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Héroes Miserables por Oveja Psicodelica

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Notas del capitulo: Nacido del deseo de hacer un Au fantástico con personajes sexys (?) y rudos y muchas grimmcosas
Ser prisionero de guerra significaba cosas buenas, como también cosas malas. Cuando te preparabas para pelear en una guerra como un simple soldado, ni siquiera en calidad de caballero lo que significaría pelear por tu honor, sólo puedes esperar morir como un perro sin que nadie, ni siquiera la gente de tu país por quienes diste la vida, recuerden tu nombre. Y está la otra opción, sobrevivir y volver a casa, tal vez no como un héroe; eso siempre está reservado para personas... De apellido más vistoso, pero lo cierto es que te ahorras la muerte, y hay qu ser sinceros, no importa cuan miserable es la vida, uno siempre desea vivirla. Pero bien, existe otra opción: Convertirse en prisionero de guerra. Ciertamente para Ichigo y de seguro para todo soldado, la menos atractiva.
Nunca sabías cómo ibas a terminar. Si el país contra el que perdías se trataba de aquellos que basaban su prosperidad colocando como cimientos lo que recogían como botín de guerra , probablemente te volverías un esclavo. Si, en cambio, hablamos de aquellos países más salvajes, donde el dinero y riquezas no significan la gran cosa, lo más seguro es que tu cabeza acabaría ensartada en alguna estaca fuera de la choza de un temido jefe; aunque no deseara admitirlo, esta era una de las opciones por las que más se inclinaba Ichigo. Entendible, tomando en cuenta en qué consistía la tercera opción.
Es natural que los países tengan conflictos a lo largo de cualquier continente, como también es normal que se formen un montón de alianzas. Pero lo cierto es que en todos estos milenios, ninguna alianza ha unido más a las naciones que el miedo. En un mundo donde existen más cosas que te harían daño, que cosas que te harían bien, es natural vivir con temor.
El continente Alma no era la excepción. Se dice que incluso desde los antiguos tiempos en que todos los escasos hombres se unían bajo un mismo estandarte, antes de que los dioses y demonios incentivaran a los hombres ancestrales a dividirse. Incluso desde esos tiempos milenarios, los hombres habían temido a un mismo terror, un enemigo natural, por no denominarlo depredador: Los habitantes del continente vecino, que sería conocido por los antiguos como Hueco Mundo, nombre acuñado por los escasos exploradores que habían podido surcar los mares en dirección al maldito lugar y habían logrado volver con vida. No existen registros de ninguno que haya podido penetrar en el corazón de Hueco Mundo, la mayoría sólo había logrado llegar a tierra firme y se había visto obligado a volver debido al ataque de los llamados "huecos" los habitantes del continente maldito. Todos quienes tenían la suerte de regresar, describían lo mismo "interminable desierto blanco, sin nada más que el mismo vacío".
Es debido a esto, que mientras mas se avanza hacia al sur del continente Alma, más escasa es la población. Al llegar a la frontera, ya es casi imposible encontrar rastro de vida humana. Aunque no totalmente imposible. Justo unos kilómetros antes de llegar a la frontera, se alza una fortaleza, el hogar de los héroes miserables. La Sociedad de Almas. La tercera opción de un prisionero de guerra. La más temida. Quienes se unen a la Sociedad de Almas nunca lo hacen por voluntad propia, todos los que viven entre las murallas de la fortaleza son criminales condenados a muerte, exiliados, esclavos, prisioneros de guerra.
Se trata de una especie de ejército defensivo que se encarga de exterminar a los invasores del continente vecino, o al menos intentarlo. En este grupo no existe distinción, quién ingresa a la sociedad de almas, pierde su nacionalidad y pasa a ser una herramienta de la humanidad entera.
Las naciones se encargan de proveer periódicamente y de manera totalmente voluntaria a la fortaleza de nuevo personal. Cada nación tiene su propio método, y lo cierto es que no importa de qué clase sea mientras se encargue de enviar nueva gente constantemente, pues de cada 10 personas que llegan a la Sociedad de Almas, cerca de 4 regresan de la primera expedición, y el número decrece dramáticamente en las siguientes. Quien logra vivir en la fortaleza por más de un año, ya es considerado un héroe miserable.
Explicado esto, podemos comprender por qué Ichigo prefería ver su cabeza empalada en una estaca antes de ser enviado a la frontera. Pero como la historia de Alma tiene a ser trágica con sus héroes, no sería otro lugar el destinado para nuestro protagonista.
Karakura había perdido, su ejército había sido reducido en la última batalla y su rey no tuvo otra alternativa más que rendirse cuando las tropas enemigas penetraron en el castillo, sin dejar siquiera oportunidad de sitio. Los soldados que sobrevivieron a la feroz y cruenta batalla, fueron tomados como prisioneros, Ichigo entre ellos. No supo qué sucedió luego con su pueblo y su gente, pues inmediatamente después de comunicada la redición incondicional de su rey, fueron llevados al campamento enemigo. Durante todo el camino Ichigo estuvo observando a sus compañeros, tenía la esperanza de que alguno de sus amigos hubiera sobrevivido. Deslizó su mirada por toda la caravana, llena de gente tan harapienta como él, cubiertas de heridas, sangre seca y mugre, todos con el animo por los suelos y con un semblante lúgubre en sus rostros. Entre las lamentables personas pudo divisar algo que llamó su atención, cabello naranja y largo, pechos enormes; no cabía duda, se trataba de Orihime. No pudo evitar sentir un gran alivio en su pecho. Se veía bien, dentro de lo que se podía estar bien, claro está. A su lado pudo notar a otra persona, y su alivió se vio intensificado, Renji, el bruto hijo de puta había sobrevivido, lo que le sorprendía ciertamente, la última vez que lo había visto fue cuando se vieron obligados a romper formación debido a un ataque inesperado del enemigo. Por primera vez en todo el día se alegró.
Claro que su felicidad no duraría demasiado.
-Tú - el hombre le apuntaba desinteresadamente con el dedo.
Cuando habían llegado al campamento, habían sido reunidos en una especie de corral vigilado por un par de guardias. A las horas después había aparecido un extraño hombre, de cabellos claros y expresión zorruna que comenzó a señalar gente -probablemente al azar- que era inmediatamente arrastrada fuera de la cerca y reintegrada a una nueva caravana. La verdad es que el hombre no era ningún desconocido, Gin Ichimaru. Un conocido Comandante de la Sociedad de Almas. Probablemente uno de los shinigamis -mote con el que eran popularmente conocidos los que vivían en la fortaleza- más hijos de puta de todo el mundo.
Y ese hombre se encontraba señalándolo. No podía negarse, no podía escapar. Maldición, ni siquiera podía mostrarse de acuerdo, simplemente rendirse ante la discordia de su mala suerte, su cochina suerte.
Un soldado lo agarró violentamente del hombro, obligándolo a salir del corral. Se sentía exactamente como debía sentirse un cordero cuando es elegido para convertirse en un festín de ricos.
Su pesadilla no hacía más que comenzar...
Notas finales: Qué les pareció?

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