Capitulo I: IMPERIO
Otro verano finalizaba y Harry Potter estaba preparándose para irse de Privet Divet, número 4. En realidad, Harry había quedado con sus amigos para ir en busca de Lord Voldemord el año pasado, antes de irse de Hogwarts, pero no pensaba esperarlos allí sentado. Es más, había recibido una carta con indicaciones de donde buscar e iría. Aún que sabía que era peligroso. Aún que podría ser que fuera lo último que hiciese, iría. Y por eso, por el peligro de la “aventura”, Harry no quería involucrar ni a Ron, ni a Hermione.
Volvió a leer la carta para asegurarse de que iría donde tenía que ir, ya que se aproximaba a estar redactada en clave.
Estúpido Potter:
No se ni para que te escribo. Siento lo de Dumbledore. Yo no quería… Hubiera matado a toda mi familia (incluyéndome), si Snape no hubiese venido… Bueno, ódiame si quieres. Me da igual.
Siento tener que sufrir esta humillación escribiéndote, pero me gustaría que me sacaras de aquí (con vida).
Me encuentro en nuestro lugar favorito, donde ambos cometimos ilegalidades y donde nos pillamos mutuamente con las manos en la masa (o por lo menos sus intenciones, Potter). Me acompañan personas que reciben de ti el mismo “amor” que recibo yo.
PD: Suerte, Potter, la necesitarás.
¿Atentamente?,
Draco Malfoy.
Harry al principio no sabía a que lugar se refería Malfoy. Intentó buscar cosas en común entre ellos y para su sorpresa encontró bastantes, entre otras que ambos disfrutaban de su estancia en Hogwarts, que los dos habían utilizado la sala de los menesteres y que Malfoy lo pilló in fraganti; mientras que él, por desgracia, sólo descubrió las intenciones de su enemigo declarado.
Pero había más temas en ese trozo de pergamino que daban en que pensar a Harry. Malfoy se estaba justificando, intentaba explicar lo sucedido con Dumbledore… ¿Le pedía perdón? Era indescifrable. Pero eso sí, aún que el joven Malfoy afirmara que le daba igual recibir perdón que no recibirlo, Harry sabía que no era así.
Harry pasó varios días aún en Privet Drive después de recibir esa carta, leyéndola repetidas veces y sorprendiéndose cada vez más con su contenido. Se parecían tanto… En un par de ocasiones se intentó imaginar que hubiese hecho él en el lugar de Malfoy; hubiese dado su vida por Dumbledore, pero la de sus padres… Paró de pensar por un momento: él no tenía padres, Voldemord se lo arrebató, nunca colaboraría con él, fuese cual fuese el precio. Pero entonces el difunto Sirius pasó por su cabeza. Él era su familia, el único padre que había conocido. Pensó en Ron, en Hermione, en Ginny, en Cedric… y en todos esos a los que quería. En realidad sí tenía familia, y aún que Dumbledore también formaba parte de esta, Harry (como todo el mundo, pensó), prefería perder a un ser querido, que perderlos a todos (incluyéndose).
En el fondo podía entender a Malfoy, incluso perdonarlo… pero no lo hizo.
* * *
Harry se encontraba ya delante de la puerta de la sala de los menesteres, sin saber muy bien que decir para encontrar a Malfoy, igual que un año atrás. Empezó a pasearse por delante y deseó:
“Quiero encontrar al estúpido de Malfoy”, nada.
“Necesito entrar en la sala donde se encuentra Draco Malfoy”, nada de nuevo.
Harry siguió intentándolo sin éxito.
Pasaron los minutos, y las horas. Harry llevaba casi dos horas allí tirado pensando en Malfoy y releyendo su carta. Se le ocurrió que para que Malfoy le pidiera ayuda a él, lo debía de estar pasando muy mal. Quizá fuese una trampa, pues Malfoy le odiaba y él odiaba a Malfoy…
[Nos odiamos, ¿verdad? Aún que odiar es un poco fuerte… quizás solamente sea asco o algo así. No lo se. Me acuerdo de cuando lo vi llorando en el lavabo de chicas y luego casi lo mato. O cuando, en segundo, sospechamos de que era él quien habría la cámara de los secretos, o en primero, cuando nos castigaron y tuvimos que ir al Bosque Prohibido… En realidad yo no le odio. Sólo es un sentimiento de rivalidad muy fuerte… Aún que después de que Dumbledore muriera… Él siempre me decía que todo el mundo puede equivocarse, y que cuando más difícil es la elección en la que te equivocas, mayor es el error…, y elegir entre asesinar a tu familia… Pobre Draco, me da algo de pena… ¿Què? ¿Draco?... Bueno, es su nombre, ¿no? A Ron nunca le he llamado Weasley, ni a Hermine; Greanger, ni a Fred y George; Weas---]
-Ahhhh! – un grito. Harry levantó su mirada del suelo y apareció una puerta en la pared que de pronto se abrió. La puerta de la sala de los menesteres, ¡por fin! De ella salió un muy asustado Draco Malfoy, mal herido. Le sangraba el labio y su brazo derecho estaba colgando, como muerto: inmóvil. Draco lloraba a cantaros y también gritaba. Estaba más que claro que tenía mucho miedo… El chico siguió andando en dirección contraria a la puerta y directa a Harry, de espaldas, hasta que tropezó con él y cayó encima suyo, quedando Harry apoyado en la pared, sentado con las piernas abiertas (como estaba), y Draco sentado entre las piernas de Harry. Draco lo miró - ¡Potter! -, lo seguía mirando. Los ojos grises y los verdes chocaban, y se batían en un duelo de miradas. Hizo una mueca de dolor, seguramente por el golpe de la caída -. ¿Potter? -, su expresión cambió, parecía sorprendido -. ¿Qué haces aquí? -, ahora miedo en su mirada.
-¿Qué? ¡Tu me lo pediste!
-¡Vete! -. Se levantó como pudo y empezó a dirigirse de nuevo a la sala de los menesteres.
-¡Draco! -. Harry lo había cogido del brazo, y se encontraba ahora también de pie. El joven Potter llevaba dos horas allí esperando y ahora no se iba a ir sin él, ¿por qué? Los ojos de Draco no eran los mismos de siempre; se veían débiles, muy débiles, faltos de protección.
-¡He dicho que te vayas! ¡Confía en mi, Potter!
-¡IMPERIO!
- Ahhhh… -. El grito que Draco soltó fue débil.
Lord Voldemord, el que Harry vio volver, el que mató (aun que indirectamente) a su padrino, ese “ser” estaba allí, mirándolos tranquilamente, vestido con una larga capa negra. Draco empezó a hablar, pero Harry no le oía. Estaba concentrado en demostrar todo su odio contra Voldemord en esa mirada.
-… ¿no, Potter? Creo que sería lo más interesante -, finalizó. Harry lo miró: todas sus heridas habían desaparecido, y el nuevo brillo de sus ojos también.
-Perdón, ¿qué? – Salió de sus pensamientos, y cayo en la cuenta de que Draco estaba bajo la maldición “imperio”, y que Voldemord se había perdido detrás de la puerta, aún que no sin antes decir:
-Sufre, Potter. Protégelo, ámalo y luego comprende que él no te ama, que sólo hace lo que yo le ordeno. Hasta pronto… -, y con la voz más gélida que antes, sentenció -: Potter.
Draco empezó ha hablar de nuevo, respondiendo a la pregunta de Harry y, sin dar tiempo a este a reflexionar sobre las palabras que “el-que-no-debe-ser-nombrado” acababa de rebelarle.
-Decía, que ya que es verano y el colegio esta vacío, podríamos ir a investigar sus lugares más oscuros, para los actos más oscuros, ¿no, Potter? – Harry sintió un cosquilleo en su barriga. De nuevo la mirada de Draco era otra, ahora seductora. Hablaba muy lentamente y casi en un susurro, aún que realmente sonaba muy sensual. Malfoy rompió de nuevo el silencio -. Venga Potter, ¿de verdad crees que no lo se? Los malos son malos, no tontos -. Harry por fin reaccionó como es debido. Draco Malfoy le parecía ahora un hermoso ángel caído del cielo y seducido por la oscuridad.
-Pareces seguro.
-Lo estoy -. Draco le miraba fijamente a los ojos y Harry se derrita ante él.
-Bueno, a ver. ¿Y de que estas tan seguro, Malfoy?
-Ya veo. Antes me llamaste “Draco”, ¿prefieres “Malfoy”, Potter? – Hubo un corto silencio, el cual Harry aprovechó para ponerse muy tenso -. Potter, de verdad, lo sé. Sé que si ahora me acerco a ti, te susurro algo al oido y te beso, ¿de verdad crees que no se que me corresponderías encantado? -. Harry se puso más tenso aún. Empezó a andar hacía atrás, asta que chocó contra la pared donde anteriormente estaba apoyado. No sabía muy bien porque pero no contestó. No negó lo que Draco acababa de decirle, es más, volvía a pensar en él como en “Draco”. Lo miró bien. Nunca antes había mirado a Draco con los mismos ojos que lo hacía en esos instantes.
Ahora se hundía en sus grises ojos, navegaba en sus húmedos labios, se reflejaba en su cuidado pelo rubio; ahora Draco era un hombre realmente bello.
Harry siguió gozando a placer con la belleza de su rival hasta que este mismo prosiguió con su habla:
-¿Quieres que lo comprobemos, Potter? – Draco le miró pícaramente.
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