Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Metropolitan por LaGataenelTejado

[Reviews - 112]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este fic comencé a escribirlo cuando terminé "L y Kira, Lawliet y Light." Es el segundo que escribo en primera persona, algo que como saben, me cuesta mucho trabajo.

Quiero aclarar que mis conocimientos en Medicina son nulos. Tan solo me guio por lo que mis conocidos (los cuales estudian esta carrera) me pueden contar o lo que aprendo en Internet. Les pido perdón por los tremendos errores que habrá en relación a ese tema.

He tenido que reecribir varios capítulos hasta estar segura de poder publicarlo, de que estaba todo como de verdad queria :) le tengo mucho cariño a esta historia. Y para no variar, si buscan similitud a las personalidades originales de la obra de Death Note, no van a encontrar demasiadas.

En este fic, nuestros chicos son mas adultos, tienen problemas en el trabajo y en su vida diaria. Irán viendo poco a poco parte todo eso.

Seria de agradecer si quieren dejar sus reviews :) siempre es un aliciente para ir actualizando.

Para terminar, quiero dedicar esta historia a Girlyfairly.

 

 

Notas del capitulo:

Un prólogo como introducción a la historia :) espero que les guste y no olviden dejar sus reviews en la cajita de abajo ^^

PRÓLOGO

 

 

[Light]

 

Me llamo Light Yagami, acabo de cumplir 26 años y aunque no lo crean, también he terminado mi carrera universitaria con las mejores notas de mi promoción. Algo increíble si te quieres dedicar a la neurocirugía.

 

Mis padres siempre me han apoyado, ayudándome con los gastos y horriblemente orgullosos de su hijo perfecto. He sacrificado toda mi vida para conseguir alcanzar esta meta, y cuando digo toda, es toda. Nada de salidas con amigos, ni ocio para distraerme y mucho menos tener pareja. Impensable.

 

Todo cambió hace una semana, cuando mi madre me trajo emocionada el correo que me correspondía. Entre facturas, estaba la carta que cambiaría mi vida por completo. Una petición del hospital Metropolitan de Nueva York para ingresar a su programa de internos en prácticas. Casi me caigo al suelo de la maldita emoción cuando leí que me habían aceptado.

 

Verán... mucha gente tiene diversos ídolos, como cantantes, actores, deportistas... el mio se llama Elle Lawliet, y es uno de los neurocirujanos mas famosos del panorama actual. Se sacó la carrera en un tiempo récord, debido sobretodo a su buena memoria fotográfica, de la que suele presumir a menudo en las entrevistas. Ha cosechado numerosos éxitos y ha llevado a cabo operaciones tan difíciles que ha salvado milagrosamente la vida de muchísima gente. No tengo que explicar que entrar en un programa de prácticas en el mismo hospital donde él trabaja es como si me hubiese tocado la lotería, ¿verdad?.

 

Enseguida me puse manos a la obra con el papeleo, con la inmensa suerte de que en Nueva York podré vivir con mi hermana Sayu, la cual se mudó hace un año y medio. Su sueño es ser una actriz reconocida, y a pesar de que mis padres se opusieron, tomó las riendas de su vida y se largó para intentarlo. Y vaya si lo ha conseguido. Ahora no deja de trabajar en teatro y algunas series de televisión, siendo bastante buena en lo que hace.

 

Creo que jamás había hecho tan rápido una maleta. Empaquetamos lo mas importante y lo enviamos a Nueva York, dejando en Japón lo imprescindible que llevaría en el avión rumbo a mi nueva vida. Despedirme de la poca gente a la que conocía no fue difícil, porque jamás he tenido una relación muy estrecha con ellos, ni ellos conmigo. Esta carrera te quita hasta el alma y cuanto antes lo aceptas, antes comienzas a asimilarlo. Eso si, despedirme de mis padres fue bastante duro. Ya de por si, siempre he sido un niño mimado, sobre protegido y dependiente de mi familia, por lo que las lágrimas estaban aseguradas. Una vez que pasamos el mal trago, tocó poner pies en el aeropuerto.

 

Con el papeleo solucionado y el aviso a mi hermana para que me recogiese a mi llegada, el cosquilleo de mi vientre se incrementa, sin poder evitar sonreír ampliamente y pensar con decisión que me convertiría en el mejor interno del Metropolitan, soñando con trabajar codo con codo junto al doctor Lawliet.

 

Que equivocado estaba en aquel momento.

 

 

[Lawliet]

 

Cuando entro al hospital, lo primero que veo es a Teru Mikami, el jefe de planta, mirándome desde la parte superior de las escaleras. Tiene una expresión seria y los brazos cruzados sobre el pecho, algo que no augura nada bueno. Da bastante miedo y por milésimas de segundo rezo porque ignore mi presencia. Pero obviamente, como la suerte me odia, eso no ocurre.

 

-¡Elle Lawliet!.

 

Le sonrío falsamente, todo lo falsa que puede llegar a ser una persona.

 

-Buenos días, Mikami. ¿Ocurre algo?.

 

-Dímelo tú. - apoya las manos sobre la barandilla de las escaleras, sonriéndome para devolverme el mismo gesto de hipocresía. - ¿Se puede saber por que metiste tus manazas en una operación que no te pertenecía?. Mayers ha llegado muy enfadado hoy a mi despacho, poniendo el maldito grito en el cielo. - se masajea la sien, bajando escalón por escalón para estar a mi misma altura.

 

-Oh, perdona si con mis “manazas” conseguí salvar una jodida vida. Mira, Mayers es un completo inútil que no sabe diferenciar un bisturí de un retractor.

 

-La cuestión no es esa, Elle. La cuestión es que cada día recibo quejas sobre tu persona porque metes las narices donde no te llaman. No puedes pretender ser el mejor de todo el jodido hospital. - está exasperado, estresado. Reconozco su maldita vena hinchada cuando ocurre eso.

 

Mantengo la calma, porque si, me gusta meter las narices donde me da la gana. Soy el mejor neurocirujano de este hospital. Hasta la gente influyente me busca para que les salve la maldita vida. ¿Egocentrismo?. Puede ser.

 

-Lo siento. No volverá a pasar.

 

Mikami enarca las cejas, mirándome como si no se creyese ni una palabra de lo que le estoy diciendo. Respiro aliviado cuando veo como se relaja y se toca el puente de la nariz, colocándose mejor las gafas.

 

-¿Sabes que día es hoy?.

 

-Umm...¿14 de Octubre?.

 

-Aparte de lo obvio. - ha fruncido el ceño, apretando los labios. Me resulta divertido verlo enfurruñado. - Hoy llegan los nuevos internos en prácticas.

 

Si hay algo que odio, eso son los internos en prácticas. No he visto cosa mas inútil que los grupos de chiquillos que llegan con sueños y esperanzas de labrarse un futuro prometedor aquí. Lo peor no es eso, lo peor es que por ley y debido a mi cargo actual, tienen que seleccionar a cinco personas que estarán bajo mi tutela y mi cargo hasta nuevo aviso. Odio tener que lidiar con niñatos en mi trabajo.

 

-Está bien. - me rindo, porque en esto no hay queja alguna. Las normas del hospital se cumplen a rajatabla.

 

Mikami asiente unos segundos, mirando por encima de mi hombro y posando la mano sobre él.

 

-Tengo que irme, hay que organizar la llegada de los internos. Pásate por mi despacho dentro de un par de horas y te asignaré un grupo. - me da una palmadita, escondiendo una sonrisilla en su rostro.

 

Valiente hijo de puta. Se que está disfrutando mucho porque es consciente de lo que me desesperan los novatos. Veo como desaparece de mi vista y enseguida me sacudo el cabello con la mano, caminando con prisa hacia uno de los dormitorios que se usan exclusivamente para las guardias hospitalarias.

 

En cuanto entro, puedo ver a un rubio de espaldas con una bata azul bebé llena de ositos como uniforme. Sonrío aguantando una risilla. Después de años, ver a Mello con la bata de jefe de pediatría aun me produce risa.

 

-Buenos días, osito. - riendo, le doy un azote en el culo.

 

-¡Lawliet! ¡Imbécil!. - cierra enfadado la taquilla, colgándose en el cuello su mascarilla personal. - ¿Has hablado con Mikami?.

 

-Si te refieres a lo de la operación de ayer, si. Gracias a mi, todos sabéis que ese viejo pudo alargar unos años mas su triste vida. Por mucho que me regañe, si no llega a ser por mi colaboración ese señor seria carne de crematorio.

 

-Que buen despertar tienes, hijo de puta. - sonríe ladino, echándose a la boca dos bombones de chocolate con caramelo.

 

No se si es porque trabaja con niños, pero tiene una afición al chocolate bastante severa. Aunque yo no puedo hablar mucho, pues lo mio con el azúcar comienza a ser preocupante.

 

-Si es por lo de los estúpidos internos... si, ya me he enterado que llegan hoy. - me enfado al instante, pero mis manos no tiemblan a la hora de colocarme el uniforme de jefe de neurocirugía.

 

-Vamos, solo son gente con sueños y esperanzas. - se ríe burlonamente, abriendo la puerta y saludando con un gesto a un par de enfermeras conocidas. - No seas tan cruel con ellos.

 

-¿Que no?. Voy a hacerles la vida imposible. Porque si alguno sobrevive a estas semanas de prueba, tiene que ser el mejor. No me valen medias tintas. - salgo tras el rubio, asegurándome de cerrar bien la puerta.

 

Caminamos por el largo pasillo, esquivando a los que corren de un lado a otro directos a urgencias. De forma automática, ambos sabemos donde dirigirnos. Miramos hacia arriba, observando el gran panel informático que deriva a todo el mundo a su lugar, unos a diferentes salas, otros a la zona de operaciones o la unidad de cuidados intensivos. Mello chasquea la lengua, localizando su nombre rápidamente. Le admiro bastante, porque si yo tuviese que trabajar exclusivamente con niños, me habría pegado un tiro hace tiempo.

 

-¿Quedamos para almorzar?. - sus zafiros se clavan sobre mi rostro.

 

Me encojo de hombros, porque nunca se a que hora terminaré o podré darme un descanso. Creo que con el paso de los años me he acostumbrado a no dormir mas de cuatro horas seguidas, y por supuesto, anteponer mi trabajo sobre todo lo demás.

 

Veo como se aleja de mi lado, directo a la planta de pediatría para atender a sus pequeños pacientes. Debería de preguntarle algún día como consigue entender a esos monstruitos, porque ese es uno de mis grandes problemas, que nunca entenderé a mi hijo.

 

 

[Light]

 

Acabo de llegar al hospital y ya me he cruzado con mis “rivales”. Podría llamarlos compañeros, pero eso seria algo completamente falso porque al fin y al cabo, jugamos en equipos diferentes. Y yo voy a ser uno de los que consigan una plaza en este lugar cueste lo que cueste.

 

Llevo diez minutos en el mostrador de información, esperando que una de las secretarias me de los papeles que necesito entregarle a Teru Mikami, el jefe de planta encargado de los neurocirujanos. No puedo evitar mirar a mi alrededor, intentando contener la emoción de estar al fin en el Metropolitan. El sitio es increíble y realmente es un hospital muy moderno. Mis ganas de pertenecer a este mundo se incrementan a cada minuto.

 

-Señor Yagami. Aquí tiene.

 

Le doy las gracias a la chica, sonriéndole unos segundos y agarrando la carpeta llena de papeles. Veo como los demás jóvenes que vienen a lo mismo que yo, sonríen nerviosos y se encaminan hacia los ascensores, con prisa porque piensan que si llegan los primeros tendrán mas posibilidades de quedarse.

 

Veo que es imposible subirme con ellos. El ascensor va tan lleno que ha superado con creces el peso máximo, así que suspirando, decido esperar al siguiente. Nunca pensé que gracias a eso, fuese a conocer en escasos segundos al tío que me ha inspirado a seguir adelante con todo esto.

 

-Mierda...

 

Elle Lawliet se planta a mi lado, respirando alterado debido a que seguramente ha corrido hacia el ascensor para poder subirse. De repente me doy cuenta de lo nervioso que estoy, porque no puedo dejar de mirarle de reojo. En persona es bastante diferente a como le he visto siempre en televisión.

 

No es muy alto, su cabello invita a usar un buen peine y sus ojeras se ven realmente oscuras. Sin poder evitarlo, bajo la mirada hasta sus manos, mordiéndome el labio inferior. Ha salvado a tanta gente con ellas que si yo fuese él, las tendría aseguradas de por vida.

 

La puerta del ascensor se abre de nuevo, y rápidamente entra, dirigiéndome una mirada mortalmente aburrida.

 

-¿Subes o qué?.

 

Trago saliva y asiento como un gilipollas. Debido a los nervios, las piernas me tiemblan y he olvidado incluso donde está el despacho de Mikami. Tengo la tentación de decirle que lo admiro en demasía, casi tanto como se puede venerar a un dios. Elle Lawliet es una de mis metas en la vida. Trabajar junto a él, como un igual, es mi máxima aspiración.

 

Me echo a un lado cuando otra tanda de gente entra en el elevador, pegándome mas a Elle debido a eso. Cierro los ojos un par de segundos, dándome cuenta de que huele bastante bien.

 

-Menudo día mas ajetreado. - un pelirrojo se echa a reír, mirando al doctor. - Hoy llegan los internos, ¿no?. Menos mal que a mi no me toca tenerlos al cargo.

 

-Claro Matt, tú solo tienes que preocuparte de poner tetas de silicona y hacer narices nuevas.

 

El tal Matt se ríe entre dientes, haciendo un gesto gracioso que simula dos grandes tetas en su pecho.

 

-Oye que la cirugía plástica es muy seria, ¿eh?. Hago que la gente fea parezca guapa, y eso es una gran responsabilidad.

 

Ambos se ríen, y el pelirrojo se despide de Lawliet con la mano antes de bajarse en la planta que le corresponde. Por nuestra parte, nos quedamos solos hasta que bajamos en el mismo lugar. Elle me mira con el ceño fruncido, echándome una ojeada de arriba abajo e ignorándome por completo cuando deprisa, se aleja de mi hasta desaparecer por la esquina del pasillo.

 

Tengo que esperar un minuto antes de ponerme de nuevo en marcha. El coincidir con él me hace ser mas consciente de donde estoy.

 

 

[Lawliet]

 

Huele a niñato. Cada paso que doy hacia el despacho de Mikami es un paso más hacia el malhumor. Y me pongo peor cuando escucho las vocecillas irritantes de varias personas apostadas en las puertas del despacho.

 

Mikami suele llamar a los jefes en intervalos de media hora, por lo que supongo que ahora es mi turno. Ni si quiera los miro cuando paso a su lado, escuchando vocecitas asombradas y emocionadas ante mi presencia. Debo decir que a pesar de mi humor de perros, me gusta recibir halagos y suspiros de adoración allá donde voy.

 

Si. Señores. Soy un jodido ególatra egoísta.

 

-Aquí estoy. - toco suavemente su puerta, entrando sin esperar su permiso y viendo rápidamente a las cinco personas de las que tendré que ocuparme a partir de ahora. Tres chicas y dos chicos. Me fijo detenidamente en el de cabellos castaños, el muchacho del ascensor.

 

-Ah, Elle. - Mikami se acerca a mi con los expedientes en las manos. Estas son las fichas de tu grupo, les hemos dado el uniforme y el busca para que te ayuden siempre que lo necesites. - me mira detenidamente, rogándome con la mirada que no sea muy cruel con ellos.

 

-Bien. - los cojo sin molestarme en mirarlos, pues ya tendré tiempo durante el día. Me dirijo a ellos y los evalúo con la mirada. - Seguidme.

 

Como ovejas, casi hacen una cola tras de mi. Salimos del despacho y no me preocupo demasiado en explicarles donde está cada cosa. Me gusta que lo averigüen ellos en base a meter la pata hasta el fondo.

 

Saco una de las llaves que llevo en el bolsillo, sujeta a las varias del despacho y los dormitorios correspondientes de la sala de guardia.

 

-¿Señor Lawliet?.

 

Miro de reojo a la chiquilla morena de mi grupo, que me devuelve la mirada algo sonrojada.

 

-Yo...bueno...me preguntaba cuando podríamos desayunar, porque no he tenido tiempo en casa y...

 

-Oh, vale. - le sonrío amablemente. - Si quieres puedes ir ahora.

 

Ella me devuelve la sonrisa esperanzada, con los ojitos casi brillantes.

 

-Ah, pero una cosa más. No vuelvas el resto del día, estás fuera del programa de internos. - bajo sus rostros casi en shock, abro del todo la puerta. - Aquí tenéis vuestro dormitorio, lo usaréis para cambiaros y descansar en los turnos interminables que haréis a partir de ahora. Espero que no seáis personas dormilonas porque acabáis de renunciar a las ocho horas de descanso diarias por el resto de vuestra vida.

 

Ellos no se mueven, están demasiado impresionados por lo que acaba de ocurrir. La chica a la que he echado sigue sin moverse, asimilando mis palabras.

 

-Lo siento, chica. Pero acabas de llegar y ya estás pensando en comer, ¿que eres? ¿un perro?.

 

La aludida se lleva la mano a la boca, con los ojos humedecidos debido a la presión y mis palabras. La vemos darse la vuelta y alejarse con mucha prisa de nosotros.

 

Una menos.

 

-Bien. Volvamos al trabajo. - me saco el busca del bolsillo y se lo enseño a los demás, dándoles paso dentro del dormitorio. - Esto es un busca. Y los vuestros están conectados al mio, por desgracia. Os llamaré cuando necesite ayuda y eso puede ser en cualquier momento a cualquier hora. ¿Alguno ha leído “Los Juegos del Hambre”?.

 

Dos de ellos levantan con miedo la mano, demasiado aterrorizados como para decir nada.

 

-Pues bienvenidos a los Juegos del Hambre. Sois rivales, y solo uno o como máximo, dos de vosotros, va a sobrevivir aquí obteniendo una plaza en mi grupo. No acepto a gente débil, ni quejica y mucho menos llorica. ¿Entendido?. - mis ojos se dirigen hacia los del chico de cabellos castaños.

 

De mi grupo, es el único que despierta algo en mi. Llamémosle... curiosidad. Tiene una mirada firme y decidida, no ha titubeado con lo ocurrido y mucho menos ha temblado. Quizás y solo quizás, tenga posibilidades de aguantar aquí.

 

-Ahora poneos el uniforme y estad preparados. - antes de dejarlos en el dormitorio, les doy una llave a cada uno. - Os aconsejo proteger esa llave con vuestra vida,si alguna no es entregada a final del día el culpable se va a meter en un lio bastante grave. Ahora, si me disculpáis...

 

No puedo evitarlo, ha sido ver pasar una camilla hacia urgencias con una mujer con la mitad de su cráneo partido y me he emocionado como un niño. Ojalá me toque operarla.

 

Ni si quiera me molesto en dirigirles una última mirada antes de desaparecer tras la camilla, apartando a un par de enfermeros que sin darse cuenta de quien soy, están dispuestos a regañarme por haberles dado un manotazo. En cuanto me ven, puedo ver en sus rostros algo parecido al alivio.

 

-Doctor Lawliet. Menos mal.

 

Les sonrió con suficiencia. Porque si, porque puedo. Y ningún niñato va a arrebatarme mi prestigio como neurocirujano.

Notas finales:

¿Reviews? :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).