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Suspiros a media noche. por Ter_Killer

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Notas del capitulo: Bueno, este es el primer lemon yaoi que escribo. No sean muy malos conmigo =////=

"Suspiros a media noche"

 

 

 

Intentaba dormir. Ya era la cuarta vez que se acomodaba en la cama, con los ojos cerrados, buscando una postura más cómoda, pero nada. Parecía que el sueño que hacía rato me había abandonado no tenía ganas de volver a mi lecho y llevarme al reino de Morfeo.

En algún lugar de la habitación un reloj daba la hora con un pitido. Las doce de la noche.

Sentí correr una fría brisa que acarició mi piel y me provocó un escalofrío, pero no le di importancia. Sólo corrientes de aire que a veces había en la casa.

Aún con los ojos cerrados me arropé un poco más con las sábanas, un acto reflejo provocado por aquella brisa, cuando noté una presencia junto a mí.

Todavía adormilado abrí los ojos lentamente y alcé el rostro para ver mi habitación. Al hacerlo dejé escapar una exclamación de sorpresa y tensé mi cuerpo al percatarme de que frente a mi cama había la oscura figura de alguien, pero pronto volví a relajarme. Aún a oscuras y con la poca visibilidad que me daba la luz de las farolas de la calle que entraba por la ventana, reconocía a aquella figura alta y masculina, aquella espalda ancha y aquellos brazos fuertes y protectores, pero sobretodo reconocía aquella suave fragancia a vainilla que tanto me gustaba.

Era él. Alexis. Mi Alexis.

Me incorporé un poco más en la cama, mirando a mi amor sorprendido por hallarlo en mi habitación a aquellas horas. No comprendía como había conseguido entrar a la residencia de estudiantes por la noche sin que nadie lo notara.

- ¿Cómo...?.- pero no pude continuar. Sentí como uno de sus largos dedos se posaba en mis labios, acallando mis preguntas, para luego acariciar su contorno con dulzura mientras acercaba su rostro al mío, sustituyendo al fin aquella caricia por el suave toque de sus labios.

Me besó con pasión y dulzura, como tantas otras veces, acariciando mi cuello con sus manos, mordisqueándome los labios de vez en cuando, enrojeciéndolos más con aquella acción.

Yo acariciaba su ancha espalda con una mano mientras enterraba la otra entre su sedoso pelo azabache. Me encantaba su pelo negro como la noche, largo hasta los hombros y cortado de forma escalonada, me gustaba enredar mis dedos con sus cabellos y sentirlos hacerme cosquillas cuando me besaba.

Cuando me quise dar cuenta volvía a estar recostado en mi cama con el cuerpo de Alexis cubriendo el mío. Sentí su lengua húmeda delinear mis labios y abrí los míos gustoso, dejándole explorar mi boca con aquella pasión que me desbordaba y me dominaba. Dejándome amar por aquel hombre al que quería con toda mi alma y al que me entregaba sin reservas.

Uno y más besos fueron iniciados, solo separándonos por la falta de aire y lo justo para recobrar el aliento y volver a comenzar otro beso más.

Sentí como sus labios abandonaban los míos para dirigirse raudos hasta mi cuello, depositando suaves besos en la sensible piel, dando pequeños mordiscos de vez en cuando, arrancando de mi garganta gemidos de placer.

- Mmm...A...Alexis.- no pude evitar gemir cuando noté sus frías manos acariciando mis caderas, para luego ir ascendiendo por los costados, levantando la camiseta que cubría mi torso y dejando visible mi piel que ardía por sus toques. Me retorcí de placer al sentir como su lengua jugaba en mi ombligo, para luego esparcir besos y lamidas en mi pecho, quitándome por fin la camiseta, dejando ver como pecho subía y bajaba al ritmo de mi acelerada respiración.

Arqueé la espalda al sentir aquella lengua juguetona recorrer el contorno de uno de mis pezones, succionando y mordiendo, dejándolo erecto con aquellos toques, para luego dar el mismo trato a su gemelo.

Alcé la mano hasta su rostro y lo atraje hacia mí, reclamando aquellos labios que tanto placer me estaban dando. Llevé mis manos hasta su pecho, desabrochando como podía los botones de su camisa, gimiendo de frustración cuando alguno se me resistía más de la cuenta, arrancando con ello pequeñas risas de mí amante. Cuando por fin logré deshacerme de la molesta prenda dejé escapar un suspiro de satisfacción, recorriendo con la yema de mis dedos el amplio pecho, adorando con mi toque al hombre que yacía junto a mí.

Volvimos a reclamar los labios del otro, devorándonos en cada beso. Las manos volaban acariciando la piel expuesta, quitando la ropa que aún nos cubría y que ya empezaba a estorbar.

- Ahh!- gemí al sentir las expertas manos de Alexis acariciar con maestría mi cuerpo desnudo. Sentí sus grandes manos acariciar mis muslos, separándolos y dejé que mi amante se acomodara entre mis piernas, mientras acariciaba su espalda y besaba el lóbulo de su oreja, queriendo sentir su cuerpo lo más cerca del mío.

- Te amo.- le susurré al oído.

Sentí como sonreía contra la piel de mi cuello para luego ascender y de nuevo tomar posesión de mis labios. Su lengua invadió mi boca, incitando a la mía a seguir su juego. Pero ese juego poco duró.

Arqueé la espalda mordiendo fuertemente mis labios para acallar un grito mezcla de dolor y placer cuando Alexis empezó a entrar en mí. Sentí como me besaba y me prodigaba caricias, tranquilizándome, esperando hasta que me acostumbrara a la invasión. Abrí los ojos y vi su rostro pegado al mío, prodigándome besos, tan cerca que compartíamos el aliento del otro. Besé sus labios con ternura mientras rodeaba su cintura con mis piernas, dándole a entender que ya podía continuar.

Apoyó sus manos en mis caderas mientras retiraba su miembro de mi interior para luego volver a penetrarme, con un ritmo lento, pausado, dejando que me acostumbrara al roce, queriendo eliminar todo rastro de dolor por pequeño que fuera.

Poco a poco empecé a dejar escapar gemidos de placer, aflojando la fuerza con la que me aferraba a la espalda de mi amante, moviendo mis caderas en cada embestida para hacerlas más profundas.

Volvimos a perdernos el uno en los labios del otro mientras las embestidas se hacían cada vez más rápidas y profundas.

- Kirian.

No pude evitar gemir de placer cuando oí mi nombre susurrado por aquellos labios que tanto amaba y que dejaban escapar suaves jadeos en mi oreja. El ritmo fue aumentando en intensidad. Las embestidas de mi amante las sentía cada vez más fuertes y profundas y yo ya no podía evitar que sonoros gemidos escaparan de mi garganta y llenaran mi habitación.

Una de las manos de Alexis abandonó mi cintura para atender a mi miembro, acariciándolo con el mismo ritmo con el que me embestía, causando que placenteros estremecimientos recorrieran mi cuerpo, haciéndome sollozar de placer y agarrarme fuertemente a las sabanas.

La culminación de ambos estaba próxima, y no podíamos evitar besarnos con desesperación mientras aquella danza erótica adquiría un ritmo frenético al que ya no se podía poner control.

- ¡Ah! Alexis.- con un último grito de placer derramé mi esencia en la mano de mi amante, mientras sentía como Alexis dejaba su semilla en mi interior en una última y profunda embestida que me dejó temblando.

Sentí caer a mi novio sobre mi pecho y lo abracé fuertemente, intentando como el normalizar mi respiración, saboreando las sensaciones de aquel placentero orgasmo.

- Te amo.- un suave murmullo dicho en mi oreja. Dos simples palabras que me hicieron besar a aquel hombre con amor y pasión, correspondiendo a sus sentimientos.

- Yo también te amo, siempre Alexis.- dije entre besos. Volví a estremecerme cuando lo sentí salir de mi interior para tumbarse junto a mí en la cama y abrazarme protectoramente, atrayéndome hacia su pecho. Me acomodé contra su cuerpo como si fuera un cachorrito en busca de calor, aspirando aquel aroma a vainilla, sintiendo los latidos de mi pareja y las suaves caricias que repartía en mi pelo castaño.

Lo último que vi antes de cerrar mis ojos dorados fue la expresión de ternura y amor de mi novio, mientras me susurraba que descansara.

 

 

El insistente sonido de mi móvil me despertó. Con desgana miré el reloj y vi que no eran más que las tres de la madrugada. Iba a coger el teléfono cuando me percaté de que Alexis no estaba. Me resultó muy raro no encontrarlo junto a mí, cuando él normalmente exprimía hasta el último minuto el tiempo que pasaba a mi lado. Podría haber seguido dando vueltas al asunto pero el móvil requería mi atención.

- Si, ¿diga? - contesté con desgana y algo fastidiado por llamarme a semejantes horas. La voz al otro lado del teléfono hablaba temblorosa y entrecortada, y a cada palabra yo me quedaba más blanco, incapaz de decir nada.

Alexis, su hermana me estaba diciendo que había tenido un accidente mientras se dirigía hacia casa, que un coche se le había cruzado en medio y no lo había podido esquivar. Los médicos habían hecho lo posible por salvarlo, pero había muerto poco antes de las doce.

- No...no e...es posible...no.- sollozos empezaban a escapar de mis labios, incapaz de seguir hablando, mientras lágrimas empezaban a caer por mis mejillas.

Dejé caer el teléfono abatido mientras mis rodillas dejaban de poder sostenerme y caía yo también al suelo. No podía ser, era imposible. Hacía escasamente tres horas había visto a Alexis. Él había estado ahí. Habíamos hecho el amor. Mi pareja no podía estar muerta.

Las palabras "poco antes de las doce" resonaron en mi mente. Alexis había entrado en mi habitación a las doce de la noche, sigiloso como un fantasma.

Me quedé sin aliento al comprender. Alexis había ido junto a mí para despedirse, para darme una última noche, para estar conmigo una última vez.

Redoblé mis sollozos mientras un sentimiento de odio crecía en mi interior. Si, odio. Odiaba a Alexis por no decirme que esa sería la última vez que le vería, la última noche que estaría con él.

Lo odié por no advertirme para que grabara a fuego cada una de las caricias que me daba. Para que saboreara todos y cada uno de los besos que me había dado. Para que guardara con todo lujo de detalles y como si se tratara del mayor tesoro aquella última vez que me había hecho el amor.

Lo odié por dejarme solo, aquí, aún amándolo con más intensidad si es que era posible, sólo hasta que llegara el dulce momento en el que ambos nos pudiéramos volver a reunir. Amándolo solo a él, y esperando con impaciencia el día en el que volviéramos a estar juntos y ya nada pudiera separarnos.

 


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