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Precious Time por jenharuto

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Notas del fanfic:

One piece no me pertenece, si lo hiciera, yo sería la reina de los piratas Wuahahaha


Disculpen los errores ortogràficos e incoherencias narrativas.

Notas del capitulo:

Bienvenidas/os. Este es mi primer fic de esta pareja, espero hacerlo bien.

El título está en inglés porque suena mejor así uwu

 

 

La luz había cacheteado su rostro, haciéndolo desviar la mirada a otra dirección. La brisa del verano en el pueblo de Leslie despeinó sus cabellos de un extraño color verde, así mismo como movió los tres pendientes de oro colgando en su oreja izquierda. Sentía  los rayos solares del medio día  quemándole la piel, pues se había acostumbrado tanto a vivir en las sombras del calabozo que había olvidado cómo se sentía recibir el fuerte clima producto de un sol quema córneas.

La vida en libertad era sin dudas maravillosa, en especial porque el sabor del licor que tanto le gustaba volvería a deleitar sus papilas.

Respiró con profundidad, echando a un lado los pensamientos de una fría botella de sake y comenzó a caminar parsimoniosamente por la calle principal, ahora sin alguna emoción en su roja mirada.

La gente a su paso le miraba de reojo, murmurando molestos comentarios llenos de prejuicios hacia su persona, rehuyéndole y acojonados con su presencia, como si de una bomba de tiempo que nadie puede apagar de tratara.

Tch, no es nada nuevo, se había ganado tan mala fama los últimos años que ni siquiera era divertido sentirse poderoso al ver esos rostros asustados.

Continuó caminando, ignorando el hecho que lo había estado haciéndolo en círculos. No sabía dónde estaría un buen bar que calmara la que sed que tenía. Estaba perdido y recién acababa de descubrirlo. Lo atribuyó a su larga estadía tras las rejas y que las cosas se vieran tan diferentes a cómo las recordaba.

Siguió caminando y siguió perdiéndose más, era muy necio como para pedir indicaciones y muy orgulloso como para obedecerlas.

Bufó unos insultos hacia el maldito clima, hacía demasiado calor. El sudor empapaba su morena espalda y secó su garganta, necesitaba sake y lo necesitaba ya.

Después de una media hora más, al fin vio un llamativo bar a la lejanía, lucía agradable; acogedor. Sonrió, lo había encontrado sin ayuda de alguien.

Fue allí y entró, llamando rápidamente la atención de los comensales, quienes claramente no se veían nada felices con su presencia.

No prestaba cuidado a nada, sólo se encaminó a la barra y se sentó en uno de los bancos vacíos justo en frente del dueño.

El señor cantinero sonrió nervioso, mientras limpiaba un vaso con un pañuelo y, dubitativo, lanzó una pregunta:

—Mnn, ¿qué va a tomar?

Zoro lo miró a los ojos y el tipo ese se espantó dando un visible brinco hacia atrás. En serio, ¿tanto miedo daba? Tch, no importaba de todos modos.

—Dame el sake más fuerte que tengas — respondió despreocupadamente. Se apoyó en la barra y dejó que su mentón descansara en la palma de su mano.

El hombre obedeció velozmente a buscar el pedido. Roronoa suspiró con cansancio, no hacía más de dos horas que había tomado una sienta y tenía sueño nuevamente, deseaba dormir, pero el vicio era mucho más llamativo.

Estaba pensando entre tanto esperaba, mas estar inmerso en su mente no era impedimento para no notar la presencia que se le acercaba por la espalda y luego manoteaba su hombro con increíble confianza, sino fuera porque conocía al sujeto, su nariz tendría una hemorragia.

— ¡Yo! Zoro, cuánto tiempo.

El nombrado volteó el rostro y su expresión aburrida no cambió a pesar que tenía a un amigo de la infancia justo ante sus ojos, no estaba demasiado entusiasmado; sin embargo, devolvió el saludo de igual modo.

—Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos, tu cabello es inconfundible — soltó una ligera carcajada y volvió a golpear su hombro, mas esta vez con menos fuerza — ¿cuánto ha sido?, ¿seis meses, un año? — preguntó retóricamente, Zoro no le hizo mucho caso, en realidad habían sido dos años - bueno, eso no es importante.

El hombre empezó un monólogo exterior, decía cosas sin importancia para el moreno, hasta que soltó una que por lo menos valía la pena indagar en ella.

— ¿prometida? Puff, alguien capaz de aguantarte — Zoro se burló sin pesar, el hombre frente a él sólo infló sus pecosas mejillas, aparentemente ofendido, pero luego sonrió de costado.

— Pues sí — sacó la lengua de forma infantil — Su nombre es Viví y es una princesa — dijo presumido — Oh, acompáñame esta noche, tendremos una fiesta. Ahí te la presentaré.

Tomó un largo trago de tu quinta botella, ni si quiera estaba mareado.

—No gracias — dejó el objeto en la barra — No creo que quieran a un ex convicto en su fiesta.

—Vamos Zoro — replicó su acompañante, casi sonando suplicante — Estoy seguro que no les importara eso. Les caerás bien.

Miró hacia otra dirección, dubitativo. Realmente no le importaba lo que pensaran de él y si le caía bien a un montón de gente que ni conocía, pero no quería causarle problemas a su amigo y más con la persona con la que iba a compartir el resto de la vida, no era un hijo de puta.

—No creo que sea una buena idea — Zoro trató de hacerlo entrar en razón, estaba velando por su bien.

—Te digo que no habrá problema — Ace seguía insistiendo, era igual o más necio que él — Mira, si vas te dejare beber todo el licor que quieras.

Oh. Estaba jugando sucio, eso se llamaba chantaje. Ese bastardo sabía que no podía resistirse al licor y más si era de una buena calidad. Pronunció la palabra princesa y eso significaba dinero; dinero traía consigo cosas de buena calidad, licor de buena calidad.

—Bien, si eso hace que dejes de molestar — rodó los ojos y bebió una vez más de su ahora quinta botella.

Ace sonrió puramente, bien jugado.

 

...

 

Despeinó sus cabellos verdes por enésima vez en la noche. El lugar en el que se hallaba era demasiado limpio y colorido, había gente bonita por todos lados y gracias a ello, Zoro no podía evitar sentirse un poco fuera de lugar, más porque todos estaban muy elegantes y él simplemente vestía unos pantalones rasgados de color negro y una camisa blanca con mangas cortas, junto con sus cómodas botas militares.

El alcohol prometido se hallaba entre sus dedos, sin dudar era delicioso y de los mejores que había probado jamás, la gente rica si sabía de cosas buenas.

Había conocido a la chica de Ace y le pareció una chica muy agradable y bella. Resultó que a ella si le había caído bien, puesto que le trato de una forma natural y amable. Después de eso, le había dicho a Ace que prefería estar solo y ahora se arrepentía de eso. Que aburrido se estaba cuando no encajabas en un lugar y no conocías a nadie.

—Zoro, ¡qué bueno es verte!

El hombre de cabello verde miró a quien le hablaba y una sonrisa se surcó en sus labios, parecía alguien totalmente diferente quien tenía enfrente, pero esa nariz solo le pertenecía a una persona en especial.

—Usopp, ¡qué sorpresa! ¿Qué haces acá? — preguntó el moreno, indicándole a su amigo que se sentara junto a él, éste hizo caso

— ¡Yo debería preguntarte eso! ¿Hace cuanto saliste de prisión? ¿Por qué no nos has ido a visitar? — interrogaba Usopp con tono de reproche. Aunque no se esperaba respuestas algunas a sus inquietudes, era Zoro después de todo y él no era de tanto dar explicaciones.

El moreno sonrió.

—Bueno, eso es porque... — de pronto, dejó de hablar y sus ojos ya no veían a su amigo, se habían perdido detrás de éste al percatarse de algo -mejor dicho alguien- que hizo todo sonido e imagen desaparecer de su alrededor y sólo enfocarse en ese mientras que parecía brillar igual a una estrella en un montón de oscuridad.

¿Quién era ese sujeto? No lo sabía, pero era encantador. Estaba algo lejos y rodeado de otras personas que se le acercaban y saludaban. Tenía el cabello rubio brillante y vestía igual de elegante que las demás personas, aun éste hacia lucir aquellas prendas perfectas, como si fueran una segunda piel.

— ¿Qué pasa, Zoro? — preguntó el narizón ya que su amigo se había quedado callado de la nada. Éste seguía sin responder y parecía estar ido, por ello, tomó en cuenta que estaba viendo hacia una dirección en particular y entonces giró la cabeza, buscando aquello que el hombre de cabello verde miraba con tanta intensidad.

Sus ojos se abrieron con sorpresa al captar a quien veía su acompañante y no pudo evitar que un escalofrío de miedo le corriera por la espalda. Puso su atención de nuevo en Zoro y tragó saliva, debía traer a su amigo de vuelta a la realidad.

—Olvídalo, Zoro — dijo seriamente, ésta vez sí logrando que el aludido le mirase con atención — Está completamente fuera de tu alcance — no quería sonar tan cruel, pero no tenia de otra. Era eso o que su amigo se metiera en problemas.

En lugar de parecer decepcionado u ofendido, el hombre de cabello verde sólo sonrió engreídamente

— ¿Lo conoces? — preguntó interesado, bebiendo una vez más de una copa y regresando la vista a aquel tipo rubio.

Usopp ya se lo esperaba, Zoro no le iba a hacer caso. Suspiró derrotado, al menos podría advertirle y decirle lo que sabía.

—Algo así — se llevó una mano al cuello de su camisa y la jaló, sentía que se ahorcaba un poco — Según tengo entendido su nombre es Sanji Vinsmoke — se giró y vio al nombrado junto con el otro, comenzó a señalar a la gente que se hallaba alrededor del muchacho, siendo discreto — Los Vinsmoke son parte de la realeza, pero han habido rumores que trafican con armas y realizan experimentos con personas. Zoro, esa gente tiene fama de ser peligrosa. Además, — pensó un momento si sus palabras a continuación eran adecuadas, mas no encontraba una mejor forma de expresarse y ser claro — discúlpame por lo que te voy a decir, pero tienes más probabilidades de acercarte al sol que a un sujeto como él.

Zoro simplemente sonreía y fingió no escuchar aquello último dicho por el moreno de nariz larga a su costado. De pronto, aquel joven rubio pareció darse cuenta que estaba siendo observado y fijó sus ojos azules en su admirador, sorprendiéndose ligeramente. El hombre de cabello verde amplió su sonrisa cuando ambos mantuvieron la mirada, así, quedándose por unos segundos sintiendo un agradable sentimiento, hasta que el chico rubio desvió la vista cuando una pareja se puso en frente de él, sin embargo Zoro no le quitó los ojos de encima.

Estaba demasiado embebido que ni siquiera notaba como Usopp tronaba los dedos frente a sus narices.

Pero, para sorpresa de Roronoa, una hermosa mujer de cabello castaño se le acercó al rubio, agarrándolo del brazo y acariciándole la mejilla, luego llevándoselo lejos.

Una vez el joven desapareció de su campo de visión, Zoro regresó a prestarle atención a su amigo.

—Vi al sol fijamente sin problemas, Usopp.

La noche transcurrió rápido y Zoro estaba, de nuevo, solo, el narizón había dicho que regresaría con su novia Kaya, la cual pertenecía a una acomodada familia de inversionistas, menuda suerte tenía ese bastardo. También no pasó desapercibido mientras bebía, pues más de una vez fue molestado por alguna que otra mujer invitándolo a "beber" a solas, mas cuando se daban cuenta que era un plebeyo al preguntarle sobre él, huían como si les fuese a contagiar una enfermedad rara.

Suspiró por enésima vez y se levantó, caminó calmo hacia uno de los balcones y recibió de lleno el frío de la noche en su cara. La oscuridad del cielo acompañado de estrellas distantes era un paisaje hermoso. Caminó un poco más y llegó al mirador, en donde apoyó sus codos y cruzó sus manos. Un bostezo se escapó de sus labios.

—Una larga noche, ¿uh?

Parpadeó y se puso en alerta, sus sentidos siempre habían sido muy agudos y el que no háyase notado la presencia de alguien le hizo perder la calma por unos segundos. Buscó con la mirada al dueño de esa voz y se encontró a un joven semi recostado en la pared, sosteniendo una botella de lo más dulce y suave del mundo -y que no es para él-, vino.

—Me gusta ver las estrellas...son tan libres y tienen un brillo propio.

Alzó las cejas, ¿qué diablos estaba diciendo ese sujeto? Tal vez estaba borracho, quien sabe.

—Quisiera ser como ellas...

Arrugó la frente cuando el tipo ese comenzó a enderezarse. Su rostro era imprescindible para él, ya que la oscuridad de la noche lo había consumido.

— ¿Quién diablos eres? — preguntó rudo y sin rodeos, pues le judía bastante tanto misterio.

— ¿Quién soy? Ja, ja...a veces no lo deseo ser — el hombre se acercó más pero Zoro no retrocedía — Sanji Vinsmoke...ese es mi nombre...

La luz de la luna iluminó un rostro claro y unos cabellos amarillos despeinados. El joven que momentos atrás había llamado su atención, el atractivo rubio que según Usopp era un peligro, se presentaba ante él, mostrando una ligera sonrisa melancólica.

 Le rodeaba un aura oscura, llena de sentimientos irreconocibles.

— ¿Tomas? — de sopetón, Sanji le ofreció la botella, observándole con ojos cansados.

Normalmente reaccionaria de mala manera, haciendo aquella botella a un lado y diciendo que esa mierda es para nenas, mas la cogió gustoso, haciendo sonreír quedamente al joven rubio...que linda sonrisa

— ¿Mhn? ¿Qué dijiste? — preguntó, pues el rubio había movido los labios.

—Pregunte tu nombre — repitió — yo ya te dije el mío.

Por supuesto que no dudó en decírselo

— Zoro Roronoa — dijo sin más, ahora esperando que el rubio no se espante al reconocerlo como un tipo peligroso, ni lo basuree como lo había estando haciendo la 'educada' gente en esa fiesta.

— ¿Roronoa? Vaya, jamás he escuchado de ellos ¿Eres algún amigo de los novios? —  curiosea Sanji, demostrando, en todo momento, un verdadero interés.

Ahora sí que estaba impresionado. Se rió quedamente, Sanji era mucho más guapo de cerca y se estaba comportando con autentica normalidad, como si le estuviera hablando a un igual a pesar de acabar de descubrir que no era alguien importante. Le estaba hablando como si no existiera un alto muro de piedra dividiendo clases sociales.

Detuvo su vaga risa y respondió con amabilidad.

—Sí, soy amigo del novio — mencionó, relajándose. Sanji era un tipo agradable.

La conversación fluyó cual chorro de agua, hablaron sobre temas insulsos, como el clima, que tan buena estaba la fiesta, la comida y la bebida. Sanji aparte de hablar con educación era, a la vez, grosero, pues soltaba malas palabras en cinco de diez frases que salían de su boca. Zoro se sentía muy cómodo con él, sin embargo había notado que el joven rubio no parecía estar del todo feliz, había forzado una risa en más de una ocasión.

Algo le decía que no debía preguntar nada al respecto, pero realmente estaba interesado en el rubio.

—Oye, ¿hay algo que te preocupa? — preguntó firmemente interrumpiendo la charla del otro, poniéndose serio de nuevo.

Sanji parecía sorprendido por un momento como si no se hubiese esperado que le preguntara eso,  luego entristeció su mirada y agachó la cabeza, ocultando sus ojos bajo el mechón de cabello rubio.

—No es algo importante — dijo neutral, mas se podía ver con claridad sus labios temblando.

Zoro frunció las cejas, podría que sea un poco estúpido, pero siempre se daba cuenta cuando una persona estaba mintiendo.

 — ¿Tiene que ver con el que estuvieras aquí emborrachándote con vino?

El rubio se tensó visiblemente, dio en el blanco.

—o, ¿me equivoco?

El rubio daba la impresión de estar temblando, se notaba como esas manos estaban hechas puños, reprimiendo algún tipo de ira interna. Zoro sólo lo observaba con atención, manteniendo una mirada imperturbable.

—Estoy tan cansado — susurró Sanji débilmente, al fin moviendo sus brazos y dirigiendo su mano dentro de su chaqueta, buscando algo en ella — No soy capaz de seguir soportando esto — Zoro se tensó y puso en guardia cuando el rubio sacó una pistola de su traje, ¿qué diablos hace?

— ¡¿Qué crees que estás haciendo?! — Zoro gritó molesto y horrorizado, no le estaba gustando para nada donde se dirigían los cables.

—Je, je... — Sanji pretendió no escucharlo y llevó la pistola a la altura de su cabeza, listo para en cualquier momento volarse los sesos.

 

— Yo...sòlo quiero ser libre...

 

La agradable música clásica que sonaba armoniosa para los oídos fue interrumpida por un disparo resonando potentemente alrededor, aterrando a todos quienes lo escucharon.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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