viéndose en medio del corredor – No tienes que gritar, la gente nos podría ver y, y…

 

-          ¿Y qué tiene que nos vea? Solo estamos conversando

 

-          Es que tú, tú… tú no hablas con gente como yo, de hecho, es primera vez que lo haces y yo, yo no tengo idea de por qué estás hablándome y me hace sentir muy incómodo porque hay gente que nos está mirando, porque tú eres popular y yo no lo soy y no quiero que tus amigos populares te odien por mi culpa así que, por favor, no me hables más, ¿Sí?

 

-          Vaya… - exclamó el más alto - ¿Es una clase de discurso memorizado?

 

-          ¿Eh…?

 

-          Ese de que yo soy popular y que no puedo hablar contigo y bla, bla, bla… - rio restándole importancia.

 

TaeMin lo miró. El rostro de este otro chico, parecía no comprarse lo que le había dicho recién. ¡Por el amor de Dios, era Kim JongIn! Uno de los mejores de su clase, después de él obviamente, representante de la clase, su familia era una de las que más dinero donaban para la universidad, era deportista destacado y miembro de la fraternidad más popular del campus.

Era definitivamente el tipo de persona que no le hablaban, o miraban, o sabían que él existía.

Pero, al parecer, era diferente. TaeMin se tomó un breve instante para mirarlo ahora que lo tenía tan cerca como nunca antes; era alto, quizás diez centímetros más que él, de cuerpo atlético, hombros anchos, piel color canela, ojos oscuros y cabello castaño. No tenía nada tan espectacular hasta que ¡Sí, su sonrisa! La sonrisa de JongIn era su mejor arma y él lo sabía, así que la usaba con mucha frecuencia y con bastante éxito.

 

-          Y, ¿No seguirás huyendo? – le dijo, mostrando dos hermosos hoyuelos – porque podría perseguirte todo lo que quieras…

 

TaeMin rió incómodo. ‘No te sonrojes, no te sonrojes’

 

-          Escucha, sé que no hemos hablado mucho

 

-          Nunca – intervino el castaño, notando que JongIn le miraba confundido – De hecho, no hemos hablado nunca… hasta ahora

 

-          Claro… pero no importa ¿Cierto? – añadió con otra de sus sonrisas asesinas – La cosa es que, aunque no hemos hablado nunca, sé que eres el mejor de la clase y verás, el profesor Kang tiene este problema en que no logro entender nada de lo que dice…

 

-          El profesor Kang explica muy bien, yo siempre le entiendo todo, quizás es problema eres tú

 

-          Y es por eso, que quería pedirte ayuda…

 

‘Y es por eso, que quería pedirte ayuda’

‘… que quería pedirte ayuda’

‘…quería pedirte ayuda’

‘…pedirte ayuda’

‘…ayuda’

 

-          ¿Y bien…?

 

-          ¿Eh?

Algo pasó en ese lapsus en que JongIn al parecer le estaba pidiendo ayuda con una de las asignaturas más fáciles de la carrera y en la que extrañamente, tenía problemas, hasta cuando TaeMin reaccionó y lo miró expectante por una respuesta.

 

-          ¿Disculpa? – preguntó confundido - ¿Cómo dices?

 

-          Quería saber, si podrías ayudarme a estudiar; el examen es pronto y, no entiendo nada, las clases se me hacen en chino mandarín y de verdad, no quiero bajar mi rendimiento y solo tú puedes ayudarme – dijo JongIn – Sé que te quitaré de tu tiempo, y es por eso que planeaba pagarte, no iba a ser gratis de todos modos, o si gustas, yo podría ayudarte con alguna asignatura en la que tengas problemas…

 

-          No tengo problemas con ninguna… - soltó sin pensar en lo que decía, ‘¡Tan soberbio TaeMin!’

 

-          Lo sé – sonrió el moreno rascando su cuello con nerviosismo – Y es por eso, que tú eres perfecto para ayudarme…

 

-          ¿Yo?

 

-          Sí, tú, Lee TaeMin, eres el único que puede ayudarme a estudiar y pasar el examen

 

Esto debía de ser una broma, ¿Dónde estaban las cámaras que grabarían su humillación? ¿Dónde estaba el grupo de idiotas cabezas de músculo deportivos que saldrían de su escondite para reírse de él y dejarlo en vergüenza? Pero no había nadie, ya todo el mundo se había ido a sus clases o a almorzar y eran pocas las personas que seguían caminando por el pasillo.

JongIn lucía serio.

 

-          ¿Es… una broma? – preguntó tímido.

 

-          Uhm, nop, no es una broma… no puedo bajar mi rendimiento y, tú eres el mejor así que en verdad espero puedas decir que sí

 

-          Y-yo, yo… - titubeó – lo siento, pero no puedo

 

-          ¿Por qué no? ¡Es un trato justo, tú me harás clases y yo te pagaré!

 

-          No es por el dinero, lo siento, no puedo hacerte clases…

 

TaeMin emprendió camino, sintiendo a JongIn tras él, pidiéndole explicaciones que no quería dar, ¿Cómo iba a explicarle que no confiaba en nadie? ¿Qué podía decirle para que, el chico entendiese que cada vez que quiso confiar en alguien, esta persona siempre le defraudaba? JongIn no era tan mal alumno, de seguro habría alguien más que iba a estar dispuesto a ayudarle. Además, él enseñándole a JongIn, no era algo que pudiese entenderse como ‘lógico’ a los ojos de los amigos del chico y en donde él, fuese visto de buena manera.

Era mejor así.

Cruzó las puertas del corredor, JongIn ya había cesado con su insistencia, para salir a los jardines. Alumnos caminaban de un lado a otro y él, para ser honestos, ya no sentía ánimos de almorzar, por lo que ir a su dormitorio a estudiar era lo que haría.

Caminó sin permitir que la culpa lo abordase cuando una mano en torno a su brazo lo sobresaltó. Sin mayores cuidados lo voltearon y frente a él, estaba la persona de la que pretendía esconderse.

-          ¡¿Sabes cuántos mensajes te mandé?! ¡¿Tienes idea de cuántas veces te llamé?! ¡No puedo creer que no me respondieras! ¡Estoy, verdaderamente enojado contigo TaeMin! ¡Enojadísimo!

 

-          Ki-KiBum…

 

-          ¡No pongas esa cara! – le reclamó el rubio, mirándolo con evidente enfado - ¡Te esperé por horas! ¡Lo mínimo que pudiste hacer fue darme una explicación mejor que ‘Algo surgió, no podré ir’!

 

-          Y-yo, yo…

 

-          ¡Tú, nada! – gritó nuevamente - ¡Dijiste que irías! ¡¿Sabes lo peor de todo?! ¡Lo peor es que sé que fuiste porque te vieron ahí!

 

-          ¿Eh…? N-no, no sé…

 

-          ¡No lo niegues!

 

-          ¿Podrías no gritar? La gente nos está mirando – pidió TaeMin en un susurro mientras miraba a su alrededor a algunos estudiantes que los miraban con extrañeza mientras otros se reían y seguía su camino.

 

-          ¡No me importa que nos miren! ¡Merezco desahogar mi rabia!

 

El castaño bajó la mirada con culpa, entreteniéndose con una hoja bajo sus zapatillas.

 

-          ¿Sabes lo que me dijeron hoy en la mañana? – preguntó el rubio ante el gesto de negación que hizo TaeMin con la cabeza – Hoy salí a clases y en el camino, me topé a JongIn…

 

-          ¿Jo-JongIn?

 

-          Sí, Kim JongIn, tu compañero de clases y me preguntó por qué te habías ido de la fiesta, ¡Siendo que yo no tenía idea que habías ido porque según tú, estabas ocupadísimo! ¡Me mentiste TaeMin, me mentiste! ¡Merezco me respondas ¿Qué fue lo que pasó?!

 

-          ¡Nada, no pasó nada! Simplemente, cambié de parecer…

 

-          ¿Cambiaste de parecer? ¿Crees que me conformaré con eso?

 

TaeMin suspiró derrotado.

-          Sí, fui a la fiesta pero, vi todo el caos y la verdad, no me sentí cómodo así que me fui de ahí – explicó tratando de sonar convincente – Además, ir a una fiesta en medio de la semana… hoy tenía que levantarme temprano y si hubiera ido a esa fiesta, de seguro me habría quedado dormido y odio perder clases…

 

KiBum lo miró. Estaba cruzado de brazos, luciendo tan fashion como siempre, con su mirada clavándole como si tuviese ‘rayos x’ para comprobar si es que le estaba mintiendo o no. Sus ojos inquisitivos estaban incomodándole; no le había mentido, si le preguntaban a TaeMin, pero tampoco le estaba diciendo todo.

 

-          Hay algo que no me estás diciendo…

 

‘Mierda, se dio cuenta’ se dijo TaeMin. De pronto, la mirada de KiBum se suavizó, al parecer, no estaba enojado sino más bien, usando otra técnica para escuchar de su boca algo que le dejase conforme como explicación además de lo que le había dicho y que obviamente, no le creyó.

-          ¿Alguien… te hizo algo? – preguntó tomándolo por sorpresa – sabes que puedes decirme cualquier cosa que te pase, lo sabes ¿Verdad?

 

-          Lo sé – sonrió TaeMin – y no pasó nada, fue tal como te conté

 

-          Si fue así, entonces ¿Por qué te fuiste de la fiesta? ¿Por qué no me llamaste? Habría ido a buscarte, te esperé TaeMin…

 

-          Yo… - suspiró – yo, simplemente, no encajo ahí KiBum. Yo, no encajo en ese tipo de fiestas a la que gente como tú va…

 

-          ¿Gente como yo?

 

-          Ya sabes; gente linda, gente que cae bien a los demás, gente… popular. Yo no soy así y, honestamente, está bien conmigo, yo estoy conforme con lo que soy…

 

Maldita sea. Odiaba tocar ‘este’ tema. Odiaba la forma en que KiBum lo estaba mirando ahora; como si fuera un niño y él su padre. Odiaba que su amigo empezase a mostrar atisbos de compasión por él y su modo de vivir su juventud y que, no era la forma en que la mayoría lo hacía. Cada vez que eso pasaba, TaeMin se cuestionaba qué era lo que el mundo quería con él; primero en la escuela secundaria, luego sus padres, sus primos y ahora su único, y mejor amigo.

Era incómodo.

El rubio se le acercó, poniendo sus manos en sus hombros y luego a su cara, sosteniéndole por las mejillas. Ya no lucía molesto, lo que era bastante bueno.

 

-          Lee TaeMin, te conozco desde los nueve años… – comenzó a decirle - … eso vendrían siendo once años hasta ahora y, a pesar de que tuve que irme a Japón, jamás me perdonaré el haber estado lejos de ti…

 

-          ¿Por qué dices eso ta-tan de repente?

 

-          Porque sé que en esos cuatro años, algo pasó contigo… - añadió – Ese tiempo en que viví fuera del país y luego volví, tú ya no eras el mismo… nunca fuiste el mismo y yo, deseo saber qué ocurrió

 

-          Ya te he dicho que nada…

TaeMin se apartó, sonriendo para restarle importancia a las palabras de su amigo. La verdad era esta: cuando tenía trece años y KiBum uno más que él, los padres de éste tuvieron que mudarse a Japón por temas de trabajo. El castaño estaba a punto de entrar a la secundaria, la etapa que todo adolescente ansía vivir, solo que, en la ausencia de su amigo, nada fue como TaeMin hubo planeado.

Se conocieron después de que TaeMin cumplió nueve años y desde ese entonces, se volvieron inseparables en todo. Eran los mejores amigos, compañeros y confidentes. Juntos descubrieron que estar en las gradas del gimnasio viendo al equipo de baloncesto, era más divertido que jugarlo y que, jugar a ser modelos de pasarela era más divertido que querer ser doctores o ejecutivos.

Cuando KiBum tuvo que irse, las cosas cambiaron para su amigo. TaeMin creía que estaba listo para enfrentar la secundaria sin su aliado pero, las cosas fueron totalmente opuestas a lo que pensaba. Sin KiBum, todo se vino abajo. Cada vez que el rubio le mandaba mensajes o hacían videoconferencias, TaeMin tenía que fingir que todo estaba bien, que todo seguía normal y que su, triste realidad sin él, no era nada más que un cruel sueño.

 

-          Sabes que puedes confiar en mí – le reiteró – Si alguien en esa fiesta te dijo o hizo algo…

 

-          No pasó nada, ya te lo dije…

 

KiBum lo soltó y sonrió. TaeMin supo que no le creía.

 

-          Y bueno… - dijo el rubio cambiando de tema para espantar la tensión que se instalaba entre ellos – vi a Kim JongIn hablando contigo… - canturreó con una sonrisa.

 

-          ¿Eh…?

 

-          ¡Te vi TaeMin, no puedes negarlo! Ahora, ¿Me dirás por qué uno de los chicos más guapos de tu clase te estaba persiguiendo por el pasillo?

 

-          ¿T-tú, vi-viste todo?

 

-          ¿Qué, acaso hubo más?

 

-          ¡NO! ¡No, nada, ¿Cómo crees?!

 

-          Pues bien, cuéntamelo toooooodo… - KiBum lo arrastró de un brazo como si nada hubiera pasado antes, llevándoselo a una banca en donde se sentaron y dejaron sus cosas – Te estoy escuchando ¿O prefieres que te llene de preguntas?

 

-          No fue nada, él… él simplemente quería saber si le podía hacer clases…

 

-          ¿Tú, hacerle clases a él?

 

-          ¡Hey, no soy tan estúpido!

 

-          ¡No he dicho eso! – rio el rubio en su defensa – Pero, es raro ¿No crees? JongIn es uno de los mejores alumnos, incluso yo que no estudio lo mismo que ustedes lo sé, así que, ¿Por qué querría que tú lo ayudases?

 

-          Él dijo porque yo era el mejor…

 

-          Uhm, ya, ¿Y qué le dijiste? ¿Vas a ayudarlo?

 

-          No puedo, no tengo tiempo, tengo que estudiar… - respondió TaeMin, observó a su amigo y notó cómo lo miraba con una estúpida y sugestiva sonrisa en la cara - ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

 

-          …

 

-          ¡KiBum, ya para! Me haces sentir incómodo…

 

-          ¿Sabes lo que creo?

 

-          No quiero saberlo…

 

-          Te lo diré de todos modos – insistió – Creo, que JongIn no te pidió ayuda para estudiar porque pueda tener problemas con alguna asignatura…

 

-          Eso no tiene sentido – rio el castaño - ¿Para qué me querría mentir con eso? ¡Es absurdo!

 

-          No es absurdo porque pienso que lo hizo porque le gustas TaeMin; tú le gustas a JongIn…

Una risa explosiva brotó de TaeMin cuando el solo escuchar que él podría gustarle a JongIn salió de la boca de su amigo, ¿Acaso había algo más divertido e irreal de escuchar que eso? ¡¿Él, gustarle a JongIn?! ¡Por favor, no ocurriría ni en miles de años! TaeMin lo tenía más que internalizado y por eso todo le resultaba muy cómico.

-          ¡Hey, ¿De qué te ríes?! – le recriminó KiBum.

 

-          ¡E-es, es que yo jajajajaja, yo gu-gustarle a Kim jajajaja, a Kim JongIn, jajajaja! – reía TaeMin con los ojos llorosos - ¡Jajajaja! ¡Te has superado KiBum, es lo más gracioso que has dicho en mucho tiempo! ¡Jajajaja!

 

El castaño se tomó el estómago, casi doblándose de la risa e incorporándose para recuperar el aire que comenzaba a faltarle. Cuando lo hizo, notó que KiBum lo miraba serio y enarcando una ceja.

 

-          T-tú, tú, ¿Hablas en serio…? – preguntó confundido.

 

-          ¿Es muy estúpido decir que tú puedas gustarle a alguien más?

 

-          Sí cuando esa persona es Kim JongIn…

 

-          ¿Acaso ya no te gustan los chicos? ¿Acaso ahora eres hetero…?

 

-          No lo soy, nunca he negado que me gustan los chicos…

 

-          ¿Entonces por qué te comportas como un imbécil cuando sugiero que tal vez, JongIn te pidió que le hicieras clases solo porque le gustas? ¿No se te ocurrió pensar que, un chico como él que obviamente no necesita tutorías, solo lo hizo porque desea conocerte y estar cerca de ti?

 

KiBum se incorporó tan rápido, que en torno a él una brisa siguió sus movimientos mientras su bolso voló chocando con una rodilla del castaño. Cuando TaeMin lo notó, su rubio amigo ya estaba bastantes metros por delante, evidentemente molesto.

 

-          ¡Hey, Kim KiBum, espera! ¡¿Por qué te vas?! ¡¿Qué fue lo que hice?! – le gritó siguiéndole los pasos - ¡KiBum!

 

-          ¿Sabes? No fue lo que hiciste… - respondió volteándose tan sorpresivamente, que TaeMin estuvo a centímetros de casi chocar con él – es lo que no haces, lo que me molesta…

 

-          N-no, no entiendo…

 

-          ¿Por qué te denigras tanto? ¡¿Por qué eres, tan… por qué te disminuyes tanto como si no valieras nada?! ¡Todo el tiempo estás diciendo que no eres popular, que no encajas, que no es tu estilo! – continuó hablando - ¡¿Por qué es tan descabellado pensar en la opción de que alguien como JongIn pueda encontrarte lindo?!

 

-          Mírame KiBum… tan solo, mírame…

 

-          Eso hago

 

La forma en que KiBum dijo aquello, con su voz suave y con un dejo de tristeza, causó una amarga sensación en TaeMin. Los ojos de su amigo estaban brillando como si estuviera a punto de llorar, pero la forma dura en que le dijo aquellas cosas, denotaba que seguía enojado con él. era tan confuso.

 

-          Te estoy mirando TaeMin – susurró tomándolo por los hombros – Y quisiera que el mundo viera lo que yo veo; eres increíble, la mejor persona que he conocido, el mejor amigo y, tienes tanto potencial… mereces que el mundo conozca al TaeMin que yo conozco, mereces que te vean del modo en que yo te veo…

 

-          Y-yo, yo… - suspiró el castaño, sorprendiéndose de una lágrima que escapó de uno de sus ojos sin poder evitarlo – Yo no estoy preparado para eso…

 

-          ¿Y cuándo lo estarás? ¿Cuándo tengas cincuenta o sesenta años y te veas solo en el mundo sin alguien que te ame a tu lado…?

 

-          Te tendré a ti, ¿Verdad? Seremos amigos toda la vida – dijo tratando de sonreír para alivianar la tensión – Tú estarás a mi lado…

 

-          No TaeMin, yo no podré estar contigo por siempre… la vida no funciona de esa manera

 

-          ¿Tú, tú ya no quieres ser mi amigo? ¿Es eso lo que me tratas de decir?

 

-          No – le corrigió – Lo que te estoy tratando de decir, es que yo no puedo ser todo el mundo que tú tienes o tu familia tampoco… mereces tener algo más, a alguien más

 

-          Pero si contigo es suficiente, eres todo lo que siempre quise en un amigo

 

-          No todo… - insistió KiBum – yo te quiero como un hermano pequeño, pero no te quiero como un amante y, jamás podré darte eso. Necesitas de alguien que te vea de ese modo, porque yo también lo deseo y esa persona no eres tú…

 

Así que esto era a lo que KiBum se refería. Pocas eran las veces en que ambos tocaron ese tema. La primera vez fue antes de que el rubio se fuera a Japón con su familia y todo se dio en un contexto tan relajado y casi como un juego, que ninguno le tomó el peso a esa conversación. Ya después cuando se reencontraron en el primer año de universidad de TaeMin, KiBum le contó de sus muchas experiencias con chicos japoneses, de cómo había sido su primer beso, de quién fue su primer amor y de lo mucho que dolía la primera vez que tenías sexo, entre otras cosas.

Cuando KiBum le preguntó a TaeMin sobre cómo él había enfrentado esas cosas en la secundaria, él solo le dijo: ‘Estoy buscando a alguien especial’ lo que, en otras palabras, significó que no había vivido nada de lo que KiBum sí había vivido como parte de un desarrollo adolescente normal.

KiBum sabía, sin que su amigo se lo dijese, que TaeMin tenía una inmadurez emocional de la que no podía culparlo directamente. En primer lugar, TaeMin era hijo único y su madre cuando quedó embarazada de él, ya era bastante mayor por lo que ahora, ambos de sus padres tenían más se sesenta años. Ser un bebé con una gestación de alto riesgo, generó muchas aprehensiones en él, las que se extendieron a lo largo de toda su vida; el castaño se había criado con la filosofía de que todo lo que estaba fuera de las paredes de su casa era peligroso, y que todas las personas que no fueran sus padres, su familia directa o personal de servicio, eran potenciales violadores, pedófilos, ladrones y gente que le haría daño.

La primera vez que se conocieron, fue en la primaria, KiBum había llegado al instituto como alumno de traslado en mitad del semestre con un año de retraso y, el puesto que se le fue asignado en la sala de clases, fue justo al lado del de TaeMin; al fondo de la sala y en el rincón más alejado del pizarrón. KiBum nunca pensó que el chico que volteó su cara para no saludarlo por lo tímido que era, se convertiría en su mejor amigo. TaeMin jamás imaginó que, el lindo niño rubio de ojos gatunos que llamó la atención el primer día de clases de todos sus compañeros y compañeras, permanecería sentado a su lado el resto del año, así como los otros siguientes; todos los demás quienes compartieron sitio con él, terminaban dejándolo solo por cientos de motivos. KiBum no lo hizo y eso, fue lo mejor que pudo haberle pasado en mucho tiempo.

Ser amigo de TaeMin era mucho más simple de lo que KiBum pensó. Cuando el castaño lo invitó a una fiesta de cumpleaños a su casa y se percató que era el único niño aparte de él, comprendió que algo andaba mal. TaeMin lo tenía todo; padres con mucho dinero, una casa enorme, los juguetes del año, toda clase de películas, ropa exclusiva, lujos y casi todo un parque de entretenciones en el patio de su casa, pero, a decir verdad, no tenía nada.

KiBum con el paso de los años, comprendió que, aunque TaeMin tuviese todo lo que quisiese y lo que sus padres podrían darle, en el fondo, no tenía nada. Además de él, TaeMin no tenía más amigos; aparte de sus cumpleaños, el castaño no era invitado a los cumpleaños de sus otros compañeros de clase, tampoco era invitado a jugar o a sentarse con más gente en el horario de almuerzo.

Nadie conocía a TaeMin de la forma en que KiBum aprendió a conocerlo, y él estaba seguro, que el mundo merecía saber que, detrás de esa fachada inocente, tímida y a veces llamada ‘nerd’, estaba la persona más increíble que KiBum hubo conocido jamás.

 

-          Espero conozcas a esa persona especial para ti KiBum – añadió sonriendo – Voy a ser tan feliz por ti, tan feliz…

 

Maldita sea, ¿Podría TaeMin se menos bueno o tener un corazón menos dulce como el que tenía?

 

-          Ven acá tontito…

 

KiBum lo tiró de una mano y lo llevó a su torso, enredándolos en un abrazo. Por más que quisiese ‘sacar a TaeMin’ a la luz del mundo, comprendía que todo tenía un proceso y el de su amigo, estaba retrasado, y presionarlo, no era parte del plan.

 

-          Quiero que seas feliz my little mushroom – le susurró, notando las manos de TaeMin apretarse a su espalda – Te mereces tantas cosas buenas que juro que, si algo o alguien te lastima, lo mataré con mis propias manos… eres mi mejor amigo TaeMin

 

-          Hace mucho tiempo que no me decías así…

 

-          Eres mi pequeño honguito; todavía recuerdo lo adorable que lucías con ese corte de cabello

 

-          Me veía estúpido, siempre lo odié – sonrió escondiéndose en el hombro de su amigo.

 

-          Pero eras el estúpido más lindo de todos…

 

Ambos permanecieron así. No había nada más qué decir. No había nada más sino estar como siempre solían: juntos, en las buenas y en las malas como se lo hubiera prometido hace años.

Estaban tan en ellos mismos, que no se percataron de una caravana de autos negros con vidrios polarizados y blindados que entraba por una de los accesos del campus y se dirigían hacia donde ellos estaban. Habían comenzado a caminar de regreso a los dormitorios, cuando más adelante, todos los autos se detuvieron.

Las puertas se abrieron y más de una veintena de hombres vestidos de traje y con lentes oscuros, salió observando todo a su alrededor, llamando la atención de los alumnos que pasaban por ahí. Después de todo, ¿Cuándo se ve semejante despliegue de seguridad en una universidad pública?

‘Oh no, oh mierda, que no sea él, que no sea él…’ pensó para sí mismo, mirando el escándalo. En ese momento, un par de hombres fue hasta un auto clásico que estaba estacionado en medio de los jeeps, abrieron la puerta y otro más salió del interior arreglando la chaqueta de su traje.

 

-          Hey, KiBum, ¿Quieres ir a comer algo a la cafetería? ¡Yo te invito! ¡Vamos, ven, por acá…!

 

-          Es-espera, ¿Quiénes son ellos? Parece político o algo así… déjame ver, ¡Oye, no me tires la mochila! – se quejó KiBum cuando el castaño lo trataba de llevar consigo hacia el extremo opuesto – Creo que, he visto a esa persona antes…

 

-          ¡De seguro en la televisión! O no sé, quién sabe quién sea… anda, vamos a comer, escuché que hoy hay jjanjangmyeon en la cafetería…

 

-          Aguarda un momento, ¿Acaso, no es ese tu papá…?

 

El hombre que había bajado del vehículo y que era rodeado por cinco más, avanzaron a la acera. Justo cuando iban a ingresar al edificio principal, uno de ellos hizo un gesto y los apuntó, capturando la atención de quien parecía ser el jefe de los demás. Éste se giró y los miró de frente, caminando todos hacia donde TaeMin y KiBum estaban.

 

-          ¡Es tu papá! – exclamó el rubio.

 

-          N-no, no lo es, estas confundiéndolo – mintió TaeMin, ‘¡¿Qué demonios, debía de estar en Londres y no aquí?!’ se lamentó mentalmente – No, no es él…

 

-          ¡Claro que lo es! ¡Hola Señor Lee!

 

-          ¿KiBum…?

Quien aparentaba ser el padre del castaño, se quitó los lentes de sol y miró a KiBum, quien le movía los brazos para llamarle y se adelantaba a saludarlo. El rubio fue hasta él y estrechó la mano del hombre, quien le saludó en una sonrisa.

-          ¡Oye TaeMin, ven a saludar a tu papá! – le gritó y lo único que TaeMin pudo hacer, fue sentir cientos de miradas de los otros alumnos sobre él mientras caminaba con vergüenza y la miraba baja - ¡¿Cómo es que estaba confundiéndolo?! ¡Claro que lo es, ¿Cómo no puedes reconocer a tu propio padre?!

 

-          ¿Tenías que hacer este escándalo? – dijo TaeMin en un susurro molesto, ignorando las palabras de KiBum y mirando directamente a su primogénito - ¿Quién te crees, el presidente de Corea? ¡¿Cómo puedes venir hasta mi universidad con semejante alboroto?! ¡Me estás dejando en vergüenza!

 

-          Ta-TaeMin… - exclamó KiBum casi horrorizado.

 

-          ¡Todos nos están mirando! ¡¿Era necesario que vinieras con cien hombres rodeándote?! ¡No eres una celebridad!

 

-          Tae…

 

-          Está bien KiBum – intervino el mayor adelantándose al rubio chico – A mi hijo nunca le acomodó que su padre fuera alguien importante y que tuviera que tomar medidas de seguridad… supongo que sí fue un poco exagerado venir con mis guardaespaldas

 

-          Debías estar en Londres y no aquí, no se supone que debes venir, ¡Prometiste no hacerlo jamás! ¡Lo prometiste!

 

-          ¿Acaso tengo prohibido venir a conocer la Universidad en la que aporto el 30%? Pensé que estarías feliz de ver a tu padre después de casi dos años…

 

-          ¿No te basta con casi ser el dueño de esta universidad y ahora tienes que venir de sorpresa y espera que esté feliz? ¡Debiste avisarme!

 

El hombre suspiró.

 

-          TaeMin, ¿Por qué te molestas tanto? ¡Es tu padre, no seas grosero!

 

-          Está bien KiBum, no te preocupes… - añadió el mayor – Mi hijo no puede lidiar conmigo…

 

-          ¿Qué quieres? ¿Por qué has venido?

 

-          Pues a verte…

 

-          Debes estar en Londres, ¿No es que ahí permanecerías por el resto del año?

 

-          Hubo, un cambio de planes y quise tomarme un par de días para venir a mi país y visitar a mi hijo de sorpresa, ¿Acaso estaba prohibido? – preguntó sarcástico – Ahora, KiBum, si no te molesta, me gustaría estar con mi hijo por un par de horas…

 

-          ¡Oh, no me molesta para nada! – sonrió incómodo – Es un agrado volverlo a ver, se mantiene tan joven como siempre…

 

-          Eres tan descarado pero me agradas, siempre me caíste bien KiBum

 

-          ¡Gracias Señor Lee!

 

-          Asegúrate de venir a cenar el fin de semana a nuestra casa, mi esposa estará encantada de verte…

 

-          ¡¿Mamá también vino?! ¡Pero, papáaaaa…! – se quejó el castaño - ¡¿Por qué la trajiste?!

 

-          Ya, ya, niñito… - exclamó su padre – KiBum, el sábado a las cuatro…

 

-          Ahí estaré Señor…

 

KiBum se inclinó en un saludo y se alejó con una sonrisa, no sin antes hacer un gesto de ‘Compórtate si no quieres que te mate’ del que TaeMin no pasó desapercibido. Ya estando solo con su padre, el castaño se volteó y miró al otro hombre, los guardias se habían alejado unos cuantos metros, pero seguía formando una especie de perímetro en torno a ellos.

 

-          No esperas que te crea tú ‘visita sorpresa’

 

-          No esperaba a que lo hicieras hijo, eres demasiado inteligente…

 

-          En serio, ¿Qué es lo que quieres? – volvió a preguntar – y por favor, ¡¿Puedes decirles a tus monos que se vayan?! ¡Están llamando demasiado la atención!

 

-          Pero si solo hacen su trabajo…

 

-          ¡Papá!

 

-          Ya, está bien… - dijo haciendo un gesto con el que la mayoría de los guardaespaldas volvió a sus autos y se encerraron en ellos, dejando solo a uno de pie a unos cuántos metros – YunHo es mi jefe de seguridad, donde yo vaya, él también lo hace…

 

-          Bien, como sea…

 

-          Ahora, oí que la cafetería de esta universidad ofrece unos exquisitos jjanjangmyeon y, muero por probarlos, hace años que no los como

 

-          Padre, tú no has venido desde Londres a comer fideos así que, por favor, ahórrate todo el show, ¿Quieres?

 

-          ¡Bien! – dijo derrotado – Como quieras, eres realmente insoportable Lee TaeMin…

 

-          No me culpes, soy tu hijo

 

-          Hijo de tu madre, eres igual a ella

 

-          ¿Vas a decirme a lo que has venido? Porque tengo clases en… veinte minutos y no me gusta faltar

 

-          No te preocupes, hablé con el profesor Park y justifiqué tu ausencia…

 

-          Que hiciste, ¡¿Qué?! ¡Pe-pero, papá…! ¡¿Cómo pudiste?!

 

-          Ya, deja el escándalo y sube al auto, tenemos que conversar…

 

-          ¿No podemos hacerlo aquí?

 

-          No, debemos ir a casa, allá te contaré todo…

Algo allá lejos, en alguna parte, se empezaba a oír. Era como el efecto Doppler, cuando el sonido viaja por ondas y mientras esté a cierta distancia, se oye como si fuera un susurro pero, a medida que se acerca, se hace más fuerte y entendible. Y molesto, muy molesto.

Y, ¡Joder! ¿Eso era luz? Incluso con los ojos cerrados sabía que lo era porque sus párpados se sentían como si estuvieran en llamas de fuego ardiente.

 

-          MinHo, ¡MinHo, despierta de una vez!

Alguien le habló pero por más que quiso hacerse el desentendido, no iba a poder seguir durmiendo, ya le había despertado.

 

-          ¡Choi MinHo! ¡¿Hasta qué hora planeas seguir durmiendo?! ¡Ya son más de las tres de la tarde!

 

-          Uhm…

El moreno se removió, sintiéndose desnudo, cansado y satisfecho. Sí, sabía que había traído a alguien casa, que había tenido sexo, que debía de haber algún condón usado en alguna parte pero, no dónde estaba esa persona ni tampoco si era hombre o mujer.

La puerta del baño que había dentro de su habitación se abrió, pasos de tacón se acercaron y luego detuvieron. Al menos sabía que era mujer o bien, algún travesti, cosa que dudaba fuera cierta.

 

-          ¿Y tú quién eres…?

 

-          Yuri – dijo la mujer de malas ganas – MinHo, no me dijiste que vivías con tu abuela…

 

-          Es mi madre – respondió en un bostezo, sentándose en la cama mientras se estiraba.

 

-          ¿Es esta la clase de zorras con las que tienes sexo en mi casa?

 

-          Es solo sexo madre, no planeo casarme…

 

-          ¡Oye!

 

-          ¿Por qué sigues aquí? – preguntó la madre del moreno – Toma tu mierda y lárgate de mi casa…

 

-          ¡¿Cómo permites que esa bruja me hable así?! ¡Dile algo MinHo!

 

-          Ya, ya, ven acá…

MinHo tironeó a Yuri de una mano, haciéndola caer sobre su regazo, sosteniéndola por la espalda con un brazo mientras deslizaba su mano por entre sus piernas y bajo su falda.

 

-          Uhm, ¿Sin ropa interior? - le susurró en el cuello antes de mordérselo.

 

-          No sé dónde las dejé…

 

-          Me gusta, están tan húmeda…

Un carraspeo hizo que MinHo se apartara y mirara más allá por sobre el hombro de la chica, indicándole que se incorporara. Cuando Yuri lo hizo y se arregló la ropa, su madre lo seguía mirando de pie junto a la puerta.

 

-          ¿Te veré nuevamente…? – preguntó Yuri cuando se inclinó a darle un beso.

 

-          ¿Crees que volvería a follar con alguien que le dice ‘bruja’ a mi madre? – le susurró con acidez, sorprendiéndola – Vete de mi casa y no vuelvas…

 

-          Pe-pero, MinHo…

 

-          ¡LARGO, PUTA!

 

De un sobresalto Yuri se apartó. Se arregló el bolso y salió de la habitación con pesados golpes de sus tacos contra el piso, hasta que allá lejos, la puerta se cerró.

Estando solo, MinHo se dejó caer contra el colchón con los brazos tras su cabeza, su torso desnudo y la parte baja de su cuerpo apenas disimulando una erección.

 

-          ¿No me dirás nada madre? – preguntó con suspicacia.

 

-          Me cansé de decirte qué hacer MinHo, ya no eres un niño… - dijo la mujer abriendo cada cortina de los extensos ventanales del dormitorio, dejando entrar la luz de la tarde – Además no me haces caso, tú eres una batalla perdida para mí

 

-          Debes ser la única madre que permite que traiga zorras y me las folle a una pared de distancia, debo ser tan afortunado… ¿Qué harás luego, recogerás mis condones?

 

-          ¿Es esa la forma que tienes de hablarte a tu madre?

 

-          ¡Ma-Mami!

 

MinHo se volteó cuando oyó aquella sentencia. Desde la puerta, una mujer setentona le miraba con desaprobación, antes de seguir ella, abriendo cortinas y ventanas para ventilar la habitación. Luego comenzó a recoger ropa del suelo frente a la atenta mirada de la madre de MinHo, lanzando una prenda femenina que cayó justo sobre su regazo.

 

-          MinHo perdió todo respeto conmigo MiSuk… - dijo su madre arreglándose su vestido de diseñador – Haz que se ponga decente, su padre vendrá a cenar y si se entera que recién se viene levantando…

 

-          Lo haré Señora, pierda cuidado

 

-          Y por favor, enséñale modales, me saca de quicio la forma tan vulgar que tiene para hablar…

 

La mujer se fue entonces, sus pasos suaves por las pantuflas que usaban en casa, se perdieron por el pasillo, dejando un hilo de la suave esencia de su caro perfume en el aire. MinHo bajó la mirada, la vergüenza haciéndose de él al ver a su Mami limpiar su cuarto a pesar de que ya apenas si podía moverse.

 

-          Te vi llegar anoche con esa muchacha… - le dijo mientras iba y venía desde el baño – No la había visto antes pero, cada vez tu gusto por las niñas se vuelve peor, ¿Lo haces para molestarme a mí o molestar a tu madre?

 

-          Es solo sexo Mami…

 

-          No me hables en ese tono – le corrigió lanzándole una toalla que cayó justo en su cara – Ya tienes veinticuatro años, deberías de estar trabajando en una empresa y no levantándote a estas horas, ¿Qué harás si tu padre se entera?

 

-          Él ya lo sabe, te lo aseguro Mami

 

MinHo se incorporó, cubriendo su desnudez con la toalla y yendo hacia el baño. La tina estaba lista con el agua tal como le gustaba y mucha espuma. Sin pudor alguno se descubrió y se sentó, esperando a que la mujer se acomodase en un piso junto a él y comenzara a enjuagar su cabello. Se sentía tan bien, nadie lavaba su cabello como Mami lo hacía.

MiSuk era ahora la ama de llaves de la mansión de sus padres, pero hace muchos años atrás, fue su niñera. Cuando la mujer comenzó a trabajar para su familia, lo había hecho para sus abuelos, siendo la niñera de su madre. Luego, cuando ella se casó y sus abuelos no necesitaron que criara de sus hijos, comenzó a trabajar para su madre; primero crio a su hermano y luego a él. Pero, cuando MinHo nació, sus padres ya no estaban en la etapa de criar a otro bebé, por lo que MiSuk asumió nuevamente ese rol.

Con el trabajo de su padre y la activa agenda social de su madre, la verdadera figura paternal y maternal que MinHo tuvo, fue la de MiSuk. Ella lo levantaba cada mañana para ir al colegio, lo bañaba, vestía, daba de desayunar y lo llevaba a clases para por las tardes, ir a buscarlo. Hizo esa rutina hasta que MinHo se graduó de la secundaria. Lo reprendía cuando debía hacerlo, más de una vez lo abofeteó cuando se lo merecía y siempre, siempre, estuvo ahí para consolarlo o darle amor cuando lo necesitaba.

‘Mami’ fue la primera palabra de MinHo cuando tenía un poco más de un año y era MiSuk, la única persona que estaba con él por lo que, supo que esa palabra era para ella. Mami era MiSuk, quien le había criado, Madre era SooMin, quien le había dado a luz.

Él respetaba a su madre, pero amaba a su mami. Si tuviera que elegir entre las dos, MinHo se quedaba con su mami porque era ella, quien le hacía sentir verdaderamente querido y no como una carga inesperada y problemática como MinHo siempre sintió, que sus padres se lo dieron a entender. Es por eso que tampoco hacía suficiente para demostrar lo contrario: no había ido a la universidad como su hermano mayor sí lo había hecho, nunca fue buen alumno y solo se jactaba de tener mucho dinero el cual gastaba sin mayores reparos, a fin de cuentas, su padre tenía una extensa cuenta bancaria y él necesitaría al menos, de doscientas vidas para usar todo el dinero en ellas como pretendía hacerlo.

-          Debes hacer algo más con tu vida que solo ir a fiestas, beber y traer jovencitas a casa, hijo…

 

-          ¿Hacer algo más? Ser adorable, eso lo sé hacer muy bien

 

-          No me mires con ojos de cachorro, sabes que no funciona conmigo – le recriminó – Inclina la cabeza para enjuagarte el shampoo. Ya eres un hombre, debes actuar como tal…

 

-          No me digas eso, suenas como mi madre…

 

-          ¡Soy tu mami!

 

-          Pe-pero, pero…

 

-          Hijo, tu madre tiene razón; ya no estás en edad de dormir hasta las tres de la tarde y tampoco como para que yo siga lavándote el cabello – añadió sutilmente – Ya estoy vieja y no puedo hacer las mismas cosas de antes

 

-          Pero si no eres tú, ¿Quién lavará mi cabello?

 

-          Ya eres adulto, si puedes traer jovencitas a casa a hacer cosas de grandes, bien puedes lavar tu cabello, ¿Qué crees que dirán esas señoritas si vieran que una vieja como yo todavía te lava el trasero?

 

-          ¡Dirán que soy muy afortunado por tener una mami como tú! – exclamó MinHo con una sonrisa, salpicándole algo de espuma a la mujer, mojando su delantal.

 

-          Hijo… quiero verte como un hombre hecho y derecho antes de morir, y no actuando como si todavía fueras un adolescente

 

-          Eso no va a pasar porque tú nunca vas a morir, eres inmoral ¿Recuerda?

 

-          MinHo…

 

El moreno se incorporó, salpicando agua cuando se puso de pie y de malas ganas tomó una toalla para cubrirse y salir de la tina. Caminó hasta el lavabo, en donde sacó la crema de afeitar, aplicándose como una sutil cama de espuma sobre el mentón para luego rasurarse. En silencio lo hizo, ignorando que Mami lo miraba de reojo mientras limpiaba el piso y ordenaba todo. Ya estando listo se enjuagó y lavó los dientes, sonriéndole al reflejo en el espejo.

 

-          Hijo…

 

-          ¿No vas a elegir un traje para mí? – le interrumpió cambiando el tema rápidamente – Ve, tú siempre me pones bonito…

 

La mujer suspiró y salió del cuarto.

MinHo la observó, odiaba cuando ella se ponía así, toda melancólica sobre lo vieja que era y más, cuando comenzaba a hablar de muerte. Pero la mujer tenía razón, sus padres tenían razón; él no había hecho nada con su vida. No había ido a la Universidad, no estaba trabajando y solo vivía ‘…como una jodida lacra chupasangres’ como su hermano mayor le hubo dicho alguna vez.

MinSeok era el favorito, de eso cualquiera se daba cuenta, él era la oveja negra, pero le funcionaba. Aunque no trabajase, su padre le seguía financiando sus lujosas fiestas y gustos personales, lo que a él le iba bien. Al principio, MinHo no había planeado ser el tipo de persona en la que se había convertido ahora, pero, lo que comenzó como una forma de llamar la atención de sus padres solo por rebeldía, terminó siendo la manera en la que vivía actualmente.

Sus padres se cansaron de tratar de corregirlo, ¿Con qué derecho lo hacían si la mayor parte del tiempo estaban ausentes por viajes de negocios o cenas de beneficencia? Y luego ese deber, recayó en MiSuk, quien terminó por criarlo pero sin muchos resultados. Su Mami ya estaba vieja, cada vez caminaba más lento y su cabello más cano. MinHo sabía que moriría pronto y eso le dolía; su mami era eterna, debía ser eterna pues ella era, la única persona que tenía de su lado.

Mami era la única persona que verdaderamente lo quería y a quien él amaba.

 

-          Elegí el traje Gucci que compramos en Italia a principios de año, creo que solo lo has usado una vez…

MinHo salió de su ensoñación y le sonrió mientras caminaba de regreso al cuarto. Se paró tras ella y la rodeó por el cuello, abrazándola y haciéndola reír.

-          Podríamos volver a Italia, beber café en ese lugar que te gustó tanto, comer tartaletas… - le dijo – Solo seríamos tú y yo, como una cita, ¿Te gustaría?

 

-          No es necesario hijo, ya fuimos a Italia

 

-          Fue para la boda de MinSeok, pero ahora sería diferente… o tal vez, podemos ir a otro lugar, ¿A dónde te gustaría ir? ¿Paris? ¿España? ¿Rusia?

 

-          Deja de divagar jovencito… - rio la mujer soltándose del agarre de MinHo – Vístete ya, tu padre vendrá pronto y debes estar listo

 

El moreno bufó sobreactuando.

 

-          ¿Para qué viene de todos modos? ¿Desde cuándo es que viene a cenar a casa…?

 

-          Es tu padre, esta es su casa, puede venir cuando quiera y a la hora que quiera

 

-          Ya, por favor Mami, dime ¿Qué es lo que ocurre?

 

-          Tu madre dijo que era una reunión de negocios con un socio…

 

-          ¿Reunión de negocios? ¡¿Por qué no lo dijiste antes?! ¡Mami, que lata!

 

-          ¡Nada de ‘latas’ aquí Choi MinHo! ¡Y vístete de una vez! – le recriminó lanzándole unos calzoncillos - ¡Estarás presentable y te comportarás como un hombre educado ¿Me has oído?! – añadió apuntándole - ¡Mas te vale te comportes porque el otro socio también viene con su familia y no quiero que me hagas pasar vergüenza!

 

-          Ya, ya, Mami, me comportaré… - prometió colocándose la ropa interior y sacándole la lengua en una morisqueta - ¿Quiénes son ellos de todos modos? ¿Y cómo es que mi padre invita a un socio con toda su familia a cenar para cerrar un negocio tan de repente? Debe de haber mucho dinero de por medio…

 

-          No sé qué tipos de negocios serán, MinSeok insistió en estar presente pero tu padre no se lo permitió

 

-          ¡Vaya, que mi padre le haya prohibido estar presente al perfecto MinSeokie debió de ser un golpe bajo para mi hermano!

 

-          No te burles MinHo, al menos él sí tiene interés por el negocio familiar

 

-          Bla, bla, bla, bla… solo bla, blás – se quejó – Mami…

 

-          Ni se te ocurra MinHo, no esta vez

-          ¡Ni siquiera sabes lo que te iba a pedir!

 

-          Te conozco, eres mi hijo y sé cuándo quieres pedirme que te cubra mientras te escapas y eso no ocurrirá hoy… deja que te anude la corbata – le ordenó pasando el lazo bajo el cuello de la camisa blanca – Tus padres desean que estés presente y lo harás, serás educado como te enseñé y no los dejarás es vergüenza, ¡No ruedes los ojos!

 

-          Perdón… - se disculpó sin pensar que ella le estuviese mirando cuando rodaba los ojos – No me pidas que esté entusiasmado por una cena con viejos aburridos…

 

-          No solo serán viejos, el socio de tu padre tiene un hijo y vendrán con él

 

-          ¿Un hijo…?

 

-          No se te ocurra MinHo, que tú seas un libertino sexual no implica que el otro jovencito lo sea. No sé de dónde sacaste esa… costumbre espantosa

 

-          ¡Por favor mami! ¡Ya has visto salir chicos de mi cama, ¿Por qué te espantas tanto?!

 

-          ¡¿No podrías al menos elegir a uno de ellos?!

 

-          Nop, lo siento, necesito mucho amor y, no me importa si es chico o chica, lo obtendré de todas maneras…

 

-          Ya, estás listo…

 

MiSuk se apartó, guiándolo a un espejo de cuerpo completo junto a la puerta del walking clóset y se paró a su lado, arreglando un pañuelo de seda en el bolsillo de la chaqueta para después, ordenarle el cabello, haciéndolo lucir formal pero juvenil y sexy a la vez.

 

-          Mírate, eres tan guapo – le dijo rodeando un brazo del moreno – Me pregunto cuándo será el día en que te vea vestido de esta forma junto a un altar…

 

-          O sea, ¿Aceptarás casarte conmigo? – preguntó MinHo abrazándola con más fuerza – Hace más de diez años te lo pregunté y todavía no me das una respuesta…

 

-          … y tú todavía no me das un anillo, ¿Qué clase de proposición es esa?

 

Ambos rieron, apegándose uno al otro. MinHo la miró hacia abajo a causa de su diferencia de altura y se inclinó besando a la mujer en la frente, quien luego se afirmó de sus brazos para besar una de sus mejillas.

 

-          Te amo hijo…

 

-          Y yo te amo a ti Mami – correspondió el moreno, abrazándola nuevamente – Eres mía, no lo olvides…

 

Un golpe en la puerta capturó la atención de ambos, justo antes de que fuera abierta y una de las chicas del servicio se asomase, inclinándose en un saludo.

 

-          Sunny, ¿Qué ocurre?

 

-          Llamaron de la portería, los Lee están aquí – dijo la jovencita – La Señora Choi ha pedido que venga por ustedes para esperar por las visitas en el hall…

 

-          Bien, puedes retirarte

 

-          ¿Los Lee? – preguntó MinHo cuando estuvieron solos - ¿Mami, qué ‘Lee’ son esos?

 

El auto se detuvo frente a una enorme mansión. Desde que había cruzado el portón principal, TaeMin había contado por lo menos treinta guardias; cinco en el auto que iba delante de ellos guiándolos, y otros veinticinco caminando por todo el extenso terreno.

La puerta se abrió, su padre fue el primero en bajar de la limusina, luego su madre y finalmente él descendió.  Desde que lo hubo ‘raptado’ desde la universidad esa mañana, su padre se había rehusado a decirle qué tipos de negocios tenía que pudieran involucrarlo directamente a él. Lo último que TaeMin sabía, era que su padre ganaba mucho dinero y que, a él, ni siquiera le importaba tanto como para preguntarle en qué trabajaba. Ni siquiera tenía interés en usar el dinero de su padre de alguna forma excesiva y que pudiera ponerlo en el eje de habladurías de sus compañeros de universidad.

Mientras menos supiese cosas que no le interesaban saber, mejor para él.

Un hombre en traje negro, se inclinó saludándolos justo en el momento en que la puerta se abrió y un mayordomo salió al encuentro de todos, invitándolos a entrar a la casa. La mansión era enorme; solo el hall principal debía de tener cien metros cuadrados y seis metros de altura. La decoración era exquisita y opulenta; decoración en yeso en los muros, cuadros con marcos de oro, exóticas flores, pisos de mármol y un enorme candelabro de cristal que pendía sobre sus cabezas, incluso había una estatua de piedra.

Se detuvo detrás de sus padres cuando éstos lo hicieron, dejando de lado lo impresionante de la casa, y observó a quienes parecían ser sus anfitriones y, joder, ¡¿Qué mierda estaban haciendo aquí?!

TaeMin no sabía muchas cosas sobre los negocios de su padre, pero a pesar de eso, había crecido sabiendo que había solo una persona en el mundo, a quien su padre deseaba destronar para asumir así, el poderío total como el hombre más rico de Corea, y Asia. Solo que, había otra persona que le estaba haciendo esa competencia y justamente ahora, estaban en medio del hall de entrada de su casa.

-          Tú debes ser TaeMin…

Una voz ronca le habló y él solo se inclinó en modo automático cuando el hombre a quien su padre más odiaba, le saludó.

-          Guapo, muy guapo… - añadió el hombre.

 

-          Es igual a su madre… JiMin, tu hijo es un chico muy guapo – habló la que parecía ser la esposa del otro tipo.

 

-          Nuestro hijo ha crecido muy bien, gracias por elogiarlo tanto SooMin y bueno, YunKyum, ¿Dónde están tus hijos?

 

-          El mayor ya no vive con nosotros, quiso venir, pero estaba ocupado atendiendo nuestros negocios en Japón – dijo con suficiencia – Sin embargo, nuestro hijo menor vive aquí, todavía no hemos podido echarlo… - añadió en una broma que los hizo reír a todos muy falsamente.

 

-          ¡Y no podrán hacerlo nunca!

 

Una voz estruendosa y divertida se oyó entonces. TaeMin no se perdió el detalle en cómo las facciones del patriarca y su mujer, se desfiguraron para ocultar el desagrado con una fingida sonrisa. Todos miraron hacia las escaleras, donde una mujer de edad bajaba más delante de quien parecía ser el dueño de semejante comentario.

 

-          ¡Bienvenidos todos a la mansión Choi! – exclamó aplaudiendo, al parecer era el único que no se había percatado que las bromas ya no eran divertidas - ¡Hogar de una familia de bien! ¡Esperemos tengan una agradable velada!

 

A medida que él descendía, TaeMin fue cayendo poco a poco en cuenta de quién era él, ¿Cómo iba a poder olvidarlo tan fácilmente? Esa risa socarrona y sarcástica era lo que tenía más grabado en lo oscuro y prohibido de su mente. Había sido esa misma sonrisa y comentarios fuera de lugar, lo que le hizo odiarlo durante toda la secundaria. No necesitaban introducirlos para saber quién era el tipo que saludó con exceso de galantería a sus padres y le fue luego introducido como si nunca antes se hubieran visto.

¿Acaso, no podía reconocerlo? Cinco días a la semana, durante cuatro años, fue el tiempo en que este imbécil, lo acosó en compañía de sus estúpidos amigos. Fueron siete mil trescientos días de empujones, risas, de ver su almuerzo en la basura, de que le robaran los cuadernos y le gritaran ‘maricon’ cada vez que lo veían por los pasillos del colegio. TaeMin creía que esos horribles recuerdos, había quedado atrás luego de dos años sin saber nada de este idiota pero, ¿Cómo todo podía cambiar tan rápido en tan solo un día?

-          TaeMin, este es nuestro hijo menor… - le indicó el socio de su padre – Este es MinHo

 

Una cosa era que su padre lo arrastrase a una cena de negocios en la casa de sus enemigos jurados. Los Choi, eran las últimas personas a las que su padre les deseaba bienestar, pero, si tenía que venir porque no podía no obedecer órdenes ni menos cuando su madre intervenía, entonces lo haría pero, ¿Por qué el maldito que hizo de sus años de secundaria, los peores de toda su vida, tenía que ser el hijo del ahora, nuevo socio de su familia?

En el mundo empresarial, bien sabido era el odio mutuo entre los Choi y los Lee; o elegías un bando o elegías el otro. Si eras amigo de uno de ellos, eras enemigo del otro, pero no podías tener buenas relaciones con ambas familias sin que sus patriarcas se enterasen e hiciese algo al respecto.

Sea lo que fuera, que iba a suceder esa noche, no auguraba ser nada bueno, menos cuando MinHo al parecer, no lo reconoció y simplemente estrechó su mano, dándole una seductora sonrisa que le vio usar incontables veces para doblegar a algún profesor o enamorar a alguna compañera de curso.

Definitivamente ahora, odiaba más a su padre cuando recordó las palabras que terminaron por convencerlo de aceptar ir con él a esa ridícula cena con sus enemigos declarados: ‘Somos unos caballeros y debemos enseñarle a esa gente, quienes merecen liderar esta ciudad…’ ¡Qué ridículo se sentía ahora! Si tan solo KiBum supiese en dónde estaba y quién era el tipo que ahora estaba sentado al frente de él del otro lado de la mesa mientras cenaban, le estrujaría el cuello con ambas manos hasta matarlo tal, y como le había prometido, después de todo y en su ausencia, Choi MinHo le había dado de probar la crueldad durante todos los días que lo tuvo que soportar en la secundaria.

Odiaba a esta familia tan falsa.

Odiaba todo lo que representaban.

Y odiaba aún más a Choi MinHo.

Lo odiaba, con todo su ser, lo odiaba.

 

‘Tres discordias civiles, nacidas de una vana palabra, han, por tu causa, viejo Capuleto, por la tuya, Montesco, turbado por tres veces el reposo de la ciudad. Si volvéis en lo sucesivo a perturbar el reposo de la población, vuestras cabezas serán responsable de la violada tranquilidad…’

Romeo & Julieta - Intervención del Príncipe de Verona

 

 

 

Notas finales:

Espero nos encontremos de vez en cuando en esta historia corta

 

~ Mirnest ~


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