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MENSAJE DE TEXTO por Aifoss

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Notas del capitulo:

Y aquí vamos con el primer capítulo !

Un día antes

- Padre por favor, no me obligues a irme –pedí con ojos llorosos. Él, molesto y con el ceño fruncido como siempre lo hacía, salió de mi cuarto dando por finalizada la discusión.


- Te he dicho que empaques tus cosas Tetsuya.– dijo sin darme otra opción. Enojado y lloroso comencé a empacar mis cosas sin remedio. Metí todo lo que pude en la maleta pues solo podía llevar "lo esencial". A mi padre le ofrecieron un viaje en un crucero atravesando desde Japón hasta América. Nos mudaríamos allí al terminar el viaje. 



Yo vivía con mi padre aún a pesar de tener veinte. Tenía una hermana dos años mayor edad y un hermano de quince. Acababa de iniciar mis esudios en la escuela fotografía. Tenía solo un amigo y ahora que me mudaba ya no tendría a nadie. ¿Novio? Bueno si, debo admitir que desde hace mucho tiempo le confesé a mi familia sobre mis preferencias, cosa que se lo tomaron con calma y sin reproche; recuerdo que ese día mi padre me dijo:

 

"Que puedo hacer, te quiero demasiado y no puedo divorciarme de mi hijo.- dedicándome una de sus grandes sonrisas". Retomando el tema...no tengo tiempo para ese tipo de "asuntos". Además de que no le gustaba a nadie. Por una extraña razón me tenían miedo los chicos, mi poca presencia hacía que me vieran como un fantasma, y más lo desagradable que soy...un espectro flotante. 


Mi padre nos había comprado a cada uno de mis hermanos un celular internacional. Él viajaba todo el tiempo y siempre se la pasaba mandándonos mensajes para preguntarnos nuestro paradero y ese tipo de cosas. Cosas de padres.

Mi madre había fallecido hace dos años, un accidente automovilístico, el taxi que la llevaba traspaso una luz roja y se impactó de frente con un camión quedando debajo de las llantas, una muerte demasiado horrible que mi madre no merecía sufrir, y creo que nadie en el mundo


- Kise-kun –dije llamando a mi mejor amigo. Mi padre siempre me ponía crédito ilimitado para que yo llamara a todos por allí.


- ¿Kurokocchi? –contestó mi rubio amigo. 

- ¿Puedes venir a mi casa? Necesito hablar contigo –dije aventándome a mi cama. 

- Claro, llego en 15 minutos –dijo serio. Colgamos. 


Tenía 20 años, perfectamente me podía quedar aquí. Se supone que tendría una exhibición en unos días y mi padre me lo había arruinado. Mi relación no era tan mala con él, es cierto peleábamos y no llegábamos a acuerdos en todo pero lo quería y desde que murió mi madre me he vuelto más condescendiente con él; por una semana entera no fue a trabajar y se encerraba en su habitación con una botella de licor llamando a mi madre desconsoladamente. Un día me armé de valor y entré a la habitación de mis padres y lo hice reaccionar a la fuerza...un día desolador, se dijo todo lo que nunca se había dicho...se lloraron todas las lágrimas y, desde ese momento, mi padre se volvió más responsable con nosotros, lo que significa que trabajaba más y lo veíamos menos.

Bajé las escaleras y fui al comedor, me preparé un batido de vainilla, mi favorito. En la barra a mi lado estaba mi hermana, Riko. 

 

- ¿Estás emocionada con el viaje? –pregunté. Ella bajó la mirada y luego alzó la cara con una sonrisa enorme. 

- ¡Sí, ya quiero ir a América –yo no respondí, me mantuve inexpresivo. Kouki se acercó a nosotros y nos sonrió.

 

En verdad, mi padre es el único americano, toda la familia de mi madre es japonesa, sin embargo nos mudaremos al otro lado del mundo donde no conocemos absolutamente nadie para, según mi padre, iniciar una nueva vida.

 

- ¿Están listos? –preguntó emocionado. Kouki para mí es muy atolondrado y ansioso. Pero era mi hermano y lo aprecio.


- Yo no... ¿por qué ustedes sí se quieren ir? –Pregunté con molestia 

- Tetsu, será como un nuevo comienzo << Ahí vamos de nuevo>>. Además a mí me encantaría ver las universidades que tienen. 

- Debiste de haber enviado una solicitud antes, así no te aceptarán –dije desalentándolo. Él agachó la cabeza, parecía un niño pequeño. Bajé del banco y salí para tomarle el hombro. 

- Lo siento, no quise hacerte sentir mal –dije, él me dio un golpe en las costillas dejándome sin aliento- Odio que hagas eso Kouki –dije molesto.

 

Tocaron el timbre y entró mi amigo Kise, él era alto y rubio. Sus ojos eran dorados y su piel era muy blanca, en verdad era atractivo, tanto para mujeres como para hombres, a diferencia de mi, pequeño escuálido y sin presencia.

- ¿Para qué me necesitabas Kurokocchi? –preguntó y se sentó en mi sillón poniendo los pies en mi mesita de centro. 

- Me mudo mañana, ¿recuerdas el crucero que te mencioné, Japón – América? 

- Sí –dijo algo preocupado- Neh...¿Te irás? 

- Sí, no pude convencer a mi padre de quedarme aquí. 

- Kurokocchi, ya tienes suficiente edad como para vivir solo en cualquier parte del mundo. 

- Pero no la suficiente madurez –dijo mi padre a mis espaldas. Bufé y luego Kise frunció el ceño. A él no le agradaba mi padre. 

- ¿Qué pasará con la exhibición? –preguntó con un claro enfado.

- No habrá tal –dije agachando la cabeza. 

- En América puedes hacer las que quieras –me instó mi padre y yo simplemente me limité a mirarlo.- además hay mejores escuelas fotográficas, y mejores personas también.- Mi padre creía que el pelirrubio era una mala influencia para mí. No me permitía salir a ningún lado con él. Al menos permitía que viniera a casa. 

- Tetsucchi, ya me voy aquí apesta a hipocresía –dijo Kise. Su comentario no me gusto. 

- No seas irrespetuoso por favor –pedí. Él rodó los ojos, me abrazó y luego me dio un pequeño golpe en el brazo. 

- Bueno... espero que te pueda volver a ver algún día. Mañana yo no estaré en casa así que posiblemente ya no te vuelva a ver. 

- De acuerdo, Ryota –dije agachando la mirada. Mi amigo se fue y mi padre suspiró aliviado. 

- Por fin esa dañina amistad terminó –dijo mi padre tomando una pera del cesto. 

- Padre no empieces –dije desanimado

- Hijo, acaso él no hizo que Haizaki terminara contigo. Salió con él y además hizo que te dijera muchas cosas a ti y tú simplemente lo perdonaste. Eso no está bien –dijo iniciando su sermón. 

- Papá, ya me quiero ir al crucero. Deja de decirme con quien puedo hacer amistad. 

- Gracias a Dios que ya nos vamos


Me recosté y puse mi celular en mi lista de reproducción favorita. Se escuchaban canciones de todo tipo. Debo admitir que soy medio anticuado, bueno medio no, sino completo, todas mis canciones son de hecho melodías de piano y violín, "aburrido" siempre dice Kouki. Me quedé dormido y ya no supe más de mí.

 

(Narra Aomine)

 

Los campeonatos nacionales habían terminado hace un mes. Nos cedieron una semana de vacaciones con el fin de descansar de los entrenamientos y pasar más tiempo con nuestras familias. Sorpresivamente al entrenador le llegó una solicitud dónde se informaba que nos otorgaron como premio mayor un viaje en crucero con todo pagado al equipo entero. Pasaríamos un mes en un barco. Tal vez sería bueno pasar unas buenas vacaciones fuera del país y repondríamos energías para los partidos que se aproximaban a nuestro retorno.
- Chicos, nos ofrecieron partidos en diversos eventos deportivos que el crucero tendrá, ¿les gustaría participar? –preguntó Midorima interesado.


- Yo estoy totalmente interesado, ya quiero que sea mañana –dijo Bakagami emocionado. 

- Murasakibara, ¿tú que dices? 

- Lo que quieran si después hay comida, el barco tiene a los mejores cocineros del mundo. Hoy lo vi por Internet.- con su típico tono infantil.


- Yo... -dije un poco dudoso- De acuerdo estaría bien.– Hace unos días había terminado con mi novia y no me encontraba de un gran humor. Midorima llevaría a su novio. Murasakibara llevaba un "amigo" según él, Akashi, Kagami y yo estaríamos disfrutando de nuestra soltería. Me mareaba en los barcos pero trataría de estar bien en este. 


Dormimos esa noche en el mismo departamento, yo dormí en mi improvisada cama hecha de sillas y Akashi en el sofá cama, Murasakibara en el suelo con su amigo Himuro, y Midorima con Takao en su cama. Kagami estaba recostado en el suelo, pero recargado en la pared, lucía todo un vagabundo tirado de esa forma.

Al despertar sacamos todas nuestras cosas y nos ayudamos mutuamente para poder llegar a la hora tan rápido como se podía. Me puse mis lentes oscuros, tomé mi mochila y me acurruqué en mi asiento pues aún era muy temprano. 

 

(Narra Kuroko)

 

Sentí cómo movían mi brazo izquierdo y a lo lejos escuchaba que pronunciaban mi nombre. 

- ¡Kuroko Tetsuya! – pronunció más alto mi hermano- ¡Tetsuya! –gritó. Abrí los ojos y me levanté de golpe haciendo que me mareara.- Tetsu aún no nos subimos al barco y ya estás mareado.

- Silencio por favor y sal de aquí –dije controlando mi enojo, él salió y regresó a mi habitación, sonrió- ¿Qué? 

 

- Papá me mandó para decirte que tenemos una hora retrasada y... ya estamos todos en el auto. 

 

- ¿Por qué no me despertaron antes? –dije alarmado y arrancándome la camisa

- Papá... -entendí el punto. 

- De acuerdo, salgo en medio minuto. 

 

Corrí hacia mi mochila y saqué la primera polera que encontré, era blanca. Me puse unas bermudas grises, llegaban hasta debajo de las rodillas y mis zapatillas desgastadas negras. Mi cabello es un celeste peculiar al igual que mis ojos, herencia de mi madre; note que estos últimos estaban hinchados por llorar...bueno pues, digamos que me desperté a media noche y la nostalgia me invadió.

Saqué la pelota de basket de mi armario y la mochila donde tenía los lentes de mis mejores cámaras. Me puse la mochila en el hombro con el balón en mano. Di un último vistazo rápido a mi cuarto y corrí escaleras abajo. 


Abrí la puerta y la camioneta tenía la cajuela abierta. Metí la pelota y revisé que llevaran la otra maleta con mi ropa dentro. Allí estaba mi maleta celeste << ¿Coincidencia?>>. Entré y antes de cerrar la puerta mi padre aceleró.


- ¡Es tarde Tetsu! –gritó acelerando aún más. 

- ¿Por qué no me despertaste? –dije aun con el sueño en la vos. 

- Esa es tu responsabilidad, sabías que nos iríamos a las siete, son las ocho –dijo mirando su reloj.

- Ya –finalicé agotado-. No quiero empezar esta nueva vida peleando contigo. 

- Hijo –dijo mi padre después de un rato de silencio-, Haizaki te vino a buscar en la noche cuando estabas dormido. 

- ¿Qué te dijo? –pregunté interesado, toda señal de sueño se desvanecieron en ese segundo. Él no me había llamado desde lo que pasó con Kise. 

- Dijo... que no quería que te fueras. 


Silencio...simplemente me limité a no hacer ningún gesto, aunque dentro de mí irradiaba frustración. Por qué las personas se dan cuenta del verdadero cariño que te tienen hasta que ya te vas. Odiaba eso, siempre pasa. Tanto en las películas como en cualquier libro. Uno llama, el otro responde diciéndole lo mucho que lo ama...<< Siempre la misma historia>> y aquí sería cuando yo bajaría de la camioneta para correr hacia el auto que venía atrás de mí persiguiéndome, pidiendo y rogando que yo no me fuera. De acuerdo, estoy exagerando. Pero por si las dudas, miré hacia atrás. Ningún auto nos perseguía. 


Envié un mensaje. 


"¿Qué querías?" –envié.

 

Recargué mi cabeza en la ventana, para así mirar al horizonte y ver la hermosa ciudad que estaba dejando. La tonada de Claro de Luna de Debussy apareció repentinamente en mi mente, como una melodía de fondo...<< Soy un completo triste>>. En eso mi celular vibró, notificando que llegó un mensaje.


"Fui a buscarte por que sabía que te irías hoy, pero al parecer estabas dormido y tu padre no me dejó verte. No me dejó despedirme de ti. Solo quiero que sepas que... siempre te quise Tetsuya y no quería lastimarte. Por favor perdóname"

 

Miré hacia la carretera, observé a las personas, entrelazadas, caminando en parejas. Momentos similiares que viví, solo recuerdos, y un extraño sentimiento asaltó mi corazón. Vacío. 


 

"Sé que haces esto solo por mantener tu conciencia tranquila. No te preocupes, no me guardo rencores si te quedas con mi mejor amigo, al fin y al cavo... son tú y él. Yo desapareceré de tu vida, de sus vidas. Por favor no me busques más, no quiero llamadas, ni más mensajes tuyos" –cuando pulsé la tecla "enviar" sentí una lágrima correr por mi mejilla. Hacía tanto que no lloraba por amor. Borré su número de mi agenda y aunque me lo aprendí de memoria, borrarlo de mi agenda era un gran logro.


- ¿Pasa algo? –dijo mi padre preocupado. 

 

- No... solo me despedía –dije acomodando mi cabeza nuevamente en la ventana. Me puse los audífonos y proseguimos nuestro camino al muelle.

 

Notas finales:

Nos vemos:9


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