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Algo extraño por Casiopea

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Notas del capitulo:

Ah... Soy lo peor. Podéis odiarme, os dejo.

Sé, que seguramente esta actualización no es la que esperabáis., pero, PERO, yo tampoco lo esperaba, solo fue una idea que me ha surgido de repente y me he puesto como loca a escribir, ni si quiera me he parado a mirar si este capitulo me ha quedado del todo bien, pero lo voy a subir porque sé que si me lo vuelvo a leer no lo subiré, como hago con todo.

Y, para que no me odieis mucho, este fin de semana astualizaré algo, no sé el qué todavía, pero algo habrá. Asi que podéis odiarme pero tambien podeis quererme un poco jaja.

Y, terminada esta explicación, no tengo mucho más que decir... Las letras cursivas son recuerdos (flashes, flashbacks, como querais decirlo) y, bueno, es algo distinto, normalmente mis historias están cargadas un poco, bastante, de ambiente sexual/sensual y esta vez queria hacer algo menos.. mio. No sé jaja solo espero que os guste.

 

PD: RESPONDERÉ LOS REVIEWS EN BREVE, ES QUE NO HE TENIDO TIEMPO. ¡OS QUIERO!

- Para.

Se detuvo en seco cuando escucho esa palabra distorsionada a través de sus auriculares. Resopló, haciendo que el aire vibrara contra la rejilla que protegía el micrófono frente a su boca. ¿Cuántas veces le había hecho parar? ¿Doce? Estaba cansándose de esto.

- ¿Se puede saber qué te pasa hoy? No has dado ni con las notas más graves.

Miró hacia la pared de cristal que separaba la habitación insonorizada en la que estaba, viendo la mueca disgustada de Jinki, su director de sonido.

- Nada, solo... Tengo la cabeza en otro mundo.

- Pues más te vale traerla aquí, porque si no grabamos este maldito disco, me iré al paro, y no me iré solo.- Amenazó.

Apretó los dientes, mirando cualquier punto blanco de las paredes acolchadas a su alrededor, para luego quitarse lo auriculares y dejarlos colgados de cualquier manera, sin poder escuchar los berridos que daba Jinki al otro lado. Todavía se le escuchaba gritar cuando abandonó la parte insonorizada del estudio, para entrar en la contigua, donde estaba Jinki mirándole de manera homicida, desde la mesa de mezclas.

- ¿¡Donde coño crees que vas!? Vuelve allí dentro.

- ¿¡Ya ni si quiera puedo beber un poco de agua!?

- ¡Agua fría no!

- ¡Joder!.- Dio un portazo a la pequeña nevera dónde guardaban algunos refrescos y botellas de agua, y se desplomó contra el mullido sofá blanco que había frente a la mesa de mezclas.- Dios, no te soporto.

- Mejor, porque el sentimiento es mutuo.- Espetó Jinki, dándose la vuelta en su silla para revisar algo en su ordenador.

Jonghyun bufó, cruzándose de brazos. Tenía sed, joder. Ya ni beber agua le dejaban; si Minho hubiera estado ahí, no hubiera permitido que Jinki le gritase de esa manera. 

Pero Minho no estaba. Entonces los engranajes de su cabeza se detuvieron, y luego se reanimaron a toda velocidad, su sangre se calentó más de lo que ya estaba y sus ganas de beber agua aumentaron, junto con las de meterle la botella por el culo a Jinki.

- ¿Dónde está Minho?

Vio como los hombros de Jinki subían y bajaban lentamente, en signo de que estaba respirando profundo, como si se cargase de paciencia, pero no le contestó, solo le ignoró como si fuese una mosca a su alrededor, cosa que solo le hizo llenarse más de rabia.

- Está con el niñato ese ¿Verdad?.- Insistió, porque quería una jodida respuesta, una explicación que justificase porqué Minho no estaba ahí con él.

Jinki se giró en su silla, mirándole como si fuera un pobre niño con insuficiencia mental.

- El "niñato ese" como tu le llamas, en realidad tiene un nombre; es Lee Taemin, y sí, está con él, porque no sé si te habías dado cuenta que Minho no es solo tu mánager, si no también el de más gente, así que deja de comportarte como un maldito crío caprichoso porque, déjame aclararte, no eres el jodido centro del mundo.

Lo odiaba. Podía decirlo oficialmente, odiaba al maldito de Lee Jinki. Y se la traía floja lo que pensase de él, porque sabía que tenía razón: Taemin era un niñato. El niño de oro, lo llamaban, y no solo por su cabello rubio ceniza, si no porque había debutado apenas hacía un mes y ya le conocía todo el mundo. Todos le felicitaban, todo le alababan, sus ventas habían sido un éxito, todos le miraban como a un niño bonito, casi frágil, pero que cuando se subía aún escenario o se podía frente a una cámara, cambiaba completamente y se veía como el hombre que todavía no era, entonces todo el mundo le miraba con orgullo. Incluso Jonghyun le dio una mirada de suficiencia la primera vez que lo vio, porque si algo tenía que admitir era que el niñato ese bailaba bien. Pero no cantaba bien. No tan bien como él. Y, al igual que todos, aunque la mayoría no se lo reconocerían en la cara, Jonghyun sabía que si Taemin había llegado a ser tanto en tan poco tiempo no era por su habilidad de saber moverse, porque en ese mundo bailarines sobraban, era porque Minho estaba detrás de él, diciéndole qué hacer, qué decir, cuándo decirlo, eligiendo lo más conveniente para él y hacerlo relucir. Minho tenía ese don. Hacía que todo brillase. Y Jonghyun lo sabía de primera mano porque es lo mismo que había conseguido hacer con él. Le había hecho brillar.

Y no estaba dispuesto a perder su brillo.

- Ve a buscar a mi mánager.- Ordenó, temblandole la voz por la rabia contenida, y Jinki le miró con mala cara.- ¿O prefieres que vaya a buscarlo yo mismo?

Su director de sonido chasqueó la lengua de mala gana, levantándose del asiento, porque la última vez que Jonghyun fue a buscar a Minho, hizo un alboroto en toda la agencia, siendo desagradable con todo el mundo que se le cruzaba por delante, el problema vino cuando se cruzó con el vicepresidente de la empresa. Entonces el alboroto se lo causaron a él, porque le suspendieron el sueldo durante un mes entero, a Minho le cayó una buena reprimenda y a Jinki una buena bronca, solo por estar en medio. Y Jinki era el único que parecía no entender porqué a Jonghyun le daban esos extraños ataques de celos con Minho, como el de ahora con Taemin, si ellos sólo eran amigos.

Tengo qué buscarme otro trabajo.- Suspiró, caminando hacia la salida.

- Mira, por fin estamos de acuerdo en algo.- Sonrió Jonghyun sardónico.- A poder ser buscate uno bien lejos de aquí.

- Vete a la puta mierda.

 

 

 

 

 

************************************

 

 

 

 

 

Miró hacía él techo fijamente. Era la tercera vez que le ponía máscara de pestañas y le picaban los ojos. Se abanicó un poco con las manos, para que los ojos no le llorasen demasiado y no echar a perder el maquillaje que habían tardado una hora en hacerle.

- No cierres los ojos.

- Pero pican.- Se quejó, inflando un poco su labio inferior en un puchero.

La maquilladora rió un poco, y se apartó de él para ver cómo había quedado.

- Estás genial.- Claudicó orgullosa.

- ¿No podría llevar menos maquillaje?

Minho se cruzó de brazos, mirando como Taemin se quitaba infantilmente un pelo del flequillo que se le había quedado pegado en las pestañas.

- Su sesión de fotos es en medio de la nieve. Un maquillaje ahumado le hará resaltar la mirada.- Dijo la maquilladora de manera profesional.

Minho sabía eso también, pero aún así lo veía demasiado excesivo, demasiado... Adulto.

- Es que es sólo un niño.

La chica suspiró, viendo como Taemin se miraba en el espejo y hacía muecas graciosas, lo suficientemente suaves como para no arruinar su maquillaje. Entonces ella comprendió a qué se refería Minho. Taemin era sólo un crío, uno de quince años que apenas estaba empezando a aprender de la vida.

- Supongo que puedo quitarle algo de delineador y difuminarse la sombra de ojos, para que no se vea tan cargado.

- Y la máscara de pestañas.

Ella rodó los ojos.- Sí, también le quitaré eso.

- Eres genial, Yoona.

Minho sonrió deslumbrante, y la chica se sonrojó un poco, porque Minho tenía esa clase de sonrisa brillante que parecía haber sido creada para un anuncio de televisión, con su cabello moreno, siempre bien peinado y esa mirada absorbente, y cada vez que lo veía se preguntaba porqué él se dedicaba a ser mánager, cuando perfectamente podría ser uno de esos idols de esta agencia. Después de todo había chicos ahí con menos talento y más feos que él.

- Sí, sí, pero me debes una hora de mi vida. Taemin, sientate aquí otra vez, tenemos que empezar de nuevo.

- ¿En serio?.- Se quejó el menor, pero igualmente se sentó obedientemente y Minho no pudo evitar suspirar. Era tan fácil trabajar con Taemin.

La puerta del camerino se abrió, y Minho se tragó otro suspiró cuando vio entrar a Jinki y el aura negra que le rodeaba y parecía oscurecerlo todo.

- Tu chico está de mal humor.

No la hacía falta preguntar a quién se refería Jinki. A nadie le hacía falta preguntar para saberlo.

- ¿Qué le pasa?.- Preguntó, pareciendo desinteresado, como si sus nervios no se acabasen de tensar con solo pensarle.

- Y yo qué mierdas sé.- Se quejó Jinki, sentándose en una silla cercana y cogiendo un caramelo de café que había por ahí tirado en una mesa.- Pero, como no terminemos de grabar hoy las cuatro canciones que faltan para su álbum, lo mato. Y tú me caes genial y todo eso, pero te juro que estrangularé a ese niñato, lenta y dolorosamente. Es que no lo aguanto.

Minho se pasó la mano por el pelo, despeinándose un poco, luciendo cansado de repente. Miró a Taemin, quién lo miraba también detenidamente y luego volvió a mirar a Jinki, quién parecía que iba a romper algo en cualquier momento. No quería dejar a Taemin solo, porque también era su mánager y tenía responsabilidades, pero.... Pero era Jonghyun.

Iré a hablar con él un momento. Yoona cuando termines con Taemin avísame, por favor.

- Claro.

 

 

 

  ************************************  

 

 

 

 

Inspiró hondo cuando llegó a la puerta del estudio de grabación. Estaba acostumbrado a lidiar con el carácter de Jonghyun, pero aun así siempre se le crispaban los nervios. Al entrar vio al rubio, sentado en el sofá blanco, con una botella de plástico vacía en la mano y con cara de muy, muy pocos amigos.

- ¿Me buscabas? – Si había ido Jinki a buscarle era por dos motivos: o habían discutido como de costumbre, y el director había acabado por mandarle a la mierda, o Jonghyun había armado un escándalo porque quería verle, lo que propiciaba que discutiera con Jinki y le mandara a la mierda. Una cosa iba ligada a la otra.

- ¿Dónde coño estabas?

Minho le miró con paciencia, como siempre hacía, apoyándose en la silla de Jinki.

- Trabajando.- Respondió secamente. Ni si quiera sabía por qué le daba explicaciones como si fuera una esposa celosa.- Y tu deberías hacer lo mismo. Tienes a Jinki de los nervios.

- Ese siempre está de los nervios. Me saca de quicio.

- Y tú a él, estáis en tablas.

- Y además no para de gritarme.- Se quejó, haciendo un puchero mucho más sobreactuado que el de Taemin, mirándole con esa mirada de cachorro abandonado que había ensayado para un anuncio comercial hacia un par de años y que sabía que con Minho no funcionaba, pero siempre lo intentaba, por si acaso.- Y para colmo tú va y me cambias por un niñato.

Minho rodó los ojos ante tal dramatismo. Jonghyun debería haber sido actor en vez de cantante.

- Taemin acaba de debutar, necesita mi ayuda para saber cómo moverse por estos lares.- Seguía sin saber por qué todavía le daba explicaciones. Simplemente le salían solas, al ver el ceño fruncido de Jonghyun, y esa mirada de reproche, como si de verdad le doliera en el alma que no hubiera estado con él durante la grabación de sus canciones.

- ¿¡Y yo no!? Yo también te necesito, Minho.

El aludido suspiró, con el corazón en la garganta. Odiaba y amaba al mismo tiempo cuando Jonghyun le decía cosas como esas, mirándole con esos ojos chocolates oscuros, como si de verdad le hubiera necesitado alguna vez. Y Minho se sentía un poco más débil ante él, un poco más blando. Se sentía como si le perteneciera un poco más a Jonghyun.

- Tú llevas muchos años en esto, Jong.- Le dijo, acercándose a dónde él estaba sentado para acomodarse a su lado, llamándole por ese apelativo que sabía que relajaría un poco al cantante, como una bandera blanca en medio de la guerra.- No me necesitas.

Y le dolió mucho más repetírselo en su mente que decirlo en voz alta, porque la realidad era que Minho era quién necesitaba a Jonghyun, y de una manera que ni su propio amigo se imaginaría nunca.

- No digas tonterías, claro que te necesito.- Murmuró, apoyándose en el hombro de su mánager, suspirando cuando Minho le rodeó los hombros con un brazo y le pegó más a él, dejando que Jonghyun hundiera la cabeza en el hueco de su cuello, respirando su aroma. Minho conseguía tranquilizarle a niveles impresionantes incluso para él mismo.- Además, me lo prometiste.

Minho sonrió, hundiendo la nariz en el cabello rubio de Jonghyun, recordando esa absurda promesa quinceañera que le había hecho.

Cuando grabes tu primer álbum entero, yo iré a todas tus grabaciones.- Le dijo, sonriendo feliz, haciendo que Jonghyun le mirase ilusionado.

¿De verdad?- Preguntó con emoción, con los ojos brillándole y una sonrisa radiante, porque Minho siempre le hacía eso. Le iluminaba.

Apenas había terminado de grabar su mini-álbum de debut cuando tenía quince años, ese con el que siempre había soñado y que por fin había logrado. Le dolía la garganta a horrores, y seguramente tendría que pasarse dos días cuidando su voz para no quedarse afónico porque había estado como toda la tarde en el estudio de grabación, hasta que por fin su director quedó satisfecho con el trabajo y dio por concluida la sesión. Pero estaba feliz, porque iba a debutar en poco tiempo y por fin podría ver su primer disco vendiéndose en los grandes almacenes, y porque Minho estaba ahí con él, como siempre, apoyándole y brindándole la confianza que nadie tuvo en él cuando dijo que quería dejar los estudios para ser cantante. Sus padres se negaron a la idea, la repudiaron como si fuera un desecho, pero Jonghyun no estaba dispuesto a ceder en su sueño, había cedido en muchas cosas, había complacido siempre a todo el mundo y ahora quería complacerse a sí mismo. Quería ser cantante. Y cuando Jonghyun apareció en la casa de Minho, con la nariz roja y los ojos hinchados, entendió que su camino para ser cantante iba a ser un poco más duro de lo que esperaba, así que le abrazó nada más verle, fuerte y cálido, para que supiera que él sí estaba ahí, y le dijo las palabras que Jonghyun necesitada escuchar: Yo confío en ti.

Y eso a Jonghyun le bastaba.

No solo iré al primero, iré a las grabaciones de todos tus discos.

Prométemelo.

Te lo prometo.- Sonrió Minho, y su corazón se hinchó un poco en su pecho cuando vio a Jonghyun sonreírle grande y luminoso. Una sonrisa solo para él, quiso pensar.

No sabía cómo podía acordarse todavía de esos con los años que habían pasado.

- ¿Me perdonas? – Murmuró Minho, hundiendo los dedos en el cabello de Jonghyun, y cuando ese soltó un ruidito conforme, Minho sonrió, sabiendo que ya se le había pasado el cabreo.

- No lo vuelvas a hacer.

- Eres un consentido.- Se quejó el moreno, apartándose un poco de Jonghyun, porque sus dedos estaban empezando a cosquillear demasiado entre sus hebras rubias y su corazón estaba empezando a hacerse ilusiones.- Consentido y mimado. Parece mentira que tú seas el mayor aquí.

- Sí, pero me quieres igualmente.

Le miró sonreír creído, cogiendo una botella de agua fría de la nevera y Minho suspiró. Su mente sonrió irónica, burlándose de él mismo. Jonghyun no sabía hasta qué punto era verdad esa frase.

- No bebas agua fría. Estamos en pleno invierno.- Reprendió con poco ánimo. De repente su corazón ya no tenía ganas de latir.

- Perdón.

- ¿Con él te disculpas y a mí me mandas a la mierda?- Reprochó Jinki, nada más entrar por la puerta del estudio.

- Sera porque él no es un toca pelotas en niveles exagerados, como tú.

- Mira... Mejor me callo.

- Sí, mejor.- Resopló el rubio, recibiendo una mirada de reprimenda por parte de Minho, entonces sonrió angelicalmente, como si nunca hubiera roto un plato.- Y yo me voy a grabar ¿Verdad?

Jonghyun dejó la botella de agua, y se encamino a la parte insonorizada del estudio. Carraspeó un poco, antes de volver a ponerse los auriculares y miró a la pared de cristal, viendo a Jinki pulsar botones en la mesa de mezclas y a Minho mirándole, con esos ojos llenos de orgullo que le aparecían siempre que veía a Jonghyun delante de un micrófono, cumpliendo su sueño.

Está enamorado de ti.- Dijo, como quién cuenta que le gusta el verano.

Casi escupe el café ahí mismo.

Miró a Kibum, un chico de su agencia, moreno, bonito, con ropa algo ostentosa y lentillas azules en los ojos. Kibum era uno de esos chicos que llamaban la atención en donde estuviera, siempre. Cantaba, bailaba, actuaba, rapeaba, lo hacia todo, y todo lo hacía bien, incluso se vestía bien, a pesar de que atraía demasiadas miradas. Y era uno de los pocos artistas con los que Jonghyun podía hablar.

No digas gilipolleces.- Dijo, cogiendo una servilleta de ahí cerca porque al final si había tirado un poco de café de su taza.

No lo son. ¿Has visto cómo te mira, como te sonríe? Solo sonríes así a alguien cuando te gusta mucho.

Minho mira así a todo el mundo.

No de la manera en la que te mira a ti.- Insistió Kibum, y Jonghyun por un momento sintió la necesidad de saber cómo le miraba Minho.

Somos amigos.- Aclaró.- Mejores amigos, lo conozco desde que era un crío. Somos como... Hermanos.- Y no supo por qué la palabra se le hizo amarga en el paladar. Tampoco quería buscarle ahora mismo una explicación, prefería no pensarlo.

Puede que tú le veas como un amigo, pero eso no significa que él te vea igual.

Cerró los ojos cuando escuchó la suave melodía inundar sus tímpanos a través de los auriculares, respiró profundamente e intentó concentrarse en su tarea; cantar.

Minho lo miró a través del cristal, esa expresión dulce y apasionada que se le ponía cada vez que cantaba, y que a él le encandilaba, porque su pulso se aceleraba y la saliva se le atragantaba sola en la garganta. Su alma se desequilibraba cuando escuchaba a Jonghyun cantar. Siempre había sido así desde que lo conoció. Minho podía admitir que se enamoró antes de su voz que de su persona.

- Eres un ángel.

- Lo es.- Confirmó Minho, asintiendo con la cabeza, ganándose un bufido de Jinki junto con su sonrisa irónica.

- No hablaba de Jonghyun. Él es un maldito demonio. El ángel aquí eres tú por soportarle sin ir al psicólogo después.

Minho sonrió divertido, negando con la cabeza, aunque no le dijo nada, porque sabía que Jonghyun a veces era difícil de soporta, pero Jinki era el mejor en lo suyo, y él solo quería lo mejor para Jonghyun.

Incluso yo había pensado que eráis pareja o algo.

 ¿¡Qué!?-

Está vez sí había escupido el café.

Oh, por favor, no pongas esa cara. Siempre estáis tan juntos, tan compenetrados, y a ti a veces te dan esos ataques locos de posesividad con él, que... Bueno, si os ven desde fuera cualquiera pensaría que tenéis algo.

Jonghyun lo miró como si no lo comprendiera, como si estuviera loco o algo por el estilo. Hasta le dieron ganas de reírse, solo que no lo hizo porque el shock era más grande que nada.

¿Cómo puedes decir eso? ¿Minho y yo? Es... Impensable.- Era imposible, su mente ni si quiera lograba imaginárselo.- Además, yo no soy gay. Nunca lo sería.

Nunca digas nunca.

Entró con una sonrisa en el estudio, bien recibido por Minho y sus brazos alargados, pidiendo un abrazo que no dudó en darle, porque le gustaba tener a Minho así, cerca de él, porque le aportaba seguridad. En realidad él tenía razón, incluso Jinki tenía un poco de razón. Jonghyun era un caprichoso. Y podía decirse que Minho era uno de esos caprichos. Cuando su mánager estaba lejos, él lo quería cerca, justo como ahora, ahí con él, pero cuando ya lo tenía cerca, entonces se alejaba, porque se sentía raro, demasiado correcto, demasiado bien. Se sentía demasiado a gusto entre sus brazos.

- Este es mi chico.- Le felicitó, apretándole un poco más cerca.- Te invito a comer, como recompensa.

- ¿Tu chico de oro no se perderá por la agencia si no vas con él?- Le cuestionó irónico, separándose de él para ir hacia su abrigo.

- No sé por qué tratas así a Taemin, si ni si quieras has hablado con él.

- No me hace falta hablarle para que me caiga mal.

- Puto niño egocéntrico.- Criticó Jinki.

El moreno rio por lo bajo, y Jonghyun le miró durante un segundo, mientras se ponía la bufanda. Minho sonreía como habitualmente, y le miraba con esos ojos de paciencia infinita que siempre tenía con él, y su mente rebelde volvió a preguntarse sin querer cómo era que le miraba Minho, para que Kibum hubiera sacado esa conclusión, porque él estaba seguro que Minho no estaba enamorado de él. Eran amigos, los mejores, porque se habían apoyado mutuamente desde siempre. Pero ya está. Minho no estaba enamorado de él ¿Verdad?

- Oye, rubio.- Bufó Minho, alborotándole un poco el flequillo.- Te has quedado en la luna.

- Solo estaba pensando.- Le quitó importancia, negando con la cabeza, terminando de abrigarse para dirigirse a fuera.

- ¿En qué pensabas?

- En... Nada. Algo extraño.

Y sonrió.

No, Minho no podía estar enamorado de él.

 


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