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Puppy eye por LILITH_HIWATARI

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Capítulo 2: Secreto a voces.

“Got a secret

Can you keep it?

Swear this one you'll save

Better lock it, in your pocket

Taking this one to the grave

If I show you then I know you

Won't tell what I said

Cause two can keep a secret

If one of them is dead…”

 

Mal lo había conocido desde que ellos vivían en la isla,  ella recuerda haber seguido al pequeño De Vil solo para poder molestar, tener a alguien a quien quitarle “su golosina”, le vio entrar a una vieja bodega, minutos más tarde un hombre extraño que al parecer también le estaba acechando entro tras de él, en aquel momento Mal se debatía entre entrar y tratar de ayudarle, ella sabía muy bien lo que aquel hombre buscaba o irse  de ahí y dejarle con su problema.

 

Ella entro, solo quería cerciorarse que aquel niño no estuviera muerto, solo tenía curiosidad por ver si Carlos De Vil lloraría como un bebé indefenso, cuál fue su sorpresa al encontrarle sobre el cuerpo de aquel hombre  mientras charlaba con él.

 

Mal no se quedó a escuchar aquello, ella salió de ahí porque definitivamente aquello no era para nada raro, aquel niño estaba bien, había matado a un hombre pero esas cosas pasaban en la isla, en aquel lugar donde podías morir en cualquier minuto.

 

Descubrió después que el cuerpo  de aquel hombre fue encontrado desollado en aquella  fabrica, noto también  la nueva vestimenta de cuero del pequeño  pecoso, ella sabía que su madre era una fanática de la piel pero se imagina que habían trazado la línea en los seres  humanos, al parecer se equivocó.

 

Ella dejo de prestar atención cuando el quinto cuerpo apareció,  después de eso ella tenía que recuperar el personal de su madre, luego intentar tomar para si la varita del hada madrina y después  de eso eligieron el bien.

 

Cualquier  recuerdo de aquel niño y sus inusuales regalos fue simplemente ignorado, hasta Chad, ella no sabía hasta qué punto Jay estaba involucrado, ni tampoco quiso preguntar de frente, ella solo podía observar  a aquel joven completamente enamorado del pecoso, así que lo volvió a ignorar.

 

Jay era como su hermano, ya en Auradon entendió por qué confiaba tanto en él, porque siempre estuvo segura en que este cuidaría su espalda, para ella Jay fue el primero de su familia, así que cuando las desapariciones se hicieron más frecuentes al igual que los regalos miro hacia otro lado, aun cuando veía como su novio pasaba noches en vela preocupado por aquel misterioso asesino.

 

Un par de años después el día de su boda ella dio a cada uno un medallón, uno que ocultaría su presencia, que escondería su rostro a cualquiera que les viera cuando lo usaran, uno que les ayudaría a no quedar atrapados  ni ser detectados por ninguna otra magia, Jay le agradeció aquel regalo con un gran abrazo mientras Carlos parecía realmente contento, ella se preguntó débilmente si aquella gran sonrisa en su cara era por  ser aquel el día de su boda o por la vía de escape  que les había entregado.

 

Las desapariciones  no cesaron y cuando Jay le pidió algo totalmente absurdo ella accedió solo para intentar detener aquello.

 

Se dice que tener un hijo lo cambia todo, que les da una nueva perspectiva de la vida,  que  a veces es el camino para  cambiarte, y aun cuando a sus madres no les funciono espero que estar en Auradon  fuera lo que Carlos necesitaba, ella convirtió al pequeño pecoso en una mujer durante el tiempo necesario para procrear y gestar un hijo en su vientre, aquél niño deseaba tanto con todas sus fuerzas ser biológicamente un padre que se negó usar otro tipos de métodos, él  quería que aquel niño fuera de ambos de Jay y de él, una muestra de su amor.

 

Y Mal le creyó.

 

Entonces una hermosa niña nació, de piel   chocolatada, de rizos tan negros como la noche y profundos ojos café, aquella pequeña era una copia idéntica de Cruella, incluso había nacido con el mismo lunar de cabellos blancos donde la vieja mujer tenía que teñirlo, a diferencia de ella Carlos nació así  su cabello deslavándose a blanco en las puntas algo que heredo a su hija, ni una pisca de Jay salió de él, por un segundo creyó que Carlos la rechazaría que vería en ella a su madre y nunca podría amarla, pero el niño volvió a sorprenderle y se aferró a su hija como un padre amoroso.

 

Las desapariciones cesaron, parecía que  tener una hija era realmente lo que necesitaba Carlos, pues después de aquello ningún otro regalo volvió a ser dado a ninguno de ellos, el pueblo de Auradon pudo respirar tranquilidad al igual que su rey.

 

Aquello solo duro 3 años, en cuanto la pequeña niña creció lo suficiente para  ser dejada con una niñera, el infierno se desato.

 

*************************

Jay llego a su casa como todos los días, la diferencia esta vez fue encontrar a su pequeña niña llorando en una esquina “Castigada” por su padre, las lágrimas caían por su pequeño rostro, las lágrimas de dolor por ser regañada de aquella manera tan cruel, entre sollozo y pequeños jadeos ella le conto a su Padre la razón de su castigo.

 

-          Esto es demasiado Carlos… Charlotte aún sigue asustada por que le gritaste – hablo molesto el joven una vez que había bajado aquellas escaleras.

-          Ella sabe que no debe bajar aquí – se defendió el otro cruzándose de brazos – este es mi espacio.

-          Tiene 4 años y te estaba buscando – señalo aun desde las escaleras a unos pasos de él -  ¡pero tú estás aquí abajo! – volvió a estallar en gritos – ¡con tu jodida perversión! – bajo los últimos escalones  para señalar la habitación.

-          Mi jodida perversión – gruño frunciendo la nariz indignado por llamar así a su trabajo, eso no era una perversión, era arte del más fino -  no seas hipócrita Jay tu estas en esto tanto como yo – se alejó entonces de la mesa de trabajo donde bocetos de diseños hermosos y trajes se esparcían -   usas todo lo que te doy.

-          Le estoy poniendo final a esto – sentencio el árabe suspirando  un poco se dio vuelta entonces para subir las escaleras - no te ayudare más  tienes que parar – dijo dándole la espalda totalmente cansado, frustrado, molesto por tener que lidiar con eso, con lo que su amado Carlos hacía, el solo quería una vida normal, la vida aburrida que eligió para estar con Carlos.

-          No puedes quitarme esto – Carlos susurro mirando  la espalda de aquel hombre que ya subía las escaleras, la ira dentro de el ya empezaba a formarse, porque Jay estaba haciéndole elegir, le pedía dejar aquello que tanto amaba y definitivamente no podía permitirlo -  si te molesta tanto déjame – soltó totalmente carente de emoción sonriendo al ver como Jay se detenía a mitad de su cabeza congelado por sus palabras -  tanto Lotty como yo podemos  continuar sin ti – y ahí estaba el gancho que se aseguró de construir, la  red de seguridad que había construido  por si Jay quería pararle, no podía dejarle escapar, no cuando era tan útil.

-          No voy a dejarla – suspirando Jay dejo caer sus hombros derrotado sabiendo bien que iba terminar cediendo ante esa discusión -  a ninguno – le incluyo pero aun así no quería verlo, no cuando sabía que en la cara de Carlos solo habría una mirada de autosuficiencia, cuando vería al chico regodearse con su victoria.

-          ¿Crees que sería capaz de hacerle daño? – y su voz sonaba realmente indignada tanto así que Jay de inmediato se giró a mirarle - ¡eres un maldito  idiota Jay!- jadeo sus ojos tenían lágrimas de impotencia, su rostro parecía realmente dolido ante las palabras de su amante- quiero que te vayas ahora mismo – señalo la puerta completamente furioso golpeando el piso con fuerza con su pie en un acto total de berrinche infantil -  ¡no quiero volver a verte! – importándole poco despertar a su niña, a todo el vecindario, las enormes paredes del sótano eran tan gruesas que ningún sonido salía.

-          Carlos no – Jay de inmediato corrió, al ver el dolor y traición en el rostro de su amado para  reconfortarle - Babe yo sé que nunca serias capaz de hacerle nada pero esto se está saliendo de control – le tomo de los hombros para obligarle a mirarle a los ojos mientras este se negaba, mientras intentaba apartarse de su lado.

-          No – le miro con ojos llorosos -  Jay eres tú el que ahora me quiere dejar – su voz se quebró soltando al fin las lágrimas golpeando el pecho con sus puños en una perfecta actuación, manipulándole por completo-  sé que es por alguna otra mujer no lo niegues.

-          Yo no haría eso y lo sabes – el árabe se sorprendió por esto, por ver a su hermosos niño tan vulnerable, tanto como las primera veces que lo vio, le hizo recordar aquéllos días de escuela, donde Carlos siempre  lloraba por temor a perderlo por alguna princesa.

-          Claro  porque tú siempre alejas a todas esas zorras que se tiran a tus pies – soltó con lágrimas rodando por sus mejillas aquéllas que fueron limpiadas por el pulgar de Jay con suavidad.

-          Tú eres el que entra y sale de bares con un tipo diferente cada vez – le recordó, no había recriminación, no había celos, no ira, solo recordaba aquello, porque si él siempre estaba rodeado de mujeres incluso en su aburrido trabajo, no podía evitar su naturaleza, el ser coqueto estaba tan arraigado en su carne que las chicas caían por él, y sin embargo siempre las evito, les dejaba claro que estaba casado que tenía una familia, que Carlos era a quien amaba, pero era Carlos quien siempre salía a un bar, a caminar a altas horas de la noche, a buscar su lienzo para trabajar todo el tiempo frente a él.

-          ¿Y si soy una jodida puta por qué no te largas de una vez? – Carlos golpeó su pecho verdaderamente indignado, empujando a Jay hasta que este le soltó dándole la espalda totalmente despreocupado, regresando su atención a un cuchillo pulcramente lavado en su mesa de trabajo, Jay miro al hombre que amaba, miro más allá de él, detrás de su espalda, al nuevo lienzo que había conseguido y la ira se apodero realmente, porque Carlos le empujaba, porque ese niño simplemente le dejaría por alguien más que no fuera tan exigente, porque su hermosos niño podía tener a cualquiera.

-          ¿Para que vayas y te revuelques con ellos?- gruño con los celos recorriendo sus venas, sus  puños se apretaron con fuerza en un intento de tranquilizar su ira, la naciente furia en su interior ante la actitud de Carlos.

-          Como si realmente te importara – murmuro molesto aun de espaldas tomando otro cuchillo entre sus manos para limpiar  con sus dedos la sangre en esta – al menos no tengo que escuchar sus quejas después de ser jodido por ellos.

 

Y aquello fue suficiente la ira de Jay se hizo presente ante las palabras de su esposo, de aquel joven que aún seguía amando desde lo profundo de su ser y aquel sentimiento de posesividad salió a la luz, tomo entonces al  más joven para lanzarlo contra la pared más cercana azotando su espalda contra el frio concreto.

 

-          Tu eres mío Carlos – gruño con sus rostros casi rozándose, el aliento cálido de Jay sobre la  nariz de Carlos - lo has sido siempre y que no se te olvide – sonrió al sentir el cuerpo de su amado estremecerse bajo sus dedos, sus ojos no podían  apartar la mirada de aquéllos labios rosados, aquéllos que tantas veces había besado, mordido, amado.

-          Pruébalo – reto él, lamiendo sus labios sugestivo, mordiéndoles y entreabriéndoles para llamar más su atención siendo atacado de inmediato.

 

 Y Jay le beso, devoro su boca con tanto ansia adueñándose de ella, marcando el ritmo al que sus lenguas se entre lazaban, Carlos movió sus caderas alienándolas, deleitándose con el sonido que aquel, de su esposo que soltó un gemido ante aquel contacto.

 

-          Quiero que me jodas ahora mismo Jay – murmuro mordiendo ahora el labio de Jay -  aquí – volvió a juntar sus labios en otro beso necesitado -  en la pared – jadeo necesitado el joven después de morder aquella oreja con  dulzura, luego de entrelazar  sus dedos aquellos que soltaron el cuchillo para perderse entre los largos cabellos del árabe.

-          Vamos a la cama – respondió su marido desviando aquellos labios hasta su cuello, lugar donde mordió con fuerza – no frente a él – susurro delimitando con su lengua aquella mordida apenas visible.

-          Esta sedado no despertara en horas-  jadeante el chico empujo su  cuerpo contra el de Jay -  te necesito ya – insistió nuevamente, empujándole para desabrochar  el cinturón de su pantalón, para deshacer su camisa.

 

Así que Jay cedió, se dejó desprender de aquella blanca tela que cubría su cuerpo, se dejó cubrir con aquella sangre extraña que las manos de su amor dejaban a su paso  entre sus músculos, se dejó seducir por el único ser que  tenía firme control sobre él.

 

Carlos se despojó de sus pantalones en tiempo record, decorando con aquella sangre la hermosa piel expuesta de Jay, quien seguía aún devorando su cuello marcándole como su propiedad, quien arremetía contra sus caderas con fuerza y así mientras su trasero era levantado por las firmes manos del árabe, mientras sus piernas se aferraban con fuerza a las caderas de aquel que se preparaba para embestirle aun sin preparación a sabiendas que podía soportar tal dolor, aquel tercer hombre en la habitación despertó.

 

Aquella pobre victima que fue atrapado en un descuido, aquel que había sido torturado bastante tiempo ya fue despertado de su ensueño para ver aquella escena frente a él, mas sus ataduras eran las de una profesional y su boca estaba firmemente sellada, aquel hombre no tuvo más opción que mirar aun en contra de su voluntad como el pecado y la degeneración se daba frente a él.

 

Y Carlos sonrió, él sonrió jadeante ante la primera embestida, jadeo suplicante por mas  mirando directamente a los ojos de aquel que aun miraba con horror, Carlos se deleitó con la ira frustrada de aquel homofóbico que solía gritar y acosar a todas aquellas parejas que salían a caminar al parque.

 

 Porque Carlos no era un asesino como todos creían, no, pero él tampoco era un héroe, Carlos era un artista, alguien que hacia tanta belleza de basura como ese hombre que con sus hirientes palabras causo el suicidio de varios jóvenes que su único pecado era amar a alguien de su mismo sexo, por eso había sido elegido, por eso él le dio aquella poción que Mal fabrico especial para él, aquella que le obligaba a mirar aquel acto que tanto le repugnaba.

 

Así que Carlos sonrió, gimió llamando a su amante que volvía a embestirle con fuerza, desgarro la piel de la espalda de Jay para marcarla también, creo patrones que solo el comprendía mientras su amante le amaba con pasión, se dejó manipular con fiereza en aquella pared, Carlos no dejo mirar a aquel hombre guiñándole un ojo luego del gemido más obsceno que pudo lanzar, burlándose de aquel que no podía más que llenarse de ira.

 

Jay solo volvió a embestirle, ignoro aquella tercera respiración que ahora agitada inundaba la sala, ignoro el lugar, las pieles colgadas a unos metros, la mesa llena de utensilios dignos de una carnicería, ignora el olor a sangre y miedo, Jay cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones, el beso a Carlos con necesidad, él le mordió con fuerza, con frustración por alentar aquella locura, Jay le embistió con fuerza por que aquel niño se lo había pedido, era rara la ves que su hermoso Carlos incitaba cualquier acto sexual con él por lo que no podían culparle por decidir ignorarlo todo y perderse entre los brazos de su esposo.

 

Así que le embistió con fuerza, con deleite, dejándose perder por aquel abrazador calor de su interior ignorando todo a su alrededor, Jay le amo con locura en aquel sótano, le beso marcando su piel para asegurarse de que Carlos comprendiera lo mucho que le amaba, le mostro con caricias lo impórtate que era para él pero sobre todo le mostro con aquel acto que haría lo que fuera por él.

 

Jay termino en su interior, con una fuerte sacudida y un gemido ahogado por los labios de aquel joven de cabellos blancos un pequeño sacrificio que había aprendido a tolerar Carlos por mantener feliz a su esposo, pero la bruma del placer le duro poco, pues de inmediato aquel que ahora descansaba bajo de él le empujo con fuerza para alejarse y limpiar aquel desorden en su persona.

 

Con un suave suspiro Jay se retiró de su interior, se alejó del cuerpo de aquél al que amaba reprimiendo el impulso de abrazarle y llevarle a la cama para amarle nuevamente limitándose únicamente a vestirse, cubrió entonces su piel, todas aquellos rasguños que su amor le había dado evitando siempre girar a mirar al hombre que aún les miraba con repulsión.

 

-          Termina aquí – empezó a hablar mientras terminaba de abrochar el ultimo botón de su camisa – para que venga a limpiar, iré a acostar a Lotty – termino negándose a mirar en dirección al hombre que aun luchaba contra las ataduras subiendo lentamente aquellos dos escalones entes de ser detenido.

-          Jay – le llamo aquel chico ahora completamente vestido, limpio de cualquier fluido extraño, inclusive la sangre de aquella víctima – te amo lo sabes – sonrió nuevamente tan encantadoramente como solo él sabía hacerlo, llenando de amor el pecho de Jay, quien ignoro las señales y nuevamente se dejó adsorber por la falsa felicidad.

-          También te amo Carlos – bajo aquellos escalones para acercarse al chico y besar su frente con dulzura y dejarle continuar con aquel pasatiempo, decidido a acostar a su hija.

-          ¿Ahora en donde estábamos? – murmuro sonriente aquel joven acercándose lentamente a la persona atada, sentándose con suavidad en sus piernas – tu cabello es horrible… pero tu piel – la sonrisa de Carlos se hizo mucho más grande al momento que un afilado cuchillo se incrusto en el abdomen del hombre – creo que puedo usarla.

 

Varias horas más tarde mientras Carlos contestaba algún mensaje en su tableta recostado en la cama Jay entro a la habitación dejándose caer sin gracia sobre las sabanas, había sido difícil, la limpieza era algo realmente importante para Carlos, toda la casa debía ser meticulosamente limpiado, cada lugar libre de suciedad, el sótano no iba a ser la excepción, por eso debía tener especial cuidado en limpiar aquél desorden, no es que lo hubiera claro está, todos y cada unos de los instrumentos, cuchillos, o cualquier cosa que Carlos hubiera utilizado era lavado, desinfectado y pulido con tal precisión por la mano de Carlos, las paredes aun mantenían su color limpio y fresco y el piso no tenía ninguna mancha, cada cosa era guardada posteriormente en su lugar, todos  los instrumentos sobre la mesa en perfecto orden, las pieles lavadas eran colgadas y todo lo demás en perfecto estado.

 

El cuerpo eso era una historia diferente, en el mejor de los casos solo tomaba el cabello, Carlos amaba el cabello más que nada era su obsesión, peinaba varias veces al día el de su hija solo por diversión y el de Jay cuando podía, por lo que era fácil deshacerse de esos cuerpos, en el peor de los casos  cuando la piel era lo que necesitaba, Jay tenía que lidiar con un cuerpo desollado, envolverlo tan bien que ninguna gota callera en el maletero de su auto, Carlos odiaba los desastres, por lo que estaba muy cansado que simplemente se dejó caer contra las sabanas para descansar y lidiar con el problema de enterrarlo después.

 

-          Tienes que llevarlo hoy – su amado esposo  tenía otros planes en su lugar pues de inmediato Carlos bajo su tableta para mirar a Jay fijamente.

-          Lo hare mañana – gruño  enterrando más la nariz entre las suaves almohadas.

-          Será muy tarde mañana- insistió haciéndole gruñir más pues sabía que no lo dejaría pasar.

 

Tenía razón seria mu tarde mañana, la última vez que tardaron en deshacerse de  un cuerpo este empezó a pudrirse y llenar el sótano con aquel apestosos olor, y Jay se levantó de muy mala gana pues prefería aplazar su sueño a tener que lidiar con el mal humor de Carlos a causa de eso, realmente prefería ser maldecido por Mal a tener que escuchar a Carlos quejarse porque su sótano apestaba. Apenas había terminado de colocar todo lo necesario en el auto cuando Carlos le sorprendió, no porque fuera a acompañarle si no porque en sus brazos su  pequeña niña dormitaba totalmente lista para  ir con ellos, como si fuera alguna salida familiar, o un pícnica mitad de la noche.

 

-          No Carlos, no vamos a llevarla – se cruzó de brazos totalmente molesto porque su esposo pensara en llevar a la pequeña.

-          Disculpe usted señor – bufo al escucharle -  ¿entonces qué propones? – le miro entrecerrando los ojos -  que despierte a la niñera – señalo - ¿oh, sí hola Mary puedes venir? es que mi esposo y yo tenemos que ir a enterrar un cuerpo al bosque a las 4 de la madrugada – termino con total sarcasmo - no verdad – dijo triunfante al saber que ganaría - ahora cállate y   ve por el jodido asiento del auto.

 

Y Jay lo hizo, busco el asiento lo aseguro al auto y se preocupó por colocar a su hija en total seguridad, el viaje fue en silencio, al llegar simplemente bajo a buscar la pala y un lugar donde dejar el cuerpo, ni siquiera noto hasta  que ya era muy tarde que Carlos ya estaba junto a él con la niña en brazos explicándole lo que  hacía, por suerte la pequeña tenía mucho más sueño que ganas de poner atención, incluso cuando regresaron Carlos no dejaba de elogiarlo por ser tan buen marido y repetirle a su hija lo buen padre que era.

 

Debió saber que esa no sería la última vez que llevaría a su hija a algo así.

 

********************************

 

Ben lo descubrió pocos años después de casarse con Mal, Damián tenía solo tres años de edad cuando tuvieron que dejarle para salir  Agrabah, por lo regular Mal declinaba todas y cada una de las ofertas de encuentros con otros reinos desde el nacimiento de su primogénito, pero esta vez Ben acepto en su lugar, simplemente porque tenían que continuar con las relaciones diplomáticas y Agrabah era un reino con el que las cosas estaban siempre tensas, o al menos lo estaban con el antiguo sultán, por eso cuando el nuevo príncipe tomo la corona Auradon no dudo en comenzar con el pie derecho con el nuevo monarca, a diferencia de su reino en Agrabah los reyes no eran coronados  a los 16 años de edad, con el retiro de Aladdin su hijo Azis tomo el poder y Ben intentaba entablar la amistad que tuvieron en sus años escolares.

 

Así que Mal se negó a llevar a su hijo, alegando que era mucho más seguro para el pequeño quedarse en el reino protegido, con un hada madrina, con guardias a tener que exponerse a ir a otro reino donde el índice delictivo era el más alto de todos, ella  era demasiado paranoica y protectora con su bebé por lo que cuando Carlos se ofreció a cuidarlo alegando que sería buena práctica para cuando naciera su bebé Mal asintió no sin antes darle una larga mirada evaluadora, Ben hubiera deseado que sus padres lo cuidaran, ahí en el castillo pero estos estaban en lo que denominaban una segunda luna de miel desde unos días en un crucero disfrutando el no tener responsabilidades, Evie al ser su  asesora real debía ir con ellos y bueno Mal no dejaba que nadie absolutamente nadie tocara al niño, ni siquiera los sirvientes del castillo y eso que eran de mucha confianza, la reina tan temida como era se ocupaba de su hijo siempre, ese pequeño estaba sobre cualquier cosa en cualquier momento, Ben sospechaba que si le hacía escoger Mal entregaría el reino y a el mismo a cambio de Damián, era su punto débil, por eso si Mal decía que estaba bien quedarse con Carlos él no iba a discutirlo.

 

Debe agradecer a Azis de hecho  si no fuera por el jamás lo hubiera descubierto, no estaba en su naturaleza desconfiar de los demás, las negociaciones fueron fáciles, Azis estaba tan emocionado de volver a tener contacto con Ben que un acuerdo entre ambos reinos se llegó sin reparos, pronto se encontraban comiendo animadamente recordando sus días felices de escuela, aquellas anécdotas de algún partido de Tourney o cuando el laboratorio de química exploto por descuido de Chad, fue el nombre de este príncipe que trajo a sus recuerdos aquel incidente, todos lo sabían, o al menos sospechaban que Chad nunca había huido pues el príncipe desapareció sin dejar rastro alguno al igual que Audrey pero sin un cuerpo realmente no se podía relacionar con el asesino, el fantasma que ahora rondaba por Auradon sin ser atrapado.

 

No es que Azis quisiera ser grosero o que su comentario fuera para herir o criticar el mal manejo de la nación de Ben pero cuando pregunto por algún avance  del único criminal que parecía evadir por años a la justicia todo el ambiente se cargó con pesadez, Ben solo suspiro aseguro que no tenían pistas nuevas, no desde el ultimo cuerpo encontrado hace años, y que solo podían suponer que al menos la mitad de las personas desaparecidas hasta ahora eran víctimas, algunas de ellas se encontraron en otro reinos o simplemente abandonaron por alguna razón sin avisar.

 

Azis pregunto nuevamente que pistas podía dar un cuerpo, cuando Ben señalo la falta de cabello o piel aquel sultán casi se atraganta con su bebida, trofeos había pensado la policía en primer lugar, pequeños recuerdos que los psicópatas toman para recordar su obra, pero cuando notaron como alguno de ellos eran casi desollados supieron que algo era diferente, porque una cosa era tomar un pequeño mechón o pedazo de piel, otra muy diferente era arrancarla por completo.

-          Es como si fuera a hacerse un abrigo - murmuro Azis horrorizado – eso es muy de Cruella – y en cuanto aquéllas palabras salieron de su boca Mal dejo caer su cuchillo, tanto ella como Evie habían mantenido en silencio desde la conversación – lo siento – de inmediato se disculpó al entender lo grosero que era pues  tanto la reina de Auradon como su consejera real eran prácticamente hermanas del hijo de Cruella y el solo la había llamado una psicópata – no me refiero a…

-          “No somos nuestros padres” – le corto de inmediato la reina – es lo que siempre dices ¿no es así Benny boo? – lanzo una pequeña y sonriente mirada hacia su marido que solo se tensó más ante el sobre nombre pues no era uno que utilizara con cariño – de ser así no seriamos más que una copia de ellos – levanto entonces su copa aquella que contenía vino  para hacerla girar suavemente – estafadores, criminales, asesinos – enumero cada uno de los crimines por los que muchos sus padres fueron enviados a la isla – simples ratas callejeras –  termino con la voz más fría que jamás hubiera utilizado mirando fijamente al sultán que acepto aquello con dignidad, porque después de todo Aladdin no era más que un criminal que tuvo su final feliz.

-          Estoy seguro que  su majestad no piensa de otra forma Mal – Ben de inmediato hablo tratando de mantener todo en paz al notar como la tensión en la mesa se iba agravando,  Azis noto el repentino uso de su título en lugar de su nombre algo nada bueno viniendo de Ben –  un abrigo de piel humana está más allá de Cruella – bromeo el rey pero nadie parecía reír, de hecho Evie se tensó más con  su tenedor casi fusionándose con su mano.

-          Ella prefería las pieles- Mal hablo entonces sorbiendo de su copa de vino mirando directamente a los ojos de Azis con total frialdad – el cuero  no  era de su agrado.

-          No es ningún problema para Carlos al parecer – señalo el aun cuando aquella mujer frente a él lucia realmente aterradora – hablo de su gusto por la piel – sonrió al ver como los ojos de la reina se estrechaban aún más en su dirección y ver aquella chispa verdosa, era como tener a maléfica en todo su esplendor  en su mesa.

-          Carlos ama los animales a diferencia de Cruella – Evie de inmediato salió en defensa de su hermano menor, pues no le gustaba nada lo que ese hombre estaba insinuando – tiene refugios por todo Auradon.

-          Lo sé – respondió aquel mirando a la princesa con una brillante sonrisa – concuerdo con eso  – bebió una copa de vino regresando su mirada a la reina que no apartaba su mirada - no somos nuestros padres – y con eso la tensión se hizo más fuerte.

Una amenaza abierta a la reina aquella que miraba al nuevo Sultán de Agrabah  como si quisiera desgarrarlo en un segundo, pero este tenía razón, puede que ellos fueron buenos ahora pero de igual manera Azis era nada como su padre y a diferencia de él un ex ladrón reformado que se preocupaba por mantener la paz, aquel nuevo sultán no dudaba en ir a la guerra si era provocado.

El tema del asesino serial de Auradon quedo olvidado tras esa tensa charla.

Por suerte todo salió bien, al día siguiente Evie mantuvo la palabra todo el tiempo con el nuevo sultán y Azis quedó prendado de Evie, su sonrisa adorable  e inteligencia que no había notado antes en sus años de escuela, ahora se arrepentía el temer hablarles a esos chicos mantuvieron las cosas en relativa paz, Ben estaba casi seguro que Evie era mucho más amable con Azis solo para que este no declarara una guerra luego de su tensa cena,   no sabía si estar agradecido u horrorizado de hasta dónde podía llegar la chica.

Con el  reino a salvo de alguna guerra procedente del oriente Ben y Mal recogieron a su pequeño hijo de la casa de Carlos, cabe decir que no se esperaba eso, bueno sabía que Carlos amaba la moda que tenía una empresa de diseño y que casi todos sus perros del refugio tenían ropa diseñada por él, incluso esos dos dálmatas que mantenía cerca pero lo que no debió ser sorprendido cuando al entrar por la puerta fue recibido por su pequeño niño vistiendo una chaqueta pequeña de cuero.

Era completamente de un azul oscuro y dorado en su espalda el doble dragón insignia de su madre se dibuja, en el pecho como un escudo cerca de su corazón la cabeza de la bestia como insignia de su padre, su pequeño niño lucia tan emocionado y excitado al ser vestido de aquella manera que él no entendió el significado de eso, agradeciendo el regalo ellos regresaron a casa.

Fue más tarde, días después que Damián al fin soltó la chaqueta y solo porque esta se ensucio con alguna mancha imposible de quitar que llego corriendo sus pies pidiéndole lavar su chaqueta favorita, el niño ni siquiera quería quitársela para dormir, Ben sonrió como un padre amoroso y aseguro que él se encargaría personalmente de quitar dicha mancha pues al igual que su madre Damián era muy desconfiado en dar sus cosas valiosas a alguien más.

Apenas si había salido aquél niño corriendo de la habitación cuando Ben dejo caer la chaqueta sobre su escritorio, regreso la vista a los papeles en ella y miro por décima vez el reporte de uno de sus desaparecidos, una chica de no más de 20 de hermosos rasgos,  cansado por   ser exactamente un mes de su desaparición y frustrado por no saber nada sobre ella miro a la nada solo para distraerse, entonces sin querer derramo su copa de vino y corrió a levantar la chaqueta de su hijo que se manchaba, gruñendo intento limpiar aquella mancha mucha más grande que la que su hijo había hecho sin resultado alguno notando así algo extraño, era pequeño y tal vez no parecía nada pero en la piel parecía haber un par de números tal vez alguna marca en la piel un defecto de fábrica.

No lo era, cuando miro más de cerca  se horrorizo por complemento, aquello era un tatuaje, uno de números romanos que sabía había visto en algún otro lado, era tan familiar que solo… la chica desaparecida, su cabeza hizo clic en un instante, la chica tenía un tatuaje muy parecido a este en su espalda, fue ahí donde las palabras de Azis hicieron eco en su mente.

“Es como si fuera a hacerse un abrigo”

Ben trago duro ante esa revelación, sin esperar tiempo corrió a su habitación en su armario privado y reviso cada uno de esos cinturones, encontró otro con una senda de lunares que podía asegurar pertenecía a otra víctima, el casi siente ganas de vomitar, simplemente no podía creerlo, se negaba a aceptarlo, porque si eso era real, si estas pertenecían realmente a víctimas a gente humana eso solo podía significar una cosa.

Carlos era el asesino y él había sido quien lo había dejado entrar a su reino, Ben no pudo dormir desde ese día, no con tranquilidad al menos.

-          Mal tenemos que hablar – un par de días después de su descubriendo y de evitar lo inevitable Ben reunió el coraje necesario para tratar eso con su esposa, no quería enviar a Carlo a la isla, no si podía evitar una escena donde sabia todos sus amigos se pondrían en pie para ese chico, el simplemente no podía arrebatarle eso a su esposa - sobre Carlos – termino pues ella se limitó a rodar los ojos al escuchar aquel nombre al estar muy ocupada con los preparativos de aquella gran celebración.

-          Ella va a nacer pronto – Mal señalo creyendo que su marido se refería a los fastidiosos que se encontraba Carlos con todo eso del embarazo, ella no recordaba estar tan mal pero bueno nunca se sabía nada con el pecoso -  y Carlos dejara de ser un fastidio hormonal solo sopórtalo un poco más- le pidió ella acariciando su mejilla dándole una pequeña sonrisa.

-          Me refiero a – intento explicarse pero Mal ya estaba dándole la espalda ladrando órdenes a todos los sirvientes que simplemente acudían de inmediato sabiendo que no debían hacerla enojar -  no podemos seguir negándolo, no cuando recibimos todos sus regalos  y … - continuo el  ignorando a sus sirvientes, pues estaba acostumbrado a tener cero privacidad desde niño.

-          Para – Mal entendió todo, lo cual otra vez no debió sorprenderle aquella chica ni siquiera se giró a verle en su lugar apretó con más fuerza la carpeta en sus manos y gruño aquella respuesta interrumpiéndole.

-          Es que no entiendes – insistió acercándose a ella para hacerla girar y que le mirara de frente.

-          He  dicho para – gruño nuevamente sus ojos ya volviéndose verdes, la magia emanando de sus poros para asustarle algo que no funcionaba nunca en Ben – Fuera- gruño entonces por qué si ella iba a tener esa conversación no lo haría frente a extraños - ¡EH dicho largo! – grito con más fuerza cuando ninguno de los sirvientes parecieron moverse de su lugar, en el segundo en que sus palabras fueron dichas una estampida de ellos salió de la sala dejándoles a puertas cerradas.

-          Mal – Ben empezó entonces, mirando a su esposa, a la mujer con la que no debía tener secretos un poco dolido al enterarse que esta lo supo todo el tiempo.

-          No vamos a discutir esto – ella respondió en su lugar, toda su ira bajo control -  ni ahora ni nunca me oyes – termino con la mirada más fría que pudo logara aquella que hacia estremecer a cualquiera pero no a Ben.

 

Y le vio alejarse por la sala, salir de la habitación azotando las grandes puertas concluyendo así un asunto que no volverían hablar al menos no abiertamente, Ben suspiro miro la puerta por donde su esposa había huido y se decidió a hacer algo, a terminar aquello de manera pacífica, no enviaría a Carlos a la isla no cuando sabía lo que significaba para Mal.

 

-          Somos buenos ahora el no debería – Mal se encontró con Evie al salir por las puertas luego de corta abruptamente la conversación con Ben,  sosteniendo un par de pañuelos blancos, tal vez servilletas para el baile del mismo color pero diferentes para Evie.

-          No voy a destruir esta vida Evie – ella simplemente respondió de mala gana -   Jay no lo soportara, no va a dejar que Carlos cargué con la culpa – la miro fijamente a los ojos - no voy a destruir esta familia  - termino pasándola de frente- y tú tampoco ¿estamos claros? – concluyo aun de espaldas deteniéndose solo para escuchar su respuesta pero negándose a mirarla.

-          Pero… - Evie parecía querer discutirlo un poco más solo que Mal no estaba de humor.

-          El Bebé ayuda –  la interrumpió recordándole el cómo se suponía que eso lo pararía, el cómo al darle una familia Carlos detendría su insana obsesión.

 

Evie asintió siguiéndole mansamente para continuar con las preparaciones para aquella fiesta, algo que Mal odiaba, dar banquetes y demás no era algo a lo que aspiraba cuando se convirtió en reina, pero al parecer era su deber y como buena esposa y más que nada porque quería demostrar que podía siempre lo organizaba todo, desde bailes para complacer a la realeza estúpida hasta recaudaciones de fondos para cualquier tontería, por suerte tenia a Evie quien podía ayudarle a diferenciar entre una servilleta marfil entre uno Beige.

 

Esa noche cuando las decoraciones estuvieron puestas, los preparativos terminados, las servilletas escogidas y sobre todo el banquete, la fiesta dio inicio, hubiera sido de lo más aburrido para ella pues estaba bastante segura que Evie la dejaría para ir  bailar con algún príncipe idiota, por suerte tanto Carlos como Jay asistieron y es una suerte pues Carlos se negaba a salir a ningún lado con su enorme barriga.

 

La fiesta siguió tranquila para todos, menos Ben que no quitaba la mirada de encima del pecoso, ante cada interacción, cada mirada, cada gesto del menor se preguntaba si acaso alguien más lo sabía, él como alguien tan dulce podía cometer tal atrocidad, el por qué aquel niño había sucumbido a la locura de Cruella.

 

No fue sino hasta ya entrada la noche que logro acorralarle cuando este regresaba de uno de los baños solo, no es que Jay no estuviera pegado a él todo el tiempo más ahora con su condición pero de nuevo Carlos con sus nuevos cambios de humor había mandado al carajo a su marido alegando que no era invalido y podía encontrar su camino al baño, algo que Ben agradecía en aquel momento.

 

-          Su majestad que hace aquí tan alejado siguiéndome – saludo al verlo esperar por ella en el pasillo -  descuida es jugo no pondría en peligro a mi hermosa Charlotte – aclaro al notar cómo se quedaba viendo  a la copa en su mano.

-          Carlos  - su voz sonó tensa aun buscando la manera más diplomática de abordar aquello.

-          Sabes algo Ben es realmente difícil dar con el regalo perfecto para ti, no usas piel para nada y ese es mi lienzo – rio al notar como aquel hombre se tensaba más ante sus palabras – ahora ni siquiera usas mis cinturones. 

-          Lo siento – titubeo al no saber cómo declinar esos regalos sin parecer muy grosero – pero…

-          Tal vez si usabas botas, o un sombrero, no creo que eso no funcionaría- frunció su nariz descartando opciones - ¿qué te parecería un chaleco de piel? – la mirada que le dio Ben, aquella donde se estremecía ante la simple mención de dicha prenda le hizo reír - tienes razón demasiado fuera de tu estilo, bueno estoy seguro que se me ocurrirá algo, bonita charla – termino cortante dispuesta a marcharse.

-          Debes parar – la voz de Ben le detuvo de inmediato.

-          Tranquilo no será nada horrendo – reanudo su caminar.

-          No hablo de eso – pero el monarca no le dejo ir le tomo por el brazo obligándole a encararle -  Carlos sabes que estás en Auradon, eres bueno ahora.

-          Ben a veces no tengo idea de lo que hablas – se soltó con brusquedad enojado más su rostro parecía sereno -  como ahora.

-          Lo sé  - repitió alejándose un paso respetuosamente  - no tienes que fingir.

-          Enserio no tengo idea de lo que estás hablando, ahora si me disculpas  mi marido está esperando y casi es año nuevo quiero mi beso – concluyo tocando sus labios como si se tratase de un secreto.

-          Si paras ahora no te enviare a la isla – apenas si haba dicho tales palabras Carlos se detuvo de golpe girándose para encararle.

-          ¿Por qué habrían de enviarme a la isla?  - hablo aquel brillante rostro libre de cualquier emoción de todas las sonrisas que mostraba hace un segundo - Por estar a la moda, eso es un poco extremo – una mueca burlona entonces adorno su rostro mientras jugaba con el borde de su copa con un dedo.

-          Carlos no quiero que regreses pero…

-          Lo que no entiendo es por qué estás aquí hablando de enviarme a la isla cuando deberíamos disfrutar otro año de estar juntos, Ben sé que has estado bajo mucha presión pero es una fecha para celebrar la vida, para agradecer y pedir otro grandioso año, por nuestra familia – sonrió aquella chica con aquella belleza que le caracterizaba, si Carlos como hombre era atractivo como una mujer lo era aún más, sus enormes ojos Marrones llenos de pestañas solo lo dotaban de más inocencia, la fragilidad de su menudo cuerpo le daban una belleza etérea.

-          Solo detente – insistió Ben no queriendo rendirse.

-          Ben – le miro entonces acercándose a su espacio personar –  Auradon es de igual manera nuestro hogar, lo fue desde que nos trajiste, has tenido nuestra lealtad desde entonces – continuo colocando su mano libre sobre el pecho del Rey donde aquéllas largas uñas lo hicieron ponerse nervioso recordándole a Cruella – lograste ganarte nuestra lealtad y confianza, cada uno de nosotros te seguiría a un guerra si lo pidieses, porque eres uno de nosotros de nuestra familia – hizo una pausa para beber un poco más de su copa – solo debes pedirlo Mal tiene magia  sabes a diferencia del hada madrina estoy seguro que daría con el asesino, o Evie y su espejo mágico, solo una pregunta y todos los implicados serian revelados, incluso Jay podía ayudar.

-          ¿Qué? – le miro confundido no sabiendo en qué momento cambio de tema.

-          El asesino, aquel que te tiene tan tenso que no deja que disfrutes de un día de fiesta con tu familia – señalo dando una palmadita en su pecho -  Te ha evadido, a ti y toda la guardia es obvio que no está solo y tiene ayuda, tiene acceso a la magia ya que la has hecho legal nuevamente, a información que solo alguien cercano a la investigación conoce, conocimientos quirúrgicos o al menos lo suficientemente bueno para desollar a una persona en vida – enumero cada uno de los detalles- pero bueno yo no sé mucho de eso, Mal podía saber más que yo, ella definitivamente sabe más, es tu reina – volviendo a beber otro sorbo de su copa ella se alejó con otra sonrisa inocente – lindo cinturón, no tan bueno como los que hago especialmente para ti pero en fin – desestimo con un ademan de su mano -  nos vemos en el banquete Florian – y se alejó con la cabeza en alto y con toda la elegancia que solo un De Vil podía dar –por cierto amo como luce tu cabello con la corona – termino causándole un escalofrió ante el tono de sus palabras, el recuerdo de que era el responsable de traerlo, el de todas las victimas encontradas sin el cabello.

 

Ben se quedó ahí mirando partir a Carlos, sus puños se cerraron con fuerza al entender sus palabras, no solo su esposa sabia la verdad, su mano derecha, Jay todos ellos sabían lo que ese joven hacia a puerta cerrada, el que era él quien causaba el terrón en su reino y sin embargo tenía razón era su culpa, si lo descubría si intentaba detenerlo no solo Carlos se vería afectado, todos aquellos a los que considero familia  volvería a la isla, todos serian culpados y el quedaría como un completo idiota por elegir a Mal como reina en el mejor de los casos, en el peor la  hija del dragón quemaría hasta las cenizas el reino antes de  permitir que alguno de ellos pisara la isla, Ben estaba fallando en cuidar de su reino, en protegerlo y sin embargo no le importo.

 

Soltó el aliento que estaba conteniendo sus puños se aflojaron aceptando lo inevitable, Carlos había sido definitivamente mejor que su madre, la había superado en todos sus aspectos, pues a diferencia de ella se aseguró de tener una red de seguridad, no solo Jay se pondría frente a él, Mal, Evie todos preferían luchar a dejar que algún daño le pasara al joven, su estado solo lo hacía peor pues de revelarlo todo el reino se levantaría en su contra, en contra de la reina y entonces Ben tendría que tomar algún lado.

 

No sabía que era peor que Carlos supiera muy bien como manipularle o que no le importaba en lo más minino que este siguiera con su afición a  destruir su burbuja  de perfección, pues Ben decidió mantener silencio a tener que perder a la mujer que amaba.

 Él era un pésimo rey.

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Evie lo descubrió poco después de llegar a Auradon, ella había estado encantada con cada uno de los regalos que su amado hermano honorario le había dado, cuando descubrió su proceder se horrorizo de inmediato, ella nunca había discutido con nadie aquello, nunca hablo con Jay, nunca le pregunto a Carlos, solo hubo un argumento, uno precisamente aquel día de fiesta con Mal pero esta  se negó a ver otra cosa “Cuidar de su familia” había dicho ella, de la familia que ellos mismo habían elegido.  

 

Ella cuidaba de su amada sobrina cada vez que Carlos tenía un compromiso, ella era la prefecta tía que siempre abrazo a la niña que tenía todo el amor, Evie era la mejor hermana mayor que Carlos alguna vez pidió, cuando vio al entrar  a la casa de Carlos ella casi se congela al notar como en aquel cumpleaños número 4 el regalo de  cumpleaños de Carlos era nada más y nada menos que un hermoso abrigo de piel.

 

Evie fue recibida por una copia idéntica a Cruella de vil, la misma tez y aquellos ojos que tan bien conocía eran complementados con aquel mechón plateado que muchas veces vio teñir a su hermanito en la isla, Carlos sonreía con orgullo ante la mirada de aquella niña que cada día vestía un nuevo diseño en piel, piel sintética decía Carlos, algo inofensivo  mencionaba cada vez, pero para Evie sabía bien el proceder.

 

Un abrigo de piel falsa de dálmata fue el tétrico regalo para aquella niña de parte de Carlos, Jay solo suspiro y sonrió ante la emoción de su pequeña niña, ella no dudaba que Jay amara a esa niña pero sabía bien que el amor por Carlos era un más.

 

Jay había renunciado a mucho por aquel pecoso, una beca deportiva para una gran universidad fue rechazada por que aquel niño se negó a seguirlo, él quería algo completamente diferente aun cuando todos esperaban que cultivara sus dotes tecnológicos, Carlos termino por adentrarse  en el mundo de la moda y Jay le siguió como un perrito obediente.

 

Ahora aquel árabe vivía una vida monótona y aburrida, tenía un trabajo en una empresa  y se ocupaba de su familia, mientras Carlos cumplía su gran sueño de ser diseñador de modas, mientras ese chico jugaba a ser padre tratando a su niña como muñeca pero dejándole cuando era un total fastidio para él, Jay se había convertido en el trofeo prefecto para Carlos y todo por amor.

 

Lo había visto una vez, la  verdadera personalidad de Carlos, le vio dejar caer aquélla mascara que siempre  usaba a su alrededor, vio como aquel niño en una de sus acostumbradas salidas  aburrido ignoraba la conversación, como sus ojos se volvieron vacios  mientras observaba detenidamente a la multitud, como sus hombros se tensaban ante cada roce que Jay inconscientemente le daba a su lado, ella vio como aquella mueca de total indiferencia se transformó en segundo, el simple llamado de Jay le transformo y aquel rostro se ilumino en la felicidad, pareciendo totalmente inocente, indefenso, le vio reír y sonreír, bromear como siempre, le vio besar a Jay con tanta pasión que casi le cree  nuevamente pero cuando sus ojos se encontraron con los de ella y él le miro con sospecha lo supo.

 

Ella  sonrió como si nada  riendo de igual manera, Carlos le miro por unos segundos más para  nuevamente reír en los brazos de aquel árabe, desde  aquel día Carlos le miro más intensamente que nunca. Evie por primera vez  vio esa expresión en Carlos la fría y amenazante mirada de Cruella, ella sintió miedo.

 

El día en que la profesora de Charlotte llamo para avisar de la usencia de esta Evie rogo a cualquier deidad que le estuviera escuchando que Carlos no hiciera nada estúpido.

 

Ella debió decir algo, romper el silencio y hablar con aquel chico al que consideraba su hermano aun cuando esto le trajera dolor, si ella hubiera dicho algo no hubiera demarrado tantas lágrimas, pero bueno él hubiera no existe.

 

******************************

-          Debemos parar esto Carlos  – Jay hablo cuando su esposo termino de alistarse para irse a la cama en el momento instante en el que los muslos de su amante se acomodaban en su regazo y sus brazos se paseaban por su pecho.

-          Solo quiero mi beso de buenas noches – sonrió inocente como un  niño acercando su rostro al del árabe, sus manos ya acunado su mejilla.

-          Hablo de tu pequeño hobby – Jay le detuvo de golpe, tomando su mano con fuerza y empujando su pecho – debes detenerte.

-          Bien sin beso – frunció la nariz soltando su mano rodando por la cama para bajarse de el -  hay que dormir – termino metiéndose entre las mantas y dándole la espalda.

-          No Carlos hablo enserio debemos parar – insistió Jay quien ya estaba decidido más ahora que nunca -  tú debes parar, piensa en Lotty – recordó entonces lo ocurrido, la extraña caja debajo de su cama y el contenido en esta.

-          A ella no la metas en esto- Carlos se levantó de golpe ante la mención de su hija, enfrentando a Jay.

-          Solo piénsalo – suspiro él con voz suave intentando no alterarlo, no quería pelear pero tenían que hablarlo, ya no solo era algo de Carlos, a Jay no le importaba no si lo mantenía feliz, pero esto se salía de control y ahora su niña estaba involucrada.

-          No hay nada que pensar, buenas noches – pero Carlos se limitó a entrecerrar los ojos, fruncir más su nariz y darse la vuelta nuevamente enojado.

-          Te amo, pero creo que necesitas hablar con alguien, ¿qué tal Evie? – ínsito pero aquel joven no le respondió, Jay se metió debajo de las mantas y sin dejar de mirar la espalda de su marido  volvió a hablar con voz suave – solo piénsalo ok – termino para seguir el ejemplo de Carlos y dormir.

 

Esa noche no se abrazaron como siempre, no hubo beso tampoco, esa noche Jay durmió mirando la espalda de su amante, mientras Carlos permaneció despierto por horas, cuando la respiración de Jay se hizo tranquila, cuando su cuerpo cayo laxo totalmente relajado, Carlos se levantó  miro por la ventana donde el frio se colaba y la luna apenas si iluminaba la habitación, miro entonces  Jay, al joven que dormía con total tranquilidad, el cómo sus cabellos caían como una cascada sobre la almohada, solo un pensamiento cruzo por su mente, lo hermoso que lucía su cabello.

 

******************************

 

Jay había sido fácil de complacer todo este tiempo, tener que fingir amor era un pequeño precio a pagar si podía mantener su vida perfecta, tener sexo  otro sacrifico más grande, pero bueno Jay siempre accedía a cualquier cosa luego  del sexo. Jay era  simplemente perfecto aquel que estaba tan hambriento de amor, tan desesperado por tener una familia que hacia todo lo que Carlos deseaba, tener a Charlotte al principio fue un total fastidio, pasar por nueve meses siendo una chica con todos esos síntomas simplemente una tortura total, pero convencer a Mal fue relativamente fácil, además aquello mantendría a Jay  fiel a él.

 

Entonces ella nació y simplemente se enamoró, porque esa pequeña era igual a su madre, a la mujer que simplemente no le amo, aquélla que solo le empujaba y  bueno Carlos se aseguraría de hacerlo bien, ella le amaría, Carlos se convertiría en su mundo y esta pequeña niña, una copia idéntica de su madre le daría todo lo que él siempre quiso.  

 

Lotty no solo era una herramienta para mantener a Jay a su lado algo que al parecer ya no funcionaba mucho pues aquel árabe tenía que arruinarlo, señalar lo mal que estaba, Jay simplemente se convertía en una molestia cada día.

 

Carlos frunció su nariz, pensó demasiado en lo que Jay le dijo, en la amenaza latente, en perder a su pequeña niña, una copa entre sus dedos se tambaleaba, el vino era lo único que podía beber en esos momentos y habiendo terminado de limpiar por segunda vez el auto no tenía nada mejor que hacer, en el patio Lotty jugaba con los dos dálmatas quien ladraban animados con la niña, el ladrido de ellos, las palabras que le dedicaban a su hija mientras jugaban le recordaban a Dude, su primer amigo canino, recuerda cuando murió fue un accidente dijeron pero el sabia la verdad, uno de los buenos ciudadanos de Auradon lo atropellaron en el campus cuando aún estaba en universidad, al descubrir que su dueño era un villano le mataron por piedad, para evitarle tener una escoria como dueño, eso fue lo que dijo el responsable justo antes de que Carlos le cortara e hiciera collares para sus nuevas mascotas, fue después de ese incidente donde paso toda una semana encerrado en su habitación llorando que Anita y Roger con quienes llevaba una  relación civilizada le obsequiaron esos dos dálmatas.

 

Aquellos dos hermosos animales que amaba tanto como a su pequeña, quienes habían prometido cuidar y vigilar de la niña en su ausencia, aquellos dos que prometieron lealtad a Carlos a pesar de saber lo que pasaba en el sótano, su hermosa y perfecta vida ahora se veía amenazada, Jay quería destruir esa familia, llevaría  Lotty de sus manos y les perdería a ellos también cuando supieran todo, Carlos se quedaría vacio, solo, el simplemente seria el inútil perro que su madre siempre supo que era, simplemente no podida permitirlo, no cuando se hundiría nuevamente en aquel foso de desesperanza.

 

Jay no iba a arrebatarle lo que más amaba,  Carlos no iba a permitírselo.

 

-          Jay  - llamo su pequeño amante tras aquella repentina pero placentera ronda de sexo, Jay fue sorprendido cuando al llegar a casa no fue recibido por su pequeña hija, ni siquiera los dálmatas estaban ahí, en su lugar Carlos le sonreía desde la puerta usando únicamente su chaqueta de Tourney de la universidad, solo eso sin nada más abajo y bueno Jay estaba cansado, el trabajo era una mierda, pagaba bien pero igual era agotador, sin embargo el nunca rechazaba un poco se sexo, mucho menos cuando Carlos se lo ofrecía tan abiertamente, por eso de inmediato se lanzó a los labios de su amante y bueno lo inevitable paso, ahora estaba ahí, en su cama después de un par de fantásticos orgasmos luchando por no quedarse dormido ante las palabras de su pareja que le miraba desde el otro lado de la cama -  ¿ Te he dicho lo mucho que amo tu cabello? – el apenas si registro estas palabras, el sueño ya le estaba venciendo, cuando estas formaron un significado para él sus ojos se abrieron de golpe, se giró entonces justo a tiempo para verle.

 

Lo último que vio Jay aquella noche fue como el sonriente e inocente rostro de su amado Carlos se transformaba en una horrenda mueca de locura.

 

Tres paquetes puntuales llegaron un par de meses después para cada uno de los integrantes de aquella familia.

 

El primero contenía una hermosa billetera de piel bronceada con relieves finamente tallados.

La segunda un hermoso par de pinceles de plata grabados con dragones de pelo chocolatoso.

El tercero un estuche de maquillaje de piel  marrón y  el tatuaje de una serpiente  muy familiar.

 

Los gritos no se hicieron esperar pues aquel día era el cumpleaños de Jay.

Notas finales:

Lamento haber tardado tanto pero quería incluir la conversación de Ben con Carlos y es difícil para mí amenazar con Clase, yo les mandaría  la  mierda, pero Carlos no es así espero que quedara bien.

Este no es el final falta un último capítulo solo para cerrar cabos y bueno contar una última historia.

 Siguiendo la tradición villana de nombrar a sus hijos con nombres parecidos a los de ellos Charlotte es  el femenino de Carlos en francés, Lotty es su diminutivo.

La canción es  Secret  de The Pierces  https://www.youtube.com/watch?v=2kOHsS2U8jY

Por si no se entendió, la billetera es para Ben, los pinceles para Mal y el estuche para Evie.


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