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La niñera de un demonio por Kuroyami Mirai

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Notas del fanfic:

Este FanFic fue escrito para el día en contra de la Homofobia, el cuál no tengo idea de cuando es, pero la intención es lo que cuenta, no?

Nah…, no es cierto, en realidad la principal razón de por qué lo subo, es porque hoy cumplo un año exacto de ser miembro de la página y no me pude resistir. Así que subo esta historia que tenía guardada en el baúl de los recuerdos. De mis primeras historias, debo aclarar.

Disfrútenlo n_-

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen al mangaka/editor Masashi Kishimoto.

He de advertir que hay lemon explícito, un poco de lenguaje soez y Mpreg hahahaha… si, toda una perversión de historia. Disfrútenla dattebayo!!

Mikoto era una mujer única, capaz de llevar las riendas de una enorme casa donde no había un hombre que la ayudase. Su esposo, Fugaku, siempre estaba trabajando en el extranjero y ella tenía que quedarse sola con sus dos retoños, Itachi y Sasuke.

Los adoraba, porque – según ella – ambos eran unos querubines, adorables, perfectos, los mejores hijos que una madre podría desear. Debido a esto, nadie la comprendía. Cada vez que ella complacía a sus pequeños, sus amigos, incluida su mejor amiga, la regañaban porque alegaban que los estaba consintiendo demasiado.

Sin darse cuenta, sus dichos querubines eran en realidad unos diablillos malnacidos. Por culpa de su crianza consentida, ambos chicos se transformaron en la peor especie humana. Unos bastardos egoístas. Principalmente el menor de ellos, Sasuke. Tenía diecinueve años, era el capitán del equipo Hockey y prácticamente tenía al colegio a sus pies.

Pero esto, era algo que su madre no podía ver.

Todo comenzó un día cuando ella estaba conversando con su mejor amiga, Uzumaki Kushina. Las dos mujeres estaban teniendo una divertida plática en la lavandería sobre sus vidas de amas de casa, o sobre lo bueno que estaba Brad Pitt en sus mejores años.

Kushina era muy jovial, volátil, divertida, parecía una jovenzuela adolescente a pesar de su edad y a Mikoto le gustaba su compañía. Incluso estaban las dos sentadas encima de las lavadoras, justo como dos muchachas traviesas mientras reían bajito por los lloriqueos del viejo de la pescadería, ya que toda su ropa había salido rosa.

Lo que no sabía el pobre pescadero era que Kushina le había metido una sudadera roja a propósito en su lavadora. Era una maldita cría esta pelirroja.

Mikoto era más tranquila que su amiga, pero el 90% de las payasadas que hacía Kushina eran respaldadas por ella. Debía admitir que era entretenido molestar a otros de vez en cuando. Tal vez sus hijos sí tenían a quien salir.

Una vez terminaron de burlarse del viejo, Mikoto le comentó a su amiga que estaba algo deprimida, pues su hijo mayor se fue de viaje para terminar sus estudios en el extranjero y a ella no le gustaba la idea de separarse de su retoño.

-Debes relajarte, Miko-chan- hablaba la pelirroja de forma despreocupada mientras balanceaba sus pies juguetonamente- Itachi ya es un adulto.

-Lo sé, Ku-chan- Mikoto lo decía de dientes para afuera, jamás admitiría que sus hijos ya eran todos unos hombres- pero solo me queda Sasu-chan y él últimamente no pasa mucho tiempo conmigo.

-¿Por qué? ¿Ya está en esa etapa “rebelde”?- especificó haciendo las comillas con los dedos.

-¡Por supuesto que no!, mi niño es un ángel- Mikoto cruzó los brazos como pequeña cría y compuso un puchero que provocó la sonora carcajada de su amiga.

-Está bien, solo era una broma- empezó a darle manotazos al hombro mientras reía, casi desprendiéndole un pulmón, menuda fuerza- Miko-chan, lo que debes hacer es salir a divertirte, o buscarte un nuevo hobby.

-¿Eso crees?- se puso una mano en la barbilla, optando una pose pensativa

-¡Es verdad!- exclamó Kushina- Solo debes tener nietos- los ojos de la pelirroja brillaron con fuego de la emoción. Al ver que su amiga morena no entendía, decidió explicarse mejor- Debes hacer que Sasuke-kun te de un nieto.

-¿Un nieto?- Mikoto se emocionó también- ¡qué buena idea! ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Kushina se sobó la parte trasera de la cabeza, sintiéndose apenada- Jeje… se me acaba de ocurrir- sacó la lengua para marcar el punto.

La mujer Uchiha sintió el pecho llenarse de excitación- si Sasu-chan me da un nieto, ya no me sentiré tan sola.

-¡Eso!- levantó el puño como guerrera, su aura se elevó hasta levantarle el cabello, pero su sonrisa traviesa no desapareció de su aniñado rostro.

-Pero…-Mikoto ensombreció su expresión- mi niño es muy joven para ser papá. Además, nunca me ha presentado una pareja.

-Entonces busquémosle una- dijo como si nada- sólo necesitamos que sea de su agrado y…- se quedó pensando- tengo una idea.

-¿En serio? ¿De qué se trata?

-No te preocupes por nada, amiga- de un salto se bajó de la lavadora y agarró el canasto- yo me encargo de todo. Te lo explicaré con calma más tarde. Primero debo hablar con Naru-chan- Amplió una alegre sonrisa cuando la morena estuvo a punto de preguntarle por qué, pero la detuvo con un gesto y decidió cambiar de tema- después de eso podremos ver la lucha libre, Full Woman peleará este domingo en la noche.

Mikoto saltó también de la máquina, como una niña llena de entusiasmo- ¿de verdad? Quiero verla pelear.

Kushina asintió- Será genial, ya verás. Como esa vez en que peleó con la chica gato. La agarró por la cola y después hizo ¡pum! ¡bang! ¡Plaf!- movía las manos y hacía sonidos de golpes y explosiones- escuché que su próximo duelo será con la rubia de motonetas que viste de colores.

-¿Te refieres a Jacki?- enarcó una ceja cuando terminó de decir el nombre de la guerrera.

-Esa misma- Kushina la señaló con su dedo, usando un movimiento cómico antes de hablar- siempre he pensado que es una copia de Harley Quinn. Incluso le dice a Raikage-sama Señor A- rodó los ojos- pudo haber sido más original.

-También lo creo- Mikoto chocó palmas con su amiga cuando ésta levantó su mano.

-Full Woman es la mejor y este domingo iremos a ver como deja a esa rubia copiona sin coletas.

De repente Mikoto se deprimió, con una expresión un poco más oscura- Lo siento, Ku-chan. No podré ir.

La interrogante revoloteando sobre la cabeza de la pelirroja, le obligó a parpadear varias veces en completa confusión- ¿Por qué? Estabas ilusionada.

-No puedo dejar a Sasu-chan sólo en casa. Últimamente se encierra en su habitación por horas, pone el seguro en la puerta y no baja a cenar conmigo- se limpió una lágrima del ojito.

-Dices que se encierra durante horas…- la pelirroja lo pensó por un momento, ladeando la cabeza con la mano en la barbilla, pero solo pudo llegar a una conclusión. Ese era el comportamiento común de un adolescente- tal vez solo está navegando en internet, o viendo películas.- no quiso especificar qué tipo de películas.

-No lo sé, creo que puede estar metido en una secta peligrosa, o andando con malas influencias o…

-Mikoto- la morena se sorprendió, su amiga solo decía su nombre completo cuando estaba seria. Kushina le puso ambas manos en los hombros, mirándola a los ojos, confesó- Estás siendo paranoica.

-Es que… el otro día intenté entrar en su computadora para ver si mis sospechas eran reales, pero aquello parece ser la base de datos del FBI. Amiga, lo tiene todo encriptado, millones de contraseñas y muchas carpetas que dicen XXX. Estoy segura que es algo peligroso y no quiere que me entere…

-Mikoto- Kushina estaba algo desesperada, su amiga definitivamente se estaba volviendo loca- por supuesto que no quiere que invadas su privacidad, además, eso de XXX es…

-No importa- interrumpió la morena- no lo dejaré sólo mientras esté en ese estado- y dándole la espalda a su amiga, agarró el canasto de ropa y salió de la lavandería.

Kushina suspiró. Estaba convencida, los años habían vuelto a su amiga en una loca paranoica. Agarró su propio canasto y se fue a su casa, ya encontraría una forma de ayudarla. Si no lo hacía y la separaba un poco de sus hijos, estaba convencida que terminaría encerrada en un manicomio o de lo contrario en una casa llena de gatos dónde la mitad se llamarán Itachi y la otra mitad Sasuke.

 

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Al llegar a casa, una sonrisa nerviosa relativamente temblorosa, surcó el rostro de la pelirroja. Su hijo, Naruto, la esperaba tras la puerta, con su delantal de sapitos y los brazos en jarra, apretando el cucharón en su puño con la clara intención de clavárselo en la frente a su madre cabeza hueca.

El rubio frunció el ceño con molestia, cansado de ser el adulto responsable en una casa donde había dos eternos niños: sus padres. Tras este inconveniente, el rubio se vio obligado a madurar más rápido que los jóvenes de su edad, pasando a ser… “la madre mandona” y olvidando su papel de adolescente.

-Hola, Naruto- saludó la mujer animadamente, pasando de largo al rubio con el canasto a cuestas para dejarlo en el pasillo.

Naruto la siguió, agarró el cesto con la ropa con sus cejas más fruncidas que antes y lo dejó a un lado para que no estorbara.

-Lista mental: doblar la ropa después de terminar la cena- Pensó el rubio.

Kushina le amplió la sonrisa de manera juguetona- ¿Qué hay de cenar?

Con los ojos entrecerrados, Naruto le dedicó una mirada de: Maldita cría consentida a su propia madre antes de responder- Ramen- dijo escueto. Separó los labios nuevamente, con la clara intención de soltar el más largo de los sermones, pero Kushina se le escapó como un rayo antes de que pudiese hacerlo, huyendo a la sala de la televisión para lanzarse al sofá.

-Tengo que hablar contigo- habló con notable seriedad, prefiriendo cambiar de tema antes de que su hijo le diera de sartenazos en la cabeza por ser una madre tan irresponsable.

Naruto volvió a la cocina y sacó la exprimidora para hacer un jugo de naranja- ¿De qué se trata?- refunfuñó sin dejar su tarea de lado.

-¿Recuerdas a mi amiga Miko-chan?- tuvo que elevar la voz para que Naruto la escuchara desde la cocina a través del ruido de la exprimidora, pero no se acercaría. No quería terminar con un chichón.

-Hablas de ella bastante seguido- Naruto también tuvo que elevar la voz- ¿Por qué lo preguntas?

Kushina preparó las líneas en su cabeza, carraspeó, y soltó por lo bajo- ella está bastante decaída. Quiero ayudarla.

Naruto dejó de fruncir el ceño cuando escuchó la preocupación de su madre. Sirvió el jugo recién hecho en una jarra y preparó un par de emparedados. Caminó hasta la sala, dejándole la merienda a la pelirroja en una mesita.

La mujer sonrió, sintiendo que su plan iba viento en popa al ver que su hermoso hijo doncel ya no estaba tan molesto. Él siempre olvidaba cómo enojarse con sus padres.

-¿Qué vas a hacer?- le preguntó, sentándose en el sofá para mirarla con seriedad. Podía ser ingenuo, pero no era tonto. Si Kushina le estaba comentando sus problemas, entonces definitivamente lo involucraba de alguna forma.

La pelirroja masticaba el emparedado con las manos en sus mejillas hinchadas como hámster- ¡delicioso!- exclamó, sintiendo como el sonrojo subía por su piel. Su hijo cocinaba muy bien.- ¡Cómo se esperaba de Naru-chan!- se lanzó hacia él, abrazándolo. Naruto se limitó a rodar los ojos.

-Deja de hacerme la pelota y habla de una vez.

-Moh- la mujer hizo un cómico puchero- que frío eres- y se cruzó de brazos. Al notar que Naruto se levantaba del sofá para irse y dejarla hablando sola, lo tomó rápidamente por el delantal- espera, necesito tu ayuda.

Naruto se detuvo, mirándola con una ceja levantada- lo sabía- se sentó otra vez- ¿de qué se trata?- preguntó con recelo.

-Bueno- le dio un sorbo al jugo de naranja para aclararse la garganta- quiero llevarla a un viaje de rehabilitación.

El menor levantó más su ceja- ¿un viaje?- Kushina asintió- ¿a dónde?

-Unas aguas termales- respondió, encogiéndose de hombros para restar importancia- tal vez se anime un poco. En estos días la he visto deprimida y me preocupa- soltó una lágrima, que rodó lentamente por su mejilla. Miró de soslayo a su hijo, esperando que su actuación hubiese dado resultado.

Naruto se veía serio, mirando el vacío. Al parecer había funcionado.

-¿Eso qué tiene que ver conmigo?- su duda hablaba sobre una posible trampa. Conocía a su madre demasiado bien.

-Es un favor muy pequeñito- juntó el dedo índice y pulgar, haciendo énfasis en el tamaño del favor- sólo debes quedarte con su hijo por unos días.

-¿Qué?- Naruto se levantó de un salto- ni hablar. No seré la niñera de un mocoso.

Kushina también se levantó, persiguiendo al rubio por toda la casa cuando este comenzó a huir de su falso llanto- oh vamos, Naruto. Sasuke-kun es un buen chico. Algo callado y solitario, pero es una ternura- seguía insistiendo, el rubio sólo seguía huyendo.

-No puedo. Tengo que estudiar y trabajar en la tarde. Teuchi-san se enojaría, además…

-Por favor- Kushina estaba seria, sus párpados luchando contra un descontrol de lágrimas- mi amiga está en problemas; quiero ayudarla, pero ella se rehúsa a dejar sólo a Sasuke-kun- sacó un pañuelo para soplarse la nariz- no puedo darle la espalda.

El blondo se encogió cuando escuchó los sollozos de su madre. Bajó el sartén que estaba sosteniendo – que había levantado para un caso de emergencia – y se acercó para rodearla en un abrazo. A pesar de todo no le gustaba verla llorar.

-Está bien, mamá. No llores- le acarició la espalda para que dejara de sollozar- cuidaré al pequeño mientras ayudas a tu amiga, lo prometo.

Kushina rió para sus adentros y una imagen de sí misma le levantaba los pulgares en señal de Good Job, bailando el ula-ula con una falda roja. Sacudió la cabeza, alejando aquella emoción de su mente. Debía seguir actuando para que Naruto no sospechara.

Aunque, ¿debería decirle que Sasuke no era un pequeño niño? Incluso era mayor que su hijo.

Se alzó de hombros. Eso sólo era una pequeña nimiedad.

 

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-Debe ser aquí- Naruto miraba un pequeño papel lleno de corazones, cortesía de su loca madre. En él estaba la dirección de la señora Mikoto.

Suspiró, dejando la mochila y la maleta en el suelo. Llevaba algunas cosas esenciales, como ropas, objetos personales, dinero y algún que otro juguete para el crío. Después de todo, tendría que quedarse con el pequeño Sasuke por todo un fin de semana.

Dejó escapar el estrés con un resoplido largo, soplándose el flequillo de los ojos. Su mano tembló cuando la levantó para tocar el timbre. No pasó ni tres segundos para que la puerta se abriese abruptamente, mostrando la imagen de una hermosa mujer adulta, de cabellos negros y pálida piel. Ella debía ser Mikoto. La mujer lo invitó a pasar cortésmente, ofreciéndole asiento.

Naruto frunció las cejas al ver que su madre estaba allí también, acomodada sobre el sofá, con las piernas cruzadas y una enorme sonrisa en los labios. Estaba arreglada como si fuese a un concierto o algo así, con una cola alta y algunos mechones sueltos sobre la cara, dándole un aspecto bastante jovial. Mikoto tenía una vestimenta parecida. Incluso tenían una cinta blanca alrededor de la frente con un cartel en inglés: Fight.

-¿Qué haces aquí, mamá? Dijiste que irías a comprar fruta.

-Mentí- le guiñó un ojito travieso al menor- en realidad vine a hacerle compañía a Miko-chan hasta que llegaras. Hoy mismo viajaremos al ozen.

Mikoto apareció con un vaso de refresco- aquí tienes, Naruto-kun.

El rubio asintió con educación- no tenía que haberse molestado.

Mikoto sacudió las manos y la cabeza para negar- oh, no te preocupes. Me gustaría que te sintieras en casa mientras no estoy. Puedes usar lo que quieras de la nevera, el baño y la tele- sonriendo, tomó una de las manos del blondo- lamentablemente la mayoría de las habitaciones están cerradas porque estamos remodelando. Tendrás que dormir con Sasu-chan- cerró un ojo, mostrando cierta vergüenza- ¿te molesta?

Naruto sacudió la cabeza- no se preocupe. Puedo dormir con él.

-Gracias, Naruto-kun.

Kushina se levantó del sofá con un salto algo ágil- bueno, hijo. Nosotras ya nos vamos- le dio un beso en la mejilla y luego tomó las maletas que estaban amontonadas cerca de la entrada, Mikoto la siguió con el entusiasmo llenando sus ojos.

Naruto las despidió, haciendo una mueca al ver las enormes sonrisas en el rostro de ambas mujeres. Cerró la puerta, encaminándose a la cocina para ver la lista que Mikoto le había dejado pegada en la nevera. Allí estaba todo lo que le gustaba al pequeño detalladamente explicado: sus comidas favoritas y cómo prefería el baño; más abajo un cartel con otra letra decía: Diviértanse.

Eso último era obra de su madre. Podía distinguir la letra y las estrellitas que acostumbraba poner sobre las íes y los signos de exclamación.

Resoplando, se remangó las mangas de la camisa celeste que llevaba, tomó un cuchillo y un tomate, preparándose para preparar la cena. Estuvo a punto de cortar la verdura cuando escuchó unos pasos bajar rápidamente por las escaleras.

-¡Vieja, voy a salir, no me esperes despierta!

Naruto se quedó estático al escuchar la voz de un hombre. Además de que le había dicho… ¿vieja?

Salió de la cocina con pasos pequeños, apretando el cuchillo en un puño. Frente a la puerta de la entrada estaba un joven alto, algo fuerte, bastante apuesto, pero algo intimidante. Su vestimenta era como la de un típico chico en motocicleta. Chaqueta negra, playera ajustada, jeans, lentes de sol sobre la cabeza – los cuáles no tenían sentido porque ya era de noche – y numerosas pulseras de cuero y cadenas.

Un bad boy con todas las de la ley.

El joven movió la manija de la puerta varias veces, forcejeando con ella. Después buscó en uno de los cajones que estaba en la mesita de la entrada, desesperándose, terminó desprendiendo el cajón y vaciándolo en el suelo. De cuclillas, buscó entre el desorden de cosas que habían caído, frunciendo el ceño y chasqueando la lengua al no encontrar lo que buscaba.

-¡Uchiha Mikoto! ¿Dónde demonios están mis llaves?- Naruto se escondió rápidamente en la cocina cuando el joven alzó la voz, sin embargo podía escuchar sus pasos acercándose- ¿por qué carajo cerraste la puerta con seguro?- preguntó, asomando la cabeza por la entrada de la cocina.

Su cuerpo quedó de piedra al encontrar un chico rubio en el lugar donde debería estar su madre.

-¿Quién eres tú?- preguntaron al unísono.

Se miraron por unos segundos, dejándose llevar por la sorpresa. Una mirada era más penetrante y profunda que la otra.

-Esa es mi línea- respondió el moreno, apoyando un brazo en el marco de la puerta para impedir que el doncelito saliera- ¿qué estás haciendo en mi casa?

Naruto se encogió dentro de sí mismo cuando el joven se inclinó sobre él para incitarlo a una rápida respuesta- S-Soy Naruto, estoy haciéndole un favor a Mikoto-san- miró el suelo y después a la izquierda, sintiéndose intimidado por el chico frente a él, que además enarcaba una ceja sin el menor atisbo de timidez.- Ella estará fuera de la ciudad por unos días junto con mi madre…, y me pidió que cuidara de su hijo pequeño.

-¿Ella te pidió eso?- el moreno parecía dudar de sus palabras.

-Sí. Dijo que no quería dejarlo sólo.

Naruto se estremeció cuando la carcajada del moreno inundó la cocina. Era una risa sarcástica, llena de mofa. Se molestó por esto, uniendo las cejas en medio de su frente y apretando los puños.

-¿Qué es tan gracioso?

-Todo- respondió sin dejar de reír. Su madre era una cosa demasiado mala si había decidido gastarle una broma al pequeño doncel frente a él- dime, enano. ¿Cómo se llama el pequeño que debes cuidar?

El rubio entrecerró los ojos. No le hacía ninguna gracia que se burlaran de él- Sasuke- dijo de manera mordaz.

El moreno dejó de reír de golpe- ¿qué dijiste?

Naruto se cruzó de brazos- que el crío que debo cuidar…, se llama Sasuke.- Sacó la lista que le había dejado la morena y se la mostró- mira, es la letra de Mikoto-san- observó en silencio al joven cuando éste tomó la nota con brusquedad para leerla- ¿eres el hermano mayor?- preguntó.

No respondió. Estaba apretando la nota en sus puños, leyéndola una y otra vez.

El blondo sopló frustrado. Si el hermano mayor estaba en casa, ¿por qué no dejaban al pequeño con él? Entonces escaneó al chico de pies a cabeza: su porte, la arruga entre sus cejas que decía en letras mayúsculas: Soy un macho patea culos. Todo de él decía que no era una persona lo suficientemente responsable como para cuidar un niño. Podía entender la decisión de Mikoto.

Miró por encima del hombro del pelinegro, buscando algo- y hablando del pequeño. ¿Dónde está? Aún no lo he visto.

El moreno chasqueó la lengua. Sin responder al enano que tenía delante, sacó el celular y buscó en los contactos el número de su madre. Hubo uno, dos timbrazos y luego…

Le colgaron.

Estuvo a punto de lanzar el teléfono contra el suelo, pero se contuvo y volvió a marcar…

El número que usted llama está fuera de…

PLAF

Lanzó el aparato contra la pared, asustando al rubio con su acto fuera de sí. Se llevó ambas manos a la cara en un gesto desesperado y presionó, luchando por mantener el control.

-Esto no puede ser verdad- masculló mientras trataba de calmarse.

Naruto estaba molesto y no tardó en demostrarlo- por eso no dejan al pequeño Sasuke contigo. Eres un peligro.

-¡Yo soy Sasuke!- explotó, rugiendo contra el pobre doncel. El cual había abierto tanto la boca, que la quijada le llegaría al suelo.

-¡No me jodas!- atinó a decir después de salir del trance- ¿Por qué eres un adulto? Se suponía que eras un niño, por eso yo debía cuidarte este fin de semana.

Sasuke caminó hasta el sofá, dejándose caer en él como peso muerto- Para mi madre lo soy- resopló fastidiado- cree que estoy deprimido porque me encierro en mi habitación. Pero joder, ¿qué tan lenta puede ser? Se supone que estoy en edad de querer masturbarme, ver porno o follarme a…

-Esa información es innecesaria- Naruto lo detuvo con una mano en alto. Suspiró, rascándose la parte trasera de la cabeza en un gesto nervioso- ya que no eres ningún crío que necesite de una niñera…- tomó sus cosas y caminó hasta la salida- me iré.

Cuando llegó a la puerta, luchó contra la manija como hizo Sasuke unos minutos antes, bajo la atenta y divertida mirada de éste. Repitió la acción varias veces, pero el cerrojo no cedía. Se volteó hacia el dueño de la casa.

-Hey, tú- llamó- ¿cómo puedo salir de aquí?

-No puedes- suspiró agotado- mi madre nos ha encerrado y para asegurarse se ha llevado mis llaves.

 -¿No tienes unas de repuesto?

-Se las ha llevado también.

-¿La puerta trasera?

-Está clausurada.

-¿Las ventanas?

-Son de panel estrecho.

-¿Hay alguna otra salida?

-No.

Naruto soltó las maletas y se llevó las manos a la cabeza- No puede ser- giró de nuevo la manija, pero era en vano- no, no, no, no- seguía negando con la cabeza- mi madre no puede hacerme esto.

-Tranquilo enano, en cuanto vuelvan podrás irte.

-¿No escuchaste lo que dije?- estaba desesperado y la actitud tan despreocupada de su compañero de desgracia lo ponía de los nervios- Estarán fuera todo el fin de semana, ¿cómo quieres que esté tranquilo?

Sasuke se puso de pie rápidamente- ¿El fin de semana? ¿A dónde se fue?

-Salió con mi madre a unas aguas termales o algo así- en ese momento sonó el teléfono de Naruto y casi escucha cantos celestiales cuando notó que se trataba de Kushina- ¡Es mi madre!- pero no era una llamada, sino un mensaje. Lo leyó rápidamente y cuando terminó, sus rodillas tocaron el suelo al no poder sostener su peso. Estaba en shock.

-¿Qué pasa?- Sasuke le quitó el teléfono, también leyendo el mensaje.

<<Naru-chan, sé un buen niño y cuida de Sasu-chan. Miko-chan y yo estaremos de vuelta el lunes en la noche. Hasta entonces… ¡diviértanse ttebane!

PD: ¿Por qué no aprovechas y me traes algunos nietos? Ya es hora de que folles. ¿Qué eres? ¿Un adolescente retrasado hormonalmente? Quiero buenas noticias cuando esté de regreso 

Mamá>>

Por toda respuesta, Sasuke soltó un bufido de mofa. La madre del rubio era bastante divertida. Además – miró de soslayo al derrumbado chico –, le había dado luz verde para gozar un poco de su hijo, que debía admitir, era bastante apetecible.

Si de todas formas estaría encerrado por tres días, no podía permitirse perder la oportunidad de pasarla bien en ese tiempo. Ladeando una sonrisa perversa, se puso de cuclillas a un lado de Naruto y le puso una mano en el hombro.

-¿Estás bien?

Naruto negó con la cabeza- ¿Cómo puedo estar bien? Mi madre está loca y quiere volverme loco a mí.

-Creo que sólo debes relajarte- Sasuke, parsimoniosamente, le incitó a sentarse. Caminando hasta la cocina, abrió la nevera y sacó un par de cervezas.

Naruto no era de tomar, si podía evitar el alcohol lo haría gustoso, pero estaba demasiado cabreado por el empujoncito que quería darle su madre. Aceptó la bebida, dándole un trago rápido, y luego otro. Cuando se terminó la botella, Sasuke le brindó otra.

-Tu madre es bastante divertida- le decía el moreno, sentándose en una de las sillas del comedor.

El rubio se había sentado en la silla de enfrente, bebiendo ahora su tercera cerveza.- Demasiado para mi gusto, me ha engañado- dio otro sorbo a la botella- me la voy a cobrar, la haré comer brócoli durante todo un mes.- Y comenzó a beberse la cuarta, sintiendo como su lengua se entumecía y sus dientes se dormían.

Sasuke soltó una risita- ¿Brócoli? Estoy seguro que se te puede ocurrir un castigo mejor que… - se quedó sin habla al ver a Naruto dar otro trago…, una brillante gotita se escapaba por la comisura de sus labios, mojando la barbilla. Sintió ganas de lamerlo.

-¿Qué miras tanto?- las mejillas de Naruto se habían puesto rojas, sus pupilas dilatadas, el ceño levemente fruncido a causa del mareo; definitivamente no estaba acostumbrado a la bebida.

Sasuke no respondió, solo dejó su botella en la mesa y le quitó al rubio la suya. Se puso de pie bajo la atenta mirada ebria, agarrándolo por la cintura para llevarlo hasta su hombro, subió las escaleras con él a cuestas como si fuese un costal.

-¡Espera, imbécil! ¿Qué estás haciendo? ¡Bájame ahora mismo!

El Uchiha no respondió, sólo sonreía con malicia. Se sorprendió al notar que Naruto no pesaba como debería. A pesar de sus pataletas y protestas, no le costó nada subir las escaleras a trote ligero mientras sobaba zonas no permitidas por su dueño. La resistencia del blondo lo divertía enormemente.

-¡Que me bajes, te digo! ¡Bastardo!

-Irresistible- fue la única palabra que salió de sus labios.

Aunque Sasuke tenía mucha más experiencia con el alcohol, ciertos funcionamientos de su organismo se habían debilitado a causa de éste. El de su autocontrol, por ejemplo. Abrió la puerta de su habitación de una patada, entró, lanzando a Naruto hacia la cama. Se quitó los lentes de sol de la cabeza y la chaqueta de cuero, preparándose para una lucha inminente para ver quién tomaba el control de la situación.

Naruto se incorporó sobre los codos, observando al pelinegro con los ojos dilatados. Su bajo aguante con el alcohol le tenía algo aturdido.- ¿Qué vas a hacer?

Sasuke se acercó a la cama, retirándose la camisa. Naruto tragó saliva al ver los perfectos cuadrados de su abdomen, los abultados bíceps.- Te voy a confesar algo- la voz melosa, demasiado masculina, los sensuales movimientos para desvestirse. Naruto ya se estaba preguntando si debía seguir luchando en contra de eso. Sasuke se acercó lo suficiente como para hablarle al oído, apoyándose en el colchón con sus brazos a los lados del rubio- Me gusta mucho el sexo, Naruto. Y tú madre me ha dado permiso para preñarte.

Naruto parpadeó confundido, sintiéndose mucho más embriagado cuando el perfume de Sasuke lo golpeó como un puñetazo.- Eso es…

Sasuke se zafó el cinto con un movimiento tosco, bajó la cremallera y el rubio sintió que ese sonido metálico se le colaba en los huesos- no me detendré hasta lograrlo.

-¿P-Preñarme?- definitivamente no estaba en sus cinco sentidos. La vista del cuerpo de adonis que tenía el azabache lo tenía embobado. Su cerebro trabajaba muy despacio y no estaba interiorizando la situación adecuadamente.

-Exacto- por supuesto, Sasuke hablaba en sentido figurado. A lo que realmente se refería, era que lo follaría hasta saciarse. La bizarra situación que provocó su madre no le había permitido darse cuenta con antelación, pero Naruto era, en el sentido literal de la palabra- …comestible.- Y no pudo evitar decirlo en voz alta.

-Espera…- su voz salía susurrante, un poco ronca. Quería detener al moreno, quería que dejara de desvestirlo, pero sus músculos estaban adormecidos, estaba mareado y el forcejeo lo ponía mucho peor- …no quiero.

-¿Qué es lo que no quieres?

Naruto intentó responder, pero los dedos de Sasuke se habían metido en su boca, impidiéndole el habla. De sus labios solo salían incoherentes mugidos. La mano libre del moreno se encargó de desprender su ropa interior, que para esa hora era lo único que estaba cubriendo su completa desnudez.

-No te entiendo. Tienes que hablar más claro- amplió la sonrisa y metió tres dedos en la boca de Naruto, ahogando cualquier movimiento que quisiera hacer su lengua para soltar una negativa. El blondo se removió incómodo cuando empezó a lamerle la mejilla. Bajó por el cuello hasta la clavícula, mordisqueando la zona, dejando algunas marcas.

-Hmn… mnn…- no podía gesticular, la invasión en su cavidad bucal se lo impedía. Su cuerpo comenzó a sufrir espasmos cuando su pezón derecho fue pellizcado y el izquierdo mordido. Era un dolor placentero, quería que Sasuke se detuviera y a la vez no quería.

Sasuke sacó los dedos y los deslizó delineando su pecho, el vientre plano, dejando un camino húmedo hasta el ombligo. Bajó un poco más, tocando con las yemas la pelvis, el pene y después la entrada entre las nalgas. Hizo movimientos circulares en la obertura con un dedo, tentando al agujerito que sufría de pequeñas contracciones bajo su toque.

-Ahh...- Naruto se quejó cuando una de las falanges entró sin ningún tipo de cuidado, abriendo su esfínter. Respiraba entrecortadamente, se sentía incómodo con la intromisión. Sasuke lo besó en los labios, sosteniéndole la barbilla con su mano libre para que dejara la boca abierta y así poder meter la lengua hasta la campanilla.

Metió otro dedo y simuló penetraciones con ellos. Los sacaba, los metía, los abría y cerraba como tijeras.

-Dime, Naruto. ¿Cómo se siente?

El rubio no podía responder como se debía- ahh… ahhh… ¡Agh!- gimió sonoramente cuando su boca quedó libre. El moreno bajó dando besitos por todo su cuerpo hasta lo más bajo de su anatomía, sorprendiéndolo.

Sasuke agarró sus caderas, girándolo en el colchón para que quedara bocabajo. Elevándolas hasta su cara, sonrió y sus brunos ojos tintinearon de regodeo al tener esa vista tan apetitosa. Metió de nuevo sus dedos, esta vez eran tres, moviéndolos circularmente o hacia adentro y afuera; los extrajo y, usando las dos manos, abrió las nalgas para apreciar mejor la dilatada entrada.

-¡No… espera!- Naruto estiraba sus manos hacia adelante, rasguñando el colchón para huir de aquella bestia hambrienta de sexo, pero su cuerpo estaba tan bien agarrado, que sólo logró agitarse en vano.- ¡Ah, duele!- se quejó cuando Sasuke mordió sus caderas con los dedos, ejerciendo más fuerza para evitar que se alejara. Cuando todo terminara su piel estaría llena de marcas.

Sasuke hacía oídos sordos, acercándose a la zona más íntima del rubio. Naruto enterró la cara en la almohada cuando sintió aquel húmedo músculo acariciar su entrada con lánguidos movimientos. Sus rodillas temblaron, dejándolo más indefenso en el instante que sintió la pequeña penetración de la lengua de Sasuke.

-De…tente- pero fue ignorado nuevamente.

Aquella lengua irrespetuosa entraba y salía de su interior, humedeciendo todo a su paso. Suspiros de placer se escapaban de sus labios. Apretó la almohada con sus manos, presionando más la cara contra ella. Estaba excitado, de eso no había duda. Sus rodillas temblaban, de su bravilla bajaba un hilo de saliva que humedeció la sábana. Sus manos querían darle placer a su miembro mientras el mayor seguía penetrándolo con su lengua.

Sasuke dejó su tarea y se irguió sobre él, prensando el pecho en su espalda para hablarle al oído- sabes bien- susurró, sacando un fortísimo sonrojo en las mejillas del áureo. Metió de nuevo los dedos, ahora entrando con mayor facilidad, resbalando por el suave canal.

-No… digas eso- masculló, mordiéndose los labios para callar sus gemidos.

El moreno sonrió con prepotencia cuando el rubio empezó a mover las caderas contra sus falanges, pidiendo en silencio porque le diera más fuerte, más rápido. Pero él tenía algo mejor. Retiró los dígitos, preparó su polla y empezó a puntear despacio, preparándose para disfrutar de la caliente estrechez del doncel.

-¡Arghh!- gritó Naruto, sintiendo como sus caderas se tensaban y destensaban para darle paso a esa dura verga.

A pesar de que había sido preparado con antelación, la polla que ahora removía sus entrañas lo había desgarrado. Era muy grande y lo hizo sangrar. Dolía, quería que se detuviera.

-¡Sácalo, sácalo ahora!- ordenaba en vez de pedir, lo cual molestó un poco al Uchiha.

Estaba tratando de no lastimarlo, entrando despacio. Pero odiaba que le dieran órdenes. Mordiéndose el labio inferior, se empujó hacia el rubio y de una sola estocada entró por completo, lacerando todo a su paso.

-¡Arghh! ¡Aghhh!- Naruto sintió que algunas lágrimas bajaban por sus mejillas, aun así, no se permitió sollozar.

-Me… aprietas tanto- le susurró Sasuke, acostumbrándose a su suave interior.

-Sal… me estás lastimando- lloraba el áureo contra la almohada, pero Sasuke no salió de él. En vez de eso, empezó a dejarle besitos en la espalda y acariciarle su pene para que también sintiera placer- Mnh…- ese último pellizquito en su pezón le había gustado; sin darse cuenta, había comenzado a destensar su cuerpo, dejando de presionar con tanta fuerza la verga del moreno.

-Voy a moverme- declaró.- Si no lo hago, te seguirá doliendo.

Naruto no respondió, permaneció en silencio, esperando que las embestidas comenzaran. Sasuke movió sus caderas lentamente, entraba, después salía, tratando de ser lo más delicado posible. Volvió a sentir la presión en su miembro; siguió despacio para no lastimar a Naruto, esperando que éste se destensara de una vez.

Al notar que la presión se hacía cada vez más débil, fue aumentando la velocidad poco a poco. Naruto le respondía con tímidos jadeos, parecía estar disfrutando a pesar del dolor inicial. Dejó de contenerse, comenzando a dar con fuerza contra las sonrosadas caderas.

Sasuke soltaba gemidos guturales cada vez que entraba y salía, más fuerte, más rápido. Se inclinó hacia adelante, pegando su pecho a la espalda de Naruto una vez más, empujando cada vez más profundo.- Eres delicioso… enano- besaba la piel de la nuca, lamiendo para después empezar mordisquearle el hombro, subiendo hasta el lóbulo y también lamerlo y soplarlo a medida que aumentaba la velocidad de sus arremetidas.

-N-Naruto…- jadeó el blondo, luchando contra la vergüenza.

-¿Qué?

-Dime… Naruto- pidió, sosteniendo un gemido en la garganta.

Sasuke le sostuvo el cuello con una mano, acariciándolo, y luego susurró por lo bajo- …Naruto.

-¡Ahh… ah!- golpe directo. Ahora el áureo jadeaba por todo lo alto, sintiéndose lleno de placer.

Le habían dicho que el sexo en la primera vez dolía. Y joder, que cierto era. Pero después del dolor inicial, se sentía tan malditamente bien que sólo podía pensar en que le dieran más fuerte.

-¡¡Arghh…!!- Sasuke le había dado un golpe en su próstata con la punta de su pene, llevándolo a una corrida inesperada.

El moreno rió con sadismo y volvió a dar en ese esponjoso punto húmedo una y dos veces. Cuerda a cuerda, Naruto se siguió corriendo sobre las sábanas mientras Sasuke seguía golpeando en su zona dulce. El rubio sintió que todos sus músculos se desvanecían como gelatina y casi cae lapso. Casi. Desgraciadamente para él, Sasuke tenía otros planes.

Cansado de aquella posición, deslizó sus manos por debajo del torso de Naruto y lo levantó hasta dejarlo sentado sobre su regazo, dándole la espalda. Con una mano lo sostenía desde el pecho, pellizcándole los pezones con saña; con la otra le daba una placentera masturbación hasta dejarlo erguido nuevamente, arrancándole una docena de gemidos.

Naruto ya no podía pensar en nada, quería seguir sintiendo la hombría de Sasuke desgarrando su interior. Usando un poco de la escasa fuerza que le quedaba a sus piernas, decidió auto-penetrarse, dando saltitos contra la ingle del mayor. Llevó un brazo hacia atrás y lo descansó tras la morena cabeza para sostenerse.

Sasuke se limitó a sonreír con malicia- para ser virgen, sabes muy bien cómo moverte.

Esto lo molestó un poco- Cállate y fóllame, jodido demonio- era una orden clara y directa.

Sasuke amplió su sonrisa. Le daba un millón de gracias a su madre y la de Naruto, a la cuál le diría mamá a partir de ese día. Porque Sasuke ya estaba convencido de una cosa, y era que no dejaría ir al rubio – que ya catalogaba como suyo – por nada del mundo. Antes lo había dicho como una excusa, pero ya lo estaba considerando en su cabeza como una promesa autoimpuesta.

Iba a preñarlo, aun si tenía que pasarse todo el maldito fin de semana embistiéndolo.

 

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Uchiha Fugaku era un hombre que prácticamente vivía para su trabajo. Casi no conocía a sus hijos porque se la pasaba viajando por todo el mundo. Pero era necesario, porque quería darles un buen futuro, cumplir todos sus caprichos, dejarles una vida cómoda a sus futuros nietos.

Además, le gustaba su profesión y no le molestaba trabajar durante meses. Aun así, dentro del pecho de Fugaku se instalaba una placentera sensación de calor cada vez que volvía a casa y su amada esposa lo recibía con besos y mimos. O cuando sus hijos le daban un fuerte abrazo de bienvenida. Pero esta vez, Fugaku volvía a casa con una sensación diferente en el pecho, algo así como un mal presentimiento.

Su hijo Itachi lo recogió en el aeropuerto. Había terminado sus estudios en el extranjero y ahora era todo un hombre. Estaba orgulloso de él, pero la expresión seria de Itachi le advertía que no era momento para celebrar su graduación.

Ambos Uchiha se quedaron en silencio durante todo el camino a casa. Fugaku miraba de soslayo a su hijo. Éste sólo conducía con una expresión impasible, tamborileando con los dedos en el volante cada vez que se detenía en un semáforo.

A los pocos minutos ya estaban entrando en su residencia. Salió del coche seguido de su hijo, que además seguía sin decir ni una palabra. Entraron en la casa. Todo parecía estar en orden a pesar del cosquilleo en su pecho que le advertía que algo no seguía igual que siempre. El recibidor se encontraba en su lugar, la enorme tele que compró en China estaba donde la había dejado. Su esposa estaba…

-¿Mikoto?- llamó dubitativo, entrando al comedor al no verla por los alrededores lo cual era extraño. E Itachi seguía tan callado como siempre.

-Hola, cariño- Mikoto lo esperaba sentada en el comedor con una taza de té, pero no estaba sola. A su lado se encontraba su amiga pelirroja. Si no recordaba mal, su nombre era Uzumaki Kushina.- Llegaste antes.

-Si…- respondió escueto el hombre de la casa, haciendo una reverencia de saludo en dirección a Kushina. La mujer le respondió con la misma cortesía.- ¿Dónde está Sasuke?- preguntó, ya que le extrañaba que no hubiera salido a recibirlo, ni acompañado a su hermano al aeropuerto.

Mikoto sonrió- está en la salita de televisión.

Fugaku hizo un gesto de despedida para las mujeres y caminó en dirección a la pequeña sala trasera. Por alguna razón Itachi lo seguía en silencio, casi como si fuese su guardia personal.

Abrió la puerta despacio, notando a su hijo menor en el interior, acomodado sobre el diván verde limón, con un joven rubio a su lado. Sasuke tenía un brazo estirado sobre el respaldo del diván, el chico acurrucado cerca de su pecho. Estaban muy juntitos viendo la tele.

Pero esto no fue lo que sorprendió a Fugaku al punto de sentir un ataque al corazón. Sino que dicho joven de cabellos rubios, acomodado cerca de su hijo, tenía una enorme barriga, que intuía debía ser de embarazo. El pobre hombre se llevó una mano al pecho, respirando agitadamente. Itachi apareció por detrás y lo sostuvo.

Al parecer por eso lo seguía, para ayudarlo en caso de infarto.

-Itachi- llamó por lo bajo, tratando de no alertar a los dos chicos que no se habían percatado de su presencia- ¿qué significa esto?

Itachi levantó una ceja- ¿es tan complicado de entender?

-Mi niño está embarazado- fue Kushina quien terminó respondiéndole, apareciendo detrás de Itachi con una enorme sonrisa- ¿no es lindo? Él es tu yerno, Fugaku-san.

Fugaku sintió que su mundo daba vueltas dentro de su cabeza. La repentina jaqueca se había vuelto insoportable cuando interiorizó la inesperada situación. Sería abuelo, su hijo le daría un nieto… a los diecinueve años. Demasiado shock para el pobre hombre. Se desmalló.

-Ara- Mikoto se burló al verlo en ese estado tan deplorable- ¿le dijeron que son dos?

-No- respondió Itachi, cargando a su padre para llevarlo a su habitación.

-Entonces no se lo digas todavía.

-De acuerdo.- Y se fue hacia las escaleras, subiendo a la planta superior.

Kushina se giró hacia su amiga- Miko-chan, ¿no le dirás a Sasuke que su padre volvió?

Mikoto miró hacia el interior de la salita. Sasuke y Naruto se habían quedado dormidos, por eso no se enteraron de nada. Sacudió la cabeza- ya tendrán tiempo de reunirse, dejémoslo dormir.

La pelirroja asintió, soltando una risita perversa- al final nuestro plan resultó.

Mikoto miró hacia las escaleras, por donde se había perdido Itachi- aún queda Itachi. Él no quiere darme nietos como Sasuke.

Kushina infló el pecho con orgullo- déjamelo a mí. Mi marido tiene un sobrino de la edad de Itachi, y es tan lindo como mi Naru-chan.

-¿Entonces que estás esperando, amiga? Llámalo.

La Uzumaki sacó su móvil, sin dejar de sonreír como villana- creo que Itachi-kun también necesita una niñera- masculló mientras la foto de su sobrino Deidara aparecía en los contactos.

 

Fin.

Notas finales:

Nota de Kuroyami Mirai:

Por dios, lo siento!! De verdad, no tengo idea de qué fue lo que pasó con la historia, les juro que yo no he hecho nada T-T La última vez que la vi estaba bien, incluso recibí reviews con algunas impresiones, y estoy segura que la leyeron hasta el final. Por que se cortó de repente? No lo sé, no tengo la menor idea!!!

Lo peor de todo es que no lo pude arreglar antes porque mi computadora se murió junto con mis novelas. Que frustrante!!! Y además, fue justo la que había subido para conmemorar mi aniversario. Será algún mal presagio??? (Escalofríos)

Tal vez fue que alguien entró en mi computadora, se puso a trastear por aquí y por allá, se encontró con la página y metió un dedazo donde no debía. Argh!! Si supiera quién fue lo quemaría con las llamas del Amaterasu, lo hundiría en el Tsukiyomi infinito y después lo aplastaría con el Susanô! Grrr…

Sip, soy una persona demasiado vengativa ¬¬

De nuevo les pido disculpas, un millón de disculpas. En serio que no tengo idea de por qué pasó eso. En fin, la historia ya está arreglada, reeditada. Para los que ya la leyeron y la querían volver a leer, o los que no han tenido la oportunidad de verla completa.

Perdón por todas las molestias, mina!! Nos leemos pronto, y espero que no me odien después de esto, adiós!!


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