Quantico Virginia. Cuarteles de la Unidad de Análisis Conductual.
Había sido un largo viaje en otro caso del que los muchachos no quieren recordar, pero poco tiene que ver con las víctimas. Pues estas siempre habitan en sus memorias y corazones con el respeto que bien merecen. Y es que nadie debería ver terminada su vida así, de manera tan brutal y grotesca. Se supone que uno muera con una sonrisa en el rostro al lado de los seres queridos. ¿Es acaso demasiado pedir en este mundo tan corrupto? O es lo que se pregunta una y otra vez cierto joven de hermoso cabello dorado al tener los archivos del último caso sobre su mesa. Lo ha leído una sola vez y ha memorizado todo como de costumbre, y no es solo gracias a la increíble mente que posee, más bien se debe a que es poco probable que cualquiera olvide algo así. ¿Cómo hacerlo? ¿Es siquiera algo normal? Al menos el conoce de sobra la respuesta.
-Deberías ir a descansar Spence.
-Oh J.J. Lo siento no te había visto.
-Si, me di cuenta, tengo algunos minutos llamandote, ¿estas bien?
-Si, no te preocupes.
-Sé que no fue un caso fácil, ninguno lo es. Pero este era más...bueno al menos sabes que puedes contar conmigo, ¿cierto?-le miró angustiada.
-Claro que si-sonrió-deberías ir a casa solo estoy terminando algunas cosas prometo ir enseguida.
-Esta bien, pero enserio deberías descansar.
-Lo tendré en cuenta. Lo prometo.
Y así la rubia se marchó. El continuó observando el folder sobre el escritorio, no es que no tuviera consideración de la preocupación de la chica. Pero en este momento no tiene animos ni para ponerse de pie. Suspira pesadamente y cierra los ojos. Entonces vienen a su mente imágenes de su gran protector Jason Gideon; se niega a dejar que estos casos le entierren en la desesperación. Se lo debe a ese hombre que le enseñó tantas cosas, al equipo que confía en él, a las víctimas que claman justicia, a los seres humanos que podría salvar con su habilidad, a el mismo, y a él a esa persona a la que últimamente van dirigidos todos sus pensamientos y que no es otro que su jefe Aaron Hotchner. Se sonroja suavemente y sin notarlo esta un poco más tranquilo.
Oye algunos pasos detrás de el y rápidamente se da cuenta de que es su querida amiga Emily.
-Oh sigues aquí-dijo con cierto tono de sorpresa.
-Si, me atrase con el papeleo.
-¿Tu?-incrédula.
-Supongo que no es bueno entrar a torneos de ajedrez en línea cuando tienes trabajo pendiente.
-Oh si, vaya que te entiendo-sonrió-esas cosas se vuelven un vicio.
-Ja ja ja-río sutilmente-ni que lo digas, si buscas a J.J se fue hace un rato.
-Ah, hoy no. Estoy hecha polvo me voy directo a casa. Hoy no habrá fiesta para las chicas.
-Supongo.
-Deberías ir con nosotros un día de estos, sirve que conoces a alguien especial.
-Lo siento, no es lo mío.
-Bueno pero si un día te da curiosidad estas más que invitado.
-Muchas gracias.
-Bueno ya me voy, no quiero quedarme dormida en el volante.
-Espero que no. ¿Y si mejor te pido un taxi?
-Ja ja ja era una broma.
-Lo siento, no soy bueno para estas cosas.
-Vamos, tampoco es para que te disculpes. Ahora si ya me voy o esa broma puede convertirse en una trágica premunición.
El chico se tenso y ella continuó su camino sin más. Reid se levantó del no tan cómodo asiento por un vaso de agua y es que a pesar de todos sus esfuerzos se estaba quedando dormido pero no quería volver a casa. No cuando está tan deprimido y no hay quien lo espere al volver. Da algunas vueltas mientras bebe el líquido y vuelve a tomar asiento. Ignora algunos segundos el documento pero de una u otra manera vuelve a el. No es bueno para su salud emocional y lo sabe, así que opta por distraer su mente y toma uno de los miles de crucigramas que guarda en el cajón. Por fin un enorme y divertido reto...que no le tomó más de tres minutos. ¿Y ahora? Mira nervioso a su alrededor como si las paredes fueran a darle alguna clase de señal. Pero esta claro que estas no hablan, al menos no con el.
-Bien, creo que ahora el sueño me esta volviendo irracional.
Negó con la cabeza en repetidas ocasiones notando que los parpados le pesaban como plomo, y sin poderlo evitar se entregó a los brazos de Morfeo.
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En su oficina estaba como toda la vida el líder de la unidad. Como el que tiene el liderazgo es el que siempre abandona al último la instalación. Pero no puede irse dejando las cosas a medias, es demasiado responsable para algo así. Firma los últimos papeles y mira su reloj de pulso.
-Vaya, son las tres de la mañana. Menos mal que Jack se quedó con mi cuñada.
Desliza sus dedos con suavidad por el puente de su nariz y se reclina hacia atrás.
-Bien es todo por hoy, a casa.
Sale de su oficina, apaga la luz y cierra. Está a punto de marcharse cuando nota que su compañero rubio se ha quedado dormido en su área de trabajo, se acerca y le remueve de los hombros al tiempo que repite su nombre con esa severa, varonil y suave voz que tiene, pero no consigue despertarle. No puede dejarle ahí por la sencilla razón de que podría pescar un resfriado. ¿Si le lleva a casa sin su consentimiento sería secuestro?
-No lo creo, somos amigos y no voy a hacer algo indebido.
Se escogió de hombros y tomó al pequeño príncipe entre sus brazos para llevarlo a su hogar y dejarle descansar entre sus suaves y cálidas sábanas. Justo a su lado. ¿Y por qué no durmió el mayor en otro lado? Su mente también dio lo último que tenía al dejar al chico recostado, solo dios sabe como halló el camino a la misma.
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El sol entraba suavemente por la ventana de esa manera despertó a cierto ángel rubio de bella mirada sincera. Se sentó en el lecho lentamente a la vez que estiraba el cuerpo fruto de una noche de buen sueño. ¿Cuánto tiempo tiene que no duerme así? ¿A qué se debe? Ya con sus sentidos al cien por cierto notó lo que había al lado suyo. Estuvo a nada de gritar pero el sonido se ahogó en el interior de su garganta.
<<-¡¿Hotch?!>>
El aludido esta boca abajo imposible de reconocer a simple vista sin confundirle con cualquier hombre peli negro de mediana edad. Pero no para nuestro joven genio y una vez más nada tiene que ver su excelente memoria. Es más bien los detalles que nota un hombre enamorado. ¿Cómo llegó a sentir algo así? Ni el mismo se lo explica o siquiera sabe el momento, pasó y ya. Pero está claro que ni en sus sueños más salvajes imaginó despertar de esa manera, junto al hombre que tanto quiere. Estuvo a punto de salir corriendo presa del pánico. Pero siendo objetivo duda que una situación similar se repita y más considerando que no tiene ni idea de como terminó ahí. Así que resignado volvió a recostarse pegando un poco su cuerpo al de su jefe con la esperanza de que este le tomara entre sus brazos. A nadie le hace mal un poco de ilusión, ¿o no? Como si el aroma del contrario fuera el más potente sedante cayó víctima de su influjo y volvió a dormir.
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Una extraña sensación sobre su nuca despertó al jefe de la unidad de análisis. Río ligeramente pues le provocaba un poco de cosquillas, giró el cuerpo para encontrar la causa pues no es de quedarse con las dudas como el buen agente que es.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver a su compañero plácidamente dormido, y eso no era lo peor, no señor. Se veía tan lindo. Jamás le ha mirado de manera distinta a la de un subordinado, o un compañero de aventuras, socio o hijo al cual proteger por aquello de la diferencia de edad. ¿Pero ahora? ¿Qué es exactamente lo que piensa?
Su cerebro ha guardado silencio, y es su cuerpo el único que parece querer cooperar. De esa manera acerca un par de dedos para rozar con suavidad los labios del chico y vaya que son suaves, ni siquiera los de su difunta esposa que en paz descanse eran así. ¿Es que acaso estos son tan puros y virginales como el resto de su cuerpo? Frunce el ceño molesto con ese tipo de pensamientos que sin embargo es incapaz de controlar. Con mucho cuidado sale de la cama para no despertarle y se dirige a la ducha, un baño de la agua fría es lo que necesita y con urgencia.
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El sonido de la regadera despierta de nueva cuenta al rubio que aún siente la calidez a su lado y sonríe. Esta vez decide sentarse y esperar un momento no esta muy seguro de que es lo correcto en esta situación. Luego de algunos minutos su jefe hace acto de presencia vestido pulcramente aunque sin su saco. Así puede admirar el perfecto cuerpo de este pues con la delgada tela de la camisa no es algo muy difícil de aditivinar.
-Buenos días Reid.
-Buenos días Hotch, no es que me queje pero, ¿qué hago aquí?
-Te quedaste dormido en la oficina así que te traje a casa. No quería que pescaras un resfrío.
-Oh...gracias. Lo siento no fue mi intención.
-No hay necesidad de disculparse, sé que no fue un caso fácil quizá no querías volver a casa.
-¿Acaso tú...me estas perfilando?
-¿No prometimos nunca hacerlo entre nosotros? No, es porque te conozco.-sonrió.
Oh en verdad que ese hombre es una gran tentación. ¿Cómo es posible que con acciones mínimas y pocas palabras se meta con tanta sencillez a su corazón? Porque algo es seguro y Spencer para nada es una persona simple.
Luego de intercambiar algunas frases fueron a tomar el desayuno y el mayor le llevó a su casa para que pudiera cambiarse de ropa y luego de ello al trabajo.
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En el cuartel.
Se escucha que alguien teclea a velocidad impresionante una pobre computadora que de seguir a ese ritmo muy pronto necesitará jubilación así sea muy cuidadosa la mujer que utiliza dicho instrumento.
-Buenos días sensual ángel de carmelo-dice un moreno.
-Oh así que esta vez nos portaremos mal en el trabajo, ¿eh? Me apetecen un par de esposas.
-Ja ja ja ja eso fue nuevo lindura, ¿qué haces?
-Oh ya sabes un poco de magia aquí, un poco allá, nada de importancia. Mejor aún, ¿cómo está Reid?
-¿De que hablas?
-¿No te parece que estaba extraño ayer?
-Lo vi cansado, nada más.
-A lo mejor fue mi imaginación.
-O soy yo el que anda en las nubes.
-¿O acaso el gran Derek Morgan admite que puede cometer un error?
-Ja ja ja soy humano después de todo.
-De acuerdo voy a comenzar a pensar que eres tu al que le ocurre algo.
-Ja ja ja ja.
-¿Qué ocurre? ¿Tenemos fiesta?-emite la recién llegada.
-Hola Emily, estaba hablando sucio con mi chocolate.
-Ja ja ustedes siempre con sus juegos, oigan ¿no les parece que Reid estaba raro ayer?
-¡Ajá! Entonces no es mi imaginación. Suponía que el caso no era sencillo y menos para alguien como el.
-Si, un asesino serial nunca es fácil de digerir pero que sus víctimas fueran mujeres con esquizofrenia debió ser aún peor. De por si nunca habla de su familia pero debió recordarle a su madre.
-Debemos hacer algo para animarlo.
-Tienes toda la razón-una rubia que se unía a la conversación.
-Hola J.J -la azabache.
-¿Qué nadie conoce las puertas? ¿Qué tal que estoy jugando con mi bonbón de chocolate?
-Entonces solo veríamos un poco de diversión, nada del otro mundo.-Prentiss.
-Se pasan.
-Pero sabes que es verdad.
-Ni como negarlo.
Luego de un rato, algunas bromas y comentarios curiosos volvieron a sus puestos para realizar papeleo. Aunque su atención se dirigió inmediatamente a la puerta en cuanto avistaron al par.
-¿Acaso durmieron juntos?-dijo García que iba pasando sin doble intención.
-En realidad...-su líder.
-Nos encontramos en la entrada-el rubio.
-Oh, si ja ja ya me parecía extraño.
Tomaron sus asientos no sin que antes Hotchner le dirigiera una mirada interrogante a su acompañante, sencillamente no entendió la razón de su mentira. ¿Acaso le dio vergüenza llegar con él? ¿Acaso era algo malo? ¿Por qué estaba decepcionado? ¿Acaso esperaba que este dijera algo? ¿Qué?
De esa manera pasaron un par de semanas. Hotch estaba sentado en su escritorio cuando casi estrujo los documentos entre sus manos al descubrirse por décima vez mirando al joven. Y fue entonces que llegó a el una epifanía, o lo que es lo mismo la realidad le abofeteó con ganas.
-¡No puede ser yo...!
Casi se atraganto no se diga con las palabras, ¡con el pensamiento! Si, Aaron Hotchner hombre de experiencia y de mundo se ha enamorado de un inocente jovencito que ni idea tiene del asunto. Ni...idea...tiene...¡del asunto! ¡Oh por dios! No solo tiene el problema de que se ha enamorado sino que Reid parece no ser muy adepto a los asuntos romántico. ¿O es solo la idea que tiene de él? Ahora no solo está preocupado, el estrés se suma a la lista al igual que el nerviosismo. Se siente como adolescente sin tener una ligera idea de que hacer. Quizá si deja fluir todo de manera natural.
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Han pasado tres semanas de que el líder de unidad hiciera tan increíble hallazgo...¡y no ha logrado progreso alguno!!
Las palabras no le salen o por lo menos no las que quiere, siempre termina desviando el tema hacia el trabajo. Bueno es normal tiene mucho que no emplea las artes del amor. Pero como siga así no llegará a nada.
Hoy regresan de otro largo caso y todos agotados vuelven a casa, como siempre termina con sus labores y al salir se topa con el rubio que hizo también el papeleo de Emily que se fue temprano porque tenía un poco de fiebre. Está a punto de abandonar la instalación cuando el peli negro le toma de la muñeca para detenerle, esta es su oportunidad, es ahora o nunca. El sorprendido chico tiene los ojos desmesuradamente abiertos y se ha ruborizado pues le ha atacado a traición.
-¿Q-qué sucede Hotch?-su tono fue levemente más agudo seguramente provocado por el nerviosismo.
-Mañana tenemos el día libre, quiero tener una cita.
-¿Con quién?
El mayor frunció el ceño.
-Contigo.
-Ah pero...
-No digas nada-colocó suavemente un dedo en sus labios.
Y es que teme arruinarlo con sus argumentos en cuanto el chico emita declaración alguna.
-Si después de eso decides que no te agrada te dejaré en paz.
El ruborizado menor asintío y cuando se vió libre escapó del lugar.
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A eso de las nueve de la mañana Aaron ya se encontraba tocando la puerta del departamento del de hebras doradas que fue a recibirlo y se sorprendió al verlo con ropa casual pero elegante. Un pantalón de vestir negro y una camisa de color vino sin corbata. El por su parte tenía un pantalón oscuro y una camisa azul rey.
-Hola-le saludo el mayor extendiendo un ramo de rosas.
-Ah...hola-lo tomó.
Se giró y cerró la puerta justo en el rostro de su jefe por puros nervios. Este quedó pasmado y confundido. ¿Así de rápido terminó su cita? Sin poder reaccionar y luego de algunos minutos Reid volvió a salir.
-G-gracias por las flores, ya las puse en agua son muy bellas.
Un suspiro de alivio hizo aparición y salieron del sitio para caminar por los alrededores.
-¿A dónde quieres ir?-el peli negro.
-No tengo idea, ¿qué te parece andar un rato en lo que se nos ocurre?
-Muy buena sugerencia.
Al inicio fue incómodo, el silencio y la vergüenza no son buenas compañeras, pero poco a poco se hizo entre ellos un curioso ambiente romántico. Ni siquiera se dieron cuenta a donde iban dejaban fluir el momento. Hotchner se armó de valor y estuvo a punto de tomar la mano del contrario cuando un sujeto les apuntó con un arma.
-¡Este es un asalto!
Exclamó con voz chillona, seguramente un novato, sus movimientos y actitud lo delatan. Como buen perfilador que es el azabache sabe que es del tipo peligroso. Pues el nerviosismo puede provocar que haga alguna tontería. Lo más lógico sería entablar el diálogo, pero no está siendo racional. ¡Arruinó su gran oportunidad luego de tres semanas!!!!
Lo peor no venía solo, un joven con un cuchillo se abalanzó en contra de su amado que alcanzó a evadirlo pero cayó de sentón al suelo. Ahora si habían acabado con su poca paciencia. Tomó al sujeto con la pistola y le desarmó como el buen agente que es, le sometió con un potente golpe en el estómago que le sacó el aire y le hizo perder el sentido. El cómplice aterrado solo tembló fue demasiado tarde cuando quiso hacer algo se encontró tirado en el piso, sin arma y ni siquiera supo como pasó. El mayor se acercó galante y extendió la mano al chico para ayudarle a poner en pie.
-¿Estas bien?
-Si gracias-sonrió con timidez.
Esta vez todos los colores se subieron al rostro del mayor. Llegó la policía y tomaron en custodia a los criminales. El hombre cogió al chico entre sus brazos.
-¿Qué haces?
-Vamos a mi casa, necesito asegurarme de que estas bien.
-No es necesario.
Pero sus palabras fueron ignoradas, no es que no le tome en cuenta pero conoce de sobra esa manía de Spencer para decir que no hay problema cuando lo hay.
Una vez llegaron a su destino el azabache le depositó suavemente en el lecho, revisó los brazos notando que no tenía nada, avergonzado el rubio decidió hablar no quería verse desnudado por su jefe.
-En realidad me hice un pequeño raspón en la muñeca.
-¿En dónde?
El joven le mostró el sitio que para su sorpresa recibió alivio en la forma de un cálido y tierno beso, luego de ello el mayor le sonrió.
-Me gustas Reid. Me di cuenta hace poco y creo que todo comenzó el día que te quedaste a dormir. Pero sospecho que tiene más.
-A mi también me gustas, hace mucho no sabría decirte con exactitud cuanto.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-¿Por qué no lo hiciste tu?
Sin necesidad de expresarlo conocían la razón, no creían tener una oportunidad. Es decir cada uno veía en el otro al ser más maravilloso de la creación, es increíble que sus sentimientos sean correspondidos.
-Te amo Spencer.-le tomo de las manos admirando el ruborizado rostro del contrario.
-¿Sabes? El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista ya sea artístico, científico, filosófico o religioso. De manera habitual, y fundamentalmente en occidente se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y apego, resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias. En el contexto filosófico...
-Reid...
Los suaves labios de su jefe sobre los suyos le obligaron a guardar silencio, no es que no ame esa dulce voz pero cuando se pone a hablar de esa manera simplemente marea. Fue recostado sobre el lecho mientras sentía esos labios descender en dirección a su cuello y buscar adentrarse en su camisa.
-¿Qué pasará con Jack?
-Es un niño inteligente, sabrá entender.
De esa manera y en silencio decidieron entregar su amor mutuo, uniendo sus almas para siempre en una promesa de amor eterno, de las que solo las sábanas son testigos. Porque si están juntos no hay nada que no puedan superar. Porque al fin se sienten completos. Y mejor aún que no tienen nada que explicar al mundo porque todos sus compañeros de trabajo lo supieron todo ese día que los vieron llegar juntos. Solo fingen que nada saben para dejarlos ser felices.