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Ex de verdad. por Homicidal_Queen1

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Notas del fanfic:

¡Hola! Soy Homicidal Queen y hace mucho que no entraba a la categoría de DURARARA!! es bueno volver. 

La verdad es que tenía ganas de escribir algo sobre ellos, y lo hice, pero fue muy tragico, así que estuve buscando una trama no tan dolorosa, y del cielo me cayó una canción, que si bien no es mi estilo (¿a quién engaño? ¡No tengo un estilo!) estuvo persiguiendome durante mucho tiempo, y en cada una de las veces que la escuchaba en el auto de mis padres, los imaginaba a ellos. Aquí el link:

https://www.youtube.com/watch?v=DwS7HF_QO5E

Yo las escuchaba cuando era pequeño jajaja, bueno ya, los dejo. 

Notas del capitulo:

Y también para decirles que planeo escribir un fic largo sobre Durarara!! (no tan largo, no llega ni a 20 caps), será el primero porque lo único que he publicado aquí son one-shots. ¡Espero que les agrade! 

Las frases sueltas en cursiva son los pensamientos de Izaya.

Había imagenes para este fic, pero realmente no sé como ponerlas, soy mala con la tecnología. 

Un par humeantes tazas de té, una fresca sala de estar, un relajado castaño con una pequeña e imperceptible sonrisa traviesa y un exasperado informante era lo que en estos momentos se encontraba en aquel apartamento. Izaya Orihara, pelinegro, delgado, de estatura normal y ojos carmesíes se hallaba en una situación un tanto... Fuera de sus manos.

 

— Te recuerdo que soy doctor, no psicólogo, así que no esperes los mejores consejos de mi parte. — Una situación que definitivamente tenía que desahogar.

 

— ¡Eso ya lo sé! —  Quizás la primera vez en su vida que tiene la necesidad de contar algo.

 

— Entonces, ¿Ya vas a decirme que es lo que te tiene tan molesto? — Shinra, de anteojos rectangulares, cabello castaño, ojos del mismo color y bata de laboratorio, parecía estarse divirtiendo con su perturbado amigo. Ya que nunca, repito, NUNCA, se le ve de esta manera.

 

— ¡Esa bestia es mi problema! — “Debí imaginarlo...” pensó el médico.

 

— ¿Shizuo? Creí que te había dejado en paz desde hace más de un año, cuando terminaste con él. — Izaya frunció en entrecejo de manera pronunciada, se levantó de su asiento para enfatizar lo que sea que vaya a decir.

 

— ¡No lo ha hecho! ¡Él está persuadiéndome!

 

— ¿Persuadiéndote? Perdona, pero no creo que Shizuo haga algo como eso. Además, él ya te olvido, así que no te preocu...

 

— ¡¿Olvidarme?! ¡Ah! ¡Esa bestia no me deja respirar tranquilo! ¡Está en todas partes, lo sé! — Comenzó a hablar rápido y a caminar de un lado a otro haciendo un montón de ademanes bruscos, concordes al ritmo y volumen de sus palabras. — ¡Sólo busca la manera de molestarme, algo trama Shinra! ¡¡Tienes que creerme!! — El castaño se encogió levemente en su asiento un tanto asustado por la actitud de Izaya.

 

— E-Estas siendo paranoico.

 

— ¡QUE NO! ¡Él se me acerca y me dice cosas! ¡Cosas malas! ¡Y yo no tolero que...!

 

— ¡A ver, a ver, a ver! — Interrumpió Shinra irguiéndose para parecer profesional. — ¿Cómo qué clase de cosas te dice? ¿Acaso te insulta? — Preguntó severo, Izaya se sentó lentamente en el sofá de nuevo.

 

— Pues... No...

 

— ¿Te molesta? ¿Te grita? ¿Te golpea? — Shinra ya estaba sonriendo internamente. Sabía que Shizuo jamás haría algo así. No después de ver lo mucho que el rubio amaba al pelinegro durante su noviazgo, y lo mucho que sufrió cuando este terminó.

 

— N-No... ¡Pero!

 

— ¡Izaya, Shizuo se está portando bien contigo! ¿Qué te parece si comienzas a tratarlo nuevamente? — Izaya entrecerró los ojos, mirándolo con incredulidad.

 

— ¿Cómo se supone que haga eso, con mi ex? — Enfatizó.

 

— No lo sé ¿Siendo maduro quizá? — ¿Estaba insultándolo? — Piensa en los buenos puntos de Shizuo... Por ejemplo ¿Por qué te enamoraste de él?

 

— No lo recuerdo. — Sí que lo hace.

 

Y lo hace muy bien.

 

Lo hace ya que la razón por la que lo amó, fue la misma por la que lo terminó y por la que ahora lo aborrece de sobremanera.

 

Y es que, el rubio es demasiado perfecto.

 

Al modo en que Izaya lo ve, Shizuo es amable, protector, romántico, fuerte, atractivo, fiel, divertido, bien parecido, maduro, detallista, inteligente, alto, impredecible, amoroso, honesto, valiente, respetuoso, gentil, sabe escuchar, te entiende, te aconseja, te apoya, es muy atento y un excelente amante... Demasiado excelente. Hacía a Izaya gemir como una actriz porno, y sus besos lo ponían de rodillas... Ahh~ Shizuo era tan perfecto que era abrumador.

 

No tenía ningún defecto, más que su temperamento que, dos cosas, a Izaya le encantaba y además, había desaparecido casi por completo pues el odio que se tenían se había disipado.

 

— ¿Qué? ¿Cómo que ya no lo recuerdas? Si no me equivoco tú fuiste quien fue tras Shizuo en primer lugar. — Y era cierto.

 

El causante de todo esto es Izaya, fue quien se enamoró primero. Haberlo observado tanto tiempo – con la finalidad de encontrar una manera de matarlo – le hizo ver una parte más humana del rubio. Una parte de la que se enamoró completamente. Y esa noche, en la que también este enamoró a la bestia...

 

{FLASH BACK 1}

 

Martes 21 de noviembre, 22hrs.

 

Shizuo estaba en casa mirando televisión, era una noche fría pero eso no evitaba que una vez más, el informante lo estuviese viendo de no tan lejos. En realidad Izaya estaba pegado a la ventana, ¿Por qué? Pues porque se había convertido en un completo y enfermizo acosador. Tenía toda la rutina de Shizuo registrada, sabía a qué horas salía, despertaba, comía, iba al baño, tomaba la ducha, lo sabía todo, excepto lo que la cabeza de Shizuo contiene. Sus pensamientos eran indeducibles con esa cariz tan inexpresiva que se cargaba ahora, pero eso no era lo importante.

 

Porque la atención de Izaya estaba toda en ese marcado abdomen desnudo que se encontraba reposando en el sofá, se le hacía tan erótico que inconscientemente se mordió el labio inferior.

 

El teñido bostezó y estiró sus brazos. Se levantó del sofá y apagó la televisión para luego dirigirse al dormitorio.

 

¿Eh? ¿Tan temprano? Normalmente se duerme a las 23:41hrs.

 

Izaya hizo un puchero y recargó su frente a la ventana, resignado. Supo que era hora de irse cuando la puerta del cuarto de Shizuo se cerró. O eso creía hasta que vio la señal del destino.

 

La ventana no tenía seguro...

 

Sonrió amplio con sus ojos desmesuradamente abiertos de emoción. Sin hacer ruido la abrió por completo para adentrarse en la sala de estar del rubio. Tenía que ser sigiloso, a pesar de ocultar su olor con un perfume diferente al que suele usar, Shizuo tenía un olfato muy agudo, quizás distinga un olor peculiar en el ambiente y salga a investigar, pero eso no lo iba a detener. No se iría de ahí sin un par de fotos del de ojos castaños dormido.

 

Se quitó los zapatos para no hacer ruido cuando caminara. Espero unos minutos, que parecieron horas. Cuando vio por el pequeño espació debajo de la puerta que las luces se habían apagado, quiso esperar un poco más para luego, abrir la puerta con lentitud.

 

Ahí estaba... Su bestia preferida.

 

Estaba acostado con su abdomen descubierto, pues nunca dormía con camisa, sino con un simple pantalón de pijama – a veces solo con bóxer –, acostado de lado, con su cabeza apoyada en una de sus manos y la otra sobre su estómago, Izaya se sonrojó por los pensamientos pervertidos que cruzaban su mente justo ahora, Shizuo dormido era demasiado angelical.

 

Okey, solo un par de fotos y me largo.

 

Sacó su teléfono móvil y puso la cámara, una muy buena cámara pues a pesar de que los focos estaban apagados, bastaba con la luz de luna que se colaba por las cortinas de la ventana para poder distinguir al rubio desde ella. Por lo que desactivo el flash para que no ocurra un accidente y tomó esas fotos que próximamente se convertirían en su fondo de pantalla.

 

Listo, me largo.

 

Guardó el celular en su bolsillo del pantalón. Dio un par de pasos y volvió a mirar al dormido.

 

Shizu-chan parece tener frío... Bueno, no quiero que se resfríe...

 

Si claro.

 

Izaya se acercó al cuerpo tranquilo del ex barman, tomó la manta y lo tapó hasta los hombros, digamos que se acercó casi inapropiadamente, no, de hecho se acercó tan descaradamente que ya podía sentir la respiración de Shizuo chocar con su rostro.

 

— Buenas noches, Shizu-chan. — Susurró muy bajo, y dejándose llevar, plantó un pequeño y dulce beso en los labios del otro. Casi siendo un roce. Como si nada hubiese pasado...

 

Lástima que el rubio se despertó de golpe, e impidiendo que Izaya escapara, le agarró del brazo aventándolo a la cama.

 

— ¡Puedo explicarlo! — Izaya forcejeaba y Shizuo también, pudo inmovilizarlo tomándolo de ambas muñecas, y posicionándose encima del pelinegro.

 

— ¡¿Qué demonios haces aquí pulga?!

 

— ¡Me retaron! — Excusó.

 

— ¿Quién? Y no salgas con que Shinra y Kadota. —... Rayos.

 

— ¡Mis hermanas! — Decía entre forcejeos, Izaya era bueno poniendo excusas.

 

— ¿Así que ellas te pidieron entrar a mi casa? — Asintió. — ¿Taparme mientras duermo? — Volvió a asentir. — ¿Besarme? — Una vez más. — ¿Desarmado?

 

— ¡Sí! ¡Lo hicieron ellas! — Ya quería irse de ahí, estaba que se moría de la pena.

 

— Suena legítimo. — Admitió. — Pero te matare.

 

— ¡Wah! — Gritó agudamente el pelinegro esquivando el puñetazo del de encima. — ¡Tiempo fue...! — Tuvo que callarse, pues otro golpe se dirigía hacia él.

 

— ¡Quédate quieta maldita pulga! — ¿Cómo podía mover su cuello de esa manera? — ¡Ya me canse!

 

Shizuo le aprisionó el cuello, sin apretarlo.

 

— ¡Alto ahí, haré lo que quieras pero no me mates aun!

 

— No estoy para tus tratos.

 

— ¡Que me escuches maldita bestia, te digo que haré lo que sea! — Okey, sonaba interesante.

 

— ¿Qué tan “lo que sea”? — ¿Qué clase de sonrisa era esa?

 

— ¡Lo que sea! — ¿Es una burlona? ¿Con un ápice de malicia? ¡¿Qué es?!

 

— Perfecto...

 

*

 

— Debes estar bromeando...

 

— Póntelo.

 

— ¿Por qué tienes esto?

 

— Fetiches. — Shizuo se encogió de hombros mientras pronunciaba esa última palabra y se sentaba en su cama con una cámara de video. — Póntelo si quieres vivir.

 

Izaya gruñó y comenzó a quitarse el abrigo de mala gana.

 

— ¿Y qué harás con el video, pervertido-chan? — Apodó con una sonrisa.

 

— Se lo enviare a tus hermanas, ellas le darán un mejor uso. — Comenzó a grabar, Izaya ya no tenía camisa y estaba desabrochándose el cinturón. Esa frase de Shizuo le hizo borrar la sonrisa, sabía que podía comprarles el vídeo a sus hermanas, pero será muy difícil. Esas pequeñas cada vez eran más exigentes y ambiciosas.

 

Pantalones fuera, ahora se pondría lo que Shizuo tenía para él. Una holgada, amarilla y muy tierna pijama de un anime famoso, Pokemon, más específicamente un “Pikachu”.

 

— Listo. ¿Y ahora qué? — Fingía molestia. Pues estaba ante el hombre que le atraía tanto sexual como sentimentalmente, sin camisa, grabándolo con una sonrisa de perversión. Aunque si estaba nervioso, humillarse tampoco era algo que le encantase.

 

— Baila.

 

— ¡¿Eres idiota?!

 

— ¿Tú no? — Sus cejas se convirtieron en una línea recta de resignación y su boca un pequeño puchero mostró, Izaya no tenía idea de cómo bailar con eso.

 

— ¿Y que se supone que baile si no hay música?

 

— Pues también canta. — Esto era más gracioso de lo que parece para Shizuo. — ¡Hazlo ahora pulga! — Solo queda improvisar.

 

Izaya comenzó a mover sus patitas y caderas haciendo que su cola se menee. Comenzó a tararear una tonada típica de las canciones de “idols” japonesas lo que le provocó gracia a ambos. Izaya empezó a hacerlo con más confianza y ahora hasta saltaba mientras reía.

 

— Eres bueno ¿lo haces a menudo? — Se burló el rubio al ver como el pelinegro disfrutaba esto.

 

— No, pero creo que encontré un nuevo hobbie. — Sonrió ampliamente cerrando sus ojos.

 

Imaginemos: Izaya con un adorable traje, haciendo movimientos juguetones, riendo, sonriendo, sonrojado, feliz... Era una imagen increíble, más que eso, era una ternura completa.

 

Y a Shizuo le gustan las cosas lindas.

 

— Suficiente. — Se levantó. — Ven acá.

 

— ¡Shizu-chan, después de que hice lo que querías ¿piensas matarme?! — Reclamó divertido.

 

— No... — En un rápido movimiento Shizuo atrapó al pelinegro quien ni siquiera se esforzó por escapar. — Voy a devorarte. — Susurró apartando el gorro de la pijama del rostro de Izaya.

 

El pelinegro pudo entender bien lo que dijo y más a lo que se refería. Sonrió complacido y fue parte del abrazo.

 

— Fetichista pervertido.

 

Se imaginarán lo que ocurrió después...

 

[FIN DEL FLASHBACK]

 

— Mhm... — Shinra estaba en pose pensativa, realmente no entendía muy bien el problema de Izaya, pero de igual forma, nunca logra entender a Izaya, ahora tenía que hacer un esfuerzo para hacerlo si es que quería opinar. — ¿Qué te parece si lo ignoras?

 

— ¡Lo intento Shinra pero él se enfoca en perseguirme!

 

— ¿Perseguirte? ¿Shizuo está intentando matarte nuevamente?

 

— No, pero casualmente me lo he estado encontrando en todos lados, todo el tiempo.

 

Si existiera una sola palabra para describir cuando alguien esta revoltosamente paranoico, enfadado, y avergonzado, sería la que describiría a Izaya en estos momentos. Porque no sólo tenía el entrecejo fruncido, sino que estaba ruborizado, y hablaba a alta velocidad. Y ni hablar de sus extraños movimientos al expresarse, era gracioso y preocupante.

 

— ¡Como esa vez en la estación de trenes! ¡Uy!... Esa vez. — Habló repudiando “esa vez”.

 

— Explícate.

 

— Veras... Yo estaba de vuelta a Ikebukuro por culpa de Shiki-san. Por primera vez desde que Shizuo y yo terminamos nuestra relación. Ese día esperaba no encontrármelo, habrá pasado un año y medio desde lo nuestro pero realmente no quería verlo de nuevo. Pero...

 

[FLASHBACK 2]

 

¿Por qué?

 

¿Por qué si es tan grande esta ciudad te tenía que encontrar?

 

Izaya acababa de llegar a la famosa ciudad de Ikebukuro, hogar del Sunshine, de los lugares para jóvenes más visitados y de las más abundantes pandillas inversas. Ese lugar, ese circo, esa buena ciudad que ahora dictaba peligro. El hogar de la bestia de Ikebukuro, su ex.

 

Terminaron, ¿por qué? Por la razón de que Izaya no podía más. Shizuo era demasiado para él, se sentía cada vez menos a su lado, el rubio siempre daba una impresión amable a quienes lo conocían de cerca – pues para todos los demás era una vil bestia destructora –, mientras a Izaya lo odiaban, de lejos y de cerca.

 

No le molestaba el odio que provocaba, sino que Shizuo era tan inhumano como él por lo que también debería ser odiado. En fin, el mayor problema no eran los demás, sino ellos mismos. Izaya ya no sabía cómo corresponderle al rubio.

 

Dos años y medio de relación, ¡Dos años y medio! Ambos tenían más de veinticinco, eran adultos, eran maduros, podían continuar o terminar su relación de esa manera: madura. Pero no. Izaya es un idiota en esto de los sentimientos. Sus sentimientos. Porque podrá conocer a la perfección los de los humanos, como se comportan o cómo actúan ante estas situaciones. Los conoce, sí. Pero jamás podrá entenderlos, porque él nunca los había tenido.

 

Aunque, el resto de la relación fue muy linda.

 

Shizuo e Izaya, después de esa noche en la que “accidentalmente” tuvieron sexo, comenzaron a “casualmente” encontrarse de nuevo e “involuntariamente” volverlo a hacer y volverlo a hacer y volverlo a hacer.

 

Tanto, que sus cuerpos comenzaron a complementarse, acostumbrarse, obsesionarse el uno al otro. Los besos que se daban eran probablemente los mejores que ambos hayan tenido a lo largo de su vida, no era como con otras parejas, no se preocupaban mucho por el placer del otro, era sumamente exquisito para ellos, y el día en el que decidieron formalizar su relación, también fue el día en el que se mudaron juntos. Es decir, seis meses de sexo después.

 

Ese día fue uno de los más felices y estresantes de su vida.

 

El apartamento al que se mudaron era lindo, hogareño, moderno sin llegar a ser muy lujoso, como la de una pareja de recién casados, con colores cálidos, con muebles cómodos, con una linda vista, con un compañero perfecto. Así lo describían ellos, anteriormente.

 

Jugaban, discutían a veces pero ¿Cómo no sí antes eran enemigos jurados? Al principio fue difícil acoplarse pero luego, era como si no pudieran estar sin el otro, aunque lo demostraran muy a su manera. Al menos eso veían sus amigos en el primer año de relación. El segundo era tan neutral y la mitad del casi tercero, un completo desastre para Izaya.

 

Shizuo estaba bien, amaba al informante, lo amaba en serio y no sabía cómo pudo enamorarse de una persona así y de tan intensa manera. Pero sabía porque, y es que Izaya era totalmente diferente cuando lo conoces.

 

Izaya no estaba bien. Porque Shizuo era todo. Shizuo atraía mucho a las humanas y algunos humanos, Shizuo era muy gentil con todo mundo, su temperamento de mierda había disminuido, ya casi no golpeaba gente a lo loco. Había comenzado a aprender a controlarse, eso hacía muy feliz al rubio y siempre decía que era gracias a Izaya, pero Izaya no quería esas gracias. Lo que quería es que Shizuo dejará de ser así. Pues aunque el pelinegro lo provocara, el rubio jamás le gritaba, jamás lo amenazaba, jamás le reclamaba.

 

Izaya se aburrió. Quería terminar pero no sabía que excusa poner para dejar al rubio, ya que sabía que si le decía algo como: “Es que eres demasiado bueno para mí, por lo que ya no puedo estar contigo”, había dos opciones; Una, que Shizuo se riera y lo metiera a la cama; Dos, que Shizuo se desconcertara y le rogara que no lo deje. No quería eso.

 

Así que en su retorcida mente ideó un plan para que sea Shizuo quien quiera terminar. Y lo logro, hipotéticamente, lo logro.

 

Izaya le fue infiel al rubio.

 

Y todo lo hizo tan obvio para que el rubio se diera cuenta. Ya saben, salirse de la habitación para hablar por teléfono con un supuesto cliente, un cliente al que le hablaba con suavidad, un cliente que veía muy seguido, un cliente que casualmente se estaba quedando en x hotel, al que Izaya se iba de noche y regresaba de madrugada o simplemente no lo hacía. ¿Tú que pensarías si tu pareja hace cosas como esas? ¿Que en realidad es un cliente? ¿En verdad?

 

Pues Shizuo no era un tonto, casi no. Le descubrió mensajes en su celular, le enfrentó y le hizo confesar. Todo en el plan de Izaya hubiese ido perfecto de no ser por la reacción del mayor. ¿Cómo reacciona alguien con problemas de ira cuando su pareja de está poniendo el cuerno? ¿Adivinaste? ¡Pues furioso! ¡Colérico! ¡¡Violento!!

 

Pero no. Shizuo sólo le miro con unos ojos tristes, agachó su cabeza y se disculpó por no ser lo suficientemente bueno para Izaya. Shizuo abandonó el apartamento e Izaya también, ambos regresaron a sus antiguos hogares y desde entonces jamás se volvieron a ver.

 

Hasta año y medio después, claro.

 

Ahí estaba el informante caminando por la calle de Ikebukuro, escribiendo un mensaje para su contratista pidiéndole indicaciones. Su mirada de vez en cuando se dirigía alrededor, cuidando de que cierto rubio no esté cerca. En fin, nada bueno le traerían esos pensamientos, probablemente Shizuo ni este en la calle, así que decidió relajarse y caminar tranquilo para poder observar a esta ciudad que tanto extrañó.

 

 — ¿Izaya?

 

Oh no...

 

— ¿Eres tú?

 

No imbécil, soy otro.

 

— ¿T-Te acuerdas de mí?

 

¿Y cómo olvidarte, idiota?

 

Izaya volteó a ver al remitente de la voz, esa tan conocida y varonil voz. La voz de cierto rubio cuyo rostro quería evitar.

 

— Sí... ¿Qué pasa Shizu-chan?

 

Le sonrió nervioso, escondió sus manos en los bolsillos de su abrigo, el rubio también sonrió sorprendiendo al pelinegro. Esperaba, en verdad esperaba que Shizuo también quisiese esquivarlo, de hecho, Shizuo es el que debería estar ignorándolo ahora.

 

¿Por qué me estas saludando? ¡¿Por qué no simplemente me miras con odio y te vas?!

 

— Reconocí tu olor en el aire, sabía que no eran ideas mías.

 

¿Por qué sonríes tan feliz?

 

— Ah... Creo que algunos hábitos no se olvidan. — Contestó incómodo, no estaba orgulloso de lo que le había hecho al rubio, verlo ahora es una completa vergüenza, sobre todo si él le habla así.

 

— Sí, hay cosas que nunca se olvidan.

 

¿Qué trata de decir?

 

— Pero es bueno volver a verte, ¿qué te trae por aquí?

 

— Trabajo. En estos momentos me dirijo a la estación de trenes, lamento no poder quedarme a platicar. — Intento zafarse de la situación dando un par de pasos hacia atrás.

 

— Te acompaño. — Se ofreció el rubio. — La verdad tenía muchas ganas de verte.

 

Esa sonrisa... Parece aún más atractiva de como hace algunos años.

 

—... Sí...

 

Comenzaron un trayecto que, si en sí no era corto, para Izaya fue eterno, Shizuo comenzó a hablar de lo que había cambiado en Ikebukuro y también, lo que había pasado con sus conocidos en este tiempo. El pelinegro poco hablaba, y cuando Shizuo preguntaba algo, daba respuestas cortas y vagas.

 

— Oye, ¿Y qué tal te fue con ese chico? — “Ese chico” se refería al “cliente” que Izaya frecuentaba.

 

— A-Ah... No somos nada. — Confesó.

 

— ¿Eh? ¿Por qué?

 

De todas las cosas que podías decir, ¿se te ocurrió mencionarlo?

 

— É-Él... — Una excusa, rápido, vamos, como siempre lo haces Izaya.

 

Shizuo se detuvo y obligó al pelinegro hacerlo también pues lo tomó de los hombros forzándolo a verse a los ojos.

 

— ¿Ese tipo te hizo algo? — Dijo con severidad.

 

¿Por qué te interesa? Se supone que ya no te importo.

 

— ¡No! No, no, no. — Negó varias veces. — Es sólo que, él no quería nada serio conmigo ¿sabes?

 

— Ah... Lo lamento.

 

¡¿LAMENTAR QUÉ?! ¡DEMONIOS!

 

— No importa más.

 

— Sí importa... Y pensar que terminamos por ese tipo... — ¿Cómo te sientes Izaya? ¿Nervioso? ¿Avergonzado? ¿Confundido? — Hemos llegado.

 

— Sí, justo a tiempo.

 

¡POR FIN!

 

— Izaya, no sé si Shinra te lo dijo, pero Erika cumple años este domingo y le harán una fiesta sorpresa, sería genial que asistieras.

 

— No, lo siento, no recibí invitación.

 

— No te preocupes. Yo te estoy invitando... Los demás apreciarían tu presencia, sé que no te gustan las fiestas porque siempre te quedas solo. — Se rio levemente.

 

¿Te estas burlando de mí, animal?

 

— Pero no hay problema, yo estaré contigo.

 

¡Ese es mi problema!

 

— Entonces... ¿Hasta el domingo?

 

No me mires así, sabes que no podré soportarlo...

 

— T-Trataré. — Sonrió tembloroso, Shizuo amplio, ambos se miraron un par de segundos más. Los ojos del rubio parecían brillar al ver el rostro del pelinegro, mientras este último se sonrojaba por la directa mirada que recibía y sobre todo, de quien la recibía.

 

— Fue bueno verte, ya quiero que sea domingo. — Se acercó a Izaya, le planto un pequeño beso en la mejilla como despedida. — Adiós Izaya. — Le susurró para luego marcharse.

 

“Fue bueno verte...”

 

“Ya quiero que sea domingo”

 

“Tenía muchas ganas de verte”

 

Ese beso...

 

— *Pasajeros con destino al centro favor de abordar el tren cuanto antes posible* —

 

Izaya ni siquiera se dirigía a la estación de trenes en realidad.

 

[FIN DEL FLASHACK 2]

 

— Ahhh, así que Shizuo se despidió de beso.

 

— ¡Sí, eso hizo!

 

— Pero Shizuo lo hace siempre ¿no? Bueno, al menos sí con las mujeres. — Shinra sonrió burlón por su último comentario.

 

— ¡Tú lo has dicho! ¡Yo no solo no soy una mujer, soy su ex!

 

— Bueno, bueno, ¿Y qué paso en la fiesta? — Tú solo eres un hombre chismoso Shinra.

 

—... — ¿Qué era más excitante que Izaya colorándose hasta las orejas por cierto recuerdo? ¿Qué, Shinra? — Esa noche no estaba en mis cabales. — Comenzó. Se sentó con las rodillas al pecho abrazándolas como si fuera a contar la memoria más aterradora de su vida. — Ese tipo lo hizo otra vez.

 

[FLASHBACK 3]

 

Domingo 03 de noviembre.

 

Izaya estaba a una cuadra de donde sería la fiesta de Erika, un amplio bar que sus amigos rentaron por esa noche para festejar a su amiga. No quería avanzar, de hecho, estaba arrepintiéndose totalmente de haber decidido asistir. Iba a dar la vuelta, iba a mandarle un mensaje a Shinra para que lo disculpara con todos poniendo de excusa que no se sentía bien. Pero al igual que siempre la suerte no le sonríe.

 

— Izaya. — Escuchó la voz de Kadota, quien había salido a sacar algo de la furgoneta. — ¿Qué haces ahí? Vamos adentro.

 

Le invitó e Izaya asintió resignado. Caminaron juntos a la entrada donde nada se escuchaba, todavía no ponían la música pues tenían que esperar a Erika, y la fiesta era total sorpresa. Ella estaba con Walker comprando tantos mangas como quiera, después llegarían ambos al local.

 

Entraron, todo estaba adornado con cosas de anime/manga, globos, listones de colores, luces fluorescentes y cosas de fiestas. Dentro habían varías personas, Shinra estaba con Celty acomodando las bebidas, Togusa estaba con Mika y Seiji pegando posters de distintos personajes, Shizuo estaba sobre una escalera siendo indicado por Mikado para que la cinta enorme que dice “Felicidades Erika” quede derecha y todos los demás estaban tranquilamente acomodando todo. Incluso estaba esa rusa, sí, Varona, la mayor enemiga de Izaya cuando estaba con Shizuo, pero es algo que no debería importarle más.

 

— ¡Izaya, viniste! — Shizuo soltó accidentalmente esa cinta dejando caer un lado al suelo, Mikado se apresuró a tomarla. — Kida, continúa con esto. — Le hablo al rubio que inflaba globos con su amiga Anri y se bajó de las escaleras.

 

— Sí, vine. — Habló sin ganas.

 

— Pensé que no lo harías, después de todo no te vi con ganas la última vez.

 

— ¿Ultima vez? ¿Se han estado viendo? — Preguntó Kadota mientras veía a Shizuo acercarse.

 

— No es eso, Shizu-chan y yo...

 

— ¡AHÍ VIENE! ¡ESCONDANSE! — Gritaron. Todos ya tenían su escondite, excepto Izaya, pues él no sabía que había que esconderse.

 

— Ven conmigo. — Shizuo le agarró la mano y se lo llevo a un armario de escobas al lado de la barra, un lugar muy, pero muy estrecho.

 

Se callaron, apagaron las luces, Shizuo e Izaya se metieron a ese pequeño lugar, donde apenas cabían. Tenían que estar muy pegados para que los dos entrasen.

 

Esta demasiado cerca, ¿esto lo planeó acaso? ¿O fue mera coincidencia? No creo que él haya... ¿O sí?

 

Shizuo e Izaya estaban de frente el uno al otro, con sus cuerpos tocándose, Izaya miró hacia arriba y se topó con la mirada fija del rubio, este sonrió un poco cuando sus ojos chocaron.

 

— No has crecido ni un poco. — Le susurró.

 

— No sé si estés tratando de insultarme pero, no funcionara.

 

— No, no... Es lindo.

 

Y a Shizuo le gustan las cosas lindas, repito.

 

Izaya decidió girarse para no tener que hablar con el rubio. Graso error. Pues ahora sentía su trasero rosar con la entrepierna de su ex pareja, lo que lo hizo tensar. Esto estaba mal e Izaya ya estaba sintiéndose desesperado por salir de ahí.

 

— Esta claramente cerrado, no podemos entrar aunque forzáramos la cerradu... ¡¿Cómo hiciste eso?! — Esa era la linda voz de la cumpleañera junto al rechinido de la puerta al abrirse. Entonces, un montón de luces se encendieron, un efusivo “sorpresa”, un grito de emoción y una exclamación de “mierda” de Izaya se hicieron escucharse.

 

La puerta se cerró por fuera.

 

Maldita, puta, perra y vil fortuna.

 

Maldijo en su mente. La música empezó a resonar tan fuerte que hacía que la pequeña ventanita en la pared del escobero vibrase. Izaya tenía un tic en el ojo, como siempre le ocurría cuando siente que las cosas se le están yendo de las manos.

 

— Tranquilo, llamare a Shinra para que nos saque de aquí. — Era la primera vez en mucho tiempo que creyó escuchar algo bueno de Shizuo. — Eh...

 

— Olvidaste tu teléfono en algún sitio del local ¿cierto? — Levantó una ceja mirando como Shizuo y su cara de bobo buscaba el celular en todos sus bolsillos, sin ningún resultado.

 

— Heh...

 

Idiota.

 

— Por suerte, yo nunca salgo sin él. — Sonrió sacando el suyo, marcó, esperó, colgó. Volvió a marcar, esperar y colgar. Respiró. Hizo el mismo procedimiento, respiró más hondo y volvió a hacer lo de antes, esta vez con más desespero.

 

— Izaya...

 

— Cállate. — Marcó, esperó y... Buzón de voz.

 

Y ahí estaba de nuevo el tic en el ojo, su manera de apretar los labios, el movimiento de sus dedos, y la forma en la que intenta relajar su cuerpo y expresión respirando lento... Todo eso Shizuo ya lo conocía. Sonrió por ello.

 

— Tranquilízate, parece como si fueras a estallar. ¿Tan malo es estar conmigo? — Lo dijo en broma pero “entre broma y broma la verdad se asoma” dice el dicho. Izaya sólo le miró fulminante, casi diciéndole que sí, que lo detestaba, que no quería estar con él, nunca.

 

— Rompe la puerta, la pagare.

 

— ¿Eso es un sí?

 

— Te pagare también por romperla.

 

— ¿En verdad me odias tanto?

 

— Shizuo. — Era momento de obedecer. Izaya había usado su nombre.

 

El rubio hizo a un lado al pelinegro tomó la perilla y empujó lo suficiente como para romper el seguro, pudo salir entonces, parece que la fiesta había comenzado sin ellos y ni siquiera se percataron de su ausencia.

 

Shizuo salió del armario sin decir nada, sólo se alejó del pelinegro y fue con los demás. Izaya al ver que no encajaba, se sentó en la barra y el mesero que habían contratado le ofreció una bebida. Izaya aceptó, sin especificar qué era lo que quería, sólo pidió algo relativamente fuerte.

 

Miró hacia atrás, los demás bailaban, reían, se divertían. Es por esto que odia las fiestas, no solamente por el hecho de que siempre quedaba solo, sino también porque no era la situación en la que le interesaba ver a sus humanos. A él le gusta ponerlos en situaciones horrorosas, suspensivas, dolorosas o dificultosas, lo que sea interesante para él. Sin embargo, verlos así de felices, era tan... Simple. En las fiestas siempre era así, por lo que le aburría.

 

— Aquí tiene. — Le entregó un vaso largo y delgado, lleno de un líquido transparente, un sorbete, hielos y un limón encajado encima. Parecía una especie de mezcla con Vodka, o algo así. Bueno, no era quien para preguntar así que lo bebió sin más.

 

Shizuo por otro lado, se estaba divirtiendo con sus amigos, no estaba bailando, sino que se sentó en unos sillones en una esquina del lugar, en el que se juntaron Tom, Kadota y Simon con los que platicaba amenamente y bebía lo que la barra invite.

 

— No me esperaba que Izaya viniera, en lo absoluto, es muy raro de su parte pues nunca asiste a ninguna reunión a la que le invito. — Comentó Simon.

 

— Desde Raira, Izaya evita las fiestas o eventos sociales, a veces asiste pero no habla con nadie y prefiere esconder su presencia. Él únicamente es un observador. — Pronunció Kadota.

 

— ¿Lo invitó Shinra acaso? — dijo Tom.

 

— No, lo invite yo. — Por fin habló Shizuo. — Le dije que sería genial que viniera, pero ahora me siento arrepentido.

 

— ¿Por qué?

 

— Porque creí que me hablaría de otra forma, debí imaginarme como estaría desde que lo vi hace un par de días.

 

— Debes entenderlo, hablar con tu anterior pareja no es lo más agradable para algunas personas.

 

— Quizás Izaya este nervioso porque no ha hablado contigo en casi dos años.

 

— Bueno sí... Pero también parece que no le gusta el ambiente, no sé porque lo hice venir.

 

— Que lo hayas hecho venir ya es algo. — Kadota sonrió con los brazos cruzados en aquel sofá, Simon y Tom se rieron fuerte ante eso y Shizuo sólo sonrió de lado.

 

— Es verdad Shizuo, pero bueno, hay alguien más que no se está divirtiendo. — Señaló con la mirada a la rubia quien se mantenía seria sentada en una de las sillas de las paredes, mirando la pista de baile y a los demás divirtiéndose.

 

— ¿Por qué no vas? — Le sonrió cómplice a Shizuo, este sólo le asintió a Kadota y fue con aquella mujer.

 

*

 

Tres de esas después Izaya estaba jugando con su teléfono, le habían servido la cuarta ya, no sabía como pero entre más bebe mejor le sabe.  No estaba ebrio, pero se estaba mareando un poco. Sabía que estaba mal, que no debía emborracharse como Shinra en estos momentos pero tampoco quería detenerse, le gustaba esa bebida, había preguntado el nombre dos veces y aun no lo aprendía.

 

— [¿Quieres bailar?] — Celty se acercó a él, por fin alguien se acercó a él.

 

— Me temo que no es lo mío.

 

— [¿Y quedarte aquí sentado toda la noche lo es?]

 

— Acabo de descubrir que sí. — Contestó colocando el vaso a su boca. — Probablemente sea un nuevo don.

 

— [Izaya, eres joven, aun no llegas a los treinta, tienes que divertirte, tienes que hacer algo más que perturbar a las personas. ¿Por qué no te pones a ligar con alguien? Hay muchos aquí que podrías conocer.] — Y no mentía, parecía que habían invitado a media ciudad.

 

— Las relaciones tampoco son lo mío. Mejor ve a atender a tu novio, tan solo míralo. — Dirigieron su vista al castaño quien abrazaba a un personaje anime hecho de cartón diciéndole “Celty, te amo”. — Ya quisiera saber divertirme tanto como él. — Se rio leve, Celty se apresuró a atrapar a Shinra.

 

Izaya volvió a beber, recargando uno de sus hombros en la barra, mirando a la pista de baila. Justo en el medio de esta, casi desvergonzadamente en frente de él, Shizuo y Varona hacían su intento por bailar.

 

Algo en Izaya ardió como el volcán más fiero del mundo.

 

Y volvió a beber.

 

*

 

Si yo fuera Izaya, me hubiera ido desde hace mucho de la fiesta. Hubiese sido la primera persona que se marcha del club, sería la que se despide primero o la que pone la excusa típica de “mañana tengo compromiso temprano”. Pero no. Izaya estaba tomado, estaba sentado en el mismo lugar, como queriendo probar que no le afectaba en lo absoluto que la rusa se le haya pegado como garrapata a Shizuo desde que él amablemente la invito a bailar.

 

Esa maldita rusa cree que gano la guerra. Pff, disfruta de mis sobras, estúpida.

 

Izaya era una diva.

 

Pero ya se estaba cansando, hasta Shinra y Celty se habían ido, muchos de los demás invitados también, era su hora de marcharse. Así que tambaleante y mareado se levantó y caminó a la salida.

 

Sabía que no debía abusar del alcohol.

 

Y ahora sufre las consecuencias, ni siquiera puede llamar al taxi, pues su teléfono se apagó.

 

— ¡Mierda! — Exclamó intentando caminar hacia su casa, una de las que están en Ikebukuro, pues le tomaría al menos tres horas o más llegar a Shinjuku. Imposible. Cayó en el camino, el alcohol fue demasiado fuerte, sus piernas ya no aguantaron, su cabeza daba vueltas. Se arrastró a un callejón y cerró los ojos intentando concentrarse.

 

— Amigo, ¿estás bien? — Un joven de unos veintiocho años, quien también salía de la fiesta encontró al pelinegro un tanto mareado y lo ayudo a levantarse.

 

— Necesito... llegar a casa. — Parecía estarse aguantándose las náuseas.

 

— No te preocupes, te lle... — Y de no ser porque alguien más agarro a Izaya y se lo arrebato de los brazos, hubiera seguido su frase.

 

 — ¡Aquí estas, idiota! — ¿Shizuo? — ¡Te estuve buscando, me dijeron que habías desaparecido! — Shizuo.

 

— Shizu-chan tonto. — Habló tambaleante, notoriamente borracho. — Dijiste que estarías conmigo.

 

— Lo lamento, pero estabas tan...

 

— Disculpe, ¿es su amigo? — El buen hombre que había ido a auxiliar a Izaya preguntó.

 

— Algo así. — Respondió el guardaespaldas

 

— ¡Es mi ex! — Ebrio-zaya habló de más.

 

— Vamos a casa. — El rubio dio un suspiro, y tomó el brazo de Izaya colocándolo sobre sus hombros para poder llevarlo al auto.

 

Shizu-chan se compró un auto...

 

*

 

Izaya estaba débil, pero estaba levemente consiente, lo suficiente para no olvidar lo que ocurriría esa noche, Shizuo lo llevó a su apartamento y lo dejó en la cama.

 

— ¿Necesitas algo? ¿Quieres tomar un baño? — Y estaba siendo muy servicial.

 

— Baño... — Pudo murmurar. Quizás con un remojón de agua fría se le pasaría el mareo.

 

— Claro, en un momento está listo. — Shizuo fue a preparar la tina, Izaya no refuto. No tenía cabeza para hacerlo. En unos minutos pudo entrar al agua, sintiéndose relajado. Después de esto iba a pedirle su teléfono a Shizuo para así poder irse de ese lugar. No tenía planeado quedarse en casa de su ex.

 

— Soy un idiota... — Susurró para sí, comenzó a sambutirse en el agua para despejar su mente de todo lo que ocurrió esa noche, hasta que escucho la puerta abrirse.

 

— Izaya aquí tienes algo de ro... ¡Izaya! — Shizuo lo sacó rápidamente pensando que el pelinegro quería suicidarse. — ¡¿Qué demonios haces?! ¡¿Por qué?! ¡Izaya!

 

Izaya, Izaya, Izaya, ¡¿Es todo lo que sabes decir?!

 

— No es lo que tú crees... ¡Deja de mirarme!

 

— ¿Qué estabas haciendo?

 

— Nada, solo me estaba relajando. Paranoico. — El rubio suspiró aliviado, miró de nuevo al pelinegro. — Te digo que no me mires, me siento expuesto. — Le lanzó unas gotas de agua a la cara, el rubio sonrió divertido.

 

— Como si fuera la primera vez que te veo desnudo, o más específicamente, bañándote. — Se levantó. — Solo venía a decirte que aquí tienes algo de ropa, y me llevare esto. — Tomó la ropa de Izaya.

 

— ¡Esp...! — Se marchó.

 

Maldita bestia estúpida.

 

Terminó de bañarse y se secó para luego desdoblar esa aparente pijama color crema que...

 

Ay no...

 

Esa pijama de oso color crema que Shizuo e Izaya compraron a juego en algún momento de su relación. ¡Esa pijama que creyó haber desechado junto a todas las cosas que Shizuo había olvidado en su casa!

 

Pero era usarlo o salir desnudo.

 

Se la puso rápido, y salió del baño. Shizuo estaba con un pants negro y una camisa gris, tendiendo la cama. Izaya lo miro enojado y cuando Shizuo volteo, se ruborizo de inmediato.

 

— En verdad, no has cambiado ni un poco. — Sonrió.

 

— ¿Por qué me das esto? — Preguntó enojado. — Ni siquiera me quedaré a dormir.

 

— ¿Qué? ¿Sabes la hora que es? — Señaló un reloj de la pared. 2:17 am. — No hay taxis a esta hora, mucho menos trenes a menos que te dirijas al otro lado de Japón.

 

— Como sea, Shinjuku queda a solo 27 minutos.

 

— En auto. Sólo quédate esta noche, mañana podrás regresar a salvo a tu casa.

 

— Como si la noche fuera un peligro para mí, Shizu-chan. — Sonrió con naturalidad. — No vas a ceder ¿cierto?

 

— Por supuesto que no. — El más alto se cruzó de brazos. — Además, rápidamente se te nota que el alcohol no se te ha pasado del todo, por lo que tengo la obligación de tenerte bajo mi cuidado. — Se burló.

 

— ¡Excusas! 

 

— Quizá... Solo duerme un poco ¿bien? — Se sentó en el sofá que estaba en su habitación, frente a la televisión.

 

— No tengo sueño.

 

— Entonces ven, te aburriré con mis historias, osito de felpa. — Izaya chasqueó la lengua y se tiró al sofá. — ¿Qué quieres que te cuente?

 

— La razón del porque conservas esto. — Se refirió al pijama.

 

— Ah, no es todo lo que conservo de hecho. — Sonrió con un ápice de nostalgia. Se levantó y fue a su armario, revolvió algunas cosas y saco una caja de tamaño regular, volvió al sofá, la abrió.

 

No me digas que ahí tienes recuerdos de nuestro noviazgo...

 

— Aquí tengo recuerdos de nuestro noviazgo. — Shizuo sacó las llaves de su antiguo apartamento. — Deberíamos visitar ese lugar algún día. — Izaya forzó una sonrisa. Shizuo sacó un álbum de fotografías, se lo entregó al pelinegro.

 

Comenzó a hojear las páginas, conforme iban avanzando, se notaba como las fotografías pasaban de ser tomadas por Izaya y por sorpresa de Shizuo, a ser tomadas por ambos, mutuamente, para que al final, solo Shizuo y por sorpresa de Izaya.

 

— Buenos tiempos. — Musitó el rubio, luego volvió a la caja y sacó los boletos de su primer concierto, también los de su primer viaje juntos al extranjero y etcétera, etcétera. — Espera, hay más.

 

Shizuo dejó la caja y fue a su buro. Izaya se acercó y la tomó para seguir esculcando. Entre todas esas cosas que reconocía y le provocaban cierta gracia recordar, salió algo que nunca en su vida había visto.

 

Una pequeña cajita escondida bajo todos esos recuerdos.

 

Una cajita aterciopelada y dentro de esta, un par de aní...

 

Anillos... D-De compromiso...

 

Oh no…

 

— Aquí esta lo que bus... — Shizuo se quedó helado, viendo como el pelinegro sostenía el anillo con una de sus manos y en la otra, ese pequeño estuche color vino.

 

— Shizuo... — Izaya dejó la sortija en su lugar.

 

— Y-Yo… No quería que vieras eso.

 

¿No lo querías? ¿Estás seguro que NO LO QUERÍAS?

 

— ¿Qué traes ahí? — Cambió de tema. No quería una conversación sobre el anillo. No quería escuchar que Shizuo le iba a proponer matrimonio antes de que le fuese infiel, no quería escuchar como indirectamente le decía que todo era su culpa, o lo que sea, no quería escucharlo ahora ni nunca.

 

— E-Es mi pijama, la que compramos junto a esa y mi... Izaya, sobre el anillo.

 

— No es necesario que...

 

— No, en serio quiero explicarlo.

 

Pero no querías que lo viera.

 

— No quiero que te sientas mal sobre eso. En verdad hubiese sido peor si te hubiera propuesto matrimonio, así que no te sientas culpable ni nada por favor. — Shizuo estaba volviendo a ser amable. — Sé que cometimos un error, tú al ir con alguien más y yo al no ser lo suficientemente bueno para ti, pero es algo que nosotros no pudimos...

 

— Shizuo.

 

Ya detente.

 

— No quiero hacerte sentir mal. Es todo.

 

Entonces no hables.

 

— Quiero que seas feliz, por eso acepte a dejarte ir.

 

Ya sé lo que vas a decir, por favor deja de explicarlo.

 

— Yo jamás me sentí enojado contigo por eso, te entendía perfectamente.

 

No me lo digas... Porque duele...

 

— Y en verdad yo... ¿Izaya? — Se detuvo.

 

Se detuvo porque la expresión de Izaya lo hizo detenerse. Parecía... Parecía que estaba a punto de llorar.

 

Se acercó apresurado, se sentó a su lado.

 

— Lo lamento. No debí decir estas cosas. — Shizuo se acercó más al pelinegro, quizás para abrazarlo y consolarlo, pero este se alejó, se levantó del sofá y se dirigió a la cama.

 

— Creo que... Tengo algo de sueño. — Se acostó, se arropó y nadie dijo una palabra más.

 

Al día siguiente Shizuo se despertó e Izaya ya no estaba.

 

[Fin del FLASHBACK]

 

— ¿Y qué más? ¡¿Qué más?! — Shinra, con un pañuelo lleno de lágrimas y mocos, comía de su helado escuchando las palabras de Izaya con harta atención.

 

— No lo vi en una semana. Se me hizo raro, porque estuve en Ikebukuro, aunque fue un alivio.

 

— Ah... Sí, esa semana.

 

— ¿”Esa semana”? ¿Qué semana? ¡¿Qué sabes de esa semana?!

 

— Eh... — Bienvenido al interrogatorio, Shinra. Un lugar donde necesitas respuestas completas o una excusa creíble. — ¿Interesado? ¿Acaso te gusta Shizuo aún? — Bien jugado.

 

— ¡Claro que no! No me importa.

 

— Bueno, bueno. Igual no me parece que Shizuo te este “persuadiendo”, el sólo pensó que estaba todo atrás por lo que no vio mal recordar unas cuantas cosas, ya que según esto ya no le provoca ningún sentimiento a ninguno de los dos.

 

— Tú lo estás defendiendo. Pero espera a saber lo que...

 

— ¿Lo qué...?

 

— ¡Ught! ¡LO QUE...!

 

[FLASHBACK 3]

 

No Shizuo, no molestias, no tensión por una semana. Izaya se sentía más tranquilo con todo este asunto, saludo a Kadota en la calle y este lo invito a comer. Una oferta que tuvo que declinar pues estaba con trabajo. Aun así, en la insistencia de su amigo, le dijo que quizás para la cena estuviera libre, entonces acordaron verse con los demás.

 

Izaya no sabía que “los demás” incluía a Shizuo.

 

Eran las 7:30 pm. Hora acordada. Izaya se dirigió al parque donde se encontraría con su viejo amigo, su pandilla y Shinra quizá, pues no aseguraron que iría. Pero ahí estaba. Él, la dullahan, los antes mencionados y una sorpresa, Shizuo.

 

Todo era demasiado tranquilo como para ser verdad.

 

— ¡Iza-Iza! — La chica de ropas oscuras saludo al pelinegro a lo lejos, impidiendo a este escapar. Se acercó sonriendo nerviosamente.

 

— Que puntual, acaban de dar las 7:30.

 

— Si... Jajá, Dotachin, ¿Me acompañas un segundo?

 

— ¿Ah? ¿Qué ocurre?

 

— Solo será un segundo. — Se llevó al castaño del brazo, todos miraron como Izaya le reclamaba algo, y también, como el otro se reía de él.

 

Kadota le pidió que se tranquilizara y volvieron con el resto.

 

Como siempre apuñalado. Pues, el grandioso amigo Kadota fue adelante platicando con Togusa, Erika con Walker, Shinra con Celty y, como parecía en los planes del castaño, Izaya con Shizuo.

 

— Te vi hace tres días en un restaurante con un tipo, no te quise interrumpir, pensé que estabas en una cita.  — Y sus comentarios inteligentes.

 

— No, sólo era un cliente.

 

— Jajá, eso me suena familiar.

 

¡Ah, voy a golpearlo, apuñalarlo, matarlo de una vez por todas!

 

— Sí. — Ríe fingidamente. — Shizu-chan, el pasado que quede en el pasado. Háblame del ahora, ¿Cómo te ha ido? — Lo que sea con tal de desviar el tema de su noviazgo.

 

— Bueno, no hay mucho en realidad, me va bien, supongo que el informante ya lo sabe.

 

¡Ja, como si me interesara investigar de ti ahora!

 

— La verdad no he tenido tiempo de saber sobre eso.

 

— En ese caso, puedes preguntarme lo que quieras, aprovechemos está cita. —... “Cita”.

 

Sí, quizás Shizuo no dijo la palabra “cita” en serio, probablemente no esté hablando de una cita de verdad, ¡Pero estas bromas no tienen gracia cuando tu ex te la hace! ¡Y NO SOLO TÚ EX! ¡EL TIPO QUE PLANEABA PEDIRTE MATRIMONIO ANTES DE QUE...!

 

—... Muy gracioso Shizu-chan. Para empezar las citas no son de tantas personas.

 

— Ah vamos, ¿no te gustan las citas múltiples? Bueno, entonces veámonos solos. — Esto está saliéndose de las manos de Izaya y su tembloroso ojo derecho. Gracias a cielo llegaron al restaurante.

 

Durante la cena fue muy incómodo para el informante, sus amigos comenzaron a hablar, y eso era malo porque hablaban de él y de Shizuo, por ende, les estaban recordando, no sólo eso, restregando en su cara lo muy enamorados que solían estar, cabe decir que el único que sabía por qué terminaron era Shinra, y también es el mismo que más burla les brindaba. Tenía que llegar la pregunta en cualquier momento, y fue cortesía de la joven castaña de gorro negro.

 

— ¿Y por qué terminaron? — Y ahora ¿qué iban a decir? Se notó la situación incómoda, pues Izaya desvió la mirada y Shizuo agachó la cabeza. — Perdón, pregunte algo indebido.

 

— No, Erika, está bien que tengas curiosidad. — Contestó el rubio. — Pero son asuntos personales, Izaya y yo tuvimos un choque de personalidades y eso fue todo.

 

— Recuerda que eran enemigos antes, su relación iba a terminar tarde o temprano.

 

— ¡Eso me recuerda a la relación de...! — Y Shinra hizo un cambio drástico de tema, atrayendo la atención.

 

El parloteo de Shinra continúo, cenaron, platicaron más amenamente, un ambiente bonito y familiar, que Izaya no soportaba. Era demasiado amor por hoy, quería irse.

 

— Bueno, creo que me retiro. — ¿No es una bonita casualidad que los dos hayan dicho eso al mismo tiempo? Romántico ¿no creen?

 

Se miraron, sonrieron, cada uno a su manera, y salieron del restaurante después de despedirse.

 

— Bueno Shizu-chan, tomaremos rutas diferentes así que...

 

— No te preocupes, te acompaño.

 

— No gracias, me has acompañado ya a muchos lugares, no quiero que...

 

— No es nada Izaya, vamos.

 

Se adelantó. Con los hombros encogidos y una mirada de pocos amigos, el pelinegro lo siguió hasta donde su apartamento de Ikebukuro, pues no estaba dispuesto a irse a Shinjuku con él. El camino no fue fácil... En lo absoluto.

 

— Izaya.

 

No necesitas hablar, dijiste mucho antes.

 

— No sé porque siento que me he comportado como un idiota contigo en estos últimos días.

 

¡Porque lo eres!

 

— Pero es que, después de tanto tiempo sin verte... — Embozó una pequeña sonrisa. — Ya no sé cómo actuar. Me pones algo nervioso ¿sabes?

 

— No tienes por qué sentirse así, solo soy yo.

 

¡Sólo soy la persona menos indicada con la que deberías caminar a solas por la noche!

 

— Lo sé, pero creo que es por el hecho de que eres tú lo que me pone nervioso.

 

Shizu-chan, creo que sigues actuando como un idiota.

 

— Tomaré un taxi aquí. — Se detuvo, sacó su teléfono y solicitó un taxi para luego esperarlo. — En cuanto a ti, creo que esto de estarnos viendo seguido no es lo más apropiado, necesitaremos algo de distancia y tiempo para…

 

— ¡Pero yo...! — Interrumpió precipitadamente. — Yo ya tuve demasiado tiempo y distancia.

 

— Shizu-chan no me entiendes, lo que trato de decir es que como adultos deberíamos...

 

— Viene tu taxi. — Apuntó.

 

¡Deberías dejar de interrumpirme cuando hablo!

 

— Ah. Adiós entonces, no creo venir en un rato, aprovecha para pensar. — Palmeó el hombro del rubio en una sutil despedida.

 

— Izaya.

 

— ¿Sí?

 

— Te gustan los experimentos ¿verdad?

 

—... Depende.

 

— Te gusta ver como las personas reaccionan ante las situaciones que les pones ¿cierto?

 

—... Sí. — Algo andaba mal.

 

— En ese caso... — Todo pasó muy rápido, desde el momento en el que tomó el brazo del pelinegro, lo atrajo hacia sí para después, plantar un beso repentino en sus pálidos labios. El otro, en shock y estupefacto, se quedó inmóvil. Hasta cuando Shizuo se separó, no movió un solo musculo, y sus ojos, abiertos a tope, se quedaron quietos. — Gran reacción. — Sonriente, soltó al pelinegro y comenzó su andar hacía su casa, Izaya no reaccionó hasta que Shizuo giró a la derecha, perdiéndose de su vista.

 

Él... Acaba de...

 

[FIN DEL FLASHBACK]

 

— ¡Besarme! ¡Él se atrevió a besarme y desde entonces no lo he visto una sola vez!

 

— Izaya...

 

— ¡Es que! ¡¿Cómo se le ocurre besarme en un momento así?! ¡Y en un lugar como ese!

 

— Izaya.

 

— ¡Él siempre hace lo que quiere! “Mírame, soy Shizuo y puedo seducirte si así lo deseo, solo necesito mi hermosa sonrisa y mi penetrante mirada, además de un beso, ¡un beso!”

 

— ¡Izaya ya! ¡Si tanto te gusta Shizuo ve y pídele otra oportunidad!

 

— ¡¿Qué estás diciendo Shinra?! ¡¿No ves lo que está haciendo?! Todo está planeado, él está volviéndome loco, porque si hubiera querido besarme en verdad, me hubiera llamado por lo menos una vez después de eso. — Sacó su móvil, abrió el registro de llamadas. — ¡Observa! ¡Han pasado días y ningún solo mensaje tampoco! ¡¿Por qué no me llama?! ¡Si él fue el que me beso!

 

Shinra sonrió, al parecer Izaya aprendió el significado de “no sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes”, aunque no lo quiera aceptar.

 

— Quizás Shizuo se hallaba confundido acerca de sus sentimientos, y quiso aclararlos besándote, se dio cuenta de que verdaderamente el ya no siente nada por ti y por eso no ha llamado. ¿Lo entiendes, señor sabelotodo?

 

Podría ser... Pero no, la aferrada mente de Izaya no iba a aceptarlo.

 

— Eres parte de su plan, ¿cierto?

 

— Ay por dios.

 

— ¡Te lo demostrare! ¡No existe un ex tan amable en este mundo! ¡Él lo hace para molestarme! ¡Él se está vengando! — Se levantó del sillón. — ¡Y VOY A DEMOSTRARSELO A IKEBUKURO! — Se dirigió a la salida gritando un montón de “te lo demostraré”, y se fue como un loco.

 

Shinra resopló, tomó su celular, marcó y esperó a que contestaran.

 

— ¿Hola, Shizuo? Sí, soy Shinra... Sí, sólo para avisarte que... — Soltó un suspiro. — Tú plan funcionó, Izaya ha perdido la cabeza.

 

Notas finales:

Se me habían ocurrido ideas para continuarlo, pero no lo sé. ¿Qué dicen ustedes? 


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