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Toda historia tiene su lado oscuro por StilissMetrix

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Notas del fanfic:

Hola, ya sé que aún no termino mis otros dos fics. Pero quería publicar este one shot en lo que termino de escribir el capítulo de mi fic de Pucca.

Esto será un one shot, así que espero les guste.

Notas del capitulo:

El personaje de Maleficent está inspirado en la imagen gender bender de Sakimichan.

No soy dueña de La bella durmiente y menos soy la ingeniosa creadora de los gender benders, esos son tanto como Disney y Sakimichan.

Maleficent no siempre fue como el mundo creyó, claro que no. De hecho, era lo contrario. A veces podía ser un poco malicioso en un sentido del humor algo negro, pero era de verdad agradable y gentil con quienes lo conocían estrechamente. ¿Por qué actuaba así? Con el resto del mundo parecía alguien de malicia en su corazón, pero eso era solo la apariencia que quería mostrar. En el interior, era como un algodón envuelto en una semilla firme que le protegía. Así era Maleficent en realidad.

¿Cómo cambió todo? ¿Alguna vez han escuchado la frase que dice “Solo los ganadores escriben la historia”? Pues en este caso fue igual. Los motivos verdaderos, la realidad oculta en la historia conocida por todos. Esto fue lo que sucedió.

***

Maleficent siempre vivió resguardado en su castillo desde su tierna infancia, su padre, a quien ya no recuerda su nombre penosamente, siempre le aconsejó mantenerse alejado de los mortales, pues estos podrían causarle mucho daño. Cierto que ellos eran grandes hechiceros, ni las hadas podían compararse a su magia, pero ello no significaba que fueran invencibles. Tenían sus debilidades y la del mayor, era su propio hijo. De carácter curioso, era travieso como todo niño de su edad, pero veía también en la claridad de sus ojos la inocencia que se tiene al ignorar ciertos horrores del mundo.

Había sido otorgado con el don desde su nacimiento, de conocer ciertos eventos del futuro, así que fue por ello que conocía algunas cosas que pasarían con respecto a su heredero. Quería, sin embargo, protegerlo de la mayoría de los males que se le avecinaban y uno de ellos era un mortal. Por eso, deseaba que su retoño no conociera el exterior hasta no haberse asegurado que aquel mortal no estuviera más. No es que deseara su muerte, y de ser así no iba a matarle, podría ser “un demonio” un “monstruo” a los ojos y pareceres de los mortales, pero jamás un asesino a sangre fría.

Lamentablemente, el destino no fue justo con él y la muerte lo reclamó antes de siquiera su hijo tuviera aunque fuera la mayoría de edad. El pequeño Maleficent quedó huérfano a partir de entonces.

Con los años, y cada vez más ansioso por salir en busca de algo de libertad y no habiendo ya nada que le impidiera salir, fue que se aventuró al exterior por primera vez desde su nacimiento.

Empezó primero con los alrededores de su propio castillo, luego siguió un poco más lejos pero sin alejarse lo suficiente para no poder regresar.

Vivir solo era triste y aburrido. Cuando en uno de sus ya acostumbrados paseos por recorrer su pequeño mundo (El castillo y sus alrededores) fue que conoció a quien sería su fiel amigo y compañero. Un hermoso cuervo que le había seguido fielmente atraído por la presencia del joven.

Pasaron los años y pronto su aspecto de niño fue cambiando, creciendo hasta convertirse en un joven de considerable belleza masculina.

Los años siguieron pasando y fue entonces que Maleficent conoció a Stephan, un joven interesante. El otro muchacho se había topado con el joven hechicero durante una casería. El hechicero había visto al cervatillo correr aterrado y en un noble acto le salvó de sus perseguidores. Se había ocultado mientras jugaba algunas bromas a los incautos cazadores que creían que el lugar estaba maldito, pero Stephan, terco en conseguir su caza, insistió en seguir buscando, hasta que encontró al culpable de los sustos llevados.

Al principio con ira y luego curiosidad, se acercó hasta el joven envuelto en vestiduras negras. Su ligera risa le había causado curiosidad y preguntando suavemente intentó saber de él, haciendo que el otro pegara un brinco de la sorpresa al saberse descubierto. Ambos se miraron y el desconcierto pasó a la curiosidad. Ambos se cuestionaban acerca del otro y poco tiempo después, aquello derivó en una conversación donde comenzaban a conocer más del otro.

Fue así que una creciente amistad surgió en ambos jóvenes, aunque a Stephan siempre le causó curiosidad que el otro parecía envejecer tan lento a comparación de él que con cada año que pasaba lucía mayor. Maleficent le explicó que era debido a su naturaleza, su cuerpo tendía a envejecer de forma lenta para los mortales, pero a un ritmo normal para él. El tiempo era distinto para ambos.

Con los años, Stephan comenzó a desarrollar una intensa necesidad del otro, pero Maleficent no deseaba ningún compromiso, solo amistad libre de ataduras. Fue así que comenzaron las discusiones entre ambos.

Pronto, Stephan se volvió rey y contrajo nupcias con la que sería ahora su reina. Sin embargo, pasaban los años y ni había ningún heredero, cosa que frustraba a ambos y preocupaba al reino entero. Stephan pidió ayuda a las hadas, pero estas le explicaron que su magia era limitada y solo un hechicero podría darle lo que quería.

Meditando días enteros, fue que Stephan contempló sus opciones. Un hechicero, decían. Solo un hechicero podía darle lo que deseaba. Ideó un plan y entrenando a un ejército fue que secretamente se dispuso a capturar al único hechicero que conocía.

Maleficent fue acorralado en su propio castillo, siendo muy capaz de defenderse de los intrusos, por desgracia, las hadas habían sido traicioneras y revelaron varias de sus debilidades. Pronto no tuvo más fuerzas para defenderse y fue capturado de forma brusca, violenta y lo peor de todo, llevado cual si fuera un vil esclavo.

Ya dentro de los calabozos del castillo del rey Stephan, éste mismo se dispuso frente a su prisionera, siendo tan joven e inexperto en el mundo bélico, le llevaron tanta ventaja sobre todo siendo alguien que jamás había lastimado a nadie con propósitos malvados. Miró suplicante a su antiguo amigo de liberarlo, al menos en nombre de su antiguo amistad. Stephan le prometió libertad a cambio de un deseo, el de concederle un heredero.

En su desesperación, Maleficent intentó explicarle que aquello requeriría una gran cantidad de magia que siendo él muy joven e inexperto, no podría lograr. Stephan fue cruel con él y lo dejó sumergido en la oscuridad.

Había llamado a las hadas para externar su furia y frustración, y en un intento de salvar sus propios cuellos, fue que éstas dijeron uno de los mayores secretos guardados e ignorados por el propio hechicero. Un secreto que el padre de éste nunca tuvo el tiempo de revelar en su momento. Si el rey Stephan deseaba un heredero, y solo el hechicero en su custodia podía brindárselo, tendría que obligarlo a que se lo entregara con o sin su magia, y la única forma que quedaba ahora era… engendrándolo.

El cuerpo del joven hechicero estaba formado para albergar magia en su interior, y era posible que el heredero del rey existiera con esa magia, únicamente tenía que darle su sangre. Bien, el ADN de su semen sería adecuado para aquello.

Preparándose durante tres meses, fue que el rey al fin se dispuso a visitar a su prisionero. Débil y casi sin magia que le ayudara a escapar, fue que Stephan se acercó al pobre muchacho.

-Me darás lo que quiero.

Fueron sus palabras.

-Pero ya te eh explicado que no puedo, lo siento. Por favor, déjame ir.

Sus pobres súplicas cayeron a oídos sordos, pues Stephan miró de arriba abajo al hechicero, notando su belleza única y exótica, su piel ligeramente verde, su hermoso cabello negro y sus ojos púrpura y en ocasiones verdosos (¿Cómo cambiaban de color? Que importaba). Con una sonrisa que aterró a Maleficent, el rey colocó sus manos en los hombros del menor, aunque era obvio que solo su apariencia era joven, pues su edad seguro la doblaba por tres hombres maduros.

No entendiendo lo que el otro planeaba hacer, sintió miedo y una extraña necesidad de alejar al otro de sí. Las palabras sobraban ahora y Stephan sin cuidado alguno fue devorando el cuello del otro, sorprendiendo al otro y dando un grito por la sorpresa y tratando aunque inútilmente el quitárselo de encima. Ya con creciente necesidad, Stephan se dispuso a entrar en el cuerpo del niño. Sin cuidado, bruscamente, arrancando la ropa de las zonas importantes. Maleficent gritaba aterrado sin entender el significado de aquello. ¿Por qué le hacía aquello?

Las lágrimas se derramaban de sus ojos mientras que sus gritos se ahogaban entre los gemidos, el dolor era intenso así como la humillación. Pronto, el rey había vaciado su simiente y salió con brusquedad, dejando solo y herido al hechicero.

Ansioso por si había funcionado aquello, consultó a las hadas que le aseguraron que había funcionado y con una sola vez. Stephan sonrió orgulloso y complacido. Dentro de poco tendría su heredero y qué mejor que con un hechicero y uno de considerable belleza. Era cierto que deseo con tanto ahínco a quien fue su amigo en el pasado y haber probado ese cuerpo una sola vez le bastó para saber que sus malsanos deseos estaban saciados.

Maleficent contra su voluntad, le brindó el heredero al rey, de su propio cuerpo, su carne y sangre, su propio hijo nacido de un acto vil. Deprimido, se llenó su corazón de rencor y miedo, soledad y desesperanza.

Nació una niña, a la cual nombraron Aurora. Hermosa como su “madre”, y con la elegancia real de su padre. Para disfrazar su naturaleza le hicieron rubia como a la reina. No tenía por desgracia, las cualidades mágicas de su “madre” biológica. Las hadas explicaron que la magia usada en el acto solo fue suficiente para crearla, más no para hacerla igual a su progenitor, o la incubadora usada.

El cuerpo de Maleficent, quedó destrozado, usado y desechado. Stephan le negó su libertad a fin de cuentas. Así permaneció por muchos años, hasta que por suerte y descuido de los guardias, logró escapar usando un disfraz. Llegó de nuevo a su castillo y con ayuda de su amigo cuervo logró ocultarse del mundo. Su humillación era enorme y se juró que haría pagar a todos por el dolor que le causaron.

***

Esta historia, es la real. Ahora se conoce al fin que todo cuanto se contó, fue solo un engaño. El inicio de todo mal, siempre se origina a causa de otro que corrompió algo bueno. Un hechicero que fue obligado a crecer en un mundo lleno de maldad, un hechicero al cual, el mundo mismo lo obligó a ser quien fue. Un hechicero que solo era un inocente más que fue corrompido por la maldad de otros.

Y ahora que se sabe la verdad… ¿Qué harán ahora? ¿Seguir creyendo la mentira? O… hacer algo al respecto con lo que ya se sabe.

 

Notas finales:

Si les sorprendió que fuera Uke, tengo mis razones para ello, y es que la verdad yo lo veo como el uke de la relación, no por su aspecto, que bien sé que en estereotipos el aspecto siempre lo aplican para determinar "Uke o Seme" pero en mi experiencia, generalmente el uke puede ser incluso alguien de aspecto no tan delicadito como comercialmente lo hacen, jejeje. Bueno, espero les haya gustado esta versión de Maleficent, pues sé que abundan fics de su gender bender, aunque en todos como el seme macho alfa, jajaja.


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