Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sueños por Hefestion

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Advertencia:

Fic centrado en la relación Ikki/Shun. (incesto) y un poco de lima para algo de sexo tácito (nada explícito)

----*~ Sueños ~*----

Kari no Chiryu

hefestion@cantv.net

 

 

“Ikki, hazlo ahora.  ¡Hazlo!”. 

“Shun!”.   Ikki gritó con impotencia sintiendo un dolor tan agudo que estaba mas allá de la resistencia humana... –¿Cómo?, ¿pensó Shun que podía levantar la mano contra él?.

“¿Cómo puedes pedirme esto?”.  Le reprochó, como si Shun tuviese otra opción. ¿Cómo Ototo?, ¿cómo?.

“Ikki, por favor, hazlo, no podré controlarlo mucho más”.

Pandora estaba paralizada con asombro.  ¿Cómo?, ¿cómo pudo este frágil mortal  controlar a Hades?, ¿cómo?.  ¿Y estaba dispuesto a sacrificarse?, ¿cómo pudo existir alguien así?.

“¡¡Onegai!!.... ¡Oniichan... onegai!!”.  (Por favor... hermano… por favor...). Sus  últimas palabras fueron apenas un susurro.   Shun estaba vencido por el dolor y  el agotamiento... si Ikki no se decidiera pronto... Ikki...

“Ototo...”.  Ikki gruñó con sus puños ceñidos en dolor mortal... “¡SHUUUUN!”.

Dio un grito desgarrador, cerró los ojos y levantando su puño corrió tan rápido como sus piernas le permitieron, sin permitirse pensar un sólo instante porque le fallaría la resolución.

--Shun... Shun... ¿qué valor puede tener? ¡Qué valor puede tener??... ¿qué valor, mi pequeño, puede tener el mundo para mi si tu no estás en él?... ¿ellos por ti?... ¡No!--.  ¡No, no lo merecn, no tu sacrificio, Shun!... ¡SHUUUUN!...

“¡Shun!”.  Lágrimas amargas se deslizaron ardientemente por sus mejillas mientras que el  extremo de su puño se encajonó sangrientamente en el pecho abierto de su hermano.  

“Shun”. Sollozó...  –Shun--

Ahogado en su propia sangre, Shun gimoteó antes de desplomarse en los  brazos de Ikki.

--¿¿Cómo pude hacerte esto??--.  Ikki lo acunó suavemente antes  que el muchacho incluso pudiese tocar el piso...  –Nada vale la pena este precio... nada.  Shun--.

“¿Nii...chan?”.

“¿Shun?”.

“No llores... no estés triste Ikki, yo… estoy feliz”. Intentó incorporarse y la sangre borbotó entre sus labios.  “Shun”.  Ikki lloró enterrando el rostro en el cuello de su hermano. “No es tu culpa...”.  Shun asió débilmente un puñado de la ropa andrajosa de Ikki. “No es tu culpa”.  Insistió vehementemente.

--¿No es mi culpa?... ¿cómo... cómo puedes decir eso?... este maldito mundo que se ensañó contra nosotros cuando fuimos niños, Shun. Este maldito mundo no merece tu  sacrificio.   Siempre hemos sido tú y yo... tú y yo... no necesitábamos de nadie más... y nadie más debió importarnos nunca... Ototo... ¿cómo puedes estar feliz??...¿Cómo quieres que no llore?

“Shun...”.  Ikki sollozó, su mano, su propia mano sangrienta intentó ahora detener el flujo de sangre caliente que vació la vida de su hermano a través de la herida que él había infligido...  ¡¡Shun!!... te mate…  te mate.

“Te maté, Shun.  Ototo, te maté”.

“¿Oniichan?”.

Ikki lloró sin reservas... sus lágrimas eran de su hermano, siempre sólo suyas,  sólo él le importó...

“¡¡Oniichan!!, termina pronto, Hades está regresando”.

“NOOOO”.  --- Cómo puedes pedirme esto, no ves que no puedo más… no soy tan fuerte.. ya no me pidas esto, por favor, por favor…-----“Nooooooooo”.

“¿Oniichan?.   ¡Ikki!”.

“No llores Ikki, te amo”.   ::... Siempre siendo una misma persona.  Tú y yo.   Sólo nos tenemos a nosotros.  Mientras estemos juntos nada nos derrotará.   Juntos somos fuertes.  Somos uno ...::

“También te amo, Shun... También...”.  Este dolor... Oh Dios mío, este dolor... no es posible... nadie puede sobrevivir a un dolor como éste, Ototo... Ototo....

“Hazlo, Ikki... termina pronto”.

“Yo no puedo... no puedo... no puedo... no me lo pidas, Oh por favor, ototo. Ya  no me lo pidas...”.

“¡¿Ikki?!”.

“No puedo, Shun.   No puedo...”.

“Ikki”.  Ikki tembló cuando el cuerpo en sus brazos se volvió frió y convulsionó, de repente, estaba de nuevo en pie, sangriento, titánico.  Ojos negros sin sentimientos lo miraron fijamente, porque todo lo que había hecho de Shun el ser más dulce en el mundo se había ido para siempre, Ikki lo mató.

“¿Has decidido, Ikki?.   La vida de tu hermano tuvo más valor para ti que la vida

de los habitantes de la tierra.  Ha sido tu elección”.

“¡Shuuuuuuuun!”.  ¿Dónde está Shun?, ¿dónde está?

“¿Ikki?, ¿Ikki?...”.

“Está muerto.  Muerto Ikki y tu lo mataste”.

“No”.

“Esta muerto y ahora su cuerpo me pertenece, es sólo mío”. 

“NO, No, No”.

“Mataste a tu propio hermano, su sacrificio no valió de nada y todo es culpa tuya”.

“NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO”.

“¿Ikki!?”.  Ikki se sentó abruptamente en la cama, su cuerpo bañado en sudor  por la pesadilla de siempre... era tan vívida... tan real, Shun... ¿cuándo se  irían las imágenes, cuándo?.  

¡Dios!.  Estaba llorando nuevamente... el dolor era tan fresco... tan reciente...

Clavando el rostro entre ambas manos, Ikki descargó los remanentes del sueño en lágrimas...

“¿Oniichan?”.  Una mano fresca se apoyó en su espalda húmeda... esa voz de dulzura que cruza tan eficazmente a través de su dolor  trayéndole consuelo... Shun...

“¿Otra vez soñando, Oniichan?”.   Shun preguntó suavemente mientras sus manos  limpiaron el cuerpo de su hermano y sus caricias,  la amargura de los recuerdos en su alma y mente.

“Hai, de nuevo esa pesadilla... no puedo evitarlo, Ototo. Noche tras noche...”.  Ikki sollozó de nuevo al hundirse en los brazos de Shun.

En estos brazos pudo darse el lujo de despojarse de sus máscaras y  pretensiones... Junto a Shun no hacían falta, porque él lo conoció como nadie más, y lo aceptó y amó por lo que era... con sus virtudes y defectos... aún  cuando a veces eran más defectos...  En los brazos de Shun, no tuvo miedo al rechazo del lugar negro en lo profundo de su alma, ni tan siquiera necesitaba ocultarlo, por temor a hastiarlo...  él no temió ser ridiculizado por sus debilidades, porque Shun lo entendió y lo sostuvo... la confianza era plena, absoluta, no había nada similar y tan categóricamente entregado como la confianza y amor entre ambos... dependiendo entre sí como el único hilo que los sostiene en la vida y en el mundo...

“...Shhh, está bien, Oniichan.  Ya pasó... ya pasó..”.  Shun susurró una y otra  vez sosteniendo el marco más amplio del cuerpo de su hermano...

“¿Cuándo va a acabarse, Shun?”.

“Tienes que dejarlo ir, Oniichan... si continuas culpándote, no te hará  ningún bien...”.

“Pero yo...”.  Ikki se incorporó un poco y en la semi oscuridad de la habitación fijó su puño izquierdo sosteniéndolo frente a su rostro como algo ofendedor o vil... “No puedo olvidar... mi mano, Shun... yo te herí... tu sangre...”.

“...Ikki, estoy aquí, vivo...”.   Una mano pequeña alcanzó en su ceguera el puño, halagándolo suavemente a abrirse... sólo el toque de su hermano podría solazarlo...

“Pero...”.  Ikki susurró...  “..Si las cosas no resultan como pasaron.... si

Athena no se presenta... si...”.

“Si no fuese por aquel momento, no estaríamos juntos ahora...”.

“Por qué me pediste la muerte, Shun,  Era un precio muy alto… muy alto..”.  Ikki sollozó nuevamente.

“Eso es fácil de contestar”.  Shun sonrió suavemente a través de sus ojos que ya no sostenían luz propia...  “porque necesitaba salvarte... porque si morías... tampoco quería vivir.  Es una cuenta simple”.

“¿Y yo qué Ototo?... ¿y yo, uh?, ¿pensaste que podría sobrevivir a tu muerte?... ¡Oh

Dios! me volveré loco..”.

“Oniichan... gomen (lo siento)...  no pensé el momento...”.

El silencio se extendió entre ellos... ninguno capaz de disculparse por el dolor que aún estaban causándose el uno al otro...

Ikki contempló el  rostro cabizbajo de su hermano... por qué... por qué continuar atormentándose... Shun tenía razón, estaban juntos ahora y era lo que importaba... las heridas sanarían con el tiempo... con un poco de paciencia y amor sobrevivirían a la mayor prueba de sus vidas.

Con un suspiro de longanimidad, Ikki trajo el cuerpo pequeño de Shun a su regazo, e inmediatamente, el muchacho menor asió sus brazos delgados alrededor del cuello fuerte como un infante temeroso...

“¿...Cuando vamos a dejar de pedirnos perdón?”.  Ikki reprochó con un tono fácil.

Shun sonrió suavemente apoyando la cabeza en el hombro de su hermano.

“Los malos hábitos son difíciles de dejar”.

“Sí, bien.   Tendremos que empezar en algún momento”.

“¿Que tal ahora?”.  Shun susurró cuando dejó un beso en el hombro ancho sudoroso.

“¿No hay mejor momento como el presente, eh Ototo?”.  Ikki susurró besando la frente húmeda y acariciando perezosamente el muslo izquierdo de Shun.

Shun suspiró con placer sereno.  Sí... una caricia de su hermano sanaba cualquier herida en su alma.

“Oniichan”.   Esa mano bendita subió hasta descansar en su ingle.  Era increíble que esa mano que contenía tanto poder pudiera ser tan mansa...  “Oniichan”.  Sus ojos  azules que ya no pudieron ver, se abrieron a la noche y las caricias... 

 

Una noche más... un día más... y continuaban vivos, juntos.... el tiempo pasaría y estarían bien...

Ikki maniobró el cuerpo más pequeño hasta que el muchacho estaba quedando en la cama debajo de él...

“No es momento de hablar, conejito”.

Shun rió a la avidez de Ikki, algo a lo que ya estaba acostumbrándose.  “¿Hambre,

Oniichan?”.

“Hai, pero más sediento en realidad”.  La sed que sólo pudiera sofocar sus labios...

Pasaría algún tiempo para sanar todas las heridas, pero starían bien....

Juntos...

Apoyando su peso mayor sobre sus codos a ambos costados de Shun,  Ikki suspiró pesadamente apartándose renuentemente del beso para contemplar el rostro de su hermano.  En un gesto de puro instinto, Shun siguió a través del aire los labios de Ikki, pero comprendiendo inmediatamente que no los alcanzaría.

“¿Oniichan?”.  Shun susurró con frustración al dejarse caer en la cama.

“¿Y ahora quién es el ávido, Ototo?”.   Sonrió el mayor entretenidamente antes de inclinarse a lamer la nariz de Shun, como lo haría un cachorro.

Shun comenzó a reír a las cosquillas y el gesto... “Ya... no sigas...”.  Ikki era sin embargo, implacable en su afecto, y sólo hasta que Shun comenzó a retorcerse en agotamiento por la risa le permitió descansar.

“Oniichan...”.   Shun jadeó mientras intenta recuperar su respiración... “.. ahora me duele el estómago, baka”.  (tonto).

Ikki sonrió tontamente a la expresión en la cara de su hermano menor, era una mezcla entre cansancio, humor y enfado.

“¿Te duele?”.  Ikki susurró cuando bajó para darle un beso justo en el centro de su abdomen.  “¿Y ahora?”.

Shun estiró sus músculos liberalmente al segundo beso.  “Eso está mejor”.   Su voz desapareció consumida en placer.

Ikki extendió la palma fuerte de su mano encima del estómago de Shun, amplificando el calor bajo ella a cada lugar en el cuerpo su hermano...

“Tan perfecto, Ototo”.  Dijo impresionado a la perfección física de Shun.  

Su cuerpo era frágil y delgado,  pero los músculos eran firmes bajo la piel de alabastro... habían algunas cicatrices aquí y allí, pero nada que pudiera estropear la perfección de ese cuerpo divino.  “Cómo te hizo mamá tan perfecto”.  Ikki preguntó para si mismo.

A esto último, Shun se ruborizó. A veces,  Ikki decía algunas cosas que lo dejaron incapaz de reaccionar coherentemente.

“¿Oniichan?,  por qué dices esas cosas...es como si...”.  Shun se estremeció al constante acariciar manso de la mano de Ikki en  su estómago... era dócil sí, pero con la presión suficiente para dejarlo en anticipación frustrada.

“¿Como si te adorara, Ototo?”. Ikki suspiró antes de inclinarse nuevamente  a dejar un beso en su boca, y una vez más, esa mano torturante bajó al lugar más necesitado de atención en su cuerpo...

Shun gimió en el beso antes de que Ikki se apartara nuevamente.

“¿No ha sido siempre obvio, Ototo?.   Mi amor y devoción hacía ti ha estado siempre a la vista de todos... pero me sentí siempre demasiado temeroso para hastiarte con su magnitud...”.  Ikki se estremeció al recuerdo de todos los años en que debió apartarse de Shun tratando de convencerse que era para su bien.

Manos pequeñas capturaron su cara y le obligaron a mirar en un rostro que sólo sostuvo amor y fe por él, así como él sintió por Shun.

“Eso fue antes,  esto es ahora...  yo entiendo, siempre entendí, Oniichan. Yo sentí igual, pero ahora ya no importa porque estamos juntos y no quiero pensar en nada más”.  Y para plantear su punto, Shun le obligó a inclinarse para compartir un nuevo beso.   “Y ahora...”.  Shun jadeó aún sosteniendo la cara de su hermano entre sus manos.  “Vas a continuar hablando, o vas a hacerme el amor?”.

Ikki sonrió.  “¿Me estás dando a elegir?”.

“Hai”.  Shun respondió con la misma sonrisa que supo, había en la cara de Ikki.

“Bien... tanto como me gusta hablar contigo, Ototo. Creo que optaré por hacerte el amor”.  Las últimas palabras fueron un gruñido bajo cerca del oído izquierdo de Shun, y seguido por un mordisco dulce a su cuello...  

Y así como  estuvieron  entrelazadas sus almas, al punto de no distinguirse donde uno terminaba y el otro empezaba... así se entrelazaron sus cuerpos, en la necesidad de sus propias pasiones...

Pasaría algún tiempo para que todas las heridas infligidas por los años y las guerras sanaran, pero mientras estuvieran juntos, todo estaría bien...

Cuando la mañana vino, los encontró abrazados, igual que tantas veces cuando eran niños y se sostenían el uno al otro para aplacar sus temores y deducir fuerza de su unión...

Ikki continuaba acariciando el cabello sedoso de su hermano quien estaba apoyándose en su hombro.   De alguna forma, aún no pudo creer que Shun y él estaba realmente juntos... a pesar del asombro y desaprobación de sus ‘amigos’...

 

Por qué no podían entender que se amaban... se necesitaban para continuar viviendo.  Que no era posible para uno vivir sin el amor y el toque y el interés del otro... ¿Era tan difícil del entender?, ¿es tan difícil de aceptar que dos personas puedan amarse como ellos se aman?,  ¿por qué es pecado?... ¿la sangre lo hace pecado?... ¿No comparten dos personas que se aman sangre alma y corazón?... no es así como debe ser?... ¿por qué tiene que ser diferentes para ellos?.   Pero Ikki no lo aceptaría... después de tener el amor de Shun, no le importó nada más, y se encargaría de escudar a su hermano contra todo daño... nada y nadie lo alejaría de Shun nuevamente... ni siquiera la muerte.  Su amor era puro, era verdadero... ¿qué mal pudieran hacer amándose?, ¿qué  peor condenación pudiesen esperar cuando ya sus manos se manchan de sangre?.    ¿Por qué pudieron matar en nombre de la paz y  ser expiados de culpa y sin embargo... los condenaría el entregarse por amor?.   Ikki repudió los parámetros incoherentes que regían a las clases sociales.... Sólo hipocresía... dejan que los niños se mueran en las calles, de hambre y miseria, mientras están encerrados en asociaciones benefactoras debatiendo la celebración anual de un evento social...  ¿Y eran ellos los que iban a tasar su relación con su hermano como abominable?...  A Ikki no pudo importarle su opinión menos de lo que ya le importaba... pero la actitud de sus amigos lo involucró de alguna manera que nada más pudo...

... quizás con el tiempo ellos lo entenderían también... y si no... Simplemente tendrían que continuar sus vidas por caminos diferentes...  Nada ni nadie lo apartaría de Shun… ni siquiera él mismo…

Estremeciéndose nuevamente, Ikki acopló el cuerpo más pequeño, herméticamente hacía el suyo.

“¿Miedo, Oniichan?”.   La voz suave cortó el silencio de la habitación en la mañana temprana.

Ikki suspiró.   Shun tenía un sexto sentido para saber siempre exactamente lo que lo molestaba.

“Hai”.

“¿De las pesadillas?”.

“Ie”. (no) Ikki suspiró de nuevo.  “Hay veces en que creo que despertaré y no vas a estar aquí, Shun.   Tengo miedo de que éste sea sólo un sueño... y tengo miedo de despertar”.

Shun sonrió con dulzura.  “Baka Oniichan, si estás soñando es mejor que despiertes, porque mi amor por ti es real,  y no quiero que lo vivas como si fuera una sombra...”.

“Oi Ototo, ¿de dónde sacaste eso?”.  Ikki sonrió también.  “Te estás volviendo muy práctico”.

“Con un amante tan fogoso, cualquiera querría que hablara menos y... actuara más...”.

“Por Kami-Sama!!”.  Ikki fingió terror.  “Creo que creé un monstruo”.

“Oniichan no baka”.  Shun chirrió por su parte cuando fue victima de otro ataque de cosquillas, al final del cual, él estaba quedando sobre su hermano.

Apoyando la cabeza en el pecho ancho de Ikki,  Shun se relajó.  “Oh Oniichan... cómo me gustaría poder verte ahora”.  Shun nunca se quejaba por su incapacidad, y durante los últimos meses había aprendido a manejarse relativamente bien, sin la ayuda de nadie, no obstante Ikki siempre estaba cerca, por lo que no temió a ningún accidente.

...pero en momentos como éste, cuando la temperatura en la habitación subía y le indicaban que la mañana había venido... anheló  vehementemente poder mirar el rostro de su hermano... para aprenderse la expresión de su rostro después de una noche llena de abrazos y besos y caricias...

... y una vez más había lágrimas en sus ojos...

Con la humedad tibia en su pecho,  Ikki se incorporó un poco para abrazar a Shun..   “Ototo... tu me ves mejor que nadie.  Tu me ves como nadie nunca, me verá entiendes?...”.

“Ai shiteru, Oniichan”.  (Te amo, hermano).  Shun susurró relajándose completamente... saciado en la seguridad de los brazos de su amante...

“Ai Shiteru, Usabi-Chan”. (Precioso conejito)  Ikki susurró igualmente aliviándose en las sábanas para conseguir un poco de sueño, antes de tener que despertar a un nuevo día............

Juntos

 

 

Owari

 

Gracias a Diox por la lectura y por el apoyo siempre..

...¿Por qué Shun está ciego??. Técnicamente, el argumento en mi mente basa su ceguera como consecuencia de la lucha de los caballeros contra  Hades...

Emocionalmente, sólo deseé resaltar sus sentidos, dar una perspectiva distinta.. y todo se resume en la sentencia: “Tú puedes verme como nunca nadie me verá, Shun”.

____________________________________________________

© Kari. Diciembre 2000.

Corregido Mayo-2006


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).