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Un Halloween Inolvidable por LizzieVidal

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Notas del fanfic:

Ni Yu-Gi-Oh! ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran master Takahashi, si me pertenecieran esto hubiera sido un especial de Halloween para la tv x'D

Notas del capitulo:

Ni YGO! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran master Takahashi♥

 

Ahhh es lindo volver a los inicios para algo especial *-* me encantó retomarle el amor a mis shipping principales para hacer esta pequeña historia n.n ojalá les guste :3

PD: Esto también es para un concurso en Wattpad /u

#YGO_Halloween-2016

 

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“Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae”.

 

Halloween es una de las fechas donde los amigos se reúnen para salir a divertirse, muchos más, prefieren quedarse en sus casas mientras comen chucherías y ven películas de terror, pero ese no era el plan para un gran grupo de amigos que se encontraba en la sala del más bajo de ellos, de tricolor cabellera y ojos de un intenso y brillante color amatista.

—Salgamos a ver a los niños con sus disfraces mientras piden dulces -Un albino de ojos color chocolate había hablado con un entusiasmo fácil de identificar, él amaba ver a los pequeños corretear entre las casas pidiendo Dulce o Truco y provocando desastres a aquellos que solían no proveerlos de sus amados caramelos.

—¡Si! -Exclamaron el dueño de la casa, sumado a su efusividad otros chicos más y la única chica del grupo.

—¿Es tan interesante Halloween? -Cuestionó sentado en el sofá mediano un moreno de piel morena y ojos color lavanda con su cabello alzado en puntas.

—Aquí lo es Malik -Mencionó un chico muy parecido al anterior solo que un poco más bajo y con un rostro angelical a diferencia de la cara de psicópata que poseía el mayor.

—Es una buena oportunidad para que ustedes conozcan esta tradición, es el primer año que lo pasaran con nosotros -La sonrisa que mantenía una chica de cabello café al igual que sus ojos era cálida, ella era la prima de Yugi, el chico de los ojos amatistas.

—Liz tiene razón, será genial poder pasar nuestro primer Halloween todos juntos, es una de las cosas geniales de que hayan decidido mudarse aquí para administrar el museo local -La voz del tricolor era animada, el moreno de ojos lavandas menor le sonrió asintiendo.

—Después de eso podríamos hacer algo interesante -Fue el turno de hablar de un chico de cabellos magenta y ojos del mismo color con una gran sonrisa en el rostro.

—¿Qué es lo que se te ocurre Yuri? -Una sonrisa cómplice entre el chico de los ojos magenta y el albino se hizo presente, ambos amaban las cosas ocultistas y era obvio que lo que tenían en mente había sido planeado por ambos desde tiempo atrás.

—Hagámosle una llamada a Satoru -Respondió el mencionado sonriendo malignamente con una voz terrorífica.

—No, no, no, no y no, yo no pienso involucrarme en eso -La reticencia era por parte de un chico de ojos color carmesí y cabello bicolor verde y rojo.

—Vamos Yuya, no pasará nada -Mencionó un chico de ojos azules y cabello bicolor rubio y azul.

—No, Yugo yo no quiero, amor diles que no -El chico de los ojos carmesí casi sudaba frío aferrándose al brazo de un chico de ojos color grises y cabello bicolor morado y negro que estaba a su lado.

—Vamos amor, no pasará nada -El de los ojos grises le sonreía cálidamente a su pareja para que este dejara de sentir miedo.

—¡Vez! Hasta Yuto quiere menos tu Yuya, vamos que todos queremos -Mencionó Yuri sonriendo mirando a todos.

—Bueno… y los demás, aunque no quieran por sus parejas lo harán -La chica de ojos cafés sonreía burlona al ver la cara de los yamis y la emoción en la cara de los hikaris -Es una ventaja que a ti también te gusten estas cosas Kyu -Mencionó recargando su cabeza en el hombro de un chico de piel blanca, cabello semi largo de un azul pálido y ojos color grises que era primo del albino menor.

—Por supuesto, es una cosa que tenemos en común linda -Respondió el del cabello azul pálido pasando su brazo tras la cintura de la chica halándola hacía él haciendo que esta se sonrojara.

—No vayan a empezar con sus arrumacos Kiryu -Musitó el albino mayor mirando la escena de los chicos con asco.

—Vamos Kura, déjalos en paz -El albino menor reprendió a su pareja quien solo rodó los ojos dejando escapar un suspiro.

—Claro, hazle caso a Ry-chan, además nosotros no te decimos nada cuando tú estás de empalagoso con tu yadonushi -La de los ojos cafés canturreó la última palabra haciendo que el mayor de los albinos se sonrojara.

—Bueno, luego siguen exponiéndose entre ustedes, ahora veamos qué es lo que haremos -A pesar de todo, uno de los tres yamis, el de los ojos rubíes también estaba interesado en la nueva festividad, su hikari solo lo veía con una suave sonrisa -Además… ¿quién es ese tal Satoru?

—Sí, yo también quiero saber -Sonó la voz a coro de los morenos curiosos.

—Bien, les contaremos quien es Satoru -La voz de Ryo se volvió tenebrosa haciendo que a Yuya se le piloerectara su piel acurrucándose en el costado de su pareja -Dicen las leyendas de este lugar que Satoru es un demonio que responde preguntas casi como alguien que adivina tu fortuna.

—¿Un demonio?, ¿contactaremos a un demonio?, ¿acaso usaremos una ouija? -El tricolor mayor estaba algo extrañado ante el nuevo descubrimiento.

—Es como jugar la ouija, pero mucho más fácil -Respondió Yuri sonriéndole ladinamente.

—¿Cómo es eso? -Cuestionó el menor de los morenos sorprendido.

—Con una llamada bastará -Mencionó Yugo sonriendo.

—Así es, solo tenemos que llamar a nuestro propio número de un teléfono desde un teléfono diferente y mientras escuchemos el tono, decir Satoru invitándolo a seguirnos, es simple -Completó el albino mayor las palabras del chico de ojos azules.

—¡Hay que intentarlo antes de salir a ver a los niños! -Exclamó el moreno mayor impresionado.

—Claro, con todo gusto -Mencionó Yuri sacando su celular -¿El número de quien marcaremos? -Cuestionó sonriendo maliciosamente.

—El mío, préstame tu teléfono Yuri -Mencionó Yugi sonriendo.

—Bien, veamos cuanta suerte tienes de recibir la respuesta de Satoru -Yuya permanecía aferrado aún más a Yuto quien solo trataba de calmarlo abrazándolo.

La llamada fue procesada, antes de que el tono sonara tres veces el menor de los tricolores había pronunciado el nombre de aquel demonio, pero no había habido ninguna respuesta, habían pasado diez minutos y nada había pasado.

—Ni modo, lo intentaré yo -Fue el turno de Ryo de tomar el celular y llamar.

Nuevamente realizó el proceso y después de diez minutos no había ocurrido nada.

—Sabía que esas cosas no existían -Se quejó el moreno mayor con fastidio.

—Vamos hagámoslo por última vez, está vez llamare yo -Mencionó Kiryu extendiéndole la mano a su primo.

Una vez más todo el procedimiento fue hecho, diez minutos habían pasado y…

Esta vez sonó el celular del chico del cabello azul pálido, todos se sorprendieron de tal hecho.

—¡Responde rápido idiota! -Exclamó Bakura fastidiado recibiendo una helada mirada de Liz a la que no le tomó importancia, Kiryu asintió haciendo lo dicho.

—Diga… -Un minuto de silencio. Nada se escucha al otro lado, corroboró que la llamada siguiera en curso durante ese minuto dos veces, a pesar de seguir intentado, nadie contestaba.

—Parece que fue una tonta coincidencia solamente -Mencionó Liz dejando escapar un suspiro.

—Al parecer eso fue -Mencionó Kiryu sonriéndole.

—En fin, solo era una tonta historia, vayamos a ver a los pequeños diablos pedir dulces -Mencionó Yuri tomando la mano de Yugo, su pareja, encaminándose a la entrada de casa de Yugi mientras los demás iban con su respectiva pareja tras ellos.

Aún no era tan tarde sin embargo muchos de los niños iban acompañados por un adulto en su recorrido para pedir dulces, los chicos caminaron por varias de las calles observando el movimiento de la tarde-noche, prontamente una hermosa luna creciente apareció como una suave sonrisa en el cielo mostrándose cómplice de la fecha que estaba aconteciendo.

—Es terrible que el mito de luna llena en Halloween solo se dé una vez cada milenio -Musitó Liz encogiéndose de hombros.

—Pero no tienes nada que pedirle a la luna creciente, linda -Kiryu sonrió mientras miraba el puchero que se había formado en la cara de Liz balanceando su mano con la de ella para hacer que esta sonriera.

—Claro que no, sabes que amo la luna en cualquier fase y no tengo nada que pedirle, pero los hombres lobo y mucho más importante, las wiccas que aman esta noche y que la esperan para su último y más importante Esbat sí, aunque bueno, si es para el Samhain no es necesario, pero como quiera -Los chicos rieron ante el comentario de la chica, ni se extrañaron de sus palabras, sabían lo mucho que ella amaba esas cosas y que hasta a veces le encantaba darles cátedras sobre ocultismo y paganismo, esta solo dejó escapar un suspiro.

—Se comienza a hacer de noche, ¿regresamos a hacer algo en casa de Yugi? -Cuestionó Yami mirando su reloj de mano que el tricolor menor le había regalado en su primer mes-aniversario.

—No, claro que no, la noche aún es joven, si tenemos suerte nos encontraremos con una bruja que nos guie hasta un aquelarre -Los ojos de Liz brillaron al escuchar las palabras de Yuri.

—Gracias a Ra, solo son mitos, además ni soñando la dejaría ir a ella a algo así -Kiryu abrazó instintivamente a la chica de los ojos café.

—Tienes razón, yo tampoco dejaría ir a Yuya -Secundo Yuto atrayendo hacia él a su novio.

—¡Ni nosotros! -Mencionaron a coro los yamis abrazando posesivamente a sus hikaris.

—Celosos -Mencionaron los cautivos a coro tal como si se hubieran puesto de acuerdo para pronunciar aquello, la reticencia de sus parejas se debía a pesar de que fuera algo ficticio a una sola cosa, no era debido a la deidad que adoraban en esos eventos, no era debido a que ellos no eran parte del clan, tampoco era porque les molestara aquello, lo único que los hacía ponerse de esa manera y a lo que nunca dejarían participar a sus parejas era al evento final en esas reuniones, las muy famosas orgías.

—Como sea, sigamos caminando, es lindo ver los adornos de las casas -Ryo se zafó del abrazo de Bakura comenzando a encaminar al grupo, pero rápidamente su mano se vio presa nuevamente por su pareja.

—Debimos traer al menos una calabaza con una vela dentro y jugar a ser Jack O’lantern -Yugi soltó un suspiro encogiéndose de hombros mencionando aquello.

—Podemos pasar a una tienda por una calabaza y una vela y tallarla -Yami rápidamente habló al ver el semblante de su hikari, él odiaba que la sonrisa se borrara de los labios del menor.

—Yo traigo siempre conmigo mi navaja así que pueden tallarla con ella -Malik sacó una bella navaja de su bolsillo mostrándosela a todos.

—Te dije que dejaras eso en casa Malik -Regaño el menor de los morenos al otro.

—No te preocupes ángel, además si no lo hubiera hecho tu amigo no tendría su calabaza tallada -Marik se quedó callado ante esas palabras, por primera vez era una situación justificada para que su yami tuviera esa navaja.

—De igual manera para la próxima la dejas -Menciono finalmente siguiendo el paso a sus amigos tomando la mano de Malik.

Los chicos se dirigieron hasta el mall más cercano, dieron gracias de que aún había algunas cuantas calabazas y después de comprar una, y una veladora blanca se dirigieron al parque de Domino para tallarla.

Yami y Ryo habían tallado la calabaza en conjunto de una forma pulcra, cuando finalizaron se la entregaron al pequeño Yugi para que este pusiera la vela dentro y comenzaran a recorrer nuevamente las calles de Domino como haciendo un tributo a ese enigmático ser que ni el mismísimo diablo había querido en el infierno y por eso había sido expulsado condenado a vagar por la tierra de los vivos por los siglos de los siglos.

Después de una hora varios chicos comenzaron a regresar a sus casas, sabían que a veces la calle solía ser peligrosa y preferían volver antes de que pudiera ocurrirles algo.

Yugi y los demás siguieron su recorrido hasta llegar a una de las partes más desoladas de Domino, nunca se les había ocurrido ir a esa zona y no era porque fuera peligrosa, solo era porque esta era muy solitaria.

—Creo que es mejor que regresemos chicos -Mencionó Liz parándose en seco al ver la calle desolada.

—¿No tendrás miedo verdad? -Bakura le sonrió socarronamente.

—No, no tengo miedo, solo que no sé si sea bueno adentrarnos hacia allá, es un lugar muy desolado -La chica solo se protegió detrás del chico de cabello azul pálido.

—Vamos Liz, no pasa nada -Yuri se puso tras de ella poniéndole sus manos en los hombros.

—Yo estoy de acuerdo con Liz, chicos -Yuya secundo a la de los ojos cafés.

—Solo iremos dos cuadras y después regresaremos, es una promesa -Mencionó el albino menor dirigiéndose hacia Liz para tomar sus manos y regalarme una cálida sonrisa haciendo que saliera de detrás de su primo.

—De acuerdo Ry-chan -Soltó un suspiro rindiéndose.

—Yo sigo pensando que es mala idea -Yuto solo le sonrió a su pareja al escucharlo tomando su mano para ir detrás de los chicos.

 

 

La primera cuadra había pasado sin incidencias, pero no se pudo decir lo mismo de la segunda. A mediación de la segunda cuadra se encontraba una gran casa que aparentaba ser tenebrosa, los chicos no pudieron evitar el querer entrar para verla de cerca, aunque la reticencia de Yuya seguía intacta, Liz se había dejado hacer entre las cosas al ver que todo estaba bien y aparte no se perdería la oportunidad de entrar a una casa antigua.

No fue difícil para los chicos abrir el enrejado de la casa y entrar en ella, sin embargo, Yuya se había quedado parado fuera de esta observando la estructura y sintiendo como su ser le avisaba de que no les esperaba nada bueno dentro.

—Amor, vamos, no puedes quedarte aquí solo -Mencionó Yuto desde dentro del patio de la casa.

—Entonces quédate conmigo -Yuya estaba cruzado de brazos sin la mínima intención de moverse.

—¿Acaso quieres perderte la diversión?, es la primera vez que pasamos un Halloween con todos los chicos -Yuya se lo pensó un poco, era cierto que era su primera aventura en Halloween con sus amigos, apenas si tenían medio año de haberse mudado de su colegio en ciudad de Maiami a Domino.

—Es que… algo me dice que no será bueno -Reveló sintiendo una presión en su corazón.

—Estamos juntos, mientras estemos juntos no pasará nada -Yuya asintió y caminó hasta estar frente a su novio quien tomó su mano para encaminarse con los demás.

 

 

Desde la segunda planta mirando fijamente la escena de los chicos se encontraba alguien sonriendo maliciosamente, sus ojos se habían acostumbrado a la penumbra así que no le era necesario tener las luces encendidas para encaminarse por los pasillos de la gran casona, una sonrisa siniestra se dibujó en sus labios y procedió a recibir amablemente a sus invitados de esa noche.

 

 

La madera hacía un leve rechinido con los pasos dados por los chicos dentro de la casa, a pesar de que querían entrar sigilosamente eso era algo casi imposible debido a la antigüedad de aquel piso.

El aroma que predominaba en la casa era a humedad, tal parecía como si llevara muchos años sin ser abierta, para ellos fue indició de que estaba abandonada y no habría ningún problema al entrar. La casa era mucho más grande por dentro de lo que parecía, una gran escalera se extendía en medio para subir a la segunda planta y en esta existían escaleras alternas que llevaban al tercer piso y una infinidad de pasillos que conducían a diversos salones y habitaciones.

—No podremos revisar toda la casa si seguimos en grupo -Mientras Ryo contemplaba la casa mencionó aquello.

—Vayamos en binas y nos vemos aquí en una hora -Habló Yami tomando la mano de su luz.

—Es cierto, es demasiado grande para ir todos juntos, será mejor separarnos y si encontramos algo interesante se lo hacemos saber a los demás -Yuri sonrió al escuchar aquellas palabras de su pareja, era una buena oportunidad de espantar a sus amigos, tal vez la casa se veía tenebrosa, pero seguía siendo una casa normal que no tendría algo que ofrecerles, así que era su turno de empezar su propio Halloween -Cielo, ¿estás pensando lo que creo que piensas? -Cuestionó en voz baja el de los ojos azules al ver la sonrisa de su pareja.

—¿Qué crees tú amor? -Esa era la respuesta que Yugo esperaba, conocía de sobremanera a su novio y que a este le encantaba hacer bromas pesadas en Halloween, como años atrás en Maiami.

—Lo sabía, no cambias nada -Una pequeña sonrisa se incrustó en los labios de Yugo.

—Me encanta que me conozcas tanto -Mencionó Yuri saltándole a los labios para besarlo con ímpetu.

—Entonces dicho y hecho -Después de que Marik mencionara aquello los chicos emprendieron el camino por la casa.

Yuya y Yuto se habían quedado solos a medio salón mirando como sus amigos se perdían entre los pasillos de la casa, el chico de los ojos carmesí sentía como un terrible viento frío le había recorrido la espalda dejándolo sin poder moverse, Yuto solo lo observaba con una ligera mueca de preocupación.

—Amor… -Yuya había comenzado a apretar con todas sus fuerzas la mano del chico de ojos grises provocándole dolor, él al percatarse de eso lo soltó rápidamente.

—Lo siento amor, es que, no me siento bien estando aquí -Yuya bajó su mirada para incrustarla en el suelo, a pesar de que quería dejar de sentirse mal en esa situación simplemente no podía.

—Oye, no debes preocuparte, todo está bien, solo es una casa común, a pesar de todo, sabes que los sustos que te has llevado años atrás fueron provocados por Yuri, así que lo único peligroso dentro de esta casa es él -Yuto le sonrió besando dulcemente su frente para tratar de calmarlo.

—En eso tienes razón, pero como quiera no quiero subir, hay que revisar solo las habitaciones de aquí abajo -Yuya esbozó una pequeña sonrisa a su novio quien asintió a sus palabras.

 

 

Los tricolores habían decidido explorar el ala oeste de la casa mientras iban platicando amenamente, Yugi quería saber cómo se la estaba pasando su novio, quería que su primer Halloween juntos fuera algo para recordar.

—¿Entonces qué es lo que más te ha gustado del día? -Yugi sonrió cálidamente mientras le preguntaba aquello.

—Pasar mi día junto a ti aibou -La respuesta del mayor hizo que el de los ojos amatista frunciera el ceño.

—Me refiero a este día Yami -Yugi soltó un suspiro ante la sonrisa del mayor.

—Tallar la calabaza y pasear mirando a los niños -Respondió Yami finalmente, esa respuesta si había sido del agrado del menor.

—Sí, fue increíble lo bien que les quedó la calabaza, la voy a tratar de conservar, espero encontrar una manera para que no se eche a perder -Yugi sonreía encantado recordando el trabajo de su novio y su amigo, Yami amaba ver esa sonrisa en los labios de su luz, él sentía que para eso vivía para hacerlo sonreír, con cuidado atrajo al de los ojos amatistas hacia él atrapando sus labios en un cálido beso que rápidamente fue correspondido por el menor.

Al separar sus labios siguieron su camino hasta llegar a una escalera para subir al tercer piso, al subirla se encontraron con otra escalera que descendía, esta no tenía una razón de ser sin embargo fueron una vez más hacía abajo topándose con otra escalera en ascenso, al darse la vuelta para corroborar el hecho solo pudieron ver la escalera por la que habían descendido y nada más, aunque no parecía algo extraño, tal vez solo había sido una forma extraña para hacer unas escaleras, al menos eso era lo que querían pensar, sin embargo siguieron caminando siguiendo el mismo ciclo que parecía no tener un inicio ni un fin.

 

 

Los albinos habían decidido explorar el ala este de la casa, en su recorrido Ryo iba admirando los objetos que había en el camino, algunos cuadros algo estrambóticos y algunas armaduras oxidadas, era casi como estar dentro de una casona del terror de la feria.

Un lienzo en especial había llamado la atención del albino menor, en el se encontraba una chica muy hermosa de ojos azules, piel blanca y castaña cabellera con unas facciones angelicales, a pesar de su belleza, la chica mantenía una mirada triste, a simple vista era un cuadro en el que se había puesto mucho empeño, sin embargo, había cierta perfección puesta en los ojos azules de la chica que casi parecían como si fueran reales y pudieran escudriñar lo profundo del alma, Bakura se colocó tras Ryo para apreciar el cuadro que tanto le había llamado la atención a su luz.

—¿Puedes sentir la soledad y la tristeza Kura? -Cuestionó de pronto sin quitar su vista un solo segundo del cuadro.

—No yadonushi, no puedo sentir nada -Respondió el mayor recargando su mentón en el hombro de Ryo mientras pasaba sus brazos alrededor de la cintura del menor en un caluroso abrazo.

—Pero… -Antes de dejarlo continuar Bakura lo soltó de su abrazo y tomó la mano del menor comenzando a llevarlo con él al lado contrario del pasillo.

—Mejor sigamos el recorrido -Fue la excusa que puso el mayor, tal vez para Ryo el cuadro le había inspirado tristeza y soledad, pero el mayor podía sentir una energía maligna salir de el.

Mientras los albinos se alejaban del lienzo una lágrima oscura salió del ojo derecho de la chica perdiéndose entre el piso.

 

 

Los morenos habían comenzado a subir escaleras arriba para dirigirse al tercer piso, pensaban que con suerte podrían encontrar un ático donde guardaban las cosas viejas y ahí podría haber algo interesante, tras ellos a una distancia prudente iban Yuri y Yugo planeando la manera en la que los iban a espantar.

—¿No crees que Malik vaya a matarnos después? -Cuestionó Yugo algo cohibido por la forma de ser del moreno mayor.

—Vamos cielo, el punto es que no se den cuenta que somos nosotros -Musitó Yuri golpeándole levemente el brazo con su codo.

—Bien entonces prosigamos -Un suave suspiro escapó de sus labios mientras miraba por una de las ventanas del corredor que el clima afuera estaba comenzando a cambiar y tal parecía que se avecinaba una tormenta.

Yuri había encontrado por el camino una espada perteneciente a alguna de las tantas armaduras que se encontraban adornando los pasillos así que comenzó a arrastrarla en ocasiones por el suelo mientras Yugo movía algunas de las armaduras cuidadosamente de no dejarlas caer, ambas acciones hicieron que el menor de los morenos se pusiera alerta.

—¿Escuchaste eso Malik? -Cuestionó algo helado debido a que su mente empezaba a idear los peores escenarios.

—Si ángel, pero despreocúpate, pueden ser ratones -Malik trataba de pensar racionalmente, en una casa tan vieja era muy seguro que hubiera ese tipo de animales.

—Eso no sonó como un ratón -Marik estaba convencido que algo no estaba del todo bien, podía sentirlo.

Una risa como de una niña pequeña hizo estremecer a los cuatro chicos, Yuri y Yugo se miraron fijamente pensando si alguno de los dos había sido, pero era una voz demasiado aguda para pertenecerle a alguno.

—¿Quieren jugar conmigo? -Esa pregunta seguida por más risas logró hacer que los morenos y de paso Yuri y Yugo salieran corriendo en direcciones diferentes alejándose cada uno de sus parejas.

 

 

Yuya y Yuto se encontraban caminando despacio por los pasillos de la primera planta, sin mucho esfuerzo habían llegado hasta la cocina donde curiosamente se encontraba cocinándose algo, a ambos una corriente eléctrica les inundó el cuerpo, eso solo significaba una cosa: «No estaban solos en esa gran casa».

—Sabía que no era buena idea entrar, alguien está aquí -Yuya temblaba de miedo parado en el marco de la puerta mientras Yuto inspeccionaba la habitación.

—Tranquilo, seguramente fueron Yuri y Yugo tratando de asustar a alguno de nosotros con esto -Para Yuto esa era la única respuesta lógica, sobre todo porque desde que habían entrado las luces estaban apagadas y no había indicios de que alguien estuviera viviendo en ese lugar, mucho menos que alguien estuviera ahí sin que ellos lo hubieran visto.

Yuya corrió instintivamente a los brazos de Yuto al escuchar el sonido de algo arrastrándose por el pasillo que daba a la cocina, unos segundos después ceso, pero ahora los sartenes comenzaron a caerse de sus repisas impactando contra el suelo haciendo que ambos chicos salieran corriendo del lugar.

 

 

Kiryu y Liz habían caminado sin rumbo por los pasillos y habían llegado a una gran biblioteca, mientras Liz revisaba los libros en una gran estantería en la pared, Kiryu se dedicó a revisar las cosas que había sobre el escritorio, algo le extrañaba, en la habitación podía sentir un suave olor a puro y a colonia de hombre, además los papeles sobre el escritorio parecían como si apenas los hubieran colocado y mucho peor, lo que se encontraba impreso e ellas era sumamente terrible, era pasos para diseccionar un cadáver o peor aún para Kiryu, para diseccionar a personas aún vivas.

—Linda… -Mencionó retrocediendo un par de pasos hacia atrás del escritorio con una expresión de horror en el rostro.

—¿Qué pasa Kyu? -La chica de los ojos café miró desconcertada a Kiryu.

—¡Esto no es una casa abandonada! ¡Debemos avisarle a los demás y salir de aquí!

Ni un segundo más se dejó pasar entre las palabras del chico del cabello azul pálido y el estruendo de un gran trueno acompañado de un relámpago haciendo que el ventanal de la biblioteca temblara vertiginosamente, por inercia Liz se hizo hacía atrás recargándose fuertemente contra el librero.

Una intensa lluvia comenzó a bañar las calles de Domino, Kiryu se extrañó del caso, el clima no pintaba nada mal y tampoco habían pronosticado tormenta eléctrica, pero ahí estaba, por primera vez en su vida eso le inspiraba un mal augurio.

Al darse la vuelta para buscar a Liz se percató de que está ya no estaba acompañándolo en la habitación.

 

 

La chica de los ojos cafés sintió su cuerpo impactar contra el piso frío de un lugar que no podía identificar, trató de que sus ojos se acostumbrasen a la penumbra sin mucho éxito, poco a poco comenzó a levantarse sosteniéndose de la que parecía una mesa de metal.

Al estar totalmente de pie se percató de un aroma que no había detectado hasta ese momento, un intenso olor ferroso le inundó las fosas nasales, un líquido viscoso escurría de la mesa de la que se estaba sosteniendo, al acercar su mano a sus fosas nasales pudo comprobarse lo que tanto se temía, se trataba de sangre.

 

Liz no había sido la única que había desaparecido del lado de su pareja, también el hikari moreno y el albino se habían separado, y cada yami se encontraba buscando a su respectiva luz, sumado a ellos, se escuchó una cuarta voz llamando a su pareja, se trataba de Yugo quien buscaba desesperadamente a Yuri.

—¡Marik! ¡¿Dónde estás ángel!?

¡Yadonushi! ¡¿Hikari dónde estás?!

-—Liz, ¡Linda no estés jugando!

—¡Yuri! ¡¿Dónde te metiste?!

Cuatro de los chicos recorrían los pasillos recorriéndolos de un lugar a otro y sin quererlo se habían encontrado en la escalera del segundo piso y al menos Kiryu daba gracias de que todos estuvieran bien.

—¿También perdieron a los chicos? -Cuestionó Yugo preocupado.

—¡No Yugo, estamos jugando a la escondidas! ¡No vez mi cara de emoción! -Reclamó Bakura sarcásticamente.

— Oye no lo dije para que te enfadaras -Masculló Yugo molesto ante la actitud del albino, él también estaba preocupado por su Yuri, Bakura no era el único preocupado por alguien.

—¡Debemos encontrar a los demás rápido y salir de este lugar! -Exclamó Kiryu frustrado.

—¡Qué gran idea, jamás se me hubiera ocurrido! -Fue el turno del moreno de hablar sarcásticamente haciendo que el chico del cabello azul pálido se molestara.

—¡Esto no es un juego idiota, ellos podrían estar en peligro! -Exclamó tomando al moreno de la camisa mirándolo directamente a los ojos.

—¿Ah que te refieres? -Cuestionó el albino extrañado.

—No estamos solos en esta casa y no creo que precisamente sea una persona muy cuerda la que esté aquí adentro -Las palabras de Kiryu helaron la sangre de los chicos.

—Debo buscar a mi yadonushi -Bakura trató de irse, pero fue detenido por Kiryu.

—No seas idiota, debemos permanecer juntos será peor si nos separamos, solamente juntos podremos salir de esta.

—¡Chicos! -gritaron Yuya y Yuto al unísono desde debajo de las escaleras.

—Están pasando cosas muy raras aquí adentro, será mejor salir de una vez -Mencionó Yuya dirigiéndose a la puerta, tomó el picaporte de esta, pero no se abría -¡La puerta no se abre! -Exclamó asustado.

—Es un chiste es obvio que debe abrirse -Yugo se apresuró a bajar para dirigirse a tomar el picaporte, para su sorpresa la puerta parecía como si la hubieran cerrado con llave -¡Esto es una jodida broma! -Haló con fuerza la puerta varias veces sin resultado alguno.

—¿Alguien sabe dónde está el faraón idiota y el enano? -Cuestionó Malik extrañado.

—Debemos encontrarlos y también a los demás -Sentenció Kiryu mientras los otros asentían a sus palabras.

 

 

—¡Bakura! ¡AKEFIA! ¡Dónde estás! -La preocupación comenzaba a implantarse en la voz del albino.

—¡Malik! ¡Dónde te metiste!  -Un sentimiento de desesperación comenzó a inundar al moreno al vagar solitariamente por los oscuros pasillos sin saber con qué se toparía y mucho peor no quería toparse con la dueña de la voz que habían escuchado.

Ambos chicos recorrían los pasillos en busca de sus parejas sin mucho éxito, para fortuna del albino este había escuchado la voz de Marik llamando a su oscuridad así que se apresuró a encontrarse con él.

—¡Marik! ¡Quédate donde estás! ¡Bakura se me perdió y estoy solo! -Gritó tratado de detener el andar del moreno si les había pasado lo mismo que a ellos entonces su amigo también debía estar solo.

—¡Ryo! ¡Por aquí! -El chico de los ojos lavanda gritó con toda su fuerza para que su albino amigo lo encontrara.

—¡Marik! / ¡Ryo! -Ambos chicos gritaron al unísono y se abrazaron efusivamente al encontrarse.

—Pensé que me quedaría solo -Mencionó el moreno aliviado.

—Yo también, después del estruendo algo raro pasó, cerré instintivamente mis ojos y cuando los abrí Kura ya no estaba conmigo -Reveló Ryo algo preocupado.

—Yo me separé de Malik después de escuchar la voz de una niña preguntándonos si queríamos jugar con ella, cosas raras están pasando en este lugar, es mejor que nos vayamos de una vez, encontremos al resto -Ryo lo miró sorprendido por la historia asintiendo a sus palabras.

 

 

Yuri se encontraba vagando en la penumbra sin rumbo fijo, sentía como el terror comenzaba a invadirlo, podía saberlo porque comenzaba a sudar frío y sus sentidos estaban alerta, ni siquiera se atrevía a gritar, si el ente que había hablado lo encontraba eso podría ser mucho peor que continuar vagando solo, recorrió un par de pasillo para posteriormente llegar a una escalera que daba a la tercera planta, sabía que seguramente era una tontería subir pero aun así lo hizo, intentó que sus ojos se adaptaran a la oscuridad que parecía terriblemente infinita esa noche, palmeó las paredes para evitar caerse o tropezarse con algo, sin darse cuenta había llegado frente a una habitación de la que se escuchaba una conversación dentro.

—Es hora de hacerlo, matar a uno por uno -La voz era algo tosca y burlesca.

—No, no, no, así no será divertido, debemos cazarlos primero, y luego matamos a uno tras otro frente a los demás, eso sí será dramático -La segunda voz era muy similar a la primera, Yuri sintió un dolor en el pecho al escuchar esa conversación, habían entrado a la casa de unos lunáticos, debían salir pronto o no vivirían para contarlo, retrocedió un par de pasos preparándose para salir corriendo y buscar al resto, pero fue detenido al sentir una fría mano sobre su hombro por primera vez en mucho tiempo  sintió ganas de llorar del pánico que lo inundó, nunca un Halloween había sido tan terrible, él siempre era el que hacía de sus víctimas a todos los demás y ahora él sería víctima de unos psicópatas reales.

 

 

Sin mucho éxito Liz trato de buscar una salida, no entendía como había llegado a ese lugar, pero debía pensar que había pasado, recordaba el estruendo y el dolor que le causo el librero al impactarse con él y después…

—¡La entrada está en el librero! -Gritó consternada, era una tontería creer que ese tipo de cosas ocurrían en la vida real, solo en las películas de terror había visto que detrás del librero había un pasadizo secreto, sin embargo, el que conectaba a la biblioteca con una especie de laboratorio no era normal, era como un ducto.

Trató de buscar algún interruptor o al menos una linterna para ver en la oscuridad, pero no había nada, el aroma comenzaba a revolverle el estómago y a provocarle un intenso dolor de cabeza, pero sabía que debía salir de ese lugar y encontrar a los demás, no podía quedarse ahí esperando que quien sea que viviera ahí, del que le había hablado Kiryu decidiera ir a matarla.

Pudo divisar una tenue luz que se filtraba por la parte superior de unas cajas apiladas en una pared, se acercó hasta ellas y como pudo empujó las de arriba para que la luz de la calle por fin entrara en la habitación dejando ver que el lugar donde estaba se trataba de un sótano y que sobre la mesa había un gran charco de sangre junto a una pequeña nevera de la que también escurría el líquido carmesí.

 

 

El estómago de Yuri se revolvió llevándose su mano izquierda a su boca, sentía como si su cuerpo estuviera a punto de flotar, poco a poco comenzó a darse la vuelta para ver finalmente al que sería su asesino llevándose una gran sorpresa.

—Yur…. -Al chico del cabello magenta le volvió el alma al cuero al darse cuenta que solo se traba del par de tricolores tras de él, por miedo a que los psicópatas que estuvieran dentro de la habitación los escucharan acalló a Yugi quien iba a pronunciar sus palabras dirigiéndolos de regreso por el camino que él había recorrido tratando de recordar los detalles para no tropezar con nada y dar alerta a los dueños de la casa de que ellos estaban ahí.

Yuri corrió con todas sus fuerzas llevando a Yugi de la mano, Yami solo los siguió sin decir alguna, ni siquiera se atrevió a hablar, al ver el rostro de Yuri y su accionar sabía que las cosas no andaban nada bien.

Cuando estuvieron suficientemente lejos pudo hablar tranquilamente para explicarles lo sucedido.

—¡Debemos encontrar a los demás y salir de aquí! ¡Ra! ¡Si no lo hacemos ellos van a matarnos! -Exclamó con una mirada de horror en el rostro, era la primera vez que los tricolores miraban ese semblante en el chico frente a ellos.

—¿Qué es lo que está pasando Yuri? -Cuestionó Yami tratando de pensar serenamente.

—Cuando ustedes me encontraron estaba a punto de entrar a la habitación que tenía enfrente, pero me detuve al escuchar a un par de lunáticos planear la manera en la que nos asesinarían ¡Debemos salir de aquí lo más rápido que podamos!

Yugi y Yami no podían salir de su asombro al escuchar al chico de ojos magenta, ser blancos de unos psicópatas no estaba entre sus planes para la noche de Halloween, a duras penas ellos habían podido escapar de las escaleras infinitas de las que eran presos y a pesar de que eso había sido algo muy extraño pudieron encontrar el fallo y poder volver al camino.

Al parecer la casa estaba diseñada con algunas trampas que el ex faraón y el tricolor menor pudieron identificar muy bien sin ponerle mucho empeño haciéndole honor a su tan afamado título compartido del rey de los juegos.

 

 

Ryo y Marik caminaron por los pasillos que por alguna extraña razón parecía que estos no tenían fin, les era difícil encontrar las escaleras para bajar a la primera planta.

Mientras hacían su recorrido podían escuchar pequeños murmullos y cosas que se arrastraban, Marik recordó la razón por la que se había alejado de su oscuridad así que tomó la mano de Ryo para evitar que eso volviera a pasarle, sabía que no soportaría quedarse solo por segunda vez.

La oscuridad en los pasillos cada vez se hacía más densa y la lluvia de afuera no ayudaba en nada, ambos chicos sentían un viento fresco recorrerles desde la nuca hasta la punta de los pies a pesar de que no hubiera ventanas abiertas.

—Es inútil Ryo, parece que nunca hallaremos la salida -El moreno dejó escapar un hondo suspiro al mencionar aquello, estaba perdiendo la fe por completo en encontrarse con los demás.

—No seas pesimista Marik, verás que no tardando los encontramos -Ryo trató de sonreír para calmar a su amigo, pero la verdad era que el terror estaba inundándolo, no quería sí quiera pensar en no volverse a encontrar con su oscuridad y mucho menos no poder salir de ahí.

—De acuerdo, entonces sigamos -Ryo asintió a sus palabras y ambos siguieron caminando sin un rumbo fijo, solo esperaban divisar algo más que infinitos pasillos, tal parecía como si ellos estuvieran recorriendo un complicado laberinto.

Los chicos mantenían un paso lento hasta que escucharon la risa de una pequeña niña, a Marik se le heló la sangre, de nuevo ese espectro lo había encontrado.

—¿Escuchaste eso? -El albino no necesitó una respuesta, con mirar la cara de terror del moreno bastaba, su piel incluso estaba pálida y su mano comenzaba a sudar.

Antes de poder decir más se escuchó el reboté de una pelota que salió de la penumbra impactándose en los pies del albino.

—¡Ryo corre! -Gritó Marik sin soltar la mano de su amigo comenzando a correr en la dirección contraria a donde se originaba la voz.

¿Por qué no quieren jugar conmigo? -Una suave risa invadió nuevamente los oídos de ambas luces, por un momento mientras corrían lo más rápido que sus pies les permitían odiaron la situación en la que se encontraban, seguidos por el espectro de una niña y para colmo lejos de sus yamis.

 

 

Malik, Bakura, Kiryu y los Yu’s recorrían los salones con sumo cuidado tratando de hacer el menor ruido posible, no querían que el psicópata dueño de la casa fuera a encontrarlos antes de que ellos pudieran encontrarse con los demás chicos, no iban a permitir que ese loco les hiciera algo malo a alguno de sus amigos.

Mientras recorrían un pasillo pudieron escuchar unos gritos y como el piso se estremecía por la velocidad con la que alguien se dirigía hacia donde ellos estaban.

Bakura y Malik pudieron reconocer perfectamente de quienes se trataban.

¡Yadonushi! / ¡Ángel! -Ambas oscuridades gritaron para hacer que sus luces los reconocieran, a los segundos pudieron divisar a ambos que veían corriendo lo más rápido que podían por el oscuro pasillo.

—¡KURA! / ¡MALIK! -Para ambos hikaris parecía como si todo se hubiera arreglado por un momento, los yamis los abrazaron y besaron efusivamente como queriendo compensar el mal rato que seguramente habían pasado vagando solos por ese horrible lugar.

—¡Por favor no griten! -Una nueva voz se unió a la conversación tratando de acallar los chillidos de los chicos.

—¡Yuri! -Esta vez fue el turno de Yugo de gritar abrazando a su novio plantándole un dulce beso en los labios.

—Faraóncete, enano, ¿cómo nos encontraron? -Cuestionó el albino mayor mirando a los recién llegados al separarse de los labios de su luz.

—Eso no importa, ahora que estamos todos es hora de irnos de aquí, hay unos locos que quieren matarnos -Mencionó Yami serio, los demás solo lo miraron fijamente.

—No sabíamos eso, pero sí que esta casa es propiedad de un demente, nos iríamos, pero hay un problema… -Kiryu cortó tajantemente sus palabras dejando a todos anonadados.

—¿Cuál? -Cuestionaron los hikaris y Yuri extrañados.

—Esperen… ¿Y Liz? -Cuestionó Ryo dándose cuenta que la chica de ojos cafés no se hallaba en su rango de visión.

—Ese es el detalle, no la encuentro -Reveló Kiryu con una voz molesta y a la vez frustrada dando un golpe en la pared.

—Debemos encontrarla antes de que esos lunáticos vengan por nosotros, ¿dónde fue la última vez que estuviste con ella? -Cuestionó Yuri preocupado.

—En la biblioteca -Finalizó Kiryu y posteriormente a sus palabras un relámpago iluminó la casa por unos segundos para después volver a dejar todo entre penumbras.

 

 

La puerta con la que estaba cerrado el sótano era de madera por lo que Liz buscó dentro del lugar algún implemento que le ayudase a destruirla, algún hacha no estaba nada mal, sin embargo, no había nada ahí más que bisturíes y cuchillos, eso no le servían prácticamente para nada, pasarían días para que con esos utensilios lograra abrir, aunque sea un hueco en la puerta.

Se sentó pesadamente en el piso pensando en lo que haría, no podía simplemente dejarse ahí para morir en manos de algún demente, pero estando encerrada la claustrofobia era más intensa y la hacía mantener su mente en blanco, sus instintos de supervivencia la habían abandonado, tal vez su cuerpo captó que estando encerrada nada podía pasarle, pero la realidad era completamente diferente, si se quedaba ahí era un blanco fácil para el maníaco que viviera en la casa, por unos segundos pensó en sus amigos, en Kiryu, en todas las personas que amaba, no quería hacerse a la idea de dejar de verlos, como una estúpida idea los había llevado hasta ese momento, no lo sabía, pero lo que si sabía era que debía luchar por reencontrarse con todos en lugar de darse por vencida.

 Caminó hasta el lugar en el que había caído buscando el ducto por el cual había salido, cerca del techo a medio metro del suelo se encontraba una pequeña entrada.

—Si por ahí llegue tal vez por ahí mismo pueda volver a salir -Masculló sacando fuerzas de su interior para hacer su movida.

Un golpeteo en la puerta anunció que alguien estaba por entrar así que no se lo pensó un segundo más para meterse dentro del ducto pidiéndole a Ra y a todos los dioses egipcios que no la encontraran.

Unos pasos fuertes se escucharon bajando las escaleras que estaban entre el suelo del sótano y la entrada, pudo reconocer el rechinido de unas botas de hule al hacer ficción con el suelo del lugar, después de unos cuantos pasos el rechinido cesó y se escuchó como alguien revolvía diversos utensilios de metal. Liz estaba segura que se traba de los bisturíes y cuchillos que había sobre la mesa del mismo material.

—Esto será suficiente para cortar sus lindos cuellos -Musito alguien para posteriormente dejar escapar una suave sonrisa.

—No, eso no será suficiente -Masculló una segunda voz muy parecida a la primera acallando la risa de esta, eso horrorizó a Liz, ella solo se había percatado de unos pasos, nunca había escuchado que dos personas bajaran al sótano.

—Los diseccionaremos aquí, no hay necesidad de algo más grande…

—¡No seas tonto, no puedes dejar que se te escapen! -La persona que estaba afuera pasaba una y otra vez uno de los objetos por encima de la mesa provocando un chillante sonido de fricción que comenzaba a provocarle dolor de muelas a la chica de ojos café.

Liz trataba de entender lo que pasaba, ella estaba segura que solo había una persona en la habitación, los movimientos solo eran de una, pero esperaría hasta que la persona de afuera se marchara para confirmar su suposición.

Pasaron no más de cinco minutos que a ella se le hicieron una eternidad hasta que escuchó el rechinido de las botas alejándose y escuchó como subían las escaleras, con sumo cuidado asomó su cabeza a través del ducto para observar lo que ya sabía, se trataba de una persona, entonces la persona que vivía en ese lugar realmente era un lunático, un esquizofrénico o una persona con bipolaridad tal vez.

 

 

Los chicos se dirigieron a la biblioteca por el camino que Kiryu les iba indicando tratando de ser lo más cautelosos posible, debían encontrar a Liz y posteriormente tirar la puerta de la entrada si era necesario para salir de ese infierno de una vez por todas, los hikaris y Yu’s iban temiendo por sus vidas, y los yamis y Kiryu iban temiendo por la seguridad de los demás mientras iban por los pasillos, además de todo los sustos que les daban a cada paso no parecían cesar y en su lugar parecía que se incrementaban más.

—Oigan, ¿creen que sean las almas en pena de las víctimas del lunático que vive aquí? -Cuestionó Yugo en voz baja mirando alrededor.

—Eso podría ser una gran posibilidad -Respondió el tricolor menor soltando un suspiro.

—Vaya Halloween que estamos pasando -Se quejó el moreno mayor -Tener que escapar de unos jodidos maniáticos, todo por meternos donde no nos llamaban -Chasqueó sus dientes al terminar su frase.

—Algún día esto será algo que puedas contarles a tus hijos en una lista de cosas que NO deben hacer nunca -Mencionó el albino menor encogiéndose de hombros, el moreno no dijo nada.

—Es esa puerta -Mencionó Kiryu atrayendo a todos a la realidad.

—¡Vayamos chicos! -Exclamó el tricolor menor mientras los demás asentían.

El chico de cabello azul pálido corroboró que no hubiera nadie dentro de la biblioteca antes de proceder, no quería que alguien, por no decir que alguno de los maniáticos asesinos los estuviera esperando ahí para diseccionarlos.

Una vez que todos los chicos estuvieron dentro de la biblioteca inspeccionaron cada lugar esperando que Liz estuviera por ahí escondida, sin embargo, eso no pasó.

—Al parecer no está aquí -La voz de Marik se escuchaba decaída no podía imaginar donde se encontraba Liz o peor aún si es que esta no se había topado con alguno de los maniáticos.

—¿Creen que acaso…? Ya saben -Tanteó Yugo con un tono triste en la voz.

Hubo un silencio infernal reinando en la biblioteca, los chicos solo se miraban entre ellos y miraban el semblante de Kiryu quien se mantenía recargado contra el escritorio con una mano en el corazón.

El silencio solo sirvió para escuchar un sonido de algo arrastrándose, ninguno de los chicos pudo identificar de donde venía el sonido.

—¡¿Escuchan?! -Exclamó Yuri y los demás asintieron.

Poco a poco el sonido se iba intensificando, parecía como si algo se arrastrara a través de un tubo de plástico hasta que finalmente cesó y se empezaron a escuchar sonidos tras el librero.

—Ese debe ser el asesino -Musitó Marik algo asustado, Malik rápidamente lo puso tras él y los otros dos yamis hicieron lo mismo con sus parejas poniendo todos sus sentidos alerta.

Los latidos del corazón de cada uno de los chicos comenzaron a retumbarles fuertemente en los oídos, solo una cosa podía pasar por sus pensamientos, si acaso finalmente se verían cara a cara con el lunático que ya les había preparado su muerte en bandeja de plata.

—No, ese no es el maniático que habita aquí ¡Liz se desapareció después de haberse topado con ese librero! -Exclamó el chico del cabello azul pálido manteniendo una ligera esperanza.

—Entonces comprobémoslo, nos estamos arriesgando, pero ojalá sea ella -Mencionó Yuto pegando su oído al librero.

—¡¿Liz estás ahí?! -Cuestionó el chico de los ojos carmesí con algo de terror en la voz.

—¡Yuya! ¡¿Chicos son ustedes?! -La voz de Liz resonaba tras el librero, todos sintieron como un gran pesar se removió de sus corazones.

—¡Linda! ¡Aguarda un segundo te sacaremos de ahí! -Los chicos comenzaron a buscar algún interruptor o algo que accionara el librero para poder sacar a Liz de detrás de este.

—No encuentro nada -Mencionó Ryo dejandose caer pesadamente de espaldas al librero logrando que este se moviera dando la vuelta.

—¡Ese era el truco! -Exclamó Kiryu feliz abrazando a su primo.

Dentro del pasadizo Liz se quedó a un lado para evitar ser aplastada por el librero saliendo finalmente de este, por fin estaban todos reunidos, por fin una parte del caos había terminado.

—¡Kyu! -La chica de los ojos café se abalanzó sobre el mencionado enterrando su rostro entre el pecho de este dejando escapar unas suaves lágrimas, por fin volvían a estar juntos.

—Es un milagro de los dioses que no te haya pasado nada linda, no sabes el terror que tuve al pensar que ese maníaco pudo haberte lastimado -Kiryu abrazó con fuerza a la chica que se mantenía aferrada a él sonriendo cálidamente bajo la sonrisa de los demás.

—Gracias a ustedes también chicos, por no abandonarme a mi suerte -Mencionó Liz mirando a todos los demás.

—Torpe, no podíamos hacer eso -Musitó Bakura frunciendo el ceño, Liz solo soltó una suave sonrisa.

Los hikaris y los Yu’s la abrazaron fuertemente. Posteriormente al amoroso reencuentro por fin era hora de salir de ese lugar.

—Chicos, lamento interrumpir, pero es hora de que nos marchemos, aún hay unos tipos locos buscándonos para matarnos -Las palabras de Yami hicieron reaccionar a todos él tenía razón, debían dejar la casa cuanto antes.

Después de revisar los pasillos todos los chicos salieron de la biblioteca caminando por el pasillo ya conocido para llegar hasta la escalera principal. Les tomó solo unos segundo llegar a esta, sus pies habían casi corrido sin que ellos mismos lo notaran, pero era un gusto poder estar finalmente cerca de la salida. Bajaron procurando hacer el menor ruido posible, Liz rogaba que el maniático estuviera muy lejos de ellos para que no pudiera hacerles daño.

Al estar frente a la puerta Marik tomó el picaporte dándose cuenta de que la entrada estaba cerrada, la frustración volvió a hacerse presente en su ser como en casi toda la velada.

—¿Cómo?, ¿mis invitados ya se van?, fue una descortesía de mi parte no atenderlo y ser un buen anfitrión -La voz que se escuchó heló la sangre de Liz y de Yuri, ellos conocían la voz del asesino, al darse la vuelta todos pudieron observar a un hombre de mediana edad vestido con un overol amarillo y un delantal que antes seguramente se apreciaba blanco, sucio de tierra y con manchas de sangre.

—No los dejaremos ir -Una segunda voz sonó, pero no había nadie más, Liz lo sabía, pero Yuri se impresionó de ese hecho.

Mientras el tipo los observaba a todos desde la parte superior de la escalera Malik sacó su navaja para dársela a su hikari quien seguía los pasos que había aprendido junto a su yami para abrir la cerradura de su casa cuando olvidaban las llaves dentro, con la puerta que tenía enfrente.

—¡¿Eres idiota?! ¡¿Crees que puedes matarnos?! -Cuestionó Malik molesto.

—¿Matarlos?, pero si ustedes ya están muertos -La sentencia aunada a la risa maniática del tipo frente a ellos asqueó a los tres yamis, por un momento anhelaron tener sus artículos del milenio de vuelta y los poderes de estos para mandar a ese demente al reino de las sombras de una vez por todas y así evitarse todo el drama.

—¡Vamos, maldita puerta ábrete! -Musitó Marik forcejeando el cerrojo tratando de no hacer mucho ruido para que el asesino no se diera cuenta de lo que hacía, mientras su yami y el hombre frente a ellos mantenían su conversación el hikari egipcio había logrado abrir la puerta -¡Listo! -Los chicos al escucharlo le sonrieron aliviados.

—Bueno como verás escoria, tú no serás quien logre matarnos, así que mejor suerte para tus próximas víctimas -Mofó Bakura riendo malignamente, su risa bien podía competir con la del asesino quien solamente se quedó atónito ante el estruendo que ocasionaba, si no hubiera sido porque un rayo se dejó caer en ese instante seguramente esa risa no se hubiera visto tan maldita ante sus ojos.

—Esperemos no volver a verte nunca -Mencionó Yami cruzándose de brazos mientras los chicos tras ellos abrían la puerta.

—¡Malditos! ¡Me voy a vengar de ustedes! -Exclamó el hombre del overol con un intenso coraje marcado en el rostro.

—Espero que sepas con quienes te metes en todo caso, vuélvete a meter con nosotros o con nuestras parejas y te moleremos a golpes hasta que pidas la muerte para aligerar tu sufrimiento -Las palabras de Kiryu más su fría mirada se postraron en el individuo frente a ellos, por lo único que habían temido todo el tiempo era por la seguridad de los chicos, pero con ellos a salvo nada les impedía volverá ser como eran naturalmente.

—Vaya Kiryu hasta que aparece el viejo tú -Mencionó Bakura riendo socarronamente, el mencionado solo sonrió ladinamente.

—¡Ustedes son unos demonios! ¡Regresen al infierno! -Exclamó con terror el “asesino” frente a ellos, los cuatro chicos frente a él daban más miedo en ese estado que él mismo.

—¿De dónde crees que venimos? -Cuestionaron a coro sonriendo malignamente.

Después de dejar al hombre en un crítico estado de pánico los cuatro chicos salieron para encontrarse con los demás y emprender el camino de regreso.

—¡Jamás volvamos a hacer algo así! -Reclamó Yuya aún pálido por lo ocurrido.

—Por primera vez apoyo su idea, o al menos la próxima vez corroboremos que efectivamente no vive nadie en ese lugar -El albino menor rio después de esas palabras contagiando a los demás, después de creer que morirían unas risas no les hacían nada mal, el cielo estaba comenzando a despejarse dejando ver a la orgullosa luna creciente en el cielo, tal parecía como si la lluvia de horas atrás no hubiera existido.

Al notar la hora se dieron cuenta que eran las tres treinta y tres de la mañana, la hora más pesada según decían las malas lenguas, era hora de volver a casa y descansar del fatigador encuentro con ese lunático.

Los chicos caminaron juntos hasta el parque de Domino donde cada uno tomo el camino hacia sus respectivas casas, había sido un día diferente al resto, sin duda ninguno de ellos olvidaría jamás su primer Halloween juntos.

Notas finales:

FELIZ HALLOWEEN A TODOS♥ 


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