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After Party por CrawlingFiction

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Notas del fanfic:

Los personajes se pertenecen a ellos mismos y sólo tomo sus aspectos y características para crear ficción de dudosa calidad(?).

Notas del capitulo:

¡Hola! Crawlingfiction hace comeback luego de casi tres años sin escribir.


 


Sin mayores pretensiones presento esta historia sobre una pareja que muchos adoran pero no hay NADA de material sobre ellos en español. A excepción de la preciosa historia llamada Ten Years Later, la cual además de cambiarme la vida y motivarme a volver a escribir, me incitó a mover el culo y ofrecer este humilde GongBin/ChanBin para llenar Internet de algo de ellos. Saludos a la autora de esa historia, mi nueva ídola¿?.


 


¡Espero les guste! Aclaro que esto es una PARODIA sobre cómo sería la relación entre ambos grupos: VIXX y B1A4. No pretendo insultar a los integrantes de ambas bandas, sólo exagero y pretendo generar situaciones cómicas.


 


Espero les guste y disfruten esta historia (que será de cuatr capítulos ya listos). 


 


Bueno, a rockear el body! (?)

After Party

Capítulo 1: El hyung rapero.

••••••

—Hyung… ¡Hyung! ¿Me estás prestando atención? —. Preguntó exasperado GongChan, sacando al castaño de mejillas regordetas de su hipnótico sándwich. Sí, había recurrido a sobornar a Sandeul con comida con tal de tener a alguien dispuesto a escuchar la retahíla que ya su familia, amigos cercanos, miembros, e incluso sus mascotas sabían de memoria: Que estaba enamorado irremediable de su mejor amigo.

—GongChan…no te voy a mentir—. Dijo en tono serio cruzando los brazos sobre la mesa. Tras segundos de expectación inclinó a tomar de nuevo su emparedado, seducido por esa mayonesa que escurría provocativa por las orillas de la lechuga... GongChan bufó y le zarandeó, harto de que hasta un Club House fuese más interesante que su frustración amorosa.

—Ya, basta. Hyung, esto es importante para mí—. Reclamó el pelinegro, reclinándose contra la silla de la cafetería. —Me gusta desde que Ravi me lo presentó, y desde que nos cruzamos en el programa de radio no puedo sacármelo de la cabeza—. Confesó pegando la frente contra la mesa, frustrado. —En algún momento lo soltaré y no me hablará más—. Estimó pesimista, maldiciendo para sus adentros escucharse a sí mismo peor que una adolescente desvariando por su platónico.

—Díselo—. Aconsejó práctico, parando de masticar sólo para sorber más de su gaseosa.

—¡¿Estás loco o la mostaza se te subió a la cabeza!? —. Exclamó horrorizado.

—A ver, a ver. ¿Qué fue lo que te enamoró de él? —. Preguntó apoyando el codo a la mesa y de ahí su mejilla a la mano.

—Su forma de ser…es tan tranquila, serena, comprensiva…—. Murmuró incorporándose en la silla, mirando cabizbajo hacia el vaso de refresco, concentrado en las burbujas de gas en el fondo. — También lo sencillo y divertido que es…

—Ya, ya, para, que ya me gasté las servilletas para tener que limpiar tu baba—. Dijo agitando las manos de lado a lado. —Pues, ya lo dijiste. Es comprensivo; eres su mejor amigo. Él lo va a entender.

—¿Lo crees?

—Vamos, cachorro tonto. Si no echa a patadas a las sasaeng que hurgan en su basura, ¿No te va a entender a ti? —. Convenció encogiendo de hombros.

—¿Cuándo podría hacerlo? ­—. Preguntó, llevando una mano a rascar su mejilla, pensativo, con la idea dando vueltas una y otra vez en su cabeza. Era una medida arriesgada, pero ya ese año de amistad con su corazón pensando de otra manera, le volvía loco.

—Mañana en la noche habrá una fiesta. Busca un momento a solas y habla con él. Un poco de alcohol facilitará las cosas—. Aconsejó con seriedad, como si el torpe regordete de B1A4 fuese todo un casanova—. Y…que sea pronto, sino terminarás tú también espiándole por la ventana—. Puntualizó mirando de reojo el teléfono celular del menor puesto sobre la mesa, ese mismo donde le había mostrado minutos atrás más de cincuenta fotos que le había tomado al visual de VIXX a escondidas.

 

••••••

 

El reloj del microondas marcaba las diez de la noche del día siguiente, el tiempo transcurrió muy rápido para un nervioso maknae, quien miraba a su closet indeciso, sin saber que vestir para la fiesta privada a la que tanto VIXX como su grupo asistirían, junto a otros más, festejando el aniversario de una reconocida empresa de entretenimiento.

—Channie, ¡apúrate que en veinte pasan a recogernos! —. Ordenó el mandón de su líder dando un ligero golpe a su puerta al cruzar el pasillo. El pelinegro bufó y hurgó en su armario. “¿Cuál era el color favorito de Choco?”, intentó recordar, frunciendo el ceño, “el azul, ¿no? Quizás si me pongo esa camisa azul HongBin se fijará en mi…” ¡Oh vamos! Un golpe resonó contra la puerta del armario con GongChan cubriéndose la cara con ambas palmas. ¡Esto si era ridículo! No sería la única persona vestida de azul, ¿Qué le pasaba? El chico frustrado cogió lo primero decente que vio en el perchero y se cambió, avergonzado de sí mismo y sus pensamientos descabellados. Por suerte nadie más podía leerlos.

—¡Vaya, vaya! —. Escuchó una exclamación al salir de su encierro, acomodando indeciso sus cabellos con la mano. —¡Pero qué porte! No sabía que hoy irás de cacería—. Bromeó Baro, sentado en el sofá con el celular, apartando su mirada de la pantalla para silbar burlón a su menor de pie en la sala de estar.

—No seas idiota, SunWoo…—. Musitó con las orejas encendidas.

—¡Vamos, vamos! La van ya está abajo-. Llamó JinYoung recorriendo el pasillo apagando las luces de los cuartos con un diligente CNU siguiéndole detrás. Obediente Sandeul se levantó del sofá y abrió la puerta, encabezando la salida en tropel del quinteto.

—Hey, pequeño cachorro—. Siseó Baro jalando de la muñeca de GongChan, llevando la mano del maknae a chocarla con la de él. El pelinegro abrió los ojos sorprendido, sintiendo la textura de un envoltorio cuadrado dentro su palma. —No me engañas. Lo vas a necesitar—. Dijo cómplice con un guiño al ojo yendo rápidamente en un trote a los demás que entraban al ascensor.

GongChan sonrojado miraba a su mano, sin poder creerlo. Escuchó un llamado histérico de JinYoung, por lo que tragó grueso y guardó el condón en su bolsillo, corriendo a alcanzarlos.

 

••••••

 

La música retumbaba estridente en el interior del enorme salón de fiestas de dos pisos, ambos rentados del elegante edificio para dar cabida a tantas celebridades, como actores, ídolos, cantantes, raperos y artistas. El evento principal hacía horas que había culminado, aquel soso y lleno de cámaras por todas partes, esta fiesta privada era una escapada para poder dejar las fachadas una noche y divertirse sin temor de que periodistas estropeasen el ambiente descontrolado y festivo, que subía como la espuma hora con hora. Los chicos se dispersaron entre saludos, choques de palmas, tragos y reuniones aleatorias con sus amigos de distintos grupos.

“Un poco de alcohol facilitará las cosas”, rezó GongChan, quien ya llevaba dos vasos de vodka al organismo, armándose de valor en acercarse al castaño que a tres metros de distancia le hacía animadas señas para que llegara hacia él. Era HongBin, y a ojos del pelinegro, lucía radiante como siempre, estaba en una mesa apartada de la pista junto a su grupo, quienes con unas sillas de más sumaron a amigos y platicaban y bebían a carcajadas. “Ellos sí parecen ser unidos…”, pensó el maknae con una sonrisa melancólica yendo a unirse con el grupo. Entre bromas, charlas entre pequeños grupos dentro la misma mesa y chismorreos fue alternándose los integrantes de la misma, sea por escapadas a bailar o para ir un momento a hablar con otras personas. Era conocida la popularidad de VIXX entre los demás grupos, de dónde se guardaban amigos en cada uno.

—Eh, ChanSikkie, con prudencia. Que en el apartamento no tenemos camas extra para dejarte ahí—. Bromeó con una carcajada HongBin palmeando la espalda de su mejor amigo. GongChan suspiró nervioso, ya era su tercer trago, y HongBin iba por el cuarto y estaba igual de lúcido. Era muy bueno bebiendo. ¿Y ahora qué?, pensó frustrado. “Un poco de alcohol facilitará las cosas” recordó, pero HongBin no cedía. La situación no iba como deseaba, no esperaba que la resistencia de HongBin al alcohol y su montón de amigos que le llevaban de un lado a otro impidieran sus planes románticos. En un momento, sin darse cuenta, quedó solo junto a Hyuk quién enviaba mensajes desde su celular antes de regresar a la pista de baile. GongChan dejó el trago y fue hasta el baño. Ya había perdido la cuenta de cuánto había bebido HongBin, incitándolo a no detenerse a espera que un poco de embriaguez le diese la fuerza moral para decirle lo que sentía. Pero simplemente, no resultaba.

Abrió la puerta e intentó ignorar que dentro de los cubículos de los inodoros había varios dos pares de piernas dentro y se dirigió al lavabo, salpicando su cara con agua fresca. —Un poco de alcohol facilitará las cosas…un poco de alcohol facilitará las cosas…—. Recitaba cuán mantra, para golpear el grifo en un arranque de frustración. —¡El maldito bebe más que un camionero, joder! ¡¿Cómo mierda voy a facilitar las cosas!? —. Exclamó peinando sus cabellos hacia atrás.

—¡Hey!, mira a quién tenemos por aquí... ¿No me recuerdas, ChanSik? —. Llamó efusivo desde el urinario un hombre alto y corpulento que por sus fachas lucía como un rapero de temer—. No me des la mano, que acabo de mear—. Dijo con una fuerte risotada caminando al lado del chico, para lavar sus manos. —Joder, esta fiesta se está volviendo una locura. Que incómodo mear con gente follando en los inodoros, pero, ¿qué se hace, hermano? No me voy a romper la polla sólo para que otro la meta. ¡No me jodas! Aunque mear con una erección es doloroso…Si—. Relataba el hombre mirándose en el espejo. GongChan dudó si salir corriendo o mantenerse estático, con esa sonrisa forzada. En efecto, le había conocido en otra fiesta a la que había ido con CNU, pero no le recordaba hasta ese momento. Como un niño, ShinWoo le aconsejó que fuese prudente sobre a quienes hablarle, y mucho más siendo un ídolo vulnerable a que cualquiera se aprovechase de su aparente ingenuidad. —¿Qué pasa, niño perro? ¿No has meado nunca con una erección? —. Preguntó el hombre sacando de su sudadera pesada y lujosa un cigarrillo, encendiéndolo con un yesquero con forma de pistola para dar una calada. Relamió sus labios y disfrutó del humo que se inundaba su interior en éxtasis. GongChan rio y encogió de hombros, haciendo reír más fuerte al hombre que pintarrajeado a tatuajes y cubierto de falso oro lucía como un criminal.

—En las mañanas al despertar, hyung—. Comentó casual.

—¿Sólo en las mañanas? Tan inocente eres, crío—. Musitó palmeando la mejilla del más bajo, quién se limitó a sonreír como había aprendido al ser idol; sonreír encantador, aunque por dentro estuviera cagándose encima del miedo. —Eso explicaría porque te escuché gritar sobre que necesitabas algo más fuerte que el alcohol… ¿Me equivoco por donde voy o no, niño? —. Inquirió acercándose al chico, acorralándolo contra el lavamanos al apoyar una mano sobre esta, encerrando al pelinegro. —Sabes que soy un hombre muy generoso…la buena vida en América te abre la mente, te cambia la visión. Sólo piensas en ayudar al prójimo, cómo Jesús, ¿Me entiendes, niño? —. Hablaba el rapero llevando el cigarro a sus labios otra vez.

—Sí, hyung—. Sus piernas temblaban. Sabía que debería darle la vuelta al asunto para que el hombre le dejase en paz y no terminar con el culo roto en ese baño apestoso a tabaco y orina. —No se equivoca, en realidad; quiero embriagar a alguien para ayudarme en hablar con él…¡con ella! con ella—. Corrigió rápidamente, ante la mirada intrigada del hombre, que más que un violador, parecía ahora un hyung preocupado por su dongsaeng.

—Que método más ruin, pequeño. Parece que si tienes algo de sangre en esas venas—. Bromeó golpeando a GongChan al hombro, riendo encantado. —Entiendo, entiendo. A veces decir las cosas a la cara acojona, ¿No crees? Pero venga, crío, vas de suerte porque tu hyung tiene la solución para que te lleves a esa gatita a la cama—. Dijo con una amplia sonrisa, dando un suave toque a su mentón con los nudillos.

—¿En serio? Oh, hyung…usted es el mejor—. Murmuró dubitativo, viendo como apagaba su cigarro contra la porcelana del lavamanos, y se apartaba para hurgar dentro los bolsillos de su abrigo lo que parecía una cajetilla de medicamentos.

—Una de estas a su trago y estará dócil como una conejita—. Explicó rompiendo el dispensador para dejarle en la palma un par de pequeñas pastillas blancas. —Los caballeros a veces necesitan de magia para acceder a la chica… es eso, magia—. Guiñó ampliando la sonrisa reluciente por un par de coronas de oro en su dentadura.

—Hyung, ¿qué es esto? ¿Son…? ¿Son drogas…? —. GongChan tenía los ojos abiertos como platos y la piel pálida como el mismo porcelanato del lavabo del cual se aferraba asustado. —¡No voy a drogarle! —. Exclamó pegando la mano empuñada al pecho del hombre, rechazando las pastillas. El aludido sólo carcajeó divertido.

—¿Me viste cara de narcotraficante? —. Bromeó empujando al menor contra la pared chocando contra esta conteniendo un exhalo espantado. —Es una inofensiva pastilla para el dolor. Es lo suficientemente efectiva para robar la atención de tu presa, pero lo suficientemente delicada para tenerla despierta, para que disfrute…sólo, un poco más…mansa—. Explicó al acercarse al menor, susurrando a su oído. —¿No la vas a querer, mocoso? —. GongChan turnó la mirada a la nada y a su palma extendida, con el par de diminutas grageas invitándole a ser tomadas.

—La llevo…hyung. Muchas gracias—. Dijo apretando la mano en puño. El hombre sólo se limitó a sonreír y palmear con fuerza su hombro.

—Me enorgulleces, muchacho.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! Actualizaré la semana próxima o un poquito después. Espero los pocos o muchos que lean la historia se les haga amena.

 

He aquí donde empieza el drama de nuestro enamorado y tonto Gongchan, ¿serás capaz de conquistar el corazón del frijol o terminará con el culo roto? ¿usará el condón o no? /chanchanchanchannnn.

 

Nos vemos y muchas gracias.


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