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Mitades por AbejaColt67

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, derechos del autor y blah blah blah...

¡Hola! soy nueva en esto asi que por favor no sean muy duros conmigo jaja

Esta idea se me ocurrio mientras vagaba por youtube y me aparecio una canción que logro inspirarme y no pude descansar hasta plantar esa idea escrita pues se me habia metido como un parasito que se negaba a salir. ¡Espero les guste!

(La canción que me inspiro se llama: Little Clown, Troubling Clown, no veo ni he visto Homestuck pero ame la canción)

Les prometo escenas subidas de tono para el siguiente capitulo!!:D

Espero les guste, se que este primer episodeo estuvo aguado pero es que me encuentro en epocas de examen y no pude poner toda mi consentración en ello.

9 años atrás

Castiel, siendo tan solo un niño, tan común como cualquier otro, con la alma más blanca y pura que solo un niño de siete años podría tener, no había nada en el mundo que le pudiera faltar gracias a la gran fortuna con la que contaba su familia. Pero esa fortuna tenía que tener un precio, un alto precio que desgraciadamente era Castiel el que tenía que pagar.

La avaricia de su abuelo hizo que hiciera no solo un trato con su alma, si no que otro más con el alma de su nieto como precio.

Castiel fue marcado desde antes de su nacimiento, sin poder tener la oportunidad de elegir su destino, él ya estaba marcado, y no había forma de cambiar eso.

Para cuando Castiel cumplió los ocho años su abuelo ya había sido devorado por los perros del infierno y su alma habría estado consumiéndose en lo más profundo del infierno pagando por su avaricia y sus pecados más profundos.

Este sería el día en que la dulce y alegre vida de Castiel cambiaria, el día en que conocería su mayor tormento que lo perseguirá el resto de su vida hasta el día de la recolección de su alma y sea enviada al infierno por algo que ni si quiera tenía conocimiento.

Ese día despertó como cualquier otro, como un sábado cualquiera, el sol brillaba colándose un ligero brillo por la ventana. Despertó sonriente sabiendo que hoy era el día de su cumpleaños número ocho. Al despertar noto una presencia en su habitación lo cual hizo que su sonrisa se borrara. Las sabanas le cubrían la parte de la cintura hacia abajo, se reincorporo en la cama quedando sentado. Observo su habitación que se encontraba en completo orden. Su escritorio con algunas hojas desparramadas sobre él y sus colores en orden en una porta lápices, su reloj daban las 9:07 a.m.

Sintió un escalofrió, miro hacia la ventana encontrándose abruptamente con un chico, de aparentemente de su misma edad, noto que su cabello era rubio, su ropa era completamente negra, no logro ver su rostro del todo bien, pero juraría que sus ojos no eran como los de él o cualquier otra persona, estos estaban completamente negros, también noto algo largo detrás de su zona baja que se movía elegantemente, su punta era triangular. Parecía ser una cola tan negra como la obsidiana.

Los ojos de Castiel denotaban miedo, un miedo que nunca antes había sentido, no sabía el por qué, solo sabía que le temía.

El aparente demonio miraba le miraba fijamente y sin parpadear. Dio un paso hacia la cama de Castiel quien se sobresaltó ante ese pequeño movimiento, lo cual le saco una sonrisa malévola que asusto aún más a Castiel.

Castiel quería hablar, preguntarle quien era, pero se había quedado paralizado del miedo, sentía como sus pequeñas manos sudaban y temblaban ligeramente, igual como cuando su maestra lo pasaba al frente para que leyera alguna lección, aunque ahora mismo eso se quedaba corto con el miedo que tenía a aquel ser. Pero el demonio desprendía un aire que hacía que su pecho se sintiera apretado, tenía ganas de gritar, salir corriendo. Pero no podía.

-Feliz cumpleaños Cas. Hoy empieza la diversión. -El tono era burlón.

- ¿Q-quién eres? -Dijo Castiel ganando algo de valor, pero su voz sonó temblorosa.

-Mi nombre es Deán. Y vamos a divertirnos mucho querido Cas…

Castiel le miro con los ojos abiertos como platos en una clara expresión de horror y terror. Dean nunca había visto tanto miedo en un rostro antes, y le agrado.

El alegre y adorable Castiel que todos solían conocer había desaparecido después de ese día. Ese Castiel parecía haber sido tragado por la tierra y sido reemplazado por un Castiel que solamente hablaba lo necesario, que vivía solo en su mundo, sin amigos, sin nadie a su alrededor que le ayudara o aconsejara. Sus padres lo llevaron con los especialistas más respetados de todos los Estados Unidos, pero nada funcionaba.

-Castiel Novak, Tienes un lindo nombre Castiel. -Había dicho una vez una de muchas psicólogas con la que había asistido, no recordaba su nombre.

Castiel Negó con la cabeza, sin querer hablar. Ya había hablado una vez sobre el demonio que tenía detrás de él y había terminado recorriendo todo el país en busca de psicólogos. Planeaba fingir que no pasaba nada. Que no había ningún demonio con ojo verdesaveces/Completamente negros

- ¿Oíste Cas?, Cree que tu nombre es adorable- Le susurro el demonio en su oído y pasándole por un breve momento su lengua por la oreja. -No seas mal educado Cas, respóndele a la señorita.

- ¿Sabes lo que significa ese nombre Castiel? -Dijo la psicóloga frente a ella llamando su atención. Pues la psicóloga al parecer había notado como la expresión de castiel se había vuelto temblorosa mientras miraba hacia ningún lugar en especial. -Es el nombre de un Ángel, un Ángel del Señor que pudo contra miles de demonios con tan solo su espada, significa valentía, Castiel era el ángel más valeroso y leal de todos, y ofreció su alma para la salvación de nuestra raza, el creía en nosotros, creía que éramos la mayor creación del Señor. Eres especial Castiel. Nunca lo olvides.

Ella sería la única persona que le habría tratado amablemente, como a una persona normal.

-Ahora-

Al despertar no noto ninguna presencia a mi alrededor. Solamente yo.

Eso suele pasar, no muy a menudo, pero cuando sucede soy la persona más feliz en todo este enorme mundo sin sentido. A veces me pregunto cómo sería ser una persona normal, alguien sin un demonio sobre tu espalda la mayor parte del tiempo. Envidio a todas esas personas.

Me incorporo en mi cama aun algo somnoliento, debería prepararme para ir a la escuela, pero solamente necesito un minuto más para saborear este momento de tranquilidad emocional.

Hay veces en las que desaparece por días, incluso una vez cuando niño llego a desaparecer por un mes, me ilusione pensando que estaba curado y que no lo volvería a ver. Pero volvió. Siempre vuelve.

Nunca le he preguntado por qué, de hecho, nunca le hablo con la esperanza de que se canse y desaparezca, pero no sucede, ya tengo 17 años y parece que nunca se cansara.

Suelto un suspiro, no sé si es de tranquilidad o pesadez, pero lo suelto sintiendo un ligero cosquilleo de tranquilidad.

Me arreglo para ir a la escuela, me pongo un suéter holgado de color azul celeste y unos simples jeans, nada extravagante ni nada que llame la atención. Entre más invisible sea es mejor.

Salgo por la elegante puerta de color madera clara de mi habitación y bajo por las escaleras sosteniéndome por la fría varilla color plata brillante hasta llegar a la planta baja hacia la cocina encontrándome con mi padre quien se encuentra exhorto leyendo su periódico con una tasa de café al lado.  No presta atención cuando llego.

-Buenos días. -Le saludo.

Tarda unos segundos en contestar.

-Veo que hoy estas de buen humor hijo. Eso me alegra. -Responde sin quitar la vista de su periódico y tomando un poco de su café.

-Sí, bueno… -Me interrumpe una de las empleadas de la casa quien me traía unos huevos con Bacon. -Gracias Laura. -Le sonrió a la vieja empleada que a trabajado aquí desde que tengo uso de razón. No contesta, nunca ha sido muy expresiva, a decir verdad.

Comienza a sonar el patrón de un mismo sonido de un teléfono, mi padre reacciona al instante dejando su periódico a un lado y sacando su teléfono de su elegante traje hecho a la medida.

- ¿Hola?... Si… Si, si… No creo que sea inconveniente… Llegaré enseguida -Cuelga el teléfono para un segundo después tomar de un solo trago el restante de su café. -Nos vemos Castiel, que tengas un buen día en la escuela. -Dijo caminando hacia la puerta y revolviéndole el pelo al pasar a un lado suyo, desapareciendo segundos después sintiendo aún el eco de la puerta cerrándose.

Siempre era así. Sus padres viviendo siempre ocupados con su trabajo o en viajes a Brasil o Europa.

Termino a tiempo record su almuerzo y salió disparado hacia la parada de autobuses, sabia podría irse a la escuela con algún chofer de la casa, pero prefería tomar el autobús como una persona normal.

..--..

Al llegar a la escuela ya la mayoría paseaba por los pasillos conversando o en las aulas esperando a que la clase empezase. Se dirigió a su casillero a buscar los cuadernos de su próxima clase cuando el timbre comenzó a sonar.

Castiel caminaba con sus manos escondidas en sus bolsillos con los hombros encogidos tratando de llamar la menor atención posible.

Al llegar a su casillero ya la mayoría habían entrado a sus clases. Intento abrir su casillero, pero sus manos se sentían algo torpes lo cual le llevo un poco más de lo normal poder abrirlo. Cundo lo abrió sintió una presencia al lado suyo, pensando que se trataría de Dean intento ignorarlo.

Normalmente Dean cuando se presenta hace algún ruido, o saluda de una manera no muy educada, pero en este caso a Castiel le extraño que este no hiciera ningún sonido.

Castiel sintiéndose extrañado se volteo esperando encontrarse con la característica mirada burlona de Dean, pero en cambio se encontró con tres tipos del equipo de basquetbol, por lo que eran bastante altos con enormes músculos.

- ¿Puedo ayudarles? -Pregunto Castiel sacando lo más rápido posible sus cuadernos y cerrando el casillero causando un ruido sordo, ya que lo cerro accidentalmente con demasiada fuerza pareciendo así que les estaba planteando cara. Aunque no era así. Castiel se reprendió mentalmente por eso.

El tipo más grande fue el primero en hablar. Tenía el cabello negro peinado hacia arriba, era algo robusto lo cual lo hacía parecer alguien rudo y fuerte, sus ojos eran casi negros e inexpresivos.

-Verás, tengo la sensación de que nos podrás ayudar de muchas formas Castiel. Empezando por nuestras tareas de filosofía y geometría.

-No olvides las de ecología -Dijo uno que se encontraba más atrás y se veía algo más bajito que el que parecía ser el líder.

-Sí, también la de ecología.

-Yo no tengo por qué hacerles ninguna tarea. -Dijo con voz firme intentando confrontarlos.

Tiempo atrás Castiel descubrió que una forma de alejarse de Dean era el dolor, por lo que comenzó a asistir constantemente al gimnasio, por lo que era más fuerte de lo que parecía ser.

-Oh, si tienes y lo harás. -Dijo acercándose peligrosamente a él agachando un poco la cabeza para hacerle frente intentando intimidarlo. Castiel retrocedió quedando contra los casilleros mientras abrazaba fuertemente sus libretas intentando ocultar su nerviosismo.

-Dije que no. -Castiel sabía que lo golpearían, pero no le importaba. A decir verdad, Castiel no recordaba haber estado en una situación así, aun siendo el más raro de toda la escuela nunca lo había molestado por alguna extraña razón. Pero algún día tendría que pasar.

-Hay que darle una paliza para que aprenda Dylan. -Dijo una el mismo que había dicho algo sobre ecología.

-Estoy de acuerdo con él. -Dijo el otro.

-Pues que así sea. Te dimos una oportunidad Castiel, y la desaprovechaste -Hizo un ademan con la mano -Que conste que es tu culpa.

De un instante a otro sintió manos en todas partes propinándole fuertes golpes, intento defenderse esquivando algunos, incluso logro darles algunos golpes, pero eran tres contra uno, asi que no duro mucho su defensa. Lograron derribarlo al suelo y ya no eran golpes lo que le daban si no patadas.

Entonces cuando ya había sentido que había perdido la esperanza y se había rendido solamente esperando a quedar inconsciente o que se cansasen apareció.

Ese maldito demonio apareció una vez más. Ni si quiera el dolor hacia que desapareciera lo cual era raro.

Logro verlo detrás de uno de los que le estaba dando patadas. La mirada del demonio no era amigable, ni si quiera a él le había dado esa mirada que les estaba dando a los tipos que le estaban golpeando.

Dean estaba cruzado de brazos mirando la escena, sus músculos se veían tensos. Entonces hizo un chasquido. No supo muy bien Castiel que paso, pero algo cambio, no supo que hasta que los tipos que lo golpeaban se dieron cuenta de su presencia.

Dean esta vez sonrió malignamente que le hizo sentir escalofríos. Los tipos al verlo se les pusieron los pelos de punta, ya no estaban golpeándolo si no mirando amenazadoramente a Dean.

- ¿Qué mierdas vez? -Pregunto el que parecía ser Dylan con furia.

-Solo pensaba en lo nenitas que son. -Castiel no podía creer que Dean, el Dean demonio quien siempre le había estado persiguiendo, el que pensaba que solamente existía en su cabeza, ahora mismo estaba hablando con alguien que no era el, que estaba hablando con personas reales, a menos que esas personas reales resultan ser no reales, pero la teoría parecía ser poco probable.

- ¿Disculpa qué? ¿Escuche que nos dijiste nenitas?

-Eso es lo que dije.

-Más te vale que te disculpes con nosotros o quedaras como este fracasado.

-¿A quién le has dicho fracasado? -Dean parecía más furioso que antes si eso podía ser posible.

-A este inútil bueno para nada que se encuentra tirado detrás de nosotros, ¿Qué es que estas ciego?

-Parece que el que realmente quedará ciego será otro. -Su voz sonaba tranquila, incluso casual, como si simplemente estuvieran hablando del clima, pero Castiel sabía que esa calma no podía significar nada más que problemas, y no se equivocó. Un segundo después de silencio los tres chicos se abalanzaron en contra de Dean quien los esquivo sin problemas. Había golpes por todas partes, Dean se movía de un lado a otro como si danzara, uno se lanzó contra él pero Dean logro esquivarlo haciendo que toda su fuerza se fuese contra su compañero cayendo ambos en el suelo, el que quedaba a penas se estaba reincorporando. -Será mejor que se vallan sanguijuelas.

Los dos que estaban en el suelo se reincorporaron a una velocidad que Castiel nunca antes había visto y los tres salieron corriendo dejando a Castiel solo en el pasillo con el demonio.

Se formó un silencio tenso mientras Castiel intentaba asimilaba todo lo ocurrido.

-Eres real. -Concluyó

-Sí, sí, de nada por salvar tus pelotas. ¿Y qué pensabas? ¿Qué era de algodón y franela? Claro que soy real idiota. -Sus palabras eran molestas, aunque su tono era más bien del tipo juguetón que se utilizaría con algún amigo de hace muchos años. Ellos no eran para nada amigos.

Entonces Castiel transformo toda su incredulidad en ira, dándose cuenta que en todo este tiempo los demás pudieron no verlo como un loco con enfermedades psicológicas que lo veían como un desequilibrado mental, que nunca nada de lo que pasaba era su culpa.

Miro fijamente a Dean con la mejor mirada de ira que en su vida había usado, Dean se dio cuenta y le intercambio por una sonrisa.

- ¡Tu, maldito desgraciado! -Se abalanzó contra el tomándolo por su camisa e incrustándolo en contra de uno de los casilleros causando un sonido sordo por el golpe. - ¡Todo este tiempo!

Castiel lo miro furiosamente esperando a que dijese algo, algo que le explicara el por qué, pero este no dejaba de sonreírle como si nada.

-Oye oye, tranquilo, que con un chasquido puedo causarte un derrame cerebral instantáneo.

-Pero no lo harás, de haberme querido muero lo habrías hecho hace años. -Lo miro entrecerrando los ojos.

-Esta posición es bastante caliente ¿Sabes? -Sus alientos chocaban y sus rostros se encontraban a unos escasos centímetros. Se encontraban tan cerca que sus cuerpos casi se podrían tocar.

Castiel alzo su mano izquierda y le dio un fuerte puñetazo en la mandíbula, pero muy lejos de hacerle daño sintió como si le hubiese golpeado al concreto de cemento. Se alejó de él manoteando su mano izquierda con un ligero quejido de dolor y después agarrándosela con su otra mano que no había salido dañada.

El demonio se acarició un poco la mejilla evaluando la fuerza del golpe. Su mejilla parecía no haber recibido ningún rasguño.

-No estuvo mal. ¿Te hiciste daño? -Castiel solo lo miro con odio -Déjame ver -Tomo su mano entre las suyas, Castiel intento negarse, pero Dean lo tomo con demasiada fuerza, cuando menos acordó Dean con un simple toque le quito todo el dolor. -Listo. De nada otra vez. -Castiel se alejó de el bruscamente. Ya ni si quiera le había sorprendido ese acto de magia.

-Debo ir a clases.

-Te acompaño. No queremos que se te vuelvan a aparecer otros brabucones por ahí y yo no este cerca para rescatarte ¿Verdad?

-No importa si estoy en peligro, de todos modos, siempre vas a estar detrás de mí -Castiel recogió sus libros y se fue en dirección a su primer clase a la cual ya iba tarde.

-En eso tienes la razón Cas, siempre estaré atrás tuyo, te guste o no.

 

.-.-.

Castiel al llegar a clase se sentó en el único lugar que se encontraba disponible ya que había llegado tarde y solo faltaba el por llegar, dio gracias por ser de los mejores estudiantes y no ser regañado por su profesor de filosofía. No se sorprendió cuando vio a Dean quien se encontraba justo al lado de la profesora y que nadie más se diera cuenta de su presencia, al parecer se había vuelto incorpóreo una vez más y solo él podía verlo.

Intento poner atención en la clase, pero no podía dejar de pensar en la gran revelación de hace apenas unos minutos. Dean todo este tiempo había sido real, todo el tiempo en el que pensaba que todo era producto de su imaginación, que tenía alguna enfermedad mental, todas esas veces en las que tuvo que pretender que no había ningún demonio detrás suyo para que sus padres no tuvieran que seguirlo medicando. Todo lo que paso.

Aunque de cierta manera eso no cambia mucho las cosas. Pero de todas maneras es una enorme revelación.

Miro hacia Dean quien se encontraba recargado contra la pared mirando distraídamente el trasero de su profesora quien llevaba puesta una falda un poco por debajo de las rodillas ajustándose a sus largas piernas. Apretó con furia su plumón apretando los dientes.

Dándose por vencido decidió que no podía servir de nada enojarse en este momento, ya tendría tiempo de plantearle la cara, de todos modos, era cierto lo que dijo, el siempre esaria detrás suyo, siempre.

Castiel el resto de la clase presto atención sobre los filósofos más importantes de todos los tiempos participando de cuando en cuando la maestra le hacía alguna que otra pregunta sobre el tema.

Una vez acabada la clase la maestra le pidió que se quedara unos minutos, espero a que todos abandonaran la clase para empezar a hablar. Obviamente Dean también se quedó.

-Ya ligaste Cas. -Dean ya se había tardado con sus comentarios molestos. Lo ignoro hábilmente como siempre lo había hecho en todos esos años.

-Castiel -Le llamo la suave voz de la maestra, debía admitir que era bastante guapa, a penas tenia los 25 años, su cabello era largo y castaño, tenía ligeras y suaves ondulaciones, sus ojos eran color avellano y su piel era casi tan blanca como la crema. -Te note hoy en la clase algo distraído, ¿Te encuentras bien?

-Si, por supuesto. Simplemente me siento algo presionado por la escuela, es todo. -Hizo el ademan de irse, pero la profesora volvió a detenerlo poniendo esta vez una mano sobre su hombro.

-Recuerda que puedes contar conmigo para lo que sea. ¿Te cuento un secreto? -Acerco sus carnosos labios a su oído y susurro con voz sensual. -Tu eres uno de mis favoritos.

Dean miraba con los ojos abiertos de par en par expectante a las abiertas sugerencias de la atractiva profesora. Se aclaró la garganta sacando a Castiel del shock.

-G-Gracias, debería irme.

Castiel huyó despavorido del aula con su rostro enrojecido hasta las orejas caminando apresuradamente hasta su casillero. Con las manos sudorosas y torpes intento abrir el casillero, pero por más que lo intento no lo lograba. Aun sentía el aliento de la profesora contra su cuello y el dulce aroma de su perfume y con una erección creciendo en sus pantalones, pero ¿A quién no le pasaría eso con las claras intenciones y sugerencias de una profesora así de atractiva? Intento calmarse concentrándose en abrir esa estúpida cerradura.

-Yo lo hago. -Con un chasquido Dean logro abrir sin problemas el candado de su casillero. -Oye Cas, de verdad debiste aprovechar esa oportunidad para dejar de ser este deprimente virgen. -Dean lo miraba con su atractiva sonrisa recargado contra el casillero y con los brazos cruzados de forma casual. Castiel enrojeció aún más si es que eso era posible.

-No digas eso. Es mi maestra, y lo de que soy… -Castiel murmuraba con la cabeza gacha para que no lo vieran como un loco hablándole al aire.

-Y vaya maestra… No seas tímido Cas, he observado cada una de tus acciones y se de antemano que eres tan virgen como un sacerdote, nunca te has si quiera mans… -Castiel lo cayo con una mirada amenazante.

-Vete a la mierda. -Castiel saco sus libros para la siguiente clase y el resto del día lo ignoro prefiriendo mejor no dirigirle la palabra para nada.

-.-.-.-

Saliendo de la escuela Castiel decidió irse a la biblioteca para trabajar en un proyecto que tenía que entregar el próximo jueves. El trabajo debería ser en equipos de cinco personas, pero Castiel siempre prefería hacer solo, pues tenía muchas propuestas para entrar en equipos pero cuando se juntaba de todas formas él era el que siempre terminaba haciéndolo todo, así que ahora siempre lo hacía solo.

Se encontraba sentado en la enorme y solitaria biblioteca de la ciudad, no había nadie más excepto que la señora encargada con unos enormes anteojos.

El rato paso mientras Castiel ponía todo su esfuerzo en concentrarse en su lectura intentando ignorar todos los movimientos de Dean, quien de cuando en cuando se movía de un lado a otro, mirando los titulares de los libros, y moviendo sus manos contra la mesa en la que Castiel se encontraba leyendo, podía escuchar el ritmo de respiración de Dean y eso lo desconcentraba un poco.

Dean ahora se encontraba sentado en una silla con sus piernas recargadas sobre la mesa con un aspecto despreocupado.

Castiel no pudo aguantar más y cerro su libro para dirigirle toda su atención a ese demonio quien le regresaba su intensa mirada. Así duraron unos momentos hasta que Castiel decidió a hablarle.

- ¿Por qué?

-Esa pregunta no es muy concreta, ¿Me podrías especificar un poco más de que es de lo que hablas?

-El porqué de todo, ¿Por qué me sigues a todas partes? Tampoco es como si pareciera tu pasatiempo favorito, dudo que lo hagas por placer.

Dean se tensó al instante y bajo sus piernas de la mesa para después recargar sus codos contra la mesa acercándose y acercando un poco más de lo necesario su rostro y el suyo mientras lo miraba intensamente como si pudiera leer hasta el más profundo de sus secretos, como si le traspasara el alma.

-Estoy aquí para protegerte. -Había algo en sus ojos, no sabía si era tristeza, preocupación, miedo, o quizá las tres, pero lo oculto rápidamente cambiando su expresión tomando con curiosidad el libro que tenía en frente suyo y escondiendo su rostro detrás de él comentando algo acerca de la falta de imagenes.


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