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Oscuridad por electroyusei

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Notas del fanfic:

Bueno... Sólo una cosa para aclarar, todo esto se me ocurrió al terminar de ver el capítulo 123 de Yu-Gi-Oh! Arc V, así que... bueno, cualquier cosa que pase después puede o no ser tomada en cuenta, esto es un AU, así que si hay algo que no esté del todo acorde con la trama principal de dicho anime, tengan en cuenta que esta era mi teoría y mi interpretación personal del misterio de dicho anime. Sin más que agregar, que lo disfruten.

Sintió que había abierto los ojos. Sin embargo sólo era capaz de ver el negro profundo. Pero, ¿realmente estaba viendo o sintiendo algo con sus sentidos? No, no lo estaba. Parecía como si no tuviese peso ni cuerpo. No sentía nada. Era como si estuviera flotando en un rumbo sin fin. Las cosas no se sentían bien de ninguna manera. Un miedo empezó a posarse en su pecho. 



La inmensidad de la oscuridad lo carcomía. Estaba solo. Completamente solo. Como hace tres años, cuando nadie le ponía atención y todos lo molestaban. Cuando todo el mundo cambió su opinión sobre él de la noche a la mañana. Detestaba aquellos días. Detestaba a aquellas personas. Sintió como sus puños se cerraban con furia, rabia e impotencia. No le gustaba aquella situación, se le hacía muy injusto todo aquello. Sin embargo los soltó, no valía la pena, no, claro que no lo hacía. Tenía que ver hacia adelante sin importar si ellos recibían su merecido o no. Sin venganzas, sólo esperando que todos estuvieran bien al final. Son importar nada más.



Fue enorme su sorpresa al darse cuenta de que había tocado algo en la infinidad de aquel oscuro lugar. El piso. Había algo lo que se estaba sosteniendo. Bajó sus manos y lo sintió. Estaba frío y muy liso. No se parecía a ninguna superficie que alguna vez hubiera tocado. Ni siquiera la sentía como vidrio. Se quedó con las manos en el piso y gateó un poco con la esperanza de encontrar algo, alguna pared o lo que fuera.

 
Sentía un nudo en su garganta y su respiración entrecortada. Estaba asustado por todo lo que le estaba pasado. No entendía cómo había llegado hasta ese punto. Lo último que recordaba era el duelo de supervivencia contra Battle Beast y las palabras lejanas y distantes de Yuto; además de la fría mirada que le dirigía un ser desconocido. Pero poco más. Empezó a divagar entre sus pensamientos buscando algo que le pudiese dar pistas de que estaba pasando. Nada. Nada de nada. Suspiró de manera alargada y silenciosa. Todo se quedaba en nada. Pero no podía desistir. Había hecho una promesa de volver a Standard con Yuzu, y no pensaba en romperla.

 
Tenía que salir de allí y cumplirla.


Y entonces, una luz se alzaba por en medio de toda la oscuridad. Una luz esperanzadora y tranquilizante. Entonces alargó su mano con la clara intención de alcanzarla. Sin darse cuenta de todas aquellas ataduras y lazos negros e indefinidos que le soltaron y dejaron que hiciera lo que quería. Cuando la tocó, su vista se cegó por un instante. Cerró sus ojos en un acto reflejo.


Volvió a ver de nuevo. Ya podía ver más allá de su nariz. El paisaje había cambiado. No obstante, todo aquello era aún más confuso que lo anterior. Un fondo constituido de dos colores solamente, rosado y morado. También tenía algunos puntos blancos que se asemejaban a estrellas. Era muy confuso. No llegaba a comprender nada. 


Comenzó a caminar con la intención de comprender su entorno. Miraba todo con curiosidad y trataba de no perderse de nada. Sin embargo, no logró caminar demasiado. Unos metros después de haber comenzado en su camino, volvieron a aparecer destellos, pero esta vez eran rosados, y no estaban solos. Poco a poco más y más destellos flotantes se aparecían a su alrededor. En un momento dado todos empezaron a girar a su alrededor cada vez más y más rápido. Yuya empezó a transpirar. Las luces le hacían sentir una presión muy grande en su corazón. Le estaba atormentando. Se hizo un ovillo con la esperanza de dejar de sentirlo. 

Todo paró de súbito. 


Cuando levantó la vista un poco y vio a lo lejos una escena bastante peculiar. Se sorprendió bastante de ver a unos niños teniendo un duelo, sobre todo porque no parecía guardar relación con lo que le había pasado. Parecía estar ubicado en un barco. El niño tenía un peinado bicolor, y tenía ropas moradas con blanco. Ambos niños parecían muy entusiasmados por el duelo, pero cuando llegó el turno del pequeño bicolor, toda la escena empezó a ponerse tensa. Robó una carta y sonrío. 


—¡Ahora activó la carta mágica Fusión desde mi mano!—gritó mientras ponía la carta en su disco de duelo. Esta se mostró en el campo.—Y la uno para fusionar a “Predetor Plants-Fly Hel”l y “Predator Plants-Moray Nepenthes” en uno solo,—mientras hablaba, se podía notar como los dos monstruos mencionados anteriormente se empezaban a hacer a su lo de manera traslucida—hermosas flores que tientan a los insectos con su encantador perfume,—Entonces aquel remolino maligno y que tanto miedo había causado a más de una dimensión apareció para envolver entre su vórtice a aquellos monstros traslúcidos.—conviértanse en uno solo. Y que los demonios encerrados en sus pétalos permitan que nazca una nueva pesadilla. ¡Fusion Summon! 


—¿Eh?—Esa voz... Ya la había escuchado. La recordaba... de aquella vez en la que había perdido el control por completo. 


—¡Aparece!—gritó con emoción, iba a acabar con su enemigo, nada le podía poner mejor.—¡Dragón hambriento de los colmillos venenosos! ¡Nivel 8! ¡Starve Ventom Fusion Dragon!—todos los de la escena retrocedieron al ver aparecer al gran dragón por encima de todo y al notar la sed de victoria del rival. Un par de pasos no pudieron evitar ser dados por el duelista que no estaba en su turno.—¡Battle Phase! ¡Starve Ventom ataca a Quimera!—Y cuando menos se lo esperó, el pobre duelista salió volando por los aires aterrizando metros más al fondo junto con sus puntos de vida en 0. Yuri saltó de alegría de repente. Estaba excepcionalmente feliz. No habían llegado ni siquiera a Academia y ya había vencido a alguien sin perder más de 500 puntos de vida. Le gustó mucho esa sensación de tenerlo todo, de ganarle al otro. Ese poder que se desbordaba de su cuerpo... le hacía sentir muy bien. Sonrió con satisfacción.


Pero cuando miró a su alrededor se arrepintió de haberlo sentido. 


Todos los demás se habían retirado un poco. Nadie quería acercarse a Yuri. Sus latidos se aceleraron un poco. Miró de un lado a otro con el afán de sacar alguna solución.  

Fue ese momento en el que sintió como hablaban a su lado.  

 
—No quiero esto...—dijo una voz suplicante a su lado derecho. Se volvió hacia ese lado y vio con asombro como un Yuri sin color y sin brillo en sus ojos, lloraba en silencio. Ni siquiera su expresión le hacía parecer llorando, solo tenía lágrimas bajando por sus mejillas y su voy se oía ligeramente quebrada. Pero solo eso y nada más.—Sé que me gusta ganar, pero no si eso significa...


—¡Hoooo!—Yuya se volvió rápidamente hacia el otro lado—¿Así que de esta manera se siente tener poder?—alardeó con una sonrisa cínica en su rostro. El de ojos rojos no salía de su asombro, no podía creer que pudiese haber dos chicos exactamente iguales a sus dos lados con la única diferencia de tener distintas matices de colores.—Um... Se siente bien.—afirmó con una sonrisa.—Pero, quiero más.


—¡No! ¡Eso no es verdad!—gritó el chico grisáceo.

 
—Quiero ser el más fuerte, ¡seré el más fuerte de todo este!—alardeó ensanchado aún más su sonrisa.—¡No habrá nadie quien me detenga!


—¡Basta!—gritaron el grisáceo y Yuya al mismo tiempo. El primero se sorprendió de oír otra voz levantó su vista y vio como el duelista de Standard estaba en medio de los dos. Justo en medio que lo que sentía y lo que aparentaba sentir.

—¿Eh?—se desconcertó el chico fucsia a color.—¿Acaso no es eso lo que quieres?—preguntó con una voz un poco más ácida y amenazante.

—N-No...—respondió con duda. El chico bicolor morado y rosado se acercó a él, pasado a través de Yuya, como si de un fantasma se tratase. El de ojos rojos se volvió hacia ellos y miró como el de mirada más peligrosa agarraba de las ropas al otro y lo alzaba por los aires ante su aterrada expresión.


—¿Y entonces por qué lo haces?—preguntó son rabia en sus palabras. Al ver que el otro no respondía, bufó y acercó más sus rostros.—¿¡Entonces por qué no quieres parecer débil frente a nadie?!


—¡Yuri es suficiente!—gritó Yuya con pavor en su pecho. No le agradaba en lo absoluto que aquella riña entre ellos. Sentía que debía pararlos de alguna manera. No podía dejarlo de aquel modo.

 

—¡¿Sabes lo que pasará cuando se den cuenta de lo débil que en verdad eres!?—Gritó con rabia y con acidez—¡¿Crees que tan si quiera se te aceptarán?! ¡Te dejarán solo una vez más! ¡Si eres débil solo serás un estorbo para ellos! ¿Qué es lo que han hecho ellos por ti para que creas de esta forma? ¡Es inútil! ¡¿Eh?! ¡Dime que es lo que han hecho por ti!

 

—E-Ellos…—empezó pero prontamente se quedó sin que decir. Sus palabras, aunque llenas de acidez y de dolor, cargaban con la razón.

 

—¡Dímelo!—exigió con fuerza y acercando más sus rostros. El aludido se mordió el labio y puso un una cara aún más aterrada.

—N-No… yo…—empezó a llorar más. Era verdad, y le dolía porque no podía hacer nada.—Nada… Ellos… sólo me dejan solo… jamás me han dado la oportunidad…—admitió.

 

—¡Ellos no te aceptarán! ¡Jamás!—gritó. Yuya pudo sentir como las palabras dolían por igual, los dos estaban sufriendo en demasía por todo ello, ese choque de sentimientos tan brutal les mataba de a poco. Sin embargo el de ojos rojos negó, no, eso no tenía por qué terminar de esa manera.—Pero yo si lo haré, únete a mí y seremos los más fuertes de este lugar, más que cualquier otro, no dejaremos que nadie se interponga en nuestro camino. No dejaré que vuelvan a afectarte, te mantendré firme, es la única manera de sobrevivir a este mundo. Te prometo que nadie volverá a verte débil nunca más. Únete a mí, y acabemos con toda esta soledad que nos atormenta.

 

Yuya se quedó expectante, las dos estaban más calmados y mucho mejor que antes,  y a pesar de que uno tenía mucho miedo, el otro lo lograba contrastar tratando de darle seguridad. Pero él sabía muy bien que era falsa. Esa falsa sensación de estar acompañado le era de hecho muy familiar. Hace tres años cuando su padre desapareció, bueno, no había sido una época precisamente amigable para su yo de 11 años. Su madre estaba muy depresiva y sobre todo malhumorada y seria. Cualquier error era razón para un regaño. No vivía tranquilo, procuraba estar lo más invisible posible y sobretodo lo más tranquilo que pudiese. No quería enojar a su madre, sin embargo, todos aquellos sentimientos tenía que cargarlos él solo. No había nadie ayudándole, todos estaban demasiado ocupados lamentándose y sufrido como para prestarle siquiera atención. Necesitaba con desespero un desahogo. Algo que le ayudase a seguir adelante sin importar que.

 

Fue el día en el que su madre decidió traer a casa un perro. Yuya se desconcertó el primer día cuando su madre apareció nuevamente con una gran sonrisa en su rostro caminado por el umbral de su casa solo para posteriormente dejarlo sobre el suelo para que correteara por la casa. Cuando Yuya preguntó, su madre le dijo que los peros les harían una buena compañía junto con una retornada sonrisa en su rostro. El más pequeño observó cómo el cachorro ayudaba a su madre a superar sus dificultades día tras día, el decidió hacer lo mismo, quiso tener algo para poder recordarlo y al mismo tiempo darle fuerzas para seguir adelante. Claro, su péndulo y sus googles. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Sus gafas podían ayudarle a trasmitir lo que él quisiera, y su péndulo le recordaría a él para guiarlo durante su aventura de crecer.

 

Yuya había contado con mucha suerte y una familia cariñosa que, a pesar de que en primera instancia no le pusiese cuidado, había terminado haciéndolo. Había personas que se habían detenido a darle una mano. Tenía amigos, tenía compañeros, tenía familiares que darían todo por él. ¿Y Yuri? No tenía nada, estaba solo, y por lo que podía ver nadie quería hacerse a su lado, solo se tenía a él y a su propio poder. Lo habían abandonado y dejado por su cuenta. Entendió su posición, y supo que tenía que hacer, no era cuestión de vencerle, era cuestión de comprenderle y entender. Había que hacerle saber que no estaba solo.

—Um… si…—accedió a murmurios, el Yuri colorido sonrió ampliamente. Y antes de que el de ojos rojos pudiese asimilar la situación, ambos se habían unido. Fue ese momento en el que quedó todo claro en la mente de Yuya. Entendió como funcionado la mente de Yuri durante todos estos años.

 

—¡Yuri!—gritó aun sabiendo que era inútil. La unión ya estaba hecha.

 

 —Yo… ¡Yo seré el más fuerte de todos!—exclamó con aparente alegría—¡Nadie jamás podrá vencerme! No volveré a ser débil, jamás. ¡Yo los venceré a todos!

 

—Yuri…—llamó su atención. El aludido se volvió hacia él y le dedicó una sonrisa socarrona. En su mente ya sabía quién iba a ser su primera víctima.

 

—¡Hoo!—exclamó como al principio. No quitó la sonrisa de su cara, a Yuya le dio muy mala espina esa expresión—¿Pero que tenemos aquí?—preguntó, el aludido sabía que esto iba a ser muy malo.

 

—Yuri—Le llamó. El otro ensanchó más su sonrisa y se acercó al de ojos rojos—n-no tienes por qué demostrar que eres…

 

—¡Mientes!—gritó de la nada. El duelista de Standard retrocedió, sin embargo su compostura se mantuvo. Estaba decidido a ayudarle—¡Claro que tengo que hacerlo!

 

—No, no es así,—negó con algunas gotas de sudor resbalando de su frente, sabia cuán difícil sería afrontarle, pero no podía desistir, no cuando sabía que era el único que podía hacer algo.—Yuri, escucha—se dirigió a él con calma y suavidad—, sé que has estado solo, pero la gente no va acercarse a ti si tu emanas tanto poder… Solo acabaras con todos dentro de… cartas…—su mirada se ensombreció por un instante. Esa sensación… le recordaba a

Yuto.

 

—Mejor así, ¿no crees?—sonrió una vez más—¡Así seré el más fuerte de todos!

 

—Pero entonces estarás solo—murmuró de manera audible después de un rato.

 

—Pero entonces tendré una excusa para estarlo—dijo con algo de amargura. Yuya se mordió el labio, esto era complicado, pero debía seguir adelante.

—Yuri, escucha, no estarás solo, y-yo puedo quedarme contigo—dijo con duda y miedo. Lo tenso del ambiente empezaba a matarle de a poco.

 

—Mientes, todo lo que haces es mentirme, dices que estarás  mi lado, dices que te quedarás conmigo,—escupía sus palabras como si las odiara. Como le doliera contenerlas dentro de sí sin expresarlas. Decía las cosas como si se estuviese liberando de algo.—pero todo es solo una mentira, un engaño con el que planeas conseguir algo a cambio, ¿verdad?

 

—N-No, eso no es…

 

—Mentiroso—soltó con desprecio.

 

—Y-Yuri—trató de comenzar de nuevo, está vez con más calma y sin titubear—, a mí no me va a importar que tan fuerte seas, y-yo quisiera ser tu amigo…

 

—Nadie quiere estar a mi lado, ¿me oyes? ¡Nadie! ¡Y tú no serás la excepción! ¡He intentado de todo para al menos tener a alguien conmigo! ¡Pero siempre ha fracasado!—y entonces le agarró de los hombros enojado logrando que el de ojos rojos abriese sus ojos por el miedo—¡Y la única vez que alguien me promete que estará conmigo, la única vez que alguien quiere estar a mi lado sólo quería mi poder y mi sed! ¡Sólo me quería para derrumbar a sus enemigos! Para que hiciese su trabajo sucio, para que me usara y después me desechara como si no importara nada… Como si fuese un objeto—sollozó de manera ahogada—No voy a permitir que eso pase de nuevo, ¡jamás!

 

Silencio.

 

Yuya se quedó mudo. Sin saber que decir. Sin saber qué hacer. Yuri había sufrido mucho. Y de manera injusta. Sin justificaciones. Sin evasivas. Sin excusas. Y, si no estaba mal, sin vuelta atrás. Deseó hacer algo más por él. Algo que le pudiese dar esperanza. Algo que lo hiciese sonreír. Algo que le hiciese ser el mismo sin remordimientos. Pero nada llegaba a su cabeza. Nada venía a su mente. Ni siquiera una vaga idea que pudiese utilizar. Se mordió el labio. Sentía rabia. Impotencia. Dolor. Angustia. Sentía que podía sufrir con él a pesar de no hacer vivido la situación. Lo abrazó de la nada. Incluso antes de que pudiese considerarlo. Incluso ante el miedo que él emanaba. Incluso ante la resistencia que el otro opuso.

 

No supo en que momento empezaron a caerse. ¿Acaso eso eran lágrimas? No quería saberlo.

 

¿Cuánto tiempo pasó antes de que se rindiera? No lo sabía.

 

¿Cuánto tiempo pasó cuando el otro le acarició la cabeza? No lo sabía.

 

¿Cuánto pasó para que se tranquilizara? Tampoco lo sabía.

 

Sólo sabía que estaban sufriendo. Ambos.

Sólo quería ayudarlo. Sólo porque sabía que esa opresión en su pecho no era sólo suya. Sabía que era también del que estaba entre sus brazos en esos instantes. Yuya sabía muchas cosas. Pero no las diría jamás en  voz alta.

 

¿Y cómo las sabía?

 

 

No tenía ni la más remota idea.

 

—¿Por qué lloras por alguien como yo?—preguntó de la nada tras un largo rato.

 

—Porque… porque sé que es la soledad…—murmuró al lado. Yuri sentía como sus palabras en la oreja, casi como un cosquilleo. Y… bueno, era agradable—Y… t-tú la has sufrido por toda tu vida… No quiero que… sigas de esta manera… y… quisiera poder… hacer algo por ti… quisiera acompañarte…

 

—Tú me abandonarás—soltó con amargura una vez más

 

—No, no voy a hacerlo.—sintió entonces como el otro negaba con rabia e intentaba apartarse una vez más. Aun así, su intento fue en vano.

 

—Todos lo hacen… Todos se cansan de mí, todos terminan abandonándome…—sollozó una vez más.

 

—No lo haré Yuri… no lo haré, te lo prometo…—dijo con voz suave y tranquilizadora.—Te lo prometo…—repitió un poco más fuerte causando una sonrisa pequeña en el otro.

 

—Gracias…—murmuró apenas y le correspondió también. Se sentían bien, Yuya y Yuri estaban bien, y eso era lo único que importaba en esos momentos.

 

Pero de la nada, todo el campo de visión de Yuya se volvió negro una vez más. Como si hubiese vuelto a esa habitación en la que despertó. Sintió miedo.

 


-.-.-.



Cuando finalmente cuando despertó, deseó nunca haberlo hecho.

Estaba dentro de una cápsula. El vidrio dejaba ver dificultosamente al exterior. Con la vista alto borrosa logró visualizar a lo mejor a Yugo, estaba recostado sobre el vidrio aparentemente dormido. Se extrañó de aquello, después del sueño que había tenido, sentía que algo andaba mal, muy mal. Volvió su cabeza hacia el frente von el pro pósito de examinar el Área, y vio a Yuri, estaba en posición fetal sobre el vidrio. Sintió miedo en su corazón, no por el sujeto que tenía en frente, sino por la situación. Estaba encerrado en una celda de cristal sin tener ni la menor idea de porqué. Esto no le daba buena espina en lo absoluto. 

—¿Yuya?—escuchó de repente. Yuri había alzado un poco su cabeza y le estaba observando. 

El aludido se sorprendió de que le reconociera. Alzó un poco las cejas pero al final solo le dio un pequeño asentimiento de cabeza. Yuri se levantó inmediatamente. Quizás porque había dudado si ese realmente Yuya puesto que jamás se habían visto antes. El de ojos rojos se levantó también, intentó conectar con Yuto a través de su enlace mental, pero este sencillamente no respondía. La persona que tenía en frente era alguien con quien no quería tener que tratar solo. Pero desistió. De seguro Yuto estaba inconsciente dentro de su propia mente o algo... No sabía con certeza que había pasado con él. 


—Tu eres...—empezó. Pero el sonido de una puerta abriéndose le hizo parar y desviar su mirada.


Leo Akaba había ingresado a la habitación. 


Yuri tuvo una reacción un tanto agresiva, lo miró con odio y se acercó al vidrio con una sonrisa falsa en su rostro. Yuya por su parte apenas si reconoció a quien había entrado. Seguía confuso y sus pensamientos no lo dejaban ver las cosas claramente, se acercó al vidrio que los separaba más por inercia que por otra cosa. Si Yuto o Yugo estuvieran conscientes, ellos se hubiesen confundido y probablemente hubieran preguntado qué era lo que estaba pasando, a pesar de que los dos tuviesen cierta idea de quién era Leo. 


—Así que estás siempre fueron tus verdaderas intenciones, ¿verdad?—comentó Yuri con cierto tono siniestro.—Lo único que querías de mí era mantenerme a tu lado como una marioneta hasta que llegáramos a este punto, ¿no es así? 


—Yuri...—empezó Yuya. Sintió cómo cierto dolor y tristeza se posaban en su corazón sin dejarlo tranquilo. Supo de inmediato que se trataba del chico a su lado y de su extraña conexión. Sin pensarlo dos veces puso una mano en su hombro y le dirigió una mirada comprensiva. El aludido no se volvió a mirarle, pero si se relajó un poco. El hombre al otro lado del vidrio se acercó hasta quedar a unos cuantos metros. 


—No es así.—Yuya se sobre salto un poco al principio, su voz sonaba a través de un micrófono.—Yo realmente creía que eras alguien con potencial,—empezó cerrando los ojos por un instante. Cuando volvió a abrirlos se encontró con una mirada de pocos amigos por parte del de los ojos fucsia y una que dejaba entrever preocupación por parte del de ojos rojos.—y todavía lo eres. Nunca había conocido a alguien tan fuerte como tú. 


—Y por ello me querías a tu lado, por qué no me querías de enemigo, temes que alguien como yo pueda estar en contra tuya.—dedujo aún con una sonrisa en su rostro.—Estoy acostumbrado a que la gente me tema, es mucho más divertido de esa manera.—su sonrisa se ensanchó un poco más y sus ojos se pusieron un poco más afilados. Yuya le miró de reojo, esa presión y dolor que vio... Empezaban a cobrar sentido.


—Eso no es verdad, yo quería darte la oportunidad de que hicieras aquello que te gusta hacer.—explicó. Tenía una cara impasible. El aspecto severo le ayudaba a mantenerse firme, Yuri desearía ser de aquella manera, de poder mantenerse así aún en estos momentos; pero le repugnaba tenerlo en frente suyo, le desagradaba por completo escucharlo y detestaba, a más no poder, el hecho de que intentará cegarlo una vez más, como si aún fuera ese niño pequeño e ingenuo que trataba de fingir que no le importaba estar solo. Soltó una risita. Bueno, quizás eso último aún lo hacía. 

—¡Mientes!—gritó con ira contenida y dolor entre sus palabras.—Sólo me querías para tus propios propósitos, —espetó con agresividad—jamás fui alguien en quien tú confiaras, ¿verdad? Sólo soy un soldado más entre miles de millones—bajó la mirada. Yuya volvió su cabeza hacia él una vez más y vio como temblaba ligeramente. Más dolor se acumulaba en su pecho.—Yo realmente creía que era algo más, un persona diferente a las demás, alguien con sus propias ideas e ilusiones, ¡alguien que se podía diferenciar de los demás y agradarles por ser él mismo! ¡¡Pero no es así!! ¡¡Nunca fui ni nunca seré así para Academia!!—algunas lágrimas salían de sus ojos, lágrimas de dolor. Lágrimas que solo le hacían sentirse vulnerable, pero a estas alturas no le importaba. Tanto tiempo siendo engañado, tanto tiempo siendo utilizado y manejado por alguien más, tanto tiempo... Sintiéndose solo e incomprendido. No quería soportarlo más. No quería de ninguna manera. 


Pero entonces, un toque le hizo recordar que no estaba tan solo después de todo.


Yuya había retirado una lágrima de la mejilla de Yuri. Apenas si lo había pensado. No le gustaba ver a nadie llorar. Y él no iba a ser ninguna excepción. Ni quiso decir nada en el momento en el que lo hizo, ni mucho menos quiso hacerlo cuando el de ojos fucsia le miró al rostro. Simplemente de dedicó a limpiarle la otra lágrima del otro lado y mostró una sonrisa con aires de compresión. Yuri también le sonrió, pero no con la sonrisa de siempre, sino con una acogedora, una que solo le dirigió a Yuya y que no lo haría con nadie más. 


—Pero, ¿sabes algo?—volvió a mirarlo con una sonrisa ladina mientras se alejaba un poco del vidrio y del tacto de Yuya, sólo para hacerse justo detrás suyo.—Nada de eso me importa ahora.—y entonces abrazó por la espalda a Yuya. Este último apenas si pudo sobresaltarse por lo repentino de su acción. Leo levantó sus cejas y abrió más sus ojos en señal de sorpresa—Ahora tengo a alguien que me aprecia y que me acepta como soy. ¡Y no voy a permitir que te interpongas!


—Yuri,—después de haber bajado sus cejas.—yo jamás quise usarte como un soldado, yo sólo quería que tu potencial se pudiese....


—¿Explotar de alguna manera útil?—dijo Yuya repentinamente molesto por cómo Leo estaba tomando el tema. Yuri sonrió sinceramente una vez más.—No lo creo... No es justo lo que le has hecho a Yuri...—murmuró su última frase de manera en que sólo el de ojos fucsias pudiese escucharle.


—Gracias Yuya...—murmuró y dirigió una mirada de odio hacia Leo. Abrazó un poco más fuerte al de ojos rojos. A este último le molestó ligeramente aquella acción debido a que le estaba apretando de más, pero no dijo nada y siguió mirando al frente enfrentándose a un Leo extrañamente asustado. 


El de piel oscura estaba estupefacto. No podía creer que su mejor aliado lo hubiese traicionado, creía que las cosas se iban a salir de control y todo el Arc Area Proyect se iba a ejecutar antes de tiempo junto con el Revival Zero. Pero una vez más le habían sorprendido. Habían logrado despertar del casi estado vegetal en el que habían entrado. Habían evitado que el Emperador volviese a hacer su aparición. Lograron domar a la bestia y mantenerla tranquila por el momento. Eso, aunque nunca lo admitiera en voz alta, era algo de admirar. 


—Ugh...—Oyeron a lo lejos. Yuri se permitió girar la cabeza en post de ver qué sucedía. Sin embargo no dejó a Yuya hacerlo. No quería arriesgarse en ningún sentido. No quería perder a lo único que le quedaba.—¿Uh?—respiró de repente de manera ruidosa, como si se hubiese dado cuenta de algo.—¡Tú! 

Notas finales:

Buff... No tienen idea de cuantas veces he sufrido por esto, demasiadas. Pero bueno, eso no importa :D la cosa es que aquí está para ustedes, para que la disfruten y se entretengan un rato. Subiré este también de a poco así como vías, tengo mis ideas, pero también quiero ver que otros elementos puedo ver de Arc V para inspirarme.

 

¿Les gustó? Es la primera vez que me atrevo a publicar algo tan largo y no sé cómo me quedó.

 

Si quieren, pueden dejarme su opinión aquí abajo en los comentarios (-w-) o pueden contactarme a mi página de Facebook (link en mi perfíl)

 

Eso pero que haya sido de su agrado, eso es todo por ahora, ¡Nos leemos!

 


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