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Entre el cielo y el Infierno por Yoru Eiri

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Notas del capitulo:

perdonen mis retrasos en otros fics, pero no puedo dejar Sukisyo!!! aunque ya tengo dos más jeje. Y, esperen al lemon, denme tiempo, no mas de un mes, prometo!

  Que tan cierto es: en verdad el cielo y el infierno existen?
 Dos universos totalmente diferentes y distantes, criaturas que ni siquiera podrían mezclarse; cómo un ser tan puro como un ángel podría estar a lado de un demonio? Pregunta insensata que no tiene nada de sentido para alguien humano, que aún vive y sigue de pie en la madre Tierra.
 El cielo y el infierno, con normas diferentes, y formas de vida diferentes.
 El mal y el bien no existen en un universo como ese; Dios y el mismo diablo, amigos y enemigos en un campo de batalla que no existe en absoluto. Una idea, idea de un simple mortal; un invento: la maldad y la bondad. Realmente no existen en un universo donde todo es armonía.
 Es tan solo un mito, para poder mantener el equilibrio, los demonios y los ángeles, que jamás podrán mezclarse, podrían acaso enamorarse?
-Conoces las normas del cielo- mencionó un arcángel muy conocido.
 Gabriel hacía muy pocas apariciones, esta vez apareció para regañar a uno de los pequeños ángeles; Sunao, pupilo de Ran.
-Te han dicho miles de millones de veces que no debes de ir a aquél lugar- insistió Gabriel con voz severa.
 El pequeño ángel solo bajó la cabeza.
-Sabes lo que puede ser de ti si sigues juntándote demasiado con ese demonio- Gabriel suspiró, entonces miró a Ran- tu pupilo no te hace caso, has perdido autoridad?
-No señor- Ran bajó la cabeza.
 Gabriel se cansó, se dio la media vuelta y se fue del lugar; realmente solo aparecía cuando se trataba de imponer orden.
 Ran se quedó con Sunao en aquel lugar; solo cielo, nubes por todos lados, una blanca y cegadora claridad. Ese era el cielo, un lugar tranquilo en el que no te preocupabas por nada, solo paz y tranquilidad, nada íntimo ni acelerado como lo que sucedía en el infierno.
 Un lugar donde a veces resultaba muy aburrido estar, solo ver luz, a veces hacía falta un poco de sombra para poder pensar.
-Me avergüenza mucho que venga especialmente a regañarte- le dijo Ran a Sunao.
-No es mi culpa que Sora sea el único que quiera jugar conmigo- Sunao se cruzó de brazos.
 Aún era un niño pequeño, tenía la apariencia de un niñito de ocho años, cuando en realidad llegaría a vivir más de una eternidad si Dios se lo permitía.
-¡Sora es un demonio! ¿Que acaso no entiendes el peligro de lo que puede pasar?
 Ran tenía la apariencia de un muchacho de diecisiete años, aunque ya tenía más de doscientos. Era un reglamento, que a los doscientos, tenía que acoger a un pupilo para enseñar las cosas buenas en el cielo.
-Pero Sora me quiere y juega conmigo- Sunao seguía haciendo berrinche.
 Los dos ángeles eran muy parecidos entre si, pelo largo, ojos angelicales, mejillas sonrosadas y labios seductores; todo un ángel! Alas blancas, espléndidas en todo su figura y una aureola que difícilmente se notaba.
-¿Y a qué juegan tu y él? Es algo con lo que no juegas con los demás ángeles- esperó la respuesta.
-Pues jugamos...- pensó un momento- a nada que te importe- mencionó al fin, pensó que decir la verdad no era apropiado.
-Niño...- suspiró- no importa, solo no vuelvas a jugar con él, de acuerdo?
-Si- dijo el niño con una sonrisa... cruzando los dedos por detrás.
 Majestuosa autoridad entre los arcángeles, desastrosa autoridad en ángeles. Se necesitaban muchas agallas para llegar a ser un arcángel, y eso era lo que Ran quería llegar a ser, pero si no podía controlar a Sunao, jamás lograría su sueño.
 Un sueño largo a su parecer... caminó hacía las afueras del cielo; después de la puerta dorada que protege San Pedro.
 Era una costumbre, reunirse cada veinte años, los ángeles y los demonios. Convivían por un rato sin peleas mientras Dios y el diablo tenían sus disputas sobre los mortales del milenio y a veces jugaban damas chinas.
 Los ángeles esperaban ansiosos la llegada de aquel día, pues sabían que Yoru, que era un demonio, iría. Era un muchacho muy apuesto en realidad, quebraba los corazones de todas las angelitas del cielo. Pero su objetivo principal siempre había sido un ángel en especial...
-Es genial no crees?- preguntó a Ran una angelita.
-No, no lo es Katy- respondió de mala gana.
-Por que no? Si es hoy cuando veré a Yoru nuevamente- suspiró- aunque tengo a mi ángel aquí- recordó a su compañero Yahir.
 Ran sentía miedo cada vez que recordaba la fecha, sabía que él era el objetivo de Yoru; recordaba las tantas veces que había tratado de conquistarlo.
-Solo me echaré un taco de ojo- mencionó Katy muy contenta- te espero en el lugar de reunión.
 Le sonrió y se alejó, tenía que llegar temprano si quería ver a Yoru en la fila principal.
 Todos se alistaban, estaban fuera en el lugar de reunión, esperando a los demonios.
-Será tu turno recibirlos- anunció Miguel- Ran, tu recibirás a los demonios...
-Yo! ¿Por qué yo?- se asustó al pensar en Yoru, su lengua infernal...
-Porque si- dijo Miguel y se retiró.
 Todos se acercaron a Ran.
-¡Que suerte tienes!- exclamó Katy.
-¡Quisiera ser tu!- gritó Karen.
-¡Que bien!- dijo Charo- una razón más para que Yoru te este chingando todo el día- puso una mano en su hombro.
-¿Qué significa eso?- Ran se preocupó aún más.
-El que recibe a los demonios tiene que estar con el más perrón todo el día, o sea Yoru; Te va a estar chingando todo el día- rió frenéticamente.
 Así era Charo, siempre con sus comentarios alocados llenos de gracia, la pura verdad en tu cara.
 Sunao sonrió ante la idea de estar con Yoru todo el día, si bien era sabido que el pupilo de Yoru era el pequeño Sora, la misma edad de Sunao. Yoru era el preferido del diablo, siempre lo elegía para que hiciera todo el trabajo difícil.
-Oh, vamos, hace veinte años le tocó a Alma- rió Karen- y ella ni siquiera lo peló.
-No, por eso Yoru se la pasó echándole ojitos a Ran- se burló Charo.
-Es tan romántico- suspiró Katy.
 En ese momento llegó Alma y le puso una mano en el hombro a Ran.
-Te deseo suerte- dijo con una sonrisa- nada más no pierdas tu virginidad, porque ya sabes lo que pasaría.
 Ran tragó saliva; cuando un ángel lo hacía con un demonio se convertía en uno; y él estaba seguro de que no quería ser un demonio. A muchas ya les había pasado eso, y ahora eran unas pirujas en el infierno.
-Como lo que le pasó a Fernanda y Ana- recordó Katy- ahora son unas zorras!
 Pero dejemos de hablar de zorras, pensemos en los planes del pequeño Sunao; estaba muy feliz y ya sabia lo que haría para escabullirse.
-No me asusten!- gritó Ran- ¡déjenme en paz!
-Como quieras, pero el que se va a chingar eres tu- Charo se dio la media vuelta y volvió a su posición.
 Las demás la siguieron dejando a Ran solo, atrás esperando a los demonios con Sunao a un lado.
-Tengo miedo- le dijo a su pupilo- no quiero ni imaginar lo que me hará Yoru.
-No te preocupes- le dijo Sunao- no te pasará nada si no te dejas acariciar por él...- pensó por un momento y lo miró de nuevo, estaba temblando de pies a cabeza.
-Tu crees que todo va a salir bien?
...
 No pasaron más de cinco minutos en lo que fuera la Tierra, cuando los demonios hicieron su aparición...
 A diferencia de los ángeles, ellos tenían unas lindas alas negras como de murciélagos, una larga cola puntiaguda al final, cuernos encima de sus cabezas y unos pequeños colmillos por donde pasaban sus lenguas a cada momento. Iban vestidos de negro, como siempre, pantalones negros y un chaleco de cuero negro.
 Los ángeles simplemente usaban sus batas blancas...
 Y allí iba él, Yoru, el tremendo muchacho de ojos extraños (uno azul y otro amarillo) Iba guiando a todos los demás; caminaba firmemente a lado de su pupilo, el pequeño demonio Sora. No levantó la vista, bien sabía que era un objeto codiciado por todas y todos; se preguntó quien sería el que lo recibiría este año, y cuando alzó su mirada y vio al hermoso Ran esperándolo, se lleno de una alegría inmensa.
-Hola- dijo simplemente al pararse frente a Ran, quien temblaba ante la idea de hablar.
 Yoru se pasó la lengua por los colmillos y miró a Ran de pies a cabeza.
-No cambias en nada- le tomó una mano y plantó un beso- siempre tan hermoso- sonrió.
-Ahhh!!!- se escucharon los gritos angelicales de las angelitas- por ti, si me hacía demonio!!
 Ran no tuvo el valor de responder, ni siquiera de moverse; estaba incómodo pero no podía quejarse. Dios había sido muy claro en su petición, quería que todo saliera bien ese día y Ran debía ponerlos cómodos a todos los demonios, lo más cómodo posible.
-Bueno- Yoru miró a su alrededor.
 El mismo paraíso, demonios por todos lados esperando que Ran los dejara entrar para poder platicar.
-Me vas a dejar entrar?- preguntó el demonio.
-Yo...- Ran bajó la mirada, se armó de valor y finalmente lo dijo- Bienvenidos al paraíso, espero que su estancia sea lo más cómoda posible.
 Yoru sonrió ante esa idea, se acercó a Ran y lo agarró por la cintura.
-De eso puedes estar seguro.
 Todos rieron; las puertas se abrieron y los demonios pudieron entrar. Había de todo por todos lados, hombres, mujeres; demonios y ángeles.
 Yoru se tomo el descaro de estar con Ran en todo momento, no lo soltó para nada.
-¿Puedo ir a jugar?- preguntó Sora.
-Si, claro- Yoru sabía que los niños pequeños, por lo general se aburrían y se iban a jugar; el problema con Sora es que solo jugaba con Sunao.
 Sora se complació por la respuesta y tomó a Sunao de la mano.
-Vamos a jugar- le sonrió.
 El pequeño Sunao se sonrojó y lo siguió; pronto desaparecieron de la vista de los adultos, lo que puso histérico a Ran.
-Es peligroso que anden juntos- le dijo a Yoru.
-No lo creo- lo miró juguetonamente- creo que es más peligroso que tu y yo estemos juntos.
 Ran se sonrojó de nuevo, siempre le pasaba cuando estaba con él; llegaba a imaginar cosas malas cada vez que lo veía sonreír.
 Yoru por otra parte se divertía mucho, tenía a su querido ángel para torturarlo sexualmente de todas las maneras que pudiera querer. Lo cierto era que siempre le había tenido ganas a Ran, desde que lo conocía, pero  nunca se había dado la oportunidad de hacerle algo “lindo”.
-Y dime Ran- Estaban sentados a la sombra de uno de los más grandes árboles; estaban tan peligrosamente cercas....- ¿Cómo te ha ido?
-¿A qué viene esa pregunta?- sentía como Yoru acariciaba sus mejillas.
-Bueno, hace veinte años que no te veo, y hace como mil que no platico contigo...
-Ya déjame...-le susurró cuando sintió que bajaba sus manos.
-Que aguafiestas eres- sonrió- porque no fajamos?
 ¿Cómo se atrevía a decir algo como eso? Y así de fácil! Claro que Ran negó con la cabeza, pero Yoru no se detuvo en lo que hacía. Pasó una de sus manos por sus blancas piernas.
-¿Me extrañaste?- le preguntó al momento que se acercaba para besar sus labios.
-¡Dios sálvame!- pensó Ran.
 Justo cuando iban a besarse, una sombra los cubrió.
-Oh Yoru, no deberías hacer eso- dijo la sombra.
 Yoru se fastidio, justo cuando iba a cumplir su cometido alguien lo interrumpía. Miró la mujer que hacía la sombra, Fernanda.
-¿Qué quieres adefesio?
-No me digas así mi vida, sabes que soy la única para ti- Fernanda se acurruco entre sus brazos (donde antes estaba Ran)
 Ran se quedó mirando la escena desde otro punto de vista:
a) esa diabla le estaba salvando la vida
b) estaba arruinando el momento más candente que había tenido con Yoru.
 Claro que usted eligió la “b” entonces puede seguir leyendo!
 Ran se sintió celoso, no pudo saber porque, pero lo sintió. No quería a Yoru, pero le hacía sentir bien que se le insinuara tanto.
-Ran- Fernanda lo sacó de sus pensamientos- aléjate de mi novio.
-No soy tu novio- Yoru la empujó a un lado- además ya te he dicho que no me gustan las facilotas. Me gustan más...- abrazó a Ran nuevamente- difíciles.
 Ran se volvió a sentir algo incómodo por la mirada de su antigua compañera.
-Pero yo me convertí en demonio por ti- Fernanda fingió un lloriqueo.
-Claro que no- susurró Ran- fue por que te entregaste a Macario.
-El que recoge la basura en el infierno- terminó Yoru.
 La chica no supo como defenderse.
-Bueno, vengo a decirte que ya nos vamos.
-¿¡Tan rápido!?- Yoru se puso de pie de inmediato.
-Si, parece que el partido de damas chinas terminó y don Satanás ya se quiere ir.
 Dicho esto, la chica se retiró. Yoru se quedó estático por un momento, miró a Ran y se acercó lo más que pudo (ya estando los dos de pie) lo tomó por la cintura y le planto un beso en el cuello...
-Yoru...- Ran se puso colorado al sentir su lengua, sus colmillos rozando con su piel.
 Se dejó querer por unos instantes, hasta que Yoru se separó.
-Ojala te toque de nuevo- le dijo Yoru- recibirme en veinte años.
-Pero...- Ran se tocó el cuello, había una marca.
-Adiós- le guiñó un ojo y se fue caminado por el mismo camino por donde Fernanda había desaparecido.
 El pequeño Sora se unió a él, dejando a Sunao y a Ran parados debajo del árbol.
-Es hora de irnos- mencionó Ran tomando a Sunao de la mano.
 Caminaron de regreso al cielo...

 


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