¡Oh Romeo, Romeo… ¿Dónde estás que no te veo?... ¿Dónde diablos estaba Romeo? ¿Se escondió o qué?—preguntó el rubio a los sentados en la platea, en sus manos el libreto y frente a él un Seto con cara de hastío mientras el ojos mieles miraba al avergonzado director de la obra, junto a este, repatingado en su asiento se encontraba el profesor Motou que había pedido permiso para asistir al primer ensayo. El viejo profesor se tapaba la boca mientras intentaba apenas contener su risa.
¿Puedes hacer el favor de leer todo el libreto antes de ensayar siquiera?—preguntó el profesor Roland.
Es demasiado para su pequeña mente—explicó Seto monótona.
¡Oye, idiota! ¿Y tú que diablos te metes?—preguntó el ojos mieles.
¡Me meto porque estoy encerrado en un infierno llamado obra con el idiota más idiota de todo el instituto! Y por si fuera poco tengo que actuar como si estuviera enamorado de su personaje lo que lo vuelve una tortura doble—contestó Kaiba con el ceño fruncido.
Duke y compañía lo dejaron solo después de la prueba de vestuario para que se sacara el vestido. Refunfuñaba mientras se veía al espejo con el ceño fruncido y pensando en esas palabras de Seto y luego en lo que le dijera Duke minutos antes.
“¿Y como no sentirse así emparejado con una chica tan rocinante?”
“¿No es rozagante?—preguntó Joseph a su vez, esa palabra la leyó en el libreto y quería demostrar cuanto sabía.”
“El otro chico que ayudaba a Devlin se rió. Joey le miró pidiendo explicaciones con los ojos—Rocinante era el caballo de Don Quijote. Su nombre era contrario a su apariencia desgarbada y ojerosa—añadió.”
¡Maldito!—dijo el melado enojado con Devlin.
¿Y ya te leíste la letra?—preguntó el otro rubio para bajar la tensión una vez que Devlin dejó el salón.
¡Pos algo! ¿Oye las chicas de antes eran así? Digo el tipo solo le hablaba lindo y la chica ya cayó sin pedir ningún esfuerzo. ¡No me lo creo!—dijo el melado.
¡Pues sí! Imagina que en esos tiempos a veces ni podían besarse con su novio pero según se dice hallaban placentero que solo les hablaran o escribieran—contestó el otro rubio.
Pos hubiera deseado una novia así. La mía me hace pagarle las comidas y siempre me lleva a lugares nada baratos—contestó Wheeler.
¿Tienes novia?—preguntó sorprendido Marik. Esa no se la esperaba.
¿Acaso me ves pinta de algo raro o que?—preguntó Joey enfurruñado—Si tengo, ella es universitaria pero no le gusta sentirse vieja por lo que salimos—
¡Ahora cuéntame una de vaqueros!—dijo el otro evidentemente no creyéndole.
¡En serio! Siempre hemos sido vecinos y la verdad no me cae mal pero se lleva toda mi pasta en comida. ¡La verdad no le vendría mal comer un poco menos y a mis bolsillos tampoco! Aunque salimos desde que ella estaba en prepa ella siempre se da aires de princesa—dijo el melado.
El otro se rehusó a creer tamaña historia y encogiendo los hombros volvió a salir para dejar a Joseph tan molesto como cuando Duke dijera aquello.
¡Ya verán! ¡Ya verán todos! Duke, los chicos y especialmente tú, Kaibita—exclamó Joseph hacia el espejo tomando la falda con volantes, después se puso a hacer las poses que le había visto una vez a una prota en una peli vieja, empezó a bambolearse de un lado para otro con esa mano en la falda y la otra levantada hacia la mitad como si sostuviera la mano de su acompañante de vals, luego de unos giros agitó su melena con esa mano y añadió con voz afinada que pretendía ser femenina--¡Seré la más hermosa Julieta de las que ha habido jamás!—
Tras una puerta casi cerrada una persona agachada que sostenía un celular sonrió lleno de satisfacción.
Al otro día cuando Joseph entró al instituto sintió todas las miradas en él y se preocupó. ¿Qué diantres estaba pasando? ¿Acaso era porque habían sabido de su papel en la obra? ¡Que les valiera madres!
Pero ni bien avanzaba por los corredores y sorprendía las miradas, las risas y las murmuraciones un escalofrío se extendió por su columna.
¿Qué diantres pasaba ahí?
Llegó a su salón y le preguntó a uno de sus compañeros--¿Sabes que mier…?—en eso su celular sonó. Aunque no debía contestar en el instituto lo hizo porque aun el profe no estaba--¡Holaaaaaa!—dijo después de ver quien llamaba.
¿Cómo te atreviste a hablar así de mí?—preguntó una conocida voz muy enojada.