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El príncipe pastelero por aiakafuri

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Notas del fanfic:

Hoy es cumpleaños de Kō-chan
Debo decir que estoy bastante insegura con este fanfic.
Espero les guste.

 Los personajes no me pertencen,  

En la actualidad, aún seguían reinando los reyes y reinas (o reyes donceles). Los reinos que gobernaban Japón: Kaijo, Tōō, Shūtoku, Seirin y, el más poderoso de los reinos, Rakuzan.


Cada reino era próspero, tenía sus propios secretos y  problemas….

 

La luna llena se alzaba a todo su esplendor en el Reino de Seirin.

En una de las calles se podía observar una figura alejarse del castillo.  La figura encapuchada se perdió al entrar al bosque.

 

—No me encontrarán. Jamás me casaré con ese bastardo.

 

———————————

 

 

—¿Dónde está?— demandó saber por décima vez, en menos de 5 minutos.

 

—No aparece, majestad.

 

—Encuéntrenlo. El príncipe llegará en tres días. Tiene que estar aquí ¿Cómo pudo Hiroshi hacernos esto?

 

—Tranquilo, cariño— el rey doncel, Hyūga Junpei, se aproximó a su esposo tratando de calmarlo.

 

—¿Cómo quieres que me calme sí mi hijo menor no me obedece y huye?

 

—Cariño… ninguno de los niños te obedece. Taiga y Tetsuya son iguales que sus madres, independientes y desobedientes.

 

—Lo sé… pero ellos cumplieron su deber como príncipes del reino y se casaron.

 

—Sí. Pero ellos estaban enamorados de sus esposos.

 

Él era el tercer esposo del Rey de Seirin. El rey tenía dos hijos mayores: el varón que heredaría el reino: Kagami Taiga, y el primer príncipe doncel: Kuroko Tetsuya. Ambos, por decisión de sus madres, quedaron con sus apellidos y no por el del rey. Taiga se había casado con el príncipe doncel Aomine Daiki del Reino de Tōō.  Mientras que Tetsuya se había casado con el príncipe, heredero al trono de Kaijo: Kise Ryōta.  Ambos se casaron enamorados.

 

— No hay ningún otro príncipe heredero en los reinos. Él es el único que queda.

 

—Sí, pero no se aman. Hiroshi lo odia y creo que el sentimiento es mutuo.

 

—Sí tan sólo…

 

—No lo digas— soltó a su esposo y se alejó.

 

—Lo siento…

 

—Encuentren a mi hijo. Tiene que estar huyendo a algún otro reino. Búsquenlo de manera discreta, y eviten que el Rey y príncipe de Rakuzan se enteren— demandó el rey doncel y se retiró a sus aposentos.

 

 

———————— Un día  después ————————

 

 

—Aun no, majestad.

 

—¿Qué vamos hacer? Es una falta de respeto para el reino de Rakuzan— el rey de Seirin, Kiyoshi Teppei, caminaba de un lado al otro cerca de los tronos del reino, y miraba ocasionalmente el de su hijo menor.

 

—No sé. Estoy preocupado por él ¿Y, sí, le sucedió algo?

 

—Dios…

 

Todos los habitantes del castillo buscaban desesperados al príncipe por todos los reinos, incluso ofrecieron una pequeña recompensa.

 

—Majestad. Me permite sugerir algo…

 

—Habla, Aida — La castaña vestía una falda y saco negro,  y una camisa blanca. El saco tenía bordado el emblema del reino de Seirin.

 

—Antes ya se los había mencionado. Un plebeyo se parece al príncipe… tal vez nos dejaría ganar tiempo para encontrarlo.

 

—¿De qué hablas? ¿Qué estas sugiriendo?— Junpei miró a la castaña.

 

—El joven se parece a nuestro príncipe. Tal vez, sí se le tiñe el cabello pueda pasar por su doble. Sólo unos días. Hasta que encontremos al príncipe.

 

—… ¿Se parece a mi hijo?

 

—Bastante, majestad. De hecho, él ha tenido muchos problemas por parecerse al príncipe. Es el joven que han secuestro varias veces pero al percatarse del color de su cabello y que no tiene la marca real, lo dejan libre.

 

—Izuki ya lo había mencionado— comentó Kiyoshi recordando vagamente el informe.

 

—Yo he tenido la oportunidad de verlo en algunas ocasiones y se parece bastante. Sólo habrá que educarlo rápidamente. Tendríamos un día completo.

 

Ambos se miraron —Ve por él. En manos de ese joven estará nuestro destino. Tenemos una semana antes de la boda, encuentren a mi hijo.

 

—Sí,  majestad.

 

———

 

—No puedo creer que sugirieras eso.

 

—Se parecen. Nos dará tiempo para encontrar a nuestro príncipe. Créeme, el  rey lo recompensará muy bien. He visto a su familia, le hará falta el dinero que el Rey le pague.

 

—Entendido. Vamos.

 

Abordaron uno de los autos  y se dirigieron a una de las zonas medias del reino (en esa zona vivían las personas con una economía media). Llegaron al lugar en la que una vez habían dejado aquel joven después de haber sido rescatado de los secuestradores que pretendían secuestrar al príncipe Hiroshi. Descendieron del auto y se dirigieron a tocar la puerta.

 

La casa era modesta y algo descuidada, con todos los hijos que tenía la familia era normal que no le prestarán atención.

 

—Diga… ¿En qué puedo ayudarles a la Guardia del Rey? — la mujer castaña saludo amablemente a ambos.

 

—Venimos con una orden del Rey. ¿Están todos sus hijos?

 

—¿Qué hicieron? Pasen.

 

Aida e Izuki entraron a la casa. Niños iban y venían, al llegar a la sala encontraron a quién buscaban.

 

—Queremos hablar a solas con su esposo, usted y él...— señaló al joven en cuestión.

 

—¿Yo?— el joven colocó a su hermano menor en el suelo.

 

—Sí.

 

—Konoge, lleva a los niños a sus habitaciones. Ya cuando habían vaciado la sala, el señor habló —¿Qué se le ofrece?

 

— El Reino de Seirin depende de su cooperación y la de su hijo. ¿Cuál es tu nombre?

 

—Kairi.

 

—¿Nuestra cooperación?— Hana cuestionó.

 

—Sí. El rey le ofrece un pago a cambio de que nos preste a su hijo Kairi por 9 días.

 

—¿Prestarle?— preguntaron los tres Kaname.

 

—Para nadie es un secreto que su hijo, por azares del destino, se parece a nuestro príncipe Hiroshi.

 

—No me lo recuerde—murmuró el castaño. Toda su vida había sido perseguido por los maleantes que pretenden secuestrar al príncipe. Además de que todos le apodaban el príncipe pastelero. No eran más que tonterías, jamás había visto al príncipe  y de seguro ni se parecían.

 

—Sentimos todo lo que ha pasado.

 

—Gracias por cubrir los gastos pasados.

 

—De nada. Lo bueno que hasta ahora no han hecho más cosas…

 

—Sí, lo mismo digo— respondió el castaño con un escalofrío. Cada vez que lo secuestraban e intentaban violarlo,  descubrían que no tenía la marca real, lo golpeaban y dejaban tirado a las afueras del reino.

 

—¿Qué dicen? ¿Aceptan?

 

—…

 

Aida e Izuki los vieron discutir. Miraban por alrededor de la sala y algunas fotografías del castaño les recordaban al príncipe… A excepción de que el príncipe rara vez sonreía.

 

—Acepto. El dinero le servirá a la educación de mis hermanos— Su padre y él tenían un buen trabajo, él era repostero,  pero sus sueldos apenas y servían para cubrir los gastos de cada mes.

 

—Trato hecho. Esto sólo es un adelanto — depósito el cheque que el rey le había dado en las manos de Kaname —Solo coloquen su nombre y listo. En una semana su hijo estará de vuelta, y no se preocupen. No le pasara nada, estará en el castillo. El último pago se le entregará a Kairi y él lo traerá a casa.

 

—¿Qué tengo que llevar?

 

—Mientras estés en el castillo todo se te proporcionará.

 

Asintió nervioso —¿Qué haré?

 

—Algo que solo tú puedes hacer: Hacerse pasar por nuestro príncipe.

 

Un escalofrío recorrió su columna y comenzó a temblar. No había marcha atrás. Ya había accedido. Se despidió de su familia y abordo el auto.

 

En el camino, Aida le explicó todo lo que había pasado. No podía creer que alguien que lo tenía todo huyera… pero era comprensible. Ahora hasta sus 21 años jamás había conocido el amor. Gran parte se debía a que muchos lo confundían con el príncipe y sólo por ello se le acercaban.

 

—————En el castillo —————

 

Los reyes de Seirin esperaban ansiosos la llegada de Aida. Ésta les habían enviado un mensaje informándoles que el joven había accedido.

 

—Majestad. Lo hemos traído— estaban en el despacho.

 

—Háganlo pasar.

 

—Entra. No tengas miedo.

 

Por los nervios que tenía, al entrar, tropezó y terminó en el suelo, a los pies de los Reyes. Estaba muy avergonzado.

 

—¿Estas bien? — Junpei ayudó al joven ponerse de pié. Cuando sus miradas se encontraron lo soltó y retrocedió — Dios…

 

—Vaya…

 

—Majestades— hizo la reverencia que le dijo Aida.

 

El rey, Kiyoshi Teppei, escaneo al joven. —Realmente te pareces a nuestro Hiroshi. ¿Cómo te llamas?

 

—Kaname Kairi.

 

—Hmmm… ¿Aida te explico por qué estás aquí?

 

—Sí. Hacerme pasar por el príncipe durante esta semana.

 

—Magnifico. Aida. Comienza los preparativos.

 

—Sí, majestad. Con su permiso.

 

Ambos se marcharon y el rey Teppei miró a su esposo —Se parece tanto…

 

—Lo sé...— susurró limpiándose las lágrimas —Tal vez así sería.

 

—Nunca lo sabremos. Nuestro K…

 

—No digas más. Por favor. No más.

 

—Lo siento.

 

—————————

 

Siguió a la castaña. En el trayecto las personas se le quedaban viendo, a algunos los reconoció.

 

—Por esta semana. Esta será tú habitación. Si te llevamos a la del príncipe se volverá loco cuando regrese.

 

—Es muy hermosa— murmuró maravillado con la decoración.

 

—Sí. Ahora. Izuki.

 

—Aquí— ambos entraron a la recámara y vieron al pelo negro con otras personas —Siéntese. Comenzaremos con el cabello.

 

—¿Mi cabello?— retrocedió agarrándose su coleta. Siempre le había gustado su cabello largo.

 

—No te preocupes. El príncipe lo tiene igual de largo. Sólo es el color…

 

—Sí, el último día te apicare el removedor y quedará tú mismo tono— aseguró Izuki

 

—Confía en él— aida lo animo.

 

Asintió y camino hacia el pelinegro. Se sentó donde le indicó. Una joven se aproximó y tomó una de sus manos y comenzó hacerle manicura.

 

——— Dos horas después ———

 

—No puedo creerlo— dijo Aida sorprendida. Era como tener al príncipe Hiroshi frente a ellos.

 

—Toma. Estos tendrás que ponértelos tú.

 

Tomó la caja  de los lentes de contacto y siguió las instrucciones de Izuki.

 

—Perfecto. Vamos. Es hora de la cena y la lección de etiqueta.

 

Llegaron al salón principal, al abrirse las puertas mostró a toda la familia real.

 

—Hiroshi. Desgraciado como osas llegar tarde — un pelirrojo alto y de extrañas cejas le gritó.

 

—Ve su majestad. No hay diferencia. Incluso el príncipe Taiga  lo confundió.

 

—B-bu-buenas noches.

 

—No estés nervioso, Kairi-kun. Tienes un día entero para aprender.

 

—¿Kairi? ¿Qué significa esto?— Taiga miraba entré su padre y su hermano.

 

—Hiroshi huyó.

 

—¿Qué, cómo que huyó? ¿Quién es él? — Tetsuya cuestionó señalando a 'Hiroshi'.

 

—En cuanto se enteró del matrimonio, huyó. Él es Kaname Kairi. Es muy parecido a su hermano y nos ayuda a ganar tiempo en lo que encontramos a su hermano. Trátenlo bien y explíquenle cómo se debe comportar al ser príncipe. Sus lecciones de etiqueta comenzarán ahora

 

—Sí, padre.

 

—¿Y por qué te pareces tanto a mi hermano?

 

—No sabría decirle, príncipe. Pero mi cabello es castaño y ojos color chocolate.

 

—¿Qué edad tienes? ¿Cuándo es tú cumpleaños?

 

—Tengo 21. Mi cum…

 

—Majestad. Su hijo ha sido visto a las afueras del reino Yosen. Ya enviamos a buscarlo.

 

—Bien. Continúen con la cena. Aida te encargo que lo instruyas.

 

—Sí, su majestad.

 

—————

 

El príncipe Taiga y Tetsuya, junto con sus esposos habían sido muy amables. Le habían enseñado y platicado como era el príncipe Hiroshi.  Y todos concordaron en algo: que no temblar por qué, según el príncipe Daiki, parecía un chihuahua, y  no sonreír mucho.

 

—Descansa. Mañana te explicaremos el castillo y como bailar. Dicen que el príncipe de Rakuzan amaba bailar y bueno… tendrás que hacerlo.

 

—Entendido.

 

—Ya programé la alarma. Te levantas a bañar y usas el primer traje que ya está en el baño. Cuidado con la pintura negra, usa el secador.

 

—Esta bien.

 

Una vez que la castaña se marchó, fue al baño y ducho. Luego se durmió

 

——— Dos horas después ———

 

Abrió la puerta y entro a la habitación. Kairi yacía en la cama. —Te pareces tanto…

 

— Majestad...— había escuchado abrirse la puerta y los pasos, escucho la voz y abrió los ojos.

 

—No te sientes tan cómodo. Se te está  pagando para hacer esto. No  familiarice con mi familia, sólo es un intruso.

 

—Lo comprendo— no entendía por qué pero le dolió la manera en la que el rey Hyūga le estaba hablando y mirando.

 

—Qué bueno que entiendas tú lugar. No eres nadie para mí familia. Sólo eres un plebeyo del reino. Disfruta esto mientras puedas.

 

Observó salir al rey y se soltó a llorar. ¿Por qué lo trataba así? No le iba a quitar a su familia o algo por el estilo. Estaba allí para ayudarlos.

 

—————

 

A la mañana siguiente, Kairi ya estaba bañado y vestido cuando Aida fue por él para darle el recorrido por el castillo. Al recorrido se unió el príncipe Tetsuya y el príncipe Daiki. Pues su esposos estaban con el rey Teppei.

 

—Kairi ¿qué tienes? — cuestionó el príncipe Tetsuya al notar los bordos rojos en los ojos.

 

—Nada, príncipe Kuroko.

 

—No me llames así. Además si te estás haciendo pasar por Hiroshi llámame igual que él, Tetsu-nii.

 

—No podría.

 

—Tienes que hacerlo. El príncipe de Rakuzan es mi amigo y sabe que Hiroshi me llama así.

 

—Está bien… Tetsu-nii— dijo nervioso y avergonzado.

 

—Eres tan adorable, Kairi. ¿Por qué Hiroshi no es como tú?— dijo Tetsuya abrazándolo.

 

—¿Qué están haciendo?— gruñó el rey Hyūga —¿Qué piensan para mostrarle lo demás?

 

Kairi bajo la mirada y se alejó de los príncipes.

 

—En eso estamos, majestad. Príncipe Tetsuya le está explicado como es el príncipe Hiroshi.

 

—Prosigan…

 

Hicieron una reverencia y se alejaron. Ninguno se dio cuenta de la mirada del Rey Hyūga a Kaname Kairi, éste último bajo un más la cabeza.

 

——————————

 

Todas lecciones fueron terminadas a tiempo. Era la cena y repasaban una última vez.

 

—Eso está bien. Mientras no hables mucho con el príncipe estarás bien. Mi hijo y él no tienen una buena amistad y casi no hablan— explicó el rey Teppei mientras cenaban.

 

Asintió nervioso y siguió comiendo como le habían dicho.

 

—¡Sujeta bien esa copa! La vas a romper— Hyūga  Junpei reprendió a Kairi.

 

—Lo-Lo siento— bajo la copa y alejó la mano temblorosa.

 

—No te preocupes. Se pueden comprar más— el rey Teppei le sonrió.

 

—Sigan sin mí— un molestó Junpei abandonó la cena.

 

—No te preocupes. Mi esposo tiene los nervios alterados. Estará tranquilo hasta que mi hijo aparezca.

 

Asintió y siguió comiendo. Los príncipes y Aida le corregían algunas cosas.

 

 

 

———————— La llegada del príncipe Rakuzan ——————————

 

 

Despertó temprano. Desayuno con todos y luego fue a bañarse. Cuando salió Aida e Izuki lo esperaban con la ropa: un pantalón negro ajustado, una camisa blanca, un saco sin mangas en color negro y pequeño ramo de rosas rojas.

 

—Sin duda eres muy parecido a él. Trata de no sonreír. Y recuerda: una reverencia así— hizo ella la reverencia — para saludar al príncipe.

 

—Entendido.

 

—Vamos. El príncipe y su guardia no tardan en llegar.

 

 

Fueron al gran salón y vieron a toda la corte y algunas familias importantes del reino. Muchos le sonreían y hacia reverencia, él siguió el protocolo que Aida le había platicado y llego hasta los reyes.

 

—Al menos puedes hacer algo bien— dijo Junpei en un tono mordaz —Siéntate al lado del príncipe Ryōta.

 

—Discúlpalo.  Está nervioso— dijo Tetsuya animando al castaño —El rey no es así.

 

Sólo asintió y espero a que llegara el príncipe.

 

Las puertas se abrieron y anunciaron a los recién llegados:  —El príncipe heredero: Akashi Seijūrō del reino de Rakuzan, y su guardia real.

 

Un joven pelirrojo, tez blanca y preciosos ojos rojos entró al salón. Vestía un conjunto blanco y una capa roja, y sobre su cabeza un presiona corona.

 

Kaname Kairi jamás había visto un joven tan guapo. Su corazón latió rápidamente y sabía que sus mejillas deberían estar sonrojadas. Trabajo para ocultar su rubor.

 

—Bienvenido al reino de Seirin. Príncipe Seijūrō.

 

—Gracias por recibimiento. Me ha encantado el lugar — una blanca sonrisa se reflejó en sus labios.

 

El rey llamó la atención de los invitados y presento al príncipe. Quién se había sentado junto al príncipe heredero y su esposo.

 

—En una semana se llevará a cabo la boda del príncipe Akashi con mi hijo menor, el príncipe Hiroshi. Ahora ambos abrirán la pista de baile.

 

Al castaño le temblaron las manos.

 

—Espera a qué el venga por ti— susurró Tetsuya al ver que se iba a levantar.

 

Se sintió absorbido por esas gemas rojas. Tomó la mano blanca y  se dejó guiar tal y como Izuki le había dicho.   Y, el baile inicio.

 

—¿Por qué tan dócil, Hiroshi? Accediste muy rápido a bailar conmigo— cuestionó mirando a los ojos negros…

 

—Prometí comportarme.

 

Frunció el ceño—Tú voz suena hasta más amable.

 

No soporto mirar esos ojos rojos y desvío la mirada. No volvió a responder. La pieza terminó y le tocó bailar con el rey. Ni es sus locos más sueños se imaginó estar tan cerca de la realeza.

 

—Gracias por esto. Siempre estaremos en deuda contigo

 

—Pero ustedes…

 

—Lo sé. Aida me habló de tú familia y por eso el cheque.

 

—Gracias, majestad.

 

—¿Cuántos hermanos tienes?

 

—8. 3 hermanas y 5 hermanos varones.

 

—Así que eres el único doncel.

 

—Sí. Madre dice que creían que era varón.

 

—Sin duda una sorpresa.

 

—Sí.

 

—¿A qué te dedicas?

 

—Trabajo en la pastelería de la calle principal. Siempre me ha gustado cocinar y más si son postres. Especialmente galletas.

 

—¿En serio? Qué dices de cocinar unas y dejarnos probarlas.

 

—Por supuesto. ¿Qué le parece  mañana por la tarde?

 

—Perfecto. Ah… Aida me dijo que te gusta leer. Pídele que te lleve a la biblioteca y lee lo que quieras.

 

—Gracias, majestad.

 

Los demás veían asombrados que el pelo negro estuviese sonriendo. En especial el dueño de un par de ojos rojos.

 

—Interesante…

 

—También lo notaste, Sei-chan. No parece el mismo engreído de siempre.

 

—Sí. Gracias por esta pieza, Reo. Pero por qué no vas y bailas con Kōtaro, algunas lo tienen en la mira.

 

—Esas zorras.

 

———

 

Cuando vio a todos distraídos, se ocultó en un palco que daba al jardín. Ya habían pasado varias horas y no había vuelto a estar junto al príncipe Akashi, y era lo mejor. Por alguna razón lo hacía sentir cosas que otro varón nunca le había ocasionado.

 

— Así que aquí estabas— unos brazos habían envuelto su cintura. Se estremeció al escucharlo en su oído.

 

—¿Qué hace?— intento liberarse.

 

— ¿Por qué te resistes? Siempre has sido muy cariñoso.

 

¿Era verdad? ¿Entonces por qué nadie se lo había dicho? De seguro no sabían que ambos eran muy íntimos.

 

—Pi-pienso que no deberíamos hacer esto… no antes de la boda— su corazón latía rápidamente.

 

— ¿Siempre que estás nervioso tartamudea? Quizás… un beso.

 

Negó rápidamente y trato de alejarse, pero sólo provocó quedar frente al pelirrojo. Sintió su corazón salir por su boca cuando la mano blanca del príncipe acarició su cuello y luego su nuca. Su mente quedó en blanco cuando fue besado… su primer beso. Sin querer cerró los ojos y respondió torpemente al besó.

 

—Hiroshi.

 

Abrió rápido los ojos y se alejó. Sus ojos se humedecieron de lágrimas no derramadas —Esto no volverá a pasar.

 

—Lo sé. Ya lo dijiste. Hasta que pase la boda.

 

Asintió y se marchó de prisa. Al alejarse comenzó a correr hasta que llegó al gran árbol de Sakura.

 

Esto no debió pasar.

No debí dejarme besar.

 

Es el prometido de nuestro príncipe. Alguien quién jamás estaría a mi alcance.

 

Grandes lágrimas surcaban sus mejillas. Un príncipe era el dueño de su primer beso.

 

—Te vi correr, Kairi. ¿Por qué lloras?

 

—Majestad— rápido se limpió las lágrimas.

 

—¿Por qué lloras?

 

—Me entró una basura en el ojo…

 

—Así que no quieres hablar…

 

—Lo siento.

 

—No te preocupes. Además, quería  hablar contigo de mi esposo. Discúlpalo. Junpei cuando te miró no lo tomo muy bien… Sólo la familia real lo sabe. Hiroshi tenía un gemelo mayor… pero falleció, no aguanto el parto. Supongo que verte, muy parecido a nuestro Hiroshi, le trajo los recuerdos dolorosos. Yo al verte, me hago miles de preguntas.

 

—Lo siento.

 

—Se paciente con él.

 

—Sí— la cálida mano del rey le revolvió el cabello

 

 

Lejos de allí el rey doncel miraba enojado a su esposo tocando al intruso. Todos se estaban encariñando con él, incluso su esposo y eso no lo permitiría.  Te acabaré. Te haré la vida imposible, Kaname Kairi. Desearas jamás haber venido a este castillo.

 

 

——————————————     

 

Los siguientes días para Kairi fueron un infierno. El rey Hyūga se encargaba de hacerle quedar mal frente a todos, incluso frente al príncipe Akashi.

 

Era jueves, Kairi había decidido hacer las galletas que le había prometido al rey Kiyoshi. 

 

—Huele delicioso— Seijūrō llegó a la sala donde estaban los demás reunidos.

 

—Fui a la cocina y vi a tú prometido preparando galletas. Él sabe cocinar— dijo reo entrando a la sala.

 

—Lo dudo. Hiroshi apenas y sabe cocinar— dijo Junpei. Todos asintieron pues era verdad.

 

—Yo lo mande a ayudar al chef cómo castigo— intervino rápidamente Teppei —Eso fue lo que vio, Mibuchi-san.

 

—…

 

—Pues esperemos a que esas galletas estén deliciosas— comentó Tetsuya con una pequeña sonrisa.

 

Los minutos avanzaron  y 'Hiroshi’ con varias maid llegaron a la sala con galletas y té.

 

—Son deliciosas.

 

—Saben idénticas a la da la pastelería de la avenida 3— farfulló Taiga con la boca llena.

 

Todos daban su aprobarción con las galletas a excepción una persona.

 

—¡Esto está horrible! Qué cosa más espantosa.

 

—Junpei…

 

—Con permiso.

 

Todos vieron a Hiroshi retirarse mientras miraba el piso como si fuese lo más fantástico del mundo.

 

—Papá— dijeron Taiga y Tetsuya en un tono de  reproche.

 

— ¿Qué? Es la verdad.

 

Seijūrō se levantó y salió de la sala. Busco al castaño por varios lugares hasta que lo encontró sentado en las raíces del Sakura.

 

—Estaban deliciosas. Reo me dijo que tú las hiciste, pero ellos lo negaron.

 

—No sé cocinar— limpió sus lágrimas.

 

—¿Por qué tú padre te trata así? No sabía que el rey consorte era así.

 

—Está enojado. No tome muy bien la boda y se enojó conmigo.

 

—Ya veo. De hecho parece que no eres feliz aquí ¿No te gustaría visitar el reino?

 

—Extraño muchas cosas… una de ellas  es el bosque.

 

—¿El bosque?

 

—Al sur se encuentra una cascada muy hermosa. Me gusta ese lugar.

 

—Vamos.

 

—No creo que sea conveniente. Se podría en peligro, además no nos dejarían salir.

 

—Escapemos. No se darán cuenta.

 

—Pero…

 

—Quiero verlo. Cómo príncipe del reino más poderoso te ordenó que me lleves.

 

—Está bien...— miro la hora del reloj del castillo —En una hora en la puerta del sur. Vista algo sumamente sencillo y que no resalte.

 

Las ropas con que llegó al castillo fueron las que vistió. Se desvió a donde estaban los guardias y tomó dos capas negras del reino y se dirigió a la puerta del sur. Cuando llegó, el príncipe ya estaba allí.  —Ha llegado antes.

 

—Apenas logré deshacerme de Reo.

 

—Es un buen doncel.

 

—Sí

 

—Colóquese esto. Y no deje que la capa resbale— el príncipe aun así se veía increíble con ese pantalón negro y camisa gris oscura.

 

Una vez cubiertos, salieron del castillo por la puerta de servicio y se perdieron entre las calles.  El pelirrojo observaba el reino por donde quiera que  pasaban hasta que llegaron a la orilla del bosque.

 

—Es peligroso. No se suelte— sujetó una de las manos del príncipe y se adentraron al bosque.

 

—¿Falta mucho? — llevaban cerca de media hora caminando.

 

—Poco. Espero que estemos frente a la cascada y no en la cima.

 

Siguieron caminando y al fin reconoció el lugar, se soltó al pelirrojo y volteó —Ya llegamwaaaaaa.

 

—Hiroshi— gritó al ver que el pelinegro se había caído en el barranco.

 

Cayó directo al agua, pateo para salir a la superficie y escupió el agua.

 

—¿Estas bien?

 

—Sí. No se preocupe. Olvidé que era un espacio vacío tras el matorral. Por la izquierda está la bajada— respondió mientras miraba que el príncipe estaba en la cima de la cascada.  Nado hacia la orilla y salió justo cuando el príncipe llegó a su lado.

 

—Será mejor que te desnudes. Sí te resfrías no habrá boda.

 

—...— sintió un nudo en la garganta. La boda… algo en lo que él no iba a estar presente —Está bien.. — se desprendió la capa y la tendió en el césped que está seco —Será mejor que se volteé… No me gusta que me vean desnudó.

 

—Está bien—  sonrió y se giró —Aunque eso no importará pronto.

 

—Bien...— se giró cuando el príncipe volteó a otro lado, y comenzó a desvestirse. Se deshizo de la playera y luego del pantalón, pero como su ropa estaba pegada a su cuerpo, también se había llevado la ropa interior, un bóxer negro y muy ajustado, el cuál rápidamente subió para no quedar desnudo. Tendió la ropa junto a la capa y luego se dirigió al agua  —Listo…

 

—Tienes un trasero muy lindo.

 

—¿Me estaba espiando?

 

—Por supuesto.

 

Se sonrojó y luego desvío la miraba al notar que el pelirrojo se estaba desprendiendo la ropa. No podía creer que el príncipe haya visto su cuerpo, eso le podría ocasionar problemas al príncipe Hiroshi ya que él tenía una marca de una cicatriz cuando se había caído de las escaleras.  Sin duda tendría que decirle al rey Teppei de lo que había pasado. Tal vez hasta lo asesinaba. Negó y nado hacia la cascada.

 

Era una pequeña cascada de unos 8 metros de alto. No había río ni nada. Su padre le había dicho que tal vez algún ducto del río pasaba por debajo de ella y de allí obtenía el agua.

 

Sintió unas manos recorrer su desnuda cintura —¿Qué hace? No me toque.

 

—Quiero comenzar con los previos para el sábado— mordió la oreja.

 

—agh...N-No diga tonterías. Mantenga sus manos alejadas— se zafó del agarre y rápido nado para salir del agua.

 

—Vamos. Ya nos vamos a casar.

 

—Pues espere hasta entonces. —Se sentó en el césped  y miró al pelirrojo nadar.

 

———

 

—Este lugar es hermoso.

 

—Sí.

 

El crepúsculo ya estaba en proceso y alumbraba la cascada en colores rosas y naranjas.

 

—Salga del agua y vístase. Tenemos que regresar al castillo, ya tenemos dos horas fuera.

 

—Voy.

 

Comenzaron a vestirse y luego regresaron al castillo.

 

 

 

 

—¿Dónde estaban?— fue lo primero que pregunto el rey Hyūga al verlos en las fachas que estaban.

 

—Hiroshi me mostró el reino. Espero eso no lo moleste. Yo se lo he pedido.

 

—Claro que no. ¿Qué le pareció?

 

—Fantástico. Ya tenía tiempo sin visitarlo.

 

—Me alegro. Vaya a cambiarse. La cena comenzará en una hora. Hiroshi te quedas.

 

Una vez que el príncipe se marchó Hyūga tomó del brazo a Kairi y tironeo de él hasta el despacho donde estaba el rey Teppei con el  príncipe Taiga —Fue a revolcarse con el príncipe Akashi.

 

—Es mentira. Nunca haría algo así.

 

—¿Entonces donde estaban?

 

—Ya le dijimos. Dimos una vuelta por el reino.

 

—¿Y por eso ambos vienen mojados?

 

—Fuimos a la cascada. Yo me caí y  termine mojado, y el príncipe entró al agua. No pasó nada entre nosotros. Se los juró por mi familia.

 

—Yo le creó. Ya deja de molestarlo, Junpei. Kairi ve a cambiarte y baja a cenar.

 

—Sí, majestad — No entendía por qué el rey Hyūga lo odiaba tanto.

 

 

—————————————

 

Un nuevo día llegó, día en que deseaba  marcharse de ese lugar y  alejarse lo más posible del rey Junpei.

 

 Kairi ya había dado la vuelta con el príncipe por el castillo y se dirigían al almuerzo, se sentía muy incómodo mientras su ropa se pegaba a su cuerpo.

 

Estaban en medio del almuerzo cuando la puerta fue abierta sin aviso —Majestad. Ya está aquí. Él ya está aquí.

 

Junpei se levantó —¿En serio?

 

—Sí. Está en el despacho.

 

—Hiroshi. Ven con nosotros— acotó Teppei.

 

Kairi supo quién había llegado. Era hora de ir a casa. Se levantó y dio una reverencia —Gracias por todo.

 

—Ven cuando quieras— susurró Tetsuya apretándole la mano.

 

—Trae galletas— Taiga sonrió revolviéndole el cabello.

 

—Nos vemos más tarde— sonrió con nostalgia. Miró una última vez al príncipe de Rakuzan y luego abandonó el salón.

 

—¿Por qué se ve Hiroshi tan triste?

 

—Padre lo ha reprendido mucho últimamente. Regresará a la normalidad hoy o tal vez mañana— dijo Taiga nervioso y froto su nuca.

 

—…

 

—————

 

Llegó al despacho y tocó la puerta.

 

—Adelante.

 

—Con permiso.

 

Entro al despacho y encontró al Rey Hyūga abrazando y llorandole a un pelinegro.

 

—No te vuelvas a ir, Hiroshi.

 

—No, papá.

 

—Qué bueno que llegaste Kairi— teppei le sonrió al castaño.

 

Hiroshi giró y se vio a el mismo —¿Quién eres?

 

—Es un mendigo que se hizo pasar por ti estos días.

 

—Junpei— reprendió Teppei —Es Kaname Kairi. Se hizo pasar estos días por ti. Hoy será el último.

 

—Ya que se parece tanto a mí— rodeo a su copia —¿Por qué no se casa él con Akashi?

 

—Un muerto de hambre casado con un príncipe.

 

—Papá— farfulló incrédulo por lo que acaba de decir su padre doncel. Jamás había escuchado hablar así.

 

—Toma, gracias por todo. Espero les sirva para la educación de tus hermanos— le entregó el cheque.

 

—Gracias, majestad— hizo una reverencia tras tomar el cheque.

 

—Aida e Izuki te esperan en tú habitación. Te regresaron tus cosas y llevarán a casa.

 

—Gracias, majestad.

 

Estaba por retirarse cuando Hyūga Junpei lo sujetó del brazo de forma brusca —Jamás te vuelvas a para aquí. Y mantente alejado de mis hijos y el príncipe Akashi. No eres nada para esta familia. Lo tienes muy bien advertido.

 

—¡Junpei! /Papá— exclamaron sorprendidos.

 

—No sé por qué me odia. Sólo hice lo que me pidieron. Y no se preocupe, sólo soy un plebeyo más del reino y sé mi lugar.

 

—Eso espero— lo soltó y dejó que se marchara.

 

Salió rápido del despacho y lloró. No entendía por qué lo trataba así. Nunca le había hecho nada. Corrió a la habitación que le habían asignado y los brazos de Aida lo recibieron.

 

—¿Qué ha sucedido?

 

—Nada… Nada. Vengo a cambiarme.

 

—Vamos. Te removeré ese tinte negro—  Izuki le sonrió amablemente.

 

—Gracias por todo. Los voy a extrañar — abrazó a ambos.

 

—Y nosotros a ti — aseguraron —Ahora siéntate— agregó Izuki mientras traía el removedor de cabello.

 

 

———— Dos horas después ———

 

 

Aida, Izuki y Kairi bajaban las escaleras rumbo a la salida, pero en la sala se encontraron a los príncipes: Taiga, Tetsuya, sus esposos y el príncipe Hiroshi.

 

—Vaya eres muy lindo— dijo Taiga observando a Kairi.

 

—Gracias por todo, Kairi-kun. Y disculpa a mi padre. Nunca ha sido así — Hiroshi de verdad se veía apenado.

 

—No se preocupe, príncipe— hizo un reverencia.

 

—Eres bienvenido cuando quieras.  Te voy a extrañar — Tetsuya se abrazó al castaño dejando a todos sorprendidos.

 

—Yo también. Gracias por todo — Le hubiese gustado decirle que los visitaría pero ya tenía la entrada prohibida por el rey consorte… Se despidió y cuando salían de la sala se encontró frente a frente con el príncipe Akashi.

 

— Vamos, Kaname-san.

 

—Sí— hizo una reverencia y continuó hacia la salida. No pudo evitar sentir un nudo en la garganta cuando sus miradas se encontraron.

 

—Hiroshi. Vamos a dar una vuelta — propuso el pelirrojo después de ver marchar al joven de hermosos ojos color chocolate.

 

—Estoy cansado. Vaya sólo.

 

—… Bien.

 

———————————

 

 

—Animo. No estés triste.

 

—No lo estoy…

 

—Trata de olvidarte del príncipe Akashi— el castaño la miró aterrado.

 

—yo..

 

—Nadie lo sabrá. Te lo prometo.

 

Asintió mientras sollozaba. No podía creer que fue tan obvio. Sólo rezaba por qué nadie más se haya dado cuenta de que se había enamorado del príncipe Seijūrō.

 

——————

 

—Ya llegamos.

 

Sonrió al ver su casa y descendió del auto. Izuki y Aida lo acompañaron. Entraron a la casa pero no había ningún ruido —Es raro que no estén aquí.

 

—Será mejor que lea esto, Kairi— Izuki le entregó la nota que vio en la mesa.

 

“Lo sentimos. Nos hemos marchado antes de las  repercusiones en nuestra contra. No nos busques, Kairi.  Se feliz.
Atte Kaname Matsumoto.”

 

—¿Qué?— dejó caer la nota y corrió a las habitaciones de sus padres. Todo estaba revuelto y faltaban cosas; corrió a las de sus hermanos y también  estaban revuletas.

 

—Kairi— Aida se aproximó y lo levantó del suelo. Lo llevó a la sala y fue a la cocina a preparar un té para calmarlo.

 

—————

 

—¿Por qué llegó antes? Se supone que llegaría mañana— cuestionó Reo al ver el auto del rey Akashi.

 

—¿No sabe por qué?— cuestionó Tetsuya.

 

—No. Pero Sei-chan pareciera que ya sabía.

 

— Después de que se retiraron del almuerzo los reyes y el príncipe Hiroshi, lo escuché hablando con el rey— informo Kōtaro.

 

—Teppei. Junpei— Akashi masaomi, rey de Rakuzan, era un hombre alto, pelinegro y de ojos rojos. Era bastante temible.

 

—Masaomi — sonrió Teppei saludando al pelinegro.

 

—No cambias. Siempre sonriendo.

 

—Por supuesto. ¿A qué se debe que llegarán tan temprano?

 

—Seijūrō me puso al tanto de la situación. Y tuve unos cuantos informes de otros reinos.

 

Se tensaron —¿Situación? ¿Informes?

 

—Claro. Primero vayamos a la sala. No quiero seguir parado. Quiero a todos presentes.

 

—Por supuesto.

 

Todos estaban reunidos en la sala.   El último en llegar fue Seijūrō —Padre.

 

—¿Cómo estás?

 

—He tenido los mejores días de mi vida al lado de 'Hiroshi’.

 

—Magnifico. Entonces…— miró a los reyes de Seirin — ¿Quién es ese joven con quien cubrieron la huida del príncipe Hiroshi?

 

Todos se tensaron.

 

—Cómo…

 

—No me verán la cara de tonto. Recompensa por encontrar al príncipe Hiroshi. Creyeron que nunca me iba a enterar.

 

—Masaomi…

 

—Comienza a explicar, Teppei.

 

—Está bien. Hiroshi escapó al enterarse del matrimonio. Éste joven, Kairi,  es muy parecido a mi hijo y se hizo pasar por Hiroshi para no tener problemas.

 

—¿Creyeron que Seijūrō nunca se enteraría?

 

—Lo siento.

 

—Esto es un insulto.

 

El rey de Rakuzan se miraba enojado —En verdad lo lamento. Creímos que sería lo mejor.

 

—Entiendo, pero ¿quién es ese joven?

 

—Es un plebeyo que hace lo que sea por un poco de dinero.

 

—Junpei/ padre— exclamaron indignados.

 

—Discúlpelo. Por alguna razón a padre no le cae bien Kairi— Tetsuya miro de forma inexpresiva al rey de Rakuzan.

 

—Eso es lo que es.

 

—No es así. Es un buen chico— le defendió Taiga.

 

—¿Quién es? ¿Por qué es idéntico a su hijo?

 

—No es idéntico. Es castaño— Hiroshi bufo molestó.

 

—¿Acaso es un hijo bastardo? — cuestionó Masaomi sin tacto alguno.

 

—Claro que no. Sólo he estado con Junpei para la edad que tiene Kairi.

 

—Entonces sí no es su hijo ¿Por qué tiene la marca real de Seirin?— Seijūrō se habían mantenido en silencio decidió hablar.

 

—¿De qué habla, príncipe Akashi? ¿Cómo que tiene la marca?— Junpei cuestionó confundido.

 

Todos miraban a Seijūrō —¿Qué? Bien… el día que me llevó a la cascada se cayó al agua con todo y ropa... y bueno, me pidió que me girará para no verlo desnudarse.

 

—¿Espiaste a Kairi?— gruñó Taiga molestó. Parecía un tigre a punto de saltarle a la yugular.

 

Sus mejillas se tiñeron de rojo —Sí. Vale. Lo acepto. Lo espíe. Vi que no tenía la marca en el brazo como Hiroshi pero sí en… en uno de sus glúteos.

 

—Imposible— dijeron los reyes.

 

Sacó su teléfono, busco la fotografía y le entregó la imagen al rey Teppei.

 

Miró la fotografía —Sí es… —y luego se la entregó a Junpei.

 

—No. Mi hijo murió. No— Junpei se cubrió la boca al recordar como lo había tratado y lo que había hecho...

 

—Por eso se parece. Es Kōki. Es mi Kōki.

 

—No ¡Kōki está muerto! Yo lo vi. Yo lo enterré. Enterré su cuerpo.

 

Los de Rakuzan no entendieron pero los demás sí.

 

—De que hablan ¿Quién es Kōki? — cuestionó Masaomi al ver a todos afectados.

 

—Es mi hermano gemelo, el mayor, no resistió el parto.

 

—Bueno… eso explica muchas cosas. Ese tal Kairi es Kōki— comento Masaomi mientras se cruzaba de brazos.

 

—Traigan al médico — ordenó Teppei mientras trataba de calmar a Junpei —Únicamente él nos puede explicar.

 

—¿Kairi nuestro hermano?— cuestionó Tetsuya.

 

—Sea o quién sea,  me quiero casar con él.

 

—¿Qué?— gritaron todos.

 

—Seré sincero. No soporto a Hiroshi. Ni él me soporta a mí. Y me enamoré, en una semana, de ese chico. Lo quiero para mi esposo— dijo serio el príncipe de Rakuzan.

 

—…

 

—Señor. El médico no está. Dicen que tiene 8 días que dejo de venir. Nadie lo ha visto en el reino.

 

—Será qué él lo sabía y por eso huyó— comento Daiki sosteniendo la mano de su esposo.

 

—Es Kōki...— murmuró Junpei llorando. Tenía que ser mentira. Una cruel mentira y lo peor, lo había tratado muy mal.

 

—¡Majestad! ¡Majestad!— Izuki corría llamando al rey por el castillo.

 

—¿Qué sucede Izuki? — cuestionó cuando el agotado pelinegro entró. Sus gritos se había escuchado desde la entrada.

 

—Lo han abandonado— inhalo y exhaló varias veces.

 

—¿A quién?

 

—A Kairi. Su familia lo ha abandonado.

 

—¿Qué?— cuestionó Junpei.

 

—Llegamos y no había nadie. Dejaron atrás una nota que decía que se iban antes de las repercusiones. Ni él sabe a qué se refieren. No sabemos qué hacer, Aida se quedó con él. Esta desbastado.

 

Junpei se levantó, tomó del brazo a Izuki y lo jaló —Llévame con él.

 

Todos corrieron diestras de Izuki y los reyes.

 

———————

 

—¿Por qué me abandonaron? ¿Por qué se fueron?— pregunto llorando mientras se aferraba a la castaña.

 

—No lo sé, Kairi— respondió llorando.

 

La vecina había llegado a tocar la puerta y les informó que hace 7 días se habían marchado, y que un día antes un hombre de edad media los había visitado.   A ella se le hacía familiar la descripción pero no recordaba de dónde.

 

Llamaron a la puerta y Kairi salió corriendo para abrir —¡Papá! ¡Ma…¿Qué hace aquí?


El rey doncel estaba frente a su puerta —Yo…

 

—¿Qué quiere? No me traje nada de su castillo o su familia —dijo con odio. Quería ver a sus padres y se encuentra con el rey Junpei.

 

—Cariño. Yo…

 

—¿Cariño? ¡No sé qué hace aquí pero marcharse. No estoy de ánimos para escuchar más reclamos e insultos de su parte!

 

—Kairi. Tranquilo.

 

—Majestad— se sorprendió al ver al rey Teppei, y no solo a él, sino a toda la familia real, a los de Rakuzan y un hombre intimidante —¿Qué hacen aquí?

 

—Izuki nos informó…

 

—Ya veo… No tenían qué venir. Tiene los preparativos de la boda.

 

Taiga y Tetsuya  corrieron y se abrazaron al castaño.

 

—Tranquilos. Pasen…

 

———

 

Todos estaban acomodados en los sillones y sillas.

 

—¿Qué piensas hacer?— cuestionó el rey Teppei mientras Hyūga miraba cada una de las fotos.

 

—Tienen 7 días de ventaja. Los encontraré. No entiendo por qué me abandonaron. Siempre he sido buen hijo— observó sus manos  volvió a llorar.

 

—La vecina dijo que un hombre de edad media y de cabello gris vino a la casa. Los gritos de Hana eran audibles pero que no entendían nada y al día siguiente llegó una camioneta y  los Kaname se marcharon.

 

—¿Cabello gris? — cuestionaron.

 

—Eso dijo.

 

—Haizaki Shōgo— dijeron los reyes de Seirin.

 

—¿Quién? — preguntó Kairi mirando a los reyes.

 

—El médico de la familia real— informo Daiki. Odiaba a ese doctor desde que lo conoció.

 

—¿Pero que hace su médico con mi familia? — No entendía que podría querer ese hombre... Luego de dudas su mente se despejo, miró al rey doncel y lo señalo —Fue usted. Usted les hizo algo.

 

—No.

 

—Desde que llegue al castillo para hacer pasar por el príncipe Hiroshi,  usted me trato mal. ¿Quién más podría hacer algo así? ¿Quién más podría alejar a mí familia?— apretó sus puños y miro enfadado al rey.

 

—Kairi, sé que estas dolido por la actitud de mi esposo. Pero él jamás sería capaz de hacer  algo así.

 

—Nunca haría algo así.  Siento como te trate… nunca debí.

 

Realmente vio arrepentimiento en el rey Hyūga pero sabía que aquello era mentira, él era capaz de hacer muchas cosas —  Miente…. — se sentó y sollozo —No sé por qué mis padres se fueron.

 

Taiga, Tetsuya  y Hiroshi miraron a sus padres.

 

—Creo que nosotros sabemos por qué se fueron —comenzó Teppei nervioso.

 

—¿Por qué?

 

—¿Cuándo es tú cumpleaños?

 

—El 8 de noviembre — Junpei sollozo y miró a Kairi —¿Por qué?

 

—Recuerdas que te hable de nuestro hijo… él que no resistió el parto —Todos miraron a Teppei sorprendidos. Su padre rara vez hablaba de ese tema con alguien.

 

—Sí — frunció el ceño.

 

—Creemos que ese bebé eres tú, Kairi.

 

—Eh…— miró impactado al rey de Seirin —¿De qué está hablando?

 

—El qué te parezcas a Hiroshi ya es algo que lo indica pero —miró al pelirrojo —Príncipe Seijūrō me muestra esa fotografía.  

 

El pelirrojo asintió y le entregó su teléfono al rey. Para Kairi no pasó desapercibido ese gran sonrojo en las mejillas  blancas y el que evitara su mirada.

 

Teppei se aproximó a Kairi y mostro la foto sin zoom —¿Sabes quién es?

 

Miró la foto y vio que era él, ese día que lo llevó a la cascada —Soy yo…¡Me espió! — recrimino sonrojado y avergonzado. Su cara competía con el color del cabello del príncipe.

 

—Lo siento— susurró muy avergonzado.

 

—Quiero que mires más de cerca — teppei acerco la imagen exactamente al glúteo del castaño —Esa es la marca real.

 

Observó la imagen. Apenas y se podía apreciar una corona y en ella, en la cima tenía una pequeña cruz —Es mentira.

 

—Por eso mi corona es así — se quitó la corona y dejó que Kairi la viera.

 

Regreso la corona de forma torpe mientras comenzaba a negar.

 

—Nosotros también la tenemos— dijo Tetsuya. Se desabrocho la camisa y mostro su marca que tenía en la clavícula.

 

—Yo la tengo el brazo— Hiroshi se levantó la manga y la mostro.

 

—Esto es vergonzoso — farfullo taiga mientras se desabrochaba el pantalón y lo bajo lo suficiente para mostrar la cruz en la zona de la cadera y pelvis.

 

—Aquí está la mía— el rey de había abierto la camisa que portaba y le mostraba la marca. Esta estaba situada sobre el pecho del lado derecho. —Eres mi hijo… Eres nuestro Kōki.

 

—Es mentira. Es una macha— Retrocedió ¡Tenía que estar jugando!

 

—Cada miembro de la familia real la hereda.  Yo la herede de mi padre —Masaomi estiro el cuello y allí estaba su marca — y Seijūrō la tiene en el hombro. Cada marca depende del reino, por eso la nuestra es diferente.

 

—¡Es mentira! — gritó y salió corriendo a esconderse a su recamara, en la qué siempre durmió.

 

—Yo voy— dijo Junpei levantándose.

 

—No creo que sea buena idea, papá. Ya viste como se puso…  voy— dijo Tetsuya.

 

—No lo tomo nada bien— dijo Taiga viendo subir a su hermano las escaleras.

 

—Amor, cómo quieres que lo tome bien sí hace 5 minutos sus padres lo han abandonado y ahora resulta ser hijo del rey — Daiki negó —No está nada bien. Voy a verlo.

 

Teppei asintió y abrazo a su esposo. Junpei no había dejado de llorar.

 

————

 

Después de recorrer la casa lo encontró en una habitación pequeña. La cual contenía bastantes libros, un pequeño armario y escritorio. Kairi yacía bajo las sabanas azules de la cama —Kairi.

 

—Es mentira…

 

—Es verdad.

 

—No puede ser verdad… Tiene que ser mentira— cerró sus ojos mientras las lágrimas surcaban sus mejillas —. No puede serlo— recordaba el trato del rey Hyūga.

 

—Padre y papá acaban de ver la foto. Justo después de que te marcharas y luego llegó Izuki a decir que tus padres habían desaparecido… al igual que el médico.

 

—Eso no significa que sea cierto…

 

—Entonces comprobémoslo— Daiki entro y dijo eso — Akashi te tomo esa fotografía y en ella aparece esa marca. Dudo que haya un truco en ella. Así que muéstranos ese trasero tuyo.

 

—Aomine.

 

—Ya te dije que me llames Daiki, Tetsu. Somos cuñados — arranco la sabana con que se cubría el castaño —Levanta ese trasero y muéstranoslo.

 

—Pero…

 

—Tienes teléfono. Te tomare la puta fotografía y saldrás de dudas.

 

—¡Daiki!

 

—¿Qué? Anda el teléfono. Deje el mío en la sala del castillo.

 

—Pero…

 

—Te desviste por la buena o lo haré por la mala.

 

El rostro serió y franqueza del moreno hizo que Kairi sacara su teléfono y se lo entregara. Luego, con mucha vergüenza deslizo su pantalón y ropa interior.

 

—Ahora entiendo porque Akashi te fotografío— dijo Tetsuya sonriendo.

 

—¡Principe Kuroko!— exclamo avergonzado.

 

—Listo— le aventó el teléfono — Sí la tienes.

 

Con las manos temblorosas busco la fotografía y allí estaba, idéntica a la que le habían mostrado —No puede ser.

 

—Sí tienes dudas le podemos decir a Midorima que venga al hospital y haga la prueba. De hecho tiene que estar llegando para lo de mañana — explico Tetsuya.

 

—La boda…

 

—No. Ya se canceló. Akashi dijo que no soporta a Hiroshi.

 

—¿Eh? — se alegró de escuchar eso.

 

—No  hay boda. Luego te platicamos ¿Entonces… quieres confirmarlo con un adn?

 

—Será lo mejor…

 

—Será desperdicio de tiempo pero bueno… Voy a decirles para que llamen a los Midorima— Daiki abandono la habitación.

 

——————————

 

Ya había pasado varios minutos desde que escucharon un ¡Daiki! Y nadie bajaba. Junpei ya había dejado de llorar y ahora miraba las fotografías de Kairi.

 

—Se medió convenció— anunció Daiki.

 

—¿En serió?

 

—Sí. Tuve que desnudarlo. Ahora entiendo por qué te gusta, Akashi.

 

—¡¿Cómo te atreves a desvestirlo?! — Seijūrō estaba furioso.

 

—De hecho, él solito lo hizo para confirma si esta la marca.

 

—¿Está? — cuestionó Junpei mientras abrazaba una foto de bebé de Kairi.

 

—Sí… Pero dijo que quiere una prueba de ADN. Esta reacio a aceptarlo. Será mejor llamen a los Midorima. Son los mejores.

 

—Ahora mismo— dijo Masaomi sacando el teléfono y se alejó.

 

————

 

—Dime… ¿Odiarías ser mi hermano?

 

—No lo creo…

 

—¿Entonces?

 

—Estoy confundido. Sí es verdad, significa que…

 

—¿Qué?

 

—La persona que me hizo esto es mi padre— confeso llorando mientras se alzaba la camisa.

 

—Oh dios mío…— se cubrió la boca y retrocedió asustado. Era la marca del rey invertida, solo se usaba para marcar a los criminales que faltaban al reino. Se quemaba a carne vida con un fierro —Padre no pudo hacer eso.

 

—El rey Hyūga.

 

—¿Cuándo?

 

—El jueves el madrugada…  

 

——

No había podido dormir por que recordaba la cascada. Escucho pasos y se hizo el dormido. Sintió que lo agarraron y comenzó a forcejear.

 

—Llévenlo al calabozo.

 

Reconoció la voz —¿Qué hace? ¿Por qué me hace esto? — No recibió respuesta alguna, fue forzado a través de  los pasillos hasta llegar al calabozo. En el fondo estaba una cama y una pequeña fogata estaba encendida.

 

—Aprenderás a mantenerte alejado de mis hijos y la realeza, y mi reino.

 

—No. No por favor. No lo haga— rogó al ver lo qué había tomado del fuego.

 

—Cállenlo.

 

Comenzó a forcejear pero más lo agarraban. Lo último que vio fue al rey Hyūga Junpei aproximarse con el metal y marcarlo —ngghhhhhhhhhhhhhh.

 

———


 —Desperté en la habitación. Él me hizo esto… — susurró llorando.

 

—Encontraremos la manera de quitarlo. Te lo prometo— dijo llorando mientras abrazaba al castaño.

 

 

————— Horas después —————

La familia real esperaba que arribaran los Midorima, los reyes de Shūtoku. Ellos eran especialistas en medicina y no había mejor personas para confiarles la prueba.


El castaño había dejado de llorar y regreso a la sala. Después de presentarse con el rey de Rakuzan se quedó en la cocina con tal de no ver al rey Hyūga.

 

—Huele delicioso— comentó el rey Masaomi.

 

—Kairi hace unas fantásticas galletas— comento Ryōta sonriendo.

 

—Sí.

 

El rey Hyūga se había mantenido en silencio y abrazando una fotografía de bebé de Kairi. Nunca se perdonaría lo qué había hecho. Si tan solo…

 

—Junpei ¿Estas bien?

 

—Sí…— ¿Cómo le iba a decir a su esposo lo que le había hecho a su hijo?

 

 ——————

Estaban disfrutando de las galletas y pasteles de Kairi cuando llegaron los reyes de Shūtoku.

 

—Bienvenidos. Shin. Shintarō y Kazunari…

 

—¿Dónde estamos? — cuestionaron al ver que era una casa.

 

Teppei le dio un resumen rápido a los Midorima de la situación.

 

—Vaya… No puedo creerlo— Shin estaba anonadado.

 

—Él está en la cocina.

 

—Tráiganlo— dijo Shin mientras preparaba el material. 5 minutos después, Shin ya había tomado la muestra de los reyes y ahora estaba tomando la del castaño —Para mí ya no es necesario hacer esto.

 

—Solo quiero confirmarlo… espero no sea así— ese último susurró lo escucho shin.

 

Cuando termino de levantar las muestras hablo —En una hora estará… — entregó las cosas a su hijo y nuero y se macharon al hospital. Observó detenidamente al castaño y agregó  —¿Desde cuándo tiene fiebre?

 

—¿Está enfermo? — cuestionaron preocupados los reyes y príncipes.

 

—Respiración agitada. Ojos dilatados y alta sensación térmica. Tiene fiebre…

 

—Hoy— confesó. No servía de nada mentirle a un doctor y menos si era un rey.

 

—¿Otro día?

 

—No.

 

—Levántate la playera— dijo sacando el estetoscopio.

 

—No— se levantó y alejo del pelo verde.

 

—Kairi, deja que te revise— dijo Teppei.

 

—No quiero.

 

—No es que no quieras. Te tiene que revisar— dijo taiga y le levanto la playera.

 

—Oh dios mío — fue el grito de algunos. Al  levantar la playera dejó la marca expuesta.

 

—¿Quién te hizo eso? — gruño Teppei enfadado. Jamás lo habían visto así.

 

—Nadie…— se bajó la playera y se ocultó detrás de Tetsuya.

 

—¿Sabes lo que significa? — el castaño asintió  —¿Quién fue?

 

—Tuvo que ser marcado ayer  por la noche o hoy— dijo Seijūrō —. Ayer en la tarde, cuando fuimos a la cascada, no lo tenía.

 

—¿Quién te lo hizo? — grito Teppei tomando de los hombros al castaño. Kairi estaba llorando.

 

—¡Fui yo!

 

—¿Qué?

 

Todos miraron al rey Hyūga.

 

—¿Qué dice papá? Nunca sería capaz de hacer algo así — Hiroshi miró entre su padre y su, posible, gemelo.

 

—Tú nunca harías algo así— Teppei había soltado a Kairi y miraba fijamente a Junpei.

 

—Yo lo hice— confesó llorando —Perdóname, Kairi.

 

Retrocedió, con miedo, al ver que se le acercaba —N-No se acerque.

 

—Kairi. Yo…

 

—Fuiste tú...— farfulló incrédulo Teppei al ver la mirada de miedo en su hijo. Ahora entendía por qué le había tenido miedo justo antes de que se marchara del despacho.

 

—Lo siento— sollozó mientras se limpiaba las lágrimas.

 

Teppei se acercó a su esposo y lo tomó de la solapa del traje que vestía —¿Por qué lo hiciste? Fuese o no un plebeyo no tenías por qué hacerlo ¿Por qué le hiciste eso? Nunca te hizo nada.

 

—Lo siento. Yo … sólo estaba celoso. En una semana se había ganado a todos. Incluso a tus hijos que nunca me han querido.

 

—¿Celoso? ¿Por eso le hiciste eso? Lo has marcado como a un criminal. Si alguien lo viera lo ejecutaría al instante ¿Eso es lo que querías? Kairi fue contratado para salvar el pellejo de Hiroshi y tú siempre lo maltrataste. Taiga y Tetsuya nunca te han faltado el respeto, al contrario, te llaman padre y siempre te trataron bien ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¡Te das cuenta de lo que le has hecho a nuestro hijo!

 

—Lo siento.

 

—Aida. Izuki — la voz fuerte del Rey resonó por la sala —Llévenlo al castillo y no lo dejen salir.

 

—Yo…

 

—¡Llévenselo!  Es una orden.

 

Aida y Izuki se llevaron al rey Hyūga. Kairi ni miraba, yacía apoyado de la pared.

 

—Encontraremos una manera de quitarlo— prometió abrazando al castaño.

 

—Yo…

 

—¡Kōki!— exclamó al notar que se había desmayado en sus brazos.

 

—A la recámara— comenzó a decir Shin pero el rey no lo dejo.

 

—Iremos al castillo. Si seguimos aquí llamaremos más la atención— acotó Teppei al ver la gente que se reunía cerca de los autos. Pues estos portaban las banderas del reino.

 

———————

 

Tenía tres horas encerrado en la habitación. Teppei ni nadie había ido a verlo.

 

Nunca se perdonaría lo que había hecho. Su esposo tenía razón, aún si Kairi no era su hijo había puesto una sentencia de muerte sobre la cabeza de un inocente, de alguien que sólo fue al castillo para ayudarlos.

 

No sabía qué hacer si se confirma que Kairi era su hijo. Nunca lo perdonaría. Había dañado a su propio hijo.

 

Escuchó movimientos en la puerta, se levantó de la cama y se acercó —¿Quién está allí?

 

—Aida, majestad.

 

—Sabe algo de mi esposo y…

 

—Llegaron minutos después de nosotros. Kairi está siendo tratado por el rey Midorima y el príncipe.

 

—¿Qué le sucedió?

 

—La fiebre… Si se algo más se lo haré saber.

 

—Gracias, Aida.

 

——————————

 

Las horas pasaban y aún no había anuncios por parte de los Midorima.

 

Hiroshi había querido ir a ver a su papá pero su padre se lo prohibió.

 

Taiga, Tetsuya y sus esposos decidían a donde llevarían al castaña una vez que se mejorará.

 

—A Kaijo. Tenemos que renovar su guardarropa— sugirió Kise Ryōta.

 

—Nada de eso. A Tōō.

 

—¿Para que tú hermana lo vista como muñeca? No gracias. Recuerda lo que le hizo a Hiroshi y a Aida.

—Aún no se confirma nada.

 

—No es necesario. Es mi hermano— dijo Hiroshi.

 

Vieron descender las escaleras a los Midorima.

 

—¿Cómo está?

 

—Mucho mejor. La fiebre ya bajo.

 

—Gracias a Dios.

 

—Sobre la quemadura...— cuestionó Teppei con los puños cerrados.

 

—No fue profunda. La piel se podrá restaurar por si misma.

 

—¿Quedará marcada?

 

—Sí. Se la podemos quitar pero eso no importará, se vea o no, él recordará quien se la hizo...

 

—Tendrán que preguntarle. No debe pasar de esta semana. Tendrá que ir al reino— dijo Shintarō acomodando sus lentes.

 

—Entendido… y la prueba.

 

—Positivo. Es su hijo.

 

Grandes lágrimas surcaron sus mejillas —Le he llorado su muerte por 21 años. Encontraré a esos bastardos y pagarán por quitarnos a nuestro bebé.

 

Teppei  limpió las lágrimas y abrazó a Hiroshi quien lloraba y luego subió las escaleras. Había ordenado que llevaran a Kairi a la habitación frente a sus hermanos. Ya había investigado y Junpei lo había secuestrado de la anterior, sin duda no iba a querer estar en esa misma habitación.

 

Al entrar, lo vio completamente dormido. Su rostro ya no estaba sonrojado y su respiración era lenta.  La sábana de seda cubría la parte inferior de su cuerpo. La marca de la quemadura estaba cubierta por una extraña pasta color verde.

 

—Mi Kōki— se abrazó a él y lloró. 21 años llorando su muerte cuando su hijo estaba en su reino, sufriendo los constantes ataques en lugar de Hiroshi, su hermano menor —Te protegeré mi bebé.

 

———————

 

Escuchó la puerta abrirse y se sentó  —Teppei.

 

—Estoy… completamente desilusionado de ti.

 

—Lo sé— bajó su mirada.

 

—Heriste a un inocente. No somos reyes para imponer nuestra voluntad sobre los de más. Somos reyes para proteger a los habitantes de nuestro reino y tú faltaste a ello.

 

Junpei mordió su labio —¿Cómo está?

 

—Mejor. La fiebre fue a causa de lo que hiciste. Shin y Shintarō trabajaron para desinfectar la herida.

 

—Es…

 

—Es Kōki. Es nuestro hijo al que has marcado.

 

—Perdóname— rogó.

 

—Yo no soy a quien debes pedirle perdón, sino a nuestro hijo. Kairi nunca hizo nada malo. Nunca te hizo daño.

 

—Lo sé… ahora lo sé.

 

—Por hacer lo que hiciste debería mandarte al exilio o la orca. —Junpei se estremeció por la mirada de su esposo — Pero no lo voy hacer. Cargarás de por vida con lo que le hiciste a nuestro hijo.  Ese será tú castigo.

 

Junpei sintió los brazos de su esposo estrujándolo, a los segundos, las lágrimas que mojaban su espalda.

 

—Es nuestro bebé.

 

—Kōki...mi pequeño Kōki— se soltó a llorar junto con su esposo. Su bebé estaba vivo.

 

———————

 

Se sentía tan cómodo, pero dicha comodidad le era algo familiar. Abrió los ojos y se encontró en una recámara hermosa, aún más hermosas que en la que había estado… los colores rojos y dorado predominan.  Estaba inspeccionando la habitación cuando lo miró: el príncipe Akashi estaba dormido, sentado en una silla, a su lado

Observó al príncipe dormir, su respiración era lenta. Su perfil se veía relajado y su labios más rojos que nunca.

 

Intento acercarse pero a la hora de estirar su mano le dolió la marca en las costillas —Ouch —  vio la pasta verde en la herida.

 

—El rey Midorima dijo que se te puede quitar. Has dormido toda la noche y mitad de la mañana.

 

Hasta brincó del susto y miró atónito al pelirrojo —Majestad…

 

—Llamame Seijūrō— se desperezó y  se sentó en el borde de la cama.

 

—No podría.

 

—Puedes. Te lo estoy pidiendo ¿Cómo te sientes?

 

—Cómo si despertara de una pesadilla...— susurró al recordar el abandono de sus padres y la posibilidad de ser hijo del rey.

 

—Te desmayaste. Nos asustamos. Tetsuya y Hiroshi estuvieron antes que yo.

 

—...— mordió sus labios — ¿Qué sucedió con la prueba?

 

—Eres su hijo. Eres Kōki… ese bebé que enterraron hace 21 años.

 

Comenzó a sollozar y se cubrió el rostro. Su propio padre fue quien le había hecho eso.

 

—Tranquilo— lo abrazó — Todo estará bien.

 

Respondió al abrazo y continuó llorando. Significaba que sus padres lo sabían y por eso se marcharon. Sabían todo el tiempo que no eran sus padres biológicos.

 

—Vamos. Ya no llores

 

Asintió y se limpió las lágrimas. —Deje arrugadas su ropa.

 

—Es lo de menos, Kairi… o debería decir Hiroshi.

 

—Yo…

 

—Lo sé. Te pagaron para  hacer pasar por Hiroshi que había huido del reino.

 

—Lo siento— miró sus manos apenado.

 

Sonrió. Forzó al castaño mirarlo, alzándolo de  la barbilla —Hiciste un pésimo doblaje. En cuánto te miré supe que algo anda mal y para confirmarlo, actuaste dócil y Hiroshi no lo es.

 

—¿En serio?

 

—Por supuesto. Hiroshi es un engreído que se cree un rey. Grosero y majadero. Ya tendrás tiempo para averiguarlo.

 

—Entonces por qué me be…

 

—¿El besó? — El castaño asintió, se acercó más a Kōki —Por qué me gustaste. Además, debo decir que esta semana me has enamorado.

 

Se sonrojó y negó —Imposible.

 

—Nada es imposible. Me has enamorado.

 

—No. Está equivocado. Ama al príncipe Hiroshi.

 

—Nunca. Lo odio, me refiero a su manera de ser y más cuando presume su cabello. La gran parte de los donceles lo dejan crecer hasta los hombros, no más.

 

—Yo también lo tengo largo…

 

—¿En serio? Creí que eran extensiones.

 

—Sí.

 

—El punto es que me gustas.

 

—Pero la boda.

 

—La he cancelado. Les dije que te quería a ti. Todos lo saben, ya les notificamos que no habrá boda. Algunos vienen de visitas para ver a los príncipes… y supongo que sabrán de ti en poco tiempo. Se llevarán la sorpresa al conocer a otro príncipe.

 

—No lo soy…

 

—Por nacimiento ya lo eres. Sólo falta coronarte, pero eso es lo de menos.

 

—¿Y si no quiero esto?

 

—Tarde o temprano lo serás. Ya sea que seas príncipe y luego rey.

 

—¿Rey? El príncipe Taiga es el heredero.

 

—Al ser varón es heredero al trono de Seirin. Pero cuando nos casemos serás príncipe a mi lado y luego rey consorte. También soy heredero al trono de Rakuzan.

 

Negó fervientemente —Eso es imposible.

 

—¿Por qué?

 

—Habla de casarse y eso. Y yo no sé…

 

— No será ahora, sino en un futuro cercano. Tenemos que conocernos mejor para que tú estés cómodo. Por mí, hoy mismo sería la boda.

 

Se sonrojo al ver la sonrisa —¿Y sí conoce a alguien más?

 

—Nunca— le acarició la mejilla y lo besó.

 

Respondió al beso, mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar. Lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas.

 

—No llores…

 

—Creí que tenía que olvidarlo. Creí que siempre estaría solo pensando que usted.

 

—Entonces…

 

—También me enamoré— confesó sonrojado y sonriendo.

 

—K…

 

—¡Quita tus manos de mi hermano!

 

—Tenías que ser tú— resopló Seijūrō soltando la mejilla de Kairi. Iba volver a besarlo tras hermosa confesión.

 

—Lárgate, enano rojo. Tengo que hablar con mi hermano y estorbas— dijo mientras se acariciaba el cabello.

 

—Te lo dije— comentó al castaño, le besó una vez más y luego abandonó la habitación dejando atrás a un castaño muy sonrojado.

 

—Dijo a su padre que no importaba si no eras de la familia real, él quería casarse contigo. Es la primera vez que lo veo decidir por sí mismo.

 

—¿Digo eso al rey?— estaba sorprendido. Conocía los rumores del Rey de Rakuzan. Nadie, absolutamente nadie, se le imponía. Eso incluía a los demás reyes.

 

—Sí. Dejó a todos sorprendidos.  Pero aún más, cuando mostró la foto de  marca. ¡De todos los lugares, el glúteo!

 

—No sabía que lo tenía. Mis hermanos decían que era una mancha pero nunca me puse atención.  Mis padres también…

 

—Ellos te robaron de nuestros padres.

 

—Lo sé— sollozó.

 

—Lo siento. Ellos te criaron pero lo que hicieron no tiene perdón. Más que si eres de la familia real,  ellos te arrancaron de los brazos de tus verdaderos padres y a  le entregaron un pequeño bebé pelo negro muerto. Eso no tiene perdón Kairi.

 

Era verdad. Cómo pidieron ser tan crueles… pero significaba que sus padres, Kaname, perdieron a su verdadero hijo.

 

—Sé que apenas nos conocemos y todo. Lo que hizo papá no tiene nombre. Pero te juro que él no es así. Nunca se había comportado así, con nadie, ni con Tai-nii y Tetsu-nii. Ellos son mis medios hermanos y jamás les hizo algo malo.

 

—Tal vez con ustedes… pero conmigo. Me odia. Desde que nos conocimos me odia. Es por qué me parezco a ti.

 

—…— no encontró palabras para negarlo. Ni él mismo creía lo que hizo su padre.

 

—¿Qué pasó con el rey Hyūga?

 

—Padre no le ha permitido salir. Aida me contó que le dijo que lo iba a mandar a la orca.

 

—¿Qué?

 

—Mentira— sonrió satisfecho por la cara de terror del castaño —Me dijo que los escuchó llorando toda la noche mientras te nombraban  bebé o Kōki.

 

—¿Kōki?

 

—Tu verdadero nombre. Te llamaron así por nuestro bisabuelo, y a mí Hiroshi por el tatarabuelo.

 

—Kōki…

 

—Luego arreglaran lo del nombre. Voy por padre, quiere hablar contigo— abrazo al castaño —. Bienvenido a casa.

 

Observó salir al pelinegro… su gemelo. Todo era un caos pero tenía que encontrar a los Kaname y saber por qué lo alejaron de su verdadera familia.

 

 

———

 

La puerta fue abierta abruptamente y mostró a varias personas, entre ellos pudo reconocer a Izuki.

 

—Venimos a dejar sus prendas.

 

—¿Prendas?

 

—Sí. El rey de Kaijo y su guardia llegaron con su ropa. El rey hizo el pedido ayer en la noche. Todos esperan conocerlo.

 

—No debió hacer eso— dijo mientras entraban con ropa y llenaban los estantes vacíos.

 

—Es su padre. Está entusiasmado. Ahora entiendo por qué se parece tanto al príncipe Hiroshi. Quién diría que son gemelos.

 

—Yo…

 

—Dúchese. El almuerzo espera. Lo ayudaré a elegir  su ropa mientras tanto.

 

—Pero…

 

—10 minutos y eso —apuntó el ungüento — se lo pone en eso…

 

Asintió y se levantó, le dolió un poco. Entro al baño y se ducho.

 

Al salir del baño, un conjunto blanco  con adornos azules y dorados lo esperaban. Él había visto esos trajes en la televisión. Era para eventos importantes.

 

—No dudes y úsalo.

 

—Majestad.

 

—Tendrás que llamarme  papá o padre.

 

—yo…

 

Se acercó y abrazó a su semi desnudo hijo —Durante 21 años te creí muerto. Ese día una parte de mi corazón se fue contigo… pero ahora.

 

Sintió los espasmos provocados por el llanto del rey, y lo abrazó —No lloré.

 

—Mi Kōki…

 

—pa… pa… papá— sonó raro pero lo dijo.

 

—oh Kōki…— siguió sollozando.

 

 

—10 minutos después —

 

 

—Vístete. Los reyes están aquí y quieren conocerte.

 

—¿A mí?

 

—Por supuesto. Ryōta le informó a la princesa Satsuki  y ella a los demás, y bueno, todos esperan— le revolvió el cabello —. Además… hay una sorpresa.

 

—¿Sorpresa?

 

—Ya lo verás. 5 minutos en el salón principal.

 

————————

 

Reyes, príncipes y las guardias reales estaban el salón a la espera del nuevo príncipe. Según Kise Ryōta era muy lindo y Tetsuya se los confirmó.

 

Junpei estaba a en la esquina del salón mirando hacia el árbol de Sakura. Recordó cuando Teppei acarició los cabellos de Kairi ¿Qué fue lo que sintió ahora que sabía que era su hijo?  Era lo que quería saber… Él sólo sentía culpa y remordimiento.  Recordaba el temor y el grito que dio antes de que hubiese perdido la conciencia.

 

—Ya viene. Se está vistiendo— anunció Teppei sonriendo.

 

—¿Se unto el ungüento?— cuestionó Shin.

 

—Sí. Lo ayude y coloque la gasa.

 

—¿De verdad es gemelo de Hiromin? — una bella pelirrosa de grandes atributos preguntó.

 

—Sí, princesa.

 

—Pero mucho más lindo— dijo Seijūrō sonriendo.

 

Hiroshi miró mal al pelirrojo estaba por responder cuando la puerta se abrió y todos voltearon.

 

Kairi realmente se veía lindo con la ropa que vestía, pero era visible que estaba temblando.

 

Hiroshi sonrió, se acercó a su hermano y lo tomó de la mano —No tengas miedo.

 

—Pero…

 

—Son amables.  Además… — le dijo algo al oído y luego lo jaló hacia los tronos.

 

Caminaron hasta llegar con su padre.

En el camino Kairi saludo a todos como le habían enseñado. Vio a Hyūga y se aferró de la mano de Hiroshi.

 

—Hace 21 años perdimos a nuestro hijo Kōki… o eso fue lo que nos hicieron creer— Teppei estaba frente a todos —Por 21 años le lloramos su muerte hasta el día de ayer. Agradezco al príncipe Seijūrō por dejarnos saber qué Kairi tenía la marca real de Seirin… gracias a ello descubrimos que Kairi Kaname es nuestro Kōki. Nos lo arrebataron y hoy está en casa. Kairi, arrodíllate.

 

Inseguro miro al rey y luego a Hiroshi quien le asintió. Se aproximó y arrodillo como Hiroshi le había explicado.

 

—Yo, Kiyoshi Teppei, rey de Seirin, te nombro Kairi-Kōki Kiyoshi tercer príncipe del  reino de Seirin.

 

Alzo la mirada con miedo y vio al rey tomar una pequeña corona que le ofrecía Aida y luego se la colocó.

 

—Aida, la banda…. — dijo Teppei al no verla.

 

—Yo la tengo…

 

Teppei miro a Junpei y esté se la entrego. Tanto la corona como la cinta había sido mandas hacer desde hace años… desde que Haisaki les había informado que era dos, y fueron conservadas en una vitrina especial, donde cada cierto tiempo se les hacía mantenimiento.

 

Sonrió al ver que Kōki temblaba, de hecho había pedido a todos que lo dijera palabra alguna de la rápida ceremonia. Coloco la cinta —Levántate— Cuando el castaño lo hizo —Les presento al tercer príncipe de Seirin.

Los plausos y felicitaciones no se hicieron esperar.

—¿Por qué no me dijo? Yo…

—Sabía que huirías, Kairi. Eres mi hijo y es tu derecho por nacimiento.

—Pero Hiroshi, él es el tercer.

—Te equivocas— Hiroshi se puso a su lado interrumpiendolo —Fui nombrado cuarto príncipe desde pequeño. Y en el palco de presentación padre dijo “Les presento al príncipe Hiroshi”, los medios de comunicación y plebeyos de reino fueron los que dijeron que era el tercero, cómo no sabían que tenía un gemelo, creyeron que era el tercero.

—Entonces…

—Por nacimiento somos príncipes. Tú, por ser el mayor, eres el tercer príncipe y ese nombramiento nunca se dio hasta ahora. Incluso mi corona lo indica: Cuarto príncipe de Seirin, se podía leer en la corona en letras muy pequeñas.

—Ya veo…

Junpei estaba aproximándose cuando Seijūrō tomo la mano de Kairi y lo jalo; solo se quedó viendo cómo se alejaban.

 

—Padre— Seijūrō batallaba para que el castaño no se soltara.

—¿Sí? — se giró y vio a ambos. Kairi hizo una reverencia.

—Con Kairi es con quien me quiero casar. Quiero que sea él que gobierne a mi lado.

—Príncipe… — murmuro impactado. Vale, una cosa fue lo que le dijo en la habitación y otra, que se lo dijera en la cara.

—¿Estás seguro?

—Sí— respondió serio.

—Bien. Dejadme unos minutos a solas con Kōki— el pelirrojo dudo unos segundos pero luego se alejó, y él camino hacía uno de los palcos del salón, quedando frente al jardín —Debes estar feliz, de la pobreza a la riqueza, hijo de los reyes. He visto muchos tu acercarse a mi hijo…

—No estoy feliz, majestad— lo interrumpió y luego se acordó —Lo siento, no quise interrumpirlo… pero no estoy feliz — dirigió su mirada al interior y vio a los reyes.

—Hablas por los Kaname…

—Por todos… Mi familia, los Kaname, siempre dijeron que era una fortuna que me pareciera a él…  pero toda mi vida me vi en burlas, intentos de secuestros y violaciones por parecerme al príncipe Hiroshi… Ahora resulta que ellos me abandonan y aparecen mis “verdaderos” padres. El rey, es un buen hombre y confiable, cuando estuve cubriendo al príncipe Hiroshi siempre me trato bien, nunca vi que me tratara diferente pero…

—Junpei…

Asintió —Nunca hice nada. Vine a este castillo hacerme pasar por el príncipe Hiroshi, nunca quise que nada malo pasara pero no fue así… Nunca lo entenderé.

—Tampoco lo entiendo.  Nunca fue así… no me esperaba nada de esto. Fue una sorpresa ver esa marca en ti…

—Ni yo…— desvió la mirada al notar que Hyūga lo miraba —. No entiendo a su hijo, apenas tenemos una semana de conocernos y dice eso… pero, me enamore de él. Sus sonrisas, la forma que frunce el ceño cuando algo le molesta, cuando habla de libros que también me gustan, cuando está enojado y suele gritarle a los de su guardia, cuando habla y todos lo obedecen sin dudar, eso me gusta de él. Entiendo que …

—Haz feliz a mi hijo— sonrió interrumpiendo al castaño —Nunca me había desobedecido. Nunca lo había visto sonreír así y verse tan feliz. Mandaré a alguien de confianza para que te enseñe todo lo que debes saber de mi reino, tarde o temprano estarás a su lado como rey consorte.

—Yo…

—Me mantendré en contacto contigo. Ahora, ve y dile lo que pienas a Junpei. Es tú padre— sonrió y fue a buscar a su asistente.

 

Platicaba con el príncipe heredero al trono de Tōō, Sakurai Ryō y su esposo, Imayoshi Souchi, cuando alguien le tocó el brazo;  volteó y se encontró con él...

 

—¿Podemos hablar?

—Yo...

—Por favor...

Nervioso, asintió y siguió al rey Junpei... Llegaron al Sakura, y Kairi se mantuvo a distancia.

—Perdoname...— se quiso acercar a su hijo pero el castaño retrocedio —Se que te he hecho mucho daño si tan sólo...

—Le dije que no quería nada de su familia... Me pagaron para hacerme pasar por el príncipe Hiroshi... Yo nunca le hice nada — no pudo contener más sus lágrimas —. En cambio usted me hizo algo horrible. Nunca podre quitarme esto y menos olvidar quien lo hizo...

—Kōki yo...

—No sé que sentir. Mi mundo cambió, mis padres no lo son y ahora resulta que uno de los varones que ha sido muy amable conmigo y me trató igual que sus demás hijos, es mi padre y otro... Qué... — se limpió las lágrimas —No se qué decirle. No sé nada en estos momentos. Sólo diré que esto — apunto  la marca —Nunca lo olvidaré.

—Perdoname hijo.

—Detengase. No me llame así— negó con su cabeza una y otra vez —Por favor,  por ahora no... Sí yo no fuese ese bebé, usted no estaría haciendo esto y menos me estuviese pidiendo perdón. Si alguien me lo viese ya estaría muerto. Y eso a usted no le importaría. Nada de esto estuviese pasando. Por ahora no me llame así... Lo siento, pero no estoy listo para todo esto.

 

Lloró cuando vio a su Kōki marcharse.

—No llores.

—Nunca me perdonará— volteó y se abrazo a su esposo.

—Lo hará. Ahora está dolido y confundido. Kairi es un buen chico.

—Todo es mi culpa.

——————

—Kairi.

—Principe— se limpió las lágrimas.

—Seijūrō— dijo mientras le tocaba la mejilla.

—No sé si...

—Esta bien ¿Cómo estas? Te vi con el rey...

—...— intento hablar varias veces —No sé que hacer. Es mi padre y le tengo miedo— sollozó en los brazos del pelirrojo.

— Todo estará bien. No te volverá a tocar de esa manera, te lo prometo.

Asintió —Todo está ocurriendo tan rápido, sólo quiero encontrar a papá y mamá para que me expliquen por qué hicieron esto.

—Los encontré para tí.

—Gracias— no pudo evitar sonreír.

Estrujó más a Kairi y lo besó. Tímidamente  cerró los ojos y le respondió  al beso. Comenzó a sentir como las manos del príncipe acariciaba su cintura y caderas. Cuando el pelirrojo le lamió los labios, los abrió y una lengua se abrió paso de manera firme —nghhh...

—Kairi...— susurró y le volvió a besar. Llevó sus manos a los glúteos del castaño y comenzó a masajearlos.

—aghh....

—Aparta tus manos de los glúteos de mi hijo.

Ambos se exaltaron y separaron. Su respiración era rápida y sus mejillas estaban rojas. —Majestad.

—Es papá, Kōki.. Kairi— Teppei se cruzó de brazos —principe Seijūrō ¿Cuales son sus intenciones para con mi hijo?

—Las mejores. Quiero que sea mi esposo en un futuro cercano, ya se lo había dicho.

—¿y tú Kairi?

Mordió sus labios y luego alzó la mirada — Lo quiero... Pero es muy pronto para una boda.

—Bien dicho— le revolvió el cabello —Es muy pronto. Por ahora tiene mi permiso para cortejarlo.

—Gracias, majestad— Seijūrō hizo una reverencia.

—Una sola lágrima de dolor y Seirin estará en contra de Rakuzan.

—Solo habrán lágrimas de felicidad, majestad.

—Bien. Y quiero tus manos alejadas de los glúteos de mi hijo.

—Por ahora...— sonrió al rey de Seirin.

—Te mantendré vigilado, Akashi Seijūrō.

Observaron alejarse al rey Teppei y luego el castaño miró al pelirrojo —¿Por qué ha dicho eso?

—Es la verdad...— Se acercó, lo sujetó de la cadera y lo besó para después agregar —No se si podre aguantar tanto tiempo sin hacerte mío.

—Principe Seijūrō. Príncipe Kairi. Los esperan en el salón.

—Vamos— Seijūrō arrastro a un sonrojado kairi Kōki Kiyoshi.

 

————— 6 meses después —————

—Tiene que aprender todo, príncipe Kairi.

—Pero es mucho.

—Lo sé...

—Ademas... Quiero ir a la pastelería.

—Lo tiene prohibido. Sus padres no quieren que le pase algo.

—No me pasará nada.

—Durante años a visto lo que tratan de hacer con el príncipe Hiroshi, ahora todos saben que usted también es un príncipe.

—Yo no quería que supieran.

—El príncipe Kise lo olvidó y compartió las fotos del evento en la red social de los reinos y alguien extrajo la información. El reino de Tōō está intentado encontrar a esa persona.

—Yo ni sabía que eso existía.

—Los reyes, sus hijos, los guardias reales y los más cercanos tienen acceso.

—ughh...

Todo esas semanas habían sido un caos en su vida. Sus padres Kaname no habían aparecido ni el médico. Intento regresar a su rutina y el rey no se lo permitió, así que escapó del castillo y quizo trabajar, como los últimos 5 años, en la pastelería. Todo iba bien, horneó las galletas y pan, hasta que le tocó atender el mostrador por la tarde. Estaba atendiendo a unos clientes frecuentes que no dejaban de mirarlo, aquello le dio mala espina.

—Bienvenidos— sonrió a los que acaban de entrar pero sólo recibos flash de las cámaras y miles de preguntas.

—-No sé de qué hablan— dijo cuando le preguntaron que hacía el príncipe trabajando. Más preguntas le hicieron y llegaron a salvarlo Aida e Izuki.

Los reyes lo regañaron y prohibieron salir del castillo. Desde entonces vivía en el castillo sin salir... Claro, visitó el reino de Shūtako para que le quitaran la marca y sí se la quitaron, su piel se estaba restaurando y eliminando el marca.  Ahora tenía que adaptarse a su nueva vida.

Su mirada recayó en el viejo periódico del reino De príncipe pastelero a tercer príncipe del reino.

—Tonterías…— farfulló molesto. El teléfono sonó y respondió al ver quien era —Hola.

—¿Cómo estás?

—Bien ¿Akashi-san?

Kōki.

­—Sei.

Estoy bien ¿Estas ocupado?

—Estoy leyendo algo.

—¿Podrías asomarte por la ventana?

 —¿La ventana? — se levantó y aún mantenía el teléfono escuchando la suave respiración del pelirrojo. Se quedó sorprendido:

¿Quieres casarte conmigo?

La propuesta  estaba escrito con pétalos de rosas rojas y  también un gran corazón. Akashi estaba en viendo hacía él mientras tenía un objeto en la mano.

¿Qué dices?

Sí. Sí quiero casarme contigo Seigritó a todo pulmón.

Estaba seguro que el reino entero lo había escuchado pero eso no importaba. Salió corriendo  y se dirigió a la planta baja, sus padres y hermanos observaban sonrientes la escena.  Cuando llegó al corazón de rosas saltó a los brazos del pelirrojo y lo besó.

Seijūrō rodeo la cintura del castaño y profundizó el beso —Te amo.

—Sei— el pelirrojo le colocó el bello anillo de compromiso.

Le besó una vez más y se abrazaron —Feliz cumpleaños, amor.

 

 Fin

Notas finales:

Muchas gracias por leer, y espero les haya gustado n-n

 


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